domingo, 30 de mayo de 2010

Lo que dicen y lo que es

Los chicos estos de tráfico, que no son los Guardias Civiles a los que han lanzado en masa a cazar infractores para pillar la pasta de los conductores, sino un tal Pere Navarro y otros mandados del ministro Rubalcaba, llenan páginas de periódicos y buzones de ciudadanos con una campaña propagandística al más puro estilo del susodicho ministro.

“+Sencilla, +Fácil, +Justa”, nos dicen, vendiendo el favor a los conductores e imagino que confiando en que nos quedemos en eso, sin caer en la tentación malsana de leer el contenido del anuncio (no digamos ya, de la reforma normativa completa para la que dirigen a la página web de la DGT), pero resulta que de todas las novedades destacadas, sólo un par de ellas pueden considerarse realmente más favorables para el ciudadano. El resto favorecen a la administración que podrá sancionar de forma más sencilla, cobrarnos con más facilidad y poniendo aún más trabas a que el conductor pueda defenderse en justicia de la infracción denunciada.

Ya, ya sé que en esta época en que lo que se considera políticamente correcto cada vez está más constreñido, parece uno un delincuente simplemente por plantear este tipo de cosas. Allá cada cual. Quien quiera comulgar con ruedas de molino, que lo haga, conmigo que no cuenten tampoco en este asunto. Lo que no puede ser es que se nos venda como favor en el apartado +Sencilla, una reducción en los plazos para pagar y sobre todo para recurrir contra la denuncia, es decir menores derechos. O que las supuestas nuevas “facilidades”, consistan básicamente en que se reducen drásticamente los requisitos de notificación al infractor que van a terminar sustanciados en que a la menor dificultad de notificación personal, Tráfico los publicará en su página web y de ahí, al embargo o a la retirada del carnet.

¿Quieren un ejemplo de gran falacia al respecto? Los radares y la obsesión por los “excesos” de velocidad en autovías y autopistas. Así, el 75% de los fallecidos por accidente se dan en carreteras convencionales de doble sentido. Sin embargo, el 75% de los radares se ubican en autovías y autopistas, en las que el exceso de velocidad sólo está presente como causa en uno de cada diez accidentes. O sea, que es una milonga que nos tragamos como bobos eso de que el gobierno pone donde pone los radares para prevenir accidentes y víctimas mortales. Más claro, en cualquier carretera provincial llena de baches, sin arcén ni pintura, con mala señalización y tráfico en ambos sentidos, se puede circular a 90 kms. por hora. En las que tienen arcén y son algo más anchas, a 100, también con el riesgo del doble sentido. Sin embargo, en las rectas kilométricas o las amplias curvas de una autopista, pásate de 120, que te cazan. Eso sí, como es lógico, todos los coches oficiales, no sólo el del presidente de Extremadura, circulan muy por encima de ese desfasado límite.

miércoles, 26 de mayo de 2010

A las urnas

En las situaciones adversas, cuando las turbulencias son la categoría y no la anécdota y cuando hasta la estructura institucional básica se tambalea, es cuando más inflexibles deben ser las sociedades para exigir gobiernos fuertes y con capacidad de tomar decisiones y mantenerlas. Sólo de esa manera podrá evitarse que quienes habitualmente buscan obtener ventaja de las debilidades de una nación, puedan aprovecharse y pescar en río revuelto. Y si el gobierno no es capaz, por debilidad intrínseca, por mor de la aritmética parlamentaria o por incapacidad para aunar el consenso suficiente, lo que debe hacer es dejar paso a que los ciudadanos nos pronunciemos allí donde mejor debemos y podemos hacerlo, en las urnas.

El paisaje presente nos muestra un Zapatero grogui, arrollado por la crisis, dando volantazos improvisados dentro de un torbellino, con la conciencia cargada con el inevitable incumplimiento de sus más solemnes compromisos sociales y económicos y con los ministros, salvo Blanco, puestos de perfil para evitar que la adversidad les golpee en pleno rostro. No es extraño, con ese panorama, que los nacionalistas (y no sólo los de los partidos que así se hacen llamar) fuercen la máquina y aprovechen para intercambiar apoyos puntuales, en asuntos menores pero urgentes para el gobierno, por concesiones de calado y difícilmente reversibles en el edificio institucional y constitucional del Estado.

