La primera mujer en ostentar la presidencia de la Junta Pro Semana Santa de Zamora se llama Isabel García Prieto tras una elección tan pacífica, a simple vista, que sorprende y brilla con luz propia en una institución tan sistemáticamente dada a los enfrentamientos, la polémica y las no menos absurdas que vergonzantes luchas de poder entre cofradías, entre los miembros de cada cofradía y entre esos grupos transversales “multicofradía” que habitualmente bailan en el curioso y siempre latente juego de tronos que tan bien caracteriza a Zamora y los zamoranos.
Sin estar habituado a navegar por los entresijos de la organización de la Pasión zamorana, tengo para mí que su predecesor ha sido un buen presidente, un hombre paciente, calmo y con mano izquierda enfundada en el guante de su sencillez de carácter. Un pacificador, me dijo alguien, según parece con acierto. Por el bien de nuestra principal manifestación cultural y recurso turístico, más allá de la propia expresión religiosa, de la que nace y para la que en esencia se hace, o debería, confío en que su sucesora conserve y mejore el legado que recibe. Se abre, pues, sin ruido, que es la mejor de las músicas, una etapa esperanzadora y, a juzgar por intenciones y equipo, transformadora.
La Semana Santa esta vez ha dado un paso al frente y, en una institución tan históricamente “masculina”, sin necesidad del establecimiento de cuotas ni de grandes artificios o demostraciones, ha optado muy mayoritariamente por depositar el báculo de mando en manos de una mujer. Tras años de lucha por abrir brecha en muchas cofradías, viene a ser el broche a la conquista, sí aún inacabada, de la presencia de pleno derecho de la mujer en el primer plano de la gran semana de nuestra ciudad.
De los retos que tienen por delante ella y su equipo, otros con más conocimiento les contarán. No faltará la información, el análisis y también la inevitable intoxicación en una ciudad en la que, para bien o para mal, somos más dados a lamentarnos por la muerte que a luchar por la vida; en la que durante un mínimo de nueve meses al año no hay ideal, empresa o frontera más importante para muchos de sus cidudadanos que la Semana Santa, lo cual respeto, por mucho que crea que es menos virtud que pecado.
La última buena nueva del cambio habido viene de valorar que si importante es saber llegar, más difícil es saber irse. Y así parece estar haciéndolo el presidente saliente, Antonio Martín Alén. Con normalidad, otra vez sin ruido ni estridencia, reconociéndose perfectamente sustituible. Guadando el orgullo por el trabajo hecho y sin temores de que con libertad, quienes vengan después puedan variar la trayectoria.
Creo del irónico Chesterton, primero convertido del agnosticismo al cristianismo anglicano y posteriormente al catolicismo, la siguiente cita: “La humildad es una virtud tan práctica, que los hombres se figuran que debe ser un vicio”. Feliz Navidad, amigos.