El dos de febrero de 2020 escribí en esta misma sección: “En la última asamblea de los Amigos de Lobo se aprobó plantear para el diálogo y el debate tres opciones razonables y válidas. En orden inverso al respaldo allí manifestado, el antiguo palacio de la Diputación, en Ramos Carrión. Buen edificio para Lobo aunque no en la mejor ubicación para impulsar Zamora. El edificio del Consejo Consultivo con arquitectura y enclave adecuados, aunque con la dificultad de ser un edificio construido “ad hoc” para sede de esa institución de ámbito autonómico. Y, la que algunos hemos defendido siempre, la construcción del Centro de Arte en el Castillo, técnicamente plausible, económicamente asumible y la mejor opción para el impulso turístico, transformador y revitalizador de la ciudad y su Casco Histórico. Que la única fuerza política que respaldara la propuesta del Castillo en su programa electoral fuera Por Zamora sin éxito en las urnas no debería hacer olvidar que Zamora y Lobo deben de trascender a la mera coyuntura política. Aún está a tiempo el alcalde de rectificar su menosprecio a Lobo y a Zamora”.
Antes de ese comentario, al menos en siete ocasiones desde que comenzó esta columna en 2007 me he referido a la necesidad y el lujo para la ciudad y para la obra de Lobo que debe suponer la óptima conjunción de la obra del escultor y el Castillo de Zamora. En la asamblea de este año de la Asociación de Amigos de Baltasar Lobo por fin aprobamos que el Castillo debe ser la sede definitiva del Centro de Arte dedicado a la memoria y la obra de Lobo, como centro expositivo, de estudio e investigación y también para entender y dar capacidad de diálogo con el resto de artistas contemporáneos zamoranos que se nos han ido como hace tan solo unas horas el magnífico Fernando Pennetier o con los que seguimos contando como Mezquita, Coomonte, Pedrero, San Esteban y el resto de nuestro buen catálogo artístico provincial.
Si en las elecciones de 2019 solo desde “Por Zamora” defendimos esa propuesta, estoy seguro de que dentro de un año en la nueva cita electoral habrá otros partidos y candidatos que acojan esta propuesta. Ojalá todos, incluido nuestro cerril alcalde, en esto como en tantas cosas sordo a las demandas de sus ciudadanos, que sigue sin querer escuchar a nadie y planteando como parche lo que nadie en Zamora ve como la solución o el trato digno que Lobo y la ciudad exigen y requieren.
En la vida de las ciudades a veces los caminos más obvios son los que más se tardan en recorrer. Sin embargo estoy seguro de la inevitabilidad de que lo que un día algunos empezamos y luego se truncó, se encarrile y, aunque con demasiados años de retraso, Lobo, la cultura y el arte contemporáneos sirvan para recuperar uno de los emblemas de nuestro pasado histórico y ayudar a dar el impulso que necesitamos para nuestro futuro. Un castillo para Lobo. Una fortaleza para Zamora.