miércoles, 29 de agosto de 2012

Entre cenizas

Opiniones habrá para todos los gustos, menos para uno, creo yo. La mía es que no son los 5.100 euros al mes, ni la desfachatez, imprudencia o tontería de decir que con ellos las pasa canutas para llegar a fin de mes. Tampoco es que reconozca en la misma entrevista que los diputados acuden al Congreso a levantar la mano o apretar el botón a la orden de los que mandan en el grupo sin que haya capacidad alguna de salirse del guión preestablecido para plantear iniciativas parlamentarias.

No es que lo haya dicho, ni siquiera que lo piense, en un país con seis millones de parados, con casi dos millones de familias que no percibe más ingresos que los de la beneficencia. Donde los autónomos y los pequeños empresarios están cosidos a impuestos y cotizaciones sociales. En el país donde más políticos y asimilados hay por metro cuadrado.

La cuestión es que no hay ninguna forma de que los ciudadanos que se hayan sentido ofendidos o aquellos que sencillamente crean que deben pedir algo más y algo mejor a sus representantes máximos, puedan sancionar la actitud del diputado gallego más famoso de los últimos días. El escaño es suyo hasta la próxima cita electoral, lo cual está muy bien concebido para garantizar la teórica independencia que debería presidir la actuación de los diputados. Y luego el escaño deja de ser suyo pero no pasa a ser de los ciudadanos, sino de ese reducido grupo de personas que en Madrid, en la capital de cada autonomía y en cada provincia hacen y deshacen la soberanía nacional.

Porque aunque diga la Constitución que la soberanía reside en el pueblo, eso no es más que una entelequia más. La soberanía reside en la cúpula, no elegida de manera especialmente democrática, de los partidos políticos. Reside en los intereses creados de grupos muy reducidos, en la necesidad de apoyos y contra-apoyos que rigen la vida interna de las formaciones políticas. Reside en la arbitrariedad más absoluta. En la comodidad, ductilidad y adocenamiento de los que mejor capacidad tienen para no molestar a quienes los han puesto con cuestionamientos extemporáneos o iniciativas inoportunas…por oportunas que sean para los ciudadanos.

Digan lo que digan unos. Hagan lo que hagan otros o no hagan nada de nada. Valgan o no. Estén o no formados. Sepan parlamentar (por eso se llamó en su origen parlamento) o les cueste hilvanar dos frases seguidas con coherencia sintáctica y semántica. Llegada la fatídica hora de designar no a los candidatos, sino a los que van a ser diputados o senadores, lo único que importa es que la gracia terrena de quienes toman la decisión caiga sobre uno.

En un país donde pasa eso, no es extraño que ocurran cosas tan vomitivas como la tragedia de que se identifiquen como humanos unos huesos que diez meses antes fueron descartados totalmente cuando la hoguera de la tragedia y el asco todavía humeaba.

domingo, 26 de agosto de 2012

Ecce homo redefinido

Es una pintura antigua, pero no tanto, un fresco del Siglo XIX no especialmente notable de autor no especialmente magistral, según dicen los entendidos, entre los que uno no está incluido pero tampoco a mí me parece una excepcional obra de arte como para que se arme la que se ha liado a cuenta de los medios de comunicación y las redes sociales virtuales.


Es una anciana devota de Dios, de la iglesia de su pueblo y de seguir viviendo y haciendo cosas, y cosas buenas a partir de los ochenta. Una persona que durante décadas ha convivido con esa imagen del Redentor pintada en una pared. Y mientras ella iba envejeciendo veía como la estampa se ajaba, agrietaba y en partes empezaba a desaparecer sin que nadie reparara probablemente en el día a día de una decadencia inevitable.

Son millones de obras, tallas, murales, retablos, frescos, los que cada día que pasa están un poco más estropeados, enmohecidos, desvaídos o carcomidos en cualquiera de las miles de edificaciones religiosas que pueblan nuestro territorio, las iglesias y conventos, los templos y ermitas de nuestros pueblos.

Un día una anciana, aficionada a la pintura, pasa junto a una y despierta en ella la conciencia de que ese pequeño retrato que ha sido testigo silente, compañero fiel, del conjunto de su vida, de sus alegrías y sus llantos, de sus sueños y vivencias, de tantos holas y adioses, está al borde del agotamiento y la desaparición y ella, única inocente en todo este asunto, decide con más amor y buena fe que tino pictórico, devolverle una mínima parte de lo que probablemente ella haya recibido de los miles de instantes de contemplación de la pintura. Decide devolverle la dignidad, el color, el brillo que un día tuvo y durante muchos días fue perdiendo sin que nadie hiciera nada por evitarlo.

