domingo, 31 de enero de 2010

¡Prejubilación ya!

No hace tanto que Zapatero presumía de talante como principal virtud de su manera de gobernar. Menos aún, desde que ejercitara su soberbia templanza para plantear reformas legales y generar división y ruptura social en cuestiones que ni estaban ni se atisbaban en el debate social español. Luego vino negar hasta la saciedad la existencia de crisis alguna en España. Llamar antipatriota a todo aquel que advirtiera sobre los enormes riesgos que para la economía y el empleo se cernían en el horizonte más cercano. Ipso facto y sin solución de continuidad, insistir hasta el aburrimiento en que lo peor ya había pasado y vislumbrar brotes verdes en cada rincón del erial en que en sólo dos años se ha convertido la que fue la economía más dinámica y con mayor creación de empleo de la Unión Europea, durante la etapa Aznar.

Convencido como estaba, de que la recuperación internacional tiraría de España y nos sacaría de la crisis, Zapatero se empecinó en rechazar cualquier posibilidad de reforma laboral o de adopción de medidas para la contención del gasto público que limitaran el crecimiento del déficit y nos colocaran en condiciones mínimamente aceptables para salir de la recesión. España ha hecho exactamente lo contrario. Tirar el dinero. Medidas populistas, parches superficiales, tiritas en la epidermis de una herida profunda y gangrenada.

Ahora, con cuatro millones trescientos mil parados y un millón doscientas mil familias con todos sus miembros en paro, pide temple a los dirigentes de su partido para que expliquen que el famoso Zp lo ha hecho todo bien y que gracias a ello, nos vamos a cargar hasta la Seguridad Social (como se creó en el franquismo será una exigencia de la memoria histórica). Mientras, Pizarro, quien diciendo sólo la verdad perdió el debate electoral frente a Solbes, el filibustero de las catástrofes económicas, abandona la actividad política. Cansado de perder el tiempo, aparcado por el aparato de un partido que lo fichó para los fuegos artificiales de la campaña electoral y luego le mojó la pólvora; justo cuando más podía dar de sí, para presentar a los españoles el programa económico alternativo, con propuestas concretas factibles y contrastadas.

Con Pizarro fuera de escena, Rato en sillón dorado, Folgado en un pequeño Ayuntamiento y De Guindos en la actividad privada, uno entiende por qué el 63% de los españoles no cree que el PP fuera a gestionar mejor la economía de lo que lo está haciendo el más catastrófico gobierno de Europa.

Asustamos a Europa, flipan hasta los expertos que paga el Gobierno y con las calles llenas de jubilados con cincuenta y pocos años, ¡Eureka! la solución es que el resto a los 67 y cepillarse las pensiones de viudedad (avances de la igualdad). Del talante a la templanza, de la templanza al temple y del temple… al tembleque. A los 67, no. ¡Prejubilación ya! Al menos, para Zapatero.

miércoles, 27 de enero de 2010

El teleprompter

Perdón por el palabro, pero se conoce por ese nombre a ese aparato que permite que los presentadores de televisión nos miren a los ojos, nos cautiven y a veces nos derritan mientras nos sueltan una parrafada kilométrica sin pestañear. Vaya memorión, habremos pensado alguna que otra vez al respecto de ello. No en todas las televisiones ocurre, en las menos ricas, como la de Zamora, los profesionales han de memorizar los textos y si se les va la especie, improvisar con agilidad para que no se note. Claro que siempre queda como alternativa menos estética, leer los folios que llevan en la mano o reposan sobre la mesa.

El teleprompter es sólo un cristal sobre el que se proyecta el texto previamente introducido en un ordenador de forma que pueda ser leído por el orador. Como es transparente, los que están al otro lado, apenas notan su presencia, pero puede convertir a un mal juntapalabras de cabeza hueca en un filósofo. Obama, que no es ni lo uno ni lo otro, sorprendió en las primarias frente a Hillary y luego en las presidenciales por su verbo fácil y resuelto y por la frescura de su mensaje. Tras su triunfo, oímos fragmentos de sus discursos en boca de infinidad de políticos. Hablar como Obama, era el camino seguro para hipnotizar a los votantes, para adquirir talla de estadista moderno, sicalíptico incluso.

