domingo, 28 de diciembre de 2014

Lo nuestro es pasar

Ayer, cuando empezaba a componer mi última columna del año, me entero del fallecimiento de un policía municipal de Zamora con el que tuve más contacto cuando él formaba parte de la patrulla de seguridad ciudadana de la policía municipal de Zamora y yo era concejal. Sobre todo era un gran tipo, un buen tipo, que llevaba varios años luchando contra la enfermedad. Como ocurre en estos casos, el resto de lo que yo pueda escribir en el día de hoy carece ya de interés. Descansa en paz, Javi. Falleciste demasiado joven. También César, al que Ana Pedrero despedía en las redes sociales con el más bello de los epitafios.

Se van con el año que da en estos días sus últimas bocanadas. El tiempo, el impasible, que canta Milanés. El Saturno que devora a sus hijos. El tic tac implacable que nos recuerda por estas fechas que somos mortales. El que hace que nada sea indeleble. El del Machado del “ni gobierno que perdure, ni mal que cien años dure. Tras estos tiempos, vendrán otros tiempos y otros y otros, y lo mismo que nosotros otros se jorobarán”.

Se va el 2014 antes de que se vaya la crisis, por mucho que Rajoy diga que los suyos tienen que decir que ésta ya se marchó. Se va, pero se queda, porque es el año en que en España empezaron a cambiar algunas cosas que parecían consolidadas, próximas a la inmutabilidad. Polvo somos y en polvo nos convertiremos. Los hombres y nuestras creaciones. También las estructuras construidas para el poder y el gobierno.

Se va 2014 y nos abre puertas y ventanas a un 2015 con más incertidumbres que de costumbre. Será año de catarsis, de reinvención o de oportunidades perdidas. Será de progreso o de reacción embozada de revolución y desquite. Será de mantener el engaño de una construcción formal que no coincide con lo que realmente ocurre o será de regeneración. No soy muy optimista, lo confieso. Rara vez en la historia las estructuras de poder han tenido la visión de regenerarse por sí mismas. Quienes ahora las conforman viven también muy cómodos. Da igual, el cambio es vida. La evolución progreso y la flecha de la historia, con trompicones, siempre marca hacia adelante y siempre en cambio.

Tal vez sólo la poesía permanecerá eterna mientras un solo hombre pueble la faz de la Tierra. Antes de la política. Antes de la televisión, la radio y los periódicos. Antes de la escritura misma, ya la tradición oral llevaba la poesía y con ella la épica de los hombres de boca en boca, de generación en generación. No es de extrañar que allí fuera precisamente donde el genio de Agustín García Calvo buscara las fuentes inagotables de lo único trascendente. Sólo la poesía y la ausencia de los que se van permanecen. El resto, viene y va. Que lo nuestro es pasar.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Contra los administrados

Empiezo por decir que como ni David Salvador ni su empresa Europarques son clientes de mi despacho, puedo escribir con completa libertad. Continuo diciendo que como David Salvador es amigo y creo que Europarques es una empresa muy representativa de lo bueno que Zamora podría obtener de sus magníficos recursos turísticos y naturales, lo hago encantado.

Nunca desde que tengo memoria he asistido a un ataque como el que se viene produciendo en las últimas semanas desde una Administración Pública contra un administrado. La Junta de Castilla y León y directamente su Delegado Territorial en Zamora, Alberto Castro, han desplegado con el sutil tacto que a veces caracteriza al Estado convertido en el monstruoso Leviatán que describiera Hobbes, la máxima agresividad en una campaña mediática.

Como amigo desaconsejé, entre otras razones por estos riesgos, hace ya unos años al dueño de la empresa acudir a la vía penal y de petición de responsabilidades personales y directas en el ámbito de los tribunales frente a los funcionarios y responsables políticos por mucho que se sintiera maltratado o pudiera acreditar -que podía-, la existencia de un especial empeño por parte de algunos de no adjudicarle el proyecto del barco del Lago de Sanabria.

Dicho lo cual, es completamente legítimo que un ciudadano que se siente agraviado por la actuación de la Administración o de los responsables de la misma acuda a buscar el amparo de los tribunales. Ya para defenderse, ya para atacar unos comportamientos que considere abusivos, ilegales o contrarios a sus intereses.

