Vaya ojo político tengo. Si antes pido la dimisión de Martínez Maíllo como presidente del PP de Zamora por el desastre electoral, antes lo ascienden a peso pesado nacional. Es la política. El menor número de votos en la ciudad de Zamora desde 1979, el único alcalde de Izquierda Unida de capital española, la pérdida de Benavente, Toro y Morales del Vino, completando el póker de las cuatro mayores localidades de la provincia y el presidente nacional (o su guardia de corps) lo pone a “organizar” el partido de cara a las generales.
Como zamorano siempre me alegra que otro zamorano alcance posiciones influyentes, cuando confío en que ello redunde en beneficio de una provincia tan necesitada del verdadero compromiso político e institucional, por romper la dinámica que, a día de hoy, la aboca a perder un tercio de su población en las próximas dos décadas. No tengo ninguna duda del grado de compromiso del nombrado. Ninguna duda. No obstante, el análisis debe partir de que la designación no es para cargo institucional sino orgánico dentro del partido.
El movimiento del enroque en ajedrez busca dar la mayor protección al rey detrás de la línea de sus peones. El movimiento sitúa también una pieza poderosa, la torre, en posición fuerte para la defensa o el ataque. La cuestión es que el enroque se puede efectuar para consolidar el ataque al rival buscando adueñarse del centro del tablero o bien como último recurso defensivo para ganar tiempo y protección cuando la situación está complicada.
Obligado Rajoy por la presión de las múltiples piezas caídas en la partida a cambiar la estrategia ha optado por el enroque -más bien un “medio enroque”-. Se protege tras un cinturón de peones no caracterizados por su pensamiento crítico o regeneracionista, y un prometedor alfil llamado Pablo Casado. Por ningún lado se atisba torre alguna. Sí, por el contrario, la debilidad que para Rajoy pueda derivar de cómo evolucione la actual imputación en el grave asunto de Caja España.
Reacciones y titulares tras la jugada no son que tiembla la izquierda. Tampoco que una oleada de ilusión inunda a bases y votantes populares. En Valladolid alguien me dice que se premia en Maillo la traición a Castilla y León en el pulso entre la región y Montoro por el Pacto Local. Así, Rajoy clavaría una daga a Herrera, le pasa factura por su invitación a mirarse al espejo antes de decidir ser candidato de nuevo y le restringe la libertad de movimientos para su posible proceso de sucesión.
A ver si todo va a quedar en un jaque a Herrera y un pasar el trago. El PP necesita inexcusablemente transformar actitudes y formas de hacer. No es de comunicación o caras el problema. Es de regeneración, apertura y democracia interna. Lo han dicho valientes, como siempre tendrían que serlo, desde Nuevas Generaciones. También Aguirre, Herrera y otros. Un afiliado un voto. Los ciudadanos lo hemos dicho ya. O lo entienden o no tendrán que hacer nombramientos, sino las maletas.