domingo, 30 de enero de 2011

Aria de la revolución

“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos seis y en el dos mil, también”. En cuatro versos de tango, Santos Discépolo, sintetizó ideas que llevan siglos desgranando los filósofos. El mundo es básicamente siempre el mismo, porque sus habitantes somos básicamente iguales hoy que hace cientos de años y para el planeta la historia es sólo una fracción insignificante de su tiempo. Pasa el tiempo, parece que nada cambia pero mi generación quiere nuevos valores viene a decir también Battiato en “Aria di Revoluzione”. Sin embargo, el mundo cambia de manera cada vez más vertiginosa sin que seamos del todo conscientes de ello.

Recuerdo un viernes por la noche, hace unos cuantos años, en El Cairo, el caos más maravillosa y estrafalariamente ordenado que he visto nunca. Viernes febril, efervescente, de coches, ruidos y gentes que todo lo llenaban en la noche del que allí es el día festivo de la semana. En la avenida de las Pirámides, media docena de carriles por sentido, poblados de vehículos en carrera zigzagueante, casi todos con las luces apagadas –para no deslumbrar a los otros conductores, me explicó el taxista Jimmy (number one, como añadía cada vez que alguien le preguntaba su nombre)- y pugnando por llegar los primeros a unas rotondas donde la prioridad de paso, aun con semáforo en rojo, es siempre para el que llega antes.

Allí me pregunté cómo una sociedad de costumbres tan anárquicas podía ser tan dócil, servil y resignada ante la dictadura gobernante, que sólo de manera grosera disimulaba con algunas apariencias democráticas. Acabamos de contemplar una revolución en Túnez y asoma otra en Egipto frente a dos dictaduras que sólo unas horas antes parecían balsas de aceite, tranquilas y plomizas. En el terrible Irán de los negros ayatolás de turbante negro, afloran por los rincones seguidores de la revolución verde que, arriesgando la tortura y la horca, persiguen la esperanza de la democratización de la que fue una sociedad culta, civilizada y abierta, aunque bajo el también despótico manto dictatorial del Sha.

Jomeini hizo su revolución desde París gracias a la televisión y los clérigos radicales, dos fuerzas que alienan al individuo y lo convierten en masas alineadas en la dirección que interesa a quienes las controlan. Las masas, según el modelo revolucionario francés perfeccionado dramáticamente por el comunismo soviético y chino protagonizaron las revoluciones del siglo XX. Los individuos protagonizan las del XXI. El mundo ya ha cambiado, los revolucionarios no siguen a los medios tradicionales, constreñidos y manipulados por intereses demasiado organizados. No, hoy, y es el fruto de menos de una década, las revoluciones las provocan, las lanzan y las hacen individuos anónimos, aislados, conectados a Internet, que se relacionan por Facebook, Twitter y You Tube. Conectados en red, libres y autónomos son incontrolables y, de momento, indestructibles.

miércoles, 26 de enero de 2011

Ex presidentes

Cuentan de un ex presidente autonómico que luego fue ministro que, antes de ser esto último, siempre repetía con buena dosis de ingenio que él quería a toda costa ser ministro, pues aunque sólo lo fuera durante media hora, ya sería ex ministro para toda la vida y eso es el no va más. Lo consiguió, o sea, que debe estar bastante contento y aunque imagino que ya no haya repetido más veces la sentencia, ha quedado como un clásico para los anales de la historia política cercana. No se trataba en su caso de una cuestión económica, sino de estatus y reconocimiento social y, en ello, no le faltaba una buena parte de razón si tenemos en cuenta que es España uno de esos países donde más se humilla el común ante el poderoso y, sin embargo, menos se respeta la figura del que ya ha dejado de serlo.

Andan revueltas las aguas en torno a González y Aznar, a sus pensiones públicas por haber sido presidentes del Gobierno y a sus jugosos contratos privados por sus magníficas cualidades para abrir puertas. Algo debe haber de aquello de que es la envidia el pecado capital que más nos caracteriza a los españoles. Si en la carnal Italia Rocco Siffredi, el actor porno, ha dicho que admira a Berlusconi porque hace “eso” el doble de veces que él, en España la envidia corroe por doquier por no disfrutar de los placeres que la cartera otorga a nuestros dos destacados compatriotas; consejero el uno de Gas Natural y asesor externo de Endesa el otro.

