miércoles, 28 de mayo de 2008

Rajoy

Escribí y lo sigo pensando, que Rajoy sería un magnífico presidente del gobierno. Lo hubiera sido en el año 2004 cuando acumulaba una extensa experiencia de gobierno tras haber sido durante ocho años ministro de varias carteras y vicepresidente con Aznar. Lo podría ser ahora, cuando además de esa experiencia, suma tal y como él ha dicho, muchas horas de viaje por España, de trabajo de oposición y de cercanía a los problemas de los ciudadanos. Sería sin duda, un gobernante cauteloso, sensato y con alto sentido de la responsabilidad y del sentido del Estado. Sería, pero no lo es. Para que todo eso fuera posible, además de su capacidad, se exige un requisito más. Para ser presidente del gobierno, hay que ganar las elecciones. Y Rajoy no ha conseguido hacerlo. Es cierto que en 2004, un atentado aún no esclarecido en sus detalles más significativos y que al menos en apariencia (y en resultado) estuvo milimétricamente calculado para alterar las previsiones electorales, dio un vuelco a las urnas. Es cierto también, que sólo tres meses antes todas las encuestas aventuraban mayoría absoluta popular, pero que una semana antes del atentado, todas se quedaban en mayoría simple. Y no es menos cierto que después de cuatro años de gobierno de un “bobo solemne”, según su atinada descripción del presidente Z, era el momento de dar la vuelta a la situación. Pero Rajoy volvió a perder. “Vae victis” dice la sentencia clásica. ¡Ay de los vencidos! Si Rajoy hubiera ganado sería venerado, respetado, temido. Pero perdió. Poco importan las razones. Si Zapatero era más fuerte de lo que se presuponía, habrá que buscar un líder capaz de aunar fuerza suficiente para derrotarlo. Si el equipo no era bueno, no es líder quien no comparte la suerte de un equipo que él ha conformado. Si las derrotas fueron cuestión de mala suerte, cuentan de Napoleón que sólo una condición exigía a sus generales. Que en su carrera, la buena suerte los hubiera acompañado. Quizás su mayor error haya sido, que hasta hace no hace mucho, la mayoría de los ciudadanos se seguían preguntando si realmente quería ser presidente. Anunció que optaba a la reelección en el PP, para mantenerlo unido. Ningún signo de división había entonces. Los de los falsos “apoyos incondicionales”, o sea, todos, defendían que era el único capaz de integrar y liderar. Sólo semanas después, ¿dónde quedó aquello? Ha perdido el control de una situación que sólo en apariencia podrá recuperar. Es hora de mantener los principios que han hecho del popular, el primer partido de España por militantes y única alternativa de gobierno. Es hora de avanzar de una vez en la práctica democrática interna. Dan igual las razones por las que algunas de las mejores cabezas del centro-derecha critican a Rajoy o piden mayor democracia. Aquí, ahora, se abre el pim-pam-pum contra Arístegui porque disiente y dice lo que piensa. Como siempre, no se cuestiona el fondo de lo que plantea, sino que hable. Y, como siempre, yo digo ¡viva el disenso! Con él, se avanza. Aunque a quienes pensando que era con tisana, han cebado al partido con adormidera, cualquier síntoma de libertad les provoque un cierto “desasosiego”.