Pero el teleprompter tiene un problema. Crea adicción y una vez acostumbrado, ya no se puede salir sin él ni a comprar el periódico. Al bueno de Barack lo han pillado hace unos días usándolo cuando daba una charla a los alumnos de un colegio de educación infantil. Circulan por Internet cientos de vídeos con anécdotas sobre los excesos en su uso y hasta existe una divertida web al respecto: teleprompterobama.com.

En nuestra vida política el aparatejo aún no se ha extendido. Aquí se suple memorizando el argumentario elaborado en los centros de mando de los partidos en función de la última encuesta. Y sobre todo, repitiendo puntos comunes, mensajes a ser posible huecos pero biensonantes, sin riesgo de que a alguien no le gusten. España en sí misma es un teleprompter para que ningún político se salga del guión. Cada vez es más difícil movilizar para construir y más sencillo hacerlo para montar ruido mediático y social, apostar a los francotiradores y detener cualquier propuesta.

Los líderes ya no aspiran a ganar elecciones sino a que el rival las pierda más. Vean si no lo que está pasando con los dos grandes partidos y el dichoso cementerio nuclear. Dice un conocido y no muy amigo político zamorano, que a falta de un año para las elecciones es mejor no hacer nada ya, porque se suma muy poco y se puede restar mucho. Va a tener razón, ni a un año, ni a tres. Pásense al teleprompter y digan en voz alta sólo lo que otros escriben.

domingo, 24 de enero de 2010

Yebra como ejemplo

No conozco Yebra. Está en Castilla la Mancha, Guadalajara. Unos 600 habitantes. Yebra tiene un alcalde al que sus vecinos han elegido para que se encargue del día a día de las cosas del municipio. En Yebra el sistema electoral asigna 7 concejales en función del número de ciudadanos que votan a cada candidato. Al alcalde lo acompañan otros cuatro concejales en el gobierno porque los apoyaron el 63% de los votantes y dos más hacen las labores de oposición porque así lo decidieron las urnas, con un respaldo del 25% de los sufragios.

Sabemos quienes hemos estado en política activa, que con carácter general (siempre hay excepciones), los ministros pasan de los dirigentes regionales. Éstos a su vez miran con distancia y por encima del hombro a los alcaldes. Un poco más, cuanto más pequeño sea el municipio al que representan, aunque los buscan de vez en cuando porque quedan bien en la foto (hay abundantes excepciones, por supuesto). La “alta política” se supone que es la del Congreso, el Senado, donde por cada uno que hace política, hay dos docenas que aplauden y votan; y algo, la de los parlamentos regionales.

Conozco a un buen puñado, varios buenos puñados, de buenos alcaldes de ayuntamientos de más y de menos de 600 vecinos. Me considero amigo de unos cuantos de ellos, encuadrados en varios partidos políticos diferentes. Todos sin excepción, con errores y con aciertos, con mejor o peor talante, con mayor o menor fortuna, tratan de conseguir lo mejor para su pueblo. Ponen la vocación, el tiempo, el esfuerzo y a veces el dinero. Me irrita cuando desde otras instancias no se les recibe o se les escucha. Me cabrea cuando desde cargos que no se obtienen por el voto directo y personal de los ciudadanos sino, precisamente, por la acumulación de los votos de todos y cada uno de los alcaldes en sus pueblos, se les trata con desdén y muestras de hastío por sus sempiternas peticiones.

Ni quiero, ni dejo de querer que se construya un almacén de residuos radiactivos en Yebra, en Ascó, o en cualquier otro municipio. Pero entiendo que su alcalde y sus concejales mayoritarios lo pidan. Que quieran los ochocientos millones de inversión, los doce millones anuales y los 300 puestos de trabajo de una actividad promovida por el Gobierno de la nación y apoyada en el parlamento de la “alta política” por todos los partidos.

A Cospedal la designó el dedo superior del partido para sus cargos orgánicos nacional y regional. Eso no la hace ni mejor ni peor, pero sí diferente de aquellos que han tenido que pelear y obtener la confianza de sus conciudadanos. La tengo por inteligente y sensata, pero amenaza con expulsiones del partido. ¿Es más suyo que de los humildes concejales de Yebra?, ¿Se deben ellos a ella, o es al revés? Si esa es la discusión, me quedo con los alcaldes.

miércoles, 20 de enero de 2010

El enemigo americano

No es por llevarle la contraria al título, que no a la magnífica película del alemán Wim Wenders. Por llevar la contraria quizás hubiera elegido otro título cinematográfico, “El americano impasible”. Pero no, nada tiene que ver esto con el cine, más bien tiene que ver con el imaginario colectivo europeo y de medio mundo. Con los mitos, tópicos y falacias asentadas en el tuétano del universo progre nacional e internacional.