El esperpento (al que sólo se acercó Vizcaíno Casas en “Las autonosuyas”) de los traductores para que se entiendan Montilla, un catalán nacido en Córdoba y Chaves, un andaluz nacido en Ceuta, el acoso al Tribunal Constitucional, que no está mucho más fuera de su mandato hoy que hace tres meses y cuyos miembros coinciden en que el Estatut (vanidad presidencial) es inconstitucional, aunque discrepan en el número de artículos contaminados, el “amigo” marroquí reclamando una vez más Ceuta y Melilla y los especuladores financieros internacionales apostando a la baja contra España son sólo unas muestras de los enormes riesgos presentes cuando se juntan una situación crítica y un gobierno inane.

Miguel Ángel Aguilar, uno de los mejores analistas del ámbito zapaterista y casi tan pro PP como yo pro socialista, concluía ayer en “El País”: “… El resultado es la pérdida de confianza y de credibilidad que afecta de modo tan negativo a nuestro país, dentro y fuera, y que no se sabe cómo recuperar. Son momentos propicios a interiorizar la desazón, que las encuestas agudizan, y en ese contexto […] es cuando un presidente empieza a considerar si la mejor contribución, la más valiosa para el país, como ya le sucediera a Adolfo Suárez, podría ser la de ceder el paso. Esa decisión o la de formar un Gobierno con los más capacitados para ponerse de modo urgente a la tarea debe tomarse como máximo en unas cuantas semanas”.

Si hasta Aguilar dice estas cosas, quizás sea llegada la hora de cambiar el viejo canto anarcosindicalista “A las barricadas” por el más democrático “a las urnas”.

domingo, 23 de mayo de 2010

Lo peor está por llegar

Dicen que el de esta semana ha sido uno de los Consejos de Ministros más largos e intensos en muchos años. Parece ser, sólo son rumores pues sus deliberaciones son secretas, que ni la congelación de las pensiones, ni la reducción de las retribuciones de funcionarios y resto de personal al servicio de las administraciones públicas fueron los temas que dieron lugar a un mayor debate. No, en éstos, una vez que Zapatero tuvo que tragarse el sapo de tener que anunciarlos una semana antes por imposición de Sarkozy, Merkel y Obama, todo estaba ya dicho… aunque no hecho y según opinan todos los expertos, ni siquiera serán suficientes más que como un parche provisional de urgencia.
Ahora empiezan a conocerse detalles escalofriantes de los días previos al anuncio del plan de ajuste. Entre otros, según acaba de desvelar el presidente del Instituto de Estudios Económicos, José Luis Feito, que el mercado financiero internacional cerró el grifo a la deuda pública y privada de España entre el 3 y 7 de mayo. Los inversores llegaron a rechazar tipos de interés del 18%. "España se encontraba quebrada" y, dado que el tamaño de nuestra economía es cinco veces superior a la griega, tuvo que ser rescatada “in extremis” para no arrastrar a nuestros acreedores principales, Alemania y Francia. Ese fin de semana, Bruselas y el FMI acudieron al rescate pero sólo tras obligar a la ministra Salgado y al presidente del Gobierno a comprometer el recorte presupuestario de forma inmediata. También Juan Velarde acaba de ratificar estos datos a la vez que avisa de que aún nada está resuelto y que de estallar “la bomba”, como él la llama, los efectos para nuestra economía se extenderían durante varias décadas.

No obstante, aquí seguimos sin querer ser conscientes de la situación real y de que quizás lo malo de verdad aún no ha empezado. En el Consejo de Ministros y en las intervenciones políticas y de los agentes sociales más destacados, el centro de gravedad se ha desplazado de la necesidad del recorte del gasto y la adopción de medidas eficaces y reformas estructurales, a la intención de crear o subir impuestos a “los ricos”, de forma que funcionarios, parados y pensionistas perciban como extraña justicia la revancha frente a los que supuestamente más tienen. Chaves, Corbacho, Chacón y Blanco, los ministros más políticos abogan por ello para salvar al partido de la quema, según dicen. Zapatero lo retrasa pero lo confirma, aún a sabiendas de que tales decisiones incrementarán los ingresos públicos en mucha menor medida que provocarán la imparable huída de capitales y la depresión de nuestra economía productiva. Siguen engañándose y conduciéndonos a un profundo precipicio.

