miércoles, 25 de febrero de 2009

Con lo fácil que es irse

Siendo como dicen, la envidia el pecado capital por excelencia de los españoles, no es extraño que hasta un vicepresidente del Gobierno la confiese. Dice Solbes el mismo día de la destitución-dimisión del ministro de Justicia que envidia en Bermejo el ser ex-ministro. Pobre Solbes, si no es para menos. Lleva aproximadamente treinta años anunciando su deseo de abandonar la vida pública. Y su intención de retirarse cada vez que se produce un cambio de gobierno. Pero nada, que no lo dejan. Una y otra vez, se ha visto obligado con gran sacrificio, a mantenerse al pie del cañón por sentido de la responsabilidad, deber patrio y vocación de servicio. Estos son los hombres que necesita España para salir adelante, sí señor. No esos nueve de cada diez pequeños y medianos empresarios que en el mes de enero no han sido capaces de obtener un crédito para mantener su negocio. No los cientos de miles de autónomos que se están yendo al garete a las primeras de cambio. No los cinco millones de irresponsables que según la Unión Europea van a integrar en unos meses la lista del paro en España. Todos éstos, son ingratos antipatriotas que no valoran suficientemente el esfuerzo de Solbes y que se dejan derrotar por las circunstancias sin oponer resistencia. Todo un ejemplo este ministro, claro que sí. Ahora, que no vayan a pensar que es el único. Conozco a muchos políticos que al menos en privado en cuanto se les da ocasión, lacrimean sobre lo a disgusto que están dedicándose a esta actividad. Y no les faltará razón, digo yo. Diputados porque trabajan más que los Senadores. Éstos, porque la Cámara Alta tiene menos glamour que el Congreso. Procuradores porque no son Consejeros. Alcaldes y Presidentes de Diputación porque esto es muy duro, está poco reconocido y en lugar de poderlo usar como trampolín va y les toca quedarse bailando con la más fea. Y casi todos ellos, sean gobierno u oposición, porque fuera de la política vivirían mucho mejor. No todos los que ejercen esta noble actividad piensan así, es cierto, pero hay muchos que te miran con sorpresa y desconfianza cuando les recuerdas que en política se entra cuando se puede y se sale cuando se quiere. Para esto último, les aseguro a ciencia cierta, no existe ninguna barrera ni nadie te obliga a quedarte o a ir donde no quieres. Salvo al pobre Solbes, que tendrá que seguir aguantando como un titán, renunciando a la paz y al sosiego que tiene ya más que ganados. Al final vamos a tener que quitarle el Oscar a Penélope para dárselo a él. Menudo papelón. Eso sí, no creo que se lo entregue Bermejo. Con lo fácil que es irse.

domingo, 22 de febrero de 2009

Sin disfraz

Aprovechando que es Carnaval, pensaba yo ayer cuando estaba escribiendo otro aburrido artículo para hoy, que como ves, amigo lector, al final decidí dejar para otro día, que no estaría mal que por arte de magia, hubiera unos días en el año en los que a todos se nos cayera el disfraz con el que deambulamos por la vida desde que vamos tomando eso que llaman uso de razón. Cuatro o cinco, no más, serían más que suficientes. El resultado de tal experimento de la Providencia, tal vez sería catastrófico de entrada pero desde luego a divertido no lo iba a ganar la letra de la mejor de las murgas ni la más desternillante película del surrealismo francés, italiano o español. Por hablar de los políticos, que uno sigue teniendo cierta deformación profesional. Imagínense a Zapatero en rueda de prensa diciendo a los españoles, lo que en realidad piensa de todas las medidas económicas que lleva adoptadas el Gobierno contra la crisis. A la mayoría de los socialistas históricos, diciendo públicamente y sin ambages, lo que en el fondo piensan de su líder nacional. De su inteligencia preclara o de su sentido del Estado. A Rajoy, reuniendo la Junta Directiva Nacional del Partido Popular y escuchando en ella lo que en realidad opinan los líderes regionales y provinciales, de sus posibilidades electorales mientras le repiten aquello de “Presidente, cuentas con mi apoyo incondicional… mientras no consigamos despegarte de la silla”. Gallardón y Aguirre, sentados uno al lado de la otra susurrándose con cariño su mutua y franca consideración personal. Rubalcaba aprovechando para escribir un libro y contar sólo un centenar de sus operaciones de estrategia política. Los nacionalistas desvelando sus intenciones y objetivos verdaderos. Y ya no digamos, el juez Garzón explicándonos su forma de interpretar las leyes y su exquisito sentido de la Justicia. Aquí, en casa, por qué no un pleno del Ayuntamiento para tratar de los asuntos más acuciantes de la ciudad, donde cada concejal dijera lo primero que se le pasara por la cabeza (sí ya sé que hay alguno que lo hace, pero me refiero a que eso pasara con todos). Y en lo personal, qué me dicen de los efectos de la absoluta sinceridad con el jefe, con el vecino, con los de la pandilla o con la parienta o el pariente. Me dirán si eso no sería un verdadero salir del armario directamente a un precipicio. Sí, creo que no sería muy recomendable, pero mira tú por dónde, con la emoción de pensarlo mis dedos se han movido rápido por el teclado y es el Espejo que más rápido he escrito. Aunque tampoco esta vez el artículo sea bueno, espero que me lo perdonen por ser Carnaval. Disfruten y disfrácense, o “desdisfrácense”, con aquello que más les guste. Yo les recomiendo un traje de beso y sonrisa. Verán cómo les compensa.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Que no dimita

