miércoles, 27 de abril de 2011

Marta Domínguez

Recuerdo como, hace unos años, mientras el dinero se derrochaba a espuertas y volaba por cientos de millones a ciertos bolsillos con motivo, entre otros, de los fastos de la Expo 92, el gobierno decidió sacar a Lola Flores a la escena pública para que el pueblo tuviera alguien a quien lapidar. Su delito, que lo era, no declarar sus ingresos a Hacienda del 82 al 85. En 1991, la sentencia definitiva fijó en veintiocho millones de pesetas (menos de ciento setenta mil euros), la sanción. Ni mucho menos era la mayor defraudadora fiscal española, pero no había nadie que no conociera su nombre. Sin necesidad de Sálvames, Norias y otras mugrientas porquerías semejantes, que ahora tanto gustan a muchos de nuestros políticos, la noticia creció como la espuma, eclipsando el dato de los tres millones de parados y el latrocinio generalizado que empezaba a adueñarse de todas y cada una de las instituciones más respetables –al menos hasta entonces- del Estado.

El caso de Marta Domínguez es aún más grave. Fue detenida en diciembre junto a otros trece sospechosos, por consumo y tráfico de sustancias dopantes prohibidas, y propuesta –por ser el nombre estelar, el que garantizaba espectáculo y ampliaba el eco- para su linchamiento. Y linchada fue, sin posibilidad de defensa. Ella, y de paso, quien se atreviera a respaldarla, como el Director General de Deportes de la Junta de Castilla y León, duramente cuestionado política y periodísticamente, porque en esos días, la Junta entregó merecidamente a la atleta palentina la beca relevo de –ojo a la millonada- 4.800 euros, que le correspondían por sus éxitos de 2010.

Resulta que el día que se precipita la detención de Marta, había dos noticias que a quien mueve los hilos no le interesaba que coparan los titulares de los informativos. Zapatero comparecía en el Congreso para tratar de explicar –o de escabullirse de explicar- por qué el gobierno tenía que prorrogar una medida excepcional como lo era la declaración del estado de alarma por el temor a la huelga de los controladores aéreos civiles. Otegui era absuelto de la acusación de enaltecimiento del terrorismo en medio del fango de la tregua-no tregua, negociación-no negociación, faisán o mochuelo.

En la noticia que se daba aquél día, se mezclaban los hallazgos en poder de unos con los nombres de otros. Múltiples sustancias y bolsas de sangre, nos decían. La inquisitorial actuación de un gobierno especializado en sacar lo peor de las fuerzas de seguridad y que como ahora sabemos, se prolongó saltándose a la juez para encubrir la villanía y la dócil e irresponsable caja de resonancia prestada por algunos medios de comunicación supuso su condena social inmediata. Mientras Roldán se pasea orondo por Zaragoza, Marta no podía salir a la calle. Ahora la juez del caso la ha exculpado completamente. Ni sustancias prohibidas, ni sancionables. Si no hubiera aguantado la presión, hablaríamos de ella en pasado. Demasiados juzgadores y verdugos.

domingo, 24 de abril de 2011

De qué callada manera

Conmemoramos, cada 23 de abril, que año a año hay más títulos publicados y más ejemplares en el mercado. Hay libros en las calles de las ciudades. Salen los libreros a tentar a quienes caemos rendidos con facilidad ante los encantos de la hoja impresa y a intentar convertir a aquellos que aún no han descubierto que cada tomo tiene vida propia, movimiento, cadencia, música, aroma. A quienes no han vislumbrado el placer que invade cuando un libro llega, empapa, cala hasta los huesos y se adueña de los tuétanos, en una sensación sólo comparable a cómo una mujer bella y sensual se cuela sutil pero arrebatadora por los cinco sentidos, al modo en que lo compuso Pablo Milanés: “De qué callada manera, se me adentra usted sonriendo, como si fuera la primavera, yo muriendo, y de qué modo sutil, me derramó en la camisa, todas las flores de abril”.

