domingo, 20 de noviembre de 2022

Sin fotos no hay paraíso

La vida en los despachos es cómoda para los cargos públicos siempre que no decidan ponerse a trabajar para intentar avanzar los proyectos que otros hayan dejado iniciados, proyectados o ni siquiera pensados, hasta su ejecución total o hasta un punto en el cual el siguiente ocupante del puesto deba, indefectiblemente, continuar con ello. Es cómoda, tranquila y satisfactoria siempre que se esté dispuesto a no pelear cada día por aquello en lo que se cree o por aquello que necesita la sociedad a la que ese puesto debe representar, defender y ayudar a hacer prosperar. Sea la política o la representación social sectorial, empresarial o sindical.


Porque es siempre en otros despachos donde se toman las decisiones transcendentales para cualquier sociedad. El que una norma diga una u otra cosa, que una partida presupuestaria se dirija a uno u otro fin o territorio no es algo establecido de antemano sino que depende de las decisiones, muchas veces individuales y a veces colegiadas, de aquellos que tienen las competencias, la influencia o el mando en cada campo.


Todo esto, que no deja de ser una verdad de perogrullo, conviene recordarlo de vez en cuando, porque al final si en lo individual nuestro destino vital es esencialmente fruto de nuestras propias decisiones y trabajo, en lo colectivo ocurre lo mismo. Sin trabajo puede haber premio de lotería pero difícilmente logro de objetivos para el conjunto.


El de la política -en su más amplio sentido, que abarca a todo tipo de representación no solo partidista o institucional sino también de organizaciones de ámbito social- es de siempre un campo abonado, atractivo y atrayente para todo aquel que tiene vocación reivindicativa pero parece que cada vez se nutre más de aquellos que la conciben antes que como un campo de trabajo para la sociedad de la que emana y a la que debería servir, como un escenario teatral en el que representar unos determinados papeles. Pesa más que salga la foto en un determinado evento que el fondo o el trasfondo que lo motiva. Pesan más las palabras huecas con mera corteza ideológica que el contenido de lo que se supone que se quiere denunciar, reclamar o promocionar.


En ese entorno, aunque con frecuencia solo se perciba pasado el tiempo, progresan las sociedades cuyos líderes de todo tipo brillan por su trabajo, por su dedicación, profundidad de miras, capacidad de generar proyectos y actuaciones y, sobre todo, ausencia de complejos a la hora de trabajar más y antes que otros en el propio despacho para obtener en esos otros despachos aquello que se necesita, quieren o en lo que creen para la sociedad a la que representan. Así, por ejemplo, hace dos décadas, la ciudad de Zamora se transformó gracias a conseguir ser, junto con Cartagena, la ciudad de España que más fondos europeos per cápita gestionó e invirtió. Así, por ejemplo, tras varios años de estudio, trabajo y propuestas concretas y bien armadas, Soria, Teruel y Cuenca, trabajando en conjunto, han conseguido un estatus de fiscalidad diferenciada, muy escaso aún pero envidiable para provincias como Zamora. Claro que todo esto rechina en un tiempo de redes e imagen, en el que tantos parecen quedarse con aquello de que sin fotos no hay paraíso.

domingo, 13 de noviembre de 2022

¡A la calle! (¿Y en los despachos?)

Quieren, ahora, nuestros políticos provinciales, que salgamos a la calle para acompañar sus vergüenzas, cuando apenas quedan unos meses para terminar unos mandatos electorales fracasados para Zamora. Lo promueven, cuando lejos de impulsar a Zamora reivindicando y partiéndose el pecho ante sus “superiores” políticos por lo que Zamora necesita, han permanecido durmientes y silentes en plena mansedumbre, preocupados de que en su establo partidista y personal siguiera habiendo trigo. En Zamora falta apoyo para la competitividad y sobran excusas. Y falta que quienes pueden hacerlo, den la cara y no que esperen a que salgamos nosotros a lavársela.

Sí, Zamora necesita una fiscalidad diferenciada. No es que la merezca o no la merezca. Eso son meros juicios de valor. La necesita porque todos nuestros datos estadísticos en materia de pérdida de población en los últimos años y nuestros índices de población activa y de ocupación, son los peores de España. Porque pensionistas, funcionarios públicos y autónomos de supervivencia son tan aplastantemente mayoritarios frente a los trabajadores por cuenta ajena en empresas generadoras de riqueza que produce bochorno y angustia. Pero no basta. Necesitamos un tratamiento diferenciado en su conjunto, no solo fiscal, y proveniente de todas las administraciones.

