domingo, 30 de diciembre de 2012

Primer año Mariano


Presidente del Gobierno, o lo que de él vamos conociendo y líder de la oposición o lo que de él va quedando presentaron su balance más pendientes del pasado que del futuro. El uno, un año después sigue descargando sobre la herencia recibida la máxima responsabilidad de nuestra crítica situación. El otro, a esa misma herencia carga la culpa de su estrepitoso fracaso electoral de hace un año.

De Rubalcaba, capital político completamente amortizado, poca importancia tiene ya lo que se diga o lo que él mismo diga. Lo que haga o diga Rajoy la tiene toda por tratarse del presidente del Gobierno al que le quedan otros tres años para enderezar el rumbo de España, reformarla en lo superficial y en lo estructural y sacarnos de la crisis o para abocarnos a muchos años de penuria.

El problema con Rajoy es de interpretación. Nada siempre entre su galleguismo exacerbado que obliga a interpretar entre líneas lo que dice… o lo que no dice, y su profesión de fe permanente de la inevitabilidad de las cosas, filosofía ésta consistente en quedarse lo más quieto posible (o aparentarlo, al menos) mientras las cosas “van por el camino que tienen que ir”. Tanto que todavía no se ha conocido al exégeta capaz de extraer de sus intervenciones públicas la hoja de ruta de por dónde va a ir su acción de gobierno y eso que él mismo se definió en cierta ocasión como muy previsible.

No pudiendo adivinar, nos conformaremos con valorar su primer ejercicio. Ahí, se ampara en que ha hecho lo único que se podía hacer, lo cual pudiendo ser cierto en una parte, pues la situación de partida era de absoluto desastre, con la economía desbocada cayendo por el precipicio, no deja de ser un argumento exculpatorio tramposo. Porque si eso fuera así, lo mismo daría que nos gobernara el PP, el PSOE, Mario Monti o Sara Montiel.

No, Rajoy, aunque sometido a muchas limitaciones internas y externas, ha hecho la política que ha querido hacer. Por ejemplo, optando por una brutal subida de impuestos en lugar de por un mayor ajuste del gasto público. Por la asfixia al estilo socialdemócrata (lo mismo que hace el socialista Hollande en Francia) a las clases medias y a la economía productiva, en vez de la reducción de la administración y el sector público. Como lo ha hecho en materia de terrorismo, permitiendo la salida de asesinos etarras a la calle bajo el engaño de las “razones humanitarias”.

Eso por lo que al debe se refiere. En su haber, el haber dotado al menos de una línea coherente la acción del gobierno en materia económica y el intento de control del déficit y de la disciplina presupuestaria en todas las administraciones. O mantener la cabeza fría frente a la provocación independentista, aunque lo difícil está por llegar. Un balance mucho mejor que el de Zapatero, pero hace falta más. Mucho más.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Feliz Navidad


Es complejo el mundo que rodea estos treinta y siete grados y un montón de huesos, con algo de pellejo alrededor con que Santiago Auserón, filósofo a la par que músico, lleva a su básica expresión lo que somos, salvo por nuestro elemento incorpóreo. Llamémoslo inteligencia, espíritu, conciencia o consciencia, corazón, alma en suma.

Es ésta, a la que nunca llegamos a conocer bien, la que nos muestra la complejidad del mundo que nos rodea y nos permite intuir lo que somos. La que nos otorga lo bueno y malo de lo que somos capaces, bípedos implumes. Que nos hace diferentes del resto de los seres vivos que pueblan, han poblado y poblarán este milagro de Dios o de la casualidad llamado Tierra.

La que nos vuelve conscientes de lo temporal de nuestro propio existir, de que presente, pasado y futuro son universos paralelos por los que deambulamos. La que nos hace llenar el tiempo y el espacio de aquellas pequeñas cosas –Serrat lo dice tan bien que para qué cambiarlo- “que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o en un cajón”.

Que “como un ladrón te acechan detrás de la puerta. Te tienen tan a su merced como hojas muertas que el viento arrastra allá o aquí, que te sonríen tristes y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve”.

Muchas de esas pequeñas cosas son las viejas y entrañables rutinas con las que el homo sapiens demuestra ser animal de costumbres, sea la historia, lineal y destinada a un fin último como en San Agustín o Tomás de Aquino, sea cíclica como en Nietzsche y muchos otros filósofos; o en Borges y su “Historia de la Eternidad” y “El tiempo circular”, o en los “Cien años de soledad” de García Márquez.

