domingo, 26 de diciembre de 2021
Otra Navidad
domingo, 5 de diciembre de 2021
Del teatro a las musas
A Daniel Pérez, posibilitador de sueños y ensueños, sabiendo que muchos más de los seis de Pirandello, te esperan como autor. Mil caras tiene el alma del teatro, que es la vida.
domingo, 10 de octubre de 2021
Monte la Reina, compromiso y estrategia
Retraso y, al menos en apariencia, indolencia para un proyecto que, salvo las reiteradas reticencias de Izquierda Unida, cuenta con respaldo social unánime, la implicación expresa y plena de Caja Rural para su financiación a coste cero y con aportación directa y, aunque más timorata, de Diputación y Junta de Castilla y León, que también han comprometido esfuerzo financiero en una actuación que, legítimamente, correspondería ser financiada íntegramente por las arcas del gobierno de la nación. Un proyecto que supone una inyección de población con entre mil y dos mil familias que rejuvenecerán nuestra pirámide poblacional, con una renta media superior a la actual zamorana y con mayores niveles de gasto personal y familiar.
Mientras tanto, esperando el cumplimiento del compromiso, seguimos cayendo velozmente por la pendiente de la despoblación que afecta al conjunto de la provincia desde hace décadas y a la capital desde 2008 -no es superfluo recordar que hasta ese año la ciudad de Zamora ganó población año tras año y desde entonces no ha dejado de perderla-. Mientras tanto, vivimos inmersos en una acelerada y catastrófica carencia de proyectos transformadores, de inversión y desarrollo. Mientras tanto, la acción política en defensa de lo zamorano se ha trasladado por los grandes partidos a ver cuál es el que más rápido consigue ubicar a sus líderes provinciales a cientos de kilómetros de los problemas que nos desecan, agobian y agotan.
En lo económico lo peor de la demora ya lo estamos sufriendo. En lo social y lo político viene ahora, cuando el ambiente preelectoral tiende a distorsionarlo todo en una carrera por el aprovechamiento en las urnas. Tal vez, cuando hoy domingo se publique esta columna, ya sabremos qué fuegos de artificio presupuestario nos anuncian los socialistas zamoranos para el próximo año sin que ello nos asegure el verdadero compromiso de ejecución. También sabemos ya cómo, acompañados por el alcalde de Toro, presidente y vicepresidente de la Diputación, en explosión de fervor patriótico de sobremesa, sobre la marcha y de manera imprevista, desde las puertas del Ministerio de Defensa y sin solicitar reunión, parece que nos han convocado -no lo tengo claro, pero si es así por supuesto que estaré por Monte la Reina y por Zamora- a manifestarnos el próximo viernes. La mala noticia ante un asunto de tan radical trascendencia para nuestra provincia es que lo que más destacado sea la debilidad del compromiso y la estrategia institucional y política. A tiempo estamos, no obstante, de enmendarlo.
domingo, 3 de octubre de 2021
¿Pedir perdón?
