miércoles, 28 de diciembre de 2011

Tiempo de transparencia

Quizás sea de lo poco bueno que nos pueda traer la crisis. Se percibe en múltiples ámbitos una mayor preocupación por la persecución de los comportamientos contrarios a la ética. Ayer mismo, el Rey Don Juan Carlos, se refería con motivo de la apertura parlamentaria de la legislatura a la necesidad de que todas las instancias públicas defiendan “la honradez, el esfuerzo y la profesionalidad con la que los españoles sacan cada día adelante a sus familias” y pedía a los representantes políticos que trabajen “con honestidad y eficiencia” para superar la crisis.

Antes que él, otros foros han ido haciendo suyo un mensaje similar. La crisis es económica y financiera en su rostro, pero es institucional y de valores en su corazón. El problema es que están tan extendidos y arraigados en la forma de ser y de actuar de los españoles (y también de muchos otros países) que resultará tremendamente complicado ir cambiando ciertos usos y costumbres perniciosos. Eso contando con que quienes han de liderar a la sociedad para la preterición de las conductas no éticas, no honradas y no eficientes, pongan verdaderamente de su parte algo más que la mera apariencia de su compromiso.

Política y empresa (incluyendo en ésta a los medios de comunicación de masas) son los ecosistemas en los que más deben hacerse visibles estas intenciones y en ambos las cosas van lentas, exasperantemente lentas en lo que se refiere a la implantación de prácticas que faciliten la transparencia, requisito previo imprescindible, para alcanzar el objetivo marcado.

La organización internacional que con mayor ahínco persigue tales fines, Transparency International, uno de cuyos miembros del Consejo de Dirección en España es el reputado jurista y humanista Antonio Garrigues, sostiene que la época de crisis global que vivimos debe convertirse en tiempo para la transparencia. Para ello, ha elaborado un decálogo que denomina de “Transparencia e Integridad”.

El decálogo parte de la necesaria tramitación de una ley de transparencia y acceso público a la información de cualquier administración, institución o empresa del sector público (suman más de 20.000), asignatura en la que España es de los pocos países europeos donde sigue pendiente. Incluye, por ejemplo, la exclusión de las listas de los procesados por corrupción. La generalización de la publicidad de las declaraciones de bienes e intereses de quienes ocupen cargos públicos. Modificar la normativa sobre financiación de los partidos políticos y la transparencia de ésta, exigiendo publicidad de sus datos. Mayores garantías de mérito y capacidad en el acceso a la función pública. Un pacto nacional de lucha contra la corrupción entre partidos, ONG,s, asociaciones empresariales, sindicatos y medios de comunicación, etc.

Y, claro, la madre de todas las batallas sin la cual el resto está perdido, la reforma electoral que acabe con las listas cerradas para que los ciudadanos puedan excluir a aquellos candidatos no deseados, o que no les ofrecen garantías de integridad y/o competencia. Es Navidad, seamos optimistas… o no.

jueves, 22 de diciembre de 2011

La virtud de lo previsible

Si hay algo por le que le gusta ser reconocido al nuevo presidente del Gobierno de España es por ser “previsible”, en su pensamiento, comportamiento, actuaciones y decisiones. Que se recuerde públicamente, sólo lo rompió una vez, hace cuatro años tras la amarga derrota en su segunda cita ante las urnas. Allí, en medio de una vorágine de sentimientos y seguramente de frustración personal y derrota anímica, dio a entender, aludiendo precisamente a su previsibilidad, que arrojaba la toalla, aunque en sólo unos días se recompuso, modificó su postura, convocó el congreso de Valencia y decidió echar su órdago a la grande.

En el resto de su trayectoria, Rajoy siempre se ha mantenido fiel a su lema vital y ahora, en un momento histórico por crítico en el que, ya no hay espacio para artificios de ilusionista, no hay traje que mejor le siente a España y a su presidente que el de la seriedad, la templanza, la tranquilidad y la previsibilidad. No necesitamos grandes descubrimientos, ni sonrisas cautivadoras, ni varitas mágicas tocando el ala de ninguna chistera. Solo grandes dosis de sentido común y responsabilidad.

Hace más de un mes que ganó ampliamente las elecciones; han pasado sólo tres días desde que desgranara en su discurso de investidura la línea argumental de su prevista acción de gobierno; apenas unas horas de la designación de los ministros que han de acompañarle en la primera línea de su misión. En ninguno de esos pasos ha habido espacio para las sorpresas o los grandes anuncios. De hecho, ha sido un tiempo más caracterizado por el trabajo callado que por la manifestación de intenciones y eso es bueno, quizás lo único bueno de este eterno interregno al que nuestros usos parlamentarios obligan desde que se celebran las elecciones hasta que el vencedor accede por fin al Palacio de la Moncloa.

Acostumbrados como estamos los españoles, a pesar de haber dado vida a los grandes místicos, más al estruendo que a la reflexión, más a la diatriba y el alarde que al reposo y la cautela, bien está que en tiempos tan de tribulaciones como los presentes, quien más responsabilidad asume sobre lo que vaya a ser nuestro futuro más cercano, decida actuar más que hablar. No obstante lo cual, el guión deshojado durante la investidura es cualquier cosa menos tímido.

El discurso de Rajoy nos anuncia un intenso programa reformista, tanto que de ejecutarse con el calado previsto, supondrá el cambio estructural más importante de las últimas décadas. España necesita esas reformas. Las hubiera necesitado hace ya bastantes años. Reformas en lo económico, en lo político, en lo institucional, en la relación entre las diferentes, múltiples y multiplicadas administraciones y entre éstas con los ciudadanos. Y reformas profundas en lo social, en el catálogo de derechos y deberes individuales y, sobre todo, en la educación y los valores a proteger. Así pues, sea bienvenido lo previsible.

domingo, 18 de diciembre de 2011

La ilustre fregona

Siglos después de servir de título a una de las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes, el nombre fregona sirvió para denominar a un utensilio de limpieza que según todas las definiciones, permitió fregar los suelos de pie y liberó de la esclavitud y el maltrato a rodillas y columna vertebral.

Pasa con la fregona lo que con todos los mejores y más grandes inventos.  son siempre aquellos que, tras aparecer, resultan tan obvios que todo el mundo puede entenderlos sin mayor explicación a la vez que llevan a pensar con extrañeza cómo no se le ocurrió a nadie antes.

Ésa es la magia de los buenos inventos, y ésa su dificultad, que siendo obvios y estando a la vista de cualquiera, hace falta un chispazo genial para convertirse en realidad. Para inventar la fregona tuvieron que transcurrir miles de años de historia de la humanidad y la llegada de un ingeniero aeronáutico cuya compleja formación técnica le sirvió para dar al mundo dos inventos absolutamente geniales por su simplicidad, la fregona y la jeringuilla desechable de un solo uso (de la que se llevan fabricadas más de veinte mil millones de unidades).

Esta semana ha fallecido quien en 1957 hizo algo tan revolucionario como poner un palo a una especie de bayeta, el español Manuel Jalón. Quizás se ha ido ahora para recordarnos todo lo que queda por fregar en España en los próximos meses y años. Quizás para que en homenaje, a los próximos ministros del Gobierno Rajoy, además de la cartera de piel les entreguen la fregona con que limpiar de gastos no imprescindibles el suelo y el presupuesto de sus ministerios. Quizás para que en su tradicional discurso de Nochebuena el Rey luzca, junto a la bandera y el árbol de Navidad, tan patriótico invento rememorando el fregado en que a la Casa Real ha metido su segundo yerno.

Un fregado es un lío, un embrollo o un negocio o asunto poco decente, según la RAE, en término usual sobre todo en Hispanoamérica, y ahora en la Real Casa española. Fregado es término habitual que sale a borbotones de los labios de los personajes que conforman el rico imaginario de Vargas Llosa. Estar fregado es estar en malas condiciones de salud y, sobre todo, de dinero, como la España actual, aquejada de aguda insuficiencia cardiaca y respiratoria y colapsada de sarpullidos de quiebra.

Definitivamente, por eso,  puede que sea la fregona uno de los argumentos base de la política que España necesita. El palo permite acceder al más oculto de los rincones del Estado y limpiar la mugre que en ellos, hasta sin querer, se va acumulando. La suavidad de su cabeza, permite limpiar y dar esplendor sin riesgo de rozar y dañar las superficies sobre las que se desplaza. Tendrá que probar Rajoy, ahora que está ante el más importante reto que un gobernante español haya tenido desde hace décadas.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

AVE que no vuela

Que llega, que no llega, así llevamos ya unos cuantos años, desde que se proyectara el paso por Zamora del recorrido de la alta velocidad ferroviaria hacia Galicia. En un principio llegó a hablarse de que el AVE llegaría a Zamora en 2009, luego que en 2010. Así sucesivamente hasta un momento, el actual, en el que ya nadie se atreve a dar una fecha de terminación y puesta en marcha, aunque las expectativas parecen acercarse peligrosamente más a 2020 que a 2012.


Las infraestructuras no son el único elemento que puede introducir a nuestra provincia en la senda del desarrollo económico, del cambio en la dinámica decadente en la que desde un punto de vista macroeconómico estamos inmersos, pero son un elemento sustancial, esencial podría decirse, para eliminar algunas de las barreras históricas más persistentes. Y, desde luego, su importancia es mayor si, como nos viene ocurriendo, no es que las infraestructuras no lleguen a Zamora, sino que a Zamora es al único sitio al que no llegan o al que llegan con lustros de retraso.

El nuevo Gobierno tiene sobre la mesa en lo económico una patata caliente de magnitud aún no calculable en sus justos términos y, como lo bueno cuando lo hay, los Gobiernos heredan también lo malo que dejan sus predecesores. Ahora, los anteriores no solo dejan una pésima herencia económica, sino una larga relación de retrasos acumulados en cuanto a la habilitación de las grandes vías de comunicación en esta provincia. Autovía de la Ruta de la Plata en el tramo Benavente Zamora, el tramo de la vergüenza, aún sin empezar tras varios años de concluido el resto de su recorrido, desdoblamiento de la N-122 hasta Portugal y AVE Madrid Galicia son asignaturas pendientes, junto con algunas otras, que en ninguna provincia con un mínimo peso político y social hubieran debido coincidir todas a la vez.