El resultado ha sido tan desastroso que no puede ser contemplado sin una sonrisa. Claro que no mucho más desastroso que el que el tiempo y la indolencia del resto de los hombres le deparaban. La pintora ha sentido inmediatamente las fauces de los linchadores clavándose en su cuello, con ese escarnio al que tan proclives somos cuando se trata del débil. Sin embargo, como se dice ahora, ha puesto a su pueblo en el mapa, al cuadro en el mundo y a su autor en Internet. Sin quererlo, con sólo unas pinceladas, una colosal campaña de marketing.

Veremos si lo supera o termina aniquilada por la presión de quienes sin ella nunca hubieran sabido del pueblo, la iglesia, el artista y de una pintura, no obra maestra, que en silencio hubiera seguido deteriorándose irremisible y anónimamente. Mejor que no cunda su ejemplo, pero que dé la vuelta al mundo una memez de este calibre, dice mucho más de lo tontos que nos estamos poniendo, en esta sociedad de lo banal globalizado, que del propio hecho mismo. He aquí el hombre.

miércoles, 22 de agosto de 2012

E pur si muove

Son pocos los versos sueltos y no suelen ser de los más significativos en cuanto a posición. Siempre me atrajeron más, aunque conocí a muchos menos, los que tienen la capacidad, la inteligencia y la personalidad para ser díscolos con razones y criterio que aquellos que simplemente bajan la testuz y caminan por la senda que les marcan otros sin cuestionarse alternativas, sin preguntar, sin pensar. Desde los viejos jóvenes tiempos traté de buscar las líneas de vanguardia porque los partidos políticos hace mucho que se quedaron muy por detrás de la sociedad. Otra cosa es que a ésta parezca no importarle, que mucho, la verdad, no le importa.


No es algo exclusivo de España, pero somos de los países de nuestro entorno histórico y cultural donde con más nitidez se detecta. Los partidos dejan de ser instrumentos para la agrupación de la libre opinión de los ciudadanos y pasan a ser estructuras burocratizadas, jerarquizadas y anquilosadas que sirven a ciertos prebostes para controlar el movimiento de los ciudadanos más comprometidos, aquellos que se atreven a militar con sentido crítico bajo la sombra de las siglas más cercanas a su ideología.

Sorprende la aparente uniformidad en el PSOE, en un momento como el presente en el que sus acciones cotizan en el punto más bajo de su historia democrática y siguen perdiendo a algunos de los másen beneficio de UPyD. Quizás la mala conciencia de la situación generada y su impagable contribución a la transformación de la prosperidad en hecatombe haga que casi nadie en sus filas levante la voz. Quizás la espera de un momento tácticamente mejor para rebelarse. Quizás el control férreo de la guardia más cercana a su actual líder, un rasputín al estilo Rasputín, que dice saberlo todo de todos y con ello amenaza -y es creíble en sus amenazas-.

Es en el PP donde empiezan a aflorar voces, criterios y argumentos discrepantes. Vidal Quadras con su iniciativa Reconversión, Mayor Oreja en la política anti-terrorista, se unen a Aguirre que aunque siempre guarda la ropa, de vez en cuando se lanza a nadar un largo. Otros también exponen sus criterios divergentes como Pizarro o parte de la gente de FAES, algunos de ellos ya más cercanos o directamente involucrados en el proyecto de Rosa Díez que en el popular. El propio entorno que respalda a Mario Conde bebe en esas mismas fuentes. Lo único bueno del monolitismo estalinista o maoísta, que no parte de la búsqueda de la excelencia sino de la preponderancia de lo cómodo, que suele ser lo mediocre, es que termina generando su propia descomposición.

Aunque parezca que nada cambia o finalmente algunos retrocedan, podemos decir -como Galileo cuando en 1633 fue obligado por los inquisidores de la Iglesia a abjurar de su convicción más profunda, que la Tierra giraba alrededor del Sol y no al revés, como hasta entonces se defendía por el orden establecido- “y sin embargo se mueve”.

domingo, 19 de agosto de 2012

Greguerías en Twitter

Leí en un “tweet”: “Arriola debe estar de vacaciones porque los ministros se pasan el día diciendo tonterías diversas. Si él estuviera todos repetirían la misma”. No diré si comparto o no el contenido, si bien es cierto que la política, y en buena medida la vida misma, consisten en la interpretación por un gran número de actores del guión que sólo unos pocos escriben, no siempre los más dotados.

