domingo, 24 de febrero de 2013

Impulsos de veinte segundos

Soy de los que rompen a la baja las estadísticas de consumo televisivo.
Muchas horas tienen que pasar algunos delante de ese agujero negro en forma
de rectángulo, puerta al universo en cualquier opaca pared de salón, cocina
o dormitorio, para que la media del tiempo que los españoles dedicamos a la
caja tonta alcance las cifras que nos dicen.

Delante del televisor, una de mis actividades preferidas es la gimnasia
digital. Pulso tras pulso, sobre el botón del mando a distancia que controla
el cambio de canales. "Up, up, up; down, down, down", desfilan fragmentos
con imágenes inconexas sobre el frío vidrio. Unos segundos, tiempo
suficiente para recorrer la parrilla y comprobar la frase estrella de la era
del sobre-acceso a la información y la comunicación, "no hay nada..."

Entre "realitys" con generosa exhibición de podredumbre, disfrazados de
experimentos sociológicos y tertulias del corazón, deportivas o políticas
con formato y altura intelectual de "reality", de cuando en vez saltan esas
historias enlatadas en formato veinte segundos que son un género propio.
Cambian estilos, creatividad y enfoques, pero mantienen intacta su sustancia
por mucho que pasen años, modas y hábitos de los televidentes.

Sonará esnob, pero es que me gustan los anuncios de la tele. No cuando
interrumpen una buena o entretenida película o un espectáculo deportivo,
pero sí el resto del tiempo. La publicidad bien hecha supone un ejercicio de
alambique con el que sacar la esencia, como en un perfume o un buen licor, a
un producto vulgar que, por sí sólo, nada lo haría diferente de cualquier
otro del montón.

La publicidad es sociología y psicología. Es historia e ingeniería. Es
manipulación de la mente individual y de la mentalidad colectiva. Pero
manipulación de común limpia, directa, ingenua casi. Sabes que lo que estás
viendo es publicidad, propaganda, exageración de las buenas cualidades,
reales o virtuales, del producto que se nos ofrece. Ejercicio de
ilusionismo. Magia que sale de chistera rectangular. No es peligrosa, ni
siquiera en aquel famoso anuncio de bebida en que, para atraer,
subliminalmente se escondía la palabra "sex" en los cubitos de hielo.

La manipulación dañina no está en los "spots" publicitarios, como no lo está
en el otro ejemplo de brevedad extrema que son los "tweets" de las redes
sociales. Está en la información y el análisis que, vestidos de serios,
rigurosos y profundos buscan llevarnos al pensamiento único homologado por
el poder real. Está en la supuesta liviandad de los guiones de la mayor
parte de las series televisivas y el enfoque cinematográfico, repetitivo y
uniforme de algunos acontecimientos de la historia.

Esos mundos de veinte segundos son a la programación televisiva lo que los
haikus japoneses a la poesía o las greguerías al pensamiento. Una ráfaga
fresca. Oxígeno para la mente. Leo que también la crisis los golpea
duramente. Cada vez veré menos tele.

viernes, 22 de febrero de 2013

El Debate

Una vez más, y quizás en estos últimos años más que nunca, el verdadero
debate sobre el estado de la nación tuvo lugar fuera del Congreso de los
Diputados y no dentro del Hemiciclo. El debate, y no es demagogia, está en
todos los que no llegan a fin de mes más que ahogándose cada mes un poco
más. Está en quienes llevan varios años parados y aún intentándolo cada día
(que no son tampoco todos los desempleados) no consiguen una ocupación con
un sueldo que llevar a casa. Está en los ya varios centenares de miles de
familias en las que ninguno de sus miembros genera ingresos. Está en los
comedores de Cáritas y en los que acuden a pedir ayuda a esta y otras
organizaciones como Cruz Roja Española y lo hacen por la puerta de atrás
para que no les vean porque no responden al arquetipo habitual de los
necesitados de asistencia social.

No, el debate de dentro, que en realidad nunca ha interesado demasiado más
que como ejercicio de esgrima dialéctica cuando en el Congreso aún había
finos esgrimistas, dialécticos incisivos. Ahora y eso no es bueno para la
democracia ni conviene alegrarse por ello, la distancia entre los escaños de
sus señorías y la calle es un abismo. Y no es sólo la habitual diferencia
entre los que ganan mucho y los que tienen poco. No, en estos momentos en
que los círculos de Dante sólo están llenos de una continua, espesa y
pringosa orgía de escándalos, manipulaciones y juegos de espías, la ruptura
va siendo entre políticos y todos los demás. Eso es lo peor. Malo, muy malo
para la convivencia y para la salud democrática del conjunto de una sociedad
con tan poca carga genética de libertad y respeto a las normas establecidas.