No creo que los ciudadanos (ni los militantes de los partidos) debamos enzarzarnos en luchas políticas para discutir quién tiene más culpa. Lo que toca ver es quién puede resolverlo y eso le corresponde, fundamentalmente, a quien gobierna. Si el PSOE no lo ha hecho en sus casi 8 años de gobierno, ya ha tenido su castigo. Ahora quien tiene que ejecutarlo responde a otras siglas y quienes más deben exigirlo son los políticos zamoranos del Partido Popular.

Claro que serán necesarios grandes sacrificios para todos y que el Gobierno habrá de marcar con bisturí las prioridades, pero eso no empece para que la obligación de los representantes populares y de la dirección provincial del partido sea estar vigilantes, trabajar muy duro y ser exigentes al máximo para que nada no prioritario pase por delante de algo en lo que ya somos los últimos. Y liderar a la sociedad para que deje de parecer que el «Finis Terrae» ya no está a orillas del Atlántico sino en cualquiera de nuestras comarcas.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Faltaba Torrente

Confieso arrepentido que no he visto Torrente 4, pero de estos días no pasa que la pille en el video club. España es Torrente y la saga de películas “sin complejos” de Santiago Segura el único verdadero éxito de taquilla del cine español de la era de las subvenciones uno de los datos económica y sociológicamente más coherentes y refrescantes en el país donde los impuestos de los ciudadanos sirven para pagar películas que ven una docena de personas o ni siquiera se estrenan.

El que ya se va, aunque parezca que no termina de marcharse, es el peor presidente del Gobierno de nuestra actual democracia y buena parte de las circundantes. Desde el día que llegó al puente de mando de la nave del Estado –las metáforas relacionadas con la navegación que son las que con más entusiasmo ha prodigado- no ha dado una a derechas o, mejor dicho por quitarle el sesgo ideológico, no ha acertado una a la hora de tomar decisiones en los asuntos trascendentes.

Buscaba el corazón de Europa, nos dijo, y resulta que el músculo cardiaco europeo estaba ya ocupado en tres cuartas partes por el de la alemana Merkel, duro como el granito y el cuartil restante, por el de Sarko, el húngaro afrancesado, voluble y astuto, genuino descendiente del mismo Napoleón que a España nos envió a Pepe Botella. Zapatero pues, no pudo encontrar el sitio que anhelaba desde que salió de Rodiezmo en su particular marcha roja.

¡Pero, coño! Una cosa es andar despistado y no saber si retirarte a León a ser controlador de nubes tumbado en una hamaca, hacerlo a un paraíso de los integrados en la Alianza de Civilizaciones o exiliarte a cualquier desierto para atestiguar que la Tierra no es de nadie (solo del viento) y otra muy distinta irte a vivir a la casa de Torrente. ¡Qué ojo, ZP, mira que volver a dejarse asesorar por la ministra Sinde! Cada vez creo menos en las casualidades, y es que no pudo ser el azar el que convirtiera a Sinde en ministra de Cultura cuando su más renombrada y reciente película se titulaba “Mentiras y Gordas”. Tampoco que la casa que alquilen los Zapatero-Espinosa, haya servido para el rodaje de Torrente 4, cuyo título se completa con la expresión “Lethal Crisis (Crisis Letal)”.

Ni el mejor guionista gesta algo más surrealista: Zapatero viviendo en la mansión de la crisis letal. Ayer vi un tráiler de la película y escuché una canción de Bisbal, tema principal de su banda sonora. Tampoco puede ser casualidad, imagíné a España cantando a Zapatero: “Mejor te vas con el viento y llévate tu sufrimiento”; “mejor te marchas de aquí, porque además del dinero te robaste mis "te quieros"; “Yo no te quiero juzgar, pero sin ti estoy mejor, cuando me acuerdo mi amor, lo que me has hecho gastar. Era un tonto enamorao pero eso ha pasado ya”. Faltan en el jardín Pepe Blanco (por Paquirrín) y la Pajín.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Mitrofán y Urdangarín

En el país de los puentes y los acueductos que nos cuestan miles de millones de euros, la monarquía actúa de fiel de la balanza institucional. En un país donde ya no quedan más monárquicos que unos cuantos clásicos de la prensa y los oropeles, el Rey ha venido ejerciendo de garantía de que no vamos a acabar tirándonos de los pelos, en el menos peligroso de los casos, por una simple coma legislativa.

Para no decir que eran monárquicos, muchos se proclamaron juancarlistas. Republicanos por convicción, monárquicos por conveniencia para su país, se decían, aunque no está claro que en España haya realmente monárquicos ni republicanos. Que en esto, más bien todos somos pragmáticos. Alfonso XIII perdió el poder porque abandonó España tras no perder las elecciones que los antimonárquicos dijeron haber ganado antes de saberse el resultado. Franco murió en la cama casi cuarenta años después de ganar la peor de las guerras, una guerra civil y antes de irse nombró a un Borbón heredero a título de Rey, refrendado a continuación por la Constitución y los españoles.

Treinta años más tarde, Iñaki Urdangarín ha recabado más apoyos para los contrarios a la monarquía y les ha dado más esperanzas, que las miles de monsergas de los progres antimonárquicos. Con cuánta menos culpa me cargué a Mitrofán, anestesiado con vodka y miel, pensará el monarca al respecto de su relación con su yerno.

Mitrofán, el oso ruso al que nuestro Rey hizo famoso, no supo de donde le vino el certero disparo. Al Rey le ha llegado de muy cerca, de la segunda de sus hijas, de su yerno y del asesor de las Infantas, los tres con sueldo de la Casa Real, de los presupuestos públicos, de nuestros impuestos. Cómo no se van a cabrear los ciudadanos, cómo no van a repetir una y mil veces que no lo entienden. Y es que no hay quien lo entienda. Si Urdangarín quería hacer negocios, debió buscar cualquier país menos el suyo, y si aquí, cualquiera menos el que consiste simple y llanamente en trasbordar dinero de las administraciones públicas a su patrimonio privado, que es de lo que se le acusa y de lo que cabe desear se pruebe inocente. De no serlo, la justicia ha de actuar como con cualquier otro ciudadano y eso, por fuerza, habría de llevarlo a él a la cárcel y a ella a la renuncia a cualquier derecho dinástico.

Valle Inclán, rey del esperpento, hace exclamar a Max Estrella, que no le estaba permitido irse “del mundo sin haber tocado alguna vez el fondo de los Reptiles. ¡Me he ganado los brazos de Su Excelencia!”. Los mismos que ya han debido perder el yerno y la Infanta.

La monarquía es un sistema de gobierno arcaico a la vez que antiguo, que a los españoles nos viene bien por nuestra forma de ser. A diferencia de lo que le pasó a Mitrofán, su mayor riesgo le vendrá siempre de dentro.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Es país para ricos

Con la que está cayendo y la que falta por caer, las diez mayores fortunas por inversión en empresas que cotizan en el índice Ibex 35 de la bolsa española, han visto incrementado su patrimonio en lo que va de año en un 5% y si solo tomamos las cinco mayores, la mejoría se dispara hasta el 16%. No están, desde luego entre los cinco millones de parados, ni entre los cientos de miles de autónomos que han perdido sus negocios. Los afectados por la crisis de tan peculiar manera tienen nombres y apellidos que quizás les suenen. Amancio Ortega, dueño de Zara y el grupo Inditex, las familias Del Pino (Ferrovial), y Entrecanales (Acciona), Rosalía Mera (ex esposa de Ortega) y Esther Koplowitz, accionista mayoritaria de FCC.

No les va tan mal el gobierno de “los pobres, los descamisados y los desheredados”, el de los brotes verdes que cada mes se convierten en un nuevo récord de paro, el del socialismo igualitarista, qué sarcasmo. Una vez más, solo los muy ricos pueden permitirse un gobierno socialista. Ellos y los bancos, únicas empresas que no pueden quebrar aunque hagan quebrar a muchas empresas al menor riesgo para sí y, si finalmente son ellos, bancos y cajas, los que están en peligro, ahí tiene que estar el dinero de todos los demás para salvarlos.

Sin que esto último me parezca mal si es necesario, no logro entender que hace solo unos meses todos los directivos financieros juraran y perjuraran que sus entidades eran sólidas y sin riesgos ocultos y, ahora, después de miles de millones de euros inyectados, precisen cada vez más y sus gestores como si tal cosa. No alcanzo a entenderlo, algo se me escapa, tendré que tomarme unos gintonics al estilo Millás, para ver si adquiero lucidez suficiente para comprenderlo. De siempre sabemos que éste no es país para clases medias, siempre han estado mal vistas. Sí es país para ricos y las crisis, sobre todo cuando se gestionan al estilo que con esta hemos visto, traen ricos más ricos, pobres más pobres.

La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, condenó a principios de año al consejero delegado del Banco de Santander, Alfredo Sáenz a 8 meses de prisión (que de acuerdo con la propia ley no tendría que cumplir), al pago de una multa y a inhabilitación especial para cualquier empleo relacionado con la banca por delitos de presentación de una acusación falsa y de estafa procesal cuando era presidente de Banesto, porque “con su conocimiento y beneplácito” se presentó una querella por estafa y alzamiento de bienes contra cuatro empresarios a sabiendas de que eran inocentes, para presionarlos. La ley del hampa.

