miércoles, 31 de octubre de 2007

Al Gore en Carrascal

Vivimos esclavos de lo políticamente correcto o más bien, de lo mediáticamente correcto. Los temas que nos preocupan, son aquellos que ciertos gurús catódicos impulsan en función de sus intereses. Llevamos meses sometidos a una espiral apocalíptica, alrededor de los catastróficos efectos del supuesto cambio climático. Quien osa discrepar de esa verdad absoluta que nos acaban de descubrir, es como mínimo tildado de “escéptico”. Como si la ciencia no fuera, por definición desde el principio de los tiempos, puro escepticismo. Cómo sin escepticismo se podrían haber ido rompiendo sistemáticamente los sucesivos paradigmas; es decir, el conjunto de verdades científicamente aceptadas, diferentes en cada estadio de la evolución del conocimiento del mundo que nos rodea. Sin escepticismo científico, sin discrepar de lo pacíficamente admitido por consensos político-científicos, mucho más amplios, que el que ahora sustenta las teorías del desastroso efecto del hombre sobre la pervivencia del planeta, Galileo, Newton o Einstein serían hoy meros inquilinos de tumbas anónimas. Y sin embargo, ahora lo que se lleva es mirar embobados la tele cuando sale en ella Al Gore. Propietario, entre otros negocios, de minas altamente contaminantes. Vicepresidente de los Estados Unidos cuando éstos se negaron a firmar el Protocolo de Kyoto. Derrotado en las Presidenciales americanas por Bush, (dicen que ganó el listo). A partir de ahí, como Pablo de Tarso, vio la luz. O sea, un atajo hacia la Presidencia. Sólo que Gore no se cayó del caballo como Pablo. Él, sigue montado en su jet privado, que tal y como desvelaba el domingo, el periódico La Nueva España de Oviedo, ha emitido a la atmósfera veinte toneladas de CO2 en su periplo hispano de una semana. Mientras su avión contaminaba más que todos los coches de Zamora juntos, recogía el Premio Príncipe de Asturias e impartía conferencias a doscientos mil Euros por viaje. Tacita a tacita, el ecologismo de pandereta, la doble moral que tanto admira nuestra progresía sigue subiendo enteros. No es que no tengamos que redefinir nuestro modelo de relación con la naturaleza. Obligado es hacerlo. Pero no con el marketing de un tele-predicador. Me quedo con patrones más cercanos. Prefiero la humildad y la comunión con la naturaleza, la tierra y lo auténtico que se puede contemplar en la última exposición de Enrique San Esteban. Hasta el sábado en la Galería Espacio 36. Hay más verdad en un solo cuadro de San Esteban, en sus corrales, gallos, gallinas y polluelos, en sus labradores, segadores y hortelanos, en su barro y madera, que en cien conferencias de Al Gore. Que nos hable Enrique del cambio climático. Ningún juez dirá que nuestro pintor miente y tampoco necesita un jet para ir y venir de su querido Carrascal.

domingo, 28 de octubre de 2007

"La Herencia" (Prólogo)