En contra de lo que muchos dicen, algunos desde sus propias filas, no creo que el Ministro de Justicia deba dimitir por irse de cacería. La afición a la caza es costumbre inveterada en reyes, nobles y gobernantes. Nadie pidió ni a Austrias ni a Borbones que abdicaran y los hubo que dedicaron más tiempo a la caza que al gobierno. Sólo a nuestro Rey se le han pretendido sacar los colores tras su incidente en Rumanía con el oso Mitrofán, gajes de una época en la que quienes más influyen en el Gobierno son quienes ni siquiera creen en el país. Tampoco se oyó la menor crítica a Franco que también la practicó intensamente. Todo eran alabanzas aunque algunas piezas cobradas hubieran superado ampliamente su fecha de consumo preferente. Seguro que a Bermejo también le gustaría como al Generalísimo salir en el NODO en blanco y negro. En campaña electoral arengaba a sus votantes anunciando una España en colores si ganaba el socialismo. Descartado el azul falange que con tanto honor luciera su padre, jefe del Movimiento en Ávila y que sin duda le animó a sacar la oposición de Fiscal en vida del dictador, siempre pensé que el color predominante al que se refería sólo podía ser el rojo de su apellido. Ése que tanto gusta a nuestras izquierdas en la ideología, en los números a los que siempre llevan a la economía y a este Ministro, en la sangre de los animales que caza. No, no debe dimitir Bermejo por haber estado en una montería ni por ser asiduo a ellas. Muchos políticos y muchos ciudadanos en general lo son también en la medida de sus posibilidades, lo cual no es ni mucho menos, malo. No debe dimitir por haber matado a los muflones, sólo o en compañía de otros, como decía la sentencia del crimen de los Urquijo. No, aunque esa compañía fuera la del juez Garzón, quien fuera candidato socialista a la sombra de la X que él mismo trazó, y quien unas horas antes había emprendido una cacería contra el Partido Popular en la que como siempre, dispara a diestro y siniestro para que parezca que le ha dado a todos aunque al final todo quede en nada o casi nada. Ni siquiera debe dimitir por haberse fotografiado paseando entre los cadáveres con el mismo aire chulesco, prepotente y casi grotesco con el que deambula por la política dejando un sabor rancio y añejo en cada una de sus intervenciones. No, Bermejo no debe dimitir. Bermejo debería haber sido cesado por su propia confesión, al reconocer que al coincidir allí con Garzón, su conducta fue inoportuna, antiestética e innecesaria. O sea, los mismos calificativos que se podrían aplicar al ministro japonés de finanzas al que han cesado por dar una rueda de prensa borracho. Eso, además de por tomarnos a todos por idiotas. Cenó con Garzón y el comisario que lleva el caso, pero hablaron sólo de cuernos.

domingo, 15 de febrero de 2009

Golf. Qui prodest?

