domingo, 26 de diciembre de 2021

Otra Navidad

En Cuba, más de seiscientos presos políticos permanecen encarcelados en condiciones infrahumanas. En Venezuela, más de 250. Otros nueve mil venezolanos son sometidos arbitrariamente a medidas restrictivas de su libertad. El modelo, mucho me temo, puede extenderse en breve a otros países del área. En Corea del Norte o en China multiplicado y aumentado hasta la alienación civil completa o a la ejecución en nombre de la pureza del compromiso político con el régimen totalitario comunista de cada cual.

Los medios de comunicación internacionales pasan de soslayo sobre los datos. Apenas se asoman a esa trágica e inadmisible realidad si se produce la detención ilegal de alguien un poco conocido, si alguno de ellos muere y el régimen respectivo no consigue ocultar lo sucedido o si, como en Cuba este verano, la población local, intenta a la desesperada hacerse notar dentro y fuera del país, antes de que los escuadrones de sicarios -conocidos allí como los “motorizados”- organizados desde el régimen de partido único, sindicato único y pensamiento único siembren el terror, apaleen indiscriminadamente o disparen selectivamente contra los opositores. Antes de que los “comisarios políticos” de barrio, de calle o de casa, execrables chivatos sin más, faciliten el parte con la filiación ya no de los contrarios, sino de aquellos cuyo grado de adhesión a la asquerosa causa revolucionaria no es suficientemente firme, indiscutible y fervorosa a juicio de la rata con carné de turno.

La revista “The Economist” elabora año a año su índice de la Democracia mundial, un ranking completo de calidad democrática, previo análisis de 60 indicadores agrupados en una serie de categorías: Respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales. Libertad de asociación. Libertad de expresión y de opinión. Acceso al poder y su ejercicio de conformidad con el imperio de la ley. La celebración de elecciones periódicas, libres y justas por sufragio universal y por voto secreto como expresión de la voluntad de la población. Un sistema pluralista de partidos y organizaciones políticas. La separación de poderes. La independencia del poder judicial. La transparencia y la responsabilidad en la administración pública. Medios de comunicación libres, independientes y pluralistas. 

En el de 2021, son más de cincuenta los países considerados régimen totalitario o autoritario, entre ellos China, Corea del Norte, Cuba y Venezuela, junto a otras dictaduras comunistas y a los regímenes de teocracia islámica. Puros datos que quizás nos dejan fríos hasta que leemos que agrupan a un tercio de la población mundial o, como en el archipiélago Gulag de Solzhenitsyn pero a menor escala, vemos el testimonio de las víctimas o de sus familiares y amigos. Así que, mientras algunos horteras y no pocos sectarios se empeñan en hacernos olvidar la Navidad, en la parte del mundo que debe su cultura de libertad, respeto de los derechos humanos y de la dignidad del individuo  al humanismo cristiano y transmutarla en simples “fiestas”, quiero acordarme de aquellos, como nuestros hermanos cubanos, venezolanos a los que los sátrapas del pueblo y del bien común privan del único bien tan importante como la vida. La libertad. Feliz Navidad, amigos.

domingo, 5 de diciembre de 2021

Del teatro a las musas

  A Daniel Pérez, posibilitador de sueños y ensueños, sabiendo que muchos más de los seis de Pirandello, te esperan como autor. Mil caras tiene el alma del teatro, que es la vida.

De entre todas las razas de héroes existe una especial, la de los héroes silenciosos. Aquellos que hablan por boca de otros, que solo se manifiestan con la devoción por su trabajo; posibilitadores del lucimiento de unos y del disfrute de otros. Entre ellos, ni delante ni detrás, sino en ambos lados de la frontera de candilejas que une al actor con el espectador, el director durante treinta y cinco años, de un teatro tan pequeño, íntimo y personal como el Principal de esta ciudad rebautizada en verso -por más que muchas veces parezca haberla perdido- “del alma” por Claudio.

Desconozco si es dichosa coincidencia o feliz acierto irse con una representación de Rafael Álvarez “El Brujo”, tan alma de nuestro corral de comedias en interpretación como en canto lo es Amancio Prada. Hacerlo mientras El Brujo nos sumergía en el alma del hombre, el artista y la máscara de Valle Inclán, sugiere un simbolismo no menos espectacular que discreto. Un símbolo especular en realidad -“realidad”, qué palabra tan especial hablando de teatro-. “Son las palabras espejos mágicos donde se evocan todas las imágenes del mundo” escuchamos sobre la escena rememorando “La lámpara maravillosa” del autor al que, en el primero de estos “Espejos” míos cité, allá por 2007: “los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento”.

Leo a Francisco Nieva en un prólogo: “Porque el caso de Pirandello es el de la superteatralidad de la vida, hasta qué punto la vida es puro teatro. Basta con ponerle un marco para que cualquier realidad se teatralice y cobre una dimensión nueva. En Seis personajes en busca de autor la vida es mentira y la verdad es teatro. La realidad es una ficción de la realidad”. Daniel con su equipo han puesto el marco para cinco mil quinientas representaciones de la risa y el llanto, del duelo y del canto, del drama y la comedia. La vida misma. Y la muerte, que sin la una no se entiende la otra. Y me emocioné, sí, al abrazarlo antes de irme porque el teatro, como la vida, nos lleva en volandas por el espacio y el tiempo y porque, citando a Almudena Grandes que nos dejó hace unos días, sin admiración no hay amor. 

Querido director, doce años coincidimos en el ayuntamiento, yo en la prosa y tú en el verso. Te admiro por tu profesionalidad y por todo lo que esta ciudad te debe. Algunos sí conocemos como temporada tras temporada la calidad de la programación ha superado con creces el presupuesto con que contabas. Porque las gentes del teatro no siempre se desplazan al sonido del metal y lo que en moneda no alcanzaba a pagar el precio lo suplía el aprecio y el respeto por un teatro ejemplar que, cuatrocientos años después mantiene, como nos dijiste y a ti te dijo Lindsay Kemp, buenos espíritus. El tuyo, buscando la belleza y honrando al público es uno de ellos y si las acotaciones son el alma del teatro y el alma es inmortal, así es la huella que dejas en nuestra pequeña pero entrañable caja de sueños y ensueños.

domingo, 10 de octubre de 2021

Monte la Reina, compromiso y estrategia

En contra de lo que piensan quienes gobiernan en el ayuntamiento de Zamora -por interés electoral y prejuicios de trasnochada ideología comunista-, la llegada de dos destacamentos militares a Monte la Reina sería la mejor noticia para la provincia de Zamora. La promesa, oportunamente formulada hace más de dos años y medio por el presidente Sánchez en campaña electoral, no ha avanzado ni medio centímetro en la ejecución por parte de su gobierno. Quizás esperan, inoportunamente teniendo en cuenta la urgencia para Zamora, a la próxima campaña para prometer acelerar los pasos si el PSOE vuelve a gobernar y no hay otras prioridades territoriales.


Retraso y, al menos en apariencia, indolencia para un proyecto que, salvo las reiteradas reticencias de Izquierda Unida, cuenta con respaldo social unánime, la implicación expresa y plena de Caja Rural para su financiación a coste cero y con aportación directa y, aunque más timorata, de Diputación y Junta de Castilla y León, que también han comprometido esfuerzo financiero en una actuación que, legítimamente, correspondería ser financiada íntegramente por las arcas del gobierno de la nación. Un proyecto que supone una inyección de población con entre mil y dos mil familias que rejuvenecerán nuestra pirámide poblacional, con una renta media superior a la actual zamorana y con mayores niveles de gasto personal y familiar.


Mientras tanto, esperando el cumplimiento del compromiso, seguimos cayendo velozmente por la pendiente de la despoblación que afecta al conjunto de la provincia desde hace décadas y a la capital desde 2008 -no es superfluo recordar que hasta ese año la ciudad de Zamora ganó población año tras año y desde entonces no ha dejado de perderla-. Mientras tanto, vivimos inmersos en una acelerada y catastrófica carencia de proyectos transformadores, de inversión y desarrollo. Mientras tanto, la acción política en defensa de lo zamorano se ha trasladado por los grandes partidos a ver cuál es el que más rápido consigue ubicar a sus líderes provinciales a cientos de kilómetros de los problemas que nos desecan, agobian y agotan. 