Era el año 1995. Andrés Luis Calvo, tótem sagrado de la política zamorana, presumía de poder gobernar el Ayuntamiento por fax. Las huestes socialistas, dominaban con tranquilidad el panorama electoral confiando en que por fin romperían el conjuro de Zamora. Nadie en la transición, había sido Alcalde en dos ocasiones consecutivas. Siempre los ciudadanos se habían decantado por la alternancia. Esta vez las cosas pintaban bien. El líder se mostraba confiado. El P.P. no había encontrado candidato hasta los últimos días de enero. Un tal Vázquez, con una buena trayectoria profesional vinculada a la banca, pero últimamente en horas bajas en su entidad, recogía el estandarte que había sido derrotado cuatro años antes por unos escasos ciento cincuenta votos. Sin experiencia política, sin notoriedad social, sin conocer en profundidad la ciudad que aspira a gobernar y de la que ha estado ausente durante la mayor parte de su vida profesional. Es acompañado por antiguos concejales, un par de nombres con peso político y un puñado de nuevas incorporaciones. Apoyado sin demasiado entusiasmo por la dirección de su partido, cuenta con el único empuje convencido de una treintena de jóvenes de Nuevas Generaciones, un intelectual con los pies en la tierra, Juan Villacorta y un trotón con los pies siempre en polvorosa, el diputado provincial Ricardo Ferrero. El cóctel no se le antoja explosivo, ni a los rivales, ni a los sesudos analistas. Abril, finales. El PSOE decide comenzar su campaña electoral. Antonio Vázquez y su equipo dan la suya por culminada. En una reunión de seguimiento, en la semiclandestina sede de campaña, se concluye que a partir de ese momento habrá muchas fotos para todos, debates, mensajes y cábalas. Pero la campaña de verdad, la del cara a cara, ciudadano a ciudadano, calle a calle, asociación por asociación está cumplida. “Alea jacta est”, la suerte está echada, el Rubicón, cruzado. Las encuestas avanzan ligera ventaja popular, cerca de la mayoría absoluta. Insuficiente para gobernar frente al pacto PSOE-IU. Como cuatro años atrás, entre once y doce mil votos para cada una de las dos fuerzas mayoritarias. Algunos no nos lo creíamos, pero acertaron… bueno, sólo en parte, los socialistas bajaron apenas cuatrocientos, mantuvieron once mil cien sufragios. En Vázquez y los suyos, confiaron diecisiete mil seiscientos zamoranos. Seis mil más de lo previsto por nuestros más afamados augures de la política y la prensa diaria. Era Junio. Un programa con cien propuestas. Un equipo cohesionado y pletórico de ilusión. Un líder sin horarios ni vacaciones, que prendía los cigarrillos de dos en dos mientras hablaba a la vez por dos teléfonos. Y el conductor oficial, Serapio, a punto de comenzar su Vía Crucis. Empezaba a fraguarse lo que doce años más tarde, algunos bautizarían como “la herencia”.

miércoles, 24 de octubre de 2007

El Museo de Lobo

Las calles de Valladolid brillan estos días con las esculturas de Baltasar Lobo. La muestra, idea inicial de Pedro Roda y continuada con empeño por José Luis González Prada tiene vocación itinerante. Embajada de Zamora y el mejor anuncio de lo que pronto será el Museo Lobo, en el Castillo Medieval y en nuestras calles. Todo un acierto para la divulgación de la obra del escultor fuera de la provincia. No es fácil para el público acercarse al arte contemporáneo, algo más que justificable, por la dificultad de comprensión de lo abstracto y también por la bazofia a la que con frecuencia se le da tal apelativo. La obra de Lobo, se sale en este sentido de lo común. Es cercana a quien la contempla, sus formas, familiares. Agradable a la vista y plenamente comprensible, dentro de una complejidad escultórica verdaderamente magistral. Las piezas del escultor zamorano se dejan acariciar por la mirada y eso multiplica su atractivo. Cualquier espectador que tropiece con ellas en la calle será un probable visitante futuro del museo. En él, más de setecientas piezas. Un legado que para la ciudad consiguió Antonio Vázquez, con la generosa colaboración de hermanas y sobrina del escultor y tras una dura negociación con el fisco francés. Y el mejor marco, el castillo, cuya restauración exterior avanza a buen ritmo, dentro de lo sensible de la actuación. Con proyecto de Francisco Somoza y ejecución de Rearasa, un orgullo de empresa zamorana, líder nacional en tratamiento de la piedra, quedará todo dispuesto para la habilitación como museo proyectada por Rafael Moneo y que ya recibió el visto bueno del ayuntamiento y de la familia Lobo. Sorprende por ello, la extemporánea propuesta del portavoz socialista municipal de ubicar el museo en la antigua sede del Banco de España. No digo que no fuera buena opción, aunque el espacio disponible no parece suficiente, tal y como ha expuesto la teniente de alcalde Mar Eleno y plantearlo a estas alturas, está fuera de lugar. Además, ¿no nos prometió Zapatero para esta legislatura la apertura en ese inmueble del museo de la Vía de la Plata? Se ve que no hay intención de cumplir, además, que sepamos no hay ni proyecto. Si aceptas mi opinión, Carlos, pídele a Z el edificio para la Cámara de Comercio. Su sede y el vivero de empresas que pretenden construir serían el mejor destino. Aunemos en Lobo y el castillo, la Zamora del esplendor medieval y de la mirada sin complejos a lo contemporáneo de calidad. Así lo hemos hecho en otros edificios y en las calles del Casco Histórico. Por eso y para bien, se destaca ya a Zamora.

