domingo, 26 de septiembre de 2021

El lobo, el hombre y el medio natural

El campo no es del lobo, ni de los ecologistas de salón y sofá de las grandes ciudades, tampoco de unos cuantos burócratas que desde Madrid deciden que el ámbito rural no es de quienes lo habitan y se empeñan en enfrentar el medio ambiente con los habitantes que han permitido que llegue hasta hoy. 

Vienen estos sabios, nuevos sacerdotes del dogma natural, profetas del antiprogreso para los demás, a enseñarnos a los habitantes de los casi prehistóricos entornos rurales y naturales de Sayago, Aliste o Sanabria, lo que es la sostenibilidad, la preservación del medio y la coexistencia hombre-naturaleza. Y como es la forma más cómoda de hacerlo vienen con prohibiciones de aquello que siempre se ha hecho de forma moderada en esos ámbitos. No se hace un plan de inversión económica que transforme el campo de nuestra provincia y lo encamine hacia la mejora de las condiciones de vida de los zamoranos de esas zonas. Tampoco se invierte para compensar por anticipado los perjuicios que cualquier medida proteccionista de las especies animales vaya a suponer para los habitantes. Ni siquiera las administraciones dejan de ser mezquinas, insultantemente lentas y cicateras a la hora de indemnizar a posteriori por los daños ocasionados por la fauna silvestre 

Zamora será rural o dejará de existir, en la dinámica destructiva acelerada en la que llevamos ya demasiado tiempo. En esta ocasión es el gobierno central con su norma contra el hombre y la ganadería tradicional en nuestros pueblos, de preservación indiscriminada del lobo, que expande sus territorios al norte y al sur del Duero. En otra ocasión tuve oportunidad de recriminar esto mismo a responsables del gobierno autonómico con motivo de la redacción y tramitación del PORN (el acrónimo también es un tanto obsceno) del Lago de Sanabria. 

Sin posibilidad de explotación de los recursos agrarios, ganaderos, forestales, silvestres y cinegéticos, convertimos al medio en enemigo de sus pobladores y terminaremos haciendo que los habitantes de esos territorios no solo dejen de proteger su entorno, como generación tras generación han venido haciendo, sino que lo perciban como una amenaza para su propia supervivencia. Desesperante y dramático es tener que recordar una y otra vez esto desde Zamora a las administraciones y a los políticos que en ellas nos representan -por decir algo- aunque cada vez lo parezca menos-, a los que vemos más pendientes de las órdenes que les dan sus jefes en Madrid o Valladolid que de la necesidad de futuro para nuestros hombres y mujeres -y sus hijos y nietos- del campo y la ciudad.

Las organizaciones agrarias y ganaderas ASAJA, UPA, COAG, vienen clamando unánimemente en el desierto de la indiferencia. También muchos alcaldes y concejales. Todo lo bueno que tiene la preservación de la naturaleza pierde su sentido si lo hacemos enfrentándolo a quienes en ella viven. Hay que estar con ellos. Defendiendo lo nuestro y lo de nuestros hijos. Por Zamora y los zamoranos, luchemos.


domingo, 19 de septiembre de 2021

La prensa. Impresión o traición

¿Por qué tenemos la impresión de que los medios de comunicación miden demasiado el alcance de la información que nos dan? ¿Por qué la tenemos de que nos tratan como a débiles mentales con los que hay que tener tanta prudencia, como si fuéramos preadolescentes fácilmente influenciables, y no capacitados para asumir la realidad?¿Por qué pensamos que en función de la orientación ideológica, perfectamente marcada, de los grandes medios, toda la información que a través de ellos recibamos va a estar embadurnada por ese mismo sesgo ideológico?¿Por qué tenemos la sensación de que la trascendental línea divisoria entre información y opinión es cada vez más fina, más endeble, más permeable?¿Por qué existen temas de los que, todos a una, los medios han decidido no hablar o datos concretos que terminan destacando por el hueco que su omisión deja en la página periodística o el reportaje radiofónico o televisivo?¿Por qué cuando abrimos un determinado periódico casi sabemos por adelantado cómo nos van a contar unas u otras noticias? ¿Por qué un periodista -que no un columnista, aunque éste tampoco- que trabaja en un medio “de la izquierda” o “de la derecha” es casi imposible metafísicamente que un día pueda entrar a trabajar en un medio de tendencia opuesta? 