Pocas cosas huelen tan bello como una vieja librería abigarrada de libros en estantes de madera o apilados en el suelo. Pocas visiones generan tanta placidez y a la vez inquietud por lo limitado de nuestro tiempo, como la contemplación de metros de estanterías atestadas de ejemplares, de esos clásicos, cuyas hojas nunca tendré tiempo, ni ocasión, de hollar. Las palabras leídas penetran a través de la vista, pero las endorfinas del placer que nuestro cerebro segrega no serían tan intensas sin la señal que en su deambular por las páginas, recogen y envían las miles de terminaciones nerviosas que confluyen en las yemas de los dedos. Tacto de piel, tacto de papel.

Eso es lo estético, lo superficial y lo placentero de los libros. Pero los libros son también el contenido, el fondo, la libertad de criterio y el pensamiento crítico. Necesitamos los libros para ser libres. Tenemos libros porque, hasta en las más atroces dictaduras y en los más recónditos lugares del globo, surgieron espíritus libres que han combatido la imposición del pensamiento único, el de la ortodoxia oficial, y sus obras -de qué callada manera- sobrevivieron a la caída de los regímenes opresores. Es una lucha perenne, y actuales los riesgos que perviven. Lo ha dicho el último Nóbel, Vargas Llosa. Que, hoy, la cultura se enfrenta al hecho grave de que los intelectuales desaparecen porque suena extraño e indeseable que haya un discurso crítico que permita repensar a las sociedades.

Frente a la dictadura de lo políticamente correcto, a la delimitación de terrenos vedados a la libertad de pensamiento y de opinión, defiende Llosa que hay que combatir las inquisiciones políticas y religiosas, tratando de crear un mundo donde sea posible un diálogo entre adversarios, entre gente que piensa distinto. Lo ha dicho, justo cuando escritores argentinos adocenados, han tratado de censurarlo, por liberal y por crítico con el régimen de los Kirchner; es decir, por no abdicar de su obligación intelectual y no ser complaciente con el poder establecido, de palabra y obra.

miércoles, 20 de abril de 2011

Cruz y cara

Como una moneda lanzada al aire. Un año más y son… casi todos, el cielo reclama que Zamora entera esté pendiente de él. Lloverá o no lloverá a la hora de los desfiles procesionales, «that's the question». Si sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, hay que ver cómo dominan el márketing allí arriba. Sólo así puede conseguirse que, sean creyentes -la mayoría- o descreídos -no pocos- los «semanasanteros» miren al cielo, clamen y recen como nunca en estos días. Da igual que sea en marzo o en abril, algo hay que no gusta en las alturas, porque no puede ser casual que de unos años para acá, siempre la misma cantilena, acompañe a nuestra Semana Santa.

Será para ponernos a prueba. O tal vez la lluvia busque purificar y apagar las llamas que empiezan a encenderse desde los altares de la intolerancia y el sectarismo contra las creencias que compartimos la inmensa mayoría de los españoles. Como hacía muchas décadas que no se producía, empiezan a extenderse los esfuerzos de una peligrosa oleada laicista. Proliferan los actos intimidatorios contra los católicos. Se amenaza o actúa con el fuego, a la puerta de una iglesia hace unos días, en la Sagrada Familia ayer mismo, se profanan capillas en las universidades, cuando no es una obligación, sino un derecho la posibilidad de acceder a ellas, se lanzan mensajes amenazantes con demasiada ligereza y, aunque aún quedan en incidentes aislados, más valdría prevenir que después tener que curar y empezar recordando que España no es laica, según su Constitución, sin aconfesional, que es algo muy, pero que muy distinto y que el respeto de unos, debe implicar también el de los otros.