Un campo de golf, ni es un capricho, ni es barato. Construirlo requiere una fuerte inversión. Zamora no tiene la población suficiente para garantizar un alto nivel de ingresos provenientes de la explotación del campo de golf. Así pues, cualquier emprendedor que apueste por su construcción, deberá obtener rendimientos ajenos al beneficio directo de la explotación del campo. Es ahí donde emerge la posibilidad de desarrollar de manera vinculada una urbanización. Su encuadre junto al golf incrementa el atractivo de esas viviendas para un determinado segmento de la población (no con carácter general, pues la mayoría de los habitantes de una ciudad como la nuestra, no dejan la zona urbana para irse a vivir a las afueras por mucho campo de golf que se les ofrezca) y también permite que, al ofrecer un elemento tan diferenciador, puedan tener un precio sensiblemente superior con el que cubrir el coste del campo. Pero qué hay de malo en ello. Qui Prodest? En latín, ¿quién se beneficia? Todos. El promotor obtendrá un beneficio (aunque a algunos les moleste que quien arriesga, pueda ganar). Los zamoranos aficionados al golf no se verán obligados a hacer entre 60 y 150 kilómetros para disfrutar con su deporte. Los trabajadores contratados para la construcción de campo y viviendas y el posterior mantenimiento de las instalaciones. Los empresarios de la ciudad, proveedores de materiales, así como sus trabajadores que alejarán el fantasma de la crisis. Y el conjunto de los ciudadanos porque además de tener al alcance una forma más de ocio y deporte o un lugar diferente donde vivir o invertir, supone también un nuevo valor añadido para nuestra oferta turística. Una vía de ingresos directos e indirectos para Zamora y los zamoranos. Siendo así de claro, ¿cómo desbloquear una situación absurda? Deberían gobierno y oposición, trasladar el eje de la discusión al número máximo de viviendas que se puedan autorizar para que la actuación tenga una razonable rentabilidad para el promotor en lugar de enrocarse en posiciones políticas. Sentarse en la mesa de negociación para definir hasta dónde llega el número de viviendas que consideran asumible autorizar. Por si me permiten una pista, la mayoría de los expertos en urbanismo y sostenibilidad coinciden en que la unidad mínima sostenible para desarrollos aislados, se sitúa en el entorno de las 650 viviendas. Sobre esa base se trabajó durante los últimos meses del anterior mandato. Si alguno de los grupos no está dispuesto a esta opción, que proponga otra, o diga claramente que no quiere campo de golf, pero basta ya de asfixias paralizantes y miopes juegos políticos. Por su parte, el equipo de gobierno haría bien en ir buscando un “plan B”. Por ejemplo, tal como ha sugerido Adeiza, retomar la opción de Las Chanas, cuya compra a Defensa en condiciones de verdadera ganga para el Ayuntamiento, fue paralizada sin que nadie aún conozca la razón. Para una vez que el gobierno socialista se había portado bien con Zamora…

miércoles, 11 de febrero de 2009

Política y corrupción

No es la democracia una vacuna que inmunice frente a la corrupción. Ni aquellos que un día deciden dedicarse a la política son mejores o peores que el resto de los mortales. Tampoco todos los políticos son iguales, como no lo son aquellos que se dedican a cualquier otro trabajo, oficio o profesión. Sin creer que el hombre sea necesariamente malo por naturaleza, como muchos defienden desde hace siglos, es cierto que la semilla de la corrupción, como la del pecado para los creyentes está en la esencia misma del ser humano. Hasta quien alcanza la más ínfima posición de poder tendrá en paralelo la inmediata tentación del abuso del mismo y casi siempre la ocasión de caer en ella. Ni pidas a quien pidió, ni sirvas a quien sirvió es un clásico del refranero castellano que pervive en siglos de tradición popular. No ha de extrañarnos pues, que en la política que es uno de los ámbitos de la vida donde con menos capacidad demostrada es más fácil alcanzar cotas de poder, surjan de vez en cuando truculentos episodios de abuso y corrupción. Que sea en democracia donde más afloren, no es porque haya más, sino porque en un régimen de libertad los controles favorecen la transparencia y dificultan la impunidad. Más limpias serán las Instituciones cuanto más viva sea la sociedad a la que sirven. A la vez, cuanto más adormecida, aletargada o narcotizada se encuentre ésta, más fácil será para trincones, golfos y corruptos hacer de su capa un sayo en el que llevárselo en crudo. Lo mismo cabe decir de esas manifestaciones parciales de la sociedad que son las organizaciones empresariales, deportivas, culturales o políticas. Y siendo esto así, uno sigue sin entender, o a veces lo entiende demasiado bien, por qué los líderes de los partidos políticos se empeñan en blindar sistemáticamente el funcionamiento no democrático de sus organizaciones. Con democracia interna, con libertad para pensar y opinar distinto sin riesgo de que quienes no sigan la corriente “oficial” (habitualmente impuesta, no elegida) sean relegados al ostracismo; con listas abiertas donde sean jueces los ciudadanos y se valoren capacidades, comportamientos y resultados y no la mayor o menor disposición a hacer la pelota, bailar el agua al “jefe” de turno o ser cabezas huecas andantes y parlantes; con mayores dosis de transparencia, la política sería más noble, más propia de cada uno y más respetada por todos. El “aparato” estaría más incómodo, es verdad, aunque tendría menos de qué preocuparse. Creo en la honradez, el esfuerzo y la vocación de servicio de la mayoría de los políticos, pero igual que se ha descubierto que cuando está en celo, el lince es capaz de copular ochenta veces en cuarenta y ocho horas, hay políticos que yendo de linces, aunque no copulen tanto, joden la percepción que los ciudadanos tienen de todos los demás. Son éstos los que sobran y aquéllos los que deberían poner remedio.