domingo, 21 de octubre de 2007

Alcaldes de pueblo

Ayer celebramos el Día de la provincia, o mejor, de los Alcaldes y los Concejales de los pueblos, villas y ciudades que integran Zamora. Acostumbramos a criticar la labor de los políticos. Hoy quiero romper una lanza, que sirva de homenaje personal por la labor que desarrolla ese grupo concreto de políticos en nuestros pueblos. Los partidos a los que pertenecen, y no hay en esto excepciones, se olvidan durante tres de los cuatro años de cada mandato, de que su fuerza en provincias como la nuestra proviene precisamente de sus bases. Del conjunto de militantes, pero muy especialmente de las decenas o centenares, según los casos, de esos cargos electos a los que, ¡oh ingratitud! se consideran de menor importancia. Si el Partido Popular, mi partido, gana en la provincia de Zamora elección tras elección, no se debe, exclusivamente a la fortaleza nacional de sus siglas o a la ideología que defiende y propugna. No se debe, desde luego, a la gestión de las instituciones de ámbito provincial o regional. Se han vivido momentos e incluso algún mandato completo y no muy lejano, por los que algún día habrá que pedir disculpas a los ciudadanos y votantes y que hubieran merecido un cierto castigo. El gobierno de la Diputación no lo dan los votos directos de los electores, lo otorga el contar con los mejores hombres y mujeres defendiendo el ideario hasta en el más pequeño municipio. Si el Partido Socialista, no ha conseguido voltear esa situación, se debe a que siempre le ha faltado esa malla de Alcaldes que garanticen su presencia por doquier. Son los concejales y sobre todo los alcaldes de áreas rurales, el verdadero político vocacional. Veinticuatro horas al día. Siete días a la semana. Cualquier problema, cualquier situación, siempre de guardia. Y por si esto fuera poco, en agosto, nada de vacaciones, llegan los “emigrantes” a quejarse de cómo está el pueblo y a dar lecciones de cómo hay que hacer las cosas. Y el alcalde a aguantar; cualquiera trata de hacerles entender que agosto no es abril y mucho menos diciembre y Sayago no es Manhattan. ¡Y además sin dinero! Así que un brindis por todos ellos, de todos los partidos, de todas las comarcas. Y mi deseo para ellos: que cuando acudan a otras instituciones a pedir ayuda, no necesiten cita previa, se les reciba, se les escuche y en la medida de lo posible se les haga caso. ¿Es fácil, verdad? Pues eso, que se vea que es verdad que no hay nada más importante en política que ser alcalde de tu propio pueblo.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Garzón o la Justicia

