Anda la policía buscando desesperadamente en el vídeo
propagandístico de los etarras donde está el desarme que dicen que inician.
Porque ni Cantinflas en sus mejores tiempos podía haber ideado algo tan cómico.
La pena es que esto salga en los telediarios y no como un sketch de un programa
de humor.
En resumen, aquí vienen seis tíos con todos los gastos
pagados y seiscientos del ala por cabeza y día de esfuerzo a reírse de nosotros
en nuestras propias narices. Se dicen verificadores y lo que vienen a verificar
es si somos o tan idiotas o tan tercermundistas y pazguatos como para comernos
el alpiste que han elaborado en el avión de venida sin que digamos ni pío.
Resulta que su éxito radica en que se han reunido, no
dicen donde ni cuando, con dos asesinos con mono y pasamontañas que hacen
entrega de tan increíble arsenal que incluye un fusil, cuatro pistolas, dos
granadas, trescientas balas y unas bolsitas con explosivos, imagino caducados,
que supongo entregarán ante el riesgo de que les exploten en las manos y por
una vez corra su sangre y no la de los inocentes. Cada pistola entregada
equivale a más de doscientos muertos en el currículum de la banda. Y a eso lo
llaman desarme los propagandistas.
Y digo que anda la policía tratando de encontrar en el
vídeo enviado a la BBC porque no cuadra que entre tal despliegue armamentístico
no haya al menos un tirachinas, aunque también puede ser que éste quede para la
segunda fase o la tercera o la cuarta. A continuación, lo que policías y
guardias civiles deben hacer –si los políticos los dejan- es buscar en el vídeo
y fuera de él a cada uno de los etarras, porque no puede bastar con que
entreguen cuatro o cuatro mil armas, o con que proclamen que disuelven su unión
para el crimen.
Lo necesario ahora es que entreguen a los que han
empuñado las armas y hecho explotar las bombas, a los que han extorsionado,
torturado y asesinado. Que expliquen cómo y quiénes causaron los varios cientos
de atentados que siguen sin autor conocido para que sean juzgados y paguen por
sus delitos.
Cuando los “verificadores” internacionales puedan venir
con eso en su equipaje, que sean bienvenidos a España, entre tanto mejor
considerarlos colaboradores, encubridores o apologetas si no del terrorismo, sí
de los terroristas. Y de paso, que se investigue con qué dinero público se les
está pagando, porque también eso es delictivo en mucho mayor grado que los
trajes de Camps, por ejemplo.
Me temo, no obstante, que
no van a ir por ahí los tiros –lo siento por la expresión, pero no encuentro
otra mejor- y que vamos a tener treinta y tres sesiones y media de cortinas de
humo mientras se oculta que los terroristas mandan en las instituciones en
comandita con algunos que diciendo estar enfrente, quizás están al frente.