Como aún somos una democracia de corto histórico de sucedidos es lógico que haya que realizar ciertos ajustes a los usos institucionales menores como es éste. En ello, mi opinión se distancia bastante de la demagogia fácil del aplauso de la masa. Yo estoy encantado de que quienes han sido presidentes de mi país puedan ganar una pasta y, más aún lo estaré, de que sigamos teniendo (o volvamos a tener), presidentes con cualidades personales y profesionales que los hagan acreedores a que alguien les pague aún más.

Me parece perfecto que se fije para ellos una pensión pública vitalicia (no especialmente alta es la actual), y que se les costee un mínimo gabinete personal representativo, secretaria, seguridad y algunos desplazamientos; porque quien ha sido presidente de España, sigue siendo un personaje de interés nacional, ya nunca un ciudadano más. Y también me parece bueno que aporten su valor añadido a las empresas españolas que lo requieran, máxime si como es en ambos casos, su labor se orienta a los mercados internacionales.

No obstante lo cual, a partir de determinadas cuantías privadas, debería eliminarse automáticamente la asignación pública aunque sólo fuera por una cuestión de estética. En todo caso, ex presidentes tendremos siempre pocos y, reparamos menos, y se justifican peor, muchos otros gastos ya no de “ex”, sino de los miles de cargos en activo, administraciones, empresas públicas y mandangas diversas.

domingo, 23 de enero de 2011

El 5 a las 5

Hace 16 años, un 23 de enero como hoy, a la hora de la comida, un hombre que estaba en el camino de cambiar la historia de tal y como venía siendo y de tal y como después ha sido, caía criminalmente abatido en la mesa de un restaurante del casco viejo de San Sebastián mientras compartía mantel con algunos colaboradores, María San Gil entre otros.

El asesinado era teniente de alcalde en el Ayuntamiento de San Sebastián, donde no sólo había convertido al Partido Popular en fuerza determinante para conformar el gobierno municipal, sino que en las elecciones europeas de sólo unos meses antes, había sido la fuerza política más votada en la capital guipuzcoana y podía llegar a ser alcalde seis meses más tarde. Era Gregorio Ordóñez. Ha pasado mucho tiempo, tanto, que conviene recordar estas circunstancias, por casi todos olvidadas, para poner muchas cosas en contexto. Entre otras, por qué Ordóñez era, en años de plenitud del terror etarra, la principal amenaza para ese amplio y enlodado mundo que conformaba, sostenía y mantenía a ETA.

Se trataba de un objetivo especialmente cualificado para el amplio espectro de los que ejecutaban los asesinatos, quienes los ordenaban y quienes se aprovechaban de ellos. Era peligroso, porque no permitía que la calle fuera controlada por nacionalistas y asimilados. Osaba moverse con libertad y sin escolta por el casco viejo, miraba a los asesinos a los ojos y no renunciaba a decirles lo que pensaba. Era un modelo social mucho más incómodo que la viscosa ambigüedad de otros políticos vascos, como el que era y sigue siendo alcalde, el socialista Odón Elorza. Permanecía, además, empeñado en una particular cruzada para desenmascarar las múltiples conexiones económicas e institucionales que corrompían el día a día de la sociedad vasca y la convertían en estercolero. No podían tolerar que les “robara” la calle y lo mataron. Y les salió bien por mucho tiempo.

Hoy ETA y su entorno están más débiles y arrinconados que nunca, a golpe de mazo policial, judicial, económico y de colaboración internacional. Es muy fácil asesinar y sin embargo, afortunadamente, llevan un buen tiempo sin hacerlo sólo por una cosa, porque no han podido. Y ahora que las cosas son así, que están diezmados e infiltrados por decenas de topos, que se cuentan por cientos los confinados en las cárceles, que los jóvenes de su cantera están agilipollados por los porros; ahora que han perdido la calle por la que mataron a Goyo, quieren árnica. Plantean treguas y buscan acólitos que nos convenzan de que no es bueno derrotarlos, que es mejor una solución negociada para que no haya vencedores ni vencidos. 16 años lleva Gregorio Ordóñez esperando que alguien negocie con él. El 5 de febrero a las 5 de la tarde miles de españoles dirán en Madrid, no a una negociación que salve la cara a quienes ya están acabados. Por Goyo y todos los demás. El 5 a las 5.