Por la querella falsa los empresarios inocentes fueron detenidos y enviados unos días a la cárcel antes de ser absueltos. El delincuente condenado por la justicia ha sido indultado por el gobierno, claro.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Reformas sí o si

No hay más opciones en la agenda de Rajoy si quiere tener opciones de sacar esto adelante, que ejecutar y de manera inmediata, las reformas que, en primer lugar España necesita y, en segundo lugar, Europa le requiere. Hoy es día de reuniones con los agentes sociales, representados por la patronal y los dos sindicatos mayoritarios, interlocutores clave en el ámbito de las reformas laborales, que no son precisamente de las menos importantes que deberán adoptarse.

Desarbolado el PSOE tras el huracanado vendaval de las urnas municipales, autonómicas y hace unos días nacionales y sin que ninguna otra fuerza política haya alcanzado un grado de representatividad suficiente, solo sindicatos y patronal pueden plantear una oposición de peso a las actuaciones del nuevo gobierno, pero precisamente por eso, a ellos se les debe exigir un plus de responsabilidad. Dicen los cercanos al próximo presidente que el argumento base va a ser que no estamos en una situación que permita demoras, que no hay tiempo para tiras y aflojas y que lo que hay que hacer, tendrá que hacerse con ellos o sin ellos. Y, en verdad, no queda otra.

Las circunstancias son tan extraordinariamente delicadas que, por mucho que el consenso sea recomendable, no por su ausencia deben dejar de tomarse ciertas decisiones como si de una cirugía a corazón abierto se tratara. Hará bien Rajoy en adoptarlas, hará bien el Partido Popular en todos los ámbitos en que gobierna, que son casi todos, en secundarlas a pies juntillas y harán un importante bien a España sindicatos y empresarios aceptándolas aunque algunas no les gusten, aunque crujan ciertas bisagras acomodadas al inmovilismo histórico de ciertas normativas.

Claro que habrá tentaciones de plantear oposiciones frontales a los postulados del nuevo gobierno, de resistirse a cualquier pérdida del estatus conseguido a lo largo del tiempo. Claro que la placidez con que han ido viendo aumentar escandalosamente las cifras del paro puede convertirse en espoleta social ahora que los que han de tomar las decisiones son otros, para desahogar la desesperación y la rabia contenidas en centenares de miles de familias, de desempleados, de jóvenes. Es verdad que siempre pagan los mismos.

Pero las urnas han dado un mensaje claro, los datos macroeconómicos son significativos y los microeconómicos una trágica realidad en el día a día de una sociedad que se va convenciendo de que ya ha dicho adiós a los años felices. Vienen tiempos duros en los que el sacrificio es inevitable y los ajustes el camino. Y en esa senda, cuanto antes y más firmemente se asuman los compromisos y se acometan las reformas, antes estaremos en condiciones de remontar.

Todos los políticos, también los representantes sindicales y empresariales lo son, coinciden en que España es una gran nación. Los ciudadanos debemos creernos que así es y convencernos de que la situación ha de empezar a mejorar, pero, eso no será ni cómodo, ni gratuito.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Inevitable democracia

En un breve ensayo publicado por la orteguiana Revista de Occidente en su número de marzo de 2008, leí una interesante reflexión: “En realidad, desde una perspectiva darwinista [se refieren los autores a la configuración de la democracia como el objetivo final perseguido por la humanidad a lo largo de la historia contemporánea, concebida, pues, como una lucha por la libertad], la experiencia de las dos guerras mundiales y de la guerra fría habría puesto de relieve la inesperada fuerza de la democracia ante unos adversarios que se jactaban de basar su poder en la unidad y en la disciplina”.

La sinécdoque es una figura, un tropo para ser más exactos, consistente en designar al todo por el nombre de una de las partes que lo componen, o viceversa. La política parece avanzar con el paso de los tiempos, hacia una sucesión de sinécdoques encadenadas. Artificial e interesadamente, democracia queda reducida a partidos políticos y éstos a sus elites coyunturalmente dirigentes. Así, la opinión, meditada o antojadiza, de tal o cual presidente o secretario general de determinadas siglas, pasa a ser la única válida, aceptable y que se tolera a todos aquellos que comparten credo y carné, para, una vez convertida en criterio oficial del partido, subyugar al poder legislativo, al ejecutivo y a la sociedad civil.

Unidad y disciplina son los tótems del paradigma partitocrático. Ni siquiera la unidad verdadera fruto de la libre convicción compartida, sino, en expresión que me pone los pelos de punta, la “imagen de unidad” que es obligatorio transmitir, porque de no hacerlo así, ese ente que parece extraño a la democracia, los ciudadanos transfigurados en votantes, lo castigarán en el altar pagano del sacrificio que son las urnas. Unidad y disciplina priman, son la clave del éxito; libertad y democracia interna, riesgos innecesarios y absurdos. Suena añejo, huele rancio, pero ese es el mensaje, el salvoconducto para el triunfo. La democracia es debilidad, su ausencia, poda o limitación, aporta fortaleza. Los partidos deben estar dirigidos por machos alfa a los que la manada siga sin rechistar, silente, disciplinada, obediente.

Pero ese tiempo se agota. Como el siglo XX supuso el auge planetario de los grandes movimientos totalitarios, omnipotentes y excluyentes y luego su caída a manos de la despreciada por débil, democracia liberal, el siglo XXI, de las nuevas tecnologías, de la información en tiempo real, de la conexión directa y sin intermediarios ciudadano con ciudadano, supondrá sin remedio una nueva conformación de las estructuras políticas. O los partidos se modernizan y se abren a sus afiliados y a la sociedad o el electorado se irá fragmentando, porque, por mucho empeño que se ponga en ello, no es posible poner puertas al campo.

La democracia, como representación de la libertad, es, como leí en aquella reflexión de 2008, un anhelo inherente a la misma naturaleza humana desde el principio de los tiempos y, aunque a corto parezca lo contrario, da fuerza a quien la practica.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Lo que tenía que pasar

Pasó lo que tenía que pasar, el PP ganó el domingo las elecciones en las que más cantado estaba el cambio de Gobierno, en las que más razones había para que la alternancia se produjera y en las que, por el presente y el futuro de España, o sea de los españoles, más necesario era el giro en la dirección política de nuestro país. Sólo en el año 82 se había vivido una convulsión semejante, aunque a diferencia de esta vez, en aquella ocasión se debió fundamentalmente a la literal autodestrucción de la UCD, un partido creado por y para la transición a la democracia y que ya había cumplido su cometido. Pero hecha esa primera apreciación general, creo que hay que analizar más en profundidad algunos aspectos importantes relacionados con el resultado.

El primero de ellos, una vez más se demuestra que en España casi nunca hay alguien que gana las elecciones, sino alguien que las pierde. El PP con Mariano Rajoy a la cabeza ha marcado una diferencia histórica frente al PSOE en cuanto a diputados electos, con un importante ascenso en su número, pero sin embargo no ha incrementado su número de votos con respecto al resultado de hace tres años. A pesar de los cinco millones de parados, de la debacle económica que nos acosa, de que no haya una sola empresa que no se sienta pendiendo de un hilo ni un solo empleo del sector privado que no se vea en riesgo, el PP no ha suscitado el corrimiento de votos a su favor que algunos tratan de hacernos ver.

Es pues una paradoja -quien no mejora su respaldo en votos se dispara hacia arriba en escaños- cuya causa hay que buscar en el castigo al PSOE, que pierde la friolera de cuatro millones y medio de apoyos y se despeña hasta los 110 diputados. El mismo número de ciudadanos que no logramos en 2008 hacer presidente a Rajoy, lo hemos conseguido ahora, ante la decepción y deserción de cuatro de cada once votantes socialistas de entonces.
El segundo apunte dice, y es un aviso a navegantes, los electores van madurando y plantándole cara a las prácticas poco democráticas de los partidos. Está claro que el PSOE no obtuvo ningún beneficio del hecho de abortar las primarias a las que obligaban sus estatutos, para encumbrar a Rubalcaba a hombros de los “barones” que comandan el aparato. Renunciaron a que su candidato fuera previamente elegido “líder” por los afiliados y, por fortuna, eso empieza a pagarse.
Tercer dato significativo, la marcha de la economía es determinante para los resultados electorales. Cuando ésta va bien, el enfoque se puede desviar a otros ámbitos, pero cuando va mal o, como en este caso, es catastrófica, cualquier otro argumento político o de debate decae o desaparece.
Solo son tres apuntes, tiempo habrá para analizar algunos otros, pero tres significativos y que desde hoy mismo empiezan a serlo también para el futuro. 

domingo, 20 de noviembre de 2011

Los otros. La democracia

Todos los españoles estamos hoy convocados a decidir por qué senda queremos que avance nuestro futuro, o no retroceda aún más nuestro presente. Por eso oiremos mil veces decir que esta es la gran fiesta de la democracia. En verdad es así, eso nos une a todos, sea cual sea nuestra ideología, credo partidario e, incluso, nuestro nivel de escepticismo frente a la política, que también lo hay, y en dosis cada vez más difícilmente sostenibles.

Los dueños de las democracias son los ciudadanos, aunque casi nunca lo parezca, y aunque raramente los ciudadanos ejercen las atribuciones que esa propiedad les otorga. Son demasiadas las barreras, los frenos y los límites que van encauzando la voluntad agregada de los llamados a las urnas. Poderes económicos, medios de comunicación y rigidez del sistema de partidos. Aún así, queda, la absoluta libertad individual para ir o no ir a votar, y la más limitada de hacerlo a favor de unas siglas o de otras, de unos u otros programas o candidatos.

También los dueños de los partidos políticos son sus militantes, aunque tampoco lo parezca casi nunca, por el interés específico de los pequeños grupos -a veces tan ridículamente pequeños que resulta casi increíble su acumulación de poder-, que se adueñan de los centros neurálgicos en los que se toman las decisiones, y coartando la participación de militantes y simpatizantes en las decisiones más importantes que les incumben, ejecutan un ilícito secuestro de la democracia.

