domingo, 28 de enero de 2024

Terrorismo y un puñado de votos

Han tenido que llegar Sánchez y su inmoral aritmética para que en España dejemos de saber qué es el terrorismo. El mismo catálogo de actos que los dos partidos mayoritarios habían pactado catalogar indefectiblemente como terroristas, siguiendo criterios internacionales es hoy papel mojado, sometido a la redefinición que cada dos o tres días llevan a cabo Bolaños y sus brazos extendidos. Es tan surrealista, dantesco y escalofriante, el recorrido del PSOE para tratar de acomodar la realidad a los designios de los independentistas del aún hoy prófugo de la justicia Puigdemont, que uno se plantea si en el gobierno han perdido la razón y el sentido común, además del sentido de Estado. Las otras dos alternativas son peculiares. 


Puede estar el gobierno socialista y de su apéndice Sumar extendiendo la alfombra roja a todas y cada una de las demandas independentistas a la espera tan solo de poder aprobar unos presupuestos que, siendo para 2024, le permitan cubrir sin grandes estragos, mediante la vía de la prórroga, 2025, para proceder a volver a las urnas en 2026, garantizándose de este modo casi tres años de legislatura. En este caso podríamos tener la esperanza de que aprobados esos presupuestos, todo este rollo inconstitucional de la amnistía empezara a desmoronarse como el castillo de naipes que es, solo sostenido por la falacia jurídica de Bolaños, la ausencia constatada de principio alguno que no sea el de la propia supervivencia de Sánchez y la desastrosa acción negociadora de ignorantes jurídicos como Santos Cerdán.


O puede estar Sánchez decidido a entregar todo y más, también en el País Vasco donde la presión independentista aumenta para la liberación por amnistía de los terroristas de ETA aún no excarcelados. Un entregar todo, convertido en un reinicio constitucional. Una segunda transición fuertemente sesgada hacia los postulados de la izquierda de corte sudamericano, republicanos y facilitadores de la disgregación territorial.


Las tres opciones son malas, parecen alarmistas y probablemente exageradas, pero si algo nos ha demostrado Sánchez desde 2018 y la política española en general desde 2004 es que la realidad ha ido evolucionando hacia los peores escenarios que en cada momento se atisbaban como posibles. Que a estas alturas, en el país europeo que más ha sufrido el terrorismo, con mil asesinatos, con un tercio de ellos sin resolver policial y judicialmente, desde el propio gobierno se dé pábulo a la posibilidad de amnistiar a cambio de un puñado de votos parlamentarios a encausados por los actos que nadie cuestionaba como terroristas, de los CDR y del Tsunami que decían democrático, nos indica que volvemos a avanzar hacia el peor de los escenarios que se nos pueda ocurrir.


El centro de Barcelona ardió durante días y días. Decenas de defensores del orden público y de la convivencia resultaron heridos, algunos con irreversible gravedad. Se produjeron estragos de todo tipo. Se asaltó el aeropuerto. Intentaron tomar una comisaría y linchar a quienes allí prestaban servicio. Pero ahora, no antes, nos dicen que eso no es terrorismo porque no solo los condenados por sedición o malversación de fondos públicos, sino también los encausados por terrorismo han de ser amnistiados para que Sánchez siga en La Moncloa.

domingo, 21 de enero de 2024

Las llaves de Guarido

“Que nos diga cuándo y le dejamos las llaves” es lo que ha contestado el alcalde Francisco Guarido al presidente de la Diputación Javier Faúndez cuando éste le ha advertido de que el ayuntamiento de la capital es titular del inmueble del Castillo gracias a un convenio suscrito entre ambas instituciones en 2004 para la implantación allí del Centro de Arte Contemporáneo Baltasar Lobo y no para otros fines. 


De la cerrazón y despotismo de nuestro alcalde llevamos muchos años de demostración en múltiples asuntos del día a día con la ciudad y los ciudadanos, pero nunca antes en un asunto tan de interés general, tan palmario y tan evidente. 


En el que día de hoy coinciden todos los expertos y académicos, colegios profesionales, asociación de amigos de Baltasar Lobo y partidos políticos, excepción hecha de PSOE e IU, los dos que gobiernan el Ayuntamiento, uno por despotismo y el otro porque se deja llevar para no enfrentarse al alcalde. Que el lugar óptimo para la exposición de la obra de Lobo, para la investigación en torno a ella y su promoción y divulgación es el Castillo. Que a su vez el mejor destino posible para el Castillo a día de hoy es servir de sede a la creación y la figura de nuestro escultor más universal y en torno a él, con exposiciones temporales o fondo permanente, a la obra de otros escultores zamoranos de los últimos cien años. Que para la ciudad y la provincia, el proyecto que los integre se convertirá en un recurso turístico, cultural y económico de primera magnitud, máxime incorporando, como planteamos ya en 2004 quienes entonces gobernábamos una figura tan emblemática y trascendente en el mundo de la arquitectura como es Rafael Moneo. Y que urbanística y socialmente para Zamora y su Casco Histórico, generar ese polo de atracción en la proa del recinto amurallado y junto a la Catedral permitiría afrontar de una vez el desarrollo de un plan especial que rompa ese territorio vacío y desolador en el que hemos dejado convertirse muchos rincones y solares del tramo entre la plaza de Viriato y la de la Catedral.


