domingo, 29 de noviembre de 2020

Autónomos. Cerrando lo fácil

Por falta de espacio, a la columna del domingo pasado le faltaron los dos párrafos finales que son con los que quiero comenzar mi reflexión en tinta de hoy.

Cuando sus datos eran peores que los nuestros, la presidenta de Madrid -en contra de su vicepresidente Aguado- arriesgaba y fijaba estrategia en función de sus características singulares, equilibrando actuación sanitaria y preservación de la actividad económica y el empleo. No son caminos incompatibles. Mientras, aquí, el gobierno del vicepresidente Igea -ya preocupante la ausencia del presidente Mañueco cuando hay que tomar decisiones con riesgo de erosión política-, decidía hacer seguidismo aventajado de los fracasos de Sánchez, Illa y Simón. 

Que el azar influya y determine la evolución del ordenado caos que es el universo, no implica que las cosas ocurran por casualidad. Siempre hay una causalidad detrás, hablemos de política, de sanidad o de los premios Grammy. Se atribuye a Einstein la frase “locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Locos estamos, o idiotizados, cada uno en nuestro lado de la barra que separa a administradores y administrados. Ningún motivo para cerrar la hostelería. Ningún resultado que acredite ventaja de mantenerla cerrada. Sin economía no hay vida, tampoco para ti funcionario o para ti pensionista. ¿Por qué callamos?

Una semana después, Igea ha pedido disculpas públicas por haber sido de los que atacó la línea madrileña, eso le honra. Ahora falta que empiece a aplicar en Castilla y León la experiencia demostrada exitosa. Porque ya no todos callamos ni parece que estemos dispuestos a tolerar daños económicos que no repercutan en beneficio para atajar la pandemia. Una caravana de autónomos esta semana en Zamora y otras ciudades. Cien hosteleros en Burgos saltándose organizadamente la restricción administrativa y abriendo sus establecimientos. Cuatrocientos en Palencia que anuncian que, sí o sí, abrirán el día cuatro, anticipándose a una posible nueva prórroga. Todo ello a raíz de que unos días antes, en reunión con representantes empresariales leoneses, desde el gobierno regional se diera por hecho que durante el puente de la Constitución la hostelería seguiría cerrada. Los autónomos son la parte más débil y desasistida del tejido económico pese a ser la más numerosa. La más fácil de castigar con impuestos, arbitrariedad normativa o restricciones sin mayor justificación.

Uno de los dilemas siempre abiertos en Teoría del Derecho es el de la legitimidad de la desobediencia frente a las leyes injustas. Sobre leyes justas se asienta el Estado de derecho, sobre leyes injustas solo cabe la tiranía en cualquiera de sus formas y grados. Que en democracia no debamos alentar acciones de incumplimiento de las normas legalmente aprobadas, por muy en desacuerdo que estemos con ellas, no obsta para que el legislador -o el ejecutivo en su posición de creador normativo- extremen las cautelas y la proporcionalidad a la hora de limitar derechos, algo que claramente en la actual situación no se ha hecho.

domingo, 22 de noviembre de 2020

Contra el cierre de la hostelería

En Madrid la hostelería funciona -con medidas de prevención, pero sin mayor problema- hasta las doce de la noche los siete días de la semana. Pero en Castilla y León hay que mantener cerrada la hostelería porque se aglomera la gente que no existe. Ayuso y Madrid eran el peligro, también para nuestros gobernantes regionales. Hoy Madrid registra la menor incidencia de casos por 100.000 habitantes de la península mientras Castilla y León sigue disparada en ascenso y duplica la media nacional. Nadie dimite, pide disculpas o rectifica.