Sin embargo, la militancia de los partidos políticos, de todos y cada uno, está compuesta en abrumador, avasallador –o avasallado- porcentaje, por gentes cuyos ideales, convicciones y corazón, son mucho más firmes y potentes que los de muchos de aquellos que los representan, o dicen representarlos. Cuando los votantes lleguen a su mesa electoral, junto al presidente y los vocales, elegidos por sorteo, se encontrará con una legión de interventores y apoderados de las diferentes fuerzas políticas, efectuando labores de seguimiento y control en defensa de los intereses de su partido y candidatos, pero también en labor de ayuda y colaboración con los votantes y las mesas, aportando su experiencia labrada tras muchas jornadas como la de hoy.

Habrán llegado a las ocho de la mañana y se marcharán avanzada la noche. Muchos comerán un bocadillo y beberán un refresco en el propio colegio, porque hoy nada sienten más importante que cumplir minuto a minuto con el deber voluntariamente asumido. Luego los habrá que dormirán felices, sintiendo que más que ninguna otra, ésta es su victoria; otros, tristes y desilusionados; los habrá que reirán o llorarán como otros han hecho en otras veces.

Son democracia y acumulan vivencias y experiencias que conforman una verdadera historia de la democracia. Una cita electoral más seré uno de ellos y con independencia de a qué partido pertenezcan, estaré orgulloso de compartir con todos ellos un pedacito de nuestra historia y nuestro futuro común.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Sin argumentos

A Europa se le agotan los argumentos ante la espiral financiera que como un berbiquí taladra los cimientos de la Unión. Ha caído Papandreu en Grecia, Berlusconi en Italia, obligados a punta de sable por Merkel y Sarkozi. Francia y Alemania, trajeron demasiadas veces el desastre, la guerra, y la miseria a la misma Europa que ahora están convocados a salvar. La historia a veces es cíclica y otras veces se mueve a forma de onda, lo que en un momento está arriba, en el siguiente, abajo.

Zapatero convocó elecciones para que las pierda Rubalcaba, anunciándolas con anómala antelación cuando ya habíamos superado el punto de no retorno. Ya habíamos quebrado en una ocasión y Europa, en vez del tiro de gracia, nos dio una segunda oportunidad, una segunda mini oportunidad. España es demasiado grande para que caiga, llevan diciendo meses los analistas. Si España cae, Europa no se sostiene de pie.

Tal vez sea eso lo que está pasando, que España con cinco millones de parados, con dos millones de familias en las que ninguno de sus miembros percibe ingresos de ningún tipo, con miles de empresas que como azucarillos se deshacen cada día, con una estabilidad social amparada en dos males, el renacimiento de la economía sumergida y el soborno de hoja perenne a los sindicatos, no es que esté en riesgo de caída, es que ya ha caído y lo que tratan la canciller y el nuevo Napoleón es que la onda expansiva no cause demasiado estropicio en tanto se produce otro cambio de gobierno y se intenta, golpe a golpe, ladrillo a ladrillo, consolidar lo que quede.

Quevedo retorna. Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes, ya desmoronados… El socialismo que negaba la crisis hace aguas. Óscar López, escudero de campaña, adherido cual lapa a Rubalcaba, cuando va a dar tres motivos por los que cualquier ciudadano debería, según él, votar a su jefe, olvida uno, con tan mala pata que para arreglarlo no se le ocurre mejor cosa que apuntar “perdonen, me he quedado en blanco”. No sabemos si era blanco o Blanco, en cualquier caso es significativo. Tres motivos, pero del último no me acuerdo. Tal vez fuera que el premio al décimo de lotería en Navidad sube su premio de los trescientos mil a los cuatrocientos mil euros. Tal vez fuera ése, tal vez no.

No tres, trescientos, tres mil, hay para no votar a Rubalcaba ni a su política económica, máquina de generar paro. Toda Europa, la vieja Europa, la poco liberal Europa está en crisis, al borde de una segunda recesión. El problema es que a los españoles nadie nos dijo cuándo habíamos dejado atrás la primera. No hay varitas mágicas dicen, con el miedo agarrotando su brazo, algunos líderes populares. Sí la hay, decir la verdad, tomar las medidas dolorosas cuanto antes para que el mal no empeore, ser valientes, coherentes y consecuentes. Quedan unos días.

domingo, 13 de noviembre de 2011

En la cuenta atrás

Y con casi todo el pescado vendido. Nadie duda ya de que el PP obtendrá en las urnas del próximo domingo una estruendosa victoria, tan importante como la que más pero, previsiblemente, menos celebrada. Después del hundimiento del PSOE arrastrado por la debacle económica de España, sumergida en una crisis global pero de la que nuestro país representa una de sus mayores simas, lo difícil, quizás dramático, será tratar de convertir el fango sobre el que descansan nuestros cimientos, en roca sobre la que apoyar los pilares de nuestra recuperación.

Esa será la nueva y primera tarea de Rajoy y el Partido Popular. Pero, alejándonos, o mejor dicho, adentrándonos, profundizando, en el ámbito global de lo nacional, lo que nos conviene es ir determinando cómo vamos a reaccionar en nuestro ámbito más cercano.

Es cierto que son unas elecciones nacionales, que eso es lo que nos jugamos y que los representantes que, una vez designados por los partidos, vamos a ratificar en las urnas, serán a partir de su toma de posesión diputados y senadores de España pero, aún así, se sigue echando de menos que los dos partidos que tienen lideran social y políticamente a nuestra provincia, no estén apenas hablando de los problemas de Zamora, de sus carencias históricas y de sus expectativas (o no expectativas) futuras. Salvando las reiteradas apelaciones a la autovía Benavente Zamora, obligada para completar el trazado (con varios años de retraso) de la Ruta de la Plata, y la controversia meramente anecdótica, si no ridícula, en torno a la antigua prisión, poco o nada más se ha vertido sobre el futuro de nuestra provincia, y era el momento de hacerlo.

En esto, salvo a los candidatos que no son de Zamora. No es a ellos a quienes compete y, cualquier planteamiento taxativo que pudieran hacer al respecto, resultaría impostado o poco creíble. No, los zamoranos y especialmente quienes militamos en cualquiera de los dos partidos, debemos pedir a nuestros candidatos compromisos claros y concretos en nombre propio y de la fuerza política que encabezan, no de éxitos -sería injusto, pues poco es su peso y el nuestro en el conjunto de España- pero sí de que van a plantear, reclamar y luchar por unos cuantos objetivos que puedan romper la negativa pendiente por la que cae Zamora. Aquellos objetivos irrenunciables por los que van a luchar como abanderados nuestros, de los alcaldes y concejales de la provincia, de los empresarios y trabajadores, de las familias zamoranas, de los jóvenes, del futuro de todos los ciudadanos.

No se trata de caer en la demagogia, ni de exacerbar el particularismo que criticara Ortega, pero sí de cumplir con la responsabilidad que para con Zamora adquirieron al aceptar su candidatura, que no debería ser premio, sino oportunidad de demostrar. Confiaría más en ver en esa actitud en unos que en otros, y aún están a tiempo, pero por el momento…

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Rubal-K.O.

La misma noche en que Rajoy y Rubalcaba subieron al cuadrilátero de la pantalla televisiva en el primer asalto de un combate en el que el que gane será presidente y el que pierda quedará amortizado, fue también el día en el que cayó del ring de la vida Joe Frazier, boxeador, que dicen, con tan magníficas cualidades pugilísticas que lo llevaron a ser campeón del mundo en el primer deporte del hombre y el que más naturalmente practica.

Rubalcaba, que se sabe perdedor en todas las apuestas, necesitaba asestar a su contrincante un devastador gancho de izquierda que le permitiera dar alas a los suyos y cambiar, o al menos suavizar, los negros presagios que sobre él se ciernen para cuando suene la campana del 20-N. Ése era, precisamente, el golpe con el que descerrajaba las puertas del triunfo y desvencijaba las mandíbulas rivales “Smokin Joe”. El gancho de izquierda. Con él consiguió la inmortalidad al derrotar al mítico Muhammad Ali en el Madison Square Garden neoyorkino hace cuarenta años, en el que pasó a la historia como el combate del siglo.

Rubalcaba trató de amagar con él, pero su brazo, duro, consistente, inmisericorde cuando era número dos de otros y había que tapar escándalos o propinar golpes bajos, se vio convertido en plexiglás, marcando pero sin atizar. Rajoy salió de ganador y terminó ganando el debate con su mandíbula indemne, por su solidez y porque Rubalcaba salió de perdedor de antemano. Éste, sin más estrategia que la escaramuza, con la que está cayendo, bastante tiene con tratar de evitar el desastre, “su” desastre y el de Zapatero, quien ha debido tornarse innombrable, pues ni una sola vez lo citó.

Es verdad que los debates son hipérbole, teatralización de la lucha dialéctica entre uno y su contrario y que en el tiempo moderno más que nunca, importa tanto la forma –quizás más- como el fondo de lo que se defiende, y que de ellos no se deben extraer más conclusiones que las que supongan confirmar o matizar la impresión que de los protagonistas, de su ideario, de su compromiso, de su acción política y de su credibilidad ya se tenga uno conformada, pero uno solo puede convulsionar el suficiente número de votos como para ser determinante.

Rajoy no ha perdido uno sólo de sus votos, el K.O. llegará en las urnas del 20, ahora bastaba con ganar a los puntos. Lo hizo sin demasiado esfuerzo, sin necesidad de batirse con la finura de la esgrima, sin hacer un especial ejercicio de cintura o lucirse como los oradores brillantes. Rajoy no generó tracas ni fuegos de artificio; quizás sea mejor así, no los necesita para ganar y, en esta hora de España, dura y cruda, la sobriedad en el golpear, la consistencia en el actuar, son mejor receta que el más efectista de los ganchos.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Levantados de cascos

Pues claro que es conducción temeraria ir en un ciclomotor de la misma guisa que en el cartel de la película que acaba de denunciar la Dirección General de Tráfico. Pero no porque los protagonistas aparezcan sin casco, lo cual no deja de ser una tontería supina, en la que sólo unos tontos -de estos tontos postmodernos que tanto florecen últimamente- podían fijarse. Tratándose de una película, todo el mundo, salvo Pere Navarro, sabe que es ficción. No, la conducción temeraria viene, esté en marcha la Vespa o parada, de saber que quien va pegada a tu espalda es Julia Roberts.

