domingo, 29 de julio de 2012

Cuestión de flema

La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos que Londres arrebató entre otras candidatas a Madrid, merece un análisis en muchos aspectos al margen de la espectacularidad cinematográfica de su escenificación. En estas grandes exhibiciones se puede llegar a identificar claramente el adn del pueblo que las realiza, la verdad o fantasía de los tópicos bajo los que el resto los vemos. La ruta por la que vienen transitando a lo largo de la historia y si tienen claro el sendero por el que quieren seguir avanzando. Confianza y complejos.


Los “british” son muy “british”, eso no hay quien lo dude y están tan seguros de sí mismos colectivamente y tan satisfechos de su central papel en la historia que, entre otras cosas, son el pueblo que mejor sabe reírse de sí mismo, de sus instituciones y de sus ídolos. Y lo hacen de tal manera que, vistos desde la España siempre acomplejada, sectaria y cainita, son envidiables. No es que hagan escarnio unos de otros, sino todos de sí mismos y a eso, entre otras cosas, lo llaman flema y qué bien nos vendrían a los españoles de todas las regiones unas buenas dosis de esa flema que enfría la sangre sin restar un ápice de fuerza.

La reina prestándose a protagonizar una parodia para miles de millones de televidentes, justo antes de que suene el “Dios salve a la Reina” ante el respeto más educado y exquisito. El recorrido de un pueblo, conservador y defensor al máximo de todas sus tradiciones, hasta límites que fuera de las islas llegan a parecer ridículos, por todos los momentos en que siendo radicalmente transgresores han cambiado el mundo. Por todas las verdaderas revoluciones que han protagonizado, todas además pacíficas.

En la economía con la Revolución Industrial. En los movimientos sociales con la aparición de los sindicatos y la lucha de clases que ellos crearon y luego todos siguieron y que abandonaron hace ya tiempo mientras otros, aquí entre nosotros, siguen anclados en el discurso del siglo XIX. Con el reconocimiento a las sufragistas avance de la revolución femenina. Con la revolución en la música del Pop y los Beatles, del Rock y los Stones, del Punk y los Sex Pistols (cuya corrosiva versión del “God save the Queen” también sonó en su ceremonia para el mundo), del Acid House. Y tras la industrial, la Revolución TIC y la paternidad de Internet. Con la literatura infantil moderna o su pionero sistema sanitario.

Inventaron del deporte moderno, que practicaban en su campiña cuando aún iban vestidos con engolados trajes victorianos, que lo extendieron por todos los confines de la Commonwealth y han rendido grandes servicios a la universalidad del olimpismo, no tienen ningún complejo a la hora de que los últimos en tocar e izar su bandera y la olímpica sean militares representando a todos los cuerpos de su ejército. La democracia más antigua del mundo sabe y reconoce lo que le debe a su ejército. Qué distintos en todo. Qué grandes.

miércoles, 25 de julio de 2012

Elegir el enemigo

 
Vamos con la tercera variación sobre un mismo tema. La imperiosa necesidad de reforma, transformación, catarsis, incluso convulsión en la estructura administrativa de España. La exigencia de apertura de las puertas y ventanas de nuestro edificio político institucional para que entre oxígeno y despeje un ambiente que se ha ido viciando a lo largo y ancho de nuestro devenir democrático hasta convertirse poco menos que en irrespirable y desde luego insostenible.
Para la mejor definición sobre el gobierno, gobernar consiste básicamente en tomar decisiones. Hasta ahí lo fácil y lo que es igual para cualquier gobernante en cualquier régimen o sistema político. La toma de decisiones ha de ser entre diferentes (a veces opuestas), alternativas y en la práctica también podemos decir que gobernar consiste en ir eligiendo a los enemigos que se quiere tener enfrente, o aquellos a los que se quiere evitar, por temor, por simpatía o complicidad, por ideología o por pragmatismo y cálculo electoral. Así pues, es tan peculiar esto de la política que normalmente, los hechos llevan a que se elijan no los amigos, sino los enemigos.

