miércoles, 28 de diciembre de 2011

Tiempo de transparencia

Quizás sea de lo poco bueno que nos pueda traer la crisis. Se percibe en múltiples ámbitos una mayor preocupación por la persecución de los comportamientos contrarios a la ética. Ayer mismo, el Rey Don Juan Carlos, se refería con motivo de la apertura parlamentaria de la legislatura a la necesidad de que todas las instancias públicas defiendan “la honradez, el esfuerzo y la profesionalidad con la que los españoles sacan cada día adelante a sus familias” y pedía a los representantes políticos que trabajen “con honestidad y eficiencia” para superar la crisis.

Antes que él, otros foros han ido haciendo suyo un mensaje similar. La crisis es económica y financiera en su rostro, pero es institucional y de valores en su corazón. El problema es que están tan extendidos y arraigados en la forma de ser y de actuar de los españoles (y también de muchos otros países) que resultará tremendamente complicado ir cambiando ciertos usos y costumbres perniciosos. Eso contando con que quienes han de liderar a la sociedad para la preterición de las conductas no éticas, no honradas y no eficientes, pongan verdaderamente de su parte algo más que la mera apariencia de su compromiso.

Política y empresa (incluyendo en ésta a los medios de comunicación de masas) son los ecosistemas en los que más deben hacerse visibles estas intenciones y en ambos las cosas van lentas, exasperantemente lentas en lo que se refiere a la implantación de prácticas que faciliten la transparencia, requisito previo imprescindible, para alcanzar el objetivo marcado.

La organización internacional que con mayor ahínco persigue tales fines, Transparency International, uno de cuyos miembros del Consejo de Dirección en España es el reputado jurista y humanista Antonio Garrigues, sostiene que la época de crisis global que vivimos debe convertirse en tiempo para la transparencia. Para ello, ha elaborado un decálogo que denomina de “Transparencia e Integridad”.

El decálogo parte de la necesaria tramitación de una ley de transparencia y acceso público a la información de cualquier administración, institución o empresa del sector público (suman más de 20.000), asignatura en la que España es de los pocos países europeos donde sigue pendiente. Incluye, por ejemplo, la exclusión de las listas de los procesados por corrupción. La generalización de la publicidad de las declaraciones de bienes e intereses de quienes ocupen cargos públicos. Modificar la normativa sobre financiación de los partidos políticos y la transparencia de ésta, exigiendo publicidad de sus datos. Mayores garantías de mérito y capacidad en el acceso a la función pública. Un pacto nacional de lucha contra la corrupción entre partidos, ONG,s, asociaciones empresariales, sindicatos y medios de comunicación, etc.

Y, claro, la madre de todas las batallas sin la cual el resto está perdido, la reforma electoral que acabe con las listas cerradas para que los ciudadanos puedan excluir a aquellos candidatos no deseados, o que no les ofrecen garantías de integridad y/o competencia. Es Navidad, seamos optimistas… o no.

jueves, 22 de diciembre de 2011

La virtud de lo previsible

Si hay algo por le que le gusta ser reconocido al nuevo presidente del Gobierno de España es por ser “previsible”, en su pensamiento, comportamiento, actuaciones y decisiones. Que se recuerde públicamente, sólo lo rompió una vez, hace cuatro años tras la amarga derrota en su segunda cita ante las urnas. Allí, en medio de una vorágine de sentimientos y seguramente de frustración personal y derrota anímica, dio a entender, aludiendo precisamente a su previsibilidad, que arrojaba la toalla, aunque en sólo unos días se recompuso, modificó su postura, convocó el congreso de Valencia y decidió echar su órdago a la grande.

En el resto de su trayectoria, Rajoy siempre se ha mantenido fiel a su lema vital y ahora, en un momento histórico por crítico en el que, ya no hay espacio para artificios de ilusionista, no hay traje que mejor le siente a España y a su presidente que el de la seriedad, la templanza, la tranquilidad y la previsibilidad. No necesitamos grandes descubrimientos, ni sonrisas cautivadoras, ni varitas mágicas tocando el ala de ninguna chistera. Solo grandes dosis de sentido común y responsabilidad.

Hace más de un mes que ganó ampliamente las elecciones; han pasado sólo tres días desde que desgranara en su discurso de investidura la línea argumental de su prevista acción de gobierno; apenas unas horas de la designación de los ministros que han de acompañarle en la primera línea de su misión. En ninguno de esos pasos ha habido espacio para las sorpresas o los grandes anuncios. De hecho, ha sido un tiempo más caracterizado por el trabajo callado que por la manifestación de intenciones y eso es bueno, quizás lo único bueno de este eterno interregno al que nuestros usos parlamentarios obligan desde que se celebran las elecciones hasta que el vencedor accede por fin al Palacio de la Moncloa.