domingo, 25 de mayo de 2008

Unos más iguales que otros

El pasado lunes, conmemoró FAES, la fundación presidida por José María Aznar, los 10 años desde la integración española en la Europa del Euro. Lo hizo con una jornada en la que participó buena parte del equipo económico artífice de lo que, no sólo aquí, también en el ámbito internacional, se ha dado en conocer como "el milagro español". Cuando el gobierno Aznar comenzó su andadura en abril de 1996, España no cumplía ni uno sólo de los requisitos económicos que la Unión exigía. Nadie apostaba por la integración de nuestro país e incluso se estudiaban posibles estadios intermedios. Una especie de segunda división europea en la que nos encuadráramos quienes no habíamos hecho los deberes a tiempo. Dos años más tarde, ya nadie se acordaba de aquello y buena parte del próspero y prolongado ciclo económico que ahora languidece, comenzó entonces. De lo dicho el lunes, los medios de comunicación se han limitado a reflejar las palabras de Aznar sobre la situación del Partido Popular, aunque no dijera nada que no se supiera de antemano que era lo que pensaba. Él y la inmensa mayoría de los militantes de este partido. Sin embargo, de todas las intervenciones, la mejor en mi opinión fue la de otro José María. En este caso, Fidalgo. El líder de Comisiones Obreras empezó reconociendo que en más de una ocasión desde ciertos sectores de la izquierda le han recriminado que acuda a charlas como ésta. Ya saben, por estar organizada por quien está. Talante de algunos. Recordó, en un discurso, incluso con ribetes liberales, que no había sido fácil entonces, defender una política de concertación social entre empresas, gobierno y sindicatos. La política de austeridad, sacrificio e incluso congelación salarial para más de dos millones de funcionarios fue motivo de discordia en el seno de su sindicato, pero a la postre, se convirtió en la sólida base de la histórica generación de empleo posterior. Ratificó que no hay mejor política social que la creación de empleo. Y que la peor crisis social proviene precisamente de su destrucción. Esto es lo que viene ocurriendo desde hace unos meses, en una situación de la que anticipó, sólo hemos visto la punta del iceberg. Para paliarlo, si en periodos de bonanza, los empresarios y la economía nacional en su conjunto, salen siempre más beneficiados que los asalariados, es lógico que seamos también los empresarios, quiénes mayores sacrificios hayamos de asumir cuando pintan bastos. Y el Gobierno. No con medidas propagandísticas y chapuceras como los famosos 400 Euros, que ni son 400 ni sabe nadie como articular su entrega. Con medidas fiscales agresivas que animen a la inversión y frenen la destrucción de empleo. Con un Ministro que no ejerza de meteorólogo, para decirnos cada día que hace un poco peor que el anterior, sino que se anticipe a los problemas y aporte soluciones. De no hacerlo, los más débiles se llevarán la peor parte. Ante una crisis de grandes proporciones, todos somos iguales, pero también aquí, como en la granja de Orwell, unos más iguales que otros.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Las terrazas son para el verano

Tienen tendencia los profanos en la ciencia jurídica y también algunos no tan profanos, a pensar que la ley sólo puede ser interpretada literalmente. Es decir, leída y aplicada estrictamente al pie de la letra. Sin embargo, si algo caracteriza a una buena aplicación de la ley es precisamente su interpretación. No arbitraria, sino de acuerdo a una serie de pautas y condicionantes debidamente tasados por la tradición, la doctrina y la jurisprudencia. Omitiré los conceptos técnicos que al final han de resumirse, de manera obligatoria, en que deviene inaplicable en su literalidad, cualquier norma que contravenga al sentido común. Viene esto a cuento de que algún colaborador político o técnico del ayuntamiento capitalino, ha metido en un nuevo jardín a la Alcaldesa. Una nueva polémica gratuita en la que nada tiene que ganar. Esta vez con motivo de las licencias para la instalación de terrazas de verano en la vía pública. Valdeón, que no es jurista pero que para nada carece de sentido común, ha reaccionado con prontitud para tratar de mantener las aguas en su cauce antes de que se desborden en un enfrentamiento absurdo con uno de los sectores más importantes para la economía local. La problemática de las solicitudes de terraza que han de ubicarse total o parcialmente en la calzada no es nueva en la ciudad de Zamora. Como tampoco es nuevo, que sean precisamente estas terrazas uno de los paisajes más comunes en cualquier ciudad europea. Y uno de los elementos que más atractivo aportan en las tardes estivales a muchas capitales, cuya estampa sin ellas, sería bastante más deslucida. Ya hace algunos años, se debatió entre quienes en anteriores equipos de gobierno se oponían a cualquier autorización, esgrimiendo la legislación en materia de tráfico y seguridad vial y quienes argüíamos que, sin menoscabo de la seguridad para usuarios de las terrazas y vehículos en circulación, es posible su instalación. Los beneficios, para la economía de los empresarios afectados y del conjunto de la ciudad, para su proyección turística y para la mejora de la calidad de vida y de ocio de los zamoranos son evidentes. No termino de ver el incremento de riesgo que sobre las instaladas en las aceras, suponen las ubicadas, no en mitad de una calle sino en su zona de aparcamiento y que cumplan con los requisitos que para esas circunstancias se vienen marcando. Elevación a la altura de la acera y delimitación perimetral. Todo quedará en mera anécdota si, como apunta, la Alcaldesa mantiene un criterio razonable que sirva para solucionar algo que no era problema, para reforzar su autoridad dentro del equipo, y transmitir a algunos de sus integrantes, que gobernar con la prohibición por sistema es más fácil que oportuno. Lo cual, además, no pega con el carácter que acertadamente, pretende imprimir a su acción de gobierno.