Pero siendo esa desidia del “que nos diga cuándo y le dejamos las llaves”, grave en este caso concreto, lo es más cuando vemos que podría darse en casi cualquier otro de los asuntos importantes que afectan al cuidado y la proyección presente y futura de nuestra ciudad. Es dramáticamente ofensiva. Es insultantemente agresiva esa postura reiterada y sistemática del “lo hago porque lo valgo”, del me votaron sin programa para hacer lo que quisiera y así hago lo que en cada momento se me ocurre, digan lo que digan el resto, la oposición, los expertos y los directamente afectados. Y, preferentemente, no hago nada, porque vivo mejor y no me critican. Y así los asuntos se eternizan y pudren.


Los ciudadanos con sus votos han tratado al alcalde infinitamente mejor que él a ellos y a la ciudad. A Guarido le encanta figurar de alcalde, no tanto serlo. Para los asuntos importantes, complejos o problemáticos para la ciudad, que le digan cuándo y no lo mareen, que él deja las llaves y un problema menos.


domingo, 7 de enero de 2024

Guarido y Lobo. Mentalidad XS

Esta podría ser la octava o novena columna de las que durante mis años de opinión en este medio he dedicado a reclamar el Castillo para el Centro de Arte Contemporáneo Baltasar Lobo y éste para Zamora. En este tiempo, de los pocos que públicamente defendíamos esta opción, que es por la que apostamos durante los últimos años de alcaldía de Antonio Vázquez, hemos ido pasando cada vez a más adeptos, convencidos de que el Castillo, Lobo y Zamora se merecen esa conjunción única para mejora su presente y potenciar su futuro.

Pero no va a ser una columna para eso. Va a serlo para dejar en evidencia, que aún hace falta, aunque no hay más ciego que el que no quiere ver, el estilo despótico del alcalde más cerrado a escuchar a sus ciudadanos que haya pasado -al menos desde hace medio siglo- por la Casa de las Panaderas. La opacidad y el despotismo han caracterizado su acción (y sobre todo su inacción) durante los ocho años de gobierno municipal que lleva ya acumulados, más de la mitad de ellos en compañía de un PSOE comparsa al que igual le da so que arre con tal de obtener unas migajas de poder y representación. Que los resultados electorales lo hayan acompañado no ha hecho más que contribuir a su ya paradigmática actitud.

En lo de Lobo y el Castillo, coinciden los expertos, la Asociación de Amigos del escultor, su familia y, hasta hace unos días todos los partidos políticos zamoranos excepto Izquierda Unida, a diferencia de tan solo hace cuatro años en que el único partido desde el que promovíamos tal solución era Por Zamora. Pero digo hasta hace unos días porque ante la cerrazón de Guarido y la inexistencia de criterio propio en sus concejales, el PSOE de David Gago ha traicionado programa y compromiso y, entre el alcalde y la ciudad ha optado por dar la espalda a los zamoranos.

Una vez aprobado por la Asociación de Amigos de Baltasar Lobo que la única ubicación realmente digna y apropiada es el Castillo, con cariño, simpatía y cercanía, que por momentos ha parecido excesiva incluso, sus directivos han intentado convencer a Guarido de que su opción inicial, persistente y cerril de llevar la obra de nuestro escultor al edificio del Ayuntamiento Viejo es una aberración y una condena a desperdiciar tan valioso y poderoso legado. Esfuerzos estériles. Para nada han servido. En ningún momento, como en muchas otras cuestiones ciudadanas, ha dado ni siquiera espacio el alcalde a acoger una esperanza de reflexión y análisis.

El Ayuntamiento Viejo no deja de ser otra solución provisional, cutre, pobre e indigna de Zamora y de la obra y la memoria de Lobo. En primer lugar porque no cabe más que una pequeña parte de la obra. En segundo lugar porque no permite el trabajo de investigación y divulgación. En tercer lugar porque buena parte de las mejores esculturas necesitan un espacio y una atmósfera imposibles de acoger en tan exiguo edificio. A ver si nuestro alcalde y sus dóciles mascotas del PSOE lo entienden, es como si los Reyes Magos le traen un polo talla XS a Guarido y trata de ponérselo para ir al próximo pleno. Lo que no cabe, no cabe.