Zamora, que es ciudad más tranquila, no más tolerante, pero sí más conservadora de las tradiciones y de lo preexistente, no tiene, de momento, esas cuitas. Aunque, también a cara y cruz, presenta novedades. La mala, y merecemos que nos caigan chuzos de punta por ello, las calles de Zamora, que son templo abierto, se llenan de mercaderes. En alegoría de aquellos que expulsó Jesús con látigo de cuerdas, mientras se obliga a nuestro comercio a cerrar, en la calle más transitada por locales y foráneos, no hay un solo espacio mínimamente abierto, que no cuente con su tenderete y carromato. Nueve de la Farola a la plaza de Zorrilla. Adefesios, junto a Santiago el Burgo o delante de la maternidad de Lobo y la fachada de los Momos, propios, que no dignos, de otras épocas o latitudes. Incluso la feria de artesanía, apretujada y agobiante en la plaza de la Constitución. ¿No era para eso la reforma de San Martín? ¿Capital Internacional del Románico? Qué cruz.

La cara, el rosario de fotografías que a modo de Vía Crucis urbano expone nuestro Ayuntamiento en los huecos de locales sin uso. Una extraordinaria idea y una magnífica calidad de ejecución. Buena semana para todos. Sin lluvia, please.

domingo, 17 de abril de 2011

De pan y tortas

El mismo día en que se conmemoraba el hundimiento del Titanic, el presidente de nuestro Gobierno comparaba a España con un gran trasatlántico. ¡Qué ojo! y anunciaba una milmillonaria llegada de maná-money chino que al día siguiente los propios chinos desmintieron. No es ya, como decimos de los bocazas, que cada vez que habla sube el pan. Es que cada vez que habla nos acercamos más al riesgo, de que el pan se acabe. Con excepciones, claro. He ahí ejemplos como el de Telefónica, que anuncia recorte de dos mil empleos, y aprueba cientos de miles de millones en remuneraciones extra a sus directivos durante los próximos cinco años.

No hay pan, ha dicho una sentencia, para la madre –en situación de incapacidad permanente absoluta- de dos hijos asesinados en la terrible masacre etarra de Hipercor. La sentencia hace una interpretación probablemente correcta del texto de la ley que determina, estrictamente, quiénes son víctimas de los atentados, y está bien fundada. Lo que no tiene ningún fundamento es que asuntos como éste lleguen a los tribunales por el empecinamiento y la inflexibilidad de la administración y el Gobierno. Más sangrante todavía, si esto ocurre mientras se negocia fijar pensiones para los terroristas si dejan la violencia. Como si no fuera violencia, brutal e intolerable que anden por la calle asesinos cuya estancia en prisión ha sido de menos de un año por cada crimen cometido. Definitivamente, pecamos por exceso de leyes y falta de sentido común.

A falta de pan, buenas son tortas, o bofetadas. Ayer se difundieron unas supuestas declaraciones en las que Aznar habría calificado a Gadafi de amigo de Occidente, extravagante pero amigo, decía la gubernamental agencia Efe, que había dicho. Pensé que algún músculo de los de nueva creación que con tanto esmero cultiva, le estaba presionando la arteria carótida y cortando el riego sanguíneo del cerebro. Hasta que se produjo el desmentido y se comprobó que no eran ciertas. Algunos, para entonces, ya lo habían convertido, otra vez, en su diana favorita.

Y luego, Zamora. Resulta que el día más importante del año en ventas de nuestro comercio a residentes fuera de nuestra ciudad, Zamora cierra por fiesta. Que el sábado es “San Villalar” nos dicen. Y en qué va eso con nosotros, en un día en el que Zamora está abarrotada de visitantes que, tras jueves y viernes en los que sólo han tenido tiempo para comer, dormir y ver las procesiones, por fin pueden descargar las “visas”. Y resulta que hay que cerrar. Zamora desierta. Sindicalistas incomprensibles siguen sin admitir la libre opción de los trabajadores, aunque el ingreso extra les pudiera venir más que bien, y ni siquiera los comerciantes pueden abrir y currar ellos, porque la administración amenaza con crujirlos a multas. Demencial. Un escenario perfecto para demostrar que la insumisión y la subversión son, a veces, el único camino para vencer a la insensatez.