miércoles, 19 de enero de 2011

Así nos luce


Que Sanabria no es París, ni el lago es el Sena, ni el barco es un «bateau mouche», lo sabe bien el promotor de la iniciativa. Que hay que preservar el entorno natural y privilegiado en el que se va a ubicar, también. De contaminación, de ruidos y de vertidos. Quizás por eso David Salvador, que conoce bien lo que es un entorno natural, lo que es el agua y lo que es un barco, lleva casi dos años trabajando en el diseño, el seguimiento de la construcción y la supervisión de cada detalle. Él sabe mejor que nadie en esta provincia, a estas alturas y tras más de una década con otro, aunque diferente, en los Arribes del Duero, la importancia de que el proyecto sea exitoso. Sabe que, para ello, no basta con que haya sanabreses o visitantes dispuestos a subir en él y darse un garbeo por el lago. No, para que el proyecto sea exitoso y perdure en el tiempo, es preciso que cumpla todos los requerimientos medioambientales exigidos. Todos y alguno más.

Viene todo esto a cuento de que ayer nuestro periódico daba, con solo unos cuantos datos, la primicia de la llegada del «Helios Cousteau», que así se llama la embarcación en homenaje al origen principal de la fuerza que lo impulsará, Helios, el dios de la antigüedad griega que personificaba el sol y del insigne oceanógrafo francés Jacques Cousteau, quien a través de sus innumerables grabaciones para televisión nos descubrió el mar y la vida marina a más de una generación.

Viene a cuento de que cuando, avanzada la tarde, apunté mis dedos al teclado del ordenador para distribuir la tinta por el espejo, eran ya una treintena los comentarios que los lectores habían compartido en la edición digital y, por cierto, la gran mayoría positivos y, por cierto, muchos bastante desinformados y, por cierto, algunos, escudados en el anonimato, claramente ofensivos para los promotores del proyecto, Ayuntamiento de Galende y empresario.

Defiendo la libertad de expresión, claro que sí, para que cada uno diga o escriba lo que le apetezca, yo también lo hago, aunque no siempre guste. Pero este asunto, como otros, me enfada. No solo porque conozco al empresario, sé de su rigor y he ido conociendo de primera mano cada etapa de la construcción y los muchos meses que se ha tenido que pasar día sí y día también a ochocientos kilómetros de su casa para hacer un barco que a él, de su bolsillo, le ha supuesto más de seiscientos mil euros -sin dinero público-, que no utilice ni un gramo de combustible fósil y en el que hasta el lubricante sea completamente inocuo y biodegradable.

No, también me molesta, porque estamos con la cantilena de siempre en esta Zamora nuestra, de que en el mismo momento en que a alguien se le ocurre emprender, innovar y crear riqueza para él y para la zona, todos unidos y a degüello. Así nos luce.

domingo, 16 de enero de 2011

Los Perseguidores

En “El Perseguidor”, un relato de Julio Cortázar, escenifica el autor de Rayuela cómo uno de los personajes: “…-Se golpea la cabeza con el puño cerrado. La cabeza le suena como un coco. -No hay nada aquí dentro, Bruno, lo que se dice nada. Esto no piensa ni entiende nada. Nunca me ha hecho falta, para decirte la verdad. Yo empiezo a entender de los ojos para abajo, y cuanto más abajo mejor entiendo. Pero no es realmente entender, en eso estoy de acuerdo.”

Retoma, quizás, el contenido del aforismo del escéptico -y agudo de ingenio- científico y escritor alemán del XVIII, Lichtenberg: "cuando un libro y una cabeza chocan y suenan a hueco, ¿es siempre debido al libro?" Se repite constantemente a lo largo de la historia que los libros, y cualquier otra muestra de la libre creatividad humana, vayan por ahí chocando con las cabezas de los que a duras penas entienden de cuello para abajo. Sienten afición, quienes han de esconder su mediocridad e inseguridad compensándolas con instintos totalitarios, por quemar libros, por poner hojas de parra en los desnudos clásicos, por condenar al ostracismo aquello que no encaja en el paradigma moral o ideológico de un determinado momento.