Una semana después del terremoto que ha sepultado vidas, haciendas e infraestructuras en Haití, la ONU sigue dándole vueltas a cómo distribuir medicinas y alimentos entre la necesitada población del lado oeste de la isla La Española. Europa, la vieja Europa, la anquilosada Europa, estudia primero cómo coordinarse internamente para dosificar la ayuda y repartirse las cargas.

Existe un dicho en el mundo de la gestión tanto pública como privada que reza: la mejor manera de garantizarte que un problema no se solucione es crear una comisión para que lo resuelva. Una semana después de la que ya es, pero aún puede serlo más, una de las grandes catástrofes humanitarias de las últimas décadas, los países de la Unión Europea están planteando la necesidad de que se celebre una cumbre internacional que aborde la situación y aporte las soluciones. Imagino que lo primero será pedir a los haitianos que aguanten el hambre unos días más, quizás unas semanas, hasta que los engolados líderes europeos encuentren el mejor camino. Lo segundo será rogarles que no tengan el mal gusto de dejarse cortar en rodajas por los machetes de otros haitianos más impacientes, menos comprensivos con la europea manera de hacer las cosas.
Y si a los Estados Unidos (y menos mal que son los de Obama) se les ocurre, entre bostezo y bostezo de los europeos, enviar un contingente de 13.000 marines para que empiecen por el principio, es decir, por poner orden en una sociedad de ocho millones de habitantes, hambrientos y más acostumbrados a la violencia que a las refinadas costumbres, entonces sí; entonces rápidamente se elevan entre nosotros voces que denuncian el imperialismo americano, el intento yanqui de ganar influencia en la zona. Tan patéticos como Llamazares, que ha obtenido más popularidad con una foto que con veinte de sus campañas electorales, pidiendo que dimita, por la foto de Ben Laden, el director del FBI.
La misma Europa incapaz de frenar a los nazis en la II Guerra Mundial, de plantar cara al comunismo en la Guerra Fría; la misma que necesitó a las tropas americanas cuando se desangraba en los Balcanes en un retorno al lado más salvaje de la Edad Media, protesta porque aquellos mismos actúen ahora con rapidez y eficacia a la puerta de su casa.
Desde la derecha protesta Sarkozy, en la Francia que colonizó Haití. Otros desde el surrealista universo progre hacen los coros. Bécquer lo versificó: “ladridos de los perros a la luna”.

domingo, 17 de enero de 2010

Oh, my God!

León Felipe en la primera estrofa de su poema ¡Eh, muerte, escucha!, escribe: “Y ahora pregunto aquí: ¿quién es el último que habla, / el sepulturero o el Poeta? / ¿He aprendido a decir: Belleza, Luz, Amor y Dios / para que me tapen la boca cuando muera, / con una paletada de tierra?”

Cifran en más de 140.000 los fallecidos por el terremoto en Haití. Allí donde la tierra se abrió para que el polvo vuelva al polvo. Un pequeño temblor en un punto concreto de la epidermis del planeta, apenas el ligero pinchazo de un alfiler, una grieta milimétrica en la corteza terrestre y la oscuridad llegó a los ojos de decenas de miles de personas. ¡Eh, muerte, escucha! Decía el Poeta. La muerte siempre escucha, somos nosotros los que no la escuchamos a ella. Sólo cuando su estruendo es atronador lacera nuestra alma. Muchas de las víctimas de Haití, venían muriendo, a pasos acelerados, desde el mismo momento de su nacimiento en uno de los países más pobres del mundo y donde, sin necesidad de terremotos, la esperanza de vida se detiene en 57 años. También mueren cada hora miles, por causas perfectamente evitables, en África o en Asia. Por las guerras, por la barbarie humana, las epidemias o por la causa más incomprensible, el hambre.

En 1871, el antropólogo Edward B. Tylor probó en su libro Primitive Culture, que los miembros de todas las sociedades creen que en el interior del cuerpo normal, visible y tangible existe un ser normalmente invisible e intangible: el alma. En todas las culturas, también en el animismo que practican aún muchos haitianos, existen ritos que rinden culto al espíritu, al alma que trasciende, en la vida y en la muerte, a la materia.