Como es pequeño el ridículo internacional que llevamos haciendo a lo largo y ancho de toda la era zapateril, teníamos que poner la guinda al pastel. Al “Visit Spain”, el ingenioso lema que acompaña nuestra promoción turística en los últimos tiempos, habrá que añadir la coletilla “con casco, please”. Ahora, lo que más me gusta es el argumento, dicen que el cartel incita a la conducción temeraria, con la utilización de unas imágenes innecesarias. Yo no sé de dónde se han sacado al tal Navarro, pero una de dos y sin respeto de ningún tipo, o este tío es idiota o nos toma a todos por idiotas completos, y como no puedo creer que un tan alto cargo sea idiota, aunque a algunos pudiera parecérselo y otros también lo parezcan, debe ser que nos toma a todos por auténticos lelos.

Por esa regla de tres de la incitación, van a acabar con el déficit público multando a todas las películas de James Bond, que eso sí es conducción temeraria. Con ese criterio, qué contar de otros ámbitos. Tendrían que multar todas las películas de Tarantino por incitar a la violencia cruel y sanguinaria, o a la utilización de todo tipo de armas, o por la exhibición de imágenes “innecesarias” en Reservoir Dogs o Kill Bill por ejemplo. También a las Junglas de Cristal de Bruce Willis por incitar a los estragos o, volviendo con Julia Roberts, a Pretty Woman por incitar a la prostitución con final feliz.

Del cine español no hablemos, pero pongamos sólo un ejemplo, ahí está Paz Vega en el cartel de “Lucía y el sexo” sobre un ciclomotor, sin casco, casi sin ropa y sin multa, en uno de los carteles más atractivos que se recuerden y puedo asegurar que por mucha incitación que eso haya supuesto, no suelo cruzarme en carretera con muchas chicas imitando a la protagonista.

La que está cayendo y nosotros con éstas. Cinco millones de parados y nosotros con éstas. En las películas y los programas de la nueva intelectualidad, bazofia pagada a precio de oro y nosotros con éstas… Ya de puestos, que, en el escaso, aunque todavía excesivo, tiempo que les queda, Rubalcaba, Pajín y Blanco aprovechen el tirón y lancen una campaña conjunta y polivalente: “Campeón, sin casco ni con la Roberts”.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

7.000 millones, más o menos

De Machado y sin licencia, tomo prestados y deformo, “Humanito que vienes al mundo te guarde Dios, uno de los dos hemisferios ha de helarte el corazón”. Somos esclavos de las apariencias de realidad más que de la realidad misma. Decía el político y escritor Benjamin Disraeli que “hay tres tipos de mentiras: mentiras pequeñas, mentiras grandes y estadísticas”. La caza del nacimiento del habitante 7.000 millones del planeta Tierra forma parte de éstas últimas y sólo de ellas, aunque se haya colado en cada rincón del mundo merced al afán de notoriedad de los medios de comunicación y el papanatismo (según la RAE, actitud que consiste en admirar algo o a alguien de manera excesiva, simple y poco crítica) de quienes los seguimos.

Porque a quién puede importarle y cómo puede saberse quién es el habitante simultáneo 7.000 millones. Como si un ordenador omnipotente, un Gran Hermano orwelliano, un ábaco infinito, llevaran el cómputo, segundo a segundo, tic-tac, tic-tac, de quién nace y de quién muere en este valle de lágrimas. Si como en las encuestas electorales a lo máximo que podemos aproximarnos es a un margen de error del más o menos cinco por ciento, o sea, unos trescientos cincuenta millones de habitantes más o menos sólo entre China, India y el continente africano. Como para ponerle nacionalidad, filiación, cara y nombre al nacido siete mil millones.

Vanidad y soberbia humanas, que no pueden admitir que hay cosas imposibles de saber. Filipino, ruso, indio, nos bombardean y, sin embargo, nadie puede decirnos si aquél que la casualidad quiso que naciera conformando ese cardinal no fue uno de los 10.000 niños que mueren cada día en el mundo recién nacen. O cómo lograr esa exactitud infinitesimal, habida cuenta de que con independencia de los que fallecen con edad superior, hay un  menor de cinco años que muere, puerca estadística, cada tres segundos. 27.000 al día, unos nueve millones al año, de enfermedades fácilmente curables en muchos casos, de hambre, de abandono, de vergüenza del género humano…

Por qué nos preocupamos tanto (aunque sólo serán unas horas, “tempus fugit”) por saber quién es el siete mil millones y no por quiénes rebosan las grandes bolsas de miseria, hambre y desesperación. Será, es, porque da mejor en la pantalla del televisor que llena nuestro salón al mediodía, la carita sonrosada y apretada de un bebé custodiado entre ropitas y abrigado por manos amorosas, que las tripas hinchadas, los ojos hundidos en sus cuencas y los huesos que amenazan traspasar la piel a ellos pegada, al abrigo de las moscas y el llanto de la incomprensión de aquellos que no nacieron para la ternura.

A pesar de que el mundo va siendo un poquito mejor cada vez aún no hemos llegado a que más que el siete mil millones nos preocupen, y nos ocupen como merecen, buena parte de los otros 6.999.999.999 o los que sea que seamos.

domingo, 30 de octubre de 2011

Zamora o el futuro

Me gustaría escuchar de los dos partidos mayoritarios que hay un proyecto de futuro para provincias como Zamora. Me gustaría escuchar de sus líderes en Zamora que van a exigir, en privado, pero también en público, con luz y taquígrafos, a sus respectivos líderes regionales y nacionales un compromiso concreto para con nuestra provincia. Me gustaría ver una convocatoria conjunta de los candidatos de ambas fuerzas políticas, a los que estamos llamados a votar el próximo día 20, en la que exigieran, y no sirve otra palabra, al Gobierno de la nación actual y al futuro y al Gobierno de la región una proyección seria y rigurosa de medidas con las que intentar cambiar la dinámica de Zamora.

No se trata de pedir milagros o de transmitir demagogia barata; claro que no corren buenos tiempos para nadie y que la crisis amenaza con asolar brutalmente la economía, los cimientos empresariales y el empleo hasta niveles nunca conocidos en España, pero hasta en la debacle sigue habiendo escalas y categorías y resulta que siempre estamos en la última de ellas. Sean parámetros de renta personal disponible, sea el número y tamaño de las empresas o la cualificación profesional media de nuestros puestos de trabajo o sea, como en otra encuesta de población activa más, por estar junto con Orense a la cola de las provincias en porcentaje de población con ocupación laboral.

Zamora necesita liderazgos comprometidos, valientes, atrevidos. Eso no quiere decir insensatos, sino todo lo contrario, quiere decir realistas, pero exigentes. Tanto como para decir que no vale con lanzar al aire esporádicamente un plan de choque o un plan del oeste conteniendo diez o doce actuaciones aisladas más o menos llamativas. No sirve tampoco con venir en el momento de las elecciones a prometer la Softtek que iba a llegar de Méjico y antes de pensar dónde iba a ir la primera piedra ya se había esfumado.

Zamora no necesita juegos florales ni fuegos de artificio. Tampoco un plan estratégico cada día y por cada institución. Zamora requiere, necesita y debe (debemos) exigir una estrategia amplia, profunda, global de desarrollo. Con actuaciones interrelacionadas, no deslavazadas. Con fuerte inversión de capital mantenida en el tiempo durante el suficiente número de años como para que pueda ofrecer resultados de calado. Con objetivos macroeconómicos previamente fijados y comprobables en cuanto a crecimiento inducido de producto bruto y de renta personal, de generación de empleo, de crecimiento de la población activa.

Ya sé que es la cuadratura del círculo y que otras provincias y regiones querrán lo mismo para sí, pero ésta es la nuestra, la que nos importa, en la que vivimos y para la que deseamos un futuro más halagüeño que el que se pinta en el horizonte. Ésta es la que necesita que aunemos esfuerzos y no que los dividamos, que sumemos sin dejar a nadie de lado. Para ello, algunos deberían correr algunos riesgos, y eso es lo que no vemos.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Del corazón y de otras vísceras

Del corazón, el esfuerzo de todos los que han hecho posible que Toro se convirtiera en punto de encuentro, de celebración y de abrazo para más de 600 mujeres diagnosticadas de cáncer de mama. Del corazón, la vocación de servicio a los demás de todos los que, en cada punto de la geografía, entregan voluntariamente su trabajo y se vuelcan hacia los demás desde la Asociación Española de Lucha Contra el Cáncer. Del corazón de un tipo tan grande como buena gente, el toresano Ángel García, incansable en sus mil ocupaciones y siempre deseoso de poner desde su floristería, el color, el aroma y la alegría de una flor en el corazón de quienes le rodean.

Sólo cabe felicitarlos a todos ellos por el éxito, en cantidad y sobre todo en calidad, de la convocatoria a este encuentro regional. Con excesiva frecuencia, la actualidad, a veces odiosa, hace apartar nuestro punto de mira como observadores, conciudadanos o analistas de las cosas que verdaderamente merecen la pena. Y sin embargo, todas esas mujeres, llenando Toro de lazos rosas anudados al cuello, mostraban la suficiente fuerza individual y conjunta como para anudar el sentimiento más agrio y también más dulce en las gargantas de quienes las veían manifestar que, como ninguna otra cosa, la vida es algo digno de ser vivido.

Del corazón lo de Toro, de otras vísceras tantas cosas. Se llena la boca de hiel, de fuego las sienes, de hielo el corazón cuando se contempla el espectáculo, que en eso se ha convertido, triste espectáculo, el juicio por la muerte de Marta del Castillo, quien en lugar de flores como las que Ángel vende en Toro, recibió hasta su prematura muerte, atrocidades de las que es mejor no saber.