Viejas rutinas, las de los ritos paganos inmemoriales de despedir un año y recibir al siguiente. El fin y el origen unidos en la rueda del destino y de la fortuna. Entrañable rutina la de los creyentes, felicitar la Navidad, el nacimiento del Dios hecho hombre para que de su muerte nazca el hombre nuevo.

Felicitar la Navidad es el mejor deseo de buena voluntad entre los hombres. Entre amigos y entre enemigos. Dos palabras atesoran el más grande contenido de fraternidad. Tanto, que no hace falta ser creyente para poderlo transmitir de todo corazón, para recibirlo con los brazos y el pecho abiertos. Más allá del espectáculo de fuegos de artificio del mercantilismo, de los cinismos e hipocresías en los que nadamos a diario, de los fastos y los banquetes o, por el contrario, de las persecuciones por razón de credo,  la Navidad es para todos, de una u otra manera, momento de introspección.

De descubrir que lo que vale la pena son esas pequeñas cosas que “Uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia. Pero su tren vendió boleto de ida y vuelta”.

domingo, 23 de diciembre de 2012

La exportación nos puede salvar

No es que sea Navidad, de hecho los datos ahora presentados corresponden a octubre, pero acaba de publicarse la primera batería de datos económicos positivos para España en los últimos cuatro años. Como no podía ser de otra manera, no se refieren al comportamiento del sector público que sigue enfermizamente obsesionado con buscar la reducción del déficit público no por la vía de la reducción del gasto superfluo o sustituible, sino por la suicida de las subidas impositivas.

Porque en eso seguimos y así se lo ha recordado recientemente a nuestro gobierno el economista americano Arthur laffer, creador de la conocida como curva Laffer" quien tras 28 subidas impositivas nacionales en 2012 (por no hablar de los 50 incrementos de tributos autonómicos de 2011) ha dicho que subir los impuestos como está haciendo España es masoquista y ha recomendado al gobierno el camino contrario, bajar todos los tributos, controlar el gasto y simplificar las regulaciones. ¿Difícil? No tanto, aunque tal vez políticamente incómodo y ahí es donde les duele a nuestros padres de la patria.

No son pues los datos públicos los que nos muestran los ya tan manidos pero hasta ahora no vistos brotes verdes, sino los datos del sector privado relativos a nuestra balanza comercial exterior, que acaba de presentar el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, una de las mejores cabezas del Gobierno y uno de los escasísimos liberales de verdad que habitan en ese bosque de socialdemócratas, de principios o sobrevenidos, que lo conforman.

En 2012 disminuye la diferencia entre lo que importamos y exportamos hasta términos que configuran la mejor balanza comercial desde que en 1972 se empezaron a recoger estadísticamente esos datos. Si en 2008, cubríamos con exportaciones sólo un 66% de lo que importábamos, entre enero y octubre estamos ya en el 87% y si tomamos sólo  el mes de octubre, el dato es aún mejor, pues llega al 93% con una caída del déficit de casi un 60% con respecto al mismo mes del año pasado. Y ello a pesar del brutal coste de la energía que importamos, por la carencia de combustibles fósiles que padece España y por la absurda política antinuclear de la que presumimos, cerrando centrales, no construyendo nuevas y comprando a precio de oro la energía (nuclear) a Francia.

Claro que parte de esa mejora de la balanza proviene de la reducción de las importaciones ante la hecatombe del consumo en España por la crisis económica y la falta de financiación. Lo positivo es que otra parte importante de la mejoría viene de que nuestro sector privado, nuestra economía productiva, se ha lanzado decididamente hacia el exterior, porque la crisis no es global y hay muchos mercados y economías creciendo en niveles como no lo han hecho nunca.

Al fin, muchos de nuestros empresarios se han dado cuenta de que si quieren salvarse hay que pelear fuera lo que aquí no se puede. No hay mal que por bien no venga.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Se rompió el músculo

Es fácil hacer leña del árbol caído. Fácil y frecuente. Aunque eso, a veces, no sirve para nada, hay asuntos en los que unas cuantas astillas sí conviene sacar. Para aprender de los errores. Para practicar el sano ejercicio de la depuración de responsabilidades, sobre todo cuando se trata del manejo de dineros públicos. Y porque la acumulación de anécdotas construye categoría y ésta nos ayuda a conocer mejor la realidad que nos rodea y por qué ocurren ciertas cosas que no deberían ocurrir.

