domingo, 26 de marzo de 2023

Asuntos pendientes: Baltasar Lobo (parte 2)

El por qué desde 2007, cuando terminaron los mandatos del alcalde Antonio Vázquez y de cuyos tres equipos formé parte, y hasta hoy, dieciséis años más tarde Baltasar Lobo sigue sin tener el lugar que le corresponde en Zamora deben explicarlo otros. Tras varios tumbos, sigue el empecinamiento absurdo del actual alcalde, en contra de todo sentido común y de lo que por activa y por pasiva le han pedido desde la asociación de amigos del escultor, por hacer un “museito” donde no cabe la obra, en el ayuntamiento viejo. Proyecto además siempre postergado por la incapacidad de gestionar la ejecución de la obra para el nuevo cuartel de la Policía Municipal en el antiguo Banco de España en Cristo Rey (otra decisión errónea, por cierto). 


Tras varias citas electorales, tampoco los demás partidos han conseguido hacer una propuesta unívoca respaldando El Castillo como lugar idóneo y como suele ocurrir con estas cosas de la política, cada uno ha buscado en estos años exacerbar la originalidad para llegar a propuestas, cuando no ocurrencias, de lo más variopinto. Así, solo desde el entonces recién creado partido Por Zamora incorporamos al programa electoral de 2019 la preferencia expresa por el Castillo.


Hoy, cuatro años después es hora de que todos y cada uno de los candidatos se comprometa con la ciudad, con la memoria y la obra del escultor, con su Fundación y su familia y con la Asociación de Amigos de Baltasar Lobo a apostar, a impulsar y a sacar adelante el Centro de Arte Contemporáneo Baltasar Lobo en El Castillo de Zamora. Que se comprometan todos a sacar de una vez este asunto del debate político y a contribuir a hacer de la cultura y de un recurso de esta magnitud uno de los motores que contribuyan al desarrollo de la ciudad y a la recuperación y revitalización del Casco Antiguo, el más abandonado de las capitales de provincia de Castilla y León y posiblemente de España.


En la frase de Moneo que más recuerdo, en su estudio de la zona del Paseo de la Habana en Madrid vino a decirnos que la intervención le atraía con tanta fuerza como le imponía. Por la importancia y belleza de la obra de Lobo, por su figura representativa de un momento artístico, cultural y social tan importante para España y para los españoles de aquí y del exilio y porque actuar a los pies de la catedral conllevaba la seguridad de saber que nada que hiciera podía compararse a su increíble cúpula  y la responsabilidad de no hacer nada que la desluciera en lo más mínimo. También, por las propias características del edificio. El Castillo Medieval de Zamora, con forma de rombo es completamente irregular. Ninguno de sus lados es igual a otro y eso, si cabe, hace que arquitectónicamente le dé un valor muy singular.


Llegada parece la hora de que entre todos, terminemos definitivamente con este “asunto pendiente”. No es tan difícil, en poco tiempo se resolvieron en su momento otros asuntos pendientes históricamente como la urbanización digna del Casco Histórico o la incorporación del Duero a la ciudad de las que se llevaba décadas hablando. 

domingo, 19 de marzo de 2023

Asuntos pendientes: Baltasar Lobo (parte 1)

En el capítulo de asuntos pendientes para la ciudad de Zamora ocupa posición destacada la puesta en valor de la obra de Baltasar Lobo, con la dignidad que merece y el potencial que aportará desde el punto de vista turístico y de prestigio para Zamora. Algo puedo contar sobre ello. Vaya hoy la primera parte, el próximo domingo más.

Participé activamente en los pasos dados hace dos décadas para aprovechar la buena oportunidad que surgió cuando el fisco francés iba a quedarse con todas las obras que el escultor, ya fallecido, había dejado en su taller parisino. En aquel momento, en colaboración con sus herederas legales, el ayuntamiento asumió el pago de la deuda tributaria y, articulándolo mediante un convenio con ellas, se consiguieron para Zamora junto con los derechos sobre los moldes de las obras de gran tamaño que se encontraban depositados en un taller de fundición en la ciudad italiana de Verona. En el mismo convenio se decidió la constitución de la fundación que hoy sigue vigente.