Mientras el FBI utiliza los rasgos faciales del arcaico Llamazares para crear la hipotética imagen actual de Ben Laden, y el diputado comunista prepara acciones judiciales para defenderse de la afrenta, el presidente Zapatero, laico, laicista y azote de lo católico patrio, acepta la invitación de Barack Obama y “La Familia”, un grupo católico americano extremadamente conservador para participar en un desayuno de oración. Muchos lo harán, pero no seré yo quien critique a Zapatero por aceptar la invitación, por no taparse los oídos cuando el oficiante o el presidente Barack reciten aquello de Dios salve a América, porque se incline ante la bandera de las barras y las estrellas o manifieste respeto ante el crucifijo.

Creyente o no, ningún daño hará con ello y por otro lado, nunca es mal momento para una Oración que impreque paz para las almas y misericordia para los hombres ante catástrofes que, como la última del lado oeste de la isla La Española, inconscientemente nos hacen decir: ¡Oh, Dios mío! O como ya ensaya ZP con acento hawaiano de Honolulu. Oh, my God!

miércoles, 13 de enero de 2010

Sé lo que hicisteis...

Tras cuarenta años de atentados de ETA, hemos sentido en demasiadas ocasiones el aliento pestilente de la bestia cerca de nosotros. En unos casos porque sus acciones han afectado a zamoranos, en otras porque han sido especialmente sangrientas e indiscriminadas (aunque tratándose de ETA, hablar de asesinatos discriminados e indiscriminados no deje de ser en una falacia). En unos casos asesinando, como el más reciente de Isaías Carrasco, en otros intentándolo y causando mucho daño y dolor, como el capitán Aliste o Irene Villa, ejemplos ambos de dignidad y fortaleza.

El gélido sábado un depósito de muerte procesionaba por nuestras carreteras camino de Portugal. De allí volvería más adelante a Andalucía, a Extremadura, a Galicia, a Salamanca, quién sabe si a Zamora, a teñir ropa y suelo de sangre y pólvora. A esparcir el aroma del terror como ellos saben hacer, como tantas veces han hecho ya. Cualquiera hubiera podido ser víctima, no hay objetivos únicos ni perfiles a salvo de su locura. Mil veces lo han demostrado, otras tantas lo han intentado. Quién sabe cuántas vidas han salvado con su trabajo dos guardias civiles haciendo un control rutinario. Vidas de ciudadanos, como tú y como yo, amigo lector.

Hipercor, las Casas Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, Vic, Burgos o Santa Pola, Alberto Jiménez y su esposa Soledad, Gregorio Ordóñez, Ernest LLuch, los 12 guardias jóvenes de la plaza de la República Dominicana, Fernando Buesa y su escolta, el periodista López de la Calle, el fiscal Luis Portero, los magistrados Querol y Lidón Corbi, el guardia urbano Gervilla, el cocinero Ramón Díaz, el taxista Monasterio, los empresarios Korta o Uría Mendizábal, el conductor de autobuses Sánchez Martínez, el fontanero Cano Consuegra, los obreros Santos Larrañaga y Leonez Azcona, el ejecutivo Santiago Oleaga, los trabajadores ecuatorianos Alonso Palate y Diego Estacio, el anciano Fernández Recio, funcionarios de prisiones, concejales, decenas de militares, policías, guardias civiles. O el pulso más inhumano y el insulto a toda una nación con la tortura del secuestro y el asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Cuentas de un rosario de barbarie. Siempre con su hedor inconfundible, con su onda expansiva de llanto y sacrificio. Con lo absurdo de su proceder y lo vacuo de sus fines. Duro, muy duro, demasiado duro como para que todavía unos gilipollas salgan haciendo el payaso en algún programa de televisión como el “Sé lo que hicisteis…” de la Sexta, parodiando a dos Guardias Civiles de Bermillo, de Zamora, de España que sin ser expertos antiterroristas, ante una situación inesperada, fortuita, cumplieron de la mejor manera que supieron y pudieron con su deber. Unos servidores públicos que estaban al raso una fría noche de invierno mientras los luego ingeniosos memos, se rascaban sus atributos debidamente calefactados en un cómodo diván. Hay parodias que son para reír y otras para vomitar. Yo sí sé lo que hicisteis, sólo que esta vez me lo callo…

