miércoles, 27 de febrero de 2008

El sano debate

Bueno, pues estamos inmersos de lleno en el primero de los grandes debates electorales. Sí, ya sé que el cara a cara entre Zapatero y Rajoy fue el lunes, pero el debate de verdad, el importante, es el que durante buena parte de esta semana va a mantener ocupados a muchos. El debate sobre quién ganó o perdió el “gran duelo”. Ríos de tinta, montones de encuestas para analizar y escrutar quién estuvo mejor. Y qué quieren que les diga, a mí me divierte, pero en realidad me resulta bastante indiferente. El único resultado que me preocupa es el de las urnas el día nueve. No es que le reste importancia a los debates. Todo lo contrario. Casi diría que tendrían que ser obligados, si no por ley, al menos por sanísimo uso y costumbre. Y reconozco que el del lunes estuvo mejor de lo que a priori esperaba. Aunque no todo lo que me hubiera gustado, ambos contendientes supieron aflojar el rígido corsé con que la ocasión había sido vestida. Hubo algún interesante intercambio de golpes. Como es obligado, con un aspirante más incisivo, que ya en el primer minuto dejó claro que aspira con contundencia al título y que en varios momentos consiguió desencajar a un encajador nato como es el Presidente al que los artistas han bautizado como Ceja P. No les oculto que para mí hubo un claro ganador en Mariano Rajoy, quien en todo momento llevó el ritmo del combate. También que estoy convencido de que sería mejor Presidente del Gobierno que Rodríguez Zapatero. Es verdad que este juicio será minoritario entre los opinadores mediáticos, como también en las encuestas precipitadamente realizadas al término del debate, pero es el mío y además me lo creo. Otra cosa es lo que finalmente digan la suma de votos ciudadanos y la ley D’Hondt. Eso al fin y a la postre es lo que cuenta y no lo enardecidos y satisfechos que hayamos quedado los convictos de uno y otro lado. ¿Qué se echaron en falta más propuestas de futuro? Pues claro, pero estratégicamente era obvio que faltando otro encuentro el próximo lunes, se dedicaría este primero a probar al adversario y a hacer balance de los últimos cuatro años. En el segundo asalto ya no habrá disculpas. A Zapatero, con el panorama de fuerzas políticas que se prevé, le bastará con el empate. Rajoy tendrá que poner toda la carne en el asador en forma de batería programática para arañar cada voto y alzarse con una victoria posible pero profundamente incierta a día de hoy, al menos en dimensión suficiente para gobernar. Si Rajoy se planta en el debate con solvencia y libre de complejos, podremos comprobar que a la defensiva, Zapatero, es mucho más blandito de lo que parece.