En lo económico lo peor de la demora ya lo estamos sufriendo. En lo social y lo político viene ahora, cuando el ambiente preelectoral tiende a distorsionarlo todo en una carrera por el aprovechamiento en las urnas. Tal vez, cuando hoy domingo se publique esta columna, ya sabremos qué fuegos de artificio presupuestario nos anuncian los socialistas zamoranos para el próximo año sin que ello nos asegure el verdadero compromiso de ejecución. También sabemos ya cómo, acompañados por el alcalde de Toro, presidente y vicepresidente de la Diputación, en explosión de fervor patriótico de sobremesa, sobre la marcha y de manera imprevista, desde las puertas del Ministerio de Defensa y sin solicitar reunión, parece que nos han convocado -no lo tengo claro, pero si es así por supuesto que estaré por Monte la Reina y por Zamora- a manifestarnos el próximo viernes. La mala noticia ante un asunto de tan radical trascendencia para nuestra provincia es que lo que más destacado sea la debilidad del compromiso y la estrategia institucional y política. A tiempo estamos, no obstante, de enmendarlo.


domingo, 3 de octubre de 2021

¿Pedir perdón?

En cierta ocasión, hará unos seis o siete años, en una comida de trabajo en Bogotá, ya en el momento de hablar de asuntos no profesionales, uno de los participantes, de nombre José Omar, me lanzó en un dardo, menos amable que envenenado, la diatriba ahora tan común del indigenismo. El mal que “ustedes los españoles” habíamos causado a su continente con el descubrimiento, conquista y colonización. El exterminio de la población indígena por la codicia de los españoles, las enfermedades que les llevamos allí y para las que sus cuerpos no tenían defensas. Cómo habíamos esquilmado sus recursos minerales y los habíamos empobrecido y, en definitiva, sin atreverse a decirlo, dando a entender que cómo habíamos convertido el paraíso precolombino en un continente de miseria.

Pese a la incomodidad del resto de quienes compartían mesa y mantel, todos ellos colombianos del mundo de la empresa y la economía, esperé paciente a que terminara su argumentación contra los demoníacos españoles del siglo dieciséis. Cuando concluyó, en tono de broma, le contesté que antes de ir a Colombia por primera vez me había molestado en revisar mi árbol genealógico, remontándome hasta los tiempos de la llegada a América de Colón y no había encontrado ningún antepasado mío que hubiera salido del territorio patrio por lo que yo era el primero en ir, obviamente lo contrario de lo que ocurría en su caso dado que había nacido allí, con apellidos indudablemente españoles. Para su sorpresa, añadí que de tener que disculparse alguien por los excesos o crímenes cometidos con los indígenas y con la memoria de los pueblos precolombinos, era él como colombiano, descendiente de los criollos que se separaron de España y no yo como español.

José Omar no es alguien sin formación. Ejerce como profesor universitario y participa en política y movimientos sociales. Pero cayó en el tópico tan manido de la leyenda negra que los anglosajones han extendido sobre lo español y que tan absurdamente  y sin apenas discusión hemos interiorizado los propios españoles. 

Ahora que se derriban las estatuas de Colón o se injuria a Isabel la Católica mientras se sigue admirando la figura de los que en el norte protagonizaron la conquista del Oeste. Que el presidente mexicano, olvidándose de dónde proviene él y del resto de tribus que ayudaron a Cortés en la liberación de México, de la opresión de los genocidas aztecas se empeña en que desde Europa nos arrodillemos para pedirle perdón. Que hasta el Papa se olvida de que a diferencia de los sajones, los católicos españoles llevaron a América la civilización, la religión, las primeras muestras del derecho internacional o “ius gentium”, el mestizaje y la defensa del indígena como titular de derechos humanos. Ahora precisamente es cuando debemos recordar que los españoles de los que ellos son descendientes y de los que nosotros debemos estar orgullosos, construían universidades abiertas a todos, daban la consideración de iguales a los nativos de aquellas tierras y permitían el matrimonio entre razas, cosas tan sencillas pero a las que en otras latitudes tardaron aún siglos en llegar.

domingo, 26 de septiembre de 2021

El lobo, el hombre y el medio natural

El campo no es del lobo, ni de los ecologistas de salón y sofá de las grandes ciudades, tampoco de unos cuantos burócratas que desde Madrid deciden que el ámbito rural no es de quienes lo habitan y se empeñan en enfrentar el medio ambiente con los habitantes que han permitido que llegue hasta hoy. 

Vienen estos sabios, nuevos sacerdotes del dogma natural, profetas del antiprogreso para los demás, a enseñarnos a los habitantes de los casi prehistóricos entornos rurales y naturales de Sayago, Aliste o Sanabria, lo que es la sostenibilidad, la preservación del medio y la coexistencia hombre-naturaleza. Y como es la forma más cómoda de hacerlo vienen con prohibiciones de aquello que siempre se ha hecho de forma moderada en esos ámbitos. No se hace un plan de inversión económica que transforme el campo de nuestra provincia y lo encamine hacia la mejora de las condiciones de vida de los zamoranos de esas zonas. Tampoco se invierte para compensar por anticipado los perjuicios que cualquier medida proteccionista de las especies animales vaya a suponer para los habitantes. Ni siquiera las administraciones dejan de ser mezquinas, insultantemente lentas y cicateras a la hora de indemnizar a posteriori por los daños ocasionados por la fauna silvestre 

Zamora será rural o dejará de existir, en la dinámica destructiva acelerada en la que llevamos ya demasiado tiempo. En esta ocasión es el gobierno central con su norma contra el hombre y la ganadería tradicional en nuestros pueblos, de preservación indiscriminada del lobo, que expande sus territorios al norte y al sur del Duero. En otra ocasión tuve oportunidad de recriminar esto mismo a responsables del gobierno autonómico con motivo de la redacción y tramitación del PORN (el acrónimo también es un tanto obsceno) del Lago de Sanabria. 

Sin posibilidad de explotación de los recursos agrarios, ganaderos, forestales, silvestres y cinegéticos, convertimos al medio en enemigo de sus pobladores y terminaremos haciendo que los habitantes de esos territorios no solo dejen de proteger su entorno, como generación tras generación han venido haciendo, sino que lo perciban como una amenaza para su propia supervivencia. Desesperante y dramático es tener que recordar una y otra vez esto desde Zamora a las administraciones y a los políticos que en ellas nos representan -por decir algo- aunque cada vez lo parezca menos-, a los que vemos más pendientes de las órdenes que les dan sus jefes en Madrid o Valladolid que de la necesidad de futuro para nuestros hombres y mujeres -y sus hijos y nietos- del campo y la ciudad.

Las organizaciones agrarias y ganaderas ASAJA, UPA, COAG, vienen clamando unánimemente en el desierto de la indiferencia. También muchos alcaldes y concejales. Todo lo bueno que tiene la preservación de la naturaleza pierde su sentido si lo hacemos enfrentándolo a quienes en ella viven. Hay que estar con ellos. Defendiendo lo nuestro y lo de nuestros hijos. Por Zamora y los zamoranos, luchemos.


domingo, 19 de septiembre de 2021

La prensa. Impresión o traición

¿Por qué tenemos la impresión de que los medios de comunicación miden demasiado el alcance de la información que nos dan? ¿Por qué la tenemos de que nos tratan como a débiles mentales con los que hay que tener tanta prudencia, como si fuéramos preadolescentes fácilmente influenciables, y no capacitados para asumir la realidad?¿Por qué pensamos que en función de la orientación ideológica, perfectamente marcada, de los grandes medios, toda la información que a través de ellos recibamos va a estar embadurnada por ese mismo sesgo ideológico?¿Por qué tenemos la sensación de que la trascendental línea divisoria entre información y opinión es cada vez más fina, más endeble, más permeable?¿Por qué existen temas de los que, todos a una, los medios han decidido no hablar o datos concretos que terminan destacando por el hueco que su omisión deja en la página periodística o el reportaje radiofónico o televisivo?¿Por qué cuando abrimos un determinado periódico casi sabemos por adelantado cómo nos van a contar unas u otras noticias? ¿Por qué un periodista -que no un columnista, aunque éste tampoco- que trabaja en un medio “de la izquierda” o “de la derecha” es casi imposible metafísicamente que un día pueda entrar a trabajar en un medio de tendencia opuesta? 