Las redes sociales virtuales generadas en los últimos tiempos, permiten el intercambio de toneladas de información banal, pero también perlas como la citada y que encontré en Twitter, un espacio donde puedes decir todo lo que quieras, siempre que todo lo que quieras decir quepa en ciento cuarenta caracteres, espacios incluidos. La pregunta es si en tan reducido número de letras, números o símbolos se puede decir algo trascendente.

Alguien dijo que la cualidad fundamental que debe adornar a un escritor para ser un gran escritor es la capacidad que éste tenga para cortar y recortar hasta el límite lo que previamente ha escrito sin que esa labor de poda dañe el contenido a transmitir. A eso, elevado a una alta potencia es a lo que obliga este soporte en el que no todo lo que se escribe es vacuo pese a que twitter sea en la lengua de Shakespeare una corta ráfaga de información intrascendente y también los sonidos emitidos por los pájaros.

Mucho antes de Internet, el hombre inventó los aforismos y otras figuras similares que son a la vez esas grandes verdades -y a la vez mentiras- en las que como en pequeños tarros de esencia, hemos ido conservando y transmitiendo el saber de manera libre, al margen del poder. Nuestro Ramón Gómez de la Serna por su parte añadió la purpurina necesaria para que sus greguerías fueran trinos de ingenio tan concretos como los escuetos tweets que ahora pueblan las pantallas digitales.

Se puede resumir la realidad en ciento cuarenta caracteres. Más increíble es que los versos más sublimes de la historia de la poesía sean tan breves como de apariencia tímida y discreta. O que probablemente la más bella ecuación creada por la ciencia transmita con sus formas una sencillez que abruma. E=mc2 escribe a cada segundo Einstein en una pizarra. E=mc2 es el paradigma sobre el que pivotan esas extrañas realidades las que llamamos la vida y el mundo. Más concreto imposible, más bello difícil.

Pero las cosas simples llegan a las masas y por eso también asustan al poderoso. Cuando, acertada o no, tanta genialidad crítica como la contenida en la cita del principio puede llegar en un segundo a millones de personas, los que necesitan de que todo parezca más complejo de lo que en realidad es para mantener su posición privilegiada, se revuelven. Como escribió Gómez de la Serna: No importa que nuestro vaso sea pequeño, pues lo importante es que la botella esté llena.

jueves, 16 de agosto de 2012

¿Compasión?

Siento compasión, dolor, indignación y sensación de injusticia incomprensible por el hambre de millones de personas en nuestro planeta. Por la de aquellos que tienen que rebuscar en los contenedores de basura a las puertas de los supermercados en busca de alimentos que llevar a casa. Por quienes abarrotan los comedores de Cáritas. Por quienes no tienen otra perspectiva en la vida que tratar de permanecer en ella luchando cada día por buscar algo que llevarse a la boca.

Por la esclavitud de los explotados laboralmente a cambio de unas míseras monedas. De los niños que en minas y factorías químicas, tecnológicas o de productos de lujo cambian jugar y estudiar por trabajar de la mañana a la noche en condiciones infrahumanas. Por las mujeres prisioneras de mafias que comercian con carne despojada por y para ellos de cualquier átomo de dignidad humana.

Siento compasión por los niños soldado a los que nunca se les dio la oportunidad de no empuñar el fusil o el machete que orgullosos e inconscientes portan en las manos o de aquellos, muertos o mutilados, cuyo único terreno de juego conocido han sido los campos sembrados de minas.

Duele pensar en quienes un día fueron a comprar a un Hipercor y allí encontraron la muerte, la viudedad o la orfandad. En las mil víctimas del terrorismo en España y en quienes siguen sufriendo las ausencias que las armas y las bombas provocaron en sus vidas sin que los causantes sintieran ni un mínimo atisbo de compasión. En quienes aún esperan el esclarecimiento del atroz 11-M y la aplicación de la justicia que, al menos moralmente, pueda resarcir un uno por ciento de su sufrimiento. En los cientos de huérfanos fruto del capricho, la sinrazón y el sadismo etarras. En aquellos inocentes a quienes la desgracia les sobreviene brutal en forma de enfermedad, accidente o fatalidad. En Miguel Ángel Blanco, en Gregorio, en Isaías, en tantos y tantos nombres.

Lo leo y casi no lo creo. Etarras de acción y etarras de apoyo, pidiendo a la sociedad y a la justicia compasión por uno de los más destacados e inmisericordes de los suyos. Capaz de secuestrar y enterrar vivo en un agujero inhumano a una persona cuyo delito era ser funcionario de prisiones. Más de 500 días y 500 noches, y hasta la muerte hubiera estado si de sus secuestradores hubiera dependido. Lamento que esté enfermo, pero no es de ahora, lleva estándolo, al menos, desde que dio el primer paso en el terrorismo. La única diferencia es que ahora supuestamente el terminal es él, antes eran los otros.