domingo, 24 de febrero de 2008

Energúmenos en campaña

Empezó la campaña electoral. Es decir, continúa. Pero estamos en una campaña distinta en nuestra democracia treintañera. Diferente es la concatenación de episodios de violencia y coacción política. Varios de ellos producidos en la Universidad. El que debería ser foro de difusión del conocimiento, ámbito de debate, casa de la discusión de ideas y lugar por excelencia de convivencia en el disenso, se ha convertido en germen y ejemplo de intolerancia. María San Gil en Santiago de Compostela, Dolores Nadal en Barcelona, Rosa Díez en Madrid. También fuera de los claustros se han producido graves incidentes. El viernes, dos Consejeros del gobierno de la Comunidad de Madrid fueron agredidos en Parla durante una visita a un hospital en construcción. Energúmenos convenientemente embozados en la masa los han tachado, a todos ellos, de fascistas. No sólo son energúmenos, además son imbéciles. Como si a estas alturas pudiera quedar algún fascista. Ni siquiera ellos lo son. Gilipollas sí, totalitarios también, pero ni siquiera fascistas. Aunque son los que más se aproximan a lo que ellos entienden por tal calificativo. Blanden como armas, banderas republicanas de hace 70 años, estandartes y víctimas de una época digna de no repetirse. Visten camisetas con la efigie de un asesino cruel e inhumano, el Ché Guevara y mantienen enfáticamente, como referencia de prosperidad y bondad a un repugnante tirano como Castro. Y aún llaman fascistas a Rosa Díez o a María San Gil. En algún momento habrá que ir parando esto, ¿no? ¿Alguien se imagina que en vísperas de las últimas generales, hordas de derechosos extremistas hubieran acometido, tan organizadamente, actos similares? Tanto PSOE como IU hubieran exigido al Gobierno la inmediata actuación y la detención y castigo de los culpables. Razonable, ¿verdad? Convendría que quienes ahora mandan hicieran lo propio. No es precisamente el mejor camino que Blanco diga que también a Zapatero lo abuchearon en una ocasión o que González salga de las catacumbas para hacer sarcasmo con las lágrimas de la socialista Díez y presumir, el muy machote (influencia mejicana), de que él no lloró. En ninguno de ambos casos, los increpantes pidieron a grito pelado que ETA los matara como le ha ocurrido a San Gil. Tampoco los llamaron asesinos como a los Consejeros de Madrid, quienes por cierto, nada tuvieron que ver con los GAL. Tampoco intentaron pegarles. Uno a uno, afortunadamente, estos hechos no tendrían mayor relevancia y confiaremos que en abril se normalice nuestro devenir. Entre tanto, hay líneas que conviene no traspasar ni permitir que se traspasen impunemente. La Humanidad avanza más gracias al disenso que al consenso, pero es característico de la democracia el marco de legitimidad en el que todos por igual pueden ejercitar su libertad. España tiene graves ejemplos de a qué conduce que esto no se respete y hayamos de preguntarnos, como Vargas Llosa en “Conversación en la Catedral”: “¿En qué momento se nos jodió el Perú?”.

miércoles, 20 de febrero de 2008

"Satisfaction"

Los años 60 fueron los del descubrimiento de las drogas como diversión y a la vez como identificación social de grupo, de una generación. Quizás la primera que tuvo conciencia clara de serlo. La primera que de forma colectiva se comprometió con un ideal. La ruptura radical, luego no lo fue tanto, con la generación precedente. Las drogas se convierten, con el sexo y el rock and roll en estandartes de la libertad colectiva, aunque desde la alienación individual. Su consumo se extendió a la vez que se generalizaban comportamientos "in", modernos, hippies, en el mundo occidental, el de las democracias liberales. Aquél en el que, claro está, la colectividad no oprime ni aniquila al individuo, sino que deja espacio al libre albedrío. A ellos no fueron ajenas, como se ha documentado reiteradamente, las actividades de subversión y agitación que se alentaban, en plena época de guerra fría, desde más allá del telón de acero. La corrupción debilitaría occidente y favorecería la instauración del salvífico régimen soviético. Sartre y otros intelectuales, santo y seña aún hoy, de la más rancia progresía, aplaudían vigorosamente. En la primavera de la libertad, los jóvenes de EE.UU., Reino Unido o Centroeuropa experimentaban con las nuevas sensaciones que las sustancias alucinógenas les aportaban. Encontraban, durante un tiempo, su karma artificial en la nebulosa ficción de la marihuana, el LSD, o la heroína. Durante décadas, muchos han ido quedando en el camino, unos sin darse cuenta, otros asumiendo con plena consciencia su destino. Con 70 años a sus espaldas, Mike Jagger y Keith Richards, de los míticos Rolling Stones, recomiendan a los jóvenes, quizás un poco tarde, que no caigan en las terribles garras de la droga. Que no es verdad que las drogas den la satisfacción que da título a uno de sus más reconocidos temas. Ojalá cundiera el ejemplo entre cantantes, artistas y famoseo en general. De manifestarse públicamente y predicar con el ejemplo. España, lo dicen los informes internacionales, está en el pelotón de cabeza del ránking de consumo de sustancias estupefacientes. Por no hablar del universal porro de hachís o “maría”, sabemos que las pastillas circulan en cantidades industriales entre jóvenes e incluso niños. La cocaína, a la que, entre otros, cantó Eric Clapton es plato fijo en la dieta de cientos de miles de españoles. No sólo jóvenes. La heroína tiene en su contra que el deterioro físico que provoca, estigmatiza socialmente a sus consumidores en una sociedad obsesionada por la apariencia. La cocaína, no. Es más limpia, no requiere inyectarse. No produce ese deterioro. Se va comiendo el cerebro, pero eso tarda más en verse. Es más chic, por eso la toma tanta gente de mundo, buena parte de las nuevas elites sociales. Médicos, abogados, arquitectos, empresarios, pilotos, comunicadores. Ellos son la “crème”, no son yonquis. Con ellos no va el mensaje de Jagger. O eso quieren creer.