domingo, 10 de enero de 2010

Liderando Europa

Dicen los periódicos, las estadísticas oficiales, las listas del paro, los comedores sociales y Caritas que hay nuevas clases de pobres y necesitados. Gentes que no encajan en los antiguos perfiles de desfavorecidos. Unos son los que han dado en llamar “pobres no profesionales” como si la pobreza, la miseria misma pudiera alguna vez considerarse una profesión. Otros son los que además de pobres en riquezas lo son también por el desarraigo. Aquellos que no tienen nada material pero tampoco una raíz, una familia, un lugar que recordar o un sitio al que volver.

Los primeros son gentes nacidas aquí a los que el milagro económico español permitió subir los escalones del nivel de vida de dos en dos o de tres en tres. Los que subieron en la escalera mecánica de la prosperidad rápida sin reparar en qué habría al llegar arriba, sin fijarse tan siquiera en que a partir de cierta altura no hay barandilla a la que sujetarse si el suelo falla. Aquéllos a los que los bancos les concedieron financiación para cubrir gastos o inversiones sólo sostenibles si la situación económica y laboral seguía en un ciclo fuertemente expansivo. Aquellos a quienes ante las primeras zozobras los mismos bancos reclamaron nuevas garantías que no podían cubrir, pagos que no podían afrontar, bienes que no tenían.

Los segundos son una buena parte (más de medio millón) de los inmigrantes que llegaron a España atraídos por las boyantes perspectivas económicas de nuestro país y animados por la laxitud en cuanto a su aceptación legal o de facto por parte de nuestras leyes y gobernantes. De Europa del Este, Sudamérica, del Magreb o del África Negra subsahariana, España era tierra de acogida y ay de quien osara plantear limitaciones a su llegada para ocupar aquellos puestos de trabajo que los españoles ya no queríamos. Muchos, apenas tomaron contacto con esta para ellos terra incognita, se vieron de bruces en las fauces de una crisis que no por negada ha dejado de ser la más intensa, dura y ya veremos si prolongada en muchas décadas.

Los primeros han perdido su empleo, casi 4 millones figuran en la lista del desempleo y otro millón y medio también lo están aunque no figuren en la relación porque están haciendo algún curso.

De los segundos muchos no han tenido empleo nunca y ahora además venden menos bolsos, gafas o discos. Hay menos coches cuyas lunas limpiar en los semáforos de alguna gran ciudad, los trabajos que antes les eran destinados ahora ya los quieren los nativos y la mendicidad cada vez da menos frutos.

El presidente Zapatero acaba de decir que España está a punto de salir de la crisis si no lo ha hecho ya. O sea, que quizás ya hemos salido y ni nos hemos enterado. Vaya, pues que les envíen una carta llena de colorines y buenas palabras a cada uno de los incluidos en los dos grupos reseñados.

miércoles, 6 de enero de 2010

El centro del roscón


Este es el tercero e imagino que último Espejo que dedico a la fusión de Caja España y Caja Duero. En el primero, como han hecho otros, recordaba que la fusión a la que ha obligado el Banco de España de manera tajante (por cierto, que aún nadie nos ha explicado las razones económicas de tal exigencia) podía culminar con una única sede central en cuyo caso poco habría que decir, pues evidentemente ésa y no otra es la solución óptima desde un punto de vista operativo, funcional y de aprovechamiento de los recursos. Pero que en caso contrario, como así ha sucedido, o terminará de suceder allá por el mes de abril, es decir, que se entrara en una negociación o chalaneo para repartirse sedes entre dos o más provincias, ahí Zamora, y Zamora son sus representantes sociales, laborales y políticos en ambas entidades, deberían hacer oír su voz y sus exigencias.

