domingo, 21 de junio de 2015

Maíllo en el enroque de Rajoy

Vaya ojo político tengo. Si antes pido la dimisión de Martínez Maíllo como presidente del PP de Zamora por el desastre electoral, antes lo ascienden a peso pesado nacional. Es la política. El menor número de votos en la ciudad de Zamora desde 1979, el único alcalde de Izquierda Unida de capital española, la pérdida de Benavente, Toro y Morales del Vino, completando el póker de las cuatro mayores localidades de la provincia y el presidente nacional (o su guardia de corps) lo pone a “organizar” el partido de cara a las generales.

Como zamorano siempre me alegra que otro zamorano alcance posiciones influyentes, cuando confío en que ello redunde en beneficio de una provincia tan necesitada del verdadero compromiso político e institucional, por romper la dinámica que, a día de hoy, la aboca a perder un tercio de su población en las próximas dos décadas. No tengo ninguna duda del grado de compromiso del nombrado. Ninguna duda. No obstante, el análisis debe partir de que la designación no es para cargo institucional sino orgánico dentro del partido.

El movimiento del enroque en ajedrez busca dar la mayor protección al rey detrás de la línea de sus peones. El movimiento sitúa también una pieza poderosa, la torre, en posición fuerte para la defensa o el ataque. La cuestión es que el enroque se puede efectuar para consolidar el ataque al rival buscando adueñarse del centro del tablero o bien como último recurso defensivo para ganar tiempo y protección cuando la situación está complicada.

Obligado Rajoy por la presión de las múltiples piezas caídas en la partida a cambiar la estrategia ha optado por el enroque -más bien un “medio enroque”-. Se protege tras un cinturón de peones no caracterizados por su pensamiento crítico o regeneracionista, y un prometedor alfil llamado Pablo Casado. Por ningún lado se atisba torre alguna. Sí, por el contrario, la debilidad que para Rajoy pueda derivar de cómo evolucione la actual imputación en el grave asunto de Caja España.

Reacciones y titulares tras la jugada no son que tiembla la izquierda. Tampoco que una oleada de ilusión inunda a bases y votantes populares. En Valladolid alguien me dice que se premia en Maillo la traición a Castilla y León en el pulso entre la región y Montoro por el Pacto Local. Así, Rajoy clavaría una daga a Herrera, le pasa factura por su invitación a mirarse al espejo antes de decidir ser candidato de nuevo y le restringe la libertad de movimientos para su posible proceso de sucesión. 

A ver si todo va a quedar en un jaque a Herrera y un pasar el trago. El PP necesita inexcusablemente transformar actitudes y formas de hacer. No es de comunicación o caras el problema. Es de regeneración, apertura y democracia interna. Lo han dicho valientes, como siempre tendrían que serlo, desde Nuevas Generaciones. También Aguirre, Herrera y otros. Un afiliado un voto. Los ciudadanos lo hemos dicho ya. O lo entienden o no tendrán que hacer nombramientos, sino las maletas.

domingo, 14 de junio de 2015

Del azul al sonrojo

Pues ya empezó el nuevo tiempo que auguraron las elecciones europeas y veremos cómo evoluciona en las generales de dentro de unos meses. Zamora, Benavente, Toro y Morales del Vino, las cuatro mayores localidades de la provincia dejan de lucir el azul del PP sin mayor sonrojo de los impopulares dirigentes “populares”.

Zamora es ya, tras Córdoba, la segunda capital de provincia que, en los años de reinstauración democrática, cuenta con un alcalde de Izquierda Unida. Es de mucho mérito lo de Francisco Guarido. El mérito de la perseverancia y del trabajo. Con sus excesos, que también los ha tenido, y sus ramalazos de demagogia, actuaciones a la ligera y de oposición por oposición, no deja sin embargo de ser emblemático que haya conseguido quedar sólo a mil votos del Partido Popular y pulverizar al Partido Socialista.

Con la dificultad de la oposición, eso era lo fácil frente al reto que ahora afronta. Más siendo, como ha de ser, consciente de que al menos tanto como su mérito, en las urnas pesó el demérito y el voto de castigo a sus rivales más directos y al Partido Popular, que aún así siguió teniendo a Clara San Damián como la candidata más votada y con mayor número de concejales. Tampoco debe olvidar que el respaldo del socialismo fragmentado en la Casa de las Panaderas puede ser coyuntural y, en cierto sentido, un tanto sibilino a la espera de que posibles errores pasen factura al nuevo alcalde.

La alternancia es buena y en sí misma uno de los elementos esenciales al concepto de democracia y como esto no es “o yo o el caos” lo primero que corresponde es desear a Guarido, por el bien de la ciudad y los zamoranos, que su gestión esté presidida por el éxito y el acierto.