Eran quince días, justificados en que se reducirían los contagios, ahora se prorroga por otros quince porque siguen aumentando. Todo apunta a que luego serán otros quince y previsiblemente después otras dos semanas con independencia de la evolución. Se ha demostrado que existe un modelo que funciona; falta explicar qué baile neuronal impide a nuestros dirigentes seguirlo y aplicarlo, adaptado a las características de nuestros pueblos y ciudades. Falta explicar por qué seguimos sin gastar unos cientos de miles de euros públicos en hacer test de antígenos que han demostrado ser el más rápido y eficaz método de control y a cambio hacemos perder millones de euros a nuestra economía productiva, cerrar definitivamente cientos de pequeños negocios y destruir decenas de miles de puestos de trabajo urbanos y rurales.

Pintar en los escaparates que la hostelería somos todos sirve tanto como escuchar el “Imagine” de Lennon cuando hay un atentado terrorista, o como los ladridos a la luna del verso de Bécquer. Detrás del hostelero, están la distribución, el panadero, frutero, carnicero y pescadero. El agricultor y el ganadero. Detrás las tiendas de ropa y calzado que nadie compra porque no hay ocasión de lucirlos. Detrás todo lo demás en Zamora, una provincia escasa de vida y de vidas, machadianamente hendida por el rayo y en su mitad podrida por la parálisis y la resignación.

Cuando sus datos eran peores que los nuestros, la presidenta de Madrid -en contra de su vicepresidente Aguado- arriesgaba y fijaba estrategia en función de sus características singulares, equilibrando actuación sanitaria y preservación de la actividad económica y el empleo. No son caminos incompatibles. Mientras, aquí, el gobierno del vicepresidente Igea -ya preocupante la ausencia del presidente Mañueco cuando hay que tomar decisiones con riesgo de erosión política-, decidía hacer seguidismo aventajado de los fracasos de Sánchez, Illa y Simón. 

Que el azar influya y determine la evolución del ordenado caos que es el universo, no implica que las cosas ocurran por casualidad. Siempre hay una causalidad detrás, hablemos de política, de sanidad o de los premios Grammy. Se atribuye a Einstein la frase “locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Locos estamos, o idiotizados, cada uno en nuestro lado de la barra que separa a administradores y administrados. Ningún motivo para cerrar la hostelería. Ningún resultado que acredite ventaja de mantenerla cerrada. Sin economía no hay vida, tampoco para ti funcionario o para ti pensionista. ¿Por qué callamos?

domingo, 15 de noviembre de 2020

Sangre, Sudor y lágrimaS

Con “S” de Sánchez se escribe el presente. Se distorsiona y manipula el pasado. Se destruye el futuro. No es Iglesias sino Sánchez quien está decidiendo el camino a seguir, forzando todas las costuras de nuestro vestido constitucional, fijando prioridades,  línea de acción y objetivos de un gobierno para el que no existe más que el propio interés.

Con la “S” de sangre con la que mandando al vertedero de la ignominia el acuerdo de concordia suscrito por la unánime voluntad de los españoles entre la muerte en la cama y en pleno ejercicio de su poder del dictador y la aprobación de la Constitución democrática de 1978. Se pinta el abrazo con los terroristas y los cómplices de los terroristas en una operación de lavado y blanqueo de la sangre derramada -prácticamente toda en democracia-. Un abrazo en el que la aprobación de los presupuestos no es el fin en sí mismo, sino la excusa perfecta para hacer en toda España lo que, sin necesidad aritmética, Sánchez ya hizo en Navarra y quiere hacer en el País Vasco, configurar una permanente mayoría de izquierdas en la que agrupar todo lo que está fuera del ámbito de la derecha, el centro y la izquierda moderada o socialdemócrata (también estos últimos le sobran aunque le siguen haciendo de parapeto por mucho que anuncien náuseas y vómitos-

Con la “S” del sudor de las clases medias, de los pequeños, medianos y no muy grandes empresarios, de los emprendedores, los autónomos, los profesionales. De quienes no saben sino trabajar para sacar adelante vida y familia. Todos ellos fácil carne de cañón para las subidas indiscriminadas de impuestos por la vía del aumento de tipos, de la invención de nuevas causas por las que ser gravados, de la persecución casi policial, cuando no cercana a mafiosa, con la multiplicación de normas, desarrollos reglamentarios, circulares interpretativas y arbitrariedades limitativas de derechos, libertades y seguridad jurídica. Se salvarán de inicio las empresas verdaderamente grandes, el sátrapa siempre necesita su respaldo o al menos su presencia para obtener recursos con los que alimentar publicitariamente a los medios de comunicación que  interesen al poder y porque, como están regidos por directivos que juegan con dinero ajeno su consigna el siempre llevarse bien con aquel del que pueden obtener prebendas.

