domingo, 27 de diciembre de 2015

Escenario inédito

No es que el resultado del 20D se haya apartado mucho de lo esperado, pero sí lo suficiente como para que la incertidumbre y la desorientación se hayan apoderado de nuestros más altos representantes políticos. Tanto que uno no puede por menos que preguntarse si esto es debido más a la especial anomalía de la coyuntura o bien a unos líderes que no lo son tanto.

El PP está noqueado a pesar de que lo que le ha ocurrido es aquello que durante los últimos tres años venía viendo y advirtiendo cualquiera que no estuviera cegado o enmudecido por el alpiste del pesebre. Pero no quiso ver que buena parte de los votos perdidos eran ya irrecuperables y que mejor que se quedaran en casa era que votaran a la única fuerza con la que podría plantearse un apoyo de legislatura e incluso un gobierno de coalición. Sin embargo, el ataque sin cuartel a Ciudadanos y Albert Rivera y la insistencia en propagar la falacia de que estaba ya cerrado el “pacto de perdedores” entre PSOE, Podemos y Ciudadanos les ha funcionado tan bien a las ideólogos de Génova que ahora en su pecado va la penitencia para España. Me recuerda a mayo cuando Martínez Maíllo y los suyos se empeñaron en convertir a Guarido en el mayor receptor de voto útil y por tanto en alcalde de Zamora. Ahora los escaños no suman y hoy Rajoy tiene prácticamente imposible repetir su estadía en La Moncloa.

El PSOE, como pollo sin cabeza, nada entre Pedro Sánchez, resucitado por la aritmética electoral y cuya pervivencia solo parece posible cerrando un pacto de gobierno con Podemos, lo cual obligaría a estos últimos a eliminar sus líneas rojas de negociación, algo que no parece fácil y Susana Díaz que ni se puede permitir a Podemos ni quiere al PP. Mientras, .Podemos es rehén de los pactos de candidatura con diversos grupos independentistas

Por su parte Ciudadanos tratando de corregir su error de campaña -no ver que su gran caladero electoral estaba en los votantes desencantados del PP y mantener una equívoca equidistancia-, hace la que de momento es la propuesta más interesante, un pacto PP-PSOE-Ciudadanos.

En nuestro sistema constitucional, los votantes no elegimos presidente del Gobierno, sino a nuestros representantes en el Congreso y son éstos los que tienen que sumar los votos suficientes para investir un presidente. Así pues, tan legítimas son unas alianzas como otras, aunque unas nos gusten más que otras. Pasó el tiempo de las urnas, ahora llega el de la política y los pactos que desembocarán en un acuerdo o tendrán que dar otra vez paso a las urnas. Nada de ello es dramático, todo es democrático. De la habilidad negociadora, de la visión de conjunto y no corto-placista y también de la generosidad o soberbia personales dependerán la estabilidad y el futuro de España. Lo ha dicho Feijóo: Nadie es imprescindible.


domingo, 20 de diciembre de 2015

Ignacio Sardá

Dicen de Ignacio Sardá quienes más lo trataron que era persona de vocación inconformista y pensamiento heterodoxo. Este año que ya está a las puertas de su ocaso se celebraba el centenario de su nacimiento en Carbajales de Alba. A mí, bien lo sabes paciente lector, siempre me caen bien los heterodoxos con sustancia y fundamento. En este caso además del cariño y parentesco que me une a su familia.

De la sustancia que segregaba Ignacio Sardá y del fundamento de que estaba hecha su razón práctica, dan buena cuenta sus lecciones y sus escritos pero sobre todo sus compañeros y sus alumnos. Me cuentan que fue culto y cultivador, fue pensador, poeta y filósofo en el más amplio y a la vez estricto sentido de la palabra; fue amigo de la sabiduría pero ante todo y sobre todo “maestro”. De palabra y obra fue maestro, se sintió maestro y ejerció durante toda su vida de maestro. Recojo de la página web “Carbajales de Alba Información” la siguiente cita de su hijo ilustre: “Las personas que dedicamos nuestra vida a la enseñanza tenemos que ser conscientes que no debemos dar por concluida nuestra formación hasta la muerte”. Antes de que ésta le llegara (1979), tuvo tiempo para publicar catorce obras y escribir otras más de cincuenta.