Mientras se aplauden y subvencionan bazofias contemporáneas surge lo peligroso, totalitario y liberticida; censurar hoy, lo que fue creado hace décadas o siglos y que, si ha sobrevivido al paso del tiempo, llegando hasta nosotros en plenitud, es por su calidad artística, por ser reflejo fiel de su época o ser capaz de adaptarse y mantenerse su vigencia generación tras generación, es decir, que está entre ese reducido catálogo de lo que la humanidad denominamos, obras de arte.

Cuando la tecnología abre nuevos universos revolucionarios para el acceso general al conocimiento, resurge, “à rebours”, una pujante corriente de nuevos censores que tratan de imponernos la esclavitud de lo políticamente correcto. En ese bando se alistan burócratas como los que en Canadá prohíben emitir el “Money for nothing” de los Dire Straits –éxito permanente desde hace veinticinco años- porque en su letra se incluye la palabra maricón; políticos como Pajín, que quiere multar a cualquiera que llame feo a otro –aunque lo sea- y hasta profesores universitarios y editoriales como los que publican una edición manipulada del Tom Sawyer de Mark Twain, eliminando términos supuestamente demasiado duros para nuestros castos oídos actuales.

Siguiendo esos criterios censores extemporáneos, pronto, como en el 1984 de Orwell, querrán hacer desaparecer de la historia y la memoria la magnífica “Lolita” de Nabokov, los diálogos de “La Ciudad y los Perros” o las sentencias misóginas de Óscar Wilde (“Cuando las mujeres toman un amante es sólo para tener alguien a quien montarle sus escenas” o “La única manera que una mujer tiene de reformar a un hombre es aburrirle tanto que llegue a hacerle perder todo interés en la vida”, dice en su Dorian Grey). Después tampoco se librarán Quevedo, Cyrano, Shakespeare o el Quijote.

miércoles, 12 de enero de 2011

Made in Zara

Amancio Ortega preside Inditex, el grupo de Zara para que todos lo entendamos, pero también de Pull & Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Zara Home y Uterqüe, aglutinando cinco mil tiendas en 77 países. Amancio Ortega ha hecho de Zara y familia el líder mundial textil con unas ventas en el ejercicio 2010 superiores a los 12.000 millones de euros, un beneficio neto de más de 1.600 millones (o lo que es lo mismo, más de 260.000 millones de pesetas) y casi cien mil empleados. Magnitudes casi inabarcables pero cuyos comienzos en 1975, cuando en plena crisis económica abrió su primera tienda en La Coruña, fueron tan humildes como los de la mayoría de las empresas familiares.

Muchos libros y artículos científicos se han escrito sobre las claves de su triunfo universal y lo que en todos ellos se trasluce es que también una empresa familiar puede convertirse en una gran corporación empresarial, crecer con solidez, capear las crisis con solvencia y adaptarse antes que nadie a los cambios y las tendencias con genio y con ingenio.

Pero ha demostrado algo aún más importante, cómo se puede ser una empresa con el capital distribuido entre miembros de un grupo familiar, dirigida con un liderazgo fuertemente personal e intuitivo por su presidente y a la vez sabiendo aprovechar las ventajas de la profesionalización de la gestión, de forma que las tensiones entre los propietarios y a la vez parientes queden completamente al margen del día a día de la sociedad y de la toma de decisiones. Lo normal suele ser lo contrario y lo veo a menudo en mi despacho cuando tratamos con empresas familiares. Enfrentamientos entre los accionistas no por el reparto de los beneficios de la gestión o a la hora de definir la estrategia a largo plazo sino por el protagonismo, las intersecciones entre las cuotas de poder en la gestión del día a día o por no tener prevista la sucesión o la salida de los socios.

Amancio Ortega es hoy el hombre más rico de España, también el resto de los accionistas están en las listas. Inditex sobrevivió a múltiples y traumáticas vicisitudes familiares porque ha sabido crear los protocolos internos para separar, aún sin disociarlas, la propiedad de la gestión; dejando espacio para que la empresa fuera dirigida por su fundador pero apoyado en profesionales cualificados ajenos al grupo familiar. Ese reparto de papeles sirvió también a la inversa, para que cuando hubieron de cambiar a su primer ejecutivo nada se resintiera.