Qué enfermedad social, qué cáncer se extiende en esta metástasis social por la que los humanos de las generaciones más civilizadas de la historia, son capaces de tales actos que revuelven las tripas y remueven en sus cavidades las vísceras. Asesinos hubo desde que Caín blandió una quijada contra Abel, sangre de su propia sangre. Gentes despiadadas. Del esclavo al rey, ángeles de la muerte poblaron cada rincón de la Tierra.

Pero se supone que algo deberíamos ir avanzando. Que la organización de las sociedades debería servir para algo, también para proteger al común de sus ciudadanos de aquellos que sólo son amenaza. Y sin embargo, qué espectáculo, ver el cachondeo ya sé que es una palabra que no pega en situaciones trágicas como ésta, pero no es otra la que pueda definir el comportamiento de quienes están siendo juzgados en una escenificación en que la Justicia no aparece ciega por ser imparcial, sino por ser impotente para desvelar la verdad, para aplicar a cada culpable la justa pena.

Es un escarnio y es bochorno contemplar careos y declaraciones. Asesinos que se ríen en la cara de las víctimas. Bendito corazón. Malditas vísceras.

domingo, 23 de octubre de 2011

No es la paz. Es la libertad.

Si los últimos crímenes que intentó ETA no fueron "exitosos" para ellos y sí para nosotros, fue porque las fuerzas y cuerpos de seguridad hicieron que esto fuera así. Porque están tan infiltrados en ese submundo que apenas los terroristas se preparan para mover ficha, son detectados sus objetivos e intenciones. Esa fue la razón básica, aunque ahora a muchos les interese olvidarlo, de que cesaran los atentados. Y mientras se reorganizaban y tapaban fugas de información, aprovechaban para seguir adelante en su camino paralelo, la llamada vía política.

La escenificación, mano a mano con los negociadores gubernamentales, de la tragicomedia “Batasuna-Sortu-Bildu” en un engranaje perfecto, les permitió ganar tanta ventaja que, con nuestro beneplácito, disfrazado de falsa apariencia de sorpresa y a veces escándalo, se convirtieron, sin dejar de ser terroristas, en la primera fuerza política del País Vasco, recaudar cientos de miles de euros, gestionar decenas de millones y acceder al control de la información de todos los contribuyentes españoles.

Esta semana hemos pagado una fantochada con pedigrí internacional para que vinieran a decirnos que hay que dialogar-negociar de igual a igual Francia, España y la ETA, o sea lo que los etarras llevan diciendo desde su fundación y no hay nadie que les diga que para eso nos hubiéramos ahorrado 850 muertos, si es que no son más de mil, y cuarenta años de miedo, asco e ignominia. Después, siguiendo escrupulosamente el guión, han salido tres fantasmas con boina, a los que tras soltar una indigerible soflama con sabor a estiércol y podredumbre, hemos aplaudido hasta con las orejas.

Afortunadamente, sigue habiendo suficiente dignidad en la gente de bien y sobre todo en las víctimas, para decir que si la ETA (en su más amplio sentido) no anuncia su disolución y entrega las armas, es que no hay que fiarse ni confiarse. Que si estamos en campaña electoral, que lo estamos, hay que tamizar y matizar todo lo que se dice, todo lo que se escucha. Que si somos cautos evitaremos llevarnos el chasco, la decepción y el oprobio de las otras veces.

Por eso, el anuncio del abandono de la violencia, siendo una buena noticia, dista aún mucho de ser “la” buena noticia que esperamos. Eso sí, que llegue sin concesiones -sin más concesiones, que no van pocas-. Que entreguen armas, zulos y documentos. Que se entreguen ellos. Que sean juzgados y cumplan sus condenas. Que abonen las indemnizaciones adeudadas por la sangre vertida y los estragos ocasionados. Y más adelante, unos cuantos años más adelante, que el Estado de Derecho valore individualmente la posibilidad de indultos.

Que hagan ellos las concesiones y luego pidan clemencia. Derrotados lo estaban, no les demos la victoria que buscaban, ahora que por sí mismos ya saben que no pueden lograrla. Que los acontecimientos, la comodidad, la manipulación y la propaganda no nos hagan perder la perspectiva. No es la paz, es la libertad.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Mediadores, S.A.

Tengo que preguntar dónde se apunta uno a eso de ser mediador internacional. No en guerras, que eso es peligroso y ni con Chacón lo bélico parece progre. Lo guay es ser mediador internacional al estilo de la panda que nos visitó el lunes, que, por este orden, cobró, vino, sonrió y disfrutó de la gastronomía y el sabor a mar de San Sebastián.

No son ellos los culpables del desaguisado, eso es cierto. Es éste, uno de esos casos en que uno se queda pensando (no mucho rato, no crean) si puede haber quien -probablemente un Estado- pague unos millones de euros a unos señores para que viajen, se reúnan con ellos mismos y con unos cuantos espectadores para afrontar un supuesto debate en busca de soluciones para una situación que desconocen, en la que parten de premisas falsas, en la que las cartas sobre la mesa están todas marcadas –en este caso con sangre inocente y pólvora culpable- pero sólo una de las partes conoce las marcas y en la que ellos mismos saben de antemano, y mejor que nadie, que las únicas conclusiones que podrán manifestar serán un documento tan cargado de vaguedades y puntos comunes que con haber mandado un fax o un correo electrónico con texto extraído de cualquier manual de negociación, hubiera sido más que suficiente.

Los culpables del esperpento de república bananera no son tampoco los asesinos, ni los que respaldan a los asesinos y les ayudan a esconder o a encontrar las pistolas. Estos del mundo de la bazofia han sido hábiles y astutos. ETA lleva desde hace ya unos cuantos años boqueando, a pesar de los balones de oxígeno recibidos desde el lado en el que se supone estamos los buenos y su capacidad de crear terror, a pesar de lo fácil que es hacerlo, ha ido quedando reducida a la mínima expresión. A la desesperada intentan ahora lo que siempre han querido, el reconocimiento internacional, alcanzar el grado de interlocutor al mismo nivel con naciones como España y Francia, “socializar el conflicto” como siempre buscaron para que el cañón de la pistola sea puesto en el mismo plano que la sien de una víctima, y a la dinamita se le reconozcan las mismas características que al plasma sanguíneo, a los miembros amputados o a la tierra que tapa los cuerpos de los asesinados.

No, los responsables del destrozo de nuestra imagen internacional como país occidental, avanzado, moderno, democrático; los culpables de que las víctimas se sientan humilladas, insultadas, agredidas, desoladas e impotentes, son quienes se prestan a dar carta de naturaleza a un despropósito tal. Quienes debiendo hacerlo, no se han plantado para decir que no hay conflicto sino asesinatos cuando siempre unos son los que matan y otros los que mueren. Algunos ahora se desmarcan, al comprobar que de la supuesta conferencia de paz sólo salen unos ganadores. Demasiado tarde y eso que de alguno nos decían, éste es el más listo.

domingo, 16 de octubre de 2011

Ganar no es suficiente

Sin que nada deba darse por hecho, parece claro quiénes van a ser el partido y el presidente que tendrán la responsabilidad de gobernar durante los próximos cuatro años. Esto debería abrir una puerta a la esperanza en la regeneración política e institucional (social, por extensión), de un país y unas estructuras que han ido cayendo por una senda extremadamente peligrosa aunque, por otro lado, muy en sintonía con el acervo histórico de nuestra forma de ser.
La claridad que las encuestas y el sentido común vaticinan para el resultado electoral, ayuda a que ganar las elecciones no sea el fin en sí mismo, sino el medio necesario y óptimo para impulsar un cambio sustancial en aspectos de fondo de nuestra democracia. Es cierto que actuar sobre la economía es urgente, pero sin que vaya a ser ni mucho menos fácil, se va a hacer bien. Hay equipo, experiencia, conocimiento y sensatez más que sobrados para enderezar el rumbo, ya se demostró en el año 96, con la participación entre otros del zamorano, brillante gestor y aún mejor persona, José Folgado, si bien él mismo me reconocía, los resultados esta vez, llegarán despacio.
El futuro, sin embargo, no sólo se escribe con números; el esfuerzo más intenso ante el reto que se avecina, debe ser a favor del regeneracionismo en lo público y lo privado, también el más difícil, el que más frenos habrá de quebrar y más dura oposición generará en los ámbitos en que el actual estatus genera situaciones de privilegio. El refuerzo institucional de la separación de poderes, la despolitización de la sociedad civil, la independencia judicial y el respeto verdadero al marco constitucional merecen un esfuerzo.
En definitiva, una liberal democratización de la democracia, y con ella, inexorable, la de los partidos políticos. El propio modo de designación de los candidatos sigue sin llamar demasiado a la esperanza. No lo digo por la presencia en las listas de Zamora, de un candidato foráneo, que vuelve a generar una cierta polvareda -si bien, ni es lo mismo un electo de entre cinco, que uno de dos como en el PSOE, ni unos nombres o perfiles que otros, a poco que Víctor Calvo Sotelo se parezca a su padre-, sino por la nula participación de los afiliados en la elección de quiénes han de representarnos.
Precisamente, el expresidente Calvo Sotelo, confesaba en “Memoria viva de la transición” su mayor desventaja frente a otros políticos: “Me acuso de candor, de haber preferido siempre la inteligencia a la lealtad, de haberme dejado seducir por el brillo de los inteligentes, de no cuidar la fidelísima fidelidad de los fieles”. No se lo perdonaron aquellos para quienes la lealtad es sólo un sinónimo de servilismo. Frente a ellos, escribió Gregorio Marañón, también cunero por Zamora, “lo mejor del mundo lo han hecho siempre los “dilettante”, los que hacen las cosas por deleite, por amor, y no por obligación y rutina; los que obedecen al deber inventado y no al deber impuesto”.

miércoles, 12 de octubre de 2011

A llevarse el pan

Como no creo mucho en las casualidades, aunque haberlas “haylas” y sí en la habilidad y buen hacer de los profesionales de este periódico que me brinda su espacio sin considerarme un intruso, en cuanto cayó en mis manos la primera página del ejemplar de ayer, no pude por menos que pensar “¡chapeau!”. Bajo una foto a cuatro columnas en el centro de la página que protagonizan una comerciante de Zamora, Plaza y Camacho (no el seleccionador de fútbol chino, sino el otro Camacho, el ministro, que como es nuevo por aquí muchos no lo conocen), reza un titular “El candidato socialista se lleva el pan en su primera visita a Zamora” -una buena hogaza, según la fotografía-.
Bien está, que ya que viene a pedir el voto, deje algo de pasta; que aunque sólo sean unos céntimos de euro, aquí estamos acostumbrados a ser austeros y conformarnos con poco. Pero al apartarme del árbol para poder ver el bosque, descubro, justo encima, en otro titular, que Hacienda retiene el importe equivalente a unos cuantos miles de panes que tenía que venir a las arcas de 51 ayuntamientos de la provincia, o sea, de momento le birla la pasta a uno de cada cinco municipios, que lo van a tener crudo para sostenerse en pie, a pesar de que la medida se justifique en una llamada Ley de Economía Sostenible.

