domingo, 25 de noviembre de 2018

¿Y de Zamora qué?

Durante los próximos semanas y meses nos esperan muchos movimientos en el campo de la política y también en la política de campo; del campo de batalla electoral al que estamos entrando ya con las europeas, municipales, autonómicas de mayo y el posible anticipo de las generales, quizás a marzo si las andaluzas se le dan al PSOE tan bien como parece que se le van a dar más por deméritos ajenos que por méritos propios.

Esto en un escenario que muestra que España vive un momento especialmente convulso y complicado y para el que los políticos que no han sabido prevenirlo,  frenarlo o arreglarlo van a convencernos de que necesitan nuestro voto como algo valioso para dar un mejor camino a nuestro futuro por mucho que sepamos por experiencia lo imprescindible que ha sido siempre cada voto de los zamoranos para el equilibrio nacional.

El mayor riesgo del ruido electoral y tanto mensaje enlatado para consumo masivo es que pueda hacernos olvidar que Zamora no vive un momento complicado y convulso sino toda una época de dramática decadencia. No voy a reiterar los datos incontestables de los que, afortunadamente, y merced a la reiteración de algunos, a iniciativas como Zamora 10 y a los movimientos de la sociedad civil que últimamente proliferan, ya todos vamos siendo conscientes, por mucho que los partidos que gobiernan por turno se esmeren en no darles visibilidad o trascendencia o sigan promoviendo, como hemos vuelto a ver esta semana sin especial indignación ni contestación política, que los territorios más deprimidos recibamos simples migajas en el reparto de los fondos teóricamente destinados a eliminar las desigualdades interterritoriales.

En las próximas semanas y meses muchas cosas se van a mover y muchos equilibrios variarán, pero más cerca del día a día de lo que la “alta política” lo va a estar nunca, en la despoblada, desilusionada y desamparada Zamora, sus habitantes deberemos -deberíamos- discernir uno a uno entre quienes se muevan por un verdadero proyecto provincial de Zamora y para Zamora, por los zamoranos y para los zamoranos y los que lo hacen como cada cuatro años para salir en la foto del día electoral, sea para que sus jefes les pongan una medallita o les den una palmada siquiera telefónica desde Madrid. Sea para que sus amigos sepan que el fotografiado ya es alguien aunque sea a costa de fumigar todo lo que pudiera moverse a su alrededor. O sea simplemente, aunque no menos importante, para mirarse cada mañana en el espejo y reconocerse a sí mismo como alguien “destacado”.

Conozco bien el ecosistema político. Digo con frecuencia que tuve la enorme suerte de poder entrar en él cuando quise hacerlo, aún joven, tras algunos años de actividad profesional, y poder ostentar responsabilidades insospechadas solo unos meses antes y también que creo haber tenido el acierto de mantener mi principio de que la actividad política debe ser algo coyuntural, temporal entre ciclos de desempeño profesional en la sociedad civil, cuando doce años después y de aquello ya hace otros doce, renuncié a toda actividad política salvo el leve desahogo dominical que de vez en cuando ejercito en estas páginas y en esporádicas charlas con amigos.

Con estos antecedentes siento grave preocupación por lo que veo y más aún por lo que no veo en Zamora. En la política zamorana, en las instituciones políticas zamoranas, en los partidos políticos zamoranos (lo de zamoranos en este caso es un decir). Ante tanto mirarse el ombligo, tanto parlamentario nacional y autonómico acatando el camino marcado por sus superiores y no el que necesitan sus votantes. Ante tanta promesa de sudar la camiseta y anuncios de consecución de logros, siempre en vísperas de las siguientes elecciones, pero tanto sumergirse en el silencio una vez elegidos. Ante, y esto es lo más significativo, la carencia absoluta de un modelo de provincia, inclusivo, abierto, moderno, reivindicativo y arriesgado. De ahí mi pregunta, que es la que escucho a muchos otros que no tienen el privilegio de poder publicarla por escrito en una columna periodística: ¿Y de Zamora qué?

domingo, 18 de noviembre de 2018

Gaza y aledaños

1. La empresa. Gaza ha tomado su decisión pensando en el futuro de manera estratégica, tal y como ha de hacerse cuando se pretende acometer una inversión que no es solo de ampliación sino de transformación y salto cuantitativo y cualitativo. Tenemos en Zamora la suerte de contar con una de las mejores productoras de leche del país, que fija población en nuestros pueblos, que motiva a que jóvenes ganaderos encuentren un modo de generar riqueza en nuestro campo y que está haciendo bien las cosas y con calidad sus productos, así que todo apoyo sirve para que su éxito sea también el nuestro como provincia sin buenas expectativas. Poco importa que una fábrica esté once kilómetros más acá o más allá.

