domingo, 30 de octubre de 2011

Zamora o el futuro

Me gustaría escuchar de los dos partidos mayoritarios que hay un proyecto de futuro para provincias como Zamora. Me gustaría escuchar de sus líderes en Zamora que van a exigir, en privado, pero también en público, con luz y taquígrafos, a sus respectivos líderes regionales y nacionales un compromiso concreto para con nuestra provincia. Me gustaría ver una convocatoria conjunta de los candidatos de ambas fuerzas políticas, a los que estamos llamados a votar el próximo día 20, en la que exigieran, y no sirve otra palabra, al Gobierno de la nación actual y al futuro y al Gobierno de la región una proyección seria y rigurosa de medidas con las que intentar cambiar la dinámica de Zamora.

No se trata de pedir milagros o de transmitir demagogia barata; claro que no corren buenos tiempos para nadie y que la crisis amenaza con asolar brutalmente la economía, los cimientos empresariales y el empleo hasta niveles nunca conocidos en España, pero hasta en la debacle sigue habiendo escalas y categorías y resulta que siempre estamos en la última de ellas. Sean parámetros de renta personal disponible, sea el número y tamaño de las empresas o la cualificación profesional media de nuestros puestos de trabajo o sea, como en otra encuesta de población activa más, por estar junto con Orense a la cola de las provincias en porcentaje de población con ocupación laboral.

Zamora necesita liderazgos comprometidos, valientes, atrevidos. Eso no quiere decir insensatos, sino todo lo contrario, quiere decir realistas, pero exigentes. Tanto como para decir que no vale con lanzar al aire esporádicamente un plan de choque o un plan del oeste conteniendo diez o doce actuaciones aisladas más o menos llamativas. No sirve tampoco con venir en el momento de las elecciones a prometer la Softtek que iba a llegar de Méjico y antes de pensar dónde iba a ir la primera piedra ya se había esfumado.

Zamora no necesita juegos florales ni fuegos de artificio. Tampoco un plan estratégico cada día y por cada institución. Zamora requiere, necesita y debe (debemos) exigir una estrategia amplia, profunda, global de desarrollo. Con actuaciones interrelacionadas, no deslavazadas. Con fuerte inversión de capital mantenida en el tiempo durante el suficiente número de años como para que pueda ofrecer resultados de calado. Con objetivos macroeconómicos previamente fijados y comprobables en cuanto a crecimiento inducido de producto bruto y de renta personal, de generación de empleo, de crecimiento de la población activa.

Ya sé que es la cuadratura del círculo y que otras provincias y regiones querrán lo mismo para sí, pero ésta es la nuestra, la que nos importa, en la que vivimos y para la que deseamos un futuro más halagüeño que el que se pinta en el horizonte. Ésta es la que necesita que aunemos esfuerzos y no que los dividamos, que sumemos sin dejar a nadie de lado. Para ello, algunos deberían correr algunos riesgos, y eso es lo que no vemos.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Del corazón y de otras vísceras

Del corazón, el esfuerzo de todos los que han hecho posible que Toro se convirtiera en punto de encuentro, de celebración y de abrazo para más de 600 mujeres diagnosticadas de cáncer de mama. Del corazón, la vocación de servicio a los demás de todos los que, en cada punto de la geografía, entregan voluntariamente su trabajo y se vuelcan hacia los demás desde la Asociación Española de Lucha Contra el Cáncer. Del corazón de un tipo tan grande como buena gente, el toresano Ángel García, incansable en sus mil ocupaciones y siempre deseoso de poner desde su floristería, el color, el aroma y la alegría de una flor en el corazón de quienes le rodean.

Sólo cabe felicitarlos a todos ellos por el éxito, en cantidad y sobre todo en calidad, de la convocatoria a este encuentro regional. Con excesiva frecuencia, la actualidad, a veces odiosa, hace apartar nuestro punto de mira como observadores, conciudadanos o analistas de las cosas que verdaderamente merecen la pena. Y sin embargo, todas esas mujeres, llenando Toro de lazos rosas anudados al cuello, mostraban la suficiente fuerza individual y conjunta como para anudar el sentimiento más agrio y también más dulce en las gargantas de quienes las veían manifestar que, como ninguna otra cosa, la vida es algo digno de ser vivido.

