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domingo, 5 de junio de 2022
Ladridos de los perros a la luna
El posible cese de actividad de la fábrica de Siro en Toro, una de las fábricas más importantes de la provincia por número de empleados es otro aldabonazo a la confianza en el futuro de nuestra provincia y la enésima llamada de atención para todos los zamoranos que siguen resignados o miran para otro lado cuando de ver la desastrosa situación de una provincia en la que los máximos representantes institucionales -y me da igual el partido político- ya ni se molestan en fingir que saben cómo sacarnos del declive o en aparentar que están trabajando en algún tipo de estrategia de desarrollo.
Llueve tanto sobre mojado sobre el terreno de nuestra decadencia provincial que asumimos que el pantanoso es nuestro estado natural. Quizás nos salva que no tenemos las calles llenas de zamoranos buscando empleo, no porque haya ocupación laboral para nuestras gentes sino porque los jubilados y prejubilados ocupan los espacios y porque nuestros jóvenes no provocan tensión laboral porque se marchan y ya no vuelven más que al ruido del Duero en Semana Santa y Navidades o a llenar de vida y nostalgia nuestros pueblos en verano.
Algunos, aún procuramos poner el grito en el cielo para denunciar ante la sociedad y los dirigentes políticos que aún siguen aquí y no de los más espabilados, que han buscado refugio y acomodo en Madrid o Valladolid, que esta provincia se hunde y a cada golpe resulta más difícil que vuelva a salir a flote. Unos lo hacen por valientes, otros posiblemente lo hagamos por estúpidos. En cualquier caso da lo mismo, predicamos en el desierto. Gritamos que el rey está desnudo, que Zamora languidece y quienes tienen la obligación de preocuparse y actuar sestean y solo piensan en las siguientes elecciones y en que en una sociedad adormecida nada va a cambiar significativamente. Nuestros gritos no dejan de ser, en verso de Bécquer, ladridos de los perros a la luna.
Mientras tanto unos exaltan el comunismo -que hace falta estar zumbados y ser malas personas para adorar y propugnar el régimen más opresor y asesino de la historia de la humanidad- y ocultan tras palabras huecas, trampantojos en fachadas y festivales “de militancia” su incapacidad, dejadez y desidia, otros dejan que el tiempo transcurra, como las aguas del Duero, hacia abajo, lenta pero incansablemente. Otros no se dan cuenta de que la solución del día a día para Zamora no va a venir de tres o cuatro lemas de corte patriótico como si nuestros problemas socioeconómicos y productivos se salvaran con un conjuro. Y el resto hacen de su ubicación dentro del clan partidista el objeto de su batallar y no dedican las fuerzas a arañar y morder por Zamora.
No, con todo lo que de dramático supone el posible cierre de Siro para sus trabajadores y familias, no es el devenir de una empresa concreta lo que define nuestro futuro, sino la falta de alternativas. De impulso institucional y social para que cuando unas empresas caigan otras germinen, crezcan y hagan que el saldo del crecimiento del empleo y la actividad sea positivo. Ladridos, en fin.