domingo, 26 de septiembre de 2021
El lobo, el hombre y el medio natural
domingo, 19 de septiembre de 2021
La prensa. Impresión o traición
domingo, 12 de septiembre de 2021
11-S. La civilización no es irreversible
domingo, 5 de septiembre de 2021
Seis años sin alcalde, parece ser
domingo, 29 de agosto de 2021
La democracia aparcada de Guarido
domingo, 22 de agosto de 2021
Talibanes de aquí
domingo, 15 de agosto de 2021
Cincuenta sombras
Dice el delegado del Gobierno de España en Castilla y León que tenemos que darnos con un canto en los dientes los castellano-leoneses porque nos van a otorgar más de cincuenta millones para mejorar nuestras telecomunicaciones y así reducir las zonas de sombra en el acceso a Internet. Y a eso lo llama discriminación positiva. En la misma mañana en que se aprobaban 1.700 millones de Euros para mejorar otras comunicaciones con la ampliación del aeropuerto de El Prat en Barcelona, alguien debió retar al delegado gubernamental a ver si era capaz de convertir las migajas insultantes en “discriminación positiva”. Recibir el reto y decir “sujétame el cubata” debió ser todo uno.Otro gobierno, el de Castilla y León se queja del maltrato, pero lo hace con el temor reverencial que impide levantar la voz más allá de un lamento arrastrado. Como el mal jugador de mus acostumbrado a envidar a chica a modo de consuelo tras dejarse llevar una y otra vez la grande por falta de coraje para pelearla. La comunidad autónoma con mayor superficie de Europa, más grande que Portugal, pero con densidad de población similar a Mauritania, sigue sin saber plantarse ante el gobierno de la nación para exigir el trato, no ya privilegiado sino meramente compensatorio, que necesita. Más bien todo lo contrario, salvo quejas esporádicas y planas, a modo de autoprotección, la palabra que más llena la boca de nuestros dirigentes es la de lealtad institucional. Como si eso no tuviera que ser recíproco. Como si no estuviéramos hartos a ver en nuestra región y especialmente en provincias como Zamora, que somos siempre los perdedores en cualquier reparto de fondos, o a la hora de primar el número de habitantes y no las necesidades aún pendientes de cubrir para cada uno de los ciudadanos de la comunidad.El problema de los menos poderosos no es que lo sean sino que se vendan por medio plato de lentejas a cambio de las migajas que de vez en cuando les dejan llegar. O ni siquiera se vendan, sino que se entreguen por temor al conflicto con el que es más fuerte. Solo así se puede entender que la Cataluña desleal, independentista, segregacionista, siempre beneficiada por la política española, da igual en qué régimen y bajo qué gobierno, siga llevándose la parte del león en el asalto al presupuesto común. Mientras, en regiones como la nuestra, callamos o nos lanzamos contra Madrid porque decidió defender a sus habitantes y su economía, cuando aquí nos cerrábamos y encerrábamos a la sombra. O porque crece económicamente con políticas liberales y de competitividad fiscal, dentro del orden común, mientras otros como País Vasco y Navarra nadan en la abundancia gracias a unos privilegios conservados del pasado foral y feudal o Cataluña despilfarra en chiringuitos independentistas porque al final se lo pagamos los de Sayago, Aliste y Sanabria, aunque no tengamos ni Internet.Será que son así nuestro unamuniano sentimiento trágico de la vida o nuestra pertinaz resignación. Será que mientras a otros les dan las luces nosotros nos conformamos con las sombras. O sea, que nos zurran y nos gusta.
domingo, 1 de agosto de 2021
De espaldas a los ciudadanos
La imagen del gobernante cómodamente encerrado en su torre de marfil, desde la cual observa al pueblo envuelto en sus cuitas y vicisitudes, lejos de ser un simple mito viene a representar, de manera gráfica, un comportamiento político mucho más habitual de lo que nos cuentan o de lo que la generalidad de ciudadanos perciben. Por supuesto es signo característico de las dictaduras, más cuanto más populista, o popular, se declare el régimen. Todo para el pueble pero sin el pueblo. Aunque tampoco deja de ser habitual entre los gobernantes democráticos de todo pelaje y condición.
Cuando los políticos son así, cualquier ocasión es buena para dar una vuelta más al cerrojo que los protege tras la puerta. Especialmente propicios son, sin embargo, los momentos de emergencia, como la de los últimos meses provocada por la pandemia Covid. Así lo vemos, con un comportamiento que sería perfectamente justificable o meramente anecdótico de no ser por lo generalizado y lo extendido en el tiempo. Me estoy refiriendo a la perpetuación casi insultante de la celebración de los plenos de las corporaciones locales mediante conexiones virtuales y no de manera presencial en el salón de plenos de cada una de las instituciones.