Ahora Ortega acaba de dar otra lección anunciando su paso a un segundo plano, de control pero no de gestión, con una transición planificada, ordenada y con la que una vez más evita el roce entre las diferentes generaciones de propietarios. Lo hizo con una tienda, ahora con cinco mil el proceso es el mismo. Una buena lección para nuestras empresas familiares. No es difícil de aplicar, sólo hay que querer hacerlo.

domingo, 9 de enero de 2011

… de Cascos y Asunción

A raíz de mi último artículo: “A propósito de Cascos”, en el que hablaba del profundo déficit democrático del que adolecen los partidos políticos en el sistema español, algunos lectores han cuestionado que no son comparables el PP y el PSOE pues, según me apostillan, en el partido socialista está instaurado reglamentariamente el sistema de primarias para la elección de cargos representativos. Es cierto, cosa que en el artículo referido yo no omitía, que el PSOE, al menos formalmente, lleva la delantera en lo que a democracia interna se refiere y, aunque su modelo sigue siendo imperfecto y no establece las garantías y los modos de coacción pertinentes para que “el aparato” no caiga en la tentación del dirigismo, la manipulación y el secuestro de la voluntad de los afiliados, con la puesta en práctica del mismo a lo largo del tiempo irá perfeccionándose.

Dicho lo cual, sólo unas horas después de publicado el artículo, volvía a los periódicos el caso de Antonio Asunción, recordándonos que a día de hoy, el modelo de primarias socialistas se utiliza más como trampantojo ante la opinión pública que por convicción democrática. Asunción pasa por ser un hombre íntegro y uno de los contadísimos casos de alto cargo que dimite de su puesto por un error que ni siquiera era directamente atribuible a él personalmente. Siendo ministro de Interior con González, asumió responsabilidades y dimitió tras la fuga -probablemente amparada desde ciertos ámbitos oficiales- de Luis Roldán.

El pasado otoño, Asunción optó a ser candidato en las primarias de la Comunidad Valenciana enfrentándose al secretario general de los socialistas valencianos para competir con Camps por el gobierno regional. Los dueños del partido -que no son los militantes- ni siquiera le permitieron franquear la primera puerta. De los más de tres mil avales que presentó, le anularon los suficientes para que no alcanzara el número exigido, basándose en supuestas “duplicidades”. Como todo parecía una grosera pantomima, el perjudicado decidió acudir a los tribunales que han admitido a trámite su denuncia contra la dirección del partido por vulneración de sus derechos fundamentales, lo que ha desembocado en que, antes siquiera de que comience el proceso, ya lo han suspendido de militancia, paso previo su expulsión del partido.

Como éste, muchos otros casos acreditan que salvo contadísimas excepciones, sólo se celebran primarias allí donde los socialistas que controlan el partido quieren hacerlo (recorran las hemerotecas digitales por ejemplo de Andalucía y verán cientos de denuncias de afiliados a los que no les han dado la oportunidad de presentarse). Como ven, tampoco están para presumir demasiado.

Como liberal entiendo que por razones históricas y de su filosofía política, puedan subsistir más tics contrarios a la libertad individual entre los socialistas; pero esto es parco consuelo para quienes creemos que es el partido popular el que debería ir por delante en libertad y democracia internas y no lo hace.

miércoles, 5 de enero de 2011

A propósito de Cascos

En rueda de prensa sin límite de tiempo ni de preguntas, que es como siempre fueron las ruedas de prensa –hasta que dejaron de serlo-, Francisco Álvarez Cascos citó al abogado Atticus Finch, protagonista de la película “Matar a un ruiseñor”. “Uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida de antemano, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final”. En otra película, “A propósito de Henry”, Harrison Ford interpreta a otro abogado, implacable y de mal carácter, al que durante un atraco le disparan en la cabeza, perdiendo todo recuerdo de su pasado, y teniendo construir desde ahí su nueva vida.
A Cascos le ha disparado, justo entre los ojos, el aparato del mismo partido que dirigió con mano firme y al que llevó al Gobierno. La bala ha destrozado el cráneo que soportaba la cabeza de cartel más obvia y, según las encuestas, más idónea –ya sabremos si la única-, para que los populares reconquistaran Asturias. Otros se hubieran achantado pero Cascos es hombre de ideas fijas y carácter recio como el Carbayón de la calle Uría, al que el semanario del mismo nombre se refería en su primera edición allá por el siglo XIX: “Aquí estuvo el Carbayón seiscientos años con vida y cayó sin compasión bajo el hacha fratricida de nuestra corporación”.