¿Tal vez hemos dejado atrás de manera definitiva la edad de la inocencia? ¿O, por el contrario, hemos entrado -tan de lleno que no siempre nos damos cuenta-, en una nueva edad de la inocencia, derivada del atontamiento y la extension de la nueva ignorancia gracias a la sobreabundancia de fuentes informativas tan accesibles, tan inmediatas y tan omnipresentes como las que ahora abundan?¿Por qué tantos, y no siempre los más tontos, prefieren ya informarse a través de un “amateur”, un “influencer” o un perfil anónimo de las redes sociales, que hacerlo acudiendo al periódico, al noticiario o al telediario?¿Por qué quienes no acreditan sus fuentes poseen más crédito ante muchos ciudadanos que quienes acuden acreditados a cubrir periodísticamente cualquier acontecimiento con relevancia informativa?

¿Qué estamos haciendo mal como sociedad y como medios de comunicación; como ese cuarto poder, imprescindible para la libertad y la justicia,? ¿Tendrá que ver con que como apenas se venden periódicos o se ven los programas no bazofia de las televisiones y como la economía está fundida y las empresas bastante tienen con sobrevivir, la facturación publicitaria se ha desplomado, las empresas de medios han de seguir saliendo a diario solo gracias al dinero de las instituciones públicas o de los más poderosos conglomerados empresariales?¿Y qué tiene esto que ver con que de algunos detenidos o investigados  nos cuenten hasta la marca de su ropa interior y de otros ni tengamos noticias? ¿O con que se omita sistemáticamente la nacionalidad de los autores de determinados hechos delictivos como violaciones o agresiones en la vía pública que antes apenas existían y van siendo ya el pan nuestro de cada día? ¿O con que, con la moda actual, se titule de manera excesiva y sobre-actuada? 

Todo pueden ser falsas impresiones, pero si no lo son, ¿no suena demasiado a una gran traición social por parte de empresas y periodistas? 

domingo, 12 de septiembre de 2021

11-S. La civilización no es irreversible

Cuando el presidente Zapatero intervino, en septiembre de 2004 en Nueva York, ante la Asamblea General de la ONU para defender la Alianza de Civilizaciones que apadrinaba de la mano del presidente turco Erdogan -por aquel entonces de apariencia moderado y diecisiete años después islamista e islamizante declarado- la isla de Manhattan, epicentro mundial del modelo democrático, abierto y liberal, aún respiraba el polvo de la destrucción y la muerte que tres años antes había provocado el terrorismo islámico con su atentado contra las Torres Gemelas, contra Occidente, contra la civilización; en nombre de la barbarie de los talibanes afganos, del islamismo radical, de la interpretación más “pura” del Corán.

Eran poco más de las tres de la tarde en España del 11 de septiembre de 2001. Aún estaba en mi despacho del Ayuntamiento de Zamora. Creo que fue el policía municipal que ese día custodiaba la sede municipal, quien subió a darme la noticia que estaba escuchando en la radio. Me conecté a Internet, también a la radio. Todo era confuso en aquellos primeros minutos hasta que al primer avión lo siguió un segundo, que ya vimos en directo. Luego otros en distintos puntos de Estados Unidos. Salí rumbo a casa, no sin antes comentar con él la expectación y el temor ante lo que estuviera por llegar y a la reacción americana.

Aquel día descubrimos -redescubrimos más bien- que el proceso de civilización no es irreversible y que el avance sobre la flecha del tiempo hacia valores más humanos y humanísticos se puede truncar si, como Gibbon nos narra referido a la antigua Roma en su “Historia de la decadencia y caída del Imperio romano”, la civilización se debilita desde dentro, la sociedad se acomoda, se corrompe, baja los brazos y deja de defender la esencia de los principios que le han permitido alcanzar aquello que ha conseguido ser y que el bárbaro envidia y odia por igual, que anhela conquistar para a continuación destruirlo.

Veinte años después, como ya empezó a suceder en los días siguientes a los salvajes atentados, no son pocos quienes en Occidente, sobre todo en la acobardada Europa, se empeñan en buscar causas legitimadoras al terrorismo, a la intolerancia, a la incivilizada barbarie. O a poner en el mismo plano, como si fueran modelos de civilización equivalentes, a quienes hemos construido la democracia, propugnamos la defensa de la dignidad, la igualdad y los derechos humanos, ensalzamos la cultura, la ciencia y el conocimiento y respetamos a quien profesa cualquier religión o a quien no profesa ninguna y a quienes siguiendo su libro y a su Dios vengador quieren destruir el arte, prohibir la música, hacer desaparecer de la vista a la mujer salvo para su uso personal y sojuzgado por el hombre o colgar a los no heterosexuales.

El proceso de civilización es único, solo admite avanzar o retroceder y el avance ni es fácil, ni se logra por la inercia cuando hay fuerzas tan empeñadas en que saltemos hacia atrás. El premier británico Tony Blair matizó que lo que de verdad necesitamos es una alianza de civilizados.

domingo, 5 de septiembre de 2021

Seis años sin alcalde, parece ser

Tal vez alguien sepa quién lleva siendo alcalde de Zamora desde junio de 2015, vamos, los últimos seis años y casi tres meses. Yo pensaba que era Francisco Guarido pero parece ser que no. Ni él, ni los que yo pensaba sus concejales. De todas formas, quizá mi búsqueda resulte estéril. No porque no sea capaz de encontrar e identificar quién es el primer edil de la capital, sino porque puede ser que el cargo esté vacante. Y no, tampoco lo digo porque las horas de dedicación al Ayuntamiento sean más bien escasas en comparación con otras épocas o con lo que una ciudad de más de sesenta mil habitantes parezca requerir o porque no se conozca que en seis años haya hecho desplazamiento alguno para reivindicar o pelear en otras administraciones los recursos que Zamora necesita para la ejecución de proyectos que tampoco se empiezan o se dan terminados.

Te imaginas qué pasaría, tú que eres encargado de una cafetería, de una tienda, de un taller o de un almacén, si un proveedor te emite facturas que no coinciden con los albaranes o albaranes que no coinciden con lo realmente entregado; que las diferencias son abismales y que esto ocurre a lo largo de los seis años que llevas de encargado. Y cuando salta vas y le dices a quien te ha contratado y paga tu sueldo, que bueno sí, que estás tratando de averiguar que ha ocurrido y que pedirás cuentas a los empleados que dependen de ti.

O te imaginas que tú, que eres dueño o administrador de una empresa, grande, mediana o pequeña, crees que tienes un desfalco o un error en el mayor contrato que gestionas, y que es de un porcentaje relevante del importe del mismo, lo que supone millones de euros, y que además se viene produciendo desde hace seis años. Y entonces le dices a tus accionistas, socios o al inspector de hacienda que ha venido a verte que tú no tienes nada que ver con eso y que son tus empleados los que van a tener que responder.

En ambos casos, a continuación puedes añadir que aunque esto es de hace seis años, ya lo estás corrigiendo, porque hace cinco o seis meses has dejado de pagar a tu proveedor; pero que si sus empleados no cobran el sueldo porque él no puede pagárselo, que estén tranquilos, que lo pagarás tú. 

Puede que te parezca absurdo. Pues parecida es la milonga que nos ha querido colocar el alcalde Guarido con respecto a su gestión del contrato de recogida de basuras y limpieza viaria de la ciudad, que lleva seis años (los mismos que su mandato), caducado y sin renovar. Pero sabes qué ocurre, amigo lector, que además lo de Guarido en este asunto no es como lo ha contando cuando no le ha quedado más remedio que pronunciarse. Es más grave, con detalles más complejos y con implicaciones muy serias. De modo que pronto veremos si había o no había alcalde en la toma de las decisiones adoptadas durante estos seis años. 


domingo, 29 de agosto de 2021

La democracia aparcada de Guarido

Nunca como hasta este mandato habíamos escuchado, además de forma tan reiterativa, a un alcalde basar el argumento fundamental para rechazar cualquier crítica a su gestión en que los ciudadanos le otorgaron hace dos años la mayoría absoluta. Ningún alcalde tuvo la desfachatez de responderle a Guarido cuando estaba en la oposición en esos términos y no es que fuera poco el tiempo que estuvo quien lleva estos últimos 6 años rigiendo los destinos de la capital tras convertir la política en su medio de vida desde hace décadas. Ningún alcalde se permitió antes -ni permitió a sus concejales- decirle a los ciudadanos que como éstos le dieron esa mayoría absoluta lo que tienen que hacer es callar y aplaudir. Que en eso consiste la democracia según su doctrina social y personal.

