domingo, 28 de diciembre de 2014

Lo nuestro es pasar

Ayer, cuando empezaba a componer mi última columna del año, me entero del fallecimiento de un policía municipal de Zamora con el que tuve más contacto cuando él formaba parte de la patrulla de seguridad ciudadana de la policía municipal de Zamora y yo era concejal. Sobre todo era un gran tipo, un buen tipo, que llevaba varios años luchando contra la enfermedad. Como ocurre en estos casos, el resto de lo que yo pueda escribir en el día de hoy carece ya de interés. Descansa en paz, Javi. Falleciste demasiado joven. También César, al que Ana Pedrero despedía en las redes sociales con el más bello de los epitafios.

Se van con el año que da en estos días sus últimas bocanadas. El tiempo, el impasible, que canta Milanés. El Saturno que devora a sus hijos. El tic tac implacable que nos recuerda por estas fechas que somos mortales. El que hace que nada sea indeleble. El del Machado del “ni gobierno que perdure, ni mal que cien años dure. Tras estos tiempos, vendrán otros tiempos y otros y otros, y lo mismo que nosotros otros se jorobarán”.

Se va el 2014 antes de que se vaya la crisis, por mucho que Rajoy diga que los suyos tienen que decir que ésta ya se marchó. Se va, pero se queda, porque es el año en que en España empezaron a cambiar algunas cosas que parecían consolidadas, próximas a la inmutabilidad. Polvo somos y en polvo nos convertiremos. Los hombres y nuestras creaciones. También las estructuras construidas para el poder y el gobierno.

Se va 2014 y nos abre puertas y ventanas a un 2015 con más incertidumbres que de costumbre. Será año de catarsis, de reinvención o de oportunidades perdidas. Será de progreso o de reacción embozada de revolución y desquite. Será de mantener el engaño de una construcción formal que no coincide con lo que realmente ocurre o será de regeneración. No soy muy optimista, lo confieso. Rara vez en la historia las estructuras de poder han tenido la visión de regenerarse por sí mismas. Quienes ahora las conforman viven también muy cómodos. Da igual, el cambio es vida. La evolución progreso y la flecha de la historia, con trompicones, siempre marca hacia adelante y siempre en cambio.

Tal vez sólo la poesía permanecerá eterna mientras un solo hombre pueble la faz de la Tierra. Antes de la política. Antes de la televisión, la radio y los periódicos. Antes de la escritura misma, ya la tradición oral llevaba la poesía y con ella la épica de los hombres de boca en boca, de generación en generación. No es de extrañar que allí fuera precisamente donde el genio de Agustín García Calvo buscara las fuentes inagotables de lo único trascendente. Sólo la poesía y la ausencia de los que se van permanecen. El resto, viene y va. Que lo nuestro es pasar.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Contra los administrados

Empiezo por decir que como ni David Salvador ni su empresa Europarques son clientes de mi despacho, puedo escribir con completa libertad. Continuo diciendo que como David Salvador es amigo y creo que Europarques es una empresa muy representativa de lo bueno que Zamora podría obtener de sus magníficos recursos turísticos y naturales, lo hago encantado.

Nunca desde que tengo memoria he asistido a un ataque como el que se viene produciendo en las últimas semanas desde una Administración Pública contra un administrado. La Junta de Castilla y León y directamente su Delegado Territorial en Zamora, Alberto Castro, han desplegado con el sutil tacto que a veces caracteriza al Estado convertido en el monstruoso Leviatán que describiera Hobbes, la máxima agresividad en una campaña mediática.

Como amigo desaconsejé, entre otras razones por estos riesgos, hace ya unos años al dueño de la empresa acudir a la vía penal y de petición de responsabilidades personales y directas en el ámbito de los tribunales frente a los funcionarios y responsables políticos por mucho que se sintiera maltratado o pudiera acreditar -que podía-, la existencia de un especial empeño por parte de algunos de no adjudicarle el proyecto del barco del Lago de Sanabria.

Dicho lo cual, es completamente legítimo que un ciudadano que se siente agraviado por la actuación de la Administración o de los responsables de la misma acuda a buscar el amparo de los tribunales. Ya para defenderse, ya para atacar unos comportamientos que considere abusivos, ilegales o contrarios a sus intereses.

Lo que no es legítimo es que la mucho más potente fuerza de la administración, sea utilizada para actuar contra aquellos a los que tiene la obligación de proteger. La actuación en este caso encabezada por el Delegado Territorial es desproporcionada y abusiva. Además de burda. Sólo así se entiende que frente a las denuncias formuladas respecto del funcionamiento deficiente (o no funcionamiento) de las depuradoras que deben evitar los vertidos de aguas fecales de los municipios cercanos al Lago, la reacción sea la de poner hasta a cuatro servicios de la Administración regional a buscar incumplimientos por parte del barco.

Carece de justificación, si no es desde una postura de venganza personal, cuestión ésta que de una manera bastante nítida ha dejado ver en sus declaraciones el Delegado así como por la forma en que desde la Administración se ha ido filtrando la información una vez que desde la fiscalía se han archivado las denuncias por no existir ilícito penal, buscando el eco mediático y el daño a quien realizó una inversión millonaria para llevar a las aguas del Lago un barco ejemplar en el mundo por no utilizar combustibles fósiles, no emitir gases a la atmósfera, no producir ruidos y ni tan siquiera utilizar aceites que de un modo u otro pudieran contaminar un recurso natural.

El ejercicio de la representación pública debería ser incompatible con este tipo de actitudes y quien las hace, incompatible para ocupar cargos públicos.

domingo, 7 de diciembre de 2014

185....

Según los datos que se van a tomar para fines oficiales en 2015, en la provincia de Zamora quedamos 185.432. Eso los datos oficiales. Según los reales, a día de hoy, más bien 185, un punto separador de miles y tres puntos suspensivos, siempre que el dato se haya extraído del padrón de habitantes hace menos de 55 días pues en el último año, de media cada día, hay casi 8 zamoranos menos.

En un año, el 5 será sustituido por otro punto suspensivo y en tan solo dos ya seremos menos de 180.000 de mantenerse el 1,5% anual de caída -lo cual, en las circunstancias actuales sería un ejercicio de previsión optimista-aunque lo razonable es que con el peso del envejecimiento sobre nuestra pirámide poblacional, ese porcentaje crezca exponencialmente.

En el mejor de los casos, en sólo 15 años rondaremos los 140.000 habitantes, en el peor…, puntos suspensivos otra vez. Como para hacer guerras alrededor de si es mejor el pacto local que propugna Montoro y secunda nuestro presidente de la Diputación, o el de Herrera y su gobierno. Con el local vacío para qué necesitamos pactos. Ni galgos ni podencos y llevan tres años discutiendo sobre ello.

No es ese el pacto que necesitamos. El pacto ha de ser otro. Ha de ser por el desarrollo. Por el equilibrio en las oportunidades para los distintos territorios y quienes en ellos habitamos. Por dejar de mirar tanto a las pretensiones de los más privilegiados y favorecidos históricamente cuyos nacionalismos y poderes políticos tratan de blindar esas diferencias y mirar a quienes aquí al lado llevamos siglos poniendo la cara, los graneros y los soldados con los que otros han prosperado.

No es consuelo que Alicante o Castellón pierdan más población que Zamora. De allí se van muchos llegados con la burbuja de los años de extraordinaria bonanza. Aquí son los que van ocupando bajo la tierra el espacio que antes ocuparon sobre ella. También oleadas inacabables de jóvenes que buscan fuera oportunidades que el mundo brinda y Zamora no ofrece.
 
El pacto -al que ya he dedicado varias columnas a lo largo de mis siete años como escribidor- imprescindible y urgente es el de los políticos para la defensa de Zamora y no de sus siglas. El de los empresarios por la unión y el trabajo conjunto. Es el de los sindicatos a favor del bien común y no del propio. El de los zamoranos por apoyar todo lo que sea inversión y progreso y no por el escepticismo, el victimismo y la resignación. Por alentar a los que aspiran al triunfo y buscan el éxito y no por el destructivo chismorreo.