Aún no sabemos si Cascos cae definitivamente como aquél o se levantará con la fuerza renovada del árbol no talado sino podado. Ahora como entonces, se confrontan ferozmente los pareceres. Es lo que tienen los liderazgos fuertes, que se apoyen o se combatan a nadie dejan indiferente. Ni soy, ni dejo de ser, un forofo de la figura política del ex ministro y ex secretario general del PP; no sé si las apelaciones que hace al derecho de los militantes a manifestar su opinión y transformarla en libre elección de los candidatos es sincera o todo sería distinto de haber resultado designado él por el dedo divino. Lo evidente es que ya entrados en el siglo XXI, resulta cada vez más insostenible el obsoleto y antidemocrático funcionamiento interno de los partidos políticos.

No sólo del PP. El PSOE ha avanzado algo más estableciendo formal, que no sustancialmente, el sistema de primarias pero, sin el respaldo del aparato, sólo los muy osados, o muy suicidas, se atreven a presentarse. Claro que es más fácil aquello ya tan antiguo de una persona un voto, pero también mucho menos productivo para los profesionales de la política que sólo en ella ven su sitio y han logrado convencernos a todos de que más aciertan ellos reunidos en sanedrín que el conjunto de los afiliados y simpatizantes en urna secreta.

Que Cascos sea un ruiseñor no está claro, pero en breve sabremos si tras el disparo es capaz de reconstruirse, en cuyo caso, algo habrá empezado a cambiar y no sólo en Asturias.

domingo, 2 de enero de 2011

2011, primeras gotas

Ya después de un café algo más cargado de lo habitual, son la batuta de Welser-Möst y los acordes de los Strauss los que, como estas letras a mi hoja en blanco, oficializan su comienzo y escriben los primeros caracteres del nuevo año. Aún no ha llegado, pero se acerca la Marcha Radezsky. Pero esto fue ayer y hoy ya habrán pasado un montón de cosas nuevas, pues, aun siendo fin de semana, también 2011 habrá nacido con la febril efervescencia que da la juventud y sólo atempera el paso del tiempo. Basta echar un ligero vistazo a las páginas con las que se desperezan los periódicos digitales para ver que no han cambiado demasiadas cosas de cómo acabó 2010 y, sin embargo, efectos del subconsciente, todo huele a nuevo siendo tan antiguo como la presencia del hombre en el mundo.

No habían transcurrido sino unos minutos de 2011 cuando, en Egipto, un atentado del fanatismo islámico asesinaba a una veintena de personas y hería a otras cuarenta en una iglesia donde se concentraban un millar de creyentes. La violencia se desata en cualquier rincón. Un país de África vuelve a estar al borde de una cruenta guerra civil y otros, aun de callada manera, siguen en ellas. Los desequilibrios económicos entre las diferentes latitudes se van reduciendo pero tan lentamente que habría que preguntarse si de verdad merecemos habitar el planeta que se nos ha otorgado. Convulsiones sociales, terrorismo, injusticia, falta de respeto a la vida o a la dignidad humanas, maltrato a los animales y el medio ambiente… Todo son campanadas que nos recuerdan que no todo funciona bien, pero aún así, el globo sigue girando alrededor del sol y a cada cien vueltas va completando un siglo que, finalmente, viene a ser mejor que el anterior.

Nada permanece mucho tiempo inmutable. Todo se concentra o se diluye velozmente o, tal vez como en el movimiento ondulatorio, en realidad no se produce el desplazamiento de las ondas que se nos aparenta. Cuántas veces, como en el efecto mariposa, una pequeña acción aislada genera brutales transformaciones, la primera gran guerra mundial prendió tras un atentado en un pequeño rincón de Europa. Cuántas veces, lo que nos parece una gigantesca convulsión tiene su origen en insignificantes movimientos. Como en los grandes estadios deportivos donde contemplamos una gran ola recorriendo las gradas con fuerza y velocidad, y en la que la causa que la provoca es algo tan nimio como el que cada espectador se levante y vuelva a sentarse. Cualquier cosa que hagamos individual o colectivamente generará efectos positivos o negativos más allá de nuestro alcance.

Gotas de sufrimiento habrá en el nuevo año, gotas de felicidad también. Prepárense para hacer frente a las primeras, para empaparse de las segundas y para, al menos, concedernos el beneficio de la duda, seamos optimistas y hagamos un guiño al futuro. Feliz 2011.