domingo, 8 de febrero de 2009

En cueros

Tanto nos apabulla el maremágnum de datos económicos negativos que corremos el riesgo de que terminen no diciéndonos nada. Sólo así se explica que no exista mayor convulsión social. Ahora sabemos que el paro en el resto de Europa va de menos del 3% de la población activa en Holanda, al 10,4% de Lituania, la media europea es del 8%. España, que en esto empieza a no ser Europa, sitúa los datos oficiales en el 14,4%. Tres millones trescientas mil personas que, sin descontar a los que hacen cursos y otros maquillajes improvisados, serían cuatro millones. Porcentualmente, más del doble que la media de nuestro entorno, que no son (no eran) Marruecos, Argelia o Mauritania. Miramos tanto el bosque en su conjunto que terminamos perdiendo la verdadera perspectiva de lo que significa. Sólo la recuperamos al darnos de morros contra un tronco. Dos casos concretos he oído últimamente. La noche del jueves en Madrid acudí a la inauguración de “Flecha”, una exposición de Arte Contemporáneo que agrupa a medio centenar de pintores y escultores representativos de la vanguardia artística española. Allí, por casualidad, escuché a uno de los pintores, vestido de negro riguroso y barba más castrista que la de Fidel en sus tiempos más poderosos, sintetizarle a otros dos el desengaño de los que desde la izquierda más convicta dieron su voto a ZP. Después de criticar ácidamente la incongruencia entre el laicismo como bandera y la recepción al representante del Vaticano, comentaba sobre la economía, no sin ciertas expresiones malsonantes, que el Gobierno mucha reunión, pase de modelos y foto vistiendo el santo de la presión a los banqueros para terminar soltándoles la tela. Y luego ellos, decía, a los que se quedan en paro o no pueden devolver un préstamo, les embargan hasta la camisa o la comida de los hijos. Otro testimonio, ayer en el programa radiofónico nacional, “Al sur de la semana”, en la Cope. Han elegido a una madrileña y un zamorano para seguir la evolución de la crisis. Lo llaman, “Diario de un parado”. Hablaron con José Mateos quien está en el paro después de que los impagados hayan llevado al traste su empresa de montaje de estructuras metálicas. José, que empezó a trabajar muy joven tras cursar FP, decía que como muchos por aquí había pasado prácticamente de la cuna a la cuneta y que empezó a notar que las cosas iban mal ya a mediados de 2007 (más de un año antes que Zapatero). Mientras el Gobierno tira el dinero vistiendo su actuación con propaganda, cortinas de humo y demagogia hasta que Obama nos saque las castañas del fuego, a otros para no quedarse física y moralmente en cueros sólo les queda, como decía el empresario zamorano, pintarse cada mañana una sonrisa para sus hijos de 5 y 8 años. ¿La oposición? Sigue esperando heredar, o sea, también en cueros. Dejaremos esa parte para otro rato...