El pacto que el futuro nos exige es por la excelencia y la exigencia. Exigencia hacia adentro y afuera. La necesidad existe, los mimbres no lo tengo tan claro, pero los líderes capaces de lograrlo me temo que solo brillan por su ausencia. Así, 185…., y bajando.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Los Viajes

Que Diputados y Senadores viajen a costa del contribuyente en muchos de sus viajes personales escandalizará al ciudadano común pero no es ilegal. Es simplemente una prebenda que va unida al cargo. Por el hecho de ser Diputado o Senador en España se tiene a derecho a los billetes de tren o avión para los desplazamientos nacionales. O a no tener que pagar del propio bolsillo los peajes en las autopistas, o a disponer de conexión ADSL gratis total en casa.

Y teniendo aprobadas legalmente y a disposición todas esas prebendas, sería bueno preguntarse cuántos españolitos, ahora tan criticones, hubiéramos tomado la decisión de renunciar a ello. Nuestros políticos no son extraterrestres venidos de otra galaxia ni tampoco ciudadanos criados en un entorno cultural de transparencia, austeridad y división entre lo público y lo privado como ocurre en otras latitudes.

Son unos de entre nosotros, no elegidos porque entre todos pensemos que pueden ser los mejores, o los que mejor nos representen, o los que más simpáticos nos caigan o, en general porque pensemos que sus capacidades, cualidades y convicciones o formas de actuar van a hacer que nos sintamos satisfechos de su elección.

A nuestros políticos nos los dan ya elegidos, sólo tenemos la opción de ratificarlos, sí o sí. Por lo tanto debemos pedir que se atengan al cumplimiento de la ley, pero difícilmente tenemos forma alguna de exigirles un comportamiento más o menos ético, más o menos ejemplar. Nosotros no, quienes los designan a dedo sí.

Quienes ahora, desde los grupúsculos que mandan en los principales partidos, teatralizan el gesto de rasgarse las vestiduras porque unos viajaran a ver a la novia y otras se fueran de compras, incurren en una obscenidad mayor que la actuación que dicen criticar. Porque en su mano sí que está modificar el sistema. Legislar en la dirección que todos sabemos correcta.

Con ello tal vez cualquier ciudadano se preocuparía de conocer el nombre de sus parlamentarios y de juzgar sus comportamientos. Con ello no sería necesario ocultar a los ciudadanos que la retribución real de un parlamentario se acerca al triple de la oficial y podríamos empezar a pensar que no sólo lo ganan, sino que se lo ganan.

Los parlamentarios españoles son de los que menos cobran, oficialmente, porque está mal visto que alguien gane mucho dedicándose a la política. Pero como tampoco es asumible que ganen poco, entonces lo complementan con ciento y un conceptos ocultos. España siempre premió la hipocresía y castigó la transparencia.

Así, hay que ocultar lo que se gana y parecer pobres. Dan risa las declaraciones de bienes que nuestros parlamentarios cuelgan en la web de su institución. Ni una sola dice realmente la verdad. Claro que cuando alguno se aproxima y declara un cierto patrimonio labrado con una vida de esfuerzo y éxito, es la comidilla de los demás políticos, periodistas y lectores. Así nos luce.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Libres e Iguales

Ayer a las 12 del mediodía en todas las capitales de provincia de España, la plataforma Libres e Iguales había convocado a los ciudadanos a la lectura del manifiesto que han respaldado numerosas personalidades políticas y sociales, entre ellas Cayetana Álvarez de Toledo, Mario Vargas Llosa, Antonio Fidalgo o quien hizo la lectura en Zamora, el fermosellano de nacimiento, catalán de adopción desde hace varias décadas, Antonio Robles, referente histórico de la resistencia a la inmersión independentista.
 
Ni en Zamora ni en el resto de ciudades la afluencia fue multitudinaria. Tampoco la divulgación por parte de los medios de comunicación fue intensa. La normalidad no es noticia, ni moviliza a las masas. Eso no es necesariamente malo, demuestra que la democracia está asentada y la sociedad no se siente amenazada.

Sin embargo, no es precisamente el momento actual el más estable para nuestra convivencia en democracia. No son pocas las amenazas que se ciernen sobre nuestro régimen constitucional y para la pervivencia en paz y libertad de la nación más antigua de Europa y que aún se llama España. Ayer tocaba hablar de una de ellas, el desafío de los independentistas catalanes al proyecto común de los españoles, catalanes incluidos. Tocaba decir basta ya a que unos cuantos decidan por todos. A la expropiación de la soberanía nacional. A que artificiosas y supuestas libertades supongan la imposición a todos los españoles.

Después de la lectura tuve oportunidad de charlar un rato con Antonio Robles y con su introductor en Zamora, Isaac Macías, mi amigo Sasi, otro luchador en mil causas. Robles tiene libro recién publicado y de obligada lectura. Un repaso completo, exhaustivo y documentado del camino por el que se ha podido llegar a tener que difundir a estas alturas el manifiesto de ayer y que aquí reproduzco: 

Ciudadanos: Todos nosotros tenemos la suerte de vivir en un Estado de derecho. En España. Compartimos una Constitución que ampara nuestros derechos y fija nuestros deberes. Dentro de sus límites, podemos diseñar nuestro perfil político: compartirlo con otros muchos o elegir ser distintos a todos los demás. Nuestra ciudadanía no está condicionada por el lugar donde hemos nacido o vivimos, ni por nuestro origen familiar, ni por nuestros gustos culturales o ideológicos. Somos ciudadanos, es decir gobernantes, del territorio plural que gestiona nuestro Estado. Mañana, en una de las regiones españolas, tan nuestra como el resto, se va a proceder a un acto simulado de democracia con la intención de privarnos de una parte de nuestra soberanía ciudadana y de mutilar nuestros derechos políticos. Queremos denunciar alto y claro este atropello. Queremos seguir compartiendo con todos los ciudadanos españoles nuestra soberanía. Queremos defender este país unido ante los que pretenden su mutilación sectaria. No reconocemos legitimidad alguna a los intentos de fragmentar nuestra ciudadanía apelando a supuestos derechos preconstitucionales. Y, por tanto, exigimos del gobierno del Estado español que defienda con firmeza nuestra ciudadanía común.

lunes, 3 de noviembre de 2014

No basta la cosmética

En la primera mitad de los 90, la sucesión de escándalos con los que cada semana y a veces cada día nos iban sorprendiendo los medios de comunicación -algunos medios de comunicación sería más correcto decir- permitía atisbar a cualquiera que era inevitable un cambio de gobierno, que las fuerzas del cambio dominaban ya las inercias electorales y que el socialismo de Felipe González se descomponía camino de década y media de poder omnímodo.

El cambio suponía un giro radical en busca de aire limpio para las instituciones públicas. Ninguna había quedado a salvo del bandolerismo y la corrupción. Del expolio y la cutrez. La enumeración de asuntos truculentos, bastaría sin necesidad de añadir adjetivos, para completar hasta la última línea de esta columna. Aún así y contra todo pronóstico González fue capaz de mantener el predominio electoral en las urnas de 1993, para caer ya en el 96.
Había entonces en el horizonte una promesa regeneracionista en el horizonte, sin necesidad de cambiar nada más allá del gobierno y las actitudes de los gobernantes. No era el régimen el que estaba en peligro. El sistema estaba cojo, pero no se apreciaba corrompido hasta los tuétanos.

El cambio de gobierno llegó en 2006. La prometida regeneración también, pero sólo en parte. La corrupción desapareció del primer plano de la vida pública, pero, como ahora se demuestra, el humus sobre la que la misma había echado sus raíces, siguió manteniéndose como sustrato inherente a la condición de lo español.
En más columnas lo he escrito, somos legatarios de todo nuestro pasado y como tales nuestro ADN colectivo acoge y mantiene la semilla del pícaro de nuestro Siglo de Oro. Somos Lazarillo de Tormes, somos El Buscón, Rinconete y Cortadillo y el Patio de Monipodio. Sí, varios siglos después “agiornados” a la Unión Europea, a las formas democráticas, a las nuevas leyes y a la sociedad del conocimiento, pero en nuestros genes siguen anidando los recuerdos de aquéllos.