Acostumbrados como estamos los españoles, a pesar de haber dado vida a los grandes místicos, más al estruendo que a la reflexión, más a la diatriba y el alarde que al reposo y la cautela, bien está que en tiempos tan de tribulaciones como los presentes, quien más responsabilidad asume sobre lo que vaya a ser nuestro futuro más cercano, decida actuar más que hablar. No obstante lo cual, el guión deshojado durante la investidura es cualquier cosa menos tímido.

El discurso de Rajoy nos anuncia un intenso programa reformista, tanto que de ejecutarse con el calado previsto, supondrá el cambio estructural más importante de las últimas décadas. España necesita esas reformas. Las hubiera necesitado hace ya bastantes años. Reformas en lo económico, en lo político, en lo institucional, en la relación entre las diferentes, múltiples y multiplicadas administraciones y entre éstas con los ciudadanos. Y reformas profundas en lo social, en el catálogo de derechos y deberes individuales y, sobre todo, en la educación y los valores a proteger. Así pues, sea bienvenido lo previsible.

domingo, 18 de diciembre de 2011

La ilustre fregona

Siglos después de servir de título a una de las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes, el nombre fregona sirvió para denominar a un utensilio de limpieza que según todas las definiciones, permitió fregar los suelos de pie y liberó de la esclavitud y el maltrato a rodillas y columna vertebral.

Pasa con la fregona lo que con todos los mejores y más grandes inventos.  son siempre aquellos que, tras aparecer, resultan tan obvios que todo el mundo puede entenderlos sin mayor explicación a la vez que llevan a pensar con extrañeza cómo no se le ocurrió a nadie antes.

Ésa es la magia de los buenos inventos, y ésa su dificultad, que siendo obvios y estando a la vista de cualquiera, hace falta un chispazo genial para convertirse en realidad. Para inventar la fregona tuvieron que transcurrir miles de años de historia de la humanidad y la llegada de un ingeniero aeronáutico cuya compleja formación técnica le sirvió para dar al mundo dos inventos absolutamente geniales por su simplicidad, la fregona y la jeringuilla desechable de un solo uso (de la que se llevan fabricadas más de veinte mil millones de unidades).

Esta semana ha fallecido quien en 1957 hizo algo tan revolucionario como poner un palo a una especie de bayeta, el español Manuel Jalón. Quizás se ha ido ahora para recordarnos todo lo que queda por fregar en España en los próximos meses y años. Quizás para que en homenaje, a los próximos ministros del Gobierno Rajoy, además de la cartera de piel les entreguen la fregona con que limpiar de gastos no imprescindibles el suelo y el presupuesto de sus ministerios. Quizás para que en su tradicional discurso de Nochebuena el Rey luzca, junto a la bandera y el árbol de Navidad, tan patriótico invento rememorando el fregado en que a la Casa Real ha metido su segundo yerno.

Un fregado es un lío, un embrollo o un negocio o asunto poco decente, según la RAE, en término usual sobre todo en Hispanoamérica, y ahora en la Real Casa española. Fregado es término habitual que sale a borbotones de los labios de los personajes que conforman el rico imaginario de Vargas Llosa. Estar fregado es estar en malas condiciones de salud y, sobre todo, de dinero, como la España actual, aquejada de aguda insuficiencia cardiaca y respiratoria y colapsada de sarpullidos de quiebra.

Definitivamente, por eso,  puede que sea la fregona uno de los argumentos base de la política que España necesita. El palo permite acceder al más oculto de los rincones del Estado y limpiar la mugre que en ellos, hasta sin querer, se va acumulando. La suavidad de su cabeza, permite limpiar y dar esplendor sin riesgo de rozar y dañar las superficies sobre las que se desplaza. Tendrá que probar Rajoy, ahora que está ante el más importante reto que un gobernante español haya tenido desde hace décadas.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

AVE que no vuela

Que llega, que no llega, así llevamos ya unos cuantos años, desde que se proyectara el paso por Zamora del recorrido de la alta velocidad ferroviaria hacia Galicia. En un principio llegó a hablarse de que el AVE llegaría a Zamora en 2009, luego que en 2010. Así sucesivamente hasta un momento, el actual, en el que ya nadie se atreve a dar una fecha de terminación y puesta en marcha, aunque las expectativas parecen acercarse peligrosamente más a 2020 que a 2012.