domingo, 17 de febrero de 2008

Política de laboratorio

Habrá debates entre los dos candidatos a la presidencia del Gobierno. Su gestación, aún inconclusa, ha supuesto el reconocimiento por parte de ambas fuerzas políticas de la desaparición del marchamo “independiente” de la generalidad de medios de comunicación y de forma especialmente acentuada, de las cadenas de televisión. También de que la política ya no se compra en la marquesina del mercado, sino en farmacia. Ya no huele al frescor de la tierra sino a química de laboratorio. Hubo acuerdo rápido en cuanto al número y los temas de los debates, aunque nos tomen por débiles mentales y restrinjan los asuntos de los que cada uno puede hablar. Espero, que ambos candidatos, en su propio interés y en el nuestro, se salten las normas. La discrepancia fundamental, en qué televisiones se celebrarían. Con TVE gubernamental, como siempre, Telecinco hostil, Cuatro y la Sexta contrarias manifiestas y sólo Antena 3 cercana, aunque no siempre, la elección para los populares era poco menos que desoladora (gracias también a la “brillante” política de medios llevada a cabo durante los ocho años de su gobierno). No les quedó más remedio que aceptar el planteamiento de la Academia de Televisión, aun dirigida entre otros por Campo Vidal y García Campoy. Con esta propuesta, tampoco los socialistas podían mantener por más tiempo su órdago por la televisión pública. Falta decidir quién modera, quién abre y cierra cada debate y hasta la altura de los atriles. Cada vez, en esta política de diseño en la que nos vamos sumergiendo, importa más el continente y menos el contenido. Ha estado bien Rajoy, desautorizando a su equipo de campaña, más partidario de seguir mareando la perdiz. Rajoy, que había mostrado su disposición al debate “hasta debajo de un puente” si era preciso, se ha plantado, antes de que las dilaciones permitieran al hábil Blanco, eludir los debates, una vez que, como casi siempre, ya había conseguido trasladar a la opinión pública que el de las pegas es el PP. Y es que en ambos laboratorios asusta la frescura (limitada) de un debate, donde los mensajes de sus líderes no pueden estar controlados y los actos reflejos no siempre se han ensayado con anterioridad. Son esos mismos grupos que rodean y aíslan a los candidatos, los que menos creen en ellos. Se empeñan en estandarizarlos. Convertirlos en cartón piedra. Cuando nos jugamos el futuro, tenemos derecho a saber quién es quién. Frente a frente. Ver a los protagonistas defendiéndose y atacándose cara a cara, no en monólogos mitineros. Conocer los equipos que tienen detrás para gestionar después, no los laboratorios que desnaturalizan la política. Escuchar ideas y propuestas. Que nos convenzan de lo que ellos quieren, no de lo que estadísticamente se supone que queremos nosotros. Merecemos confrontación ideológica, no arte y ensayo. O que se presenten como candidatos los estadísticos.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Los que somos turba