La diferencia entre los primeros 90 y los días que ahora vivimos está en que lo que entonces afectaba a uno de los dos grandes partidos, abarca ahora a los dos y, sin solución de continuidad, también a los nacionalistas que dominan sus territorios. El gran drama actual es que no cabe un relevo ordinario de fuerzas que permita la regeneración, al menos formal.
Con este panorama sólo hay dos soluciones a la vista. Una llama a la puerta utilizando el sistema para ir contra el sistema camino del precipicio. Aunque muchos españoles piensan que ya están en el precipicio y peor no les puede ir. La otra pasa por una reacción de fondo de quienes habiendo provocado el actual estatus siguen cómodos en él. En todo caso, lo que no hay es espacio para la mera cosmética. O es profunda e inmediata la transformación o los españoles dirán que no es de gobierno, sino de régimen el cambio que quieren.

domingo, 26 de octubre de 2014

Está pasando

Nadie en su sano juicio querría un mundo dominado por buitres y otros carroñeros, sin embargo, si ellos no comieran la carne putrefacta, la humanidad habría sucumbido hace miles de años a las bacterias que provocan esa putrefacción de cuerpos a los que el riego sanguíneo ya no llega.

La naturaleza, que es sabia en su misma creación, sabe establecer los equilibrios necesarios para la subsistencia de todo el sistema que conforma la vida en nuestro planeta. Decía Adam Smith en su imprescindible tratado sobre la riqueza de las naciones, que la mayor potencia de una nación no está en su poderío económico, sino en la fortaleza de sus instituciones.
Los países que más han creído en la defensa de la libertad individual han creado mejores, más estables y duraderas democracias. Las democracias más firmemente basadas en la división y el equilibrio de poderes, han sido más transparentes. Aquellas que así fortalecen a sus instituciones, no están más libres de la corrupción, porque ésta no es connatural a las instituciones, sino a la naturaleza humana, pero sí estarán mucho más protegidas frente a la generalización de la podredumbre.

Como las bacterias que viven de la materia en descomposición, la perversión de las actitudes políticas deja en el aire un hedor insoportable que no se corrige tapando o escondiendo el cuerpo del que se propaga. Sólo los buitres, la cal o el fuego lo resuelven.
El pasado fin de semana seguí en directo por Internet el congreso que en varias etapas celebra Podemos. Como esperaba, y en contra de lo que algunos no quieren ver, había gente de todo tipo, edad y condición.  

Que se dijeron muchas “tonterías”, muchos mensajes demasiado manidos, la mayor parte de ellos obsoletos y otros sumamente peligrosos, pues ya se probaron y sólo llevaron a la servidumbre, la miseria y el crimen, claro que sí. Pero qué importa eso a tanta gente en un ambiente en el que el hedor por la materia corrupta es tan intenso, extenso y generado en lo más alto, que lo inunda todo.
Dicen que Podemos, como los buitres, vive y se alimenta de la corrupción. Es cierto. Y se está cebando. Pero hemos de reconocer que se lo están poniendo muy fácil. Dicen que hay revanchismo y cabreo. Cómo no lo va a haber con cinco millones de parados, muchos de eterna duración, miles de universitarios sin expectativas de ningún tipo o siendo “quinientos-euristas”, empresas y autónomos cayendo como moscas…

Dicen de ellos que no aportan nada constructivo. También es cierto, y sin embargo vi junto a lo anterior la fuerza de una ilusión y un objetivo compartido de cambio profundo como sólo vi con Felipe González o con el primer Aznar. Se equivocan los de las críticas superficiales y las gracias estúpidas en torno a coletas o vestimentas. No tienen ni idea de lo que está pasando en España. Está pasando mucho y nada de ello es macroeconomía.
 

domingo, 19 de octubre de 2014

Aunque lo llamen magenta

Habían sido varios los avisos desde su fundación, pero ninguno tan serio como el último. Varios los damnificados, expedientados, preteridos o purgados, pero ninguno con esta trascendencia. Fueron la primera esperanza de regeneración en el conjunto de España, junto con la feliz aparición en Cataluña de los Ciudadanos de Albert Rivera, el zamorano Antonio Robles y unos cuantos luchadores más de la resistencia al nacionalismo y al “pujolismo”.

Ahora esa esperanza se diluye bajo el sobre-protagonismo de una lideresa en la que han aflorado vicios autoritarios de los que sus adversarios alertaban siempre que podían pero a los que no se les daba demasiado crédito por ser críticas demasiado interesadas.
No digo que la esperanza regeneracionista de UPyD haya muerto, afortunadamente muchos de sus postulados siguen vigentes, abogando por cuestiones que mejor pronto que tarde serán obligadas para la democracia española, por mucho que la pereza de los partidos mayoritarios trate de evitar unos cambios que a ciertos personajes les restarían buena parte del provecho que obtienen del actual régimen. Lo cierto es que heridas sí que han quedado las expectativas de que los de Rosa Díez demostraran que se puede jugar de otra manera en el tablero de la política.

Sosa Wagner es cualquier cosa menos un ambicioso de la política. Lo más alejado a un contra-líder al que Díez, quien dio vida, presencia y hasta color a su partido, deba temer como una amenaza para su liderazgo que, por otro lado, tampoco debería creer –ni querer- eterno.
Sosa es un académico de los que ha permitido, por ejemplo, que Mario Vargas Llosa, quien además de peruano también es español, se haya alejado de las fotos con el Partido Popular para pedir el voto para UPyD. O de quienes, con su sola presencia encabezando la candidatura europea, estimularon que Pedro J. Ramírez pidiera ese mismo voto en vísperas de las recientes elecciones en una felizmente razonada carta en el diario El Mundo.

Consideran Rosa Díez y su corte más cercana que es delito de traición proponer la unión de las fuerzas que, en lo fundamental, propugnan los mismos y radicales (no de extremismo, sino de raíz) objetivos. Por querer sumar fuerzas con Ciudadanos, apean a Sosa de su portavocía europea y él, sin estruendo, se vuelve a su casa. Sólo el mediocre –claro que, ¡hay tantos!- no es capaz de ver más horizonte que el de la política y de pagar, por permanecer por ella amamantado, el precio del servilismo más indigno.
Fuerzas como UPyD, Ciudadanos, Vox, son necesarias para defender principios y fines que otros han dejado de apadrinar en aras a obtener réditos cortoplacistas. También para que los dos grandes partidos vuelvan la vista hacia puntos a los que han dejado de mirar. Lo importante en todo ello no son las siglas o los liderazgos, sino que la fuerza de la razón permita alcanzar los planteamientos que defienden.

domingo, 12 de octubre de 2014

El vaso de Valdeón

Dice el presidente del Partido Popular en Zamora que no hay que airear los problemas internos. Ello a raíz de las explosivas declaraciones de la alcaldesa Valdeón en medios de comunicación locales y regionales en las que arremete sin ambages contra la actual dirección provincial popular.

No voy a ocultar que en algunas ocasiones he mostrado mi desacuerdo con actuaciones concretas o con algunas de las líneas que la alcaldesa ha marcado -o ha dejado que le marquen- en la gestión de su gobierno municipal. Pero en este momento respeto y amparo su derecho a sacar los pies del tiesto tras los reiterados episodios de guerra sucia de la que viene siendo víctima desde la propia casa y especialmente en los últimos tiempos.
La invención, manipulación y filtración mezquina de encuestas contra Valdeón y su gestión (al igual que contra Mañanes en Benavente, caso sangrante, en la misma línea de iniquidad con que en su día borraron del mapa al anterior alcalde, Antonio Zapatero), ha sido la gota que colmó un vaso que empezó a llenarse desde antes del primer día.

El mayor pecado de Valdeón, haber venido a Zamora sin demasiadas ganas. El primer pecado de Martínez, haberla tenido que aceptar aún con menos ganas. Les cuento cómo empezó todo. Había un consenso bastante amplio entre quienes dejábamos el Ayuntamiento, entre las voces más importantes del PP zamorano y también de Castilla y León, respecto de que la entonces consejera era la mejor opción para la alcaldía de Zamora. Como no hay democracia en nuestros partidos, no había forma de contrastarlo, pero esa parecía la opción también que mejor respaldarían afiliados y votantes.
A quienes no les gustaba nada tal posibilidad era al clan García Carnero (liderado por Martínez y Castro). La cercanía de la elegida a Herrera ponía en riesgo (luego no fue así) el control homogéneo del partido del que de otro modo podrían disfrutar tranquilamente ante la marcha de algunos incómodos, la útil y plácida docilidad de quienes no simpatizaban con ellos pero viajan a gusto y la mansedumbre del resto.