No sirve que el secretario de Estado de Hacienda venga, como hace unos días al “Razones para quedarnos” de La Opinión-El Correo de Zamora, rodeado de los líderes socialistas provinciales -a algunos de los cuales, como Fagúndez, no se les ve más que en estas ocasiones y se marchan enseguida-, a decirnos que tenemos que estar felices de que para otras provincias como Teruel, Cuenca y Soria se apruebe una fiscalidad diferenciada porque si sale bien luego podrá llegar a nosotros. No sirve que se nos diga que las seleccionadas han sido otras provincias porque el parámetro elegido sea uno concreto en el cual ellas sí entran y nosotros no. No sirve que el PSOE provincial agache la cabeza en obediencia a un Sánchez al que no le tiembla el pulso para privilegiar precisamente a los territorios más favorecidos e insolidarios.

No sirve tampoco que quienes ahora nos convocan desde la Diputación: Ciudadanos y PP, hayan dejado transcurrir la legislatura sin conseguir -ni siquiera exigir- a la Junta de Castilla y León por ambos gobernada, el menor trato de favor a nuestra provincia. Privilegiado o de mera compensación frente a lo que a otras se va incluso con fondos europeos que vienen a la región por Zamora o Salamanca y no por las que finalmente los reciben mayoritariamente. Requejo ha descubierto que tenía voz cuando su compañero de partido Igea dejó de ser vicepresidente. Barrios aún sigue afónico.

Saldremos a la calle. Unos se harán la foto con la que atacar a los otros y tapar las propias vergüenzas políticas. Muchos para reclamar para Zamora lo que necesitamos con fuerza y urgencia, confiando en que unos y otros no vuelvan a defraudar sus expectativas. Algunos, con la fuerza de la razón, los datos objetivos y nuestra independencia, saldremos a la calle a decir que seguiremos luchando por Zamora, al margen de obediencias superiores, en cada pueblo y en cada ciudad en los que un solo zamorano quiera pelear por el futuro de todos los nuestros. Los de aquí y los de fuera.

domingo, 6 de noviembre de 2022

El futuro no es hace 90 años

Que la historia siempre la han escrito los vencedores no es novedad del siglo XX sino algo connatural desde el principio de los tiempos de la escritura y aún antes, con la transmisión oral de las gestas de los pueblos y los héroes. Que las guerras civiles son las más cruentas, despiadadas e inhumanas lo conocemos desde que Caín mató a Abel golpeándolo inmisericorde hasta la muerte con una quijada de burro.

Que muchos años después tendamos a ver los acontecimientos pasados con ojos de presente, sin detenernos en el contexto histórico, social y cultural del momento en el que ocurrieron, es uno de los principales males que nos aquejan. En esta sociedad contemporánea, global y tecnológica, la abundancia de información y documentación al alcance de nuestros dedos no evita que destaquen, quizás más que nunca antes, la ignorancia, la superficialidad y la falta de referentes culturales profundos y reales.

Como escribió Ortega “ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral”. El sectarismo con anteojeras aplicado al presente es perjudicial pero aplicado al pasado es sobre todo ridículo y absurdo. Más cuando la experiencia nos ha enseñado reiteradamente que la batalla no debería estar hoy entre la derecha y la izquierda -mero convencionalismo nacido en los inicios de la revolución francesa- sino entre la libertad, la democracia y el respeto a los derechos humanos frente al totalitarismo, sea este del color que sea.

La Guerra Civil española fue de fondo el campo de pruebas del enfrentamiento mundial entre ideologías liberticidas, demasiado emparentadas como para que el choque no fuera fratricida. Refugios en auge para las masas tras un primer tercio del siglo XX de transformación y convulsión social y económica. El fascismo de Mussolini procedente del socialismo marxista italiano y el nacionalsocialismo de Hitler, frente al comunismo de Lenin, Marx y la internacional socialista buscando llevar la revolución a toda Europa. Fue también el campo de muerte en el que los españoles resolvieron una crisis de identidad arrastrada desde la debacle de 1898 con la descomposición social de una nación trufada de contradicciones, que pasó de la noche a la mañana de creerse el imperio que ya no era a perder la autoestima que debería acompañar siempre a un pueblo capaz de haber logrado algunas de las más importantes gestas de la historia.

En ese contexto debería entenderse que muchos de los que ayudaron a implantar la república tras unas meras elecciones municipales en las que ni siquiera resultaron ganadores los partidos pro-república, protagonizaron después, con similar exaltación unos: anarquistas, comunistas y socialistas con honrosas excepciones como Julián Besteiro frente a otros como Largo Caballero- el golpe revolucionario del 34 o la escalada violenta del 36 que pretendía conducir hacia la dictadura comunista auspiciada por Stalin; y otros el alzamiento militar que tras tres años trágicos condujo a cuarenta de dictadura.

Gente de bien hubo en ambos bandos, asesinos también. Todos hoy ya están muertos. Descansen en paz o en el infierno. Quien los utiliza para dividir nos traiciona a todos.