El comportamiento se repite cada vez que alguien desde la oposición municipal critica; cada vez que algún funcionario advierte de ilegalidad en las actuaciones; cada vez que algún representante de los agentes sociales o vecinales pide diálogo ante decisiones controvertidas y cada vez que los vecinos de Zamora, individualmente o de forma colectiva, le piden que desista de algún proyecto o cambie alguna pretensión del equipo de gobierno municipal. Para Guarido, y lo manifiesta con claridad  -lo cual al menos es de agradecer- y contundencia, el diálogo de la sociedad con su regidor debe limitarse al encuentro cada cuatro años a través de las urnas. Y si alguien se atreve a decirle que eso le parece escaso y no democrático probablemente en su fuero interno pensará “no sé de qué os quejáis, si hace no tanto aceptabais a un dirigente con el que el diálogo se hizo esperar cuarenta años”.

Por poner solo el último ejemplo, esa está siendo la única respuesta que reciben los vecinos de Zamora que se oponen a la extensión de la regulación para el cobro del aparcamiento a zonas no contempladas en el contrato con la concesionaria, en las que no parece que se cumplan los requisitos para los cuales nace la O.R.A. y contra la que se han manifestado masivamente en contra los vecinos de la zona, los representantes vecinales de todos los barrios de Zamora y los más de dos mil zamoranos que lo han ratificado con su firma.

Sin entrar en este momento al detalle de si esa ampliación tiene algún sentido más allá de tratar de arreglar económicamente otro contrato mal adjudicado (y van… todos), si hay un puesto político que no se concibe sin el diálogo permanente entre el político y la sociedad a la que representa es el de alcalde. La administración más cercana al ciudadano y la más suya -hasta en el propio nombre, que etimológicamente significa “acción y efecto de reunirse”- es el ayuntamiento. Así que señor Guarido, reúnase con los vecinos, pise la calle, trabaje un poco más por el progreso de una ciudad ahora mismo más abandonada de lo que lo haya estado en décadas y, aunque eso le haga ser menos franco con sus convicciones, abra la Casa de las Panaderas al diálogo y al debate. Por el bien de Zamora y los zamoranos.


domingo, 22 de agosto de 2021

Talibanes de aquí

Reproduzco algunos comentarios leídos en los últimos días en redes sociales: “Soy feminista, no soy detractora del hombre para nada, soy defensora de los derechos de la mujer, que es diferente” (frase que en el perfil “Justicia Divina” se atribuye a Rocío Jurado). “Si te igualan la violación al piropo, cómo no van a igualar el burka a poner pendientes” (perfil “mescojono”). “Una de estas dos civilizaciones tiene un machismo real, brutal, generalizado y sin oposición, que aterroriza a la mujer. En el otro existe una oposición enorme e institucional hacia un presunto machismo que no existe pero sirve para que muchos y muchas vivan del cuento” (nombre del perfil, “Capitán Bitcoin” y añade dos fotos, en la primera una pareja occidental, la mujer subida a la espalda del hombre y abrazada a él mientras ambos ríen cómplices; en la segunda varias mujeres musulmanas vestidas completamente con yihab negro solo con franja para los ojos, las muñecas atadas y unidas por una cuerda que sujeta un hombre).

Las redes sociales, mucho menos los perfiles anónimos, no representan los mejores criterios de autoridad pero, por la libertad con que pueden expresarse, sirven para poner el foco en aquellos aspectos en que la mortal corrección política no se atreve pese a estar en el día a día del pensamiento de la gente. Y si hay dos ámbitos en los que estamos llegando a los límites máximos del absurdo son el de la falacia del “encuentro intercultural” que en realidad, en esta como en otras ocasiones, es el encuentro entre distintas etapas del proceso de civilización y humanización por el que la especie humana va avanzando desde nuestra aparición sobre la tierra y el del proceso social y cultural de equiparación en derechos, libertades y autonomía de la mujer con respecto al hombre. Esto es, que lo que la naturaleza crea igual, lo sea también socialmente.

La derrota de la civilización ante la barbarie, por coyuntural que ésta sea, que supone el control de Afganistán por los islamistas talibanes ha puesto sobre la mesa la gran contradicción de quienes utilizan la lente de aumento para agrandar hasta el esperpento aquellos aspectos en que en Occidente y en España misma, la equiparación en derechos y oportunidades no es aún total entre hombres y mujeres. Ahí caen en la intolerancia, el ridículo y la exageración sin límites, tetas al aire, “performances” sangrientas para llamar asesino al hombre; a todos los hombres, por el hecho de serlo e invención de neolenguas con el que distinguirse como la raza aria de un feminismo que ya no es defensa de la mujer sino otra cosa. 

Cuando por el contrario ponen la lente reductora en las abismales diferencias entre hombres y mujeres, entre musulmanes e infieles, entre barbarie y civilización o se callan o incluso alaban supuestas bondades de los moderados que matan menos o esclavizan más confortablemente, demuestran su fanatismo e intolerancia de progresistas de pacotilla, de igualitaristas de carnet, que ponen su servidumbre a la secta del pensamiento totalitario por delante del respeto a los derechos humanos, comenzando por el derecho a la vida, a la libertad y a la dignidad personal, nazcas con el sexo que nazcas, habites en el lugar del planeta que habites, practiques o no la religión que te dé la gana. 


domingo, 15 de agosto de 2021

Cincuenta sombras

Dice el delegado del Gobierno de España en Castilla y León que tenemos que darnos con un canto en los dientes los castellano-leoneses porque nos van a otorgar más de cincuenta millones para mejorar nuestras telecomunicaciones y así reducir las zonas de sombra en el acceso a Internet. Y a eso lo llama discriminación positiva. En la misma mañana en que se aprobaban 1.700 millones de Euros para mejorar otras comunicaciones con la ampliación del aeropuerto de El Prat en Barcelona, alguien debió retar al delegado gubernamental a ver si era capaz de convertir las migajas insultantes en “discriminación positiva”. Recibir el reto y decir “sujétame el cubata” debió ser todo uno.

Otro gobierno, el de Castilla y León se queja del maltrato, pero lo hace con el temor reverencial que impide levantar la voz más allá de un lamento arrastrado. Como el mal jugador de mus acostumbrado a envidar a chica a modo de consuelo tras dejarse llevar una y otra vez la grande por falta de coraje para pelearla. La comunidad autónoma con mayor superficie de Europa, más grande que Portugal, pero con densidad de población similar a Mauritania, sigue sin saber plantarse ante el gobierno de la nación para exigir el trato, no ya privilegiado sino meramente compensatorio, que necesita. Más bien todo lo contrario, salvo quejas esporádicas y planas, a modo de autoprotección, la palabra que más llena la boca de nuestros dirigentes es la de lealtad institucional. Como si eso no tuviera que ser recíproco. Como si no estuviéramos hartos a ver en nuestra región y especialmente en provincias como Zamora, que somos siempre los perdedores en cualquier reparto de fondos, o a la hora de primar el número de habitantes y no las necesidades aún pendientes de cubrir para cada uno de los ciudadanos de la comunidad.

El problema de los menos poderosos no es que lo sean sino que se vendan por medio plato de lentejas a cambio de las migajas que de vez en cuando les dejan llegar. O ni siquiera se vendan, sino que se entreguen por temor al conflicto con el que es más fuerte. Solo así se puede entender que la Cataluña desleal, independentista, segregacionista, siempre beneficiada por la política española, da igual en qué régimen y bajo qué gobierno, siga llevándose la parte del león en el asalto al presupuesto común. Mientras, en regiones como la nuestra, callamos o nos lanzamos contra Madrid porque decidió defender a sus habitantes y su economía, cuando aquí nos cerrábamos y encerrábamos a la sombra. O porque crece económicamente con políticas liberales y de competitividad fiscal, dentro del orden común, mientras otros como País Vasco y Navarra nadan en la abundancia gracias a unos privilegios conservados del pasado foral y feudal o Cataluña despilfarra en chiringuitos independentistas porque al final se lo pagamos los de Sayago, Aliste y Sanabria, aunque no tengamos ni Internet.

Será que son así nuestro unamuniano sentimiento trágico de la vida o nuestra pertinaz resignación. Será que mientras a otros les dan las luces nosotros nos conformamos con las sombras. O sea, que nos zurran y nos gusta.


domingo, 1 de agosto de 2021

De espaldas a los ciudadanos

La imagen del gobernante cómodamente encerrado en su torre de marfil, desde la cual observa al pueblo envuelto en sus cuitas y vicisitudes, lejos de ser un simple mito viene a representar, de manera gráfica, un comportamiento político mucho más habitual de lo que nos cuentan o de lo que la generalidad de ciudadanos perciben. Por supuesto es signo característico de las dictaduras, más cuanto más populista, o popular, se declare el régimen. Todo para el pueble pero sin el pueblo. Aunque tampoco deja de ser habitual entre los gobernantes democráticos de todo pelaje y condición.