La resistencia a Valdeón sólo se venció cuando alguien le dijo al entonces portavoz en las Cortes: la clave para que se acepte a Valdeón por el partido en Zamora es que el presidente insinúe que el mejor candidato puede ser el propio presidente provincial del partido y de la Diputación. Era un lunes por la tarde. A la mañana siguiente, Herrera declaraba públicamente: No nos preocupa Zamora, hay muchos y muy buenos candidatos, entre ellos el propio presidente del partido y la Diputación.
Los medios recogieron el comentario, esa tarde gabinete de crisis en la Diputación, no diré pánico, pero la sensación no quedó muy lejos para quien nunca ha tenido que ser votado directamente. Al día siguiente Valdeón era defendida como la mejor y única opción del PP zamorano para encabezar la candidatura municipal. Así empezó todo.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Alcaldes

En el Día de la Provincia se repitieron seguro ciertos puntos comunes en las intervenciones de nuestros máximos representantes políticos. Hoy domingo, compartiremos páginas con extractos de esas reiteraciones, con cuarto de triunfalismo (tampoco estamos para más), algo menos del cuarto de reivindicación (en voz baja, no vaya a ser que los teóricos sujetos pasivos de la reivindicación vayan a escucharlo y se molesten), y el resto, hasta desbordar el kilo, de autocomplacencia (que en eso conviene mantenerse en forma, y más en año electoral).

De fijo no me equivoco en los ingredientes, tal vez me desvíe algo en la dosis, que como bien se sabe es la que hace el veneno y me falta por ver con qué pinceladas de los enfrentamientos entre dirigentes que estos días saltaron a la luz se habrá visto aderezada la jornada.
Entre medias, una nutrida representación de la sociedad civil zamorana, de los empresarios, los sindicatos, el mundo del deporte, la cultura o los servicios sociales. El del asociacionismo en su conjunto, que con sus más y sus menos, sus brillos y sus sombras, sus valentías y mediocridades, sus valores y sus carencias, como los políticos que nos rigen, son ni más ni menos que el reflejo fidedigno de la sociedad que somos..

Entre todos ellos y todas las palabras. Entre la pompa y la naturalidad. Entre el desgaste de las intenciones y el polvo de las ejecuciones, algún frescor y bastante naftalina, personalmente me quedo con los alcaldes y de entre ellos con los de los pequeños y medianos municipios, si es que en nuestra provincia no tenemos que considerar que todos los municipios somos pequeños.
Me quedo con quienes ejercen cada día de alcalde y de alguacil, de encargado de mantenimiento y de oficina de quejas y reclamaciones. De auxiliares del médico o de la Guardia Civil. De árbitros y de serenos. Telefonistas, fontaneros y electricistas. Me quedo con los alcaldes y alcaldesas y con sus concejales, de gobierno o de oposición, que tienen el santo valor de dar la cara por la mejora de ese trozo de tierra al que el destino los vino a dejar, a ellos y a los padres de sus padres. Los que sostienen los andamios de unos pueblos y comarcas ya desangrados en una provincia que mientras envejece dormita y se le escurre de entre los dedos al dios Progreso.

Claro que no todos son iguales, ni todos puros, ni siempre castos o santos. Pero eso me da igual. Son los muñecos del pim, pam, pum de tirios y troyanos. Los apoyos útiles. Indígenas a los que otros, pocos mejores que ellos, tratan de colonizar con baratijas, palabras vanas y cuentos viejos. Ellos, casi todos a estas alturas -y yo- ya sabemos que el escepticismo es virtud. Pero si en algo es digno creer, en esta política bastarda a la que hemos llegado, es en ellos.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Reinventar Zamora

Abogaba el Director General de Caja Rural de Zamora en su intervención con motivo de la entrega de los premios de la Fundación Científica de la entidad, por el diseño de un plan de desarrollo para nuestra provincia. Cipriano García lo hacía tomando como base la necesidad de desarrollo y adaptación a los tiempos actuales del sector agropecuario que sigue siendo a día de hoy el principal sector económico productivo de Zamora. A partir de ahí reclamaba un impulso institucional eficaz.

Con la cautela que marca el representar al principal instrumento financiero privado de nuestra provincia, apuntaba en la misma dirección en que desde otros ámbitos, aunque más bien “sotto voce” se viene reclamando algo que también en esta columna he expuesto en varias ocasiones. Zamora necesita una estrategia de desarrollo cuyos fundamentos básicos sean compartidos y respaldados desde el ámbito público institucional, desde el privado, empresarial y financiero y por el conjunto de la sociedad civil.
No es fácil. Cuanto más pequeños más ruines. No somos los zamoranos el mejor ejemplo tradicional de integración colaborativa o proyección colectiva de metas comunes. Vemos cómo muchos zamoranos consiguen éxitos importantes cualquiera que sea su campo de actividad. Casi siempre lo hacen fuera. Es anómalo que esos mismos éxitos se produzcan en nuestra tierra o lo que es peor, que los mismos sean social e institucionalmente reconocidos y respaldados cuando se producen.

Así, ni social ni institucionalmente están suficientemente reconocidos los logros y esfuerzos de Caja Rural, Cobadu o Gaza, tres casos de gestión ejemplar. O de buena parte de nuestros queseros, vinateros y otros empresarios o cooperativistas del sector agropecuario, pero también del sector industrial en Zamora.
Pero esos esfuerzos y logros no serán por sí suficientes sin una apuesta institucional decidida, desde aquí directamente y desde la Comunidad Autónoma y el Estado. En una provincia con las paupérrimas tasas de actividad económica, empleo y población activa no basta ya con ir capeando el temporal. Es imprescindible reinventar Zamora.

Para ello, mal que nos pese a quienes, como liberales, defendemos propiciar al máximo el desarrollo de la sociedad civil al margen del aparataje institucional, es requisito inexorable el compromiso político de nuestros representantes. Si me apuran, es necesaria la disposición al sacrificio personal de los políticos que nos representan para subir el nivel de exigencia de una provincia tan apegada al fatalismo y la resignación.
No sólo ellos. También el conjunto de los ciudadanos hemos de cambiar nuestra característica aversión al riesgo, al cambio, a las transformaciones. Pero en primera fila ellos. No solo hablo de aparcar diferencias ideológicas, sino de que no puede ser que por celos o afanes de protagonismo personal unas instituciones estén de espaldas a otras y todos procurando no hacer nada que perturbe la tranquilidad de los “dedos designadores” superiores. Reinventarse o vegetar.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Vivir o morir

No es que el proyectado Centro Logístico de Zamora haya sido finalmente descartado por la Junta de Castilla y León lo preocupante. O, al menos, no lo más preocupante. Pero estaban cargadas de razones las críticas de los representantes empresariales zamoranos, por un nuevo golpe al desarrollo posible de nuestra ciudad y provincia.

Lo grave no es una u otra actuación concreta de las instituciones supra provinciales. Probablemente, en tiempo de recursos limitados como los actuales, haya otras inversiones prioritarias y con mayor rentabilidad social y económica. Lo preocupante verdaderamente es la impresión (no digo que sea la realidad, habrá que darles aún el beneficio de la duda a nuestros políticos autonómicos y provinciales) de que no existe una idea clara de lo que se quiere para nuestra región y especialmente para Zamora y otras provincias ante una crisis que, en estos casos, va mucho más allá de la coyuntura económica general en España.