¿Tal vez hemos dejado atrás de manera definitiva la edad de la inocencia? ¿O, por el contrario, hemos entrado -tan de lleno que no siempre nos damos cuenta-, en una nueva edad de la inocencia, derivada del atontamiento y la extension de la nueva ignorancia gracias a la sobreabundancia de fuentes informativas tan accesibles, tan inmediatas y tan omnipresentes como las que ahora abundan?¿Por qué tantos, y no siempre los más tontos, prefieren ya informarse a través de un “amateur”, un “influencer” o un perfil anónimo de las redes sociales, que hacerlo acudiendo al periódico, al noticiario o al telediario?¿Por qué quienes no acreditan sus fuentes poseen más crédito ante muchos ciudadanos que quienes acuden acreditados a cubrir periodísticamente cualquier acontecimiento con relevancia informativa?

¿Qué estamos haciendo mal como sociedad y como medios de comunicación; como ese cuarto poder, imprescindible para la libertad y la justicia,? ¿Tendrá que ver con que como apenas se venden periódicos o se ven los programas no bazofia de las televisiones y como la economía está fundida y las empresas bastante tienen con sobrevivir, la facturación publicitaria se ha desplomado, las empresas de medios han de seguir saliendo a diario solo gracias al dinero de las instituciones públicas o de los más poderosos conglomerados empresariales?¿Y qué tiene esto que ver con que de algunos detenidos o investigados  nos cuenten hasta la marca de su ropa interior y de otros ni tengamos noticias? ¿O con que se omita sistemáticamente la nacionalidad de los autores de determinados hechos delictivos como violaciones o agresiones en la vía pública que antes apenas existían y van siendo ya el pan nuestro de cada día? ¿O con que, con la moda actual, se titule de manera excesiva y sobre-actuada? 

Todo pueden ser falsas impresiones, pero si no lo son, ¿no suena demasiado a una gran traición social por parte de empresas y periodistas? 

domingo, 12 de septiembre de 2021

11-S. La civilización no es irreversible

Cuando el presidente Zapatero intervino, en septiembre de 2004 en Nueva York, ante la Asamblea General de la ONU para defender la Alianza de Civilizaciones que apadrinaba de la mano del presidente turco Erdogan -por aquel entonces de apariencia moderado y diecisiete años después islamista e islamizante declarado- la isla de Manhattan, epicentro mundial del modelo democrático, abierto y liberal, aún respiraba el polvo de la destrucción y la muerte que tres años antes había provocado el terrorismo islámico con su atentado contra las Torres Gemelas, contra Occidente, contra la civilización; en nombre de la barbarie de los talibanes afganos, del islamismo radical, de la interpretación más “pura” del Corán.

Eran poco más de las tres de la tarde en España del 11 de septiembre de 2001. Aún estaba en mi despacho del Ayuntamiento de Zamora. Creo que fue el policía municipal que ese día custodiaba la sede municipal, quien subió a darme la noticia que estaba escuchando en la radio. Me conecté a Internet, también a la radio. Todo era confuso en aquellos primeros minutos hasta que al primer avión lo siguió un segundo, que ya vimos en directo. Luego otros en distintos puntos de Estados Unidos. Salí rumbo a casa, no sin antes comentar con él la expectación y el temor ante lo que estuviera por llegar y a la reacción americana.

Aquel día descubrimos -redescubrimos más bien- que el proceso de civilización no es irreversible y que el avance sobre la flecha del tiempo hacia valores más humanos y humanísticos se puede truncar si, como Gibbon nos narra referido a la antigua Roma en su “Historia de la decadencia y caída del Imperio romano”, la civilización se debilita desde dentro, la sociedad se acomoda, se corrompe, baja los brazos y deja de defender la esencia de los principios que le han permitido alcanzar aquello que ha conseguido ser y que el bárbaro envidia y odia por igual, que anhela conquistar para a continuación destruirlo.