Cuando los políticos son así, cualquier ocasión es buena para dar una vuelta más al cerrojo que los protege tras la puerta. Especialmente propicios son, sin embargo, los momentos de emergencia, como la de los últimos meses provocada por la pandemia Covid. Así lo vemos, con un comportamiento que sería perfectamente justificable o meramente anecdótico de no ser por lo generalizado y lo extendido en el tiempo. Me estoy refiriendo a la perpetuación casi insultante de la celebración de los plenos de las corporaciones locales mediante conexiones virtuales y no de manera presencial en el salón de plenos de cada una de las instituciones.


No hay ninguna razón objetiva para que los plenos de los ayuntamientos de Zamora (con alcalde de Izquierda Unida), Benavente (PSOE), Toro (con alcalde apartado del PSOE) y Diputación (con gobierno coaligado de Ciudadanos y PP) sigan sin haber vuelto a celebrarse de forma presencial mientras el conjunto de la sociedad hace muchos meses que desarrolla sus actividades, acompañadas de medidas de protección pero con criterios de normalidad.


Sí hay, al menos, tres razones subjetivas, cada una de ellas peor que la anterior, para justificar tal perpetuación en la anormalidad. El aprovechamiento para fortalecer el comportamiento despótico, que tanto gusta a alcaldes como Francisco Guarido o Luciano Huerga, de las ventajas que les otorgó la situación sanitaria para evitar el control de su acción política, es una de ellas y conlleva la limitación de la posibilidad de crítica de la oposición a la acción de gobierno. La segunda tiene que ver con la práctica eliminación de la participación directa de los ciudadanos y los representantes sociales y vecinales a la hora de poder expresar su opinión en los asuntos más conflictivos, como el caso de la irregular, y parece que ilegal, modificación de la ordenanza de la ORA en la capital para tratar de arreglar una adjudicación tan económicamente inviable como lo son la de la recogida de residuos o el mantenimiento de los jardines o lo ha sido reiteradamente la de la eterna y absurda obra del antiguo Banco de España.


Una tercera razón viene del aletargamiento de los miembros de la oposición, acomodados en el asiento institucional y más pendientes de las cuestiones de partido y su continuidad futura que de promover la defensa de los ciudadanos en esta provincia que se desangra a marchas aceleradas. Solo así se concibe que la oposición no se plante y exija que los plenos sean como tienen que ser y como son en los parlamentos nacional y autonómicos. Cierto es que no nos sorprende. Así nos luce el pelo. 


domingo, 25 de julio de 2021

El espejo del alma

Desde niños atraen nuestra mirada los rostros que habitan en las nubes mecidas por el viento o en la luna que, coqueta y divertida, nos provoca. Los vemos en las hojas caídas de los árboles a nuestros pies, en las verdes laderas de los montes que como giocondas siguen nuestro paso o en las inamovibles rocas, duras y duraderas. Son caras que nos buscan desde tapas de alcantarilla, el “morro” de los coches o las fachadas de las casas. 


La cara es el espejo del alma y los ojos confiesan en silencio los secretos del corazón dejó dicho San Jerónimo. Tal vez, aún sin ser conscientes de ello, nuestro deambular por la vida solo persiga un fin último, encontrar los espejos en los que reflejar nuestro propio rostro; mirar a la cara, frente a frente, el alma que llevamos dentro o la que nos envuelve y nos acoge. 


Un reciente estudio científico de la Universidad de Sydney ha puesto de manifiesto que nuestro cerebro está especialmente predispuesto para identificar y analizar los rostros humanos y las emociones y gestos que en ellos se representan. Por eso recordamos las caras más que ninguna otra imagen que hayamos tenido ante nuestros ojos. Los neurocientíficos que lo han llevado a cabo han concluido significativamente que nuestro cerebro realiza ese proceso cognitivo del mismo modo y en milisegundos cuando no se trata de rostros reales, sino rostros ilusorios. "Sabemos que estos objetos no son realmente rostros, y sin embargo la percepción de una cara persiste. Acabamos teniendo algo extraño: una experiencia paralela de que es a la vez una cara convincente y un objeto. 


Pareidolia facial es el nombre de este proceso de detección en el que según ya sabíamos, no solo detectamos rostros en objetos inanimados sino que les adjudicamos “atributos emocionales”. Jugamos a detectar qué hay detrás emocionalmente. “Para el cerebro, las caras, falsas o reales, se procesan de la misma manera […] Necesitamos leer la identidad de la cara y discernir su expresión”, dicen los autores. Qué es esto sino tratar de descubrir qué alma se esconde tras ese semblante, ese gesto o movimiento. Es seguro que efectuar ese proceso sobre objetos inanimados tiene menos riesgo de error. La equivocación menores consecuencias, que cuando lo llevamos a cabo ante una cara humana. También que la recompensa es infinitamente menor. 


Necesitamos el racionalismo científico que nos permite ir cruzando las fronteras del conocimiento y la evolución aunque habitualmente, cuando el científico asienta un paradigma, descubre que el filósofo o el poeta llegaron antes a esa cima. Será por eso que hace cien años Chesterton escribió que hay un camino entre los ojos y el corazón que no pasa por el intelecto. Será por eso que Bécquer anticipó a mediados del XIX que “el alma que hablar puede por los ojos, también puede besar con la mirada”. Será por eso que mientras el universo se expande y mundo gira, creando el tiempo que trae nuevos rostros y almas, algunos, evanescentes, siguen mostrándose para siempre alegres y vivos en cualquier momento o lugar; o acarician, en la clara oscuridad del parpadeo.


domingo, 18 de julio de 2021

¿Prevaricación al descubierto?

Se supone que aceptamos que las leyes están para cumplirse y los tribunales para interpretarlas y aplicarlas cuando existe conflicto o discrepancia. Se supone que admitimos que el Tribunal Constitucional, con sus mejores aciertos y sus peores errores, es el encargado de decirnos -por su tardanza en tomar las decisiones, más hacia el futuro que hacia el presente-, cuándo una norma adoptada por el legislativo o el ejecutivo, es acorde o discordante con el texto y el espíritu de nuestra Constitución.

Se supone que todos sabemos que en nuestro régimen democrático es el acuerdo constitucional vigente el que establece el marco en el cual se desarrolla nuestra convivencia. Y se supone que aunque discrepemos en aspectos puntuales, todos entendemos que la Constitución es barrera infranqueable a la hora de la actuación de los poderes del Estado. Se llama Estado de derecho y seguridad jurídica frente a la arbitrariedad del gobernante que rige en los regímenes totalitarios. 

Da una tremenda pereza tener que reiterar estas obviedades y más en una nación en la que antes de la Constitución vigente lo que había era dictadura y no democracia. Pero hete aquí que ahora hay quienes, desde insospechadas tribunas políticas, gubernamentales y mediáticas, letrados acomodaticios unos y legión de iletrados otros, nos dicen que por una emergencia sanitaria -ante la que, por otro lado, no es que se actuara con la emergencia que ahora reclaman-, el Tribunal Constitucional y el conjunto de los ciudadanos debemos comulgar con ruedas de molino y tolerar una inadecuada e injusta privación de uno de nuestros derechos fundamentales básicos, el derecho a movernos libremente por el territorio nacional del que somos soberanos.

El gobierno de la nación lo sabía desde el primer día -exactamente igual que el gobierno de Castilla y León lo sabía cuando ilegalmente nos restringió hace unos meses más allá incluso de lo que aquél había permitido con su norma-. Existían informes y advertencias jurídicas suficientes que acreditaban que lo que se pretendía decretar cabía en un estado de excepción y no en el de alarma. Dos figuras que contempla el mismo artículo 116 de la Constitución, pero con características diferentes. Básicamente mucha más libertad de acción para el gobierno en el estado de alarma, con ausencia en la práctica de control parlamentario por preverse para emergencias limitadas a partes concretas del territorio y durante un periodo de tiempo muy corto, frente al permanente control del parlamento en el caso del estado de excepción que, por preverse para emergencias que afecten al conjunto del territorio, más duraderas en el tiempo o de especial gravedad, exigen que el control parlamentario, es decir, de la representación de la soberanía nacional sea permanente sobre la acción del gobierno.

