No ha pasado un mes desde la última cita con las urnas y, sin necesidad de abrir la boca ni pensarlo mucho, ya se han encargado todos de demostrarnos que el único proyecto diferente que algunos atrevidos decidimos proponer a los zamoranos no solo era conveniente sino necesario. Y como sigue siéndolo, tal y como estaba previsto desde su presentación en marzo, seguiremos adelante con él, con la misma convicción, frescura, apertura, valentía y deseos de que las cosas sean mejores para Zamora.
En menos de un mes (es solo el prólogo de lo que está por venir) hemos visto a PP, PSOE y VOX chapoteando en amor y compañía en el fango de las miserias políticas para desalojar de un gobierno municipal a una magnífica alcaldesa que por solo un voto no obtuvo el concejal que le hubiera dado la mayoría absoluta y por 6 votos no alcanzó cinco de los siete concejales en Roales del Pan. Alcina, Barrios y Fagúndez en un morreo a tres -no menos vergonzante que el que en su día protagonizaron los dictadores comunistas Breznev y Honecker-, sin que a día de hoy ninguna de las tres fuerzas políticas haya tomado ninguna medida para deshacer la coalición (tampoco el PSOE pese a sus promesas públicas).
Hemos vivido también cómo PP y PSOE han decidido desgajar por mitades, como al niño del juicio de Salomón, dos años para ti, dos para mí, el gobierno de Carbajales de Alba donde otro alcalde obtuvo la mayoría. Un pacto en el que se han mezclado agua y aceite, es decir un imposible por la personalidad de sus protagonistas directos, aplaudido de nuevo por Barrios y Fagúndez.
Hilo conductor en ambos casos: la necesidad de los dirigentes provinciales de los grandes partidos de mantener a esta provincia sumergida en su mediocridad. No les preocupa tanto el resultado de la Izquierda Unida de Guarido y su gran globo de meras apariencias y acción propagandística en la capital -saben que más pronto que tarde pinchará- y los ciudadanos verán que el emperador está desnudo, como que el proyecto provincialista e independiente de “Por Zamora” se consolide. Ante esa amenaza que sí preocupa hacen la única política de la que son capaces.
Política de baja estofa no distinta de la que practican en sus ámbitos internos, y ahí vienen los otros acontecimientos que vivimos estos días. El comportamiento del PSOE en el asunto de Tomás del Bien (como antes con Cecilio Lera) un alcalde que se ha ganado a pulso sus puestos, pero que incomoda. El juego de cargos del PP, moviendo todas las piezas para que en realidad sigan siendo los mismos nombres los que acaparen las posiciones en un juego de la silla en el que siempre juegan los mismos y solo de vez en cuando cae alguno porque falta silla. O el vodevil interno de Ciudadanos en el que, en cuanto asoman tres tristes puestos surgen expulsiones, navajas y paranoias. “Cosas tenedes, políticos de Zamora, que farán fablar las piedras”. Seguimos.