Más sensato ha sido el mensaje del nuevo Secretario del Tesoro británico: “Hay que optar entre lo desagradable y el desastre”. Soy de habitual optimista, pero en España creo que lo peor está por llegar. El verano será caliente y después…

miércoles, 19 de mayo de 2010

Mejor sin huelgas

Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol. El 3 de junio, día del Corpus, es uno de ellos y es festivo en Toledo donde Bono paseaba bajo palio, en Granada, en Sevilla y este año, vaya por Dios, también en la Comunidad de Madrid. Y dirá el lector, qué me importa a mí, si el 3 es festivo en Madrid o deja de serlo. Si en Zamora, de la Hiniesta pasamos directamente a San Pedro y mi calendario laboral es el de aquí y no el de allí. Pues es verdad. Aquí, no.

Pero qué decir de Madrid. Resulta que las elites de los dos sindicatos más representativos están tan sumamente ocupadas en buscar terreno blando, en el que como el avestruz esconder la cabeza para no ver la procesión de casi cinco millones de parados, que no cayeron en la cuenta. Y así, Méndez ha actuado como un tocho y Toxo como un cándido. Ninguno se había dado cuenta de que con las ganas de sol y solaz de la parroquia funcionarial y la nula incertidumbre por la posible pérdida de su puesto de trabajo, convocar una huelga general de empleados públicos para protestar -pero poquito-, el día 2 de junio, podía suponerles morir de éxito.

El 3 de junio, que es jueves, se presta allí donde es festivo, a un espléndido puente que muchos tendrán ya solicitado y concedido. Convocar para la víspera es la mejor garantía de éxito para una huelga. Pero si como es habitual, se pretende acompañar la huelga con una multitudinaria y ruidosa –esta vez mucho menos- manifestación televisiva por las calles de la capital, la cosa cambia. Porque a ver quién es el funcionario que se pierde una escapada desde el martes a las tres hasta el domingo, a la playa, al extranjero de los vuelos “low cost” o a su pueblo, por asistir a una manifestación en la que no creen ni quienes la convocan.

Al final lo han resuelto con cambio de día, que pasa al 8 de junio. En realidad no tiene mayor importancia ni trascendencia, pero sirve como detalle plenamente identificativo de una situación en la que los españoles en conjunto seguimos pensando que aquí no pasa nada y que todo debe ser tratado con lo que ahora se llama política de gestos, es decir, imágenes virtuales proyectadas delante de la realidad para que esta parezca distinta de la que es.

El optimismo ha hecho en numerosas ocasiones a lo largo de la historia que España crea en sí misma como nación y como sociedad capaz de grandes logros, pero cuando las situaciones son críticas, antes que líderes sociales con optimismo ciego, son preferibles aquellos otros más antipáticos que responden al dicho de que un pesimista no es otra cosa que un realista bien informado. Esto lo arreglamos entre todos, nos decían, pero a ver quién empieza.

domingo, 16 de mayo de 2010

Paganinis

Algo hemos mejorado en los últimos días. Ahora ya sabemos que atravesamos una crisis de caballo y, además, ahora tenemos autorización del gobierno para decirlo públicamente sin temor a que nos insulten. La intervención de Zapatero del miércoles, anunciando el primer lote de medidas contra la crisis rompió el tabú que impedía plantear la necesidad de hacer sacrificios para intentar reparar lo que en la economía española es ya una avería de un calibre del que todavía casi nadie es consciente. Lo positivo de este reconocimiento impuesto, aún de soslayo y a regañadientes, es que sin él no teníamos solución. Con él, entramos en el camino para poder reparar el chaperón.
Roto el tabú, vamos conociendo las dramáticas circunstancias que hicieron que nuestros socios de la Unión Europea acongojaran hasta la pérdida de la voz a nuestra ministra de Economía. Ahora sabemos que de no hacer nada, el Fondo Monetario Internacional preveía para España el mayor déficit del mundo. Es decir y por explicarlo en idioma de general entendimiento, ser el país con mayor diferencia entre los ingresos y los gastos totales del Estado. Y eso, dicen el FMI, las matemáticas y la lógica económica, iba a llevar a que, como la única forma de enjugar esa diferencia es pidiendo dinero prestado, nuestra deuda iba a subir en tiempo récord por encima de la que tienen los países más endeudados. Y en última instancia, a empobrecernos de manera acelerada.