Hay otra diferencia, esta no jurídica pero de peso en este país que algunos tratan de idiotizar más cada vez. Sánchez y los independentistas querían que alarma nos sonara a bomberos, ambulancias y aplausos desde el balcón mientras que excepción a ellos y a sus votantes más montaraces les sonaba a franquismo. Así que, la manta a la cabeza y a prevaricar contra tus derechos y los míos, españolito de a pie. Y no dimiten, claro.

domingo, 4 de julio de 2021

Buscan el choque social

Buscan el enfrentamiento social, la ruptura de los nexos que garantizan la convivencia en paz y en libertad, esto es, en democracia. Palabra esta en la que se envuelven, adjetivándola siempre como real, popular, verdadera… Síntoma inequívoco de que la detestan, la temen y tratarán de eliminarla si el destino deja en sus manos tal posibilidad. Son los pregoneros de la nueva izquierda, que ya no es como hace unos años, la izquierda moderada, la socialdemocracia protectora y defensora de la ampliación del “Estado del bienestar”, esa forma de organización social surgida en las sociedades liberales occidentales como desarrollo natural del modelo capitalista en una civilización inspirada por la ilustración, el conocimiento y el humanismo.

La nueva izquierda actual es la de los apologetas del viejo y rancio comunismo, fracasado siempre que se ha puesto en práctica, derrotado por el deseo, connatural a la especie humana, de libertad. Expulsado como modo de organización social por el derecho, consustancial a nuestra inteligencia, a hacer valer el libre albedrío siempre que ello no atente contra el derecho de los demás. La nueva izquierda es tan vieja y está moralmente tan carcomida que sabe, sin ninguna duda, que nunca por la vía del devenir ordinario podrán obtener el respaldo suficientemente mayoritario en las urnas, salvo en situaciones tan convulsas como las que llevaron al socialista (luego fascista) Mussolini y al nacionalsocialista Hitler al poder hace casi cien años.

La nueva izquierda bebe en las fuentes iniciales de Lenin y los bolcheviques, que no se levantaron contra el zar de Rusia sino contra la Duma, la asamblea democrática con representación ideológica amplia y diversa que debía conducir a la Rusia de 1917 de la tiranía zarista a un régimen económica y democráticamente homologable con el resto de Europa. Los bolcheviques, entre los cuales era prácticamente imposible encontrar  -como un obrero e Podemos o Izquierda Unida- un proletario, ese “lumpen” al que se refería con profundo desprecio el acomodado Lenin, eran minoría.

La izquierda actual ideológicamente dominante en España y que arrastra al resto, incluida a la oficialidad socialista manejada por Pedro Sánchez, sabe que ha llegado al máximo que las urnas le van a otorgar en un sistema democrático moderno. Son malos, no idiotas, y como hicieron en Venezuela, como están intentando en Perú, en Colombia, Chile, Bolivia y otros países de la mano del Foro de Sao Paulo y con la colaboración infame de gente como el ex-presidente Zapatero, son conscientes de que el poder absoluto que necesitan para imponerse puede venir solo de la ruptura social mediante el enfrentamiento bipolar entre “pobres y ricos”, “inmigrantes y nacionales”, “hombres y mujeres”, “feministas clásicas y movimientos trans”. De la quiebra de las instituciones sociales que dan estabilidad y sustento ante la crisis económica como la familia y las relaciones paterno-filiales. De la presión hasta la deformación de las instituciones políticas y judiciales.  Del hambre y del caos.

Hace muy poco tiempo era impensable escribir en estos términos. Hoy no. Me enfada y solo con el enfado ya me doy cuenta de que están consiguiendo sus bastardos objetivos. Afortunadamente aún está en nuestra mano pararlos democráticamente.

domingo, 20 de junio de 2021

Ayuso y la dialéctica bidireccional

La toma de posesión de Ayuso en Madrid tras su apabullante victoria electoral es el banderazo de salida a un periodo de dos años que promete ser el más transformador y rupturista de inercias que se recuerde, quizás desde los primeros años de presidencia de Aznar, cuando España se jugaba a una carta, contra el reloj y con todo perdido de antemano, la integración en la primera división de la nueva Europa. Cuando no cumplíamos ni uno solo de los requisitos exigidos en los acuerdos de Maastricht y nadie en Europa daba un céntimo porque España dejara atrás el déficit y el desorden financiero que dejaban los últimos años del gobierno socialista de González. Por una vez el gobierno de España fue valiente, atrevido y liberal. Y funcionó.

Ahora Ayuso plantea un programa esperanzador en esa misma línea para posicionar a Madrid aún más por delante del resto de las Comunidades Autónomas en crecimiento económico, en creación de empleo y en calidad de vida para sus ciudadanos. Cuenta con la mayoría suficiente para llevarlo adelante, con el estímulo del respaldo de las urnas y con la fuerza de los visionarios que se multiplica cuando tienen un rival fuerte enfrente, en este caso el gobierno de Sánchez con toda su fuerza destructiva y liberticida. Nos esperan dos años intensos en los que otros presidentes autonómicos de ese centroderecha melifluo, de corte rajoyista, que hasta ahora parecían más enemigos que correligionarios de la madrileña, deberán seguir sus pasos o se van a quedar descolgados, y con ellos sus regiones.

Pero si la nueva investidura es inicio ilusionante de etapa, también es broche perfecto a la lección que Madrid ha sabido dar a quienes desde el centro y la derecha de reconocidos conservadores y supuestos liberales viven, allí y aquí, sometidos al secuestro ideológico que parece prohibir el debate dialéctico e ideológico al mismo nivel entre socialismo y liberalismo, entre el intervencionismo gubernamental y la libertad cívica individual. Secuestro ideológico que permite que al comunismo -o socialismo, tanto da a estas alturas- se le siga llamando como originariamente pese a haber fracasado siempre y en todos y cada uno de los lugares donde se ha impuesto, haber causado los mayores genocidios de la historia moderna y tener que reinventarse cada vez bajo una nueva careta, mientras que a la ideología liberal, que ha demostrado ser el más avanzado, justo, humanista y civilizado modelo social se le transforma en concepto con carga peyorativa en “neoliberalismo” y así se divulga desde las terminales sociales y mediáticas del “agitprop” progre.

Ayuso ha mostrado un camino, el de la dignidad de defender la libertad sin ambages, sin adjetivos y sin absurdos rubores. La libertad como concepto individual y como garantía de igualdad social ante la ley y ante las oportunidades. La libertad de elección individual frente a la tutela de esos pocos que, en la concepción socialista de la civilización, se entiende que son las elites que pueden decidir por todos qué es lo mejor para cada uno. Quienes quieren dirigir y coartar la acción y hasta el pensamiento. Ayuso ha demostrado que la dialéctica ha de ser bidireccional y en ella la libertad gana  siempre salvo que se entregue rindiéndose de antemano.

domingo, 6 de junio de 2021

Nos electrocutan

La de la distracción es de las menos honestas pero de las más eficaces armas políticas. Llevamos una semana haciendo chistes con la hora en que hay que planchar o poner la lavadora porque las cabezas pensantes de la Moncloa han visto que les interesa este ruido que el sonido de fondo. Exactamente igual que desde unos días antes y sin haber avanzado nada -por suerte en la mayoría de los casos- en la “Agenda 2030”, se nos destapó Iván Redondo presentando las 675 páginas de la “Agenda 2050” o, como, si los problemas mantienen la dinámica actual, en unos meses nos empezarán a hablar del nuevo mundo de finales del siglo XXI.

Porque es menos gravoso para mantenerse en el poder y mantener a los aliados que te mantienen, que se hable de si a las dos de la madrugada el baile va a ser con la tabla de la plancha o el sexo justo en el vibrante tramo horario que se da entre el centrifugado y el tendido de la ropa, que soportar el que nos planteemos por qué la electricidad ha subido casi un cincuenta por ciento en un año o se haya más que triplicado desde la infausta moción de censura de la que surgió el gobierno más inepto, mentiroso, falaz, vacuo y caradura de nuestra historia moderna.

Quizás si en lugar de chistes, memes y chascarrillos, fuéramos al fondo, podríamos encontrar solución a algunas de las grandes paradojas de un país en el que los ecologistas hippies de los 70 y 80, infiltrados por los servicios secretos alemanes y sobre todo franceses, lograron convencernos de que era una aberración y un inmenso peligro para nuestra supervivencia tener centrales nucleares, cuando compramos a precio de oro la electricidad que Francia genera en las cincuenta y nueve de ellas que tiene en funcionamiento. 