En la dura y difícil crisis que atormenta a España y tortura a los españoles, el Gobierno anterior tomó sus decisiones y en ellas, no había que ser muy perspicaz para comprobar que más que buscar la solución, se trató de regatear a la realidad para ver si, puestos de perfil, el golpe pasaba de largo y podíamos seguir adelante como si tal cosa, manteniendo, eso sí, perfectamente “alimentados” a poderes fácticos como los sindicatos. Así nos va, porque como bien sabían nuestros clásicos, la realidad es tozuda.
El Gobierno actual llegó tras muchos meses, tiempo más que amplio, para haber estudiado la situación, diagnosticado las causas profundas del problema, planificado las respuestas y proyectado los fines a conseguir. Quiero creer que eso se hizo así y no tengo ninguna duda de que lo está intentando y de que es realmente difícil enderezar el rumbo. Lo que uno en su cortedad no termina de entender –o quizás prefiere no entenderlo- es por qué extraño motivo, por qué no confesado cautiverio, parece empeñado día sí, día también en elegir como enemigos a amplios sectores de la población haciéndolos aún más víctimas de una crisis que ya padecen, en lugar de a aquellos estamentos que la han provocado o que lastran la posibilidad de abandonarla.

Primero las Cajas, luego la estructura administrativa llena de solapamientos y gasto público, comunidades autónomas y sus miles de empresas públicas, las diputaciones… Para eso sigue habiendo un dinero que por otro lado se quita del sueldo de los funcionarios con recortes sobre recortes, de las cuentas de las empresas y los bolsillos de los ciudadanos con más y más impuestos que, como bien deberían saber quienes gobiernan, hunden más la economía productiva para mantener un gasto viciado. Será más cómodo, pero ni es efectivo ni supone una inteligente elección del enemigo.

domingo, 22 de julio de 2012

La España insostenible


Decíamos en el anterior Espejo de Tinta que las medidas cosméticas propuestas para la reordenación administrativa de España, reducción del 30% de los concejales (¡para dentro de 3 años!) y abolición de las mancomunidades no servirán para nada sustancial en materia de reducción del gasto público, siendo éste el mayor problema para la viabilidad económica de nuestro país.

Es necesario el control de los ayuntamientos y su rápida agrupación, de cinco en cinco o de diez en diez, para que puedan prestar con eficiencia los servicios que les demandamos, pero el gasto que es imprescindible reducir no está ahí, ni en el Estado en su mayor parte -curiosamente ambas son las Administraciones a las que los ciudadanos tributamos histórica y directamente-, sino en comunidades autónomas y diputaciones.

No sobran competencias en los ayuntamientos, lo que hace falta es que éstos sean más grandes para que puedan incluso asumir más, como en el resto de Europa y como propugnaba el propio Mariano Rajoy (en un magnífico trabajo sobre la administración única al servicio del ciudadano que todos en el PP aplaudíamos hace un par de décadas), el principio de subsidiariedad debe llevarnos a que ninguna administración asuma competencias que pueda prestar otra que esté más cercana al ciudadano.

Quitar competencias a los ayuntamientos y dárselas a unas diputaciones con menor legitimidad democrática es camino para incrementar el control político de la sociedad por la partitocracia imperante, concentrando en sus sedes la toma de decisiones, pero no para construir una administración mejor o más económica.

Lo primero que habría que explicar es por qué coexisten, las delegaciones territoriales de la comunidad autónoma respectiva (salvo en las uniprovinciales) y las diputaciones. Ahí sí que debería producirse una fusión de ambas estructuras. Ahí sí que hay duplicidad en el gasto e ineficiencia en el aprovechamiento de los recursos. ¿Por qué no se aborda esto en profundidad? Por miedo e intereses políticos y partidistas, que no patrióticos.

Los políticos que tienen el poder para tomar las decisiones están fundamentalmente en las dos esferas superiores, Estado y CC.AA. y la mayoría de diputaciones en manos de quienes a la vez son presidentes o secretarios generales de sus partidos provinciales. Lamentablemente, ninguno de esos escenarios están generalmente poblados de las mejores cabezas, las de visión a más largo plazo, o con mejor conocimiento de la realidad. De 350 diputados no hay 50 capacitados para hacer un estudio serio, riguroso, con conocimiento de causa y perspectiva histórica de cuál es la Administración óptima para la España del siglo XXI. A unos nunca les ha gustado trabajar, a otros ya no les gusta y muchos porque ni aún queriendo podrían hacer algo medianamente coherente. Del Senado qué decir y de los parlamentos autonómicos sólo hay que entrar en sus páginas web y repasar currículum y trayectoria profesional, salvo excepciones, que las hay. Claro que eso, a las cúpulas de los partidos, lejos de preocuparlas, las tranquiliza. Seguiremos.

jueves, 19 de julio de 2012

Reformulando a Peter

En el ámbito de la gestión, se conoce como “principio de Peter” al axioma que relaciona la capacidad de ascenso con el nivel personal de incompetencia. En una jerarquía, dice, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia.