Y entonces caigo en que como miembro del Gobierno del no nato Plan del Oeste y algunas otras desgracias, no compra nuestro pan (aunque el de ayer lo pagara, que no lo dudo), sino que se lo lleva, o lo retiene vamos, que para el caso viene a ser lo mismo. El pan, el vino y el chorizo (y a ese precio, algunas cosas más), que en el viaje entre Zamora y Madrid hay tiempo de sobra para abrir lo que mi amigo Chema llama, el kit de supervivencia. Mala suerte, primera vez que viene y maltrato del Gobierno al canto, si esa es la estadística, habrá que votarle sólo si promete quedarse en Madrid hasta el día de las elecciones.

Cuando Camacho fue designado seleccionador de futbol en China, manifestó que entre mil quinientos millones de chinos no tiene que ser tan difícil conseguir 22 que puedan darle bien al balón para hacer una selección fuerte. Cuando Camacho fue designado candidato por Zamora debió pensar que entre ciento y pico mil zamoranos debe ser fácil encontrar a unos miles a los que, como dice el dicho, que no yo, se pueda engañar como a chinos. Hay quien dice que se es de donde se nace y otros que de donde se pace. Sea como fuere, Camacho, es ministro y madrileño y, aunque amenaza, frase de moda, con sudar la camiseta por nosotros los zamoranos, el comienzo no fue bueno, vino, vio y… se llevó el pan.

domingo, 9 de octubre de 2011

El ministro retrógrado

Las legislaciones penales se clasificaron a lo largo de la historia y con carácter general en tres tipos, según el fin fundamental que se busca al imponer una determinada pena al reo de un delito. Así, en uno de ellos, se dice que se busca la retribución, es decir, el castigo por el daño ocasionado. Quien comete un delito debe pagar por ello frente a la sociedad cuya norma ha infringido. El elemento sustancial es, pues, la pena en sí que recibe el delincuente, sin que se busque ningún otro efecto colateral más que el castigo mismo.

En otro modelo, se dice que, fundamentalmente, lo que se busca es la prevención general, la concienciación pública de que como quien comete un delito será penado, ello implica que el conjunto de la sociedad y cada individuo en particular se cuidará mucho de no infringir las normas para no ser castigado. El elemento esencial inherente a las penas es, en este caso, el ejemplo público, el castigo a un ciudadano, sirve para que el resto de los ciudadanos no incurran en el mismo delito.

El tercero de los modelos, conocido como de la prevención especial, se basa en que el fin último de las penas no es el castigo al delincuente ni que tengan un efecto ejemplarizante para la sociedad, sino que teniendo como destinatario a cada delincuente individualmente considerado, lo que se busca es actuar –existiendo diferentes límites en cuanto a las actuaciones admitidas- sobre él para que no vuelva a delinquir.

Es evidente que la realidad social en el ámbito de los delitos y las penas ha ido evolucionando a lo largo de los siglos y cada una de las tres teorías generales ha sido profusamente desarrollada por diferentes corrientes dentro de la filosofía y el derecho. Al final, todas las legislaciones han de incorporar características de cada una de ellas. Más o menos, en función de lo que pretendan. Lo que no vale es que el sistema penal no sirva para ninguno de los objetivos marcados, como vamos viendo con excesiva frecuencia en sociedades, como la actual, donde los referentes éticos, sociales, culturales y hasta humanos básicos están en plena convulsión y mutación permanente.

Lo vemos todos los días en los noticiarios, los crímenes crueles son cada vez más crueles, el grado de reincidencia de algunos delincuentes y en algunos tipos delictivos es tan exagerado que sería cómico de no ser trágico y, sobre todo, aparecen con insoportable frecuencia comportamientos que hasta el más duro de los corazones humanos sólo puede calificar de inhumanos. Por eso, creo que es un acierto y una apuesta valiente la que acaba de formular el Partido Popular como compromiso de gobierno, la promesa de la revisión integral del sistema de penas y la introducción como pena máxima de la prisión perpetua revisable. Algo, que ya tienen muchos países europeos, aunque al avanzado pero ineficaz ministro Caamaño le pueda parecer retrógrado.

jueves, 6 de octubre de 2011

Parados y parados

Que a la vez que se publica el peor dato de paro en septiembre de la historia lluevan noticias sobre las fastuosas indemnizaciones que han cobrado o quieren seguir cobrando buena parte de los responsables de la ruina del sistema español de cajas de ahorro, es algo difícilmente compatible con la actuación de los jugos gástricos durante la digestión.

Ya ven, sigue habiendo gente rara a la que le importa un comino que la duquesa de Alba se case, o con quién lo haga. O el resultado final del combate, no futbolístico, entre un dedo y un ojo. Nunca, desde que se registra el paro, hubo un septiembre tan negro como éste y eso que éramos muchos los que pensábamos que en contra del interés de España, el candidato Rubalcaba había impuesto el retraso de la cita con las urnas a finales de noviembre para tratar de que la augurada oleada de datos económicos menos negativos ayudara a sus ambiciones electorales. Pues no, ya vemos que ni eso ha funcionado. Cómo estaremos realmente para que esto se produzca, me pregunto.

Lo de las cajas no se puede disociar de este contexto. Cuando una empresa privada paga a sus ejecutivos o directivos lo que estima por conveniente, es su decisión y, acertada o equivocada, son los dueños los que cargan con ello. Aún así, en ciertos casos en que se manejan cifras que asustan, surgen voces calificando de obscenas ciertas retribuciones. Pero es que en el caso de las cajas, se da la circunstancia de que nunca desde que fueron fundadas han sido entidades privadas en sentido estricto. Ni tienen accionistas ni, por tanto, sus órganos de gobierno respondieron nunca a cuotas de propiedad de quienes los conforman sino a una mezcla de representaciones político-sindicales diversas y, realmente, no demasiado defendibles.

Y todo rechina en un sistema donde, a la vez que fallan los dineros para pagar a cinco millones de desempleados, se reparten millones en finiquitos y prejubilaciones a aquellos que han de irse con el rabo entre las piernas por su mala gestión. Estamos, a todas luces, en medio de una enorme, profunda y trágica crisis, de la que nos va a costar salir, más de lo que nunca antes hubiéramos imaginado, pero saldremos. La economía y las finanzas se desarrollan de acuerdo con condicionantes medibles y sobre los que se puede actuar para invertir su tendencia. Más complicada es la otra crisis, la de valores y referentes, que nada tienen que ver con las finanzas, aunque ahora parezcan subsumidos por éstas.

Eso es lo que está en solfa, el paradigma social y económico en que ahora creemos y sobre eso deberíamos reflexionar. Bendita boda y bendito dedo en el ojo, dirá cada frustrado buscador de empleo, cada desahuciado de su casa.
No viene a cuento y en mi caso es obvio, pero aún así lo escribo. Me alegra que Antonio Vázquez repita como número uno al Congreso por el PP en Zamora.

domingo, 2 de octubre de 2011

Administrando lo público

O nos movemos antes o las circunstancias harán que nos movamos, ha dicho el presidente de Castilla y León, dando el máximo respaldo institucional a algo que desde hace tiempo se viene viendo como conveniente, necesario, imprescindible. Algo en lo que la Consejería de Presidencia viene trabajando e insistiendo desde hace ya algún tiempo, la necesidad de una nueva conformación de la estructura territorial y de prestación de servicios públicos en Castilla y León. Y no sólo el consejero de Santiago Juárez, las voces de los expertos más especialmente autorizados, inciden sobre lo mismo.

La sucesiva incorporación de escalones administrativos, institucionales y políticos,  con la introducción constitucional de las Comunidades Autónomas con sus propias estructuras centrales y provinciales y la agrupación de municipios en Mancomunidades para hacer viable la prestación de ciertos servicios que requieren economías de escala, ha generado que España se convierta en un gigante en burocracia con costes insosteniblemente disparados.

Muy rara vez, el aumento de tamaño de unos escalones administrativos se ha visto compensado por el ajuste a la baja de otros. Políticamente nadie quiere perder su cuota de poder, con lo que se convierte en anatema la mera posibilidad de plantear una reforma administrativa verdaderamente profunda para adaptar el servicio público al siglo XXI, a la nueva realidad que configuran la facilidad de desplazamiento de los ciudadanos y a la inmediatez y ubicuidad que confiere la universalización de las nuevas tecnologías. Quizás hemos olvidado con el paso del tiempo que nunca una administración puede ser un fin en sí misma por lo que es absurdo aludir a etéreas razones o derechos históricos para defender su pervivencia o su inmutabilidad.