Lo mismo cabe desear al resto de alcaldes provinciales. La política municipal es la más noble de las políticas aunque también la más minusvalorada por los que hablan desde “la alta política”. Siempre me gustaron más los alcaldes de pueblo, por grande que sea el pueblo, que los altos cargos que a menudo los miran con desdén, como si no fueran estos últimos los que deben los votos a los primeros.

Vivimos tiempos de cambios, levantamientos y regeneración y los ayer elegidos van a ser piezas fundamentales para hacer que la política sea otra. La que necesitamos y no la que algunos han bastardeado.

Aparte queda el penúltimo capítulo del vodevil maillista. Tras decidir encabezar, por primera vez a lo largo de su larga trayectoria política, una candidatura y aterrizar en Casaseca de las Chanas, lograr la alcaldía porque el PSOE vota a IU e IU vota en blanco para regalarle el sillón al PP, me dirán que no tiene su interés. Casi tanto como que el mismo PP ofreciera sus votos en Benavente a IU para quitar la alcaldía al candidato socialista… Como pollo sin cabeza, alguien me dijo.

domingo, 7 de junio de 2015

Una de cal y otra de... mezcla

La de cal, la marcha y los resultados de la cooperativa GAZA presentados en su Asamblea de esta semana. En una provincia con un tejido empresarial tan reducido y endeble, que el cooperativismo tenga tres ejemplos tan exitosos de calidad, servicio y apego a la tierra y a sus gentes como son GAZA, COBADU y Caja Rural, es para felicitarse y para que no duelan prendas ni a las administraciones públicas ni a la sociedad civil para apoyar su consolidación y crecimiento. 

Si a ellas sumamos otras, que en la provincia con mayor o menor esfuerzo van consiguiendo sortear crisis y dificultades, podemos llegar a constatar que es cierto eso tan manido, pero luego tan olvidado de que un pilar imprescindible para nuestro desarrollo está, ahora más que nunca, en el sector agroalimentario. 

En GAZA, no solo confluyen una muy buena gestión, a juzgar por los números, y una gran defensa de los intereses de nuestros ganaderos, sino que todo ello se lleva a cabo con la mejora constante de los procesos de elaboración, siguiendo las pautas más exigentes desde la alimentación y los cuidados del ganado hasta el envasado final de la leche. Nadie puede negar que en una provincia donde a veces tenemos “tan mala leche”, saber que la que bebemos es una de las mejores de España y que presumiblemente podremos seguir haciéndolo durante muchos años, es sin duda, una buena noticia.

La de mezcla viene de la presentación de otros resultados. En esta ocasión los de la acción social de Caritas en la provincia de Zamora. Cuando se trata de dar citas de políticos o estadistas todo el mundo acude a Gandhi, a Kennedy o, lamentablemente, al Che Guevara. Fue sin embargo Ronald Reagan el que dijo que el éxito de las políticas sociales no se mide por el número de usuarios, sino por el de las personas que no las necesitan. De ahí que la noticia tenga mucho de cal, con un origen de arena.

Caritas Zamora atendió el pasado año a casi catorce mil personas, beneficiando en total a más de treinta y dos mil. Esto es, una sexta parte de la población provincial ha recibido atención en alguno de los programas puestos en marcha, de acogida, de empleo, de drogodependencia o el de mayores, que supera a todos los demás juntos por el envejecimiento de nuestra población.

Con Caritas volvemos a estar ante una organización ejemplar en la que se demuestra que valen más las convicciones, la vocación de servicio y la fuerza del voluntariado que los recursos económicos en sí mismos. El hecho de que más del 50% de su presupuesto provenga de suscriptores, donantes y usuarios y por tanto menos de la mitad sea dinero público, fundamentalmente de la Junta de Castilla y León es otra buena noticia y garantía de independencia. El hecho de que tengan que ser tantos los usuarios, símbolo de que hay muchas cosas que cambiar y mejorar en nuestra sociedad.

miércoles, 3 de junio de 2015

La capilla como estandarte

O aún no se han enterado de nada o resulta difícil comprender cómo se puede tardar tanto en sacar ciertas conclusiones y en actuar en consecuencia. Derribar la Capilla del Hospital Provincial no es solo derribar un edificio con un valor arquitectónico innegable, representativo de una época concreta y en un barrio paradigmático de “ensanche”. Es, hoy por hoy, bastante más que eso.

El Partido Popular acaba de llevarse, no hace ni quince días, un sopapazo histórico a manos y papeletas de los ciudadanos y si alguien me pide que resuma en una sola frase el porqué, lo cual evidentemente es escaso, injusto y probablemente inadecuado, la causa se reduciría a ese obsesivo empeño de los últimos años por ser un partido  antipático.

No seré yo quien ensalce la beldad de la simpatía ni defienda su  bondad como argumento político principal, que aún está fresco el recuerdo zapateril y ¡“vade retro”!, pero ¡coño! ni tanto, ni tan calvo.