Este es uno de los grandes peligros a los que se enfrenta cualquier empresa u organización, que aquellos a los que se ve muy competentes en un determinado escalón de la jerarquía, se les va ascendiendo hasta que llegan a un puesto para el que ya no resultan competentes sino incompetentes con lo que han dejado un vacío allí donde de verdad aportaban valor y han ocupado otro espacio allí donde pueden llegar a ser hasta un estorbo.

En el ámbito de la política y de la gestión pública, convendría ir reformulando el principio pues sólo se cumple, y no para bien, en contadas ocasiones. Son cada vez más los casos en los que no es el competente el que asciende y asciende hasta que supera el límite de sus capacidades, sino el que siendo incompetente desde el principio deja que sea la corriente la que contra todas las leyes de la física lo vaya llevando hacia arriba. Y sube, vaya si sube. Podríamos bautizar el nuevo paradigma como el “principio de Retep”, leyendo Peter al revés.
Se habrán fijado ustedes con cuanta frecuencia, cuando en una organización el de arriba mete la pata, termina siendo el de abajo el que paga el pato. Pues lo mismo está ocurriendo con la reforma administrativa imprescindible para que las finanzas públicas españolas sean viables.

Es evidente que España necesita recortar su hipertrofia de administraciones, que el modelo actual es insostenible, pero para ello se necesita un estudio en profundidad (la Vicepresidenta lo ha anunciado pero no hay muchos visos) y no una cadena de ocurrencias que terminen sólo con una actuación cosmética, cortando en los más débiles (también los más cercanos a los problemas de los ciudadanos), los ayuntamientos, y no atreviéndose con el resto, Diputaciones y Comunidades, siendo ambas, las últimas invitadas a una fiesta para la que ya no hay dinero y en las que se producen las duplicidades e incongruencias más sangrantes.
Comparto con los alcaldes de los pequeños municipios que el ahorro por la reducción en un treinta por ciento del número de concejales va a ser inexistente y que, siendo el único camino razonable para el futuro la paulatina agrupación de municipios, distribuyendo que no repitiendo las instalaciones y servicios públicos más importantes entre los diferentes núcleos de población, la abolición de las Mancomunidades va en el sentido contrario al propugnado.

Se pongan como se pongan los políticos de altura (por posición), la legitimidad la damos los ciudadanos al Gobierno de la nación y a nuestros Ayuntamientos, las dos administraciones históricamente naturales. Provincias y Comunidades Autónomas son artificios introducidos para coadyuvar y en esto, o sobran unas o las otras aunque con ello no se atreven. El domingo, más.

domingo, 15 de julio de 2012

Esas otras cosas

Ya sé que hoy tocaría escribir de las nuevas medidas de ajuste y de la subida de impuestos. Sé que tocaría volver sobre la trágica situación económica que vive España o sobre si todo lo anunciado en esta semana va a servir para que algunos de los integrantes de esa legión de cinco millones de parados encuentre trabajo. Sé que tocaría escribir de eso pero, pidiendo disculpas a aquellos lectores que esperaran mi opinión al respecto, voy  a dejarlo para un próximo día. La razón, uno no tiene ni la inteligencia ni el tiempo suficientes como para poder dar una opinión fundada a bote pronto. Hoy no toca. Y ya me preocupa, porque eso debe querer decir que no las veo nada claras.

Pensando en esto, con la que está cayendo, y los rayos del sol veraniego colándose por todos los resquicios, me dirán que no es mejor escribir/leer de algo más refrescante. Sin atreverme –aún- a ejercitarme como propugnaba ayer en este mismo periódico con la sabiduría de la inteligencia y la de los años Ana María Matute “me di cuenta de que tenía que escribir lo que me daba la gana, lo que me salía de las narices”, lo que hoy apetece es reseñar, sin más ánimo que el que expresan, esas otras cosas que conforman, a veces sin darnos verdadera cuenta de ello, el noventa por ciento de nuestras vidas.

Descansar de la realidad vagando por las páginas de un buen libro, o incluso de uno malo. Darse un paseo sin rumbo fijo ni coordenadas preestablecidas por un museo conmemorando un cumpleaños, como el de Klimt que nació en Viena ayer hizo 150 años. Recordar con un beso su obra más famosa. Doblegarse ante una sonrisa especial o degustar un abrazo de los que calan hasta los huesos. Escuchar música de la que hinche el ánimo, viste de nostalgia o pinta de brillo los ojos.

Escuchar la voz de un niño. Ver volar un pájaro. El llamar de las hojas de los árboles a la fresca brisa que no llega. Ansiar el quedo rumor de un arroyo en un verde valle, la fresca penumbra del umbral de una antigua fuente de piedra o el eco del silencio en un templo medieval. Desear el mar al escucharlo al fondo de una caracola. Tejer y destejer como Penélope en la espera de Ulises. Desplazar un pincel, ensamblar una partitura. Tallar la piedra, el hierro, la madera. Dar forma al barro fundido en su sensual movimiento con las manos del artista. Aprehender y aprenderse una piel, un perfil, unas facciones, un volumen y unas formas.