No hay ninguna razón objetiva para que los plenos de los ayuntamientos de Zamora (con alcalde de Izquierda Unida), Benavente (PSOE), Toro (con alcalde apartado del PSOE) y Diputación (con gobierno coaligado de Ciudadanos y PP) sigan sin haber vuelto a celebrarse de forma presencial mientras el conjunto de la sociedad hace muchos meses que desarrolla sus actividades, acompañadas de medidas de protección pero con criterios de normalidad.
Sí hay, al menos, tres razones subjetivas, cada una de ellas peor que la anterior, para justificar tal perpetuación en la anormalidad. El aprovechamiento para fortalecer el comportamiento despótico, que tanto gusta a alcaldes como Francisco Guarido o Luciano Huerga, de las ventajas que les otorgó la situación sanitaria para evitar el control de su acción política, es una de ellas y conlleva la limitación de la posibilidad de crítica de la oposición a la acción de gobierno. La segunda tiene que ver con la práctica eliminación de la participación directa de los ciudadanos y los representantes sociales y vecinales a la hora de poder expresar su opinión en los asuntos más conflictivos, como el caso de la irregular, y parece que ilegal, modificación de la ordenanza de la ORA en la capital para tratar de arreglar una adjudicación tan económicamente inviable como lo son la de la recogida de residuos o el mantenimiento de los jardines o lo ha sido reiteradamente la de la eterna y absurda obra del antiguo Banco de España.
Una tercera razón viene del aletargamiento de los miembros de la oposición, acomodados en el asiento institucional y más pendientes de las cuestiones de partido y su continuidad futura que de promover la defensa de los ciudadanos en esta provincia que se desangra a marchas aceleradas. Solo así se concibe que la oposición no se plante y exija que los plenos sean como tienen que ser y como son en los parlamentos nacional y autonómicos. Cierto es que no nos sorprende. Así nos luce el pelo.
domingo, 25 de julio de 2021
El espejo del alma
Desde niños atraen nuestra mirada los rostros que habitan en las nubes mecidas por el viento o en la luna que, coqueta y divertida, nos provoca. Los vemos en las hojas caídas de los árboles a nuestros pies, en las verdes laderas de los montes que como giocondas siguen nuestro paso o en las inamovibles rocas, duras y duraderas. Son caras que nos buscan desde tapas de alcantarilla, el “morro” de los coches o las fachadas de las casas.
La cara es el espejo del alma y los ojos confiesan en silencio los secretos del corazón dejó dicho San Jerónimo. Tal vez, aún sin ser conscientes de ello, nuestro deambular por la vida solo persiga un fin último, encontrar los espejos en los que reflejar nuestro propio rostro; mirar a la cara, frente a frente, el alma que llevamos dentro o la que nos envuelve y nos acoge.
Un reciente estudio científico de la Universidad de Sydney ha puesto de manifiesto que nuestro cerebro está especialmente predispuesto para identificar y analizar los rostros humanos y las emociones y gestos que en ellos se representan. Por eso recordamos las caras más que ninguna otra imagen que hayamos tenido ante nuestros ojos. Los neurocientíficos que lo han llevado a cabo han concluido significativamente que nuestro cerebro realiza ese proceso cognitivo del mismo modo y en milisegundos cuando no se trata de rostros reales, sino rostros ilusorios. "Sabemos que estos objetos no son realmente rostros, y sin embargo la percepción de una cara persiste. Acabamos teniendo algo extraño: una experiencia paralela de que es a la vez una cara convincente y un objeto.
Pareidolia facial es el nombre de este proceso de detección en el que según ya sabíamos, no solo detectamos rostros en objetos inanimados sino que les adjudicamos “atributos emocionales”. Jugamos a detectar qué hay detrás emocionalmente. “Para el cerebro, las caras, falsas o reales, se procesan de la misma manera […] Necesitamos leer la identidad de la cara y discernir su expresión”, dicen los autores. Qué es esto sino tratar de descubrir qué alma se esconde tras ese semblante, ese gesto o movimiento. Es seguro que efectuar ese proceso sobre objetos inanimados tiene menos riesgo de error. La equivocación menores consecuencias, que cuando lo llevamos a cabo ante una cara humana. También que la recompensa es infinitamente menor.