Con la “S” en que culminan las lágrimas de quienes, al albur de una mala política de lucha contra una pandemia y una igualmente mala concepción de la economía y la creación de riqueza, se ven obligados a cesar en sus negocios, se van a la quiebra o al paro. Las de aquellos que ven rotas sus familias, sus entornos sociales o de amigos. Su ámbito de vida y actividad profesional. Las de aquellos, finalmente todos salvo los pocos disidentes que vayan quedando y sobreviviendo, que van sintiendo cómo el empeño liberticida va terminando con las libertades individuales, con los derechos fundamentales, con los grandes consensos que hacen avanzar a las sociedades por el desarrollo de sus individuos. 

Con “S” de Sánchez, lo opuesto al Churchill autor de la frase, estamos empezando a escribir las más siniestras páginas de nuestra historia reciente. Y no vamos a mejor.

domingo, 8 de noviembre de 2020

Leña al mono

- ¡Es que me cae fatal!
- Trajo aviones con material médico antes que todos los demás en la primera ola. Repartió gratuitamente, también antes que nadie y a través de las farmacias y la tarjeta sanitaria, para que no hubiera problemas de distribución, mascarillas, de las  FPP2, que son las que de verdad protegen a los demás y también a uno mismo. 
- ¡Bah, no tiene ni idea de nada! ¡Está loca!
- Su gobierno habilitó en menos de una semana un hospital ejemplar en IFEMA que ha sido reconocido internacionalmente. Se adelantó en la toma de medidas en marzo con el cierre de colegios cuando el gobierno central no tomaba medidas porque aún tenía en la nuca el aliento del 8-M.
- ¡Pero si siempre va a su puñetera bola, pasa de los demás!
- Lleva pidiendo desde el principio -incluido el verano, cuando Sánchez decía que habíamos vencido y que tocaba disfrutar, mientras veraneaba un mes en Lanzarote y Doñana-, pruebas PCR en el aeropuerto, que es de las medidas que mejor han funcionado en otros países. Sin éxito, porque aunque el gobierno central que es de quien depende, anunció en primavera que las iba a hacer, ha pasado olímpicamente.
- ¡Solo actúa por interés político!
- Ha hecho más test que nadie en la segunda oleada. Masivamente los de antígenos, cuyo resultado se conoce en minutos y permite anticiparse, arriesgándose políticamente a que se cargaran las tintas contra ella y Madrid porque daba cifras más altas que otras comunidades en las que “pasan” de hacer muchas pruebas para que sus políticos no se “quemen” y den bien en la tele y las encuestas.
- ¡Solo quiere desmantelar lo público!
- Ha terminado la ejecución de un hospital con mil camas en solo tres meses, cuando estaba previsto en dos años. Tiene la mejor sanidad pública, privada y concertada, de España. Madrid es la única comunidad en la que se hizo el test al cien por cien del profesorado antes del inicio del curso y donde más se ha invertido en dotar de ordenadores y conexión a los alumnos para la continuidad del curso.
- ¡Es siniestra! ¡Va a hundir Madrid!
- Otras comunidades con menos actividad y recursos se ceban con la hostelería, le echan la culpa y la cierran a las diez de la noche o directamente prohíben abrir, trabajar y dar servicio; en Madrid el cierre es a las doce de la noche con lo que protege el empleo de decenas de miles de trabajadores y la pervivencia de autónomos y pequeñas empresas. Baja impuestos. Se ha opuesto a los confinamientos y cierres y defendido el mantenimiento de la actividad.
- ¡Todo es llevar la contraria al gobierno! ¡Le importa una “m” la vida de la gente!
- Pues el resultado es que desde que se desmarcó y Madrid optó por su propia estrategia, las cifras no hacen más que bajar mientras las del resto se disparan. Hoy los datos de incidencia acumulada de Madrid están en 360 por cien mil (los quintos mejores tras las islas, Valencia y Galicia), los de Cataluña en el doble, 720 y los de Castilla y León (los quintos peores) superan los 800. Claro que lo política y periodísticamente digno de aplauso es darle leña al mono Ayuso. También para estas cosas necesitan el “ministerio de la Verdad”. Y que sigamos tragando mentiras endulzadas, claro.

