domingo, 25 de septiembre de 2016

El ombligo

Que el ombligo es el centro natural del cuerpo humano nos lo describió Leonardo da Vinci en sus miles de anotaciones al “Hombre de Vitruvio”. Colocando la punta del compás en el ombligo y trazando una circunferencia, ésta toca la punta de manos y pies estirados. Sobre ese primer centro tomado del clasicismo se asienta el canon de belleza renacentista y de él parten desde entonces los conceptos de armonía y proporción.

Desde entonces cada hombre y cada mujer tenemos una razón más para sentirnos el ombligo del Universo. Poco importa que la física y la astronomía nos descubrieran, bajo pena de excomunión cuando no de hoguera, que ni siquiera nuestro sistema planetario gira en torno a la Tierra sino que se desplaza alrededor del Sol. Eso no impide que en nuestro pueblo, ciudad o país hayamos encontrado el ombligo del planeta que habitamos y en torno a nuestro centro corporal sintamos que se mueven todas y cada una de las partículas sub-atómicas que componen todo aquello que nos rodea.

Felipe González se sumaba hace unos días a una opinión no poco extendida y pedía a los candidatos de los dos partidos más votados en las dos últimas y hasta el momento estériles citas electorales, que no se presenten en caso de que tengamos que acudir a las urnas por tercera vez. Lo cual no deja de ser una conclusión bastante lógica para los candidatos de PP y PSOE que aunque han levantado levemente la vista para negociar sus respectivos acuerdos con Ciudadanos (Sánchez a la desesperada, Rajoy a regañadientes), la han vuelto a sumergir en la oscuridad de su propio ombligo -acomodado Rajoy, pertinaz Sánchez- en cuanto se ha planteado que cualquiera de ellos dé un paso atrás o a un lado para permitir la conformación de un Gobierno.

Guiándose por la más pura ortodoxia teológica fueron muchos los pintores que en la Edad Media e incluso el Renacimiento reprodujeron sin ombligo las figuras de Adán y Eva. Justo en el centro de la Creación no había centro pues no podía haber existido cordón umbilical para quienes no eran nacidos sino creados. Sin embargo, en la Capilla Sixtina del Vaticano Miguel Ángel hace que Adán luzca un espectacular ombligo en el momento en el que el dedo de Dios se separa del suyo tras insuflarle su espíritu. Tras él no ha habido pintor que no haya seguido su estela.

A la aritmética electoral resultante de las urnas de diciembre y junio la llaman endiablada porque es distinta de las anteriores, no es el Sol sino la Tierra la que se mueve. No lo sería tanto con líderes con más altura de miras y menos dedazos divinos.

Vamos, que si no se les puede convencer de que renuncien a su inmovilismo, tal vez habría que optar por la solución quirúrgica. Esto es, extirparles, al menos, el ombligo.


domingo, 18 de septiembre de 2016

El incidente Valdeón

Caminando por estas páginas tropecé como con frecuencia últimamente con el viejo Saturio. Algo se le había pasado por las mientes que lo traía cavilando. Los ojos afilados, la boca en callado movimiento y la chispa del que piensa “parece no cuadrar nada y sin embargo lo tengo claro”. Como quien pasa del pensamiento a la palabra sin solución de continuidad, con voz baja y expresión cinegética concluyó: “estaba abierta la veda”.

Pensaba, me dijo, en el incidente de Valdeón. Esbozaba una teoría, absurda creo yo, sobre los movimientos de artillería pesada que en torno se sucedieron. Al estilo Tabucchi, sostiene Saturio, que si el incidente se produce en torno a las 8 de la tarde en la autovía que une Madrid con Tordesillas, provincia de Ávila (km. 118) y el camionero afectado avisa (no denuncia) al 112, desde el mismo momento en que la Guardia Civil en Ávila introduce la matrícula en el ordenador, sabe a quién pertenece el vehículo y el de Rosa Valdeón no es un nombre desconocido por lo que al menos la subdelegación del Gobierno en aquella provincia ha tenido que ser avisada. 

Sostiene que si tras la pertinente comunicación desde la de Ávila, la Guardia Civil de Zamora detiene el coche a las 9 de la noche en Morales de Toro, una hora después a 90 kilómetros del lugar del incidente, es que no circulaba a 170 kms. por hora como alguien se encargó de filtrar a varios medios de comunicación nacionales.