miércoles, 13 de abril de 2011

El miedo a la excelencia


Interesante, muy interesante el debate abierto a partir de la iniciativa de la presidenta madrileña de crear un bachillerato público que ha llamado, de la excelencia. Es decir, un bachillerato más exigente, al que tengan acceso los alumnos que al llegar a esa etapa formativa acrediten una nota media superior al ocho y superen, con al menos un siete, una prueba específica de conocimientos de tercero de la ESO.

Tal vez sea por tratarse de Esperanza Aguirre, a quien todos toman en serio y sus adversarios temen y odian a partes iguales, pero la propuesta, que no es promesa electoral, sino realidad para el próximo curso, ha generado una enorme polvareda. Probablemente, el eco y la credibilidad hubiera sido mucho menor de ser cualquier otro presidente autonómico el que hubiera anunciado algo tan sugerente a poco más de un mes para la cita electoral.

Dicen los críticos, que se han lanzado a la yugular de Aguirre de manera furibunda -lo cual, me temo por ellos que en lugar de preocuparla la estará divirtiendo de lo lindo- que la medida es segregadora, que quiere dividir la sociedad en listos y tontos, que la educación debe ser integradora y que no es la mejor forma de integrar (socializar suelen decir), sacar a los alumnos de su entorno para llevarlos a estudiar a un centro especial y diferente, y un largo etcétera, de argumentos unas veces, de simplezas otras.

Obvian, que la medida no compartimenta a todos los estudiantes de acuerdo a una escala. Ni siquiera es obligatorio que un alumno cuya nota media sea de nueve y obtenga un diez en la prueba de conocimientos, curse ese bachillerato más exigente. Lo único que hace es propiciar una educación pública del máximo nivel para aquellos que por inteligencia o bien por capacidad de esfuerzo, constancia y fuerza de voluntad, alcancen ese umbral de la excelencia, del que tan necesitada está nuestra sociedad. Es voluntario matricularse en él o hacerlo en el tradicional. Es libre, aunque quizás ahí esté el quid de la cuestión, en lo que asusta en determinados ámbitos la mera enunciación del término libertad de elección.

Es más fácil mirar para otro lado y hacer como que no sabemos que ya existen centros de ese tipo. Centros donde desde hace muchos años estudian cientos de alumnos (también de aquí), algunos muy inteligentes y otros que no lo son tanto, pero todos ellos con un denominador común, sus padres son lo suficientemente pudientes como para poder pagarlos. Y centros de los que, como en otros de nivel universitario y de postgrado -guste o no-, quienes cursan con aprovechamiento, salen varios escalones por encima para integrarse en el mercado laboral. Por eso, no entiendo la oposición frontal desde los sectores que dicen defender la prevalencia de lo público, a que quienes tienen esa capacidad pero no los medios económicos, puedan tener las mismas posibilidades desde la educación pública y gratuita.

domingo, 10 de abril de 2011

Entre abril y mayo


Abril lanza la batalla que mayo decidirá. Ya tenemos sobre la mesa tres candidaturas, sólo nos falta la de ADEIZA, veremos si con alguna sorpresa en su apuesta por volver a ser decisivos en la composición del gobierno municipal y de la gestión durante los próximos cuatro años. Primero fue el PSOE con sus mil líos internos trascendiendo a la luz pública y un Fuentes que buscaba una candidatura mucho más potente que la que finalmente consiguió hilvanar. Luego la meritoria IU, para quienes Zamora se ha convertido, casi en exclusiva, en reserva de voto municipal en capitales de provincia, que continúa con su ya famosa rotación de cargos. Ahora le toca el número uno a Laura Rivera, aunque los nombres siguen siendo los mismos, exactamente los mismos, de siempre.