domingo, 18 de mayo de 2008

Los rostros del mal

Sostenía el antropólogo francés, Louis Dumont que la verdadera perfección no es la ausencia de mal, sino su perfecta subordinación al bien. Un mundo sin mal no sabría ser bueno. El bien debe contener el mal a la vez que es su contrario. En los últimos días hemos tenido un amplio abanico de los que históricamente conocemos como los rostros del mal. La primera, la fuerza de la naturaleza provocando enormes catástrofes que se cuentan en decenas de miles de muertos. Un tifón arrasa Birmania. Un terremoto asola regiones enteras de China. Tras los daños iniciales y la pérdida de vidas humanas, la tragedia de las enfermedades y el hambre provocadas por la naturaleza e incrementadas por el hombre. En Birmania, una macabra dictadura se niega a reconocer el alcance del drama, a transmitir información y rechaza la ayuda internacional. En China, excepcionalmente existe una desconocida transparencia informativa y se ha solicitado de buen grado la colaboración internacional. Bien sea, aunque el cambio de actitud sólo se deba al miedo al daño que para su imagen pudiera suponer. Han de cuidar el maquillaje este año, en el que todo el orbe bendice con la celebración de los Juegos Olímpicos, fundamentalmente por intereses económicos, a la dictadura que durante décadas ha oprimido, torturado y asesinado a su propio pueblo. Si la naturaleza es dura, igual de cierto que siempre, sigue siendo que el hombre es lobo para el hombre. En China se estiman en setenta los millones de asesinados desde la revolución de Mao. En Camboya los jemeres rojos de Pol Pot exterminaron a un tercio de la población en tres años y ocho meses de gobierno. El nazismo causó un holocausto con doce millones de muertos, la mitad judíos. El comunismo soviético otros veinte millones, sobre todo, aunque no únicamente, durante el periodo estalinista. Sólo en Ucrania, con una hambruna provocada conscientemente desde Moscú, fueron entre cinco y ocho los millones de muertos “por hambre” al comienzo de los años 30. En África tribus enteras son asesinadas por grupos rivales desde hace décadas. La intolerancia islamista quiere extinguir al pueblo de Israel y la civilización occidental. Son rostros del mal. Pero no más que otros más cercanos, como el de lo acaecido en Austria. Semanas después sigo sin encontrar palabras que puedan definirlo. El de la violencia de género que ha vuelto a matar en Zamora. O el del terrorismo etarra con un nuevo muerto y cuatro heridos en lo que pretendió ser una masacre aún mayor. Contaba ayer el presidente del Foro de Ermua, cómo cuando Machado supo del asesinato de García Lorca, compuso su poema “El crimen fue en Granada”, repitiendo dónde y cómo había sido. Los datos, para que no se olviden. Un monumento homenaje a las víctimas, héroes involuntarios. Un recordatorio, De Juana, asesino no arrepentido, saldrá a la calle este verano. Y una espada sobre la conciencia social. Cambian los rostros, pero siempre son el mismo.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Primarias