La administración, cualquier administración, como su propio nombre indica es sólo un medio para gestionar de manera ordenada la cosa pública, para prestar a los ciudadanos de la nación los servicios públicos esenciales de la forma más eficaz, cercana y, aunque con frecuencia se obvie, eficiente; también para permitir, favorecer y regular la actividad privada en los ámbitos en que ésta afecta a otros o al conjunto de la sociedad. No se sostiene, al menos sin cambiar sustancialmente la interacción entre las diferentes administraciones, que Castilla y León, con sólo dos millones y medio de habitantes, cuente con uno de cada cuatro ayuntamientos de España y nueve diputaciones, o que en provincias como Zamora con menos de 200.000 habitantes -y bajando-, haya 248 municipios.
Claro que esto se ve por muchos como una amenaza, por eso acierta Herrera al ponerlo sobre la mesa no como imposición sino como recomendación de voluntario seguimiento. Deben ser todos los políticos, debemos ser todos los ciudadanos los que reflexionemos y actuemos al respecto. No pensemos en lo que vamos a perder agrupándonos, sumando esfuerzos y reduciendo costes; pensemos en lo que podemos ganar en mejora del número y la calidad de los servicios a prestar o a recibir.
Y como es inevitable, mejor hacerlo nosotros a tiempo que esperar a que nos sea impuesto.

jueves, 29 de septiembre de 2011

El canto del cisne

No son los datos concretos lo importante. No, que ciertos indicadores mejoren un trimestre o empeoren al siguiente. Los parámetros fluctúan en función de la coyuntura o de factores, a veces exógenos, sobre los que no siempre es posible actuar. Nada de eso sería, de manera aislada, especialmente preocupante en el último estudio publicado por Caja España-Duero sobre la situación socioeconómica de Zamora, su evolución y sus perspectivas. Lo malo es que este informe es continuación de una larga retahíla de informes de diferentes entidades y organismos, tanto públicos como privados, que a lo largo de los años van reseñando la misma tendencia económica para nuestra provincia y con una dinámica cada vez más acusada de divergencia con otras provincias de Castilla y León y de España.

A este respecto, más de una vez he expuesto mi opinión, tanto en mis colaboraciones periodísticas a lo largo de los últimos cuatro años, como antes, durante mi actividad política. No se trata tanto de buscar un culpable máximo o determinante, individual o institucional, interno o externo -porque no lo hay- como de encontrar los caminos y los compromisos para poder dar la vuelta a la peligrosa trayectoria en la que estamos inmersos en nuestra provincia.

No hay un culpable exclusivo y sí muchas responsabilidades compartidas, por lo que si queremos cambiar las tornas, más vale dejar de mirar hacia atrás tratando de vislumbrar cómo hemos llegado aquí a lo largo de los siglos y cambiar la perspectiva para tratar de salir de la pendiente negativa y buscar eso que ahora se llama la convergencia con los que mejor van y que los sigue habiendo, al menos en términos relativos, que es cierto que con la situación de crisis, en términos absolutos no hay ninguna unidad territorial cercana que se pueda decir que va bien.

Resulta imprescindible, y cada vez más, el acuerdo y el compromiso institucional firme y decidido del Gobierno de España y el de Castilla y León por impulsar en Zamora un tratamiento privilegiado como el que en ocasiones se ha otorgado a otras zonas desfavorecidas y son inexcusables el esfuerzo y la unión de los representantes políticos zamoranos de todo signo, a pesar de las dificultades intrínsecas de un sistema en el que la disciplina jerárquica de partido es, con frecuencia, el único requisito político de obligado cumplimiento para perdurar.

Pero, aunque eso sería lo cómodo, no basta para salir del fango, si los que estamos en él, la sociedad zamorana en conjunto, no modificamos hábitos, comportamientos, actuaciones y hasta convicciones. Empresarios, trabajadores y ciudadano a ciudadano, debemos criticar menos y apoyar más a quienes arriesgan y emprenden, a quienes crean puestos de trabajo y generan riqueza.

Estimular esas actitudes y frenar el derrotismo, la resignación histórica, el lamento permanente, siguen siendo nuestra gran asignatura pendiente. Es más importante eso, que lo que pueden hacer nuestras instituciones locales con sus ínfimas posibilidades económicas, por mucho que, como en el canto del cisne, culparlos nos sirva de inútil desahogo.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Generación Chillón

Dicen pero no me lo creo, que hace ya 25 años que el joven bar Chillón, escondido en Diego de Ordax, tomaba el relevo del viejo Chillón, el clásico de la calle Sacramento, el de la parada obligatoria en las rondas bohemias de chatos de peleón y porrón entre compañeros, de coñac, anís y aguardiente, en la edad dorada de los artistas, cuando otros eran los tiempos y distintas las costumbres. “O tempora, o mores!” escribió Cicerón en su arenga contra Catilina.
Hace 20 años que tenía 20 años, compuso Serrat a sus 40. Hace 25 años que tenía yo 17, cuando empezamos a frecuentar la barra y el piso de abajo del que ha ido siendo templo de la amistad de decenas de grupos, pandillas en esa edad que tan simbólicamente describió Claudio en “con media azumbre de vino”: “…tinto de Toro. Cuánto necesita mi juventud; mi corazón qué poco”.

Creo, en la nebulosa del recuerdo, que la primera o una de las primeras veces que allí pisé fue con mi amigo Pepe, ahora en Daroca. Luego allí llevé a mi panda, los fijos y los que iban mudando. Allí futbol y baloncesto servidos al aroma de la tortilla de Julia, “alma mater” del negocio, de una barra por donde rotaron los hijos y donde ahora gobiernan Juan y Alfre, al ritmo de vasos y botellas, de platos de tapas sabrosas y amables, como la sonrisa y el carácter de las hijas. Porque el Chillón es Julia, sus hijas, sus hijos, sus clientes y su tortilla, ésa para la que una noche, tal vez de sábado, seguro de invierno, inventamos un baño de salsa de callos y nació la “bautizada”, quizás homenaje a la calle donde se ubicaba el viejo Chillón.
Tres botellines, unas cachuelas, dos bautizadas, una de pata y un caldito gentil para Porfi, que entra ahora por la puerta. Cuántas tardes, hasta ya entrada la noche, cuántas conversaciones, cuántos retos, cuántas risas, cuántos sueños. Maratones de naipe decidiendo quien paga hoy y alguna que otra jornada de Trivial, cuando universitarios imbuidos en el aprendizaje de aquello que la universidad no enseña. Hace varios años -agridulce placer el de la nostalgia- que no me asomo al sótano, donde, entre el humo y el rumor de las conversaciones, a la luz de una reproducción de “El beso” de Gustav Klimt, sonaban los Dire Straits, Revólver, Los Secretos y El Último de la Fila. Allí donde cada madrugada de viernes santo, en la hora solemne en que la túnica de la Congregación viste de negro la noche, suena Thalberg y hay abrazos.
Veinticinco años hace; hoy los celebran con algunos de los que allí pasamos tardes y más tardes de invierno y de verano, otoño y primavera. Nada será lo mismo, pero todo será igual, siquiera en el breve instante en el que todos estaremos, los que somos y los que fueron. Bar Chillón. Gracias.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

"Zumosol" López

Pienso que la guerra abierta (reabierta) entre los socialistas zamoranos no es el mal en sí mismo, sino el síntoma de un mal mayor y más grave. Por una vez, Zamora va a la vanguardia en el afloramiento de un problema, una situación que se irá haciendo insostenible a medio plazo en el conjunto de España y en todos los partidos políticos medianamente grandes. De cómo pequeños grupos de poder más o menos claramente definidos, que se mantienen a lo largo de los años o que se forman en determinadas coyunturas chocan entre ellos mientras tratan de adueñarse de la representatividad del conjunto de los militantes, afiliados y simpatizantes del partido al que pertenecen.
El elemento viciado no está en que lo intenten sino en que habitualmente lo consiguen, ya unos, ya otros, y en algunos casos, de aquellos que siempre saben donde estar, lo consiguen siempre, sean quienes sean los que lideren a las fuerzas vencedoras. Pero estas luchas internas y cruentas (no hay guerras más inmisericordes que las guerras civiles) se juegan en el terreno de unos pocos y hay una gran mayoría de olvidados, los militantes de carnet pero no de cargo. Éstos, en el mejor de los casos, son tomados como infantería que se exhibe para dar indicación de fuerza, aunque, a la hora de la verdad, vale mucho más una sola palabra del “primo de Zumosol” correspondiente (el líder o un vicelíder regional o nacional) que el pensamiento, la opinión y el apoyo de cientos de esos afiliados con los que se dice contar o a los que se ensalza cuando llegan los congresos o las elecciones, pero se olvida durante el resto del tiempo.
En el caso de los socialistas, Óscar López está demostrando una mano única y privilegiada para hacer de su capa un sayo y actuar en toda ocasión según su santo capricho. Desde Madrid, ni siquiera desde Valladolid, ha pretendido imponer un liderazgo cuyo reconocimiento no ha sido capaz de generar. Ha tenido más poder orgánico que nadie antes en el socialismo de Castilla y León y ha logrado eficazmente para sus siglas el peor resultado electoral de la historia. Si hubiera un proceso mínimamente democrático de elección de líderes y éste se hiciera con unas bases mínimamente acostumbradas al ejercicio de la democracia, a López lo iban a votar los 25 de su guardia de corps y, seguramente, no todos. Pero como las cosas son como son, aún mantiene intacta toda su capacidad para seguir causando estragos entre las propias filas, ahora por hacer la pelota al ya casi extinto Rubalcaba.
Entenderán que como afiliado del Partido Popular no me parezcan una tragedia estas desgracias de los socialistas, pero como demócrata y defensor de la imprescindible democratización del funcionamiento de los partidos políticos ya en el siglo XXI, sí lo lamente, una vez más. En esto sí comparto la tesis de base de la gente del 15M.