El PP acaba de presentar su propuesta de equipo a los ciudadanos de Zamora y, como ocurre siempre de manera inexorable, ya circulan opiniones, rumores y valoraciones para todos los gustos. Personalmente siento algún descarte, me parece incomprensible y un grave error alguna continuidad destacada y, entre las nuevas incorporaciones, algunas me parecen muy buenos puntos. Como en mi pasado político participé activamente en la confección de varias candidaturas y sé lo complicado que es primero dar con los nombres, luego que ellos acepten y por último que el grupo en su conjunto adquiera cohesión y equilibrio, no me atreveré a juzgar de entrada. Ya tendremos tiempo durante la campaña electoral, la más abierta y con resultados, en su conjunto, más inciertos desde el año 95, para ir descubriendo qué grupo y qué individualidades son las que más potencial presentan.

Ya hace unos días defendí la prevalencia que debía tener Rosa Valdeón frente a la dirección del partido para marcar los perfiles de quienes han de acompañarla en su vocación de gobierno, cosa distinta es que, como es lógico, el partido participe de manera muy activa (pero no imponiendo) en la selección de los nombres que respondan a esos perfiles. Lo digo, porque atisbo de fondo, así me lo venían anunciando y así ahora me lo ratifican quienes razones tienen para saberlo mejor que yo, un especial interés desde Víctor Gallego por controlar el posible futuro equipo de gobierno municipal. El sueño del anterior presidente provincial, nunca cumplido en Zamora -afortunadamente-, aunque sí en Benavente, donde concluyó con la ruptura interna y la renuncia, a mitad de mandato, del entonces alcalde, Antonio Zapatero. La pervivencia del actual concejal de obras, la fuerte entrada de San Damián y algunos otros de los movimientos de entrada y salida, apuntan en esa dirección.

Esperemos que, si el veredicto electoral les da el gobierno, todos entiendan que una institución ha de llevarse con criterios de interés público, no partidista. Para todos los ciudadanos, no sólo para los votantes propios. Eso viene después, antes veamos como mayo cierra lo que tan abierto deja abril.

miércoles, 6 de abril de 2011

No hay caja para tantos

Así que se abre la campaña de la declaración de la renta y se colapsa el sistema informático que tiene que soportar la petición de los borradores. A pesar de que todo lo que Hacienda está acostumbrada a morder, tragar y digerir, este año ha sufrido un atracón de peticiones nada más iniciarse la hora del contribuyente. Ya saben, aquello que tan famoso se hizo hace unos años de que Hacienda somos todos.

Si alguien hubiera desaparecido hace treinta y tantos años, no más, cuando la gente aún presumía de que no pagaba a Hacienda o de que por cada cien rubias que declaraba ocultaba otras trescientas -que así eran las cosas por aquel entonces- y reapareciera ahora, se llevaría las manos a los ojos de pura incredulidad. Seguro que le parecería un sinsentido el hecho de que nada más abrirse la campaña anual del impuesto de la renta, la multitud se agolpe a las puertas –virtuales, eso sí- del recaudador. Dicen que la red estaba preparada para procesar 600 peticiones por minuto de borradores y en las primeras horas fueron más de 1.000 cada minuto, hasta tal punto que a las siete de la tarde, un cuarto de millón ya lo habían descargado y 25.000, además lo habían confirmado.

Cambiaron los tiempos. Antes, para casi todos, declaración era sinónimo de apoquinar. Ahora, la administración se ha perfeccionado tanto, que para la inmensa mayoría supone la devolución de un poquito de todo lo que te han ido birlando a lo largo del año. O sea, te dan el exceso que nunca te deberían haber retenido y con el que la administración ha hecho lo que ha querido durante un montón de meses. Claro, hay que entender que el dinero está mejor en el bolsillo del común que en el de cada uno, aunque este incidente sea la mejor demostración -junto con el brutal dato del paro, otra vez en marzo- de que los bolsillos de los españoles están más tiesos que la mojama y no piensan más que en pasar por cualquier caja de donde pillar algo.