Del corazón lo de Toro, de otras vísceras tantas cosas. Se llena la boca de hiel, de fuego las sienes, de hielo el corazón cuando se contempla el espectáculo, que en eso se ha convertido, triste espectáculo, el juicio por la muerte de Marta del Castillo, quien en lugar de flores como las que Ángel vende en Toro, recibió hasta su prematura muerte, atrocidades de las que es mejor no saber.

Qué enfermedad social, qué cáncer se extiende en esta metástasis social por la que los humanos de las generaciones más civilizadas de la historia, son capaces de tales actos que revuelven las tripas y remueven en sus cavidades las vísceras. Asesinos hubo desde que Caín blandió una quijada contra Abel, sangre de su propia sangre. Gentes despiadadas. Del esclavo al rey, ángeles de la muerte poblaron cada rincón de la Tierra.

Pero se supone que algo deberíamos ir avanzando. Que la organización de las sociedades debería servir para algo, también para proteger al común de sus ciudadanos de aquellos que sólo son amenaza. Y sin embargo, qué espectáculo, ver el cachondeo ya sé que es una palabra que no pega en situaciones trágicas como ésta, pero no es otra la que pueda definir el comportamiento de quienes están siendo juzgados en una escenificación en que la Justicia no aparece ciega por ser imparcial, sino por ser impotente para desvelar la verdad, para aplicar a cada culpable la justa pena.

Es un escarnio y es bochorno contemplar careos y declaraciones. Asesinos que se ríen en la cara de las víctimas. Bendito corazón. Malditas vísceras.

domingo, 23 de octubre de 2011

No es la paz. Es la libertad.

Si los últimos crímenes que intentó ETA no fueron "exitosos" para ellos y sí para nosotros, fue porque las fuerzas y cuerpos de seguridad hicieron que esto fuera así. Porque están tan infiltrados en ese submundo que apenas los terroristas se preparan para mover ficha, son detectados sus objetivos e intenciones. Esa fue la razón básica, aunque ahora a muchos les interese olvidarlo, de que cesaran los atentados. Y mientras se reorganizaban y tapaban fugas de información, aprovechaban para seguir adelante en su camino paralelo, la llamada vía política.

La escenificación, mano a mano con los negociadores gubernamentales, de la tragicomedia “Batasuna-Sortu-Bildu” en un engranaje perfecto, les permitió ganar tanta ventaja que, con nuestro beneplácito, disfrazado de falsa apariencia de sorpresa y a veces escándalo, se convirtieron, sin dejar de ser terroristas, en la primera fuerza política del País Vasco, recaudar cientos de miles de euros, gestionar decenas de millones y acceder al control de la información de todos los contribuyentes españoles.

Esta semana hemos pagado una fantochada con pedigrí internacional para que vinieran a decirnos que hay que dialogar-negociar de igual a igual Francia, España y la ETA, o sea lo que los etarras llevan diciendo desde su fundación y no hay nadie que les diga que para eso nos hubiéramos ahorrado 850 muertos, si es que no son más de mil, y cuarenta años de miedo, asco e ignominia. Después, siguiendo escrupulosamente el guión, han salido tres fantasmas con boina, a los que tras soltar una indigerible soflama con sabor a estiércol y podredumbre, hemos aplaudido hasta con las orejas.

Afortunadamente, sigue habiendo suficiente dignidad en la gente de bien y sobre todo en las víctimas, para decir que si la ETA (en su más amplio sentido) no anuncia su disolución y entrega las armas, es que no hay que fiarse ni confiarse. Que si estamos en campaña electoral, que lo estamos, hay que tamizar y matizar todo lo que se dice, todo lo que se escucha. Que si somos cautos evitaremos llevarnos el chasco, la decepción y el oprobio de las otras veces.

Por eso, el anuncio del abandono de la violencia, siendo una buena noticia, dista aún mucho de ser “la” buena noticia que esperamos. Eso sí, que llegue sin concesiones -sin más concesiones, que no van pocas-. Que entreguen armas, zulos y documentos. Que se entreguen ellos. Que sean juzgados y cumplan sus condenas. Que abonen las indemnizaciones adeudadas por la sangre vertida y los estragos ocasionados. Y más adelante, unos cuantos años más adelante, que el Estado de Derecho valore individualmente la posibilidad de indultos.