2. Guarido alcalde. En el pecado suele ir la penitencia. Tras lustros actuando como francotirador de la política local, posicionándose siempre en la plácida comodidad del frente contrario a la decisión del gobierno que tocara ,“como solo pueden hacer los que no esperan gobernar nunca” -reiteraban sus ahora aliados del PSOE-, lleva tres años comprobando y demostrando que no es más dialogante, más abierto, más tolerante, más cercano y sobre todo más eficaz ni eficiente que aquellos a los que zahería sin escatimar falacia en su argumentación política. Más bien lo contrario. Lo de Gaza no es lo más importante pero sí un ejemplo de su carencia de liderazgo y equipo en la  llevanza de la administración municipal.

3. El Ayuntamiento. Las coaliciones no son un fin en sí mismas, sino un medio para obtener un fin. Para ello deben contar con una estrategia común, una argamasa de confianza mutua y equipos integrados. Quienes conocen un poco lo que está ocurriendo durante este mandato en la Casa de las Panaderas, saben que es básicamente lo contrario. Aptitud y actitud. Competencia y voluntad. Más bien cada uno a lo suyo. La IU del alcalde Guarido en el Ayuntamiento y el PSOE de Antidio Fagúndez en Ayuntamiento y Confederación Hidrográfica no han estado a la altura del mínimo exigible. En cuanto a la oposición en su conjunto, con meros fuegos de artificio, algunas ocurrencias y la cabeza en otro sitio poco pueden ofrecer.

4. Demasiada Administración. Casi tres años para dilucidar si se puede acometer la inversión es mucho más de lo que se puede pedir de paciencia a los socios de Gaza y a cualquier otro empresario o ciudadano. El exceso de legislación para justificar cada vez más y más funcionarios públicos y más altos impuestos nos lleva al absurdo. Si en lugar de la “avenida de los 500 años” le da a un burócrata por tomar la de los 5.000, habremos de pensar en el Diluvio Universal. Sobran leyes, falta sentido común en España para reducir su número y aumentar su grado de cumplimiento.

5. Zamora. Poco futuro tendremos si no entendemos de una vez que capital y provincia son lo mismo. Que Zamora, Benavente, Toro, Coreses,, Cozcurrita o Porto de Sanabria somos lo mismo. Y que nuestras empresas son nuestra mayor riqueza.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Se llamaba Ignacio. Se llamaba Amparo

En la noche del jueves al viernes, paseando con amigos llegados del otro lado del Atlántico, ante la Casa de la Cultura me preguntaron quién era el personaje de la escultura que preside entrada y plaza. Con la especial lucidez que brindan las dos de una fría madrugada zamorana en pleno, solitario y silente Casco Antiguo les contesté, “filósofo, profesor, experto en lenguas clásicas, poeta, ensayista, político. Se llamaba Ignacio Sardá. Se llamaba también Amparo Pascual. Él murió hace casi cuarenta años. Ella en este 2018”


En los últimos años, cada vez que coincidía con “Amparito”, en Santa Clara o plaza de la Constitución, nos deteníamos, ella hablaba y yo escuchaba sin apenas meter baza en la conversación que, inevitablemente, versaba sobre su intención de publicar cada año, mientras su salud le diera fuerzas, una obra inédita de las que Ignacio había dejado escritas pero sin publicar. En qué fase estaba la siguiente y cómo iba pensando ya en otras, consciente de que su tiempo era más escaso que su vocación.

De manera invariable y más en los últimos encuentros sus palabras traían a mi memoria unos versos de “Ausencia” el poema de Borges en “Fervor de Buenos Aires”: “palabras de aquel tiempo / yo tendré que quebrarlas con mis manos”. Amparo no las quebraba, las envolvía en sedas y algodones, las mimaba reconociendo en ellas la sombra aún persistente de su esposo al que, incluso por encima del amor, sobre todo admiraba y trataba de darles el formato adecuado para que de la sombra fueran, libro a libro, pasando a la luz.