Lo mejor de la anécdota es que el sistema informático decidió, en su inteligencia programada, que tantas peticiones simultáneas sólo podían ser “spam”, o sea, correo basura, porquería peligrosa. Toma ya. Si hubiera sido para pagar, a nadie ni a nada se le hubiera ocurrido calificarlo como basura. Aunque por otro lado, quizás el colapso lo provocaron los brotes verdes, que ya deben estar creciditos, que se habrán colado por las cañerías del dichoso sistema y lo habrán echado todo a perder. En fin, cosas que pasan.

Hablando de dinero, me susurran que la supercaja de Castilla y León, ya en trámite de ser fagocitada por Unicaja, puede perder aún más peso y, en pocos días, compartir también destino con Ibercaja. Algunos, que ya le iban cogiendo el tranquillo a Málaga, temen quedarse sin sitio.

domingo, 3 de abril de 2011

Se va ZP, queda el PSOE

Ignoramos cuánto habrán pesado en su decisión cada uno de los factores en juego. En todo caso, son muchos y con demasiado peso como para obviarlos o enfrentarse a ellos, aunque con la soberbia de los césares nunca se sabe. Coincidían razones de ámbito familiar -según expuso en su intervención- que deben ser respetadas sin ninguna valoración, con otras mucho más políticas, como que su valoración por los ciudadanos, según el CIS, está por debajo de la que tenían en sus últimos tiempos, Felipe González, a pesar de la corrupción generalizada que gangrenaba casi todas las instituciones del Estado y del GAL o José María Aznar, tras las movilizaciones sociales instigadas por el accidente del Prestige o la incorporación de España a la coalición internacional tras la guerra de Irak.
En paralelo, pero no menos importante cuando hablamos de política, el liderazgo monolítico que nuestro sistema otorga a quienes dirigen los partidos había empezado a resquebrajarse y hacer aguas de una manera que no se conocía en un partido en el gobierno desde los últimos estertores de la UCD, con la diferencia, eso sí, de que éste era un partido en plena descomposición mientras el PSOE mantiene su fortaleza a pesar del lastre que en este momento suponía la enseña ZP. Hoy todos hablan bien de él y si hubiera decidido seguir y volver a presentarse, prietas las filas hubiera sido la respuesta, pero eran ya demasiadas las voces autorizadas que desde dentro incumplían las instrucciones de silencio y planteaban, sin ambages, la necesidad inmediata de que anunciase su retirada, para así tener alguna opción de evitar el presumible desastre que se atisba para el 22 de mayo.

Con todo, dar un paso atrás cuando se está en el poder nunca es una decisión fácil y requiere valentía. Esto no le quita de ser el peor presidente del gobierno de nuestra democracia, el menos formado y capacitado, el más insensato y sectario, pero nadie en su partido podrá acusarle de no haber actuado en este momento con responsabilidad y sentido de servicio a sus siglas. También presta un servicio importante a la democracia, precisamente allí donde más se necesita, en las formas con que se toman las decisiones dentro de los partidos. Se va, como hay que irse, sin designar sucesor. Se va, cerrando el círculo, consolidando definitivamente el sistema de primarias, en un avance que fija como irreversible. Será el partido en su conjunto, no un dedo mayestático, el que elija su cabeza de cartel para las próximas generales y, aunque el candidato socialista parece condenado a liderar la oposición, partirá, gracias a ello, con una legitimación superior y, el PSOE, con una presencia mediática y una movilización de militantes, simpatizantes y votantes inigualable de otro modo.

Siendo así las cosas, harían mal Rajoy y el PP confiándose y dejándose llevar por la inercia y la adulación de las encuestas, porque no todo está escrito.