Que hagan ellos las concesiones y luego pidan clemencia. Derrotados lo estaban, no les demos la victoria que buscaban, ahora que por sí mismos ya saben que no pueden lograrla. Que los acontecimientos, la comodidad, la manipulación y la propaganda no nos hagan perder la perspectiva. No es la paz, es la libertad.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Mediadores, S.A.

Tengo que preguntar dónde se apunta uno a eso de ser mediador internacional. No en guerras, que eso es peligroso y ni con Chacón lo bélico parece progre. Lo guay es ser mediador internacional al estilo de la panda que nos visitó el lunes, que, por este orden, cobró, vino, sonrió y disfrutó de la gastronomía y el sabor a mar de San Sebastián.

No son ellos los culpables del desaguisado, eso es cierto. Es éste, uno de esos casos en que uno se queda pensando (no mucho rato, no crean) si puede haber quien -probablemente un Estado- pague unos millones de euros a unos señores para que viajen, se reúnan con ellos mismos y con unos cuantos espectadores para afrontar un supuesto debate en busca de soluciones para una situación que desconocen, en la que parten de premisas falsas, en la que las cartas sobre la mesa están todas marcadas –en este caso con sangre inocente y pólvora culpable- pero sólo una de las partes conoce las marcas y en la que ellos mismos saben de antemano, y mejor que nadie, que las únicas conclusiones que podrán manifestar serán un documento tan cargado de vaguedades y puntos comunes que con haber mandado un fax o un correo electrónico con texto extraído de cualquier manual de negociación, hubiera sido más que suficiente.

Los culpables del esperpento de república bananera no son tampoco los asesinos, ni los que respaldan a los asesinos y les ayudan a esconder o a encontrar las pistolas. Estos del mundo de la bazofia han sido hábiles y astutos. ETA lleva desde hace ya unos cuantos años boqueando, a pesar de los balones de oxígeno recibidos desde el lado en el que se supone estamos los buenos y su capacidad de crear terror, a pesar de lo fácil que es hacerlo, ha ido quedando reducida a la mínima expresión. A la desesperada intentan ahora lo que siempre han querido, el reconocimiento internacional, alcanzar el grado de interlocutor al mismo nivel con naciones como España y Francia, “socializar el conflicto” como siempre buscaron para que el cañón de la pistola sea puesto en el mismo plano que la sien de una víctima, y a la dinamita se le reconozcan las mismas características que al plasma sanguíneo, a los miembros amputados o a la tierra que tapa los cuerpos de los asesinados.

No, los responsables del destrozo de nuestra imagen internacional como país occidental, avanzado, moderno, democrático; los culpables de que las víctimas se sientan humilladas, insultadas, agredidas, desoladas e impotentes, son quienes se prestan a dar carta de naturaleza a un despropósito tal. Quienes debiendo hacerlo, no se han plantado para decir que no hay conflicto sino asesinatos cuando siempre unos son los que matan y otros los que mueren. Algunos ahora se desmarcan, al comprobar que de la supuesta conferencia de paz sólo salen unos ganadores. Demasiado tarde y eso que de alguno nos decían, éste es el más listo.