Veinte años después, como ya empezó a suceder en los días siguientes a los salvajes atentados, no son pocos quienes en Occidente, sobre todo en la acobardada Europa, se empeñan en buscar causas legitimadoras al terrorismo, a la intolerancia, a la incivilizada barbarie. O a poner en el mismo plano, como si fueran modelos de civilización equivalentes, a quienes hemos construido la democracia, propugnamos la defensa de la dignidad, la igualdad y los derechos humanos, ensalzamos la cultura, la ciencia y el conocimiento y respetamos a quien profesa cualquier religión o a quien no profesa ninguna y a quienes siguiendo su libro y a su Dios vengador quieren destruir el arte, prohibir la música, hacer desaparecer de la vista a la mujer salvo para su uso personal y sojuzgado por el hombre o colgar a los no heterosexuales.

El proceso de civilización es único, solo admite avanzar o retroceder y el avance ni es fácil, ni se logra por la inercia cuando hay fuerzas tan empeñadas en que saltemos hacia atrás. El premier británico Tony Blair matizó que lo que de verdad necesitamos es una alianza de civilizados.

domingo, 5 de septiembre de 2021

Seis años sin alcalde, parece ser

Tal vez alguien sepa quién lleva siendo alcalde de Zamora desde junio de 2015, vamos, los últimos seis años y casi tres meses. Yo pensaba que era Francisco Guarido pero parece ser que no. Ni él, ni los que yo pensaba sus concejales. De todas formas, quizá mi búsqueda resulte estéril. No porque no sea capaz de encontrar e identificar quién es el primer edil de la capital, sino porque puede ser que el cargo esté vacante. Y no, tampoco lo digo porque las horas de dedicación al Ayuntamiento sean más bien escasas en comparación con otras épocas o con lo que una ciudad de más de sesenta mil habitantes parezca requerir o porque no se conozca que en seis años haya hecho desplazamiento alguno para reivindicar o pelear en otras administraciones los recursos que Zamora necesita para la ejecución de proyectos que tampoco se empiezan o se dan terminados.

Te imaginas qué pasaría, tú que eres encargado de una cafetería, de una tienda, de un taller o de un almacén, si un proveedor te emite facturas que no coinciden con los albaranes o albaranes que no coinciden con lo realmente entregado; que las diferencias son abismales y que esto ocurre a lo largo de los seis años que llevas de encargado. Y cuando salta vas y le dices a quien te ha contratado y paga tu sueldo, que bueno sí, que estás tratando de averiguar que ha ocurrido y que pedirás cuentas a los empleados que dependen de ti.

O te imaginas que tú, que eres dueño o administrador de una empresa, grande, mediana o pequeña, crees que tienes un desfalco o un error en el mayor contrato que gestionas, y que es de un porcentaje relevante del importe del mismo, lo que supone millones de euros, y que además se viene produciendo desde hace seis años. Y entonces le dices a tus accionistas, socios o al inspector de hacienda que ha venido a verte que tú no tienes nada que ver con eso y que son tus empleados los que van a tener que responder.

En ambos casos, a continuación puedes añadir que aunque esto es de hace seis años, ya lo estás corrigiendo, porque hace cinco o seis meses has dejado de pagar a tu proveedor; pero que si sus empleados no cobran el sueldo porque él no puede pagárselo, que estén tranquilos, que lo pagarás tú. 

Puede que te parezca absurdo. Pues parecida es la milonga que nos ha querido colocar el alcalde Guarido con respecto a su gestión del contrato de recogida de basuras y limpieza viaria de la ciudad, que lleva seis años (los mismos que su mandato), caducado y sin renovar. Pero sabes qué ocurre, amigo lector, que además lo de Guarido en este asunto no es como lo ha contando cuando no le ha quedado más remedio que pronunciarse. Es más grave, con detalles más complejos y con implicaciones muy serias. De modo que pronto veremos si había o no había alcalde en la toma de las decisiones adoptadas durante estos seis años.