Lamento no sentir compasión por él. Siento que muera, pero dónde lo haga me da exactamente igual. Cúmplase la ley y punto, pero en caso de duda que siga donde con sus actos eligió estar. Y a los de la huelga de hambre les queda aún mucho para perder los 23 kilos físicos que le costó su cautiverio a Ortega Lara. Allá ellos.

domingo, 12 de agosto de 2012

El deporte de la vida

El espíritu olímpico es el espíritu del deporte y si no aflora siempre es porque ha sido tal el éxito de la práctica deportiva y de su universalización que, en el caso de la elite, el deporte ya no es tal, sino espectáculo. Pero eso no es para nada malo, pues el brillo del espectáculo multiplica los deseos de emulación por parte de los más jóvenes y eso hace que, a su vez, se acerquen al deporte.


El espíritu deportivo es el espíritu del progreso a través de la competencia, la competición, frente a los otros. “Citius, altius, fortius”, más rápido, más alto, más fuerte. Y también frente a uno mismo. En las disciplinas más duras, las que mayor esfuerzo físico suponen o las que a mayor desgaste psicológico obligan, el mayor rival del deportista no es quien corre, nada o compite a su lado, sino el otro al que lleva dentro. El que se agota antes, el que insta a parar, el que rechaza cualquier justificación para seguir sufriendo. El que ya no ayuda a levantarse cuando se ha caído.

El espíritu olímpico es el del soldado Filípides, capaz de correr hasta la extenuación y la muerte para anunciar a los atenienses la victoria de los suyos en la batalla de Maratón. Es el de los valores, también el de la solidaridad, el del sufrimiento compartido, el espíritu de equipo, compartir objetivos y poner todos los medios en común para alcanzarlos.

El deporte, como el espíritu olímpico, por encima del juego, de la demostración de las capacidades físicas, de la competición, la victoria y la derrota, son lecciones para la vida. Caer y levantarse, no arrojar nunca la toalla, marcarse objetivos, dibujar metas y luchar por alcanzarlas. Saborear el triunfo, sobreponerse y aprender de las derrotas. Saber que la fuerza del equipo es siempre mayor que la de la mera suma de la de cada uno de los integrantes.

Es también reflejo de la constante superación del hombre y de las barreras que va traspasando la humanidad. Hasta las marcas más inalcanzables terminan siendo superadas en mayor o menor tiempo. Avanza la tecnología que lo permite, mejora la técnica, aumenta el entrenamiento y la preparación de los atletas, se recortan los tiempos, se superan las alturas, se gana en fuerza. Siempre hacia adelante, varía la velocidad del avance, pero nunca el vector que marca la dirección.

Los Juegos Olímpicos que hoy se despiden hasta dentro de cuatro años son el mayor espectáculo del mundo, pero también la esfera en la que más instantes, sensaciones, pensamientos, imágenes, sentimientos, euforias y frustraciones se concentran, vibran, brillan y se evaporan. Se acaban, pero empiezan ya de nuevo. Siguen en cada día de entrenamiento para preparar los próximos, como sigue la vida después de cada episodio. Como sigue girando el mundo impertérrito a lo que pase en su superficie, impulsado desde su núcleo al margen de lo que ocurra en su corteza.

jueves, 9 de agosto de 2012

Municipalistas de pacotilla

Una de las expresiones que más repetidamente escuché en mis años de dedicación política fue aquella de “yo soy un municipalista convencido”. Nada del otro mundo me dirás, amigo lector, teniendo en cuenta que mi desempeño fue precisamente en el ámbito municipal y que además éste es también el terreno político más poblado. Pero ni eran ni son, alcaldes y concejales quienes no se quitan la frasecita de la boca, sino políticos del resto de estratos. Diputados, Senadores, Procuradores, Ministros o Consejeros y responsables de las Diputaciones, muchos de los cuales nunca tuvieron y si pueden evitarlo, nunca tendrán que someterse a ser elegidos por sus más cercanos conciudadanos, que bregar con el día a día de un pequeño pueblo o una gran ciudad o que dar respuesta directa e inmediata a sus vecinos, ya en el despacho, ya en la plaza del pueblo, en el mercado o en cualquier cafetería en sus ratos de ocio y teórico descanso.

Lo cierto es que en la mayoría de los casos, con contadísimas excepciones, si la frase suena tan falsa como hueca, no es nada en comparación con la valoración de sus obras en el primer momento en que tienen ocasión de demostrar si efectivamente son municipalistas o simplemente utilitaristas en beneficio propio, individual, de partido o de la respectiva institución en la que aposentan sus reales.