domingo, 16 de octubre de 2011

Ganar no es suficiente

Sin que nada deba darse por hecho, parece claro quiénes van a ser el partido y el presidente que tendrán la responsabilidad de gobernar durante los próximos cuatro años. Esto debería abrir una puerta a la esperanza en la regeneración política e institucional (social, por extensión), de un país y unas estructuras que han ido cayendo por una senda extremadamente peligrosa aunque, por otro lado, muy en sintonía con el acervo histórico de nuestra forma de ser.
La claridad que las encuestas y el sentido común vaticinan para el resultado electoral, ayuda a que ganar las elecciones no sea el fin en sí mismo, sino el medio necesario y óptimo para impulsar un cambio sustancial en aspectos de fondo de nuestra democracia. Es cierto que actuar sobre la economía es urgente, pero sin que vaya a ser ni mucho menos fácil, se va a hacer bien. Hay equipo, experiencia, conocimiento y sensatez más que sobrados para enderezar el rumbo, ya se demostró en el año 96, con la participación entre otros del zamorano, brillante gestor y aún mejor persona, José Folgado, si bien él mismo me reconocía, los resultados esta vez, llegarán despacio.
El futuro, sin embargo, no sólo se escribe con números; el esfuerzo más intenso ante el reto que se avecina, debe ser a favor del regeneracionismo en lo público y lo privado, también el más difícil, el que más frenos habrá de quebrar y más dura oposición generará en los ámbitos en que el actual estatus genera situaciones de privilegio. El refuerzo institucional de la separación de poderes, la despolitización de la sociedad civil, la independencia judicial y el respeto verdadero al marco constitucional merecen un esfuerzo.
En definitiva, una liberal democratización de la democracia, y con ella, inexorable, la de los partidos políticos. El propio modo de designación de los candidatos sigue sin llamar demasiado a la esperanza. No lo digo por la presencia en las listas de Zamora, de un candidato foráneo, que vuelve a generar una cierta polvareda -si bien, ni es lo mismo un electo de entre cinco, que uno de dos como en el PSOE, ni unos nombres o perfiles que otros, a poco que Víctor Calvo Sotelo se parezca a su padre-, sino por la nula participación de los afiliados en la elección de quiénes han de representarnos.
Precisamente, el expresidente Calvo Sotelo, confesaba en “Memoria viva de la transición” su mayor desventaja frente a otros políticos: “Me acuso de candor, de haber preferido siempre la inteligencia a la lealtad, de haberme dejado seducir por el brillo de los inteligentes, de no cuidar la fidelísima fidelidad de los fieles”. No se lo perdonaron aquellos para quienes la lealtad es sólo un sinónimo de servilismo. Frente a ellos, escribió Gregorio Marañón, también cunero por Zamora, “lo mejor del mundo lo han hecho siempre los “dilettante”, los que hacen las cosas por deleite, por amor, y no por obligación y rutina; los que obedecen al deber inventado y no al deber impuesto”.

miércoles, 12 de octubre de 2011

A llevarse el pan

Como no creo mucho en las casualidades, aunque haberlas “haylas” y sí en la habilidad y buen hacer de los profesionales de este periódico que me brinda su espacio sin considerarme un intruso, en cuanto cayó en mis manos la primera página del ejemplar de ayer, no pude por menos que pensar “¡chapeau!”. Bajo una foto a cuatro columnas en el centro de la página que protagonizan una comerciante de Zamora, Plaza y Camacho (no el seleccionador de fútbol chino, sino el otro Camacho, el ministro, que como es nuevo por aquí muchos no lo conocen), reza un titular “El candidato socialista se lleva el pan en su primera visita a Zamora” -una buena hogaza, según la fotografía-.
Bien está, que ya que viene a pedir el voto, deje algo de pasta; que aunque sólo sean unos céntimos de euro, aquí estamos acostumbrados a ser austeros y conformarnos con poco. Pero al apartarme del árbol para poder ver el bosque, descubro, justo encima, en otro titular, que Hacienda retiene el importe equivalente a unos cuantos miles de panes que tenía que venir a las arcas de 51 ayuntamientos de la provincia, o sea, de momento le birla la pasta a uno de cada cinco municipios, que lo van a tener crudo para sostenerse en pie, a pesar de que la medida se justifique en una llamada Ley de Economía Sostenible.

Y entonces caigo en que como miembro del Gobierno del no nato Plan del Oeste y algunas otras desgracias, no compra nuestro pan (aunque el de ayer lo pagara, que no lo dudo), sino que se lo lleva, o lo retiene vamos, que para el caso viene a ser lo mismo. El pan, el vino y el chorizo (y a ese precio, algunas cosas más), que en el viaje entre Zamora y Madrid hay tiempo de sobra para abrir lo que mi amigo Chema llama, el kit de supervivencia. Mala suerte, primera vez que viene y maltrato del Gobierno al canto, si esa es la estadística, habrá que votarle sólo si promete quedarse en Madrid hasta el día de las elecciones.

Cuando Camacho fue designado seleccionador de futbol en China, manifestó que entre mil quinientos millones de chinos no tiene que ser tan difícil conseguir 22 que puedan darle bien al balón para hacer una selección fuerte. Cuando Camacho fue designado candidato por Zamora debió pensar que entre ciento y pico mil zamoranos debe ser fácil encontrar a unos miles a los que, como dice el dicho, que no yo, se pueda engañar como a chinos. Hay quien dice que se es de donde se nace y otros que de donde se pace. Sea como fuere, Camacho, es ministro y madrileño y, aunque amenaza, frase de moda, con sudar la camiseta por nosotros los zamoranos, el comienzo no fue bueno, vino, vio y… se llevó el pan.

domingo, 9 de octubre de 2011

El ministro retrógrado

Las legislaciones penales se clasificaron a lo largo de la historia y con carácter general en tres tipos, según el fin fundamental que se busca al imponer una determinada pena al reo de un delito. Así, en uno de ellos, se dice que se busca la retribución, es decir, el castigo por el daño ocasionado. Quien comete un delito debe pagar por ello frente a la sociedad cuya norma ha infringido. El elemento sustancial es, pues, la pena en sí que recibe el delincuente, sin que se busque ningún otro efecto colateral más que el castigo mismo.