El destino soñado de una buena porción de los políticos de nuestra región era la presidencia, o en su defecto un asiento en el consejo, de una de las dos grandes cajas. Yo porque no tuve oportunidad, me dirá, con razón, algún lector. Más de uno y una se derretía e iniciaba guerras, pensando en poder optar a la presidencia de la gran caja de la que se nos habló. El músculo financiero de la región, nos repetían en un extremo y en el otro, políticos y sindicatos. El músculo financiero, sonaba redondo. Como para imaginarse un bíceps con el porte de un roble centenario pero fresco aún.

De roble portentoso a árbol caído en un solo paso. En un abrir y cerrar de ojos, el potente músculo financiero quedó en pequeña verruga, fea y mal colocada que nadie quiere. Cosas de la vida. Pero no oímos grandes críticas. Ni en el parlamento regional entre bancadas, ni los sindicatos atacan a los gestores por su ineficacia, incapacidad o ineptitud… Ni siquiera en los medios de comunicación nos enseñan las fotos de quienes han regido los destinos de las entidades hasta el colapso total. Son cosas curiosas de verdad.

Es lo que ocurre a menudo cuando se desarrolla un sistema en el que la democracia es solo una estructura formal de la cual colgar reglas y comportamientos nada democráticos. Los partidos y los sindicatos se reparten los puestos, sobre-sueldos e influencias y, como se trata de una máquina de repartir dinero, los medios de comunicación, cada vez menos medios de información, saben que si cuentan ciertas cosas sus ingresos publicitarios se hunden, y viven de ellos, no de los lectores.

Algo conozco, como espectador externo medianamente informado y también porque durante un tiempo, hace años, fui miembro, por decisión política, de la Asamblea General de una de las cajas ahora hundidas. No pude aspirar al consejo o a ningún otro órgano de gobierno, eso se cocina de otra manera, lo sabía y ni lo intenté. Y ello a pesar de que amablemente a mi llegada me pidieron un curriculum. En él ponía que entre otros estudios he cursado un máster en dirección de empresas con especialización durante el segundo curso en gestión de entidades financieras. Evidentemente eso no aportaba nada a las necesidades directivas. Y ni yo lo dije, porque hubiera dado lo mismo, ni nadie miró nunca aquel papel. Otros sí estuvieron o siguen estando. ¿Responsabilidades por la quiebra?

domingo, 16 de diciembre de 2012

Lo originario o Matrix

No se trata de retroceder, sino de volver hacia los principios. No para renunciar a los avances conseguidos ni rechazar el camino del progreso, sino para redefinir el paso y elegir conscientemente el camino por el que seguir. No es sólo en economía, por mucho que en esta situación que viven los países más adelantados, parezca que la economía todo lo abarca.

También en actitudes y comportamientos sociales. En el modo de pensar individual. En el trazado de esas finas líneas que definen, bajo el influjo de la ética o la moral, cuál es un comportamiento humanamente aceptable y cuál no lo es.

La humanidad avanza aceleradamente. La tecnología hace que en todos los campos de la actividad humana se produzcan grandes saltos sin que exista ya tiempo para que se consolide el anterior paradigma. Lo que en otros momentos de la historia se ha medido en miles de años, en eras o en siglos, son ahora décadas, años o meros instantes en los que la inteligencia artificial que habita los procesadores de nuestras computadoras transforma el mundo que nos rodea.

En lo más sofisticado del conocimiento humano y en los más antiguos conocimientos que diferenciaron al hombre del resto de las especies animales. La evolución realmente empieza con la aparición de la agricultura y el paso de las sociedades de cazadores recolectores a la vida sedentaria. De agricultura hablaba recientemente con alguien que se dedica profesionalmente –y con profesionalidad, que no siempre es lo mismo- a ella.

Hoy, me decía, las cabinas de las máquinas son centros de mando desde los que informáticamente se controla la labor en las tierras, programando el equipo para el funcionamiento óptimo y asistido por satélite para la mayor eficacia. Hasta ahí, el progreso, en beneficio de la producción y de la calidad. Economía real, agricultura real.

De lo que ya no nos dio tiempo a hablar, es de la otra agricultura. La especulativa. La que mueve los mayores flujos económicos en los mercados bursátiles internacionales donde se negocian materias primas y producciones agrarias, convirtiendo los frutos de la tierra en productos virtuales con los que comerciar. Con ello, hasta lo más corpóreo se torna anotaciones informáticas con órdenes que se casan con miles de kilómetros de distancia entre quienes supuestamente venden y compran.