En algún otro artículo he exteriorizado mi simpatía por el sistema electoral americano de primarias para elegir a los candidatos a la presidencia de la Unión. También en alguno me he referido al déficit de democracia real en el funcionamiento de nuestros partidos políticos más representativos y del sentido patrimonial con el que los "aparatos" respectivos etiquetan a sus militantes menos acomodaticios. A nadie sorprenderá por tanto, que me postule partidario de la iniciativa que un grupo de afiliados del Partido Popular y compromisarios electos plantearán en el próximo Congreso de junio en Valencia. El establecimiento de un sistema de primarias para la elección de quienes hayan de ocupar las más importantes responsabilidades en el seno de la organización y en las Instituciones. Probablemente el texto no será incorporado a los estatutos del partido en el próximo cónclave, pero ha abierto brecha en el inmovilismo monolítico al que tan acostumbrados nos tienen ésta y el resto de fuerzas políticas. De entrada, nada se contempla en el borrador de nuevos estatutos elaborado en forma de ponencia por dos "barones territoriales", y líderes de la oposición en sus respectivas regiones, Feijóo en Galicia y Estarás en Baleares y por Fernández Mañueco, el Secretario General del PP de Castilla y León. Y la ha abiero porque es una buena propuesta, necesaria y demandada, al menos "soto voce" por buena parte de los militantes. A esta ventana de libertad, participación y compromiso con los principios ideológicos, se han sumado ya, políticos con notoriedad como Federico Trillo y el diputado por Zamora y portavoz de Exteriores en el Congreso, Gustavo de Arístegui. En su caso, al formar parte de la estructura orgánica, añaden un doble valor. Otros como Esperanza Aguirre han mostrado también su cercanía al espíritu de la propuesta. Compromisarios de base también la apoyaremos, como otras medidas que tiendan a la apertura, la modernidad y por tanto la fortaleza que España necesita tenga el principal partido de la oposición. Por definición, la libertad siempre tiene pocos amigos entre quienes gobiernan, aunque cuando se necesita, basta una pequeña chispa para que prenda y alcance grandes proporciones. Quienes hablan sin sonrojo de "apoyos incondicionales", sientan la cátedra de "el que no esté a gusto que se vaya", o sólo entienden las reformas si pasan "por encima de su cadáver", acusarán de díscolos o desleales a sus promotores. Dirán que el PSOE las intentó y no funcionaron. Discutible. Funcionaron hasta que los recoldos del aparato derrotado en las primarias decidió retomar el control. Este nuevo intento, ahora en un partido más liberal, más implicado por tanto en la defensa de la libertad individual, difícilmente saldrá victorioso de la cita de Valencia, pero como todo lo que nace en abril, su efecto será intenso y duradero.