Una pequeña pero muy cuidada recopilación ha sido mostrada durante parte del año en la Escuela Universitaria de Magisterio, en el Campus Viriato. El día de la inauguración todos los presentes coincidían en señalar que ese era el mejor sitio para acoger esos fragmentos de su legado, tal como en su día coparticipé en la decisión de que la fachada de la Casa de la Cultura fuera el mejor acomodo para su bronce. El Pleno del Ayuntamiento de Zamora en 2003 lo nombró a título póstumo hijo adoptivo de Zamora, distinción que esta semana le fue entregada físicamente a su viuda por el alcalde de la ciudad.

Los mejores heterodoxo suelen ser aquellos que conocen la ortodoxia mejor que el resto. Como Lutero y su Reforma de la Iglesia o como algunos grandes pintores, poetas o novelistas, que siendo grandes conocedores de la técnica decidieron ir un paso más allá y transgredirla, en contra del rigor académico, para dar con sus huesos, plumas o pinceles en el surrealismo, cubismo, expresionismo y todos los “ismos" que en uno u otro momento transcendieron a lo tradicional. Sardá no lo fue tanto en su obra, muy sometida a los cánones formales de la época y a los contenidos intelectuales de sus escritos, pero sí en su actitud vital y en el ejercicio de su vocación vital, el magisterio.

Hoy España se ve ante las urnas más peculiares de los últimos lustros. Voten si así lo estiman. Sean ortodoxos o heterodoxos, pero sobre todo, sean libres y defiendan esa libertad para ir a favor de corriente, o contra ella.

domingo, 13 de diciembre de 2015

¿Bye, bye, bipartidismo?

En octubre de 2013 iniciaba mi columna del domingo día 20 titulada ¿Un nuevo mapa parlamentario? con el siguiente párrafo: “Empiezan a preguntarse los analistas si vamos hacia un fraccionamiento electoral que cambie en profundidad el escenario político. Es algo que está por verse pues nuestro sistema electoral, nacido de la necesidad de estabilidad institucional en los primeros momentos de la transición del franquismo a la democracia, es más propicio para un bipartidismo sólido que para la existencia de multitud de fuerzas políticas con peso equilibrado. Así se vio, cuando de las decenas de partidos que nacieron en los 70, la llamada sopa de letras por la multiplicidad de siglas, quedaron reducidos a un parco puñado y luego básicamente a dos”.

Dos años más tarde, a una semana de la cita con las urnas nadie duda de que el bipartidismo ha saltado por los aires y el domingo próximo habrá cuatro partidos por encima del quince por ciento de los votos y, presumiblemente, ninguno por encima del treinta por ciento. Es sorprendente, pero en aquella fecha faltaban aún tres meses para que Podemos naciera y siete para que diera la campanada en las europeas. En cuanto a Ciudadanos, era una meritoria fuerza política en Cataluña donde trataba de ocupar el hueco político que PP y PSOE por abdicación de sus principios habían dejado entre los votantes no nacionalistas. Un partido visto con mucha simpatía en el resto de España, pero poco más que eso.

Cuál era entonces el caldo de cultivo para que, sin saberse cómo ni con qué protagonistas, se pudiera percibir en el ambiente que las cosas apuntaban hacia cambios radicales. Vuelvo a citar un fragmento de aquella columna: “nada de ello sería posible si no fuera por el hartazgo que se acrecienta frente a las actitudes y los modos de los partidos predominantes, a los escándalos que horadan todas y cada una de las paredes del edificio institucional español y a la crisis económica y el desempleo que exacerban la diferencia entre la indecencia de algunos manejos y la situación cotidiana de los ciudadanos”. 

El daño social de la crisis ha sido determinante, pero ni mucho menos exclusivo. La economía remonta aunque con cautela y sin embargo donde antes había dos ahora son cuatro -ya veremos en qué orden-. Y si ya en aquel momento se podía intuir, cómo es que los dos grandes partidos nacionales no previeron la tendencia, actuaron en consecuencia y recondujeron el escenario. ¿Fue soberbia, vagancia o incompetencia? No preguntemos a los acomodados dirigentes de ambos partidos, porque, con raras excepciones, su respuesta será tramposa.

Realmente el bipartidismo se muestra en el mundo como el mejor modelo para gestionar una sociedad democrática avanzada. Pero una sociedad que responda a esa premisa, implica pluralismo y libertad de pensamiento. Si estos principios no se pueden ejercitar en unos partidos, surgen otros. Si los primeros se refundan y se adaptan a los tiempos recuperarán su peso. Si no, simplemente serán sustituidos. Vienen tiempos de turbulencias. Apasionantes, eso sí.