Los chistes se los lleva el viento más pronto que tarde y lo que quedará serán unas tarifas exageradas, que seguiremos pagando en el futuro, y de las cuales en torno al 60% se va a pagar impuestos, costes indemnizatorios por la cancelación de los proyectos nucleares en marcha que se paralizaron por el gobierno PSOE en los 80 y para subvencionar la generación de energías renovables a costa de que paguemos entre todos lo que de momento por sí solo no es viable en términos competitivos.

Al final, que será desde el principio, los usuarios nos olvidaremos del puzzle horario y seguiremos utilizando la electricidad a las horas en que mejor convenga a nuestra actividad y régimen horario, los ministros pasarán a decir estupideces en otras materias y nuestras cuentas seguirán viéndose esquilmadas por impuestos y caprichos políticos, no realmente porque producir electricidad sea “per se” más caro hoy que ayer. Eso sí, entre tanto nuestros gobernantes y buena parte de la panda mediática de este país, convertidos en moralistas de la sostenibilidad, trasladarán a nuestras conciencias, desde el Falcon, palacetes y yates, que somos unos destructores del planeta si comemos ternera alistana o buey de Sayago o se nos ocurre poner una lavadora a las 11 de la mañana. Apóstoles liberticidas. Muchos chistes pero ni puñetera gracia.

domingo, 30 de mayo de 2021

Indultos contra la ley: No

No todo puede supeditarse al interés político. Mucho menos aún al interés político coyuntural de mantener una escuálida mayoría de gobierno. Las estructuras constitucionales se componen en un Estado de derecho de instituciones, normas, principios y valores que están por encima de las refriegas políticas del día a día. Cuando un Estado y sus dirigentes no son capaces de respetar la diferencia entre uno y otro plano de la actividad política y de la regulación de la convivencia y difuminan los bordes de lo esencial y perdurable frente a lo temporal e inmediato la democracia deja paso al capricho del poderoso y la seguridad jurídica a la arbitrariedad.

No son pocos los ciudadanos de buena fe que se plantean, la conveniencia del indulto para los políticos independentistas catalanes presos por sedición, malversación de caudales públicos o desobediencia. Piensan que un solo día de privación de libertad ya es un duro castigo para cualquier persona y consideran un tanto etéreo el delito cometido pues no se sienten directamente afectados o amenazados. No es ajena a ese pensamiento la consideración de que no fue grave lo que hicieron ya que el tiempo transcurrido hace que se pierdan buena parte de los detalles concretos de aquellos días y no se produjeron grandes efectos o daños personales. El “buenismo” que acompaña a las sociedades acomodadas es el otro elemento que lleva a su razonamiento.

No caen en que la diferencia fundamental de estos delincuentes juzgados y condenados, con otros miles de los que habitan en nuestras nada despobladas prisiones estriba en que los presos del proceso independentista tienen una mayor y más cariñosa presencia mediática y en que por ser delincuentes de “cuello blanco”, de un estatus social más elevado que el común de los encarcelados, suscitan menos temor social que aquel que timaba a viejecitos, trapicheaba con cannabis o robó en unas cuantas viviendas. El resto de los privados de libertad en España no cuentan con un “sindicato” de gremio como sí parecen tener muchos políticos en asuntos que les afectan a ellos.

No se detienen a valorar que los delitos por los que cumplen la condena establecida en nuestras leyes tras un juicio celebrado con todas las garantías que nuestra Constitución asegura y de los que no solo no se han arrepentido sino que públicamente mantienen su orgullo por haberlos cometido y reiteran su deseo, intención y vocación de repetirlos, son delitos que afectan a la base misma de nuestra convivencia, de nuestra seguridad como ciudadanos libres en un Estado democrático. Más graves por tanto, que aquellos que pueden afectar a uno solo o a unos pocos de nosotros.

No respaldar los indultos no es de ser inhumanos o peores personas que quienes los quieren propiciar. Oponerse a indultos arbitrarios, que no cumplen requisitos legales  o formales exigibles como el del arrepentimiento o que sea cada uno de los condenados quien individualmente lo pida no es de ser extremistas o vengativos, sino leales defensores de lo que nos hace libres e iguales: el imperio de la ley. Prostituirlo en pago al chantaje del respaldo parlamentario, aquí y ahora, sí es traición a la nación y al conjunto de ciudadanos. Por eso no hay que tener miedo a decir una y otra vez “NO”. 

domingo, 23 de mayo de 2021

No time no space

Primum vivere deinde philosophari. Primero vivir, luego filosofar se decía ya en lengua latina antes del nacimiento de las ideologías, allá cuando el hombre se conformaba con tratar de adivinar el futuro acotándolo a horas o días y no a varias décadas y sin que ni siquiera ello sirviera para evitarle a César el destino marcado para los idus de marzo.

Inmersos en plena incertidumbre económica, de empleo y como nación, el presidente del gobierno con menor respaldo parlamentario propio de nuestra actual democracia y su augur de cabecera, Iván Redondo, nos atizan un mamotreto de casi setecientas páginas trasladando, a tres décadas vista, una macedonia conformada por su programa electoral, unas cuantas ideas con las que se quedaron de la última cumbre de Davos y cuatro ocurrencias de los nuevos dioses del olimpo de las redes sociales y las nuevas tecnologías. Como si en 1992 alguien hubiera sido capaz de diseñar el mundo de 2021.

No comeremos carne porque en Palo Alto, California, alguien dice que no es sostenible su consumo para los pastores de nuestra vieja Castilla. No seremos propietarios porque viviremos en “las nubes” que los nuevos amos nos alquilen aunque aquí nos sobren el espacio y el tiempo y nos falte la gente para ocuparlos. Y pagaremos en impuestos lo que ganemos con el sudor de nuestra frente para que cobren sus sueldos públicos quienes ya se encargarán de pensar por nosotros, de tomar las decisiones por nosotros, de distribuir los bienes por nosotros o de marcar cuándo y cuántos hemos de nacer o  morir. A dónde y cómo desplazarnos. A qué aspirar y a qué renunciar.

Por fortuna, que no por azar, todo es falacia. La libertad siempre triunfa cuando hay individuos que la defienden. Vivamos en la disidencia porque de ella vienen la vida y la libertad. Eva mordiendo la manzana elige el camino que hemos seguido, el de ir construyendo día a día el mundo, la nación y la vida que queremos. Sánchez quiere saltar como en el juego de la rayuela -o en la novela de Cortázar-, del pasado guerracivilista al futuro que le dicen que mola para no pisar el presente que le aprieta ¡y de qué manera! en el zapato.

Siempre escribo con música. Nunca sé si la columna surge de la música que escucho mientras la perpetro o si, en función de lo que en mi subconsciente se va formando, elijo estilo musical. La de hoy sólo podía ser Franco Battiato que nos ha dicho “addio” esta semana. A diferencia del rollo 02050 que nos ha endiñado Iván Redondo y de la huida hacia la estratosfera del tiempo, ya pasado, ya futuro, en que habita Sánchez, en la música y las letras de Battiato pasado y futuro habitan en singular armonía con el presente. La erudición con la ligereza; la ensalada con Beethoven; la estación de los amores con filosofía sufí o la escéptica crudeza, también intemporal, de Fleur Jaeggy; los mitos con la esencia del universo. Empecé escribiendo la columna por este último párrafo porque valen más una canción del siciliano, un relato de Borges, la cuarta sinfonía de Brahms o un poema en asonante de Aleixandre, que las 675 páginas de falacia ideológica y pretenciosa estulticia -imbecilidad, para que todos nos entendamos-. “No time no space”, maestro.

domingo, 16 de mayo de 2021

El 15-M que no fue

El problema de los salvadores de las masas es que terminan convertidos en tiranos. De Lenin a Mussolini, de Stalin a Hitler, de Mao a Pol Pot o al Che, de Castro a Pinochet, de Franco a Chávez, los grandes conductores del pueblo -condotieros, duces, caudillos- surgen siempre de la necesidad de sus pueblos de afirmar referentes ante la inestabilidad o los problemas con los que se encuentran en algún recodo del camino de la historia. A veces, las menos, de las crisis económicas, a veces, las más, de las crisis morales o de reafirmación de la propia existencia como sociedad o nación.