De esa distancia, de esa alienación de realidad que se percibe en la España
institucional no puede salir nada bueno. O sí. Todo depende de cómo se
encauce. De cómo se decida, por quienes deben decidirlo, tomar el toro por
los cuernos, encarar los vientos y cuantas metáforas quieran elegir para
designar lo que sólo es una cosa, atreverse a afrontar los riesgos que para
cada uno de ellos pueda suponer una catarsis como la que España necesita.

Los políticos no son anomalías surgidas de un errado cóctel de cromosomas,
tampoco visitantes llegados de otro planeta. Los políticos son simple
reflejo de la sociedad de la que nacen y a la que representan. Pero también
que como se supone que deben ser ligeramente mejores que la media de los que
los eligen, tienen la obligación institucional y moral de contribuir a hacer
una sociedad mejor. No sólo en lo material, también en lo importante y
subyacente.

No le va a bastar a Rajoy con demostrar que lo está haciendo mejor que los
anteriores. Ni a Rubalcaba con pedir la dimisión de quien, por otro lado,
está infinitamente más limpio que él.

domingo, 17 de febrero de 2013

Inevitable aunque lento

Una de las novedades del contexto actual es que todos los periódicos,
respondan al ideario, la orientación o las consignas a las que respondan,
llenan sus páginas de los mismos lúgubres, tenebrosos y funestos asuntos.

Sin duda estamos inmersos en la demolición del actual sistema. Estamos tan
dentro que no percibimos, con la objetividad que sólo el tiempo o la
distancia pueden aportar, la trascendencia de la convulsión que se está
produciendo en nuestra sociedad. Muchos siguen pensando, casi todos los que
nos gobiernan entre ellos, que no es más que una situación coyuntural
provocada por la crisis y la concatenación de acontecimientos aislados, sin
especial vinculación entre ellos. Tantas veces ha ocurrido eso y al final
todo ha quedado en nada, que no alcanzan a ver que esta vez hay sustanciales
diferencias. También puede ser que piensen que como estas cosas son lentas,
cuando la reconversión llegue, ellos estarán ya cómodamente resguardados en
sus cuarteles de invierno.

Hace unos días, al finalizar un interesante acto en la sede del Consejo
Consultivo, uno de los pocos políticos de nuestra provincia que tienen algo
más que política y presunción en su cabeza, refiriéndose a la necesidad de
avance de la democracia interna en los partidos políticos y a su obligada
apertura y modernización más allá de las formas casi mafiosas con que se
dirigen en la actualidad (dirán que exagero, mientras el candidato "no
oficial" del PSOE local tiene que presentar su alternativa en la calle
porque no le abren la sede o qué les voy a contar de la "democracia" interna
del PP), me decía que tal avance era inevitable e iba a ser aplastante.

Tiene razón. Ya no hay otra salida, por mucho que con uñas, dientes y
cuchillos se aferren los que sólo a dedo pueden estar donde están. La gran
diferencia de esta situación de vergüenza generalizada en que nos
encontramos con todo lo que se va destapando es que, a diferencia por
ejemplo de los últimos días del felipismo, es que no cabe adscribir el
desmoronamiento de los principios, los valores y la arquitectura moral que
cualquier sociedad sana debe exigir, a uno u otro partido.

Cuando ni la monarquía se salva, cuando a la vez se desvelan tramas,
corrupciones y tráfico de ilegalidades en uno, otro y otro partidos, es que
la podredumbre está en la misma raíz del sistema y ya no se arregla con
cirugía estética. La sociedad civil es la esperanza si empieza a recuperar
su protagonismo ahora secuestrado. Y en el punto de intersección entre lo
civil y lo institucional, el tercero de los poderes del Estado, el Judicial
que debe sacudirse el yugo del vergonzoso control político que ahora padece.

Llegará. Lástima que quienes podrían acelerar las reformas, el político al
que antes me refería o alguna otra política allí presente, teniendo
capacidad para impulsarlas desde dentro, se queden esperando a que las cosas
se arreglen por sí solas, o desde arriba. 

domingo, 10 de febrero de 2013

"Sin City" Eurovegas

Los chinos comienzan hoy el año de la serpiente. Dicen que por eso el nuevo
año, como los nacidos bajo la influencia del signo del reptil, son
inteligentes, encantadores, apasionados, elegantes, misteriosos y muy
familiares, esto en el lado bueno claro, porque como no hay yin sin yang, ni
cara sin cruz, también dicen que pueden pecar de orgullo y vanidad entre
otras cualidades no especialmente recomendables.

No tiene pues la serpiente, en Oriente, las connotaciones que arrastra en el
Occidente fundado y permeado durante siglos por el cristianismo. Aquí a la
serpiente la hicimos culpable en una buena proporción de la expulsión del
jardín del Edén, por lo que a cada fatiga, penuria o herida con que la vida
nos adorna, los ojos de de nuestro subconsciente se vuelven hacia la lengua
bífida del animal.