Esto permite una creación de riqueza mayor y más rápida para el conjunto de la economía mundial, pero termina convirtiendo al hombre en un simple engranaje más de una cadena sobre la que se pierde el control. El hombre ya no es el centro del universo que era hasta anteayer mismo, sino un tornillo más, un chip, un código numérico en una matriz informática.

No es extraño que ante ese ejercicio de descorporeización de la vida y la actividad humana, científicos americanos estén desarrollando un modelo para investigar si el universo es real o si pudiera tratarse de un programa virtual al estilo de las películas Matrix.

jueves, 13 de diciembre de 2012

No es muy normal

Se va uno unos días y además está lo suficientemente ocupado como para no poder mantenerse convenientemente informado y al día de lo que pasa por aquí y cuando vuelve se encuentra con casi todo patas arriba. Vamos, que lo primero ha sido pensar que esto no es normal, no puede serlo. El acelerador de partículas parece haberse desatado y en su centrifugado está revolviéndolo todo.

En Europa, Alemania amenaza con entrar en recesión de puro empacho merkeliano y provocar el caos definitivo en la zona euro. Mientras, Berlusconi reaparece, de momento sin acompañamiento visible de velinas y con el sólo anuncio de su movimiento pone en jaque a toda la tecnocracia europea y en mate a los que más criticaron que Bruselas sustituyera un gobierno político y electo por uno burocrático con Monti a la cabeza y ahora lo defienden casi como si fuera un caudillo.

En España, lo que hace unos días era un tropiezo injustificable y absurdo del ministro de Justicia con la intolerable ley de tasas, se ha convertido en un despropósito alevoso que el ministro adorna con descalificaciones a diestro y siniestro. Excusas de mal pagador para justificar su pretensión de dar muerte a la igualdad ante la ley, por si ésta no estuviera ya suficientemente maltrecha tras tantas reformas sucesivas y no siempre oportunas.

Al Rey lo van a informar por correo certificado del nombramiento de un presidente de Comunidad Autónoma. Al ministro de Educación, nuestros siempre ponderados progres, lo ponen en la picota por ocurrírsele plantear, qué osadía, que no haya un solo niño en España que no pueda recibir su educación en español si así lo desean sus padres y la líder de su partido en Cataluña se queja de que Wert no le ha consultado a ella qué hacer. Faltaría más, debe decir Sánchez Camacho, que un simple ministro se dedique a proponer normas sin consultarme a mí que soy, que soy… bueno, ¡que soy!

La izquierda arremete contra la tercera autoridad del Estado por, otra tropelía, ocurrírsele felicitar la Navidad (o sea, la Natividad, el nacimiento de Jesucristo) con una postal que representa el Portal de Belén. Qué nivel.

Dimiten un destacado miembro del Congreso, no se sabe bien si por chantajista o por tonto, más bien parece esto último. El presidente de la Diputación de Gerona por una denuncia de acoso sexual. El presidente del Parlamento balear lo hace por una imputación en un caso de corrupción. El alcalde de Sabadell deja el cargo “por unos días”, más corrupción. El infante-consorte Urdangarín anda por ahí. Mas fija en Suiza la capital de Cataluña y Oriol Pujol comparte con José Blanco sumarios de Campeón…

Y de haber estado desconectado unos meses, me hubiera costado creer que un gobierno que se suponía mínimamente liberal haya subido nada menos que 28 tributos en menos de un año… Vivir para ver.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Santa Semana


Que no dura una semana sino un año entero. Que si, como dice el chiste, los de Bilbao pueden nacer donde les dé la gana, nosotros los zamoranos hacemos que la Semana Santa sea la protagonista de cualquier semana del año. Faltaría más. Tengamos en cuenta que igual que Su Santidad nos dice ahora que los Reyes Magos de Oriente llegaron de Occidente, que es donde está Huelva en referencia con Israel, cualquier día será oficial que Cristo vino a la Tierra no por otro motivo sino que Zamora pudiera tener su Semana Santa y ésta a sus semanasanteros más notables.

Como ciudadanos, criticamos con insistencia, habitualmente con razón y frecuentemente con gran dureza a nuestros políticos. Por sus errores, por sus negligencias, por sus actitudes y por tantas otras cosas, sin terminar de darnos cuenta de que la política no es otra cosa sino el vivo reflejo de la sociedad en la que se imbrica. Los políticos, una selección, como otra cualquiera del código genético de los ciudadanos entre los que son elegidos.

Cosa no muy distinta pasa en Zamora con todo lo que se mueve alrededor de su semana grande. La Semana Santa ha adquirido tal importancia en Zamora con el paso de los tiempos, que no puede por menos que convertirse en el alambique en el que se destilan todos los humores que individualmente nos caracterizan individual y colectivamente.