Las más fuertes crisis económicas no perjudican a los más pobres, pues cuando nada se tiene, poco se puede perder. Tampoco a las grandes fortunas, quienes aprovecharán para hacerse con las mejores oportunidades y gangas que con el tiempo multiplicarán su valor. No, los máximos perjudicados son los integrantes de la etérea clase media. A ellos es a los que castigarán las medidas anunciadas ya. Se olvida con frecuencia que el equilibrio, la estabilidad y el potencial de crecimiento económico y mejora social de cualquier nación será mayor o menor en función de que su clase media sea más o menos predominante.

Que se empiecen a tomar medidas es lo bueno, lo malo es que con un gobierno asentado en ciertos tópicos de la izquierda y el pensamiento vacío, ante la evidencia de quiénes son los que sufren las consecuencias de aquéllas, inmediatamente llega la tentación demagógica tan repetida de que hay que hacer que los que más tienen, contribuyan en mayor medida a superar la crisis. La frase es estupenda y amparándose en ella, en breve tendremos subidón de impuestos.

Nuestros gobernantes, del Telediario a La Noria, dirán lo contrario. Pero una vez más, pagará la clase media. De los “mileuristas” para arriba, justo hasta el límite de los que son verdaderamente ricos y que tienen mil formas legales para pagar menos.

Ni pobres, ni clases medias. Sólo los ricos pueden permitirse, con toda tranquilidad, votar socialista. El resto, paganinis.

jueves, 13 de mayo de 2010

Fuera de lo normal

Cuando la bolsa baja un 11 por ciento en una semana porque vamos a la debacle económica y llamamos criminales especuladores a los inversores. Cuando sube un catorce en un día, no porque hacemos las cosas bien sino porque otros disponen dinero fresco porque prevén que van a tener que salvarnos el cuello y con el nuestro el suyo y llamamos inversores a los especuladores. Cuando luego vuelve a bajar porque nadie se fía de lo que pueda ocurrir mañana, la situación no es normal.

Ya, ya sé que la bolsa es un casino que a corto plazo nada tiene que ver con la economía, pero he visto a una ministra, a la salida de una reunión donde la han abroncado duramente los que han comprometido el dinero que hace subir la bolsa, hablar entre sollozos. Porque se puede engañar al propio país mucho tiempo o a todos los países algún tiempo, pero es imposible engañar a todos los países todo el tiempo.

Se han prometido en falso muchos ajustes después de insistir una y otra vez en que no los necesitábamos para nada. Se han anunciado mil recortes en el gasto que no se han hecho. No es Zapatero político que guste de usar las tijeras. Como político de virtud maquiavélica, maneja mejor el puñal. Pero éste no sirve en el ámbito financiero internacional y la soga que no han puesto al cuello de su gobierno los sindicatos, ni los parados, ni la oposición, ni la sociedad española en su conjunto, la han apretado los organismos internacionales y la presión que sobre la moneda única europea ejerce nuestro disparatado déficit.

Ahora ya no somos nosotros los que nos apretamos preventivamente el cinturón, sino los otros los que dicen hasta dónde ha de llegar la hebilla y eso supone una enorme pérdida de soberanía. Viendo y oyendo a Zapatero ayer en el Congreso, se entiende inmediatamente por qué afloraban las lágrimas al rostro de la ministra Salgado. El precio a pagar por la aprobación del fondo de ayuda internacional era que Zapatero y nuestro gobierno abjuraran del más firme de sus compromisos, que en ningún caso habría recortes presupuestarios que afectaran a la política social, ni a las pensiones, ni al sueldo de los funcionarios.

Para entrar en el euro, cuando casi nadie lo creía posible, en el año 96 el equipo económico de Aznar tomó medidas económicas incómodas e impopulares; pero de ellas germinó la sorprendente bonanza posterior. Ahora nos imponen unas más duras, clónicas de las griegas, sólo para no llegar al modelo argentino del corralito. Obama y Alemania y Francia (aquel ansiado por Zapatero corazón de Europa) dijeron hasta aquí hemos llegado. Tenemos ya los recortes sobre la mesa, pronto vendrá el segundo capítulo, la subida de impuestos. Ya no decidimos por nosotros mismos, nos controlan desde fuera en una importante merma de soberanía. No es una buena noticia.

domingo, 9 de mayo de 2010

La Ortega frente al Plan


Del futuro, nada está escrito. Que será un mandato complicado y sinuoso, se percibe. Que será más táctico que estratégico, se atisba. Que el comienzo no ha sido explosivo, es evidente, decía en un artículo de 2007 en el que hablaba de los 100 primeros días de la nueva Corporación municipal. Poco mérito tenía mi vaticinio después de haberse demostrado la incapacidad y escasa voluntad de los políticos locales para alcanzar un acuerdo de gobernabilidad para todo el mandato.