Tal vez por eso, se reactivan ya plataformas contra esa ciudad del pecado a
la que muchos de nuestros nuevos agentes moralizantes se empeñan en
equiparar con el Eurovegas de Alcorcón. Casualidad o no, nace en el año de
la serpiente "Sin City", la ciudad del pecado. Ecosistema depravado de
viciosos capitalistas, putas y adictos al juego, nos dirán hasta llenarnos
la cabeza durante los próximos meses los de la banda del patio, los nuevos
matones mediáticos que sientan cátedra hasta que empiezan a contratarlos y
se convierten al nuevo culto.

Que en esto ya sabemos que el dinero tiene un color distinto dependiendo de
que esté en bolsillo propio o ajeno. Es esa una de sus cualidades más
representativas. La capacidad para mutar no sólo de aspecto, sino en su más
pura esencia. También el dinero es sibilino como la serpiente, precavido y
silencioso y como ella, muda de piel cuando lo necesita, dejando sólo un
rastro inerte tras de sí.

Ciudad del pecado, acusan, en un país en el que el pecado del dinero parece
haberse extendido por cada rincón. En forma de despilfarro de dinero público
en el mantenimiento de administraciones y más administraciones, de
organismos públicos, consorcios, entidades mixtas y sociedades públicas.

A diferencia de otros rincones, Eurovegas va a generar miles de puestos de
trabajo, directos e indirectos y supondrá miles de millones de euros de
inversión y a su alrededor cientos de actividades económicas florecerán sin
necesidad de subvenciones de dinero público.

Mejor sería que todos nos acostumbráramos a confiar más en la iniciativa
privada y menos a depender de lo público. A apoyar a los emprendedores e
inversores y circunscribir la actividad de la administración al
aseguramiento de los mecanismos de control de legalidad y al cumplimiento de
aquellas facetas cada vez más residuales a las que no llegan los operadores
privados. A garantizar la preservación de los derechos individuales. Pero
esa sería otra España, la de la regeneración a la que ha vuelto a aludir
Aguirre y no la de la serpiente.

jueves, 7 de febrero de 2013

Danza ritual

No el título, pero sí este comienzo, lo he reiterado ya, al menos un par de
veces en la ya larga serie de mis columnas. Si no fuera trágico, sería
cómico, casi diría desternillante. Pero resulta que es trágico el
espectáculo de luz y color, de artificios con los que se rodea a las
realidades para que parezcan ficciones, a los espejismos para que realidades
parezcan en este aquelarre de casos de corrupción ajenos, siempre ajenos.

En esta danza de reto tribal, los unos bailan con los propios dando la
espalda a los contrarios y al mundo mismo. En corro, cogidos por los hombros
o las barrigas. El todos para uno y uno para todos. Y así en cada barrio,
porque la corrupción y las denuncias y el porte digno y el y tú más, como la
risa en el dicho, van por barrios.

Tirios y troyanos procuran no acusarse demasiado, menos aún zaherirse, nunca
ir a saco, no sea que los dioses amaestrados y transformados en urnas,
despierten, exijan lo que es suyo y expulsen del edén de la política y el
poder institucional a buena parte de los unos y de los otros.

Los papeles-no papeles de Bárcenas-no Bárcenas, hacen correr ríos de tinta
en los que los Pujoles y Mases, los Cháv-ERES y los Griñanes se bañan
tratando de borrar sus propias huellas. Y RuGALcaba portavoz, faisán de
granja que no ave de paso, titubea, paso adelante, paso atrás, que ya no
controla SITEL, o al menos no del todo. 


Con tanto ruido en el chapoteo, quién se acuerda del campeón, pensará
Blanco. En albis quedaron todos, bajo su crin implantada reirá Bono. Y la
troupe de González y Guerra; y Solchaga y Narcís Serra; y Mariano Rubio de
verde billete y de verde Guardia Civil, Roldán, recuerdan tiempos peores. De
boletín o Cruz Roja.

Dionisos sabía, ya de antiguo, que la embriaguez del vino desata las
pasiones y en el hombre hace aflorar su verdadera naturaleza. No mienten los
borrachos y los niños, se contó en la vieja Castilla. Y niños ya no quedan.
Más embriaga el poder y más desata las pasiones en quienes poco a su
esfuerzo deben, menos que al capricho de los dioses.


Los políticos son como el pueblo del que nacen y sobre el que se elevan, no
distintos y son cada uno según cómo su naturaleza, física y moral, esté
hecha para metabolizar los aromas del alcohol que en el poder se destila.

Las tribus danzan hasta el paroxismo por la derrota del rival. Primero una y
luego la otra, porque como la danza, también las circunstancias hoy van y
mañana vuelven. Los ciudadanos creen que merecen otra política, pero es ésta
la que tenemos... y no va a mejor.