domingo, 25 de agosto de 2013

Mis escenarios: Plaza Tahrir

Conocí la plaza Tahrir en El Cairo entrando en ella a bordo de un taxi que conducía “Jimmy number one”, un divertido egipcio que no retiraba de su cabeza un sombrero panamá y hablaba una cómica macedonia de lenguas con la misma rapidez con la que zigzagueaba a golpes de volante, toques de freno y acelerador e impulsos sobre la bocina y las luces por el caótico tráfico de la capital del país del Nilo.

Entramos aquella vez y luego otras en la plaza Tahrir, superando cualquier prudente velocidad tal y como lo juzgaríamos en Europa, saltándonos un semáforo en rojo previo a la enorme rotonda y a cuyos pies un policía sonreía a Jimmy desde que cincuenta metros antes éste empezara a indicarle con el brazo por fuera de la ventanilla de aquel Peugeot 504 negro que pensaba entrar en la plaza sin detenerse ante el absurdo disco de luz roja que la franqueaba. Esto fue tan sólo unas décimas de segundo antes de que una ola formada por cinco filas de coches, ya dentro de ella, llegaran hasta aquel punto.

Por aquellos días, también con Jimmy al volante, comprobé cómo se puede participar en una carrera de taxis en medio del tráfico denso de una noche víspera de festivo por una gran avenida de 6 carriles por sentido, mientras desde otros vehículos te saludan por las ventanillas, pero fue en aquella primera entrada a Tahrir, cuando en mi mente quedaron impresos los conceptos caos y maravilloso unidos a mi recuerdo de la ciudad de El Cairo.

Sólo el hombre, gracias a su alta concentración de neuronas en el reducido espacio craneal, cerca de cien mil millones, y las múltiples conexiones entre ellas es capaz de discernir cualidades tan sutiles como la belleza o la armonía en los otros y en las cosas y los espacios que nos rodean. Un paisaje, un bosque, un océano, un amanecer o un crepúsculo son distintos a los ojos de unos u otros e incluso son distintos a los mismos ojos en función del momento, el estado de ánimo o los sentimientos que nos acompañen.

Como todo concepto tiene su contrario, así también el caos puede ser maravilloso o terrible. Puede hacer subir la adrenalina o el vómito, sin más razón que el propio comportamiento humano. Egipto se rompe en medio del desorden, el enfrentamiento y la amenaza de guerra civil.

La tierra que acogiera la más sorprendente y grandiosa de las civilizaciones antiguas; el país en el que la muerte fue la circunstancia que nos permite muchos miles de años después disfrutar de maravillas como la pirámides de Giza o el Valle de los Reyes; la capital en la que un millón de vivos residen entre, sobre o dentro de los panteones de sus cementerios en simbiosis con los muertos, pueden convertirse -mismo escenario, distinta escena- en una nueva muestra de la cruel, truculenta, absurda, acción humana.

domingo, 18 de agosto de 2013

Verano Etxebarría

Mi entusiasmo por la literatura de Lucía Etxebarría es equiparable al de un esquimal por comerse un polo para celebrar la Nochevieja. Pero lo cierto es que como para gustos se hicieron los colores y uno respeta cualquier gusto ajeno, que para eso se supone somos libres, nunca puse el más mínimo interés en ella ni en todos aquellos que compraban sus libros, ni siquiera en aquellos que incluso hayan podido llegar a leerlos.

En esto vino el verano y su participación en un “reality televisivo”, ya saben, uno de esos programas donde precisamente por saber todos los participantes que están siendo grabados por cámaras en casi todos los rincones durante 24 horas al día, su actuación es lo menos parecida posible a la realidad. A ello colabora que el perfil de los elegidos ya es de por sí surrealista (término que no viene de sub-realista, o sea, por debajo de la realidad, sino del francés sur-realist, es decir que está sobre la realidad, que la supera o la trasciende).