Como lo que no parte de buenos cimientos es difícil que luego sea sólido y estable, llevan los munícipes tres años de alianzas y rupturas, de apoyos puntuales y enfrentamientos frecuentes. Ahora tenemos uno, que reaparece una vez más, en torno a la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana que el equipo de gobierno tiene a punto para su aprobación definitiva y, añado yo, absolutamente necesaria y urgente.

He hablado en multitud de ocasiones en los últimos meses con los concejales de ADEIZA en el Ayuntamiento de la capital, de éste y de otros muchos asuntos y creo que nadie puede a estas alturas echarles en cara que no hayan dado la ídem en los momentos en los que se necesitaba hacer un esfuerzo y olvidar pretensiones partidistas y diferencias menores para permitir, con sus abstenciones o sus votos, que muchos proyectos y propuestas salieran adelante.

Creo sinceramente que tampoco ha sido mucho lo que han exigido del mayoritario grupo popular a cambio de su respaldo. Sí, es verdad que han dado más de un quebradero de cabeza con sus idas y venidas en algunos asuntos o con sus indecisiones hasta el último momento en otros. Pero también es verdad que al final, casi siempre han garantizado la gobernabilidad frente a la oposición mucho más frontal, como es natural, del PSOE e IU.

Mateos lleva pidiendo desde antes del primer día que Ayuntamiento y Junta financien la implantación en Zamora del Instituto Universitario Ortega y Gasset. Esa implantación no resolverá ninguno de los graves problemas de Zamora, pero sí es positiva. Además, es un precio tan bajo a cambio de su apoyo, que no alcanzo a entender cómo, tras casi tres años, PP y alcaldesa le siguen dando largas aún a riesgo de provocar la ruptura definitiva.

Cuando en Zamora había lugares donde se podía practicar, solía jugar al billar francés y, a veces, la que iba a ser una carambola ganadora, terminaba convertida en una frustrante corbata que quizás hacía perder la partida. Por coherencia, dignidad y respeto a los compromisos con sus votantes, hace muy bien Mateos en exigir la Ortega y Gasset, pero el Plan General es algo tan trascendental para una ciudad, tan urgente para la nuestra y tiene tanto peso por sí mismo que ponerlo en un plato de la balanza como contrapeso al Instituto Universitario, puede convertir lo que quiere ser una carambola a tres bandas, en corbata con forma de soga electoral al cuello de los independientes.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La decisión de Rajoy

El líder del Partido Popular tiene hoy ante sí una compleja decisión que adoptar. Tras meses de espera y ninguneo, por fin ha sido invitado a subir la escalinata del Palacio de la Moncloa.
Allí, le va a decir al anfitrión, que tiene que cambiar ya la manera de hacer las cosas, para que no nos pase lo que le ha ocurrido a Grecia. Pero lo que aún no sabemos es qué hará si, como es más que previsible, Zapatero le contesta que ha llovido mucho este invierno pero se espera una mejor primavera y a continuación repite aquello de que va a buscar una (otra) solución “ideológica” para salir de la crisis, que en su lenguaje “ideológico” quiere decir, marginando o ridiculizando al PP y no tomando ninguna medida polémica, o sea, ninguna.

Rajoy podrá, aún así, decir que está aquí para apoyar cualquier medida que el Gobierno adopte. Obtendrá el aplauso de muchos de aquellos para los que lo importante no es que se solucionen las cosas, sino que haya apariencia de consenso, aunque éste sólo sirva para no hacer nada. Los mismos que luego le recriminarán no haber “arrimado el hombro” antes.

Podrá también ponerse en frente y repetir con convicción (en su característico lenguaje) que él “haría aquello que es lo que todos sabemos que hay que hacer, aunque ninguno se atreve a decirlo y mientras tanto se sigue haciendo lo que no hay que hacer”.