domingo, 1 de noviembre de 2020

Excepciones a la excepción

Si la presidenta de Baleares es “pillada” a las dos de la madrugada (sola y borracha quiero estar fuera de casa), con amigos en un bar, es suficiente con que diga “me sabe muy mal, aunque haya sido de manera involuntaria”. Si la ministra de cultura escapa a toda prisa en avión de Madrid, donde reside por ser ministra, a Bilbao, donde tiene su casa familiar, minutos antes de que entre en vigor la prohibición de salir de la capital que ella misma ha aprobado de urgencia esa mañana, bastará con que diga que era para ir al médico (viernes tarde, sábado o domingo) por un posible cólico y aquí no ha pasado nada. Si ochenta personas se reúnen en una cena con entrega de premios, convocados para celebrar el quinto aniversario, que no es precisamente el centenario, de un periódico digital, todo se queda en que es plenamente legal e incluso ejemplar, porque las mesas eran de seis comensales -aunque la reunión completa de ochenta- y se guardaron, nos dicen, las medidas de seguridad, por mucho que hayamos visto un buen puñado de fotos en las que, con platos y copas aún vacíos, los participantes observan y escuchan la intervención del convocante, la mayoría sin mascarilla. Es suficiente para ello que entre los asistentes estén varios ministros además del de Sanidad, presidentes autonómicos, líderes de varios partidos políticos (no Vox ni Podemos, hay que reconocerlo, aunque no sabemos si voluntariamente o por no ser invitados), y sin mascarilla también, la Fiscal General del Estado, máxima autoridad constitucional para la promoción de la acción de la justicia en defensa de la legalidad. Si la vicepresidenta Carmen Calvo publica en su agenda oficial que en este puente en que nos han prohibido a todos movernos de nuestra región, visitará las obras de una biblioteca en Córdoba y se descubre que esa biblioteca está situada a trescientos metros de su casa familiar cordobesa, basta con cancelar la visita y aquí todos buenos y ejemplares, porque lo importante cuando eres gobernante, sobre todo de izquierdas, no es cómo actúes sino que no te descubran, que tengas bien sometidos financieramente a la mayoría de los medios de comunicación y que puedas llamar “facha” a alguien con rapidez para desviar la atención. Ni multa, ni dimisión.

Pero si el gobierno de España y algunos autonómicos aún más restrictivos (pero igual de exitosos en la lucha contra la pandemia), como el de Castilla y León, te dicen que no puedes estar en la calle a las 22:01 ni para desplazarte de una casa a otra porque eres un peligro andante, salvo que, arbitrariamente, tu justificación le parezca razonable al pobre policía que te pare. O que hay que impedir a bares y restaurantes que te den la cena o una cerveza a esa hora O que no puedas organizar un acto o una reunión con más de 6 asistentes. O que no puedas cambiar de región en esta España de nuevas fronteras para pasar el fin de semana con tu familia o llevar unas flores a la sepultura de tus seres queridos, entonces, ciudadano de a pie, callar y obedecer, o multa. Es lo que tienen los estados de excepción aunque sean, como el actual, más que presumiblemente inconstitucionales, que las excepciones son solo para algunos.