Dice saber por un amigo bien informado que para cuando el subdelegado del Gobierno en Zamora llamó esa misma noche a su máximo jefe político, éste (“a buenas horas me vienes con esto”, parece pensó, no sin cierta mofa) hacía tiempo que tenía conocimiento completo de los hechos e incluso del atestado que, sin embargo, no llega al juzgado hasta 5 días después.. De ahí que Herrera, harto del fuego “amigo” contra su vicepresidenta exija días después a la delegada del Gobierno en Castilla y León que investigue una filtración “que no ha salido de la Guardia Civil”.

En su intuición piensa que una vez publicada la primicia por La Opinión de Zamora, otros periodistas nacionales y regionales comienzan a recibir llamadas desde el entorno del poderoso jefe para incidir y agrandar el ruido mediático con intoxicación y esfuerzo de resonancia despejar el camino de la sucesión de Herrera en favor del propio muñidor o, tal vez, del alcalde de alguna capital cercana.

Respalda Saturio su teoría en cómo, tras pasar el sábado juntos en Benavente el 3 nacional y la 3 provincial del PP (en realidad la 2), aquél no dijera nada y ésta (apártate que me tiznas…) exigiera, no sin evidente inquina, la renuncia también al acta de procuradora. Luego un ministro poco ejemplar habló de necesidad de ejemplaridad y otro condenara a Valdeón mientras defendía a Barberá. “Da igual lo fuertes que hayan sido en vida, en los cuerpos descompuestos los gusanos son los reyes” concluye de manera críptica Saturio mientras busca otras páginas…

domingo, 4 de septiembre de 2016

Kim Jong-un y Kim Yong-jin

Leo, sin asombro ni especial daño cerebral por los rigores del sol veraniego, que el dictador de Corea del Norte Kim Jong-un, ordenó la ejecución de su viceprimer ministro y máximo responsable de Educación del país, Kim Yong-jin, al considerarlo un "elemento antirrevolucionario”. 

Hay palabras que van indefectiblemente unidas a otras. En esta caso, “revolucionario” o sus familiares “antirrevolucionario” o “contrarrevolucionario”, cuando se refieren a regímenes políticos,  resultan inescindibles de términos como ejecución o purga, también de otros, más bien transitorios hasta llegar a la solución final, como reeducación.

Al parecer, para que el sufrimiento no fuera excesivo, el político, de 63 años, ha sido ejecutado por un pelotón de fusilamiento el pasado mes de julio. No consta si como en la también revolucionaria China, le han cobrado el precio de las balas utilizadas a la familia del ejecutado, cuestión no baladí si tenemos en cuenta el precio del plomo en los mercados internacionales y su proporción con respecto al poder adquisitivo medio en Corea del Norte.

Como motivos de la supuesta ejecución, se habría aducido que Kim Yong-jin “había mostrado una actitud negativa cuando asistió a una importante reunión parlamentaria a finales de junio”. No obstante, imaginemos que como consideración hacia su sin duda intachable y desmedida entrega en cuerpo y alma al cuasi-divino líder, el viceprimer ministro fue interrogado antes de ser ordenada su ejecución. Toda una atención, realmente. 

La escena, a pesar de lo trágico, me dirán si no resulta cómica, imaginando al pobre siervo del déspota y a la vez déspota en sí mismo de otros muchos siervos, genuflexo hasta rozar el suelo con la barbilla sin necesidad de doblar las rodillas. Ratificando una vez más su amor inigualable por el líder supremo y benefactor máximo de Corea del Norte. Reconociendo que no fue capaz de aguantar sin decaer en el entusiasmo apenas unos treinta o cuarenta minutos de aplausos o de apoyar su presencia ante el más sabio de todos cuantos hombres pisaron la Tierra con un rosario de alabanzas a la altura del, por otro lado, bajito déspota.

Y es que, como es bien sabido por todo el mundo desde su más tierna infancia en Corea, no hay sol que más luzca, ni sabio que más sepa, ni hombría más viril, ni sensibilidad más delicada, ni mano más firme, ni tacto más suave, ni visión más lúcida, ni entereza más compacta, ni liderazgo más indiscutido ni indiscutible, ni presencia más insustituible que la de su bien amado, generoso, desprendido y benefactor déspota.

Son las cosas que ocurren en los regímenes despóticos situados en las antípodas políticas de nuestra democracia occidental. Aquí no hay político o personaje público que no premie (sin balas, claro) a aquellos de sus correligionarios que expresen sus discrepancias o que se considere insustituible aún en los peores momentos y callejones sin salida. No es de extrañar, pues, que sean los más entusiasta y sinceramente aplaudidos por los suyos.