Respirar siendo consciente de que se respira. Llenarse de una fragancia que trae recuerdos del pasado y sugerencias del futuro. Escuchar el pálpito propio o ajeno, ajeno y propio de un corazón en su bombeo. Dejar fluir sin prisa la meditación desde el centro de nuestro sistema nervioso a cada una de sus terminaciones. Vivir, dormir, soñar, reír, sentir. Vida.

miércoles, 11 de julio de 2012

Tragicósmico


En el súper acelerador y colisionador de partículas del CERN dicen haber dado con el boson de Higgs, que era famoso antes de que nadie supiera con certeza de su existencia y al que en esta era del marketing muchos han llamado “la partícula de Dios” por ser lo primero que habría resultado tras el Big Bang y resultar clave para tratar de entender la teoría actual sobre el Universo que estaba necesitada de que el boson ejerciera su papel de argamasa que una a las otras partículas subatómicas para conformar la materia.

En el súper acelerador de la descomposición institucional, económica y social en que parece irse convirtiendo España, los principios integradores se disgregan y colisionan mientras que los acontecimientos más dispares se aceleran y colusionan sugiriendo que más que venir de él, vamos hacia nuestro particular Big Bang.

En España nos hemos acostumbrado a mantener la vida institucional girando en un escenario mucho más ficticio que el modelo teórico de la gravitación universal. Nuestra democracia, subyugada por el poder de las reducidas elites que se han apoderado de los partidos, lleva a situaciones tales como que la elección de los vocales que van a formar parte de Tribunal Constitucional durante los próximos años se haga por estricto sistema de cuotas entre las fuerzas parlamentarias y a que, en el que debería ser un duro examen sobre la independencia y aptitud de los propuestos, en la comisión pertinente del Congreso de los Diputados todo se quedara en cuatro diputados con preguntas para cubrir el expediente, dos silentes y el resto de los “padres de la Patria” ausentes.

Qué distinto de las imágenes que se nos muestran ante similares acontecimientos en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, la única nación que siempre fue democracia aunque por aquí no guste reconocerlo. Allí, los interrogatorios sí son filtro. Tan agresivo y duro filtro a veces, que no es raro que posibles candidatos renuncien siquiera a presentarse para no salir tocados profesionalmente si su trayectoria presenta flancos cuestionables. Pero claro, allí los diputados son dueños de su escaño, dueños temporales que han de rendir cuentas a sus electores y no a sus designadores.

Allí las mayorías se otorgan cada cuatro años pero los partidos y el Gobierno han de conquistarlas en cada ley y en cada debate. Aquí, con que lo tengan claro media docena de dirigentes en cada uno de los dos grandes partidos, y ni siquiera hace falta que todos ellos sean diputados, es suficiente para que el resto levanten la mano al unísono. Quizás por eso esta Europa y esta España nuestra, han sido tan fácil pasto histórico de fascismos y comunismos. Abiertas de palma o de puño cerrado, lo importante es levantar las manos todos a una.

Con este panorama, no es extraño que cuando los acontecimientos se desordenan y descontrolan, sea inevitable que Gobierno y oposición tiemblen porque todo amenace con írsele de las manos. En esas estamos.

domingo, 8 de julio de 2012

Banquillos y sillones

Lo de Bankia es, o debería ser, el primero de los capítulos en la exigencia de responsabilidades a los gestores directos, los indirectos y los responsables como consejeros del gran agujero negro de nuestra economía que suponen los resultados de las cajas de ahorro.

Los directos, ejecutivos pagados muy por encima de puestos equivalentes en empresas de cualquier otro sector empresarial, pero que o bien por incompetencia generalizada, por falta de capacitación profesional suficiente o por servilismo frente al poder político y el mamoneo sindical han dejado a sus espaldas o cargan aún sobre sus hombros una gestión de las que fundirían cualquier currículum.

Los indirectos, aquellos que desde partidos y sindicatos han trabajado duramente para eliminar cualquier atisbo de democracia interna o cualquier rescoldo de los principios de mérito y capacidad y se han convertido en maestros del arte de la asignación de regalías en función de intereses meramente personales y de inercias sólo basadas en el tan manido dejar las cosas como están, que el “jefe” no quiere tener problemas.