Podrá, por último, decir las cosas claras a los españoles para que vayamos despertando de nuestras dulces ensoñaciones. Que hay que frenar cualquier incremento del número de funcionarios, hacer unas cuantas congelaciones salariales, cortar el gasto público y cumplir estrictamente nuestros compromisos presupuestarios. Podrá decirnos que o nos sacrificamos dos o tres años o purgaremos durante lustros.

Claro que todo sería más fácil si Zapatero hiciera lo que debería, que no es otra cosa sino disolver las Cámaras, convocar elecciones y permitir con ello que hubiera un nuevo gobierno, del signo que los votantes y los escaños decidan, con tiempo por delante, credibilidad ante los ciudadanos españoles y los observadores económicos internacionales y legitimación, decisión, capacidad y disposición para adoptar las medidas económicas que ya son imprescindibles y para las que se va haciendo tarde.

Pero como eso no parece previsible, o como diría el jefe de la aldea gala de Asterix, eso no tiene por qué suceder mañana, sigo pensando que el verdadero servicio a España que debemos exigir a Rajoy es que empiece a repetir con fuerza, aquello de “váyase, señor ZP”. A continuación tampoco es descabellado pensar en la presentación de una moción de censura con el compromiso de convocatoria electoral inmediata y que cada partido nos diga dónde está y para qué. Claro que no es éste el camino más cómodo para el gallego presidente popular, pero sí el único efectivo, para él y para España.

domingo, 2 de mayo de 2010

San José Funcionario

Ayer era San José Obrero, aunque cada vez haya menos Josés obreros y más Josés parados. Lo cual está claro que no es culpa de un José que sí tiene trabajo y cuyos apellidos son Rodríguez Zapatero. Resulta que hay una crisis financiera internacional que amenazaba con que el mundo entero se colapsara. Al final no fue tanto y la crisis se va superando en todos los sitios, salvo en España donde seguimos en caída libre, pero no es Zapatero el culpable de que la ley de la gravedad universal se haya convertido aún en más universal y se contagie en nuestro país de la física a la economía. Sólo un país de la Unión Europea va a seguir en recesión al final de 2010, es decir, que caminará para atrás como los cangrejos, seremos nosotros, pero no es Zapatero el culpable de esa manifestación cancerígena de nuestro crecimiento. Los sindicatos en su jornada reivindicativa de ayer lo han dejado claro, Zapatero es completamente inocente, el culpable es el capitalismo en sus múltiples maléficas representaciones, que nos aboca a un 20 por ciento de paro.

Que el resto de Europa salvo Grecia, Portugal y España hayan decidido aplicar una serie de medidas económicas, de las que aparecen en cualquier manual básico de economía y que éstas estén funcionando no quiere decir que sean las soluciones acertadas. Será que en los otros territorios el capitalismo arraiga mejor y da más frutos. Pero no, aquí lo mejor es seguir siendo innovadores y aplicar la medida del cero que viene de perlas porque rima con Zapatero. En qué consiste es sencillo. Quitemos en los datos oficiales un cero a la cifra de 3000 que son los españolitos que cada día se van al paro y trasladémoslo a la de 250 que es el número de funcionarios con el que cada día engordan el conjunto de las Administraciones públicas. Asunto resuelto. Es lo que funciona, daremos una imagen estupenda que sí será mérito de Zapatero. Y los sindicatos, tan felices.

Y si eso se hace realidad, cómo pagarlo, dirán los antipatriotas y catastrofistas que anunciaban hace unos meses que se nos venía encima una crisis de campeonato. Es fácil, teniendo en cuenta que hoy precisamente se cumple en España el que los sajones llaman el “tax freedom day”, día de la liberación de los impuestos. Es decir, que de media, hasta el último euro que empresarios y trabajadores hemos ganado desde el uno de enero hasta hoy, es lo que tendremos que pagar en impuestos este año, 48 días para la Administración Central, 28 para la Autonomía, 12 para el municipio y 33 para la Seguridad Social. O dicho en positivo, que lo que ganemos a partir de hoy ya es para cada uno. Alarguémoslo hasta junio, septiembre o noviembre con unas subiditas fiscales y todos tan contentos. Total, Hacienda somos todos y sólo hemos llegado hasta abril.