Pues sí, dice un respetable grupo de cantantes, músicos, cineastas, actores e intelectuales y un médico experto en sedaciones con resultado de muerte, que la mayoría de los que hoy leen este periódico y algunos de los que en él escribimos, somos una “turba mentirosa y estúpida”. Claro, somos un minúsculo grupo de gentes anti(su)sistema, formado hace cuatro años por sólo diez millones de españoles a los que no se nos ocurrió mejor infamia que votar al PP. Y además es que se temen estos probos ciudadanos que lejos de haber sido adecuadamente reeducados en el pensamiento único, el suyo, vamos a perseverar en nuestra criminal actitud. Bien se dice, de siempre, que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Yo, qué quieren que les diga, prefiero que me juzguen individualmente. Ya saben, prejuicios tontos de liberal que no ha llegado a ver los grandes avances que para la Humanidad y sobre todo para algunos de los más inhumanos, han traído los múltiples experimentos de colectivismo, voluntariamente asumido con la fuerza de las armas, por pueblos que así han alcanzado las más altas cotas de felicidad y bienestar. Aún asumiendo que se me juzgue en grupo, tienen derecho a hacerlo, sí les pediría “un poquito de por favor”. O sea, si no educación, por lo menos acierto en los términos. Dice el diccionario de la RAE, al que ya habrán visto, me gusta acudir, que turba es una muchedumbre de gente confusa y desordenada. La verdad es que gente somos. Habitualmente, ni ustedes ni yo, frecuentamos las zonas VIP en las que muchos de ellos son siempre bienvenidos. Muchedumbre, también. Diez millones de aludidos, somos ya unos cuantos. Pero confusos y desordenados, no lo veo tanto. Más que confusos, seríamos cerriles, obtusos, empecinados o recalcitrantes en el error de creer que puede gobernar alguien más que quien ellos nos digan en cada momento. Pobre Llamazares, que esta vez se queda huérfano. Y desordenados, ¿nosotros, la derecha a la que uno de ellos pedía se nos encerrase en un conveniente cordón sanitario? Nada, nada. Un rebaño de borreguitos pastoreados sin ningún esfuerzo por Aznar, Rajoy y la Iglesia. Esa tríada, novedosa versión de aquélla otra, el Demonio, el Mundo y la Carne. Conste, que me parece fenomenal que apoyen a quien mejor consideren. La libertad de expresión les ampara y de ello deberíamos felicitarnos todos. Como ampara a la Conferencia Episcopal para recomendar a sus fieles. O a los líderes de otras confesiones como la musulmana para pedir el voto, como ya lo han hecho, para el PSOE. Ninguna de esas actuaciones debería escandalizarnos. Pero eso sí, que no me insulten. Si me llaman mentiroso y estúpido, yo podría llamarles hipócritas, sinvergüenzas o malversadores de fondos públicos. Y no pienso hacerlo. Procuro no ver cine español. Como casi todos ustedes, por cierto. Pero pienso seguir escuchando a Sabina, con sus abriles poéticos. Mientras, esperemos que Marzo pase pronto.