Los consejeros, el “establishment” político y laboral-sindical buscaron y encontraron en el sillón dorado de los consejos ingresos económicos suficientemente elevados como para que en el caso de algunos, lo trascendental de su presencia en la vida política no estuviera en la institución a la que democráticamente representaban, sino en el pasaporte que ésta les brindaba para desembocar en esos otros tan lucrativos asientos.

A Rato, que en realidad fue el último en llegar a tan peculiar festín de Babette, le toca pagar el pato. Ha sido UPyD, el partido de Rosa Díez el que, provocando la indignación de PP y PSOE pero haciendo un gran servicio a la dignidad, la transparencia y la democracia ha prendido la mecha que un juez ha decidido seguir. Rato, con muchos motivos para ser admirado por su gestión en el gobierno Aznar, no tiene responsabilidad en la gestión histórica de Caja Madrid, ni en la más irregular de Bancaja o de las otras entidades integradas, pero sí junto al gobernador del Banco de España y al presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores en la construcción de una realidad financiera ficticia para salir a bolsa.

Y recordemos que salir a bolsa no es algo neutral o inocente, sino decirle a los inversores, muchos de ellos muy pequeños inversores, que compren un determinado activo a un precio justo y contrastado. Cuando eso se ha construido sobre la mentira institucionalizada, tiene un nombre, estafa.

Y los ciudadanos no debemos aceptar la estafa, ni la económica ni la política, como el anuncio-mentira de Leire Pajín de que deja la política. Deja España para irse a un puesto político en un organismo internacional financiado con dinero público y, en buena medida, comprado con dinero de todos los españoles, aportado a espuertas por el gobierno del que ella formaba parte. No es dejar la política, sólo es cambiar el culo de asiento para pasar a otro aún más mullido.

jueves, 5 de julio de 2012

España es fútbol

Hay algo en lo que ni al anterior presidente del Gobierno, del que ya nadie se acuerda al menos para bien, le parecerá a estas alturas que el de España es un concepto discutido y discutible. España es España y todos, españoles hasta la médula. En cuestión de fútbol, eso sí. Y porque nuestra selección ha vuelto a ganar, que de lo contrario hubieran caído verdaderos chuzos de punta sobre nuestros internacionales.

Qué cruel es el azar y qué cabroncete el destino de los hombres. Alguien me decía hace unos días: esto es siempre igual, cuando viene lo malo, viene todo junto; cuando viene lo bueno, otro tanto pasa. Cristiano Ronaldo, antes de que lo dejara en tierra el avión en el que tenía que haber vuelto a Portugal con el resto del equipo, se quedó a las puertas de lanzar un penalti que hubiera podido ser decisivo si, en esa lotería mano a mano entre lanzador y portero con la que se resuelven las eliminatorias de inamovible empate, previamente no hubiera salido cara para España (estar en racha lo llaman unos, flor en tal sea la parte, lo llaman otros) y cruz para Portugal (como la que llevaban pintada en la camiseta) en los anteriores lanzamientos.

La diosa Fortuna dio la espalda a nuestros vecinos y pintó de sonrisa nuestros rostros, de gritos y eufóricas algaradas nuestras casas y bares, de banderas rojigualdas, los balcones, los autos, las calles y las plazas de esta España que con sus guerras de señoríos y privilegios, de isabelinos y de carlistas, de republicanos y nacionales, tiene 500 años de existencia y quizás más de dos mil. Y España fue España, como hace cuatro años, como en el Mundial de hace dos. Y no lo hubiera sido si la cruz nos hubiera tocado a nosotros y la cara a los lusos.

Pero alguien también el sábado lo escribió, aprovechemos estas 24 o 48 horas que nos quedan para gritar y querer que viva España, para ondear banderas en son de fiesta y lucir camisetas iguales en cualquier coordenada geográfica. Hagámoslo en las próximas horas porque, ganemos o perdamos, sólo unas horas después, hacer lo mismo será declarado agresivo, insultante o “facha” y por lo tanto estará mal visto socialmente.

Somos así, con el fútbol sí, con el resto no. Esa apoplejía mental que representan los nacionalismos exacerbados y el grado de triunfo que les permite la línea de vanguardia de la corrección política en un solo sentido, en el otro no, se extiende como un cáncer por intereses, responsabilidades y protagonismos políticos.

A miles de kilómetros vi camisetas y banderas españolas hace muy pocos días. Aquí ni una sola veremos dentro de esos mismos pocos días. Justo cuando más necesitamos un catalizador que facilite la unión para salir adelante y que a los cien mil nuevos empleos los sucedan otros varios millones.

Da igual en todo lo demás, porque España hoy es, sobre todo, fútbol.