domingo, 11 de mayo de 2008

De aparcamientos

Cuando hace unos meses escribí a favor de la continuación de los trámites y la construcción del subterráneo en Carlos Pinilla, no sospechaba que el de los aparcamientos, iba a ser el tema central del debate político y ciudadano durante muchas semanas. Y lo que queda. Han pasado más de quince años desde que, siendo Alcalde Andrés Luis Calvo, se construía en Zamora el primer aparcamiento subterráneo en la plaza de la Marina. Tardó en entrar en el hábito de los zamoranos su utilización. Sólo colgaba el “completo” un par de días por Semana Santa. Hoy esto no es ya infrecuente. Después vinieron los de San Martín y Constitución. Previo a construirlos, se realizó un amplio estudio sobre las necesidades, las posibilidades y la conveniencia en varias ubicaciones potenciales. San Martín era deficitario por definición al estar situado en un área con baja densidad de población. Pero cumplía dos objetivos fundamentales. Permitía peatonalizar el primer recinto amurallado. Y se convertía en apoyo a la llegada de visitantes. La viabilidad económica la compensaba el de Constitución al licitarlos en conjunto. Con éste, se impulsaba el comercio tradicional del centro, dotándolo de un número importante de plazas de aparcamiento que multiplicara aquellas que eliminarían las obras de modernización y peatonalización. Cifraba hace unos días un representante del comercio zamorano en 400, las plazas en superficie desaparecidas. La exageración está bien como figura literaria, pero nunca hubo tantas en el centro y es conveniente el rigor para no perder la razón en reclamaciones justas. Se compra a pié y el aparcamiento de Constitución aún no ha alcanzado intensidades de uso de las consideradas, “saturación”. Si el comercio en ese área no florece como debiera, quizás las causas hay que buscarlas en otro lado, máxime después del aumento en el flujo de personas que circulan por Santa Clara, San Torcuato y adyacentes. Plantear ahora otro aparcamiento en la Tres Cruces, parece muy apropiado, con reserva mayoritaria para residentes. La única pega, debo ser de los pocos que piensan así, es que se rompa con la pavimentación de adoquín de basalto que ahora conduce hasta la Estación del Ferrocarril desde la plaza de Alemania. El adoquinado le otorga una personalidad especial a las dos avenidas que hasta ella llegan. Por lo demás, un acierto. Diferente opino de la plaza del Cuartel Viejo, que también se estudió en dos ocasiones precedentes. Creo que generaría más problemas de los que iba a solucionar. El principal, la llegada y salida de vehículos por calles sinuosas y la intervención en un ámbito de reciente remodelación. Incluso iría en contra del esfuerzo pro-peatón que el Ayuntamiento lleva a cabo. Respecto de los residentes, parece mejor opción la vieja estación de autobuses, que además de al Barrio de la Lana, serviría a Campo de Marte y Cuartel de la Guardia Civil y permitiría una más óptima utilización de ese espacio, para uso público en superficie. En rotación no aporta mucho al de Constitución. No es peor el de la estación, al que se le podría dar acceso peatonal por Santa Ana. Si añadimos la fuerte contestación vecinal y aunque haya argumentos razonables a favor, creo que haría bien el equipo de gobierno en replanteárselo.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Acebes

Tal y como estaba previsto, Ángel Acebes ha anunciado que deja la Secretaría General del PP. Apenas anunció Rajoy su continuidad, Acebes dejó ver que era llegada la hora del relevo. Al menos del suyo. Ahora ha formalizado su decisión. Lo ha hecho como hay que hacer estas cosas. Con naturalidad. De manera irrevocable. Y sin más ruido que el lógico provocado en el entorno político y mediático cuando abandona un político de presencia, fuerte por las responsabilidades desempeñadas y dilatada por el tiempo que las ha ejercido. Acebes ha sido el blanco predilecto durante los últimos años, de aquéllos que más se alegran cuando el PP pierde unas elecciones. Algunos, son los mismos que ahora ensalzan la figura de Calvo Sotelo, ocultando que en su día protagonizaron la ofensiva más salvaje, irracional y desestabilizadora de nuestra democracia, en oposición primero a Suárez y luego a él. También muchos desde dentro del propio partido han seguido la estela de Piqué, quien tuvo tanto éxito que casi se queda solo en Cataluña, para culparlo a él o a Zaplana de los males propios. Yo creo que Acebes es un buen tipo, pero mucha gente, buena gente incluso, no lo ve así. Sí lo creyeron los ciudadanos de Ávila, cuando lo hicieron Alcalde con una mayoría casi insultante. Y muchos otros que lo conocen. Coincidí y hablé brevemente con él en Barcelona. Era la campaña de las últimas municipales. Entonces, yo en retirada. Daba un mitin en un hotel para unas mil personas. Allí pude ver que era mucho más aplaudido y coreado que Piqué y el resto de intervinientes. Sí, sí, era en Cataluña. Acebes ha dicho que se va de los puestos directivos del partido. Acierta al hacerlo. Más que necesaria, es obligada una amplia renovación de caras tras dos derrotas electorales consecutivas. Él ha sido ministro varias veces y número dos o tres del partido durante más de una década. Y le tocó bailar con la más fea tras el fatídico 11-M. Tuvo que ser la cara que saliera a explicar lo inexplicable, yendo además a destiempo. Alguien contraprogramaba, siempre con exactitud milimétrica. Está quemado. La política quema a los que la ejercen de verdad. Pero nadie podrá negar su afirmación de que se ha dejado la piel. Las renovaciones son buenas por definición, pero son mejores si quienes sustituyen tienen al menos, el mismo nivel que los sustituidos y eso, qué quieren que les diga, sólo ocurre en ocasiones. Veremos si quien tiene que designar, acierta. Acebes, no ha dicho si se va del todo, como Zaplana, o si seguirá en el Congreso de los Diputados aunque en un segundo plano. En ese caso, es lo suficientemente joven para tener aún muchas cosas que decir. Mientras tanto, me alegro por él. Vivirá mejor. Salud, Ángel.