Y hete aquí que Etxebarría se ha convertido en culebrón de verano, a la altura del rocoso Gibraltar y con no menor caradura que parte de la fauna barcenita. Hasta tal punto ha progresado nuestra insigne novelista, que acaba de anunciar que por prescripción facultativa se marcha de España por lo traumático de su experiencia en ese campamento de verano con el que Telecinco, una vez más, ha decorado su programación. Conste que tal y como estamos dejando a esta España nuestra entre políticos, televisiones, golfos, retrógrados y progres, lo que menos se le puede criticar es que trate de poner pies en polvorosa (por escaso tiempo, imagino)

Reconozco que no he visto un solo segundo del mencionado programa, ni falta que me ha hecho para no sorprenderme con lo ocurrido. Lo que sí he seguido han sido las manifestaciones de la escritora, digamos que “me ponía” ver por dónde iba a ir saliendo. Y como suele ocurrir con la superioridad moral con la que nos mira la progresía, lo que era entrar en un programa bazofia para cobrar unas pelas, se nos vistió por ella y no pocos espacios en los medios de comunicación como una forma de estudio sociológico de campo con el que alimentar futuros trabajos de la escritora.

Pronto, cuando algunos empezaron a cuestionar lo falaz de tal argumento, viró sus razones para aseverar que entraba en el reality obligada por unos asuntos pendientes con Hacienda. Como si eso pudiera servirle de salvoconducto frente al canibalismo interno en unos programas donde sólo las hienas sobreviven a base de exacerbar sus excrementos.

Dice ahora, tras abandonar el festín, imposible saber si sintiéndolo o en una nueva escenificación, que se siente acosada por Telecinco, por “compañeros” del programa y por los tertulianos que la cadena utiliza para que el olor de la mierda se extienda y ha decidido denunciarlos. Pensaría que era intocable. ¡Ja!

domingo, 11 de agosto de 2013

De almas y gamusinos

¿Qué vale un artículo de periódico? ¿Qué quinientas palabras escritas en una plomiza tarde de estío? ¿Acaso valen más que unos breves instantes de la brisa que apacigua la galbana agosteña? Canta Milanés que la vida no vale nada si no es para perecer por que otros puedan tener lo que uno disfruta y ama.

Hace unos días Paco, el cura Paco, me instaba a escribir una columna sobre el campamento juvenil de verano San Lorenzo, de Sejas. Y yo pensaba de nuevo, también el año pasado, qué pueden aportar unas letras perdidas en un periódico teñido de tinta y calorina. Qué más brillo a la labor de Paco y sus monitores tras 41 ediciones de esfuerzo ininterrumpido.

Será verdad que la Fe mueve montañas y dinamita las piedras del camino para convertir roquedal en albergue y campo de juegos, en hábitat de convivencia y coto de caza de gamusinos. Allí, en uno de esos parajes privilegiados que abundan pero desconocemos en nuestra provincia, secundado por Toño y los demás, cada julio y cada agosto, consiguen que las fieras sean más naturaleza y a la vez menos salvajes, más personas, más familia.

De todos los voluntariados -todavía hay quienes se preguntan por qué y otros, peor aún, ni siquiera se lo preguntan- los que siempre funcionan son aquellos adjetivados con el vínculo del compromiso y del credo.

Cuatro párrafos más tarde, vuelvo a formularme la pregunta. Frente a eso, qué valen unas letras hiladas con más intención que acierto. Qué valen frente a tantas ilusiones infantiles año a año, las únicas ciertas absolutamente, las únicas trascendentes, las únicas inocentes y leales. Más bien creo que nada, pero cómo podía yo negar algo tan simple, tan superficial y tan poco importante.