Por razones históricas (Caja Zamora fue una de las cinco y no la más pequeña entidades fundadoras de Caja España y Zamora la provincia donde Caja Salamanca abrió su primera oficina no salmantina) y de penetración de mercado (en Zamora existe un alto número de oficinas de las dos cajas, 89 en total, lo que además va a convertirnos sin duda en la provincia donde proporcionalmente más agencias se cierren y más puestos de trabajo se amorticen), Zamora debería participar de ese reparto de sedes de servicios centrales aunque fuera de una manera más o menos testimonial. Por ejemplo, y se ha apuntado sin mucho éxito, para acoger la sede de la Obra Social de la nueva Caja fusionada. Pero no, no he escuchado la voz de los líderes sindicales zamoranos, tampoco la del todopoderoso Martínez Maíllo, vocal del Consejo de Administración y la Comisión de Retribuciones de Caja España, la de Rosa Valdeón presidenta de la Comisión de Control o de Carlos Hernández, vicepresidente de la misma. Nunca hubo tantos y tan significados representantes. Del resto poco se puede decir, son simples miembros de las Asambleas Generales sin que tengan capacidad alguna de influencia más que votar un par de veces al año lo que ya está decidido.

No es presentable para Zamora, no lo es. Se mire por donde se mire y nos cuenten lo que nos cuenten, no es presentable. Ya no sólo porque no se consiga nada, sino porque ni siquiera se ha intentado. En política, conviene recordar de vez en cuando que las listas las confeccionan los partidos, pero sobre todo en política local, una vez elegidos por las urnas, a quien hay que deberse es a todos los ciudadanos. El reto indudablemente era muy complicado, pero a mí me hubiera gustado oir una mínima reclamación para nuestra provincia en el proceso negociador o al menos una queja, aunque fuera más para la galería que otra cosa, por el resultado final. Hoy que es el día, repartieron el roscón y a nosotros nos dejaron el círculo central, o sea, un cero.

domingo, 3 de enero de 2010

Augurios

Sean bienvenidos al nuevo año, queridos lectores. Como lo haría un comité de recepción en el aeropuerto de un exótico país: Bienvenidos a un territorio desconocido, compuesto de 365 lugares distintos en cada uno de los cuales hay al menos 24 rincones esperando ser disfrutados. El cambio de año supone siempre mucho más que descolgar otra hoja del calendario, así lo sentimos desde que el tiempo es tiempo y el hombre es consciente de su transcurso y capaz de encasillarlo en forma de almanaque. El cambio implica el levantamiento del inventario del ejercicio que se cierra a la vez que se intenta adivinar por dónde nos conducirá el venidero.
Desde el principio de los tiempos, el hombre ha sentido la necesidad de crearse la ilusión de que el futuro es vaticinable. Se siente más protegido pensando que el porvenir ya está escrito y sólo se trata de encontrar el código secreto con el que está encriptado. Los Aramís Fuster o Rappel de turno tienen su bola adivinatoria, el tarot, las cartas echadas o la lectura de las líneas de la mano. Los antiguos, la forma de las nubes o las ondas en el agua tras arrojar una piedra. En Roma el canto y el vuelo de las aves o la disección de sus vísceras. Los griegos su oráculo de la ciudad de Delfos, allí donde fueron las primeras pitonisas, en el templo dedicado a Apolo a los pies del Monte Parnaso. Los druidas celtas encontraban la magia en árboles, flores o palillos hechos de madera de tejo. Los escandinavos sus piedras con símbolos, las runas. En África o la Polinesia, brujos y chamanes. Los sacrificios, la astrología, la riqueza de ritos de la América precolombina, cada cultura, cada episodio en la Civilización, han traído la ambición por conocer qué sea lo que va a suceder. Hasta uno de los grandes acontecimientos históricos más conocidos, el asesinato de Julio César fue predicho con exactitud: “Guárdate de los idus de marzo”.

No hemos conocido el nombre del primer zamorano hijo de 2010, uno de los ritos que se repite cada uno de enero. Es una mera anécdota, pero como los míticos augurios, me ha hecho recordar que con la crisis, a diferencia de otros diciembres, éste, nadie pide que el nuevo año sea mejor que el anterior. Se firma en conformidad porque no sea peor que 2009. Hay en el aire, temor a lo que nos pueda deparar, como la atmósfera densa y tensa que rodea las tragedias literarias. Como si se quisiera pasar por el año de puntillas, sin hacer ruido, de soslayo. Que no se nos vea mucho, al menos hasta que pasemos nuestros particulares idus de marzo y veamos la luz de abril.

Para romper esos augurios, les deseo lo mejor para este veinte diez. Entren en él con paso firme y mirada larga. Parafraseando, una vez más, a Serrat, este puede ser un gran año, plantéenselo así.