miércoles, 4 de febrero de 2009

Prensa y periodistas

Parece que fue ayer cuando Televisión Zamora primero y Canal 4 después iniciaban sus emisiones en Zamora. Cuando se empezó a ver a sus cámaras y redactores cubriendo actos públicos, acontecimientos sociales, culturales, políticos o deportivos. Recuerdo en muchas ocasiones, el alboroto entre la gente cuando llegaban “mira, han venido los de la tele”. Ese hecho por sí mismo parecía elevar la categoría del acto de que se tratara. De aquello ya casi no nos acordamos, tal es la velocidad a la que corren los tiempos pero en la España en que hasta hacía no mucho sólo se podía alternar entre la primera y la segunda cadena de la televisión pública, se hacía raro acceder a las noticias más cercanas a través de la pantalla del salón. A ver en ella a las caras de los personajes conocidos y a los periodistas que nos topábamos en la tienda de la esquina o tomando unos vinos. Ahora entramos en la era de la TDT y ambas empresas se han unido para ofrecernos una televisión mejor, con más medios y calidad nos dicen y también más viable económicamente para sus propietarios. Sin embargo, como siempre ocurre en estos procesos, habrá quien pague el pato. Serán periodistas y técnicos que perderán su empleo en el peor momento. No son los primeros ni serán los últimos. En los últimos meses se calculan en más de mil los empleos perdidos en el sector, una situación sin precedentes, según la Asociación de la Prensa Madrileña y que ya avisa será peor en breve. Los grandes grupos están procediendo a recortes de plantilla para compensar la caída de la publicidad o el fracaso de otros negocios no siempre periodísticos en los que se habían embarcado. Cortan por la parte más débil, que no la más costosa si tenemos en cuenta que según el Informe Anual de la Profesión Periodística, el 14% de los periodistas en España ingresa menos de 1.200 euros mensuales y otro 42% está en la horquilla de entre 1.200 y 2.200 euros. Muy por debajo de la media de otros titulados universitarios. Con extensas jornadas de trabajo y elevados índices de precariedad laboral para reducir costes. Se quejan los periodistas de la constante devaluación de su puesto de trabajo y de que no puedan denunciarlo porque ¿quién lo publicaría? Sea para ellos mi homenaje. Se atribuye la paternidad de la expresión el cuarto poder, al escritor y político del siglo XVIII, Edmund Burke. Un poder más junto al legislativo, el ejecutivo y el judicial. O más bien, un contrapoder que permitiría a los ciudadanos controlar a los poderes institucionales. La prensa ha ido perdiendo esa condición de poder independiente y de vanguardia crítica de la sociedad civil. Ahora se agrupa en torno a conglomerados empresariales cada vez menos independientes. Esclavos de la cuenta de resultados y correa de transmisión política o de intereses económicos. Escribió Thomas Jefferson que donde la prensa es libre y todo hombre es capaz de leer, todo está salvado. Al menos en lo de leer hemos avanzado bastante…

domingo, 1 de febrero de 2009

Hasta siempre, Comandante

Dice la escritora cubana exiliada en París, Zoe Valdés a propósito de la concentración que hoy tiene lugar en Madrid contra los 50 años de dictadura castrista en la isla del Caribe, que los que quieren creer que ha habido cambios en Cuba se están engañando. Ella, quien como casi tres millones de cubanos hubo de elegir entre el exilio y la tortura, entre la diáspora y la muerte, defiende como tantos hombres y mujeres de la cultura y el pensamiento que tomaron el mismo camino, que no hay ninguna muestra de que se haya aflojado la represión. Y lo hace dolida frente a quienes sostienen, como vergonzantemente hace ahora el Gobierno español, que la situación en la isla respecto a las libertades ha mejorado. Zoe Valdés hace literatura, no política, pero quiere para su pueblo la libertad y la dignidad que a ella le negaron aún después de haber trabajado para el Gobierno cubano. Los más mediáticos de los intelectuales españoles, herederos absurdos, sectarios y extemporáneos de los detritus de la gauche divine, continuadores de la más añeja izquierda socialista, visten orejeras que les impiden mirar a los lados. Valdés, por su forma de pensar y por el contenido de su prosa sería acogida en el Parnaso de los elegidos por la progresía, pero su pecado se lo impide, no habla mal del imperialismo americano sino del barbudo tirano y sus secuaces. Con Fulgencio Batista, Cuba era el burdel de los Estados Unidos, un inmenso casino ilegal dominado por la mafia norteamericana, nos dicen, reivindicando las razones de una revolución que como todas, nació libertadora de su pueblo y como casi todas culminó en un despotismo aún más agudizado y liberticida. Como Castro es de izquierdas, de nada sirven los testimonios de los intelectuales del exilio expatriados en Madrid como Carlos Alberto Montaner, en Suecia como Carlos Estefanía, en París, en Nueva York o en Miami. Tampoco el renombre internacional de gentes como Daina Chaviano, premio Azorín, Guillermo Cabrera Infante, premio Cervantes o José Lezama Lima. Ni siquiera turbó sus mentes la interpretación que Javier Bardem hizo en Antes de que anochezca de Reinaldo Arenas, quien después de participar con Castro en la Revolución, fue perseguido, privado de libertad, enviado a campos de trabajos forzados y torturado durante más de una década por homosexual y por escritor. Los más destacados pancarteros de otro tiempo no se manifestarán hoy ni nunca a favor de la libertad para los cubanos. Algunos estarán en otra convocatoria siniestra y surrealista que encabezará IU en apoyo al Gobierno cubano. Pronto sentirán profundamente la llegada del día en que los gusanos completen en el cuerpo y en el régimen por él implantado, la tarea que culminaron hace décadas en el alma del dictador. Para entonces y quiera Dios que sea en breve, el compañero Comandante será sólo un truculento episodio más de la historia universal de la infamia y quizás Cuba viva libre.