No lo voy a alabar a él, porque uno pelota tiene que serlo lo justo y porque ni él lo busca ni le agradaría. Así que quiero sólo ensalzar a su equipo y lo que los “titos” consiguen extraer de nuestros hijos y lo que les ayudan a limar, suavizar, mejorar y contener. Y eso es algo que va mucho más allá de conseguir, durante unas semanas al año, revivir uno de esos nuestros pueblos que, como tantos otros, miran más de cerca a la muerte que a la vida. Más allá de rehabilitar una ermita hermosa en un hermoso paraje. Porque la construcción más de agradecer y también cada día la más necesaria es la de las mentes y los espíritus de esos pequeños mamíferos con los que hemos sido bendecidos.

Si mi pluma valiera tu pistola, en bellísimo verso con más que dudoso fondo e infame destinatario, describió Machado su impotencia ante la guerra entre hermanos. Si mi columna valiera vuestro esfuerzo, estaría ya más que justificada. Sé que no lo vale, pero también siento cada año que vuestro esfuerzo no es esfuerzo sino satisfacción y amor al prójimo y con eso, espero quedar disculpado. En nombre de padres e hijos, Gracias.

domingo, 4 de agosto de 2013

Catarsis: Purga, purificación

Diccionario de la Real Academia, primera acepción: Entre los antiguos griegos, purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza.

En el Partido Popular hay quienes creen que tras la tardía comparecencia de Mariano Rajoy del jueves ante el Congreso de los Diputados, la mancha de origen del asunto Bárcenas quedará al menos suficientemente difuminada para que no destaque en el contexto de miseria moral y podredumbre de la actual España oficial.

Pero no basta la simple negación para borrar de la conciencia colectiva la convicción de la financiación ilegal o el bochorno de los sobresueldos con los que arbitrariamente han sido beneficiados los elegidos “dedocráticamente” para conformar la corte del faraón de turno.

Según las encuestas, siete de cada diez españoles creen que Rajoy mintió. Los suyos están tranquilos porque el PSOE también cae en ellas. Veremos qué ocurrirá cuando en unos meses Rubalcaba no sea el candidato.

Segunda acepción: Efecto que causa la tragedia en el espectador al suscitar y purificar la compasión, el temor u horror y otras emociones.

Cuesta entender a santo de qué, con la que está cayendo en todos los niveles, sus señorías del PP se levantaban y jaleaban con algarabía propia de un espectáculo cómico, no del foro representativo de la soberanía nacional. ¡Qué nivel! Ante tan lamentable algarada sólo cabe preguntarse ¿qué coño estaban celebrando?

Tercera: Purificación, liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda.

PP y PSOE (como CiU y PNV) viven aquejados exactamente por los mismos males; nula democracia y transparencia internas; despilfarro en su funcionamiento, en permanente campaña electoral; arbitrariedad en sus nombramientos internos; hipocresía e ilegalidad en su financiación. Ambos son cautivos de sus vicios. Por eso en estas cuestiones nunca vemos demasiada sangre entre ellos.

Los endogámicos grupos dirigentes se sienten cómodos y a salvo frente al rival. Lo que les preocupa es cualquier movimiento regenerador que surja en su seno y sin su control. El poder no está en el Gobierno, sino en el partido. De los que desde dentro pretenden reformar dijo Arzalluz que son “michelines” que hay que expulsar. Poca esperanza queda de que por grande que sea la convulsión ésta sirva para que las cosas cambien. Habrá fingimiento y gestos para la galería, pero difícilmente la verdadera transformación interior que nuestro sistema requiere.

Cuarta: Eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso

Mientras tanto, ante los Bárcenas, Filesas o Palaus una unánime respuesta, negar la evidencia y mirar para otro lado, como si por ello los defectos dejaran de existir. Ojos que no ven, corazón que no siente.

Quinta acepción: Expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo

La política es inherente a la vida en sociedad. la democracia de partidos esencial, pero ambas están secuestradas por los usos, estructuras y pseudo-líderes que más en riesgo la ponen y que no quieren dejarse expulsar.

Catarsis. No les interesa pero a nosotros sí y es imprescindible.