Nunca me lo dijo pero intuyo que lamentaba no haber podido empezar mucho antes y con más fuerza la tarea. “Primum vivere deinde philosophari” se dice en latín. Primero vivir, luego filosofar. Sacar adelante una familia con cuatro hijos muy pequeños sin más medios que el propio trabajo y un alma forjada para no rendirse nunca no es un camino fácil ni que dejara mucho tiempo para ocupaciones más poéticas.

El viernes se presentó la última, hasta la fecha, de las publicaciones -doblemente póstuma en esta ocasión- de Ignacio Sardá. La editorial comunicó a la familia que la imprenta había concluido su trabajo tan solo unas horas tras del fallecimiento de la artífice. El tiempo es proclive a las casualidades o tal vez las casualidades no existan, es ésta una de mis grandes dudas. 

La obra, drama en verso, lleva por título “La famosa historia del rey don Pedro I de Castilla”. Se lee fácil, con ritmo épico y música de otras épocas. No sólo con el sabor a antiguo del siglo XIV en que transcurre la acción, sino con el acento a viejo del lenguaje de la década de los cuarenta del pasado siglo. Me queda, como también apunta en el prólogo Miguel Ángel Mateos, releer a Agustín García Calvo y su “Baraja del rey don Pedro” para integrar ambos acercamientos a un mismo y singular personaje histórico.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Emprendedores

Circula por las redes el video de una entrevista en la que Antonio Banderas desconcierta a Pablo Motos al hablar con admiración y entusiasmo de los emprendedores. Parece que el entrevistador esperaba otra cosa, tal y como estamos acostumbrados en España. Narra dos circunstancias. Cómo un chico se le acercó tras una ceremonia de entrega de los Oscar y tras felicitarlo por sus películas le dijo que era el fundador de “Uber” la empresa de alquiler de vehículos con conductor de más éxito en el mundo (y con un valor estimado este pasado mes de octubre de 120.000 millones de dólares) pero que antes de alcanzar el éxito había fracasado en unos cuantos proyectos y debía dinero a medio mundo. Toda su trayectoria se resumía en caer y levantarse, volver a caer y volver a levantarse. En la segunda refiere cómo un una encuesta llevada a cabo en Andalucía tres de cada cuatro jóvenes universitarios quería ser funcionario público. La misma encuesta en Estados Unidos arroja que el noventa por ciento quiere emprender su propio proyecto empresarial.

No destacamos en Zamora por la iniciativa emprendedora, ni por la valoración positiva de la actividad empresarial entre el conjunto de la población y sus representantes institucionales. Me quedo hoy con tres excepciones a la norma.

Chacinería Teófilo Gómez, que ya a cargo de la segunda generación, con “Franky” a la cabeza y que acaba de cumplir cincuenta años de vida tras cambiar hace un año su ubicación y abrir el que probablemente es el mejor y más moderno establecimiento del ramo en Zamora con el esfuerzo no solo de mantener su conocido prestigio sino de apostar por nuevos productos de máxima calidad. A veces el éxito consiste solo en reinventarse completamente para seguir siendo plenamente fiel al espíritu original.

Embutidos Ballesteros, premio Mercurio en 2014. Tras muchos años de trabajo en la fábrica, las tiendas y ferias fuera de la provincia, ahora con Elier hijo pilotando un proyecto de gran entidad y expansión territorial desde Toro y cuya marca “Ballesteros Ham&Wine” acaba de ganar el premio del Comercio de Zamora.

El tercero, Grupo de distribución Fidalgo Vecino. Con más de dos mil clientes profesionales y treinta empleados es ya una de las mayores empresas de distribución de alimentación de Castilla y León con instalaciones en Madrid y Zamora. Aquí reciben todos los productos y los distribuyen en no más de 24-48 horas tras el pedido de sus clientes. Además cuentan en el catálogo con más de quinientos productos nacionales e internacionales seleccionados por su calidad. Hace unos días celebraban el evento profesional “Gastro&Conexión”, en el Parador de Turismo. Magnífico marco una vez que la Diputación denegó -no puede haber razones que no sean absurdas- la posibilidad del Colegio Universitario. 

Podríamos poner más ejemplos de que si se desea de verdad y se trabaja duro el éxito se consigue. Tres ejemplos que animan a creer más en la suma de proyectos individuales privados que en las actuaciones colectivas o públicas. Lo necesitamos.