Precisamente el CYLOG, en cuyos primeros pasos participé, forma a parte de una de las llamadas estrategias regionales de desarrollo, unido a las "cúpulas", una de las cuáles, la de la tecnología, se preveía para Zamora y aún no ha sido oficialmente descartada aunque oficiosamente parezca evidente que lo está y más tras el tropiezo y en buena medida escándalo de Soria con la del Medio Ambiente.
Vivimos tiempos muy complicados, también para los presupuestos públicos. La crisis pilló con el paso cambiado a las administraciones y que la nuestra es por definición una de las Comunidades Autónomas con mayores problemas de viabilidad por su enorme superficie (más grande que Portugal) y su escasa población (dos millones y medio de habitantes). En todas las regiones se han frenado multitud de proyectos, anulado muchos otros y convertido en vergonzantes fracasos iniciativas planteadas cuando parecía que nadábamos en la abundancia.
Pero por las especiales características de Zamora y Castilla y León es mucho más necesario diferenciar el tratamiento anti crisis. Porque aquí no estamos ante un elemento de coyuntura, pasajero por tanto. Estamos por el contrario en una acentuación de una crisis estructural, con un modelo que ya no puede vivir de la agricultura como tradicionalmente y no hay un modelo aún de desarrollo alternativo.
La vertiente social del Gobierno Herrera es innegable. Siempre la ha marcado como su prioridad por convicción, no sólo por cálculo electoral, aunque es innegable que en el entorno sociopolítico cortoplacista al que nos hemos entregado, esa es la posición fácil. El riesgo, que es ya una realidad, es que con ello no resolvemos los problemas de fondo. Un torniquete frena la hemorragia momentáneamente pero no evita la muerte.
Seré impopular al decirlo, pero si queremos futuro para nuestros hijos en esta tierra tenemos que apostar por políticas reales de desarrollo económico. Por inversiones con rentabilidad económica y de creación de empleo, aunque durante un tiempo tengamos que sacrificar buena parte de las políticas sociales. Es vivir o morir.

domingo, 7 de septiembre de 2014

La batalla de las ideas

Juan Ramón Rallo es un abogado y economista español dirige un Instituto de Estudios Económicos, ha publicado 10 libros y colaborado en unos cuantos más. Un hombre brillante con dos problemas.

Brillante y con treinta años, es imposible que no diga las cosas tal y como las piensa. Eso sí, dice lo que piensa, que no es lo mismo que decir lo que se le ocurre. Estos últimos gustan más.
El segundo problema será más difícil que cure con los años. Se trata de un seguidor de la Escuela Austriaca de la Economía. Un economista “liberal”. Lo cual es difícilmente perdonable por mucho que titulara una de sus obras, escrita con Carlos Rodríguez Braun, “El liberalismo no es pecado”.

Por eso acaba de ser vetado en Televisión Española donde, contratado como colaborador en una sección del programa de Mariló Montero, tras su primera participación, un escrito sectario de quienes imponen qué ideologías son válidas y cuáles deben ser gaseadas, en este caso agrupados bajo las siglas de UGT, exigía en vomitivo tono su despido.
No está el problema en la carta del sindicato que, según dicen, ha robado más de cien millones de euros a los parados de Andalucía. Está en la dirección de Televisión Española, designada por el gobierno con mayoría absoluta del Partido Popular. Es el Partido Popular quien veta, por razones ideológicas, a un economista liberal. Quien censura unas ideas que con mayor o menor flexibilidad son las suyas. O eso creíamos algunos. No menos legítimas como las socialdemócratas provenientes del marxismo o el marxismo de nuevo emergente, que nadie censura.

En el PP llevan lustros convenciéndonos de que terminó la era de las ideas, murieron las ideologías, ya sólo rige el pragmatismo. Es la teoría de Arriola de que los ciudadanos votamos sólo en función de la cartera. Posiblemente un caso clínico de extrapolación a los demás de lo que uno ve en sí mismo. La teoría del “hacemos lo único que se puede hacer”. De la cual el ciudadano desprende que si es lo único que se puede hacer, qué más ha de dar que lo hagan unos u otros.
En ese feliz pastel estábamos hasta que llegó desde la izquierda de la izquierda el huracán. Un equipo de gente inteligente, lista, preparada y con una idea clara. Quieren el poder. Y van camino de conseguirlo.

Imponer la censura, y no es el primer caso, a quien no le toca la lira al Gobierno pero divulga las ideas y las razones que demuestran por qué los caudillos de Podemos están equivocados o quieren equivocarnos, permite un limbo de momentánea tranquilidad, pero la desmovilización nunca ha servido para frenar una invasión. A las ideas hay que combatirlas con las ideas.
El problema hoy, es que mientras unos van penetrando la sociedad a ras de suelo, otros están demasiado encumbrados como para alcanzar a ver lo que pasa aquí abajo. Cada vez pinta peor.

domingo, 31 de agosto de 2014

Rayuela

Se cumplen cien años del nacimiento de Julio Cortázar, en febrero treinta de su muerte y hace un año cincuenta de la publicación de Rayuela, antinovela de la que el escritor argentino refirió en una carta a Paul Blackburn “si te interesa saber lo que pienso de este libro, te diré con mi habitual modestia que será una especie de bomba atómica en el escenario de la literatura latinoamericana”.

En lo literario y en lo demás, las grandes transformaciones vienen con revoluciones más o menos cruentas. Éstas surgen por que el humus sobre el que arraigan las ideas, los principios, los hábitos y las costumbres de un tiempo va cambiando hasta alcanzar el momento en que permite generar el evento extraordinario, catalizador, transformador y, en cierto sentido, salvífico al que más tarde se llamará revolución. Ahí muere el antiguo régimen y nace el nuevo.
En la España política y social transitamos ya inmersos en los meses clave en los que empezará el Siglo XXI. Si la historia nos ha enseñado algo, es que no son los números los que dan inicio y término a los siglos, sino ciertas concatenaciones de acontecimientos no previsibles ni sometidos al calendario.

Decía Cortázar, hablando –no únicamente- de literatura, que “la realidad cotidiana en que creemos vivir es apenas el borde de una fabulosa realidad reconquistable, y que la novela, como la poesía, el amor y la acción, deben proponerse penetrar en esa realidad. Ahora bien, y esto es lo importante: para quebrar esa cáscara de costumbres y vida cotidiana, los instrumentos literarios usuales ya no sirven”. En este extraño verano del 14 percibo en la atmósfera ese olor a ozono que precede a la tormenta. Ese aroma de tierra mojada, minutos antes de que se desprenda la primera gota del cielo.
A la pata coja, en el juego de la rayuela, los niños tratan de alcanzar el cielo sin perder el equilibrio. A la pata coja, con los ojos de unos medio vendados y los de otros con mirada afilada, España avanza convulsa por los tiempos de la nueva revolución.

“¿Cómo escribir una novela cuando primero habría que des-escribirse, des-aprenderse, «partir à neuf», desde cero? Mi problema, hoy en día, es un problema de escritura, porque las herramientas con las que he escrito mis cuentos ya no me sirven para esto que quisiera hacer antes de morirme“. Veo en la frase de Cortázar, procedente de otra de sus cartas, una analogía, que hoy aún sólo se atisba, con la situación de nuestra vida democrática tan amenazada tanto por los que la mantienen anquilosada y cautiva como por los más emergentes de quienes quieren deconstruirla.
Cuenta Vargas Llosa que antes de irse de Argentina Julio tenía migrañas y fue a un médico que, tras examinarlo, le dijo que lo que tenía no era una enfermedad, sino un estado de opinión. Tal vez todo sea eso. Tal vez no.

domingo, 10 de agosto de 2014

Tontos del Siglo

Tan acostumbrados estaban ellos a que en España la tontería y la superficialidad no sólo salen gratis sino que generan pingües beneficios en fama, prestigio y reconocimiento social -además de económicos que es lo que les mola-, que pensaron que todo el monte es orégano.

A lo Alberti, se equivocó la paloma, se equivocaba. Pensó que Hollywood era Chueca. Se equivocaba. Y que el cine no era industria y cuenta de resultados, sino subvención y mamandurria. Y le tocó rectificar. A ella y a él.
Nuestros dos actores más internacionales, criados a los pechos de Almodóvar y acomodados en la troupe de los Bardem han metido la pata hasta el fondo. Tanto, que Penélope Cruz ha merecido la distinción del entorno hollywoodiense de “Tonta de la Semana”. No me alegra, porque como española que es, una fracción de tal distinción nos corresponde a los demás españoles.

Los mismos que buscan para dar a luz el exclusivo, elitista y caro-carísimo, además de judío, hospital Monte Sinaí son los que protegidos por esa poderosa secta española del pensamiento lelo y progre que domina nuestro cine piensan que pueden llevar su vacío y simple buenos y malos, a cualquier lugar del mundo. Y resulta que a veces pinchan en hueso y hacemos el ridículo.