Necesitamos el racionalismo científico que nos permite ir cruzando las fronteras del conocimiento y la evolución aunque habitualmente, cuando el científico asienta un paradigma, descubre que el filósofo o el poeta llegaron antes a esa cima. Será por eso que hace cien años Chesterton escribió que hay un camino entre los ojos y el corazón que no pasa por el intelecto. Será por eso que Bécquer anticipó a mediados del XIX que “el alma que hablar puede por los ojos, también puede besar con la mirada”. Será por eso que mientras el universo se expande y mundo gira, creando el tiempo que trae nuevos rostros y almas, algunos, evanescentes, siguen mostrándose para siempre alegres y vivos en cualquier momento o lugar; o acarician, en la clara oscuridad del parpadeo.
domingo, 18 de julio de 2021
¿Prevaricación al descubierto?
domingo, 4 de julio de 2021
Buscan el choque social
domingo, 20 de junio de 2021
Ayuso y la dialéctica bidireccional
domingo, 6 de junio de 2021
Nos electrocutan
domingo, 30 de mayo de 2021
Indultos contra la ley: No
domingo, 23 de mayo de 2021
No time no space
domingo, 16 de mayo de 2021
El 15-M que no fue
El problema de los salvadores de las masas es que terminan convertidos en tiranos. De Lenin a Mussolini, de Stalin a Hitler, de Mao a Pol Pot o al Che, de Castro a Pinochet, de Franco a Chávez, los grandes conductores del pueblo -condotieros, duces, caudillos- surgen siempre de la necesidad de sus pueblos de afirmar referentes ante la inestabilidad o los problemas con los que se encuentran en algún recodo del camino de la historia. A veces, las menos, de las crisis económicas, a veces, las más, de las crisis morales o de reafirmación de la propia existencia como sociedad o nación.
Todos los citados y muchos otros a lo largo de los tiempos llegan investidos de la púrpura que emana de una especie de superioridad ética y moral a los ojos de sus pueblos y de los grupos que los respaldan y en los que se apoyan. Todos ellos no suelen ser necesariamente los más brillantes de entre los suyos -es más casi nunca lo son- pero como nos descubrió Charles Darwin al desvelarnos el camino obvio, pero hasta su llegada oculto, de la evolución de las especies y la predominancia de unas sobre otras en el reino animal, en pensamiento que recogió de Herbert Spencer: “las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio. En la lucha por la supervivencia, los más aptos ganan a expensas de sus rivales porque consiguen adaptarse mejor a su entorno.”
O aprovecharlo, diremos cuando hablamos del ecosistema político. Eso es lo que ocurrió tras el desencadenamiento muy espontáneo y multifacético de aquel 15 de mayo del que se cumplen ahora diez años. Varias veces me dejé caer por la Puerta del Sol durante aquel tiempo, no con afanes de participar en algo que no suscitaba mi adhesión pero sí mi curiosidad por lo heterogéneo de las propuestas allí postuladas aunque, en la mayoría de los casos, si bien revestidas de banderas que hablaban de libertades, anticipaban indefectiblemente caminos hacia la supresión de la única libertad que verdaderamente merece tal nombre, la libertad individual. Se salvaban del ideario de fondo totalitario algunos grupúsculos que respiraban y se alimentaban del pensamiento y la palabra de nuestro gran Agustín García Calvo con esa sabiduría plagada de escepticismo y provocación que solo atesora quien es genio y a la vez histrión, y otros como él.