No era el comienzo de la relación que une estrechamente a Lobo con Zamora. Antes ya había habido una donación del escultor de veinticinco esculturas en 1986, coincidiendo con la celebración de la edición de la Bienal de Arte Contemporáneo de Zamora que, lamentablemente y como tantas otras cosas, el actual alcalde ha eliminado de la programación cultural de la ciudad. Ya con aquella donación de 1986 la ciudad se comprometió a habilitar un museo para la obra de Lobo, sin que se avanzara nada hasta doce años después, cuando en 1998, ya siendo alcalde Antonio Vázquez, Pedro Roda concejal de Cultura y yo de Economía y Hacienda, habilitamos un museo provisional, pequeño pero muy digno, en la iglesia de San Esteban.

Cuando en 1999 se adquieren para la ciudad el resto de obras (más de 800) decidimos apostar definitivamente por Lobo y en los años siguientes, hasta 2007 en que terminan nuestros mandatos municipales, traemos la obra a Zamora y se deposita en el Museo de Zamora para su custodia, inventario y catalogación; valoramos alternativas para la exposición y puesta en valor de la figura y la creación artística del escultor y optamos por el Castillo; suscribimos un convenio con la Diputación provincial para la cesión del inmueble; redactamos un proyecto técnico-económico que presentamos a Europa en alianza con Braganza y conseguimos siete millones de euros de financiación para la conversión del Castillo en el Centro de Arte Contemporáneo Baltasar Lobo.

Finalmente, a través de Francisco Somoza -colaborador permanente desde la primera visita al taller parisino-, contactamos con el arquitecto Rafael Moneo y tras varias reuniones logramos que se involucrara, impresionado y entusiasmado, en el proyecto arquitectónico del que elaboró memoria y anteproyecto. En su estudio de la zona del Paseo de la Habana en Madrid, vino a decirnos que la intervención le atraía con tanta fuerza como le imponía. Por la importancia y belleza de la obra de Lobo y porque actuar allí conllevaba la seguridad de saber que nada que hiciera podía compararse con la increíble cúpula de la catedral y la responsabilidad de no hacer nada que la desluciera en lo más mínimo.


 

domingo, 12 de marzo de 2023

Huir de la mediocridad

 El jueves, en la presentación en Madrid de un libro sobre la nueva forma de hacer política que ha instaurado en su país el presidente de la República Dominicana Luis Abinader, decía su autor Manuel Domínguez -periodista, escritor, asesor político y consultor de comunicación entre otras actividades y dedicaciones- que llega un momento en el cual lo más importante que uno puede hacer es huir de la mediocridad.

Escueta forma de resumir mucha experiencia vital y sabiduría acumulada. No sé si exactamente era esta la intención de sus palabras pero, si me permite la exégesis, profunda síntesis sobre uno de los principales males que aquejan a nuestra sociedad global, digital, avanzada y con cuantos otros adjetivos queramos definirla. Escapar de la mediocridad, alejarse de ella, desecharla por tóxica, es tarea obligada si queremos cumplir con el propósito último de avanzar en humanismo, ética, dignidad, libertad y verdad. Esto es, perseverar en el camino que el hombre emprendió desde que fue consciente de sí mismo como ente pensante, más allá del elemento animal o meramente biológico. Como individuo social y no solamente gregario, tribal o miembro de un rebaño.

Otro periodista y escritor, el mexicano Juan Villoro recoge en sus conversaciones con Ilan Stavans El ojo en la nuca que "Borges dice que toda la cultura proviene de un peculiar invento griego: la conversación. De pronto, un grupo de hombres decidieron algo extraño: intercambiar palabras sin rumbo fijo, aceptar las opiniones del otro, aplazar las certezas, admitir las dudas". Lo cual implica un modelo que involucra la interacción entre varios y también la reflexión individual. Etimológicamente la palabra conversación viene del latín conversatio, formada del prefijo con- (reunión), el verbo versare (girar, cambiar, dar muchas vueltas) y el sufijo -tio (acción y efecto).