Pasar de que te chupe una teta con sabor a “Jamón jamón” el chico de los “Huevos de oro” a resolver el conflicto israelí-palestino con tres simplezas y en voz alta para todo el mundo no es el mejor de los caminos para salir indemne.
Aquí, donde de historia, relaciones internacionales y geopolítica sabemos más o menos lo mismo que Franco cuando todo lo reducía a la famosa conjura judeo-masónica, recibirán hasta algún homenaje. Joder, es que llamar genocida a Israel es lo más, y a estas alturas mucho más “chic” que protestar contra el imperialismo yankee. Aunque las fuentes sean las mismas. Desde que a Obama le dieron el Nobel de la Paz antes de hacer nada, ya no hay manifestaciones en Europa contra los Estados Unidos.

Discrepo de que la distinción de tonta de la semana se la hayan otorgado por criticar a Israel. Cada uno debemos tener derecho a expresar nuestra opinión sobre cualquier asunto. Discrepo de los que la critican por morder la mano que le da de comer y muy bien, por cierto, con decenas de millones de dólares por salir en sus películas. Eso marcaría independencia, criterio y valentía. Libertad, en una de las palabras con más bello significado, por mucho que yo no comparta su opinión sobre tan complejo problema.
Yo la mención y no por una semana, sino por un siglo, se la daría por la inmediata rectificación (a los 30 segundos de que la llamara su representante, imagino). “Yo no soy una experta en esta situación y soy consciente de la complejidad de la misma”. De lo mejor que he oído. Y tan panchos.

domingo, 13 de julio de 2014

Intrahistoria

Es el verano tiempo óptimo para lo ligero y poco apropiado para lo trascendente. Es tiempo de ensaladas con cerveza o tinto de verano. De terracitas con tertulia y gin-tonic vespertino -real o imaginario- como al que Millás atribuye buena parte del acierto en sus columnas.

También la Reina Madre inglesa atribuía el secreto de su buena salud y longevidad que la llevó hasta los 102 años, a una costumbre inamovible. Su gin-tonic como aperitivo justo antes de la comida. Si el de Millás puede ser licencia literaria, el de la reina era real y con el toque brittish en su intrahistoria. El rito, mecánico pero consciente exigía preparación al estilo Dry Martini: en vaso corto, primero mojando bien los hielos con ginebra; luego, con los hielos bien perfumados del alcohol, quitando esa ginebra y sirviendo más. Al final, la tónica, pero en dosis pequeña.
Cuando falleció, sus admiradores llevaron al palacio de Buckingham flores y botellas de Beefeater vacías. Nadie pudo decir que no fuera un magnífico y flemático modo de rendir homenaje.

En las horas de la reina, mucho antes de la de Millás. Sólo bajo los efectos del relajado café del sábado. Con el trino de gorriones colándose por la ventana, mezclados arrítmicamente con las notas jazz de Ellington y Coltrane. Sonando juntos en mi salón como hielos enfriando el cristal de las paredes de una copa balón. Leo en nuestro periódico que los padres de los niños que frecuentan la zona de juegos infantiles más disfrutada de la ciudad piden, apenas vallada para sustitución de elementos dañados, que el arreglo y el tiempo de cierre se demoren poco.
Uno no tiene vida y aconteceres suficientes como para unas memorias, pero de vez en cuando surgen como pinceladas, hechos de los que sí conserva, en el baúl de la memoria, las claves por las que surgieron. En ese momento el ego se satisface con unos breves sorbos de autocomplacencia –también llamada vanidad-.

Así les cuento hoy el porqué de ese parque de la plaza de Castilla y León “el de Hacienda”, y el de la plaza del Maestro Haedo “el de San Gil o el del Serafín”. Dos actuaciones que chocaros y fueron criticadas pero enlazaban con el espíritu clásico-innovador que presidía nuestra idea de la Zamora del siglo XXI. El encaje de los mismos y su diseño concreto se deben al equipo de arquitectos, encabezado por Joaquín Hernández, que diseñó la nueva Santa Clara. La idea, el lugar y el estilo que debían tener, fueron míos en aquellos momentos en que me dedicaba a la gestión pública.
Idea original no. Casi todo está ya inventado. Viajar, mirar con los ojos abiertos y querer para tu ciudad cosas que la mejoren. Inspiración: un parquecito urbano en Madrid, Calle de Serrano. Faltó un carrusel clásico con caballitos pero es que había que ajustarse al presupuesto. Allí mismo, el buen gin-tonic de Jose Alcina. Sigan disfrutándolo.

domingo, 15 de junio de 2014

Pensamientos clandestinos

La esquizofrenia colectiva es un cúmulo de circunstancias sociales que llevan al caos y la improvisación. Un caos que, de puro patético, suele resultar hasta divertido. España vive gravemente inmersa en plena crisis esquizoide. O más que España, sus más altas instituciones, porque el conjunto de los españolitos bastante tienen con intentar salir adelante cada día. En la más alta de las instituciones, con la abdicación del Rey, estamos completando un completo catálogo de estupideces. No por la abdicación en sí sino por cuanto la está rodeando.

Esquizofrenia es mantener un régimen de monarquía parlamentaria pero querer camuflarlo como si de otra cosa se tratara. Sólo así se entiende que la abdicación, que es un acto personalísimo, unívoco e intransferible del monarca se rodee de una parafernalia absurda y artificial. No es normal que quien dé cuenta de la misma no sea el propio Rey sino el presidente del Gobierno.

Menos aún que nuestros Diputados voten sobre ello. Desde el mismo instante en que el Rey firmó su abdicación, dejó de ser Rey y eso ni siquiera es algo revocable por lo que aún no sé qué es lo que sus señorías votaron (demostrando una vez más que la inmensa mayoría son perfectamente prescindibles o sustituibles por un cartón troquelado). Desde luego no la ratificación de la abdicación porque eso no correspondía como bien han expuesto en los últimos días los mejores constitucionalistas de este país, algunos académicos de la lengua y cualquiera con un mínimo de conocimiento y sentido común.

Perplejidad suscita también que a la coronación o entronización del heredero, que eso es lo que se va a producir, se la convierta casi en un acto clandestino. Imagino que para no ofender a los antimonárquicos. Como si eso fuera a servir de algo. No, lo que ocurre es que la hipocresía está tan acendrada en nuestro código genético colectivo que decimos que queremos monarquía pero no podemos mostrarnos orgullosos de ella, igual que tenemos Constitución pero tampoco podemos defenderla con las armas que ella misma establece, frente a los ataques cada vez más desaforados y escandalosos a los que se la somete por los independentistas.

Por último, que no será lo último, sólo cuando desde algunos medios muy concretos se ha forzado, se ha decidido que el nuevo Rey haga un mini recorrido por cuatro calles de Madrid. La austeridad está para otras cosas. ¿O es que aquí sólo se pueden celebrar los éxitos deportivos?

Monarquía o República son válidas, pero mientras no lo cambiemos por cauce y mayoría adecuados, la primera es la que rige porque así lo ratificaron los españoles en el 78 de forma unánime. Como estoy orgulloso de ello y del progreso que, a pesar de los pesares nos ha traído y como me voy calentando mientras escucho, brutales, los acordes de la guitarra de Jimi Hendrix, sin que me dé la gana pedir perdón a nadie, escribo: ¡Viva España!¡Viva nuestro Rey Felipe!

domingo, 8 de junio de 2014

Abdicar

El último domingo de septiembre del pasado año publiqué un Espejo bajo el título “Abdicar o no abdicar”: “Pienso que la sucesión lleva al menos un quinquenio de retraso y que los cambios han de hacerse cuando las cosas van bien. Si no, ocurre lo de ahora. Si el monarca sigue nadie ve en él ni la fuerza ni la representatividad que su prestigio, bien ganado al liderar el tránsito –desde dentro- de la dictadura a la democracia, le daba hasta hace no demasiado tiempo. Si no sigue y cede ahora el testigo, dicen algunos que la patata caliente que deja en manos del Príncipe puede abrasarle las manos apenas sea investido”.