Baltasar Garzón ha vuelto a las primeras páginas de los periódicos, al ordenar el encarcelamiento de los dirigentes formales de la terrorista Batasuna. Que quienes incumplen sistemáticamente la ley tengan que vérselas con la justicia es bueno per se. La noticia parecería inmejorable. Pero no lo es desde el respeto a la primacía del derecho. ¿Por qué esta decisión ahora y no hace meses? Sólo una respuesta, ¡estábamos en tregua! Pero, ¿quién estaba en tregua? ¿ETA, o el tercero de los poderes del Estado, el Judicial? Platón expresó, “la peor forma de injusticia es la justicia simulada”. Y si esto no es justicia simulada, se le acerca demasiado. El Ministro de Justicia manifestaba hace unos días sobre la posible ilegalización de ANV, otro de los nombres del mismo entramado terrorista, que se procedería a la misma, cuando conviniera al juego. Decía Cicerón desde Roma, cuna del edificio jurídico occidental, que hacer depender la justicia de las convenciones humanas es destruir la moral. El pensamiento del ministro, es aún más peligroso. No parte siquiera de las convenciones, los puntos de acuerdo aceptados por la generalidad de los ciudadanos, sino en la forma más grosera, de la conveniencia del gobierno de turno en un momento determinado. Sostiene Garzón con su comportamiento y declaraciones, que cabe la justicia intermitente. Ahora aplicamos la ley, ahora no. Acaso ya no ejerza de juez. En Agosto, en una conferencia en el Festival de la Espiritualidad de Edimburgo confesaba, “siempre quise ser más que un juez”. Uno de los argumentos más manoseados por los terroristas vascos para mantener apoyo social y captar adeptos, ha consistido en acusar al Estado de no cumplir las leyes. Mantienen que los juicios en que se les condena no son justos y niegan sistemáticamente la legitimidad de los Tribunales españoles. Parcialmente, a estos argumentos se han sumado los nacionalistas moderados, si es que existen, cosa más que dudosa. El mensaje ha calado en muchos vascos, sobre todo jóvenes y a veces en organizaciones internacionales pro derechos humanos. Recurrir, como hizo el ya entonces más famoso juez español, en el caso de los GAL a la justicia con freno y marcha atrás una vez seducido políticamente por Felipe González, dañó la credibilidad de nuestro Estado de Derecho. Reconocer la motivación política de sus actuaciones durante y después de la falsa tregua, perjudica a la lucha contraterrorista. Frente a los modernos jueces de diseño, siguen valiendo los clásicos. Termino con Sófocles: “Sólo el tiempo puede revelarnos al hombre justo; al perverso se le puede conocer en un solo día”. De Garzón hemos tenido muchas portadas.

domingo, 14 de octubre de 2007

Turismo en Zamora

Acertado editorial. Este periódico fijaba días pasados en el sector turístico, la base para el desarrollo de la provincia de Zamora. Coincide en el tiempo el editorial, con una serie de manifestaciones públicas o publicadas en las que, sin aporte de datos, se viene a decir que el turismo en Zamora sigue brillando por su ausencia. Nos ocurre a menudo a los zamoranos, que pasamos el tiempo hablando de nuestros deseos de un mejor porvenir y cuando llega, nos empeñamos con casi cruel desmesura en restarle importancia, darlo por obvio o hacer sarcasmo. Será consustancial a nuestro acendrado pesimismo. A nuestra amplia gama de complejos o a la huella de ese caciquismo atávico que tanto potencian aquellos que más dicen combatirlo. No existe en la economía provincial ningún otro sector con un crecimiento tan exponencial en pocos años. La iniciativa pública y la apuesta y el buen quehacer privados han construido un escenario imposible de soñar hace apenas un lustro. Aportemos datos. Sólo en la capital hemos pasado de uno a seis hoteles de cuatro estrellas, de noventa y nueve a seiscientas plazas y de ciento setenta a doscientas treinta y cinco en tres estrellas desde el año 1999. El número de viajeros se multiplicó por dos y medio y el de pernoctaciones por cuatro. El mayor número de visitantes que se concentraba desde el emblemático mes de abril hasta septiembre, se extiende ahora de febrero a noviembre. El porcentaje de ocupación media anual se acerca al cincuenta por ciento; cifra comparativamente alta. Los meses más fuertes supera el sesenta y cinco y los fines de semana se aproxima al noventa por ciento. Añadamos al cuadro que en 2006 tuvieron lugar en Zamora ciento noventa y cinco congresos y seminarios. La estancia media de quienes nos visitan ha pasado de 1,22 días a más de 1,70. El turismo ha supuesto el último año una aportación estimada de más de seis mil millones de las antiguas pesetas al PIB local. Y por cada trabajador de hostelería del año noventa y nueve, hoy hay tres. En el conjunto de la provincia, por último, la oferta de turismo rural se ha multiplicado por diez. Juzguen ustedes mismos.Las más importantes cadenas hoteleras nacionales han apostado por Zamora y no precisamente para perder dinero. Apostemos todos, sabiendo además que el presente es óptimo para afrontar los nuevos retos, que los hay. Entiendo no obstante, que con datos positivos y optimismo es más difícil escribir cuentos, hacer chanzas o mirarnos el ombligo. Fatalistas que somos. Pero ya ven, es lo que hay.