Uno de mis ratos por allí fue minutos antes de acudir al Círculo de Bellas Artes a la presentación del libro de Mauricio Rojas “Pasión por la libertad” con el subtítulo “El liberalismo integral de Mario Vargas Llosa”. Este último también estaba presente y con ambos pude intercambiar unas breves palabras al respecto de lo que estaba ocurriendo solo a unos cientos de metros de allí. La conclusión poco se alejó de lo que ocurrió. Estos movimientos pronto son absorbidos por estructuras de control formadas en el comunismo que se adueñan del mensaje y la fuerza colectiva para acabar con la libertad y lograr el posicionamiento personal de quienes sin ser los mejores saben aprovecharlo. Es comunismo, lo llamaron Podemos y asaltaron los cielos para en nombre de la libertad intentar acabar con la libertad.
domingo, 9 de mayo de 2021
Ayuso o la política
Se atribuye a Napoleón Bonaparte el aforismo de que la derrota es huérfana pero la victoria tiene mil padres. El resultado de las elecciones madrileñas lo ha demostrado de nuevo a uno y otro lado del fiel de la balanza de las ideologías y las propuestas políticas.
Hoy casi nadie habla mal de Ayuso, incluidos quienes que desde filas ajenas, propias o cercanas la criticaban hasta hace solo unas semanas. La tachaban de loca e irresponsable por su línea política valiente a la hora de enfrentarse a una pandemia que, además de llevarse por delante más de cien mil vidas en el conjunto de España se va a llevar, con el decidido impulso del gobierno de la nación y la indiscutible colaboración de los gobiernos autonómicos, una parte nada despreciable de nuestra economía y cientos de miles de puestos de trabajo por cuenta ajena y de autónomos.
Así que quienes llevamos meses diciendo y escribiendo en espacios periodísticos, ámbitos de opinión política y de representación empresarial o de autónomos que por mucho que todos fueran en una dirección diferente a la de Ayuso y su equipo, eso no quería decir que ellos acertaban y ella se equivocaba, nos encontramos ahora con la avalancha de quienes tratan de apuntarse a un éxito electoral que lo único que evidencia es que, en su conjunto, los ciudadanos de la Comunidad de Madrid han tenido mejor criterio ante las urnas que los políticos que nos gobiernan en España y el resto de Comunidades Autónomas.
El triunfo de Ayuso es el de la política comprometida y liberal. El de la gestión eficaz también, pero ese es el resultado de una decisión clara y previa en favor de arriesgar con valentía su propio puesto y futuro político buscando, por el bien de su comunidad, un camino distinto al que se demostraba fallido. Aquí lo has leído, estimado lector, la salud, la prevención y la seguridad sanitaria no están reñidos con el mantenimiento de la actividad económica. Eso es así por mucho que con la colaboración por pasiva del presidente regional Fernández Mañueco, nuestro vicepresidente Igea -al que he leído, no sin bochorno por lo “peloteril” e hipócrita de su exposición, estos días en “El Confidencial”, diciendo que Madrid ha gritado libertad en contra de lo que él, en actuación antiliberal y fracasada, ha practicado aquí, sin que conste que haya dimitido aún- y nuestra consejera de sanidad, superada por los acontecimientos desde el primer momento como ha mostrado en cada rueda de prensa, se hayan empeñado como otros “lidercillos” regionales en encerrarnos lo máximo posible, no permitir la movilidad ni la actividad económica, prohibir en la práctica la hostelería o cargarse el turismo mientras criticaban y casi criminalizaban a Ayuso y los madrileños.
Ayuso y su equipo han mantenido el tipo con el respaldo de Vox y la no intromisión de la dirección nacional de su partido, a pesar de sus propios socios de gobierno de Ciudadanos ahora fulminados por las urnas, del ataque brutal e inmisericorde de la izquierda, las televisiones y buena parte de la prensa y de compañeros de partido de otras regiones. Ahí está su mérito y el reconocimiento de sus ciudadanos. El resto deberían ir aprendiendo. No lo harán.