El rey Juan Carlos ha resuelto la disyuntiva y ha abdicado. Lo ha hecho en verdadero encaje de bolillos buscando (quizás entre otras razones no confesadas, ni falta que hace) una fecha en la que la interferencia con la vida política fuera la menor posible y, según se ha argumentado, cuando sus condiciones físicas no fueran especialmente malas. Ha acertado, prestando con su renuncia un nuevo e importante servicio a España. Y a los españoles, porque España no es un ente abstracto ni un etéreo concepto (discutido y discutible dijo alguien), sino una decisión colectiva de convivencia consolidada por la historia y orientada a un futuro de libertad y prosperidad.

Juan Carlos I ha sido un magnífico Rey, uno de los mejores monarcas que hayamos tenido. Su jefatura del Estado ha encarnado la mejor etapa de nuestra historia moderna y contemporánea. Infinitamente mejor que los periodos republicanos que algunos mitifican. Es fácil ponerle peros, siempre lo es, aunque el paso del tiempo agigantará su categoría, los peros quedarán en mera anécdota, diluidos en el olvido.  

Por principio no soy monárquico. Por convicción aquí y ahora sí. Los regímenes hereditarios son anacrónicos y sin embargo no se me ocurre en estos momentos y en esta España una mejor apuesta que la que nos aprestamos a hacer por la continuidad dinástica. En muchos siglos esta es nuestra primera experiencia democrática no fallida. Conservémosla. Son casi 40 años en los que a pesar de nuestras sempiternas pulsiones autodestructivas y de la paulatina degradación del nivel de nuestra política y nuestros políticos aún nada está perdido.

El último servicio es irse a tiempo, ceder el testigo a quien puede dar un nuevo impulso. Cuando su figura sufre su peor estado de erosión, fundamentalmente por graves errores propios, dar el relevo es la salida adecuada, generosa y en servicio a todos los ciudadanos. En eso nada puede aportar más confianza, seguridad y estabilidad que el reinado de Felipe de Borbón. En una arquitectura constitucional en la que el Rey reina pero no gobierna, la persona es el símbolo. Los pueblos requerimos elementos catalizadores, referencias y factores de equilibrio y guía. Juan Carlos, con sus brillantes luces y sus graves sombras, lo ha sido y vuelve a serlo ahora abdicando cuando aún no es demasiado tarde.

domingo, 1 de junio de 2014

Podemos. ¿Queremos?

No recuerdo a quien parafraseaba el anterior director de La Opinión-El Correo de Zamora cuando al proponerme, y ya va para siete años, que dedicara unos minutos en mi semana a escribir estas columnas para los lectores zamoranos. En solo una frase una lección de periodismo, lo importante de una buena columna no es cuánto eres capaz de decir en ella sino cuánto eres capaz de recortar de su extensión sin que lo que quieres decir pierda sentido.

Con mayor o menor éxito según los días he intentado sintetizar en menos de quinientas palabras mi opinión sobre multitud de temas, de actualidad o no, o sobre distintas perspectivas de un mismo tema recurrente que, como las aguas del Guadiana, con relativa frecuencia aflora en el cauce de este personal e intransferible Espejo de Tinta.

El tema en cuestión, como cualquiera que me siga conoce, no es otro que la lucha latente entre la evolución de los tiempos y de los usos y costumbres de la sociedad en que vivimos por un lado y el anquilosamiento de las estructuras de control del poder que, cada vez más férreamente, tratan de mantener en el inmovilismo los pequeños grupos que dominan los dos grandes partidos políticos de nuestro sistema democrático.

Esta lucha, en la que mi pensamiento y palabra militaban ya en los tiempos de mi dedicación a la política, no deja de ser una vez más la lucha entre el bien y el mal. Entre la libertad y la opresión. Entre la democracia y las pulsiones oligárquicas. En esta batalla, el domingo pasado ocurrieron circunstancias tan determinantes que lo que era una jornada electoral más, se transformó en una convulsión que sin llegar a ser la revolución que algunos ven o esperan, traerá más consecuencias de las que otros, asentados burócratas de la política, sospechan.

Una jornada per se especialmente anodina. Una cita a las urnas en la que teníamos que elegir a 54 representantes que se diluirán entre los 751 que se eligen en el conjunto de Europa. Un día en el que apenas cuatro de cada diez convocados a las urnas acudimos a votar, se ha convertido en un vendaval que en varias direcciones remueve a una sociedad donde el cabreo generalizado frente a los políticos aún se toma a rechufla por éstos.

Factores como la fuerza de la televisión y las redes sociales. Elementos como el interés mutuo entre gobierno y oposición mayoritaria por mantener su privilegiado estatus de alternancia controlable. Fracturas como la que separa la España oficial de la España real. El impacto del surgimiento de nuevas fuerzas aglutinadas bajo liderazgos que destacan en una época en la que los líderes individuales son preteridos por la informe, pesada y asfixiante omnipotencia del aparato partidario e institucional. Son circunstancias todas que no soy capaz de resumir en una columna.

En próximos días, con el permiso de los responsables de este mi periódico, les diré qué veo y cómo lo veo. Ampliamente.

domingo, 18 de mayo de 2014

Haiku frente a monserga

Reconozco que no vi el debate de los dos candidatos de los partidos mayoritarios a las elecciones europeas. No es que haya dejado de interesarme la política. Es lo contrario, como me interesa procuro ahorrarme tragos de esos que hacen perder la fe en ella, en el sistema de partidos vigente y en los representantes políticos.
Tengo, no obstante, entendido que lo que temía se cumplió. Que al formato se le llama debate porque algún nombre ha de tener, que todo consistió más o menos en una serie de intervenciones por turnos sucesivos a modo de micromítines. Utilizando un símil literario, una especie de recitado de esos minimalistas poemas japoneses llamados “haikus”. Con mil grandes diferencias, entre ellas una, que en el haiku en tan sólo tres versos se pretende concentrar un sentimiento breve y sincero, normalmente de asombro ante la contemplación de la naturaleza.
El dominio de la televisión a la hora de llegar con los mensajes a los ciudadanos -al menos hasta que se vea definitivamente superada por Internet, para lo que falta muy poco- ha hecho que en este género sólo queden dos posibles representaciones del debate. Uno es al modo espeluznante que tiñe de amarillo y marrón la pantalla donde canis, yonkis y quevedescos bujarrones vociferan, se enfrentan y hasta se tiran de los pelos, sea hablando de sábanas o de futbol. El otro es el de la política de laboratorio y demoscopia, en el que el tono, el ritmo, el gesto y hasta el cuello de la camisa se miden para que nada desentone en el guiñol.
Parecen muy diferentes pero en el fondo la sustancia es la misma. Que nada se salga del guión que el espectador espera. Entre el Sálvame y el modo Arriola hay más nexos que divergencias por paradójico que parezca. Así, el propio Cañete, quien por condiciones y circunstancias podría haber barrido del escenario a la candidata socialista, tuvo que aparecer al día siguiente disculpándose (es un decir), por “no haber sido él mismo”, tras comprobar que en todos los medios aparecía como perdedor en el enfrentamiento.
Suerte para ambos que casi nadie lo vimos. Hubieran subido las expectativas de los partidos minoritarios que ya preocupan a los grandes de tal manera que ahora que vamos saliendo de la crisis, según nos cuenta Botín, empiezan a hablar de las bondades de una gran coalición PP-PSOE.

No hubo debate, lleva mucho tiempo sin haberlo entre ambos partidos. Lejos del espíritu haiku, nada de concentrados sentimientos sinceros. Sólo extensos monólogos prediseñados. Sin principios ni frescura, ante el generalizado cabreo de la sociedad con los políticos, la única respuesta es el enroque corto. Eso es lo peor. Hace pocos años hubiera sido impensable que tras un execrable crimen como el de Isabel Carrasco, tanta gente hubiera escrito en tinta virtual o espuma de graffiti las aberraciones que estos días se leen. Esto va mal.

domingo, 11 de mayo de 2014

El factor humano

El mundo vive desde el principio de los tiempos tintado por el color de la tragedia. A veces, las menos en realidad, es la Tierra la que se levanta frente a sus pobladores. En otras ocasiones, es ese etéreo pero omnipresente velo que tamiza nuestra existencia y al que llamamos fatalidad, desventura, infortunio, sino, desgracia o adversidad el que se adueña de nuestro destino. En el resto, los humanos dotados del privilegio del pensamiento, el discernimiento y el libre albedrío, seguimos empeñados en representar sólo, una y otra vez, la alegoría de Caín y Abel.