miércoles, 10 de octubre de 2007

La Guardia Civil

En otros tiempos, no tan lejanos, eran las “correrías” de la Guardia Civil, que llegaban a abarcar varias jornadas, la garantía de que el orden imperara hasta en el más pequeño núcleo habitado. Cómo pintar nuestros paisajes rurales en los últimos ciento sesenta y tres años, desde su fundación por el Duque de Ahumada, sin que en el cuadro aparezcan dos tricornios. También hoy en día, quienes saben de seguridad, ven en la Benemérita, uno de los mejores cuerpos policiales del mundo. Por especialización, formación de sus efectivos e incorporación de los últimos avances tecnológicos a su labor diaria. Contaba el humorista José Luis Coll, como en cierta ocasión, una patrulla de tráfico lo paró por conducir con exceso de velocidad. Les pidió que lo multaran enseguida, porque tenía que irse rápidamente. Su padre estaba agonizando y quería llegar antes del desenlace final. Ante esto, no sólo no lo multaron, sino que le abrieron paso y lo escoltaron hasta su destino. Son detalles que hacen a esta Institución diferente y fundamentan su alta valoración por los ciudadanos. La Guardia Civil gusta, porque asiste, auxilia y defiende. Ello a pesar de, a veces, su leyenda negra. De manchas como Luis Roldán o los GAL. De que en ocasiones políticos efectistas hayan propuesto su disolución. Del agravio comparativo en cuanto a retribuciones o la escasez de presupuesto para su funcionamiento. Y también y soy más crítico, de su utilización política como máquina de recaudar a golpe de radar en carretera. Es curioso y lamentable; los radares, fijos y móviles, no se ubican con carácter preferente en puntos negros de la red viaria, carreteras peligrosas o tramos inseguros. Lo habitual es encontrarlos en autovías y autopistas, en rectas y lugares donde salvo el recaudatorio, no se imagina objetivo. ¿Exagero? Otro día me extenderé detalles. Hoy, mi reconocimiento a quienes, desde las distintas Comandancias se esfuerzan cada día por cumplir con su deber. Por llevar a gala lo que afirman en himno y lema. El honor como divisa. Y fíjense cómo son las cosas. Ahora que los asesinos de ETA recrudecen su barbarie, conocemos que en las negociaciones con el Gobierno, se quejaban los terroristas de que no cejaba la actuación de la Guardia Civil. Ante ello, los enviados gubernamentales sólo pudieron contestar que por escrito no se podía dar orden de pasividad y sin eso, la Guardia Civil sólo obedece al Duque de Ahumada. Por ello, y por la celebración de vuestra patrona, la Virgen del Pilar, ¡Felicidades!