El circo lamentable, esperpéntico, dramático y cómico que se representa estos días por enésima vez, no hace sino destacar alguna de las enfermedades más graves que como sociedad hemos incubado y alimentado a lo largo de los años. No puede ser de otra manera y no es algo excepcional. San Fermín es de los pamplonicas porque los pamplonicas son San Fermín. Zamora es su Semana Santa porque la Semana Santa es la forma en que los zamoranos que la cultivan, ensalzan y magnifican.

Las algaradas grupales siempre a la contra, muy raramente a favor de algo, el negativismo congénito, la hipocresía y el cinismo, el mantener una cosa de cara y ejecutar la contraria por la espalda y a traición, sin siquiera tener la justa causa que impulsó el brazo de Bellido Dolfos, se convierten en señas de identidad de nuestro actuar más reconocible y destructivo. Caciquismo social en estado puro, que siempre es responsabilidad del que lo ejerce y de quienes lo dejan ejercer en el pensamiento de que puede que a mí me caiga algo y a ese otro no.

Miguel Martín y su clarividente y desternillante Iros todos a hacer puñetas recupera plena actualidad y sigue estando tan fresco como cuando fue escrito. Pasan los años, no las actitudes. Mientras no abdiquemos de ello y variemos nuestras costumbres como pueblo, aprendiendo de un pasado que nos ha traído, generación tras generación, al punto donde hoy estamos, Zamora no tendrá un futuro esperanzador. Y así semana tras semana.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Mediático Leviatán


Se ha hecho pública esta semana una instrucción de una alta responsable de recaudación en la Agencia Tributaria en la que insta a los inspectores a que ejecuten acciones que tengan repercusión mediática. Luz y taquígrafos no como sinónimo de transparencia, sino de espectáculo televisivo y “terror romanorum”

Vamos, que la gente de Montoro recupera las formas que hicieron famoso a Borrell con el asunto Lola Flores. Hacienda y su ministro parecen haber caído en una vorágine de locura recaudatoria, cuando no directamente confiscatoria. No es extraña entonces esa sonrisa con porte sádico que se le escapa al ministro cada vez que nos endilga una nueva subida de impuestos, y van ya unas cuantas, a los ciudadanos, a las familias, a los autónomos, a las empresas, a todo el que se mueva, y al que no se mueva también.

Lo siento. Lo intento pero no lo consigo. No logro reconocerme en este partido popular antiliberal que está empeñado en absorber el poco dinero que queda en la economía productiva para llevarlo a la saca de lo público. De acuerdo, nuestras finanzas públicas están en estado crítico desde el desastre sin parangón que motivó la crisis y multiplicaron Zapatero y su Gobierno. De acuerdo también en que lo peor que nos podría pasar sería la intervención por parte de las autoridades europeas. La pérdida de soberanía nos llevaría a estar aún más al albur de decisiones no siempre acertadas o de interés para el intervenido a tomar en los grises edificios de los grises tecnócratas que rigen y asolan Europa.

Una cosa es que si no levantamos las finanzas públicas y reducimos el déficit no tengamos más salida que la intervención y que sin ello nadie financie nuestras necesidades de tesorería para nuevas inversiones y refinanciar la ingente deuda acumulada y otra muy distinta, que tratar de lograr el equilibrio presupuestario a cualquier precio no vaya a ser totalmente destructivo para nuestra economía.

Basarlo todo en las subidas tributarias. En las actuaciones inspectoras, con frecuencia inconstitucionales de plano por ampararse algunas veces en leyes más que dudosas y en muchísimas ocasiones ni siquiera en leyes, sino simplemente en circulares, instrucciones, criterios interpretativos, ficciones alejadas de los efectos económicos reales etc. eso sí, siempre pensados para criminalizar cualquier actuación del contribuyente que no se ajuste estrictamente al criterio de nuestra Hacienda Pública, que como además suele cambiar con frecuencia, más que criterio muchas veces es capricho.

Las pequeñas y medianas empresas se mueren, asfixiadas por la reducción de sus ingresos, las dificultades para el cobro, la imposibilidad de financiarse en los bancos y cajas y la sangría de impuestos y cotizaciones sociales.

Importante es el equilibrio presupuestario, pero volvemos a ver que hemos pasado de que la administración sea una superestructura creada por la sociedad en beneficio de ella misma para convertirse en el Leviatán monstruoso con el que la personificó Hobbes. De ciudadanos libres a súbditos otra vez.