Probablemente haya sido elemento común a todos los tiempos pensar que la estupidez se estaba apoderando del presente y amenazando al futuro de la humanidad y así ha ocurrido en varias etapas de la historia. Esta en la que estamos, la de tantas revoluciones pendientes -según recordaba el propio autor en el mismo acto- dentro de la revolución tecnológica y del conocimiento en que estamos embarcados sin aún ser muy conscientes de su alcance, no es ajena a ese temor. A ello contribuyen la inmersión de los medios de comunicación en la superficialidad más opresiva, su entrega a intereses espurios, económicos o sectariamente ideológicos; las redes sociales en las que pesa más la opinión del necio que la del erudito; o un sistema de ascenso y conservación político que favorece al demagogo y al mentalmente simple que se limita a repetir la doctrina que otros le dictan, frente a quien busca y proclama la verdad que por sí suele resultar antipática.

En De la estupidez a la locura, su obra póstuma, Umberto Eco nos medicaba con una colección de píldoras en la misma línea de advertencia sobre estos tiempos posmodernos y de postverdad -otra de las máscaras tras las que se oculta la mediocridad-. Huyamos pues de lo mediocre, si es que aún estamos a tiempo.

domingo, 5 de marzo de 2023

8 de marzo: ante la igualdad

 La de la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres es la gran batalla que debemos seguir librando sin descanso. La mayor de las batallas que aún quedan activas en el conjunto de una humanidad en la que el avance de las eras y los siglos permitió pasar, salvo en las culturas más refractarias y reaccionarias, del imperio de la fuerza física al del conocimiento, la tecnología y el humanismo.

Es mucho lo avanzado y mucho lo que queda por avanzar en todo el mundo -aquí, en occidente, más en actitudes individuales y sociales que en normas-, sobre todo en la parte mayoritaria de este no tan globalizado planeta en el que la civilización, los derechos humanos y la educación y la cultura aún no han rebasado las cotas que para la misma dignidad humana debemos considerar el mínimo exigible.

Se nos llena la boca de soflamas mientras seguimos dando la espalda a lo que de forma generalizada ocurre en buena parte de los países del mundo. Hacemos como que no vemos o sabemos y nos resbala que cada minuto sean violadas, individualmente o de forma sistematizada, miles de mujeres; que permanezcan sojuzgadas bajo la arcaica concepción de la superioridad del hombre; que sean vendidas como carne o mano de obra o, siendo aún niñas, entregadas como esclavas disfrazadas con el término de esposas, por no sé qué infames tradiciones religiosas o culturales.

Sin ir lejos, aún toleramos con indigna e indignante pasividad que en nuestro entorno el maltrato físico y psicológico hacia la mujer siga estando mucho más extendido de lo que asumimos y reconocemos. Seguimos, también en esto, como sociedad e individualmente mirando hacia otro lado cuando conocemos datos o circunstancias de vecinos, amigos o conocidos. Son cosas de familia o íntimas, nos escudamos para no intervenir o denunciar y mientras tanto el terror sigue campando a sus anchas.

El avance de la educación en las últimas décadas permite la normalización de la igualdad en los derechos y oportunidades de estudio, profesionales y laborales en todos los ámbitos sociales. Pero no hay avance garantizado ni situaciones exentas de riesgos sobre todo para nuestras generaciones más jóvenes. Impactos culturales con fuerte componente machista como el anecdótico pero omnipresente reguetón, la reaparición del fenómeno de las bandas juveniles con sus códigos internos poco compatibles con la igualdad y el civismo o la violencia y negativa a integrarse con la que se desenvuelven ciertos grupos sociales hacen que empecemos a asumir como algo normal situaciones que hace muy poco hubiéramos considerado intolerables.

La continuidad en el avance no va a venir de convertir al hombre, a todos los hombres, en el enemigo. En seres abominables. Porque la batalla es de ambos sexos no entre ellos sino contra la desigualdad. Tampoco de centrarlo en aspectos relacionados obsesivamente con la sexualidad desde la más tierna infancia porque la igualdad es sobre todo una cuestión de educación, cultura y actitud ante la vida y ante los demás. Hombre y mujer somos iguales y además imprescindiblemente complementarios.