domingo, 7 de octubre de 2007

España y el jardín

“Hoy comienza una nueva etapa en la Historia de España. Esta etapa, que hemos de recorrer juntos, se inicia en la paz, el trabajo y la prosperidad, fruto del esfuerzo común y de la decidida voluntad colectiva. La monarquía será fiel guardián de esa herencia y procurará en todo momento mantener la más estrecha relación con el pueblo(…)Si todos permanecemos unidos habremos ganado el futuro. ¡Viva España!” Era el 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos I, hacía su primer discurso tras ser proclamado Rey. Dentro de seis días, se celebra el Día de la Hispanidad, nuestra fiesta nacional. A diferencia de otros años, al menos en las dos últimas décadas en que pasaba bastante desapercibido, correrán ríos de tinta. Los españoles somos pendulares, de un extremo al otro. ¿Cuál ha sido el detonante para esa alteración tan radical de las circunstancias? Algo no hemos hecho bien, cuando España, o sea nosotros mismos, teme de nuevo caminar por el filo. Cuando la Constitución, que era de todos, pasa a ser argumento de confrontación ideológica. Cuando los elementos que hace sólo cuatro años todos entendíamos consustanciales a nuestro modelo de convivencia, inamovibles, viran a ser diana. Esta es nuestra España, en la que, descripción de Machado, de cada diez cabezas, una piensa, nueve embisten. ¿Qué falla? Seguramente lo que nuestros mejores pensadores a lo largo de la historia más han echado en falta en nuestra idiosincrasia: reflexión y responsabilidad. No sólo por quien gobierna y quien aspira a hacerlo; sino del conjunto de los ciudadanos. Como apunta Ralston Saul en su libro la civilización inconsciente, el fracaso de la democracia es el del ciudadano, no del político. Falta algo más, estadistas. Políticos que separen aquello que es susceptible de la controversia política de aquello en lo que no son admisibles los globos sonda, las verdades a medias, las batallas electorales, las veleidades. Define el escritor Álvaro Mutis, la quema de fotos del Rey, como la eterna capacidad que tiene la gente de autoinmolarse. Con la cómplice indolencia estratégica, que tan bien caracteriza al Presidente del Gobierno y la excusa de los nacionalismos, se abre un debate más amplio, más sensible. Si no hay un acuerdo amplio para cerrarlo con inmediatez, todos vamos a estar en él más pronto o más tarde. No digo que sea ni bueno ni malo; mientras seamos conscientes, como colectividad y como individuos de lo que nos jugamos. Parafraseando a Borges, de vislumbrar qué nos espera al final de cada bifurcación, en este sendero que cruza el jardín en el que, una vez más, nos hemos metido.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Educación y Ciudadanía

Está empecinado el gobierno en imponer a todos los escolares y a sus familias ese saco de disparates llamado “educación para la ciudadanía”. La asignatura, a juzgar por sus contenidos y la forma en que éstos son presentados, no deja de ser un mal remedo de lo que en otro tiempo, la dictadura llamaba “formación del espíritu nacional”. Y qué quieren que les diga, ni aquello, ni esto. Mal está que el Presidente Zapatero quiera reescribir la Historia, mal que valore más lo malo de la Segunda República que lo que de bueno tuvo. Pero que copie hábitos dictatoriales, sólo se entiende sabiendo que el pensamiento de corte totalitario es uniforme con independencia del momento y las circunstancias en que aflora. La educación en valores, como llaman sus defensores al adoctrinamiento que pretenden para las nuevas generaciones, corresponde a los padres. A lo largo de muchos años, desde las filas de la izquierda se ha querido hacer desaparecer la diferenciación entre instrucción pública y educación. Aquélla debe corresponder al Estado, que garantice así la igualdad en el acceso a la formación, pero la educación es competencia, responsabilidad y derecho de los padres. Miles de padres han manifestado objeción a que sus hijos sean víctimas de esta asignatura. Un colegio concertado en Cataluña ha dicho que no impartirá la disciplina. El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha admitido a trámite el recurso de un grupo de padres al respecto. Y en definitiva un fortísimo rechazo social se cierne sobre una ley que demuestra así, ser claramente inapropiada, inoportuna e innecesaria. El gobierno, mientras tanto, se enroca en su posición. Amenaza incluso con el suspenso inamovible a aquellos alumnos que no la cursen. Esto en un país donde se ha eliminado el significado de la palabra suspenso. Donde en pro de lo que llaman igualdad de oportunidades, se garantiza que ningún estudiante pueda repetir curso durante la escolarización obligatoria. El talante se mantiene agazapado en las trincheras. Mientras tanto, en un magnífico ejemplo de educación y ciudadanía, Víctor Manuel, artista admirable, no por la canción elogiosa hasta el rubor que dedicó a Franco en 1966, sino por el resto de su carrera, se despachaba en un acto de homenaje recibido en Asturias. Llamaba “hijo de puta” al portavoz de la Conferencia Episcopal. En la misma ciudad el Rey era abucheado, nadie sabe exactamente porqué, salvo porque somos cainitas y está de moda. Si estos son los valores que pretenden transmitir a nuestros hijos a la fuerza, conmigo y los míos desde luego que no cuenten. Como liberal, evidentemente, objeto.