En otro modelo, se dice que, fundamentalmente, lo que se busca es la prevención general, la concienciación pública de que como quien comete un delito será penado, ello implica que el conjunto de la sociedad y cada individuo en particular se cuidará mucho de no infringir las normas para no ser castigado. El elemento esencial inherente a las penas es, en este caso, el ejemplo público, el castigo a un ciudadano, sirve para que el resto de los ciudadanos no incurran en el mismo delito.

El tercero de los modelos, conocido como de la prevención especial, se basa en que el fin último de las penas no es el castigo al delincuente ni que tengan un efecto ejemplarizante para la sociedad, sino que teniendo como destinatario a cada delincuente individualmente considerado, lo que se busca es actuar –existiendo diferentes límites en cuanto a las actuaciones admitidas- sobre él para que no vuelva a delinquir.

Es evidente que la realidad social en el ámbito de los delitos y las penas ha ido evolucionando a lo largo de los siglos y cada una de las tres teorías generales ha sido profusamente desarrollada por diferentes corrientes dentro de la filosofía y el derecho. Al final, todas las legislaciones han de incorporar características de cada una de ellas. Más o menos, en función de lo que pretendan. Lo que no vale es que el sistema penal no sirva para ninguno de los objetivos marcados, como vamos viendo con excesiva frecuencia en sociedades, como la actual, donde los referentes éticos, sociales, culturales y hasta humanos básicos están en plena convulsión y mutación permanente.

Lo vemos todos los días en los noticiarios, los crímenes crueles son cada vez más crueles, el grado de reincidencia de algunos delincuentes y en algunos tipos delictivos es tan exagerado que sería cómico de no ser trágico y, sobre todo, aparecen con insoportable frecuencia comportamientos que hasta el más duro de los corazones humanos sólo puede calificar de inhumanos. Por eso, creo que es un acierto y una apuesta valiente la que acaba de formular el Partido Popular como compromiso de gobierno, la promesa de la revisión integral del sistema de penas y la introducción como pena máxima de la prisión perpetua revisable. Algo, que ya tienen muchos países europeos, aunque al avanzado pero ineficaz ministro Caamaño le pueda parecer retrógrado.

jueves, 6 de octubre de 2011

Parados y parados

Que a la vez que se publica el peor dato de paro en septiembre de la historia lluevan noticias sobre las fastuosas indemnizaciones que han cobrado o quieren seguir cobrando buena parte de los responsables de la ruina del sistema español de cajas de ahorro, es algo difícilmente compatible con la actuación de los jugos gástricos durante la digestión.

Ya ven, sigue habiendo gente rara a la que le importa un comino que la duquesa de Alba se case, o con quién lo haga. O el resultado final del combate, no futbolístico, entre un dedo y un ojo. Nunca, desde que se registra el paro, hubo un septiembre tan negro como éste y eso que éramos muchos los que pensábamos que en contra del interés de España, el candidato Rubalcaba había impuesto el retraso de la cita con las urnas a finales de noviembre para tratar de que la augurada oleada de datos económicos menos negativos ayudara a sus ambiciones electorales. Pues no, ya vemos que ni eso ha funcionado. Cómo estaremos realmente para que esto se produzca, me pregunto.

Lo de las cajas no se puede disociar de este contexto. Cuando una empresa privada paga a sus ejecutivos o directivos lo que estima por conveniente, es su decisión y, acertada o equivocada, son los dueños los que cargan con ello. Aún así, en ciertos casos en que se manejan cifras que asustan, surgen voces calificando de obscenas ciertas retribuciones. Pero es que en el caso de las cajas, se da la circunstancia de que nunca desde que fueron fundadas han sido entidades privadas en sentido estricto. Ni tienen accionistas ni, por tanto, sus órganos de gobierno respondieron nunca a cuotas de propiedad de quienes los conforman sino a una mezcla de representaciones político-sindicales diversas y, realmente, no demasiado defendibles.