Todos los citados y muchos otros a lo largo de los tiempos llegan investidos de la púrpura que emana de una especie de superioridad ética y moral a los ojos de sus pueblos y de los grupos que los respaldan y en los que se apoyan. Todos ellos no suelen ser necesariamente los más brillantes de entre los suyos -es más casi nunca lo son- pero como nos descubrió Charles Darwin al desvelarnos el camino obvio, pero hasta su llegada oculto, de la evolución de las especies y la predominancia de unas sobre otras en el reino animal, en pensamiento que recogió de Herbert Spencer: “las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio. En la lucha por la supervivencia, los más aptos ganan a expensas de sus rivales porque consiguen adaptarse mejor a su entorno.”


O aprovecharlo, diremos cuando hablamos del ecosistema político. Eso es lo que ocurrió tras el desencadenamiento muy espontáneo y multifacético de aquel 15 de mayo del que se cumplen ahora diez años. Varias veces me dejé caer por la Puerta del Sol durante aquel tiempo, no con afanes de participar en algo que no suscitaba mi adhesión pero sí mi curiosidad por lo heterogéneo de las propuestas allí postuladas aunque, en la mayoría de los casos, si bien revestidas de banderas que hablaban de libertades, anticipaban indefectiblemente caminos hacia la supresión de la única libertad que verdaderamente merece tal nombre, la libertad individual. Se salvaban del ideario de fondo totalitario algunos grupúsculos que respiraban y se alimentaban del pensamiento y la palabra de nuestro gran Agustín García Calvo con esa sabiduría plagada de escepticismo y provocación que solo atesora quien es genio y a la vez histrión, y otros como él.


Uno de mis ratos por allí fue minutos antes de acudir al Círculo de Bellas Artes a la presentación del libro de Mauricio Rojas “Pasión por la libertad” con el subtítulo “El liberalismo integral de Mario Vargas Llosa”. Este último también estaba presente y con ambos pude intercambiar unas breves palabras al respecto de lo que estaba ocurriendo solo a unos cientos de metros de allí. La conclusión poco se alejó de lo que ocurrió. Estos movimientos pronto son absorbidos por estructuras de control formadas en el comunismo que se adueñan del mensaje y la fuerza colectiva para acabar con la libertad y lograr el posicionamiento personal de quienes sin ser los mejores saben aprovecharlo. Es comunismo, lo llamaron Podemos y asaltaron los cielos para en nombre de la libertad intentar acabar con la libertad.


domingo, 9 de mayo de 2021

Ayuso o la política


Se atribuye a Napoleón Bonaparte el aforismo de que la derrota es huérfana pero la victoria tiene mil padres. El resultado de las elecciones madrileñas lo ha demostrado de nuevo a uno y otro lado del fiel de la balanza de las ideologías y las propuestas políticas.


Hoy casi nadie habla mal de Ayuso, incluidos quienes que desde filas ajenas, propias o cercanas la criticaban hasta hace solo unas semanas. La tachaban de loca e irresponsable por su línea política valiente a la hora de enfrentarse a una pandemia que, además de llevarse por delante más de cien mil vidas en el conjunto de España se va a llevar, con el decidido impulso del gobierno de la nación y la indiscutible colaboración de los gobiernos autonómicos, una parte nada despreciable de nuestra economía y cientos de miles de puestos de trabajo por cuenta ajena y de autónomos.


Así que quienes llevamos meses diciendo y escribiendo en espacios periodísticos,  ámbitos de opinión política y de representación empresarial o de autónomos que por mucho que todos fueran en una dirección diferente a la de Ayuso y su equipo, eso no quería decir que ellos acertaban y ella se equivocaba, nos encontramos ahora con la avalancha de quienes tratan de apuntarse a un éxito electoral que lo único que evidencia es que, en su conjunto, los ciudadanos de la Comunidad de Madrid han tenido mejor criterio ante las urnas que los políticos que nos gobiernan en España y el resto de Comunidades Autónomas.


El triunfo de Ayuso es el de la política comprometida y liberal. El de la gestión eficaz también, pero ese es el resultado de una decisión clara y previa en favor de arriesgar con valentía su propio puesto y futuro político buscando, por el bien de su comunidad, un camino distinto al que se demostraba fallido. Aquí lo has leído, estimado lector, la salud, la prevención y la seguridad sanitaria no están reñidos con el mantenimiento de la actividad económica. Eso es así por mucho que con la colaboración por pasiva del presidente regional Fernández Mañueco, nuestro vicepresidente Igea -al que he leído, no sin bochorno por lo “peloteril” e hipócrita de su exposición, estos días en “El Confidencial”, diciendo que Madrid ha gritado libertad en contra de lo que él, en actuación antiliberal y fracasada, ha practicado aquí, sin que conste que haya dimitido aún- y nuestra consejera de sanidad, superada por los acontecimientos desde el primer momento como ha mostrado en cada rueda de prensa, se hayan empeñado como otros “lidercillos” regionales en encerrarnos lo máximo posible, no permitir la movilidad ni la actividad económica, prohibir en la práctica la hostelería o cargarse el turismo mientras criticaban y casi criminalizaban a Ayuso y los madrileños. 


Ayuso y su equipo han mantenido el tipo con el respaldo de Vox y la no intromisión de la dirección nacional de su partido, a pesar de sus propios socios de gobierno de Ciudadanos ahora fulminados por las urnas, del ataque brutal e inmisericorde de la izquierda, las televisiones y buena parte de la prensa y de compañeros de partido de otras regiones. Ahí está su mérito y el reconocimiento de sus ciudadanos. El resto deberían ir aprendiendo. No lo harán.

domingo, 2 de mayo de 2021

Si mi piedra valiera tu palabra

Cuando uno de nuestros más grandes poetas, Antonio Machado, escribió su horrendo soneto “A Líster, jefe en los ejércitos del Ebro”, que concluye con los versos “Si mi pluma valiera tu pistola / de capitán, contento moriría”, demostró que hasta el mejor maestro hace un borrón y que dejarse llevar en exceso por la emoción y el momento políticos contraviene las más básicas normas del raciocinio y la inteligencia. 

Que a estas alturas de la historia, bien adentrados ya en el siglo XXI pueda servir como lema central de campaña electoral en Madrid el de “comunismo o libertad” y que no sólo sea exitoso sino que defina perfectamente cuál es la dicotomía en lid, no es más atrozmente sorprendente que la circunstancia de que de seis partidos políticos que concurren a las urnas con posibilidades de obtener representación, un tercio asuma el ideario comunista sin bochorno ni vergüenza y que el tercero de los de la izquierda se aproxime, por imperativo monclovita, al desastre electoral tras abandonar las posiciones moderadas de la socialdemocracia y dejarse arrastrar a la trinchera de un enfrentamiento ideológico que socialmente estaba más que superado antes de que llegaran Zapatero, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez.

El eje del debate político democrático se sitúa entre posiciones de mayor o menor libertad individual y de la sociedad civil o mayor o menor intervencionismo del Estado.  En ese marco se propugna, debate y discrepa. Liberalismo frente a socialdemocracia,  con distintas modulaciones que se dirimen en las urnas en el seno del constitucionalismo. El eje de la lucha por la democracia o por su desmantelamiento se encuentra ubicado, sin embargo, entre la libertad y el totalitarismo. Y es bien sabido que el totalitarismo, sea éste comunista, fascista o nacionalsocialista solo se puede imponer -y mantener- por la fuerza, la opresión y la violencia, condimentados siempre por un rancio culto al líder, haga este lo que haga en cada momento y por mucho fraude ideológico que represente.

Ayuso triunfará en Madrid porque en una situación de crisis sanitaria, económica y política como la presente ha plantado cara a la pandemia y a la demagogia liberticida, con equipo, gestión, sentido común y valentía. La gente quiere vivir y trabajar en paz y libertad. La suma de las potencialidades individuales aporta mejores resultados que la cabeza, privilegiada o no, de unos cuantos empeñados en embridar nuestra libertad y atarla a una unidad de destino en lo universal. Y Ayuso no ha caído en la provocación y el engaño de quienes llaman a las cosas por el nombre contrario al que les corresponde. 

Cuando el grupo mayoritario de la oposición en el Ayuntamiento de Zamora abandona el pleno municipal porque quienes se reconocen comunistas los insultan llamándolos lo que no son: franquistas, aciertan al dar notoriedad pero se equivocan al no plantar cara con la palabra, que es lo mejor que se puede hacer frente al despotismo. Cuando los comunistas de Iglesias -escoltas incluidos- agreden a pedradas a los representantes de Vox que celebran un democrático mitin en Vallecas demuestran que Machado erró y que siempre la palabra vale más que la pistola, la piedra o el insulto.