domingo, 4 de mayo de 2008

Aguirre vs. Rajoy

Habitualmente, otorgamos de manera errónea, a la preposición latina “versus, o vs.” el significado de “contra”. El término llegó hasta nosotros desde el lenguaje jurídico anglosajón, en el cuál adoptó esa significación. Etimológicamente, sin embargo, su significado no es de confrontación, sino el de “ir hacia”. Rajoy ha hecho con Aguirre, lo mismo que ésta, de una forma mucho más aplastante, porque mayores eran sus apoyos, hizo con Ruíz Gallardón, cuando el alcalde de la capital, a través de su número dos, Manuel Cobo, intentó optar a la presidencia regional del PP en Madrid. Entonces, como ahora, los pesos pesados del partido (que lo son en mayor proporción por designación que por elección o reconocimiento expreso de los afiliados), descartaron de antemano cualquier opción de propuesta alternativa. Haz lo que yo te diga, pero no hagas lo que yo hago. Es lo único que se puede recriminar a Esperanza Aguirre. Es cierto que a muchos, su inteligencia y confianza en sí mismos, su amor a la libertad y su peculiar talante democrático, les provocan la afloración generalizada de sarpullidos, cada vez que alguien osa discrepar de lo que dice el “jefe”. O plantear que se debe hablar y discutir sobre las ventajas e inconvenientes de renovar liderazgos personales. Son así, hipócritamente, quienes buscan convertir los partidos en máquinas para ganar elecciones, los que se enrocan cuando los resultados no son favorables. La victoria tiene mil padres, la derrota es huérfana. Cuando el líder de un partido lo conduce hacia (versus) la victoria, se convierte en intocable e incuestionable. “El que se mueve, no sale en la foto”, sentenció Alfonso Guerra. Adiós a los que creían que la política era movimiento social, reforma y transformación. Mayor exceso aún, es extender el argumento a situaciones de derrota. Rajoy tiene todo el derecho a postularse como sucesor de sí mismo. Los demás también. No es él, el problema. Lo son, quienes en público lo corean y en la sombra afirman sin ambages que saben que no ganará unas elecciones (adivinos además) y van conspirando para sustituirlo ellos en el futuro y en la oscuridad. Las bases, de comparsa. Sólo una verdad absoluta aprendí en política. Los políticos más ambiciosos, son aquéllos que dicen no tener ninguna ambición. Cuídense de quienes se autodefinen como idealistas de la política. Harán cualquier cosa por permanecer en la actividad política, que no es un medio para hacer, sino un fin en sí misma. Son los de los “apoyos incondicionales” (mientras no me convenga más otra cosa). Los que niegan el debate e impiden la leal discrepancia. Los que traban la regeneración que cualquier cuerpo vivo necesita. Respeto la ambición de Aguirre, porque no la oculta. Tiene principios y convicciones. Cree en lo que dice y proclama sin tapujos que obviamente, todos los apoyos son condicionales. Los otros, seguirán en lo mismo y casi siempre les irá bien. Ya les contaré casos cercanos. Los afiliados, a verlas venir. ¡C’est la politique!