domingo, 10 de febrero de 2008

La Venus del Espejo

Cuenta Hesíodo, cómo las Musas cantaron: “El que es bello es amado, el que no es bello no es amado”. Para los griegos, origen y previsible fin de la sabiduría humana, la belleza era concebida, no como concepto independiente, sino asociado a otras cualidades. El oráculo de Delfos responde a la pregunta sobre la valoración de la belleza, “lo más justo es lo más bello”. En otros autores y momentos, se une belleza a las cualidades de “conveniencia” y “medida” (prudencia, mesura). Desde la Venus de Willendorf, datada allá por el siglo XXX antes de Cristo, el hombre ha mantenido esa obsesión por la representación de lo bello, en la armonía, la proporción, la piel y el rostro de la mujer. Un vistazo a la historia de las obras maestras del arte o la literatura nos presenta una imparable evolución del canon considerado perfecto y que por tanto se sale de lo común. También, del tipo general en cada época y de los aspectos más valorados por el artista como reflejo de la estima social predominante. Más sensual y carnal en unos momentos, más espiritual en otros. De las Venus romanas, al “Nacimiento de Venus” de Botticelli, alegoría a su vez de la primavera. De la “Venus de Urbino” de Tiziano a la “Venus del espejo” de Velázquez, contemporánea pero totalmente distante de la “Afrodita” de Rubens. De las “Majas” de Goya, hasta llegar a Manet y los impresionistas. A Gauguin y sus tahitianas o a la libertad estética de las mujeres de Picasso y Gustav Klimt. Todo un transcurrir, quizás en línea, quizás en círculo en torno a la belleza y a las formas de la mujer. Eso sí, siempre con curvas. Lo que no es real, ni normal es que modistos, fabricantes y gurús de lo “fashion” se empeñen en convencernos de que el nuevo ideal de belleza son esos escuálidos arquetipos embutidos en prendas varias tallas por debajo de lo que su etiqueta marca y de caras demacradas que nos presentan en desfiles y carteles de estética “in” (será “in” de insano, inaceptable e indigno; y aún dicen que la televisión engorda). Bien está que se regule el tallaje de las prendas de vestir, para luchar contra enfermedades como la anorexia (aunque dudo que haya muchas mujeres a las que guste definirse como cilindro o campana). Lo que no estaría de más, volviendo a los clásicos, es que recuperáramos otras cualidades personales como integrantes de esa belleza que mitificamos. ¿Dónde hay más belleza, en una miss de cartón y bisturí o en Teresa de Calcuta? Cuando sepamos contestar a esa pregunta, el mundo será mejor. De momento, aunque cada uno encontremos nuestra Venus particular, siempre quedan Venus universales de belleza exterior e interior. Hasta la ONU tiene la suya en Angelina Jolie.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Urbanismo necesario

Hay quienes creen que en torno al urbanismo se acumulan todos los males, cual las siete plagas de Egipto. Quienes dicen que sólo sirve para que promotores sin escrúpulos se hagan de oro y políticos corruptos se forren gracias a prevaricaciones y cohechos a mansalva. Tienen razón al criminalizar los excesos que algunos, con una y otra dedicación, han cometido los últimos tiempos en España, la pierden al generalizar. Zamora necesita un nuevo PGOU. Y lo necesita con urgencia. Está próxima a resolverse de forma definitiva la inaplicabilidad de la última revisión llevada a cabo por el anterior gobierno municipal (sí, del PP y del cuál, quien escribe formaba parte, pero también elaborado, supervisado y coordinado jurídicamente, por quien hoy es líder y portavoz de los socialistas locales). Cuando los tribunales fallen, con alta probabilidad, en contra de los planteamientos municipales, la capital quedará sin instrumento legal que regule su crecimiento, su desarrollo ordenado. Los cambios legales y un pronunciamiento del Tribunal Constitucional, impiden la vigencia subsidiaria de normas anteriores. Tendremos dos perjuicios y no de menor calado. Por un lado, el grave riesgo de paralización del sector más importante de nuestra economía. El peor daño no sería para los grandes promotores, quienes buscarán otros lugares más propicios para invertir. Sí, para la multitud de pequeñas empresas y autónomos que viven de realizar actividades de construcción y auxiliares. Y sobre todo, para los varios miles de zamoranos que tienen en este sector su puesto de trabajo. Si éste ya se tambalea por la irresponsable política gubernamental en materia de vivienda (básicamente propagandística, pero muy efectiva en sus nefastas consecuencias), imagínense el efecto multiplicador que tendría la reducción a cero de los nuevos desarrollos. En segundo lugar, la inexistencia de planeamiento válido obligaría a la actuación “ad hoc”, al estudio y aprobación de cada propuesta con un tratamiento individualizado. ¿Saben como se llama esto? Discrecionalidad en el mejor de los casos, arbitrariedad en otros supuestos. Lo opuesto a la seguridad jurídica que a todos debe garantizar el Estado de Derecho. Sin normas y pautas comunes para todos, la ley del más fuerte es la que impera. Tal vez a los “originales” de IU esto les guste, de hecho el de Córdoba, con alcaldesa de su signo, es posiblemente el ayuntamiento donde más se abusa del urbanismo a la carta, el de los convenios. Tal vez al PSOE le vaya bien, para proponerse después como solución a la parálisis que tratan de generar. Lo que no se entiende es la lentitud con la que gobierno y Adeiza están afrontando su responsabilidad en la materia. Menos aún, después de la precipitación para bloquear la revisión que heredaron en avanzado estado de tramitación. No hay peor Plan que la ausencia de Plan General. Les toca mojarse y asignar usos y aprovechamientos. Zamora no puede esperar a que el cambio climático nos resuelva el problema, pintando el término municipal del color azul del mar.

