Quien
se lamentaba sobre ello no es un gran empresario establecido de los que arenga
sobre macroeconomía en tertulia de café. Se trata de un pequeño empresario pero
gran emprendedor, pegado al terreno y a su negocio como tantos y acostumbrado a
arriesgar todo en cada uno de sus proyectos. Dinero, tiempo, esfuerzo.
Como
estuve durante doce años en el lado de lo público, soy muy consciente de lo
injusto de generalizar. Hay muchos magníficos funcionarios con vocación de
servicio público, de atención al ciudadano y cuyo ánimo cotidiano es el de
solucionar problemas, no crearlos. Pero no se puede negar que hay otros que no
piensan ni actúan en función de esos parámetros. A éstos se refería mi amigo y
los hay en todos los estamentos y niveles de desempeño.
Ellos
son el problema y más en situaciones como la crisis actual. Poseen una
concepción patrimonial de lo público. La Administración es un fin en sí misma y
es a ella a la que hay que proteger frente al ciudadano. Sus competencias y
funciones no son deberes sino patentes con las que actuar cargados de
subjetividad, cuando no de arbitrariedad. Son, aunque no les guste saberlo,
herederos de los siervos del Leviatán, el monstruo clásico en el que Hobbes
personificó al Estado autoritario y omnipotente. Y son además los que
perjudican la imagen y el buen quehacer de todos los demás.
Por
eso, en un momento en el que los poderes públicos (de la Administración, que no
de todos, como indicaría la palabra públicos) se lanzan a intentar recaudar a
diestro y siniestro, en ocasiones poco menos que extorsionando a las empresas
(cuanto más débiles, mejor presa), es algo muy positivo el hecho de que entre
las medidas de lucha contra la crisis se propongan algunas que lleven a reducir
la burocracia, los tiempos y los beneplácitos que debe superar quien quiere
emprender una aventura empresarial.
El
Consejo de ministros aprobó el viernes la eliminación del requisito de la
licencia previa para abrir una pequeña empresa, un comercio o un
establecimiento. Perfecto. No resta capacidad de control, que se hará a
posteriori pero sí se reduce la capacidad de entorpecer, retrasar y perjudicar
del anterior estatus legal. Por fin una buena noticia para la sociedad civil,
mal que les pese a algunos tener que renunciar a un poder ilegítimamente
adquirido.