En Zamora algunos dirigentes populares quieren ir de “guays”, sin serlo -y a juzgar por las urnas ni parecerlo-. Tan solo unos días después de comprobar cómo una buena parte de los propios les han negado el voto, prefiriendo quedarse en casa y un buen montón de los ajenos han decidido dejar su indiferencia para activarse en contra y votar –válgame el cielo, a estas alturas de la historia y en Zamora- a Izquierda Unida,  no se les ocurre mejor cosa que hacer que los ciudadanos degusten una nueva agria cucharada de soberbia. Una nueva afrenta al sentir generalizado de los zamoranos, fácilmente convertible en un  nuevo “casus belli” contra el partido al que debieran defender y están triturando,  solos o en compañía de otros.

Modificar un proyecto arquitectónico no es barato y no están los tiempos para desviarse de los presupuestos, pero no parece que por parte de la Junta de Castilla y León se hayan explicado, salvo algún comentario, que prefiero no juzgar, del Delegado Territorial, los costes de la modificación en este caso para la preservación de la capilla. Dejo al margen las razones “funcionales” porque si el arquitecto proyectista y su equipo son buenos, podrían haberlo resuelto sin duda. Solo si su genio es limitado o su carácter  demasiado “mandado” de quien les paga se entendería, tal como el agresivo añil uniforme del edificio ya levantado, que el derribo tenga insoslayable justificación técnica.

Otros hablarán de arquitectura lo que yo ignoro. Uno, más prosaico, lo que no concibe es que, por acción o  por omisión ante los burócratas de Valladolid,, desde la Junta, la Diputación y el partido, que en Zamora son todo uno (uno y medio más bien) se empeñen ahora en hacer que el PP también se estrelle en las Generales. Será por torpeza, o por desviar la atención de otros asuntos que les preocupan más que el dejar tierra quemada de por medio  (que metidos en campañas del miedo no será que quieran acabar con las iglesias antes de que lleguen los rojos, digo yo). El caso es que al que dejan a los pies de los caballos, desde aquí o desde Valladolid, es al presidente Herrera y también a su posible sucesora y ante esto, la eterna pregunta: ¿A quién beneficia?

lunes, 1 de junio de 2015

El Espejismo

Creí el pasado domingo que el Partido Popular de Zamora dejaba de gobernar con mayoría absoluta Zamora, Benavente y Toro para pasar a la oposición. El hasta ese día roto, hundido y casi desaparecido PSOE iba a gobernar Benavente y había arrasado en Toro. En el colmo de la alucinación, al estilo de Unamuno con España y Occidente, soñé a la capital, reserva espiritual de Izquierda Unida. Había pues cosechado un rotundo fracaso el presidente adalid del “o el PP o el caos” al convertir el de IU en el voto útil de una izquierda que antes se abstenía.

Con Adeiza fulminada y Ciudadanos exitoso pero aún sin representación suficiente para evitarlo, Paco Guarido iba a ser flamante alcalde. Vi esfumado uno de cada tres votos confiados al centro-derecha zamorano cuatro años antes y a un PP con el menor número de votantes de los últimos veinticinco años en los grandes municipios. Para mayor pesar ni siquiera en su mayoría habían dado el paso en favor del color naranja, sino que habían preferido la abstención. 

Lo único esperanzador era un mundo rural en el que la inmensa mayoría de los ciudadanos habían ratificado su confianza en alcaldes populares o en otros que sin ir bajo esas siglas, estaban en mi mismo entorno ideológico. Comprendí que el centro derecha cuenta, a pesar del desdén con el que se le trata y del maltrato institucional que estas sufren, con las bases más sólidas, fieles y respaldadas por el conjunto de los ciudadanos. Eso, allí donde no marcan el día a día las decisiones o caprichos de la dirección o de quien sigue tutelándola en la sombra.

De lo trágico pasé a lo cómico e imaginé que el candidato a diputado provincial, aspirante a presidente de la Diputación y el primer suplente en la lista de candidatos a las Cortes de Castilla y León por el PP, todos ellos la misma persona, no conseguía ser alcalde en Casaseca de las Chanas.

Al fin, la claridad ha vuelto a mi mente y la tranquilidad a mi espíritu. A pesar de unas cuantas llamadas y mensajes recibidos en los últimos días ahondando en lo que yo mismo pensaba, descubro, por fin, que justo antes de viajar por razones profesionales a ciudades que crecen entre dunas del desierto, un espejismo se había adueñado de mí. Escucho y leo la valoración que de los resultados emite el comité ejecutivo del PP, no dudo que tras un intenso, sincero y valiente intercambio de argumentos, datos y pareceres y me entero de que no ha pasado nada. La campaña fue impecable. El Partido Popular lo ha hecho todo perfecto y ha logrado una arrolladora victoria. Tanto, que sueñan repetirla en las generales.

La misma noche electoral pedí en Radio Zamora y en Facebook la asunción de responsabilidades y la dimisión de la dirección provincial. Menos mal que ya saben, no fui yo sino causas externas, las que se pronunciaron. Vamos, un espejismo.