domingo, 3 de febrero de 2008

¿Tomate o Ketchup?

Que no. Que no se piensen ustedes que es verdad que Telecinco ha decidido acabar con la televisión basura. De todos los programas de pornografía intelectual que mantiene en emisión, “el tomate” era hasta el viernes, el que más audiencia concitaba, pero ni mucho menos el único. A la “caja tonta”, hace tiempo deberíamos haberla rebautizado, como “caja atontadora”. Reconozco que veo muy poco la tele. Cuando lo hago, lo que me gusta es practicar uno de mis deportes favoritos. Con el mando a distancia en la mano y sumergido en el sofá, me deslizo por todos los canales, del primero al último, del último al primero. Con cadencia constante, no más de cuatro o cinco segundos en cada uno. Como recibo más de cien, tengo un cuarto de hora de relax absoluto gracias al zapping. En esas excursiones por la programación, a veces me detengo a observar el panorama en tal o cual canal y “tomates” hay muchos. El filósofo Gustavo Bueno, ante la proliferación de este tipo de programas dedicó un libro a la televisión basura. Decía Bueno, que lo peor es que hay más basura en los telediarios que en los programas rosa y tiene razón, porque al fin y al cabo, el que decide jivarizar su cerebro viendo éstos últimos, sabe lo que le van a dar, mientras que en los telediarios con demasiada frecuencia te dan gato por liebre. Manipulación e intereses creados por información y una retahíla truculenta de sucesos escenificados de forma macabra. En cierta ocasión, estuvo en Zamora uno de los máximos directivos del grupo al que pertenece Telecinco y alguien le preguntó cómo, siendo como él era, una persona de ideología moderada y creyente confeso, mantenía en programación las “Crónicas Marcianas” de Javier Sardá. Porque es lo que la gente ve, aunque sea indigno, contestó. La enfermedad está en la sociedad, es verdad, pero la enfermedad está también en quienes convierten al dinero en el único principio válido que rige su comportamiento empresarial, aunque eso, procuran no verlo. Nos quedamos sin “tomate”, pero pronto nos lo replicarán convertido en Ketchup, con apariencia dulce y fondo agrio. Los que lo hacían, adoptarán pose digna hasta que tengan su nuevo cubil. Peores ejemplos tenemos. El “Gran Hermano” con Mercedes Milá presentando como si de un experimento sociológico se tratara“, o “La noria”, con apariencia de programa de debate serio son ejemplos aún más cínicos y repugnantes. Así está montado este circo. Gracias a ello, un marasmo de frikis, guarros e indocumentados ganan millones por convertirnos a todos en un poco más estúpidos de lo que por naturaleza ya somos. Mientras tanto, periodistas profesionales están en el paro o tienen jornadas maratonianas en las televisiones, radios o periódicos locales, para llegar a ser nada menos que “mileuristas”. “C’est la vie”… Será.