Y todo rechina en un sistema donde, a la vez que fallan los dineros para pagar a cinco millones de desempleados, se reparten millones en finiquitos y prejubilaciones a aquellos que han de irse con el rabo entre las piernas por su mala gestión. Estamos, a todas luces, en medio de una enorme, profunda y trágica crisis, de la que nos va a costar salir, más de lo que nunca antes hubiéramos imaginado, pero saldremos. La economía y las finanzas se desarrollan de acuerdo con condicionantes medibles y sobre los que se puede actuar para invertir su tendencia. Más complicada es la otra crisis, la de valores y referentes, que nada tienen que ver con las finanzas, aunque ahora parezcan subsumidos por éstas.

Eso es lo que está en solfa, el paradigma social y económico en que ahora creemos y sobre eso deberíamos reflexionar. Bendita boda y bendito dedo en el ojo, dirá cada frustrado buscador de empleo, cada desahuciado de su casa.
No viene a cuento y en mi caso es obvio, pero aún así lo escribo. Me alegra que Antonio Vázquez repita como número uno al Congreso por el PP en Zamora.

domingo, 2 de octubre de 2011

Administrando lo público

O nos movemos antes o las circunstancias harán que nos movamos, ha dicho el presidente de Castilla y León, dando el máximo respaldo institucional a algo que desde hace tiempo se viene viendo como conveniente, necesario, imprescindible. Algo en lo que la Consejería de Presidencia viene trabajando e insistiendo desde hace ya algún tiempo, la necesidad de una nueva conformación de la estructura territorial y de prestación de servicios públicos en Castilla y León. Y no sólo el consejero de Santiago Juárez, las voces de los expertos más especialmente autorizados, inciden sobre lo mismo.

La sucesiva incorporación de escalones administrativos, institucionales y políticos,  con la introducción constitucional de las Comunidades Autónomas con sus propias estructuras centrales y provinciales y la agrupación de municipios en Mancomunidades para hacer viable la prestación de ciertos servicios que requieren economías de escala, ha generado que España se convierta en un gigante en burocracia con costes insosteniblemente disparados.

Muy rara vez, el aumento de tamaño de unos escalones administrativos se ha visto compensado por el ajuste a la baja de otros. Políticamente nadie quiere perder su cuota de poder, con lo que se convierte en anatema la mera posibilidad de plantear una reforma administrativa verdaderamente profunda para adaptar el servicio público al siglo XXI, a la nueva realidad que configuran la facilidad de desplazamiento de los ciudadanos y a la inmediatez y ubicuidad que confiere la universalización de las nuevas tecnologías. Quizás hemos olvidado con el paso del tiempo que nunca una administración puede ser un fin en sí misma por lo que es absurdo aludir a etéreas razones o derechos históricos para defender su pervivencia o su inmutabilidad.

La administración, cualquier administración, como su propio nombre indica es sólo un medio para gestionar de manera ordenada la cosa pública, para prestar a los ciudadanos de la nación los servicios públicos esenciales de la forma más eficaz, cercana y, aunque con frecuencia se obvie, eficiente; también para permitir, favorecer y regular la actividad privada en los ámbitos en que ésta afecta a otros o al conjunto de la sociedad. No se sostiene, al menos sin cambiar sustancialmente la interacción entre las diferentes administraciones, que Castilla y León, con sólo dos millones y medio de habitantes, cuente con uno de cada cuatro ayuntamientos de España y nueve diputaciones, o que en provincias como Zamora con menos de 200.000 habitantes -y bajando-, haya 248 municipios.
Claro que esto se ve por muchos como una amenaza, por eso acierta Herrera al ponerlo sobre la mesa no como imposición sino como recomendación de voluntario seguimiento. Deben ser todos los políticos, debemos ser todos los ciudadanos los que reflexionemos y actuemos al respecto. No pensemos en lo que vamos a perder agrupándonos, sumando esfuerzos y reduciendo costes; pensemos en lo que podemos ganar en mejora del número y la calidad de los servicios a prestar o a recibir.
Y como es inevitable, mejor hacerlo nosotros a tiempo que esperar a que nos sea impuesto.