En cualquier lugar del mundo y a cada instante un hecho desgraciado se produce en ese inestable equilibrio que siempre contrapesa a ventura, desventura. En África decenas de niñas y jóvenes –apenas un grano de arena en el conjunto de la sinrazón universal de la explotación y el fanatismo- son secuestradas por un dogmático y perturbado criminal armado con un dios arrojadizo y un kalashnikov que amenaza con venderlas por unos dólares como esclavas sexuales.

Este caso ha trascendido, pero cuántos más no se diferencian demasiado y, siendo conocidos, apenas hacen que se mueva nada para prevenirlos o enmendarlos. En África, en el sudeste asiático, en India o China, en Oriente Medio o en los prostíbulos de Europa o América. Si los hombres buenos no hacen nada para evitarlo, el mal triunfa, proclamó Edmund Burke. Aún queriendo obviarlo porque todos tengamos algo de cada uno, hay buenos básicamente buenos y malos sustancialmente malos.

En Extremadura este fin de semana, el infortunio se vistió de inconsciencia y tomó el volante de una excavadora para cruzarse y segar la vida de unos niños deportistas cuyos dedos acababan de tocar la gloria que da el triunfo hasta en la más humilde de las competencias. Un punto kilométrico concreto, una latitud y una longitud determinadas, el efecto lisérgico de las drogas y una maniobra inadecuada en el segundo exacto en el que el drama había de llegar han impregnado del denso y pesado aroma de la muerte, insoportablemente, a un pequeño pueblo que sólo puede preguntarse el porqué de tanta aflicción.

En uno y otro drama, como de lo mejor y lo peor, protagonista el factor humano. A su estudio y tratamiento, a servirnos a todos, ayudando a algunos de quienes más lo necesitan, dedicó su vida tan prematuramente cortada, Violeta. No la conocí personalmente, sí a sus padres, y aún pensando distinto –no en muchas de las cuestiones verdaderamente importantes-, sé que ponen el corazón en lo que hacen y lo que consideran justo. Por su vocación y trabajo intuyo en ella las mismas cualidades. Allá donde esté y en todos en los que sigue viviendo sentirá la satisfacción de haber contribuido a hacer este mundo un poco mejor. Para Paco y Laura, ante la peor de las tragedias para una madre y un padre, mi abrazo cercano y de corazón.

domingo, 4 de mayo de 2014

Fisuras

Pequeñas fisuras en la tierra culminan en un corrimiento que sepulta cientos de casas y se lleva miles de vidas en un instante. Saturno devorando a sus hijos. Pequeñas fisuras en el David de Miguel Ángel amenazan la integridad de la magna obra del escultor renacentista. Dicen que durante trescientos años la figura no estuvo bien asentada y piernas y torso se han resentido.

Aquéllas son colinas que llevaban miles de años contemplando el paso del tiempo y de la vida, los avances y retrocesos de la civilización; creciendo y disminuyendo de tamaño milímetro a milímetro con la acción del viento y la lluvia pero inmutables en esencia. Ésta, obra que la mano del hombre talló en mármol hace cinco siglos. Goliat y David. Mudos testigos de nuestro devenir.

Ante la primera y triple de las preguntas que el filósofo se hizo, qué somos, de dónde venimos, a dónde vamos, se repite en culturas y religiones que polvo somos y en polvo nos convertiremos. Somos tal vez energía, que no se crea ni se destruye, tan solo se transforma. Para las corrientes panteístas el Universo, la naturaleza y Dios son lo mismo. Todos somos uno, el mismo conjunto de energía que toma distintas formas. Mutamos de presencia, pero nada cambia en la esencia.

Ayer había varios miles de habitantes más que hoy en la región de Argo, Afganistán. Y una colina. Hoy hay menos valle y un montón de tierra sepultando casas y cuerpos inertes. Ayer miles de mentes infiriendo e interfiriendo a cada segundo sobre las circunstancias propias y las ajenas. ¿Hoy?

En la teoría del caos, se habla del efecto mariposa. Una modificación, en apariencia insignificante en las condiciones de un sistema caótico -la naturaleza y el mundo lo son- podrá generar un gran efecto de cambio a través de un proceso de sucesiva amplificación. El aleteo de una mariposa en un extremo del mundo puede provocar, si se dan las conexiones oportunas, un tsunami al otro extremo del planeta.

Recuerda Juan Villacorta en El Oficio de la Naturaleza que el tiempo ha sido percibido en la física clásica como una continuación sin fisuras, por lo tanto eterno, mientras que la física cuántica propugna un tiempo no continuo, que funciona a saltos cuánticos, lleno de fisuras, con un comienzo y un final por tanto.

Buonarroti esculpió en mármol un David de cinco metros al que el tiempo va dañando. Afganos esculpieron de tierra y roca budas gigantes tiempo después convertidos por otros afganos en millones de partículas de polvo como el que desde ayer es manto para los muertos.

Lo escribe Villacorta, “la mente es una inútil y heroica muralla levantada contra la devastación del tiempo” y éste “un fantasma inestable y angelicalmente destructor que sólo se hace visible en sus efectos”.

Tal vez solo seamos tiempo. Y fisuras.

domingo, 27 de abril de 2014

Desfasado

Creo haberlo escrito ya, pero cada vez voy estando más convencido, a medida que se alejan los tiempos de mi ocupación política, nada o muy poco sé de estrategia política y electoral. Y eso que dediqué en aquellos tiempos muchas horas a la acción y también a la reflexión sobre tales cuestiones. Sobre el trasfondo último de los flujos electorales. Sobre, en definitiva, qué es lo que los partidos deberían ofrecer a los ciudadanos y cómo éstos reaccionan ante los distintos estímulos que se les ofrecen.

Circula en estos días por twitter un trino que cuestiona que al Partido Popular le parezca más presentable lucir en su campaña electoral de las elecciones europeas a la ministra Mato o a Carlos Floriano que al expresidente Aznar.

Sin entrar a valorar los dos primeros nombres, o algunos otros de los que subirán a los escenarios mitineros para que los aplaudan los incondicionales y los veamos el resto en los telediarios, considerar que Aznar no es un activo capaz por sí mismo de sumar más votos que casi todos los demás juntos, a mí, pobre ignorante, me parece una estupidez supina.

Más si, como se percibe en cada acto de este partido, no hay miedo sino pavor a los votos “propios” que declaran que se van a ir a las alternativas minoritarias o de reciente nacimiento, a la desconocida dimensión del voto oculto que vaya a seguir el mismo camino y sobre todo al aterrizaje mayoritario en los terrenos de la abstención que va a ser, según parece, la opción más elegida por el conjunto del censo electoral.

Más si, por ello, partido, Rajoy, Arriola y candidato pretenden que los afiliados y simpatizantes “de siempre” sean el flotador al que aferrarse para no hundirse en porcentaje de voto (aunque esto parezca importar menos que garantizarse quedar al menos una décima por encima del PSOE a la hora del escrutinio, por mucho que eso suponga debatirse entre la nada y la miseria).

Más si, en paralelo, se pretende convertir la incipiente recuperación económica que nos anuncian en “leit motiv” de la campaña, siendo como es Aznar la imagen de la mejor gestión económica gubernamental de nuestra etapa democrática con mucha diferencia sobre las demás, incluida la actual.

No hagan mucho caso, ya les he confesado mi desfase respecto de la nueva política. Tanto que tampoco había caído en que el simpático y bonachón Arias Cañete, quien tiene su destino asegurado con independencia del resultado, fuera un líder político de tal entidad como para calificarlo como “el mejor de los nuestros”. Hombre, entre él y Valenciano la cosa parece obvia, pero de una conclusión a la otra. En fin, que no entiendo la necesidad de unas hipérboles que todo el mundo sabe que nadie se cree.

Recuerda a lo de negar una financiación ilegal que es inherente a nuestro sistema de partidos o afirmar que éstos son de funcionamiento democrático interno.