Municipalistas de verdad en política son los alcaldes y concejales. Más municipalistas cuanto más pequeño es el ayuntamiento en el que representan a sus convecinos. Municipalista no es quien presume de serlo, sino quien cada día ejerce de tal en la baldosa, la canalización, los servicios y la asistencia social.

Cuando en España, no hace tanto de ello, el setenta por ciento del presupuesto público se gestionaba a nivel estatal y el veinte por ciento en las corporaciones locales, cuando las Comunidades Autónomas apenas tenían unos años de existencia, los políticos que lideraban los principales partidos marcaron un objetivo, que la distribución pasara a ser Estado 50% y CC.AA. y Corporaciones Locales 25% cada una de ellas.

Pasados unos cuantos años y una buena retahíla de políticos “municipalistas convencidos”, el Estado está algo por encima del 40%, las administraciones locales han bajado al 16-18 por ciento y el resto lo fagocitan las comunidades.

Ante tan brillantes resultados para las administraciones más cercanas al ciudadano, uno que sí está convencido de la necesidad de ayuntamientos fuertes en competencias, independientes, libres y con capacidad para defender a sus vecinos y gestionar sus necesidades y recursos, sólo puede recomendar a alcaldes y concejales que desconfíen y huyan de todo aquél que desde la altura de un atril o la distancia de un “puestazo” venga a explicarle cuáles son las necesidades o los caminos del nuevo municipalismo mientras piensa en su viaje de vuelta o en su próximo ascenso político. Y a los ciudadanos que valoren el esfuerzo de quienes desde los puestos más humildes los representan.

domingo, 5 de agosto de 2012

Los intocables

La soberanía reside en el pueblo, dice nuestra Constitución Española, que es la de la nación y por lo tanto la de todos sus órdenes territoriales inferiores, llámense éstos, municipios, provincias o comunidades autónomas. La soberanía reside en el pueblo español en su conjunto, la soberanía no es susceptible de ser troceada en compartimentos locales o regionales. Pero recordar lo que dice la Constitución en este asunto, como en algunos otros, es un lujo que no podemos permitirnos sin que a uno lo miren como a un bicho raro o se le tache de reaccionario, antidemocrático o cualquier otra estupidez de las que conforman la opinión institucionalizada como correcta.

España está al borde de un abismo del que no sabemos cómo, ni sobre todo cuando, podrá salir para volver a una dinámica de normalidad y progreso. España se hunde en el fango de la ruina económica, del goteo imparable del cierre de empresas, de la muerte civil de miles de autónomos, de los seis millones de parados. Todos sabemos, aquí dentro y también ahí fuera que la mayor vía de nuestra hemorragia de gasto público proviene del aparato institucional del Estado. De la sobreabundancia de niveles administrativos, de políticos y funcionarios públicos de todo tipo, de carrera, eventuales, sobrevenidos, asimilados, etc.
 
Fundamentalmente, la economía productiva de España se descapitaliza por la imparable absorción de recursos económicos por el sector público, que a través de la escalada de impuestos va robando la riqueza a aquellos que la crean para fundirla en muchos casos en gastos perfectamente prescindibles para todos excepto para quienes solo sienten la imperiosa necesidad de darse importancia política.
 
Y las flechas de todos los analistas internacionales, como las de los nacionales que parten de la objetividad apuntan a las comunidades autónomas (además de a las difícilmente comprensibles diputaciones) como el escalón en el que más gasto improductivo e injustificable se mantiene. Pero hete aquí, que el único ámbito en el que el gobierno de la nación no puede osar recortar u obligar a cumplir la ley es el autonómico.
 
Se trata de un problema con tres causas bien marcadas. La primera, el empeño de los políticos autonómicos por marcar su independencia y su importancia histórica, absolutamente ficticia en todos los casos, pero que han logrado colarla como verdad absoluta en el imaginario colectivo. La segunda, la falta de arrestos de los sucesivos gobiernos centrales para marcar los límites racionales a la expansión autonomista. La tercera, la indiferencia con la que los ciudadanos hemos contemplado (y aún contemplamos) los alardes de despilfarro de unos gobiernos regionales cuyos riesgos evidentes no se tomaron en serio.
 
Luego llegan las consecuencias, en forma de crisis económica insostenible. De falta de credibilidad internacional. De pérdida de competitividad por la fragmentación del mercado interior y de las múltiples normativas que hacen que los mismos servicios o productos tengan que cumplir distintos requisitos en regiones colindantes. Quién le pone el cascabel al gato.