domingo, 26 de diciembre de 2021

Otra Navidad

En Cuba, más de seiscientos presos políticos permanecen encarcelados en condiciones infrahumanas. En Venezuela, más de 250. Otros nueve mil venezolanos son sometidos arbitrariamente a medidas restrictivas de su libertad. El modelo, mucho me temo, puede extenderse en breve a otros países del área. En Corea del Norte o en China multiplicado y aumentado hasta la alienación civil completa o a la ejecución en nombre de la pureza del compromiso político con el régimen totalitario comunista de cada cual.

Los medios de comunicación internacionales pasan de soslayo sobre los datos. Apenas se asoman a esa trágica e inadmisible realidad si se produce la detención ilegal de alguien un poco conocido, si alguno de ellos muere y el régimen respectivo no consigue ocultar lo sucedido o si, como en Cuba este verano, la población local, intenta a la desesperada hacerse notar dentro y fuera del país, antes de que los escuadrones de sicarios -conocidos allí como los “motorizados”- organizados desde el régimen de partido único, sindicato único y pensamiento único siembren el terror, apaleen indiscriminadamente o disparen selectivamente contra los opositores. Antes de que los “comisarios políticos” de barrio, de calle o de casa, execrables chivatos sin más, faciliten el parte con la filiación ya no de los contrarios, sino de aquellos cuyo grado de adhesión a la asquerosa causa revolucionaria no es suficientemente firme, indiscutible y fervorosa a juicio de la rata con carné de turno.

La revista “The Economist” elabora año a año su índice de la Democracia mundial, un ranking completo de calidad democrática, previo análisis de 60 indicadores agrupados en una serie de categorías: Respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales. Libertad de asociación. Libertad de expresión y de opinión. Acceso al poder y su ejercicio de conformidad con el imperio de la ley. La celebración de elecciones periódicas, libres y justas por sufragio universal y por voto secreto como expresión de la voluntad de la población. Un sistema pluralista de partidos y organizaciones políticas. La separación de poderes. La independencia del poder judicial. La transparencia y la responsabilidad en la administración pública. Medios de comunicación libres, independientes y pluralistas. 

En el de 2021, son más de cincuenta los países considerados régimen totalitario o autoritario, entre ellos China, Corea del Norte, Cuba y Venezuela, junto a otras dictaduras comunistas y a los regímenes de teocracia islámica. Puros datos que quizás nos dejan fríos hasta que leemos que agrupan a un tercio de la población mundial o, como en el archipiélago Gulag de Solzhenitsyn pero a menor escala, vemos el testimonio de las víctimas o de sus familiares y amigos. Así que, mientras algunos horteras y no pocos sectarios se empeñan en hacernos olvidar la Navidad, en la parte del mundo que debe su cultura de libertad, respeto de los derechos humanos y de la dignidad del individuo  al humanismo cristiano y transmutarla en simples “fiestas”, quiero acordarme de aquellos, como nuestros hermanos cubanos, venezolanos a los que los sátrapas del pueblo y del bien común privan del único bien tan importante como la vida. La libertad. Feliz Navidad, amigos.

domingo, 5 de diciembre de 2021

Del teatro a las musas

  A Daniel Pérez, posibilitador de sueños y ensueños, sabiendo que muchos más de los seis de Pirandello, te esperan como autor. Mil caras tiene el alma del teatro, que es la vida.

De entre todas las razas de héroes existe una especial, la de los héroes silenciosos. Aquellos que hablan por boca de otros, que solo se manifiestan con la devoción por su trabajo; posibilitadores del lucimiento de unos y del disfrute de otros. Entre ellos, ni delante ni detrás, sino en ambos lados de la frontera de candilejas que une al actor con el espectador, el director durante treinta y cinco años, de un teatro tan pequeño, íntimo y personal como el Principal de esta ciudad rebautizada en verso -por más que muchas veces parezca haberla perdido- “del alma” por Claudio.

Desconozco si es dichosa coincidencia o feliz acierto irse con una representación de Rafael Álvarez “El Brujo”, tan alma de nuestro corral de comedias en interpretación como en canto lo es Amancio Prada. Hacerlo mientras El Brujo nos sumergía en el alma del hombre, el artista y la máscara de Valle Inclán, sugiere un simbolismo no menos espectacular que discreto. Un símbolo especular en realidad -“realidad”, qué palabra tan especial hablando de teatro-. “Son las palabras espejos mágicos donde se evocan todas las imágenes del mundo” escuchamos sobre la escena rememorando “La lámpara maravillosa” del autor al que, en el primero de estos “Espejos” míos cité, allá por 2007: “los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento”.

Leo a Francisco Nieva en un prólogo: “Porque el caso de Pirandello es el de la superteatralidad de la vida, hasta qué punto la vida es puro teatro. Basta con ponerle un marco para que cualquier realidad se teatralice y cobre una dimensión nueva. En Seis personajes en busca de autor la vida es mentira y la verdad es teatro. La realidad es una ficción de la realidad”. Daniel con su equipo han puesto el marco para cinco mil quinientas representaciones de la risa y el llanto, del duelo y del canto, del drama y la comedia. La vida misma. Y la muerte, que sin la una no se entiende la otra. Y me emocioné, sí, al abrazarlo antes de irme porque el teatro, como la vida, nos lleva en volandas por el espacio y el tiempo y porque, citando a Almudena Grandes que nos dejó hace unos días, sin admiración no hay amor. 

Querido director, doce años coincidimos en el ayuntamiento, yo en la prosa y tú en el verso. Te admiro por tu profesionalidad y por todo lo que esta ciudad te debe. Algunos sí conocemos como temporada tras temporada la calidad de la programación ha superado con creces el presupuesto con que contabas. Porque las gentes del teatro no siempre se desplazan al sonido del metal y lo que en moneda no alcanzaba a pagar el precio lo suplía el aprecio y el respeto por un teatro ejemplar que, cuatrocientos años después mantiene, como nos dijiste y a ti te dijo Lindsay Kemp, buenos espíritus. El tuyo, buscando la belleza y honrando al público es uno de ellos y si las acotaciones son el alma del teatro y el alma es inmortal, así es la huella que dejas en nuestra pequeña pero entrañable caja de sueños y ensueños.