Lo que no es legítimo es que la mucho más potente fuerza de la administración, sea utilizada para actuar contra aquellos a los que tiene la obligación de proteger. La actuación en este caso encabezada por el Delegado Territorial es desproporcionada y abusiva. Además de burda. Sólo así se entiende que frente a las denuncias formuladas respecto del funcionamiento deficiente (o no funcionamiento) de las depuradoras que deben evitar los vertidos de aguas fecales de los municipios cercanos al Lago, la reacción sea la de poner hasta a cuatro servicios de la Administración regional a buscar incumplimientos por parte del barco.

Carece de justificación, si no es desde una postura de venganza personal, cuestión ésta que de una manera bastante nítida ha dejado ver en sus declaraciones el Delegado así como por la forma en que desde la Administración se ha ido filtrando la información una vez que desde la fiscalía se han archivado las denuncias por no existir ilícito penal, buscando el eco mediático y el daño a quien realizó una inversión millonaria para llevar a las aguas del Lago un barco ejemplar en el mundo por no utilizar combustibles fósiles, no emitir gases a la atmósfera, no producir ruidos y ni tan siquiera utilizar aceites que de un modo u otro pudieran contaminar un recurso natural.

El ejercicio de la representación pública debería ser incompatible con este tipo de actitudes y quien las hace, incompatible para ocupar cargos públicos.

domingo, 7 de diciembre de 2014

185....

Según los datos que se van a tomar para fines oficiales en 2015, en la provincia de Zamora quedamos 185.432. Eso los datos oficiales. Según los reales, a día de hoy, más bien 185, un punto separador de miles y tres puntos suspensivos, siempre que el dato se haya extraído del padrón de habitantes hace menos de 55 días pues en el último año, de media cada día, hay casi 8 zamoranos menos.

En un año, el 5 será sustituido por otro punto suspensivo y en tan solo dos ya seremos menos de 180.000 de mantenerse el 1,5% anual de caída -lo cual, en las circunstancias actuales sería un ejercicio de previsión optimista-aunque lo razonable es que con el peso del envejecimiento sobre nuestra pirámide poblacional, ese porcentaje crezca exponencialmente.

En el mejor de los casos, en sólo 15 años rondaremos los 140.000 habitantes, en el peor…, puntos suspensivos otra vez. Como para hacer guerras alrededor de si es mejor el pacto local que propugna Montoro y secunda nuestro presidente de la Diputación, o el de Herrera y su gobierno. Con el local vacío para qué necesitamos pactos. Ni galgos ni podencos y llevan tres años discutiendo sobre ello.

No es ese el pacto que necesitamos. El pacto ha de ser otro. Ha de ser por el desarrollo. Por el equilibrio en las oportunidades para los distintos territorios y quienes en ellos habitamos. Por dejar de mirar tanto a las pretensiones de los más privilegiados y favorecidos históricamente cuyos nacionalismos y poderes políticos tratan de blindar esas diferencias y mirar a quienes aquí al lado llevamos siglos poniendo la cara, los graneros y los soldados con los que otros han prosperado.

No es consuelo que Alicante o Castellón pierdan más población que Zamora. De allí se van muchos llegados con la burbuja de los años de extraordinaria bonanza. Aquí son los que van ocupando bajo la tierra el espacio que antes ocuparon sobre ella. También oleadas inacabables de jóvenes que buscan fuera oportunidades que el mundo brinda y Zamora no ofrece.
 
El pacto -al que ya he dedicado varias columnas a lo largo de mis siete años como escribidor- imprescindible y urgente es el de los políticos para la defensa de Zamora y no de sus siglas. El de los empresarios por la unión y el trabajo conjunto. Es el de los sindicatos a favor del bien común y no del propio. El de los zamoranos por apoyar todo lo que sea inversión y progreso y no por el escepticismo, el victimismo y la resignación. Por alentar a los que aspiran al triunfo y buscan el éxito y no por el destructivo chismorreo.

El pacto que el futuro nos exige es por la excelencia y la exigencia. Exigencia hacia adentro y afuera. La necesidad existe, los mimbres no lo tengo tan claro, pero los líderes capaces de lograrlo me temo que solo brillan por su ausencia. Así, 185…., y bajando.