Las infraestructuras no son el único elemento que puede introducir a nuestra provincia en la senda del desarrollo económico, del cambio en la dinámica decadente en la que desde un punto de vista macroeconómico estamos inmersos, pero son un elemento sustancial, esencial podría decirse, para eliminar algunas de las barreras históricas más persistentes. Y, desde luego, su importancia es mayor si, como nos viene ocurriendo, no es que las infraestructuras no lleguen a Zamora, sino que a Zamora es al único sitio al que no llegan o al que llegan con lustros de retraso.

El nuevo Gobierno tiene sobre la mesa en lo económico una patata caliente de magnitud aún no calculable en sus justos términos y, como lo bueno cuando lo hay, los Gobiernos heredan también lo malo que dejan sus predecesores. Ahora, los anteriores no solo dejan una pésima herencia económica, sino una larga relación de retrasos acumulados en cuanto a la habilitación de las grandes vías de comunicación en esta provincia. Autovía de la Ruta de la Plata en el tramo Benavente Zamora, el tramo de la vergüenza, aún sin empezar tras varios años de concluido el resto de su recorrido, desdoblamiento de la N-122 hasta Portugal y AVE Madrid Galicia son asignaturas pendientes, junto con algunas otras, que en ninguna provincia con un mínimo peso político y social hubieran debido coincidir todas a la vez.

No creo que los ciudadanos (ni los militantes de los partidos) debamos enzarzarnos en luchas políticas para discutir quién tiene más culpa. Lo que toca ver es quién puede resolverlo y eso le corresponde, fundamentalmente, a quien gobierna. Si el PSOE no lo ha hecho en sus casi 8 años de gobierno, ya ha tenido su castigo. Ahora quien tiene que ejecutarlo responde a otras siglas y quienes más deben exigirlo son los políticos zamoranos del Partido Popular.

Claro que serán necesarios grandes sacrificios para todos y que el Gobierno habrá de marcar con bisturí las prioridades, pero eso no empece para que la obligación de los representantes populares y de la dirección provincial del partido sea estar vigilantes, trabajar muy duro y ser exigentes al máximo para que nada no prioritario pase por delante de algo en lo que ya somos los últimos. Y liderar a la sociedad para que deje de parecer que el «Finis Terrae» ya no está a orillas del Atlántico sino en cualquiera de nuestras comarcas.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Faltaba Torrente

Confieso arrepentido que no he visto Torrente 4, pero de estos días no pasa que la pille en el video club. España es Torrente y la saga de películas “sin complejos” de Santiago Segura el único verdadero éxito de taquilla del cine español de la era de las subvenciones uno de los datos económica y sociológicamente más coherentes y refrescantes en el país donde los impuestos de los ciudadanos sirven para pagar películas que ven una docena de personas o ni siquiera se estrenan.

El que ya se va, aunque parezca que no termina de marcharse, es el peor presidente del Gobierno de nuestra actual democracia y buena parte de las circundantes. Desde el día que llegó al puente de mando de la nave del Estado –las metáforas relacionadas con la navegación que son las que con más entusiasmo ha prodigado- no ha dado una a derechas o, mejor dicho por quitarle el sesgo ideológico, no ha acertado una a la hora de tomar decisiones en los asuntos trascendentes.

Buscaba el corazón de Europa, nos dijo, y resulta que el músculo cardiaco europeo estaba ya ocupado en tres cuartas partes por el de la alemana Merkel, duro como el granito y el cuartil restante, por el de Sarko, el húngaro afrancesado, voluble y astuto, genuino descendiente del mismo Napoleón que a España nos envió a Pepe Botella. Zapatero pues, no pudo encontrar el sitio que anhelaba desde que salió de Rodiezmo en su particular marcha roja.

¡Pero, coño! Una cosa es andar despistado y no saber si retirarte a León a ser controlador de nubes tumbado en una hamaca, hacerlo a un paraíso de los integrados en la Alianza de Civilizaciones o exiliarte a cualquier desierto para atestiguar que la Tierra no es de nadie (solo del viento) y otra muy distinta irte a vivir a la casa de Torrente. ¡Qué ojo, ZP, mira que volver a dejarse asesorar por la ministra Sinde! Cada vez creo menos en las casualidades, y es que no pudo ser el azar el que convirtiera a Sinde en ministra de Cultura cuando su más renombrada y reciente película se titulaba “Mentiras y Gordas”. Tampoco que la casa que alquilen los Zapatero-Espinosa, haya servido para el rodaje de Torrente 4, cuyo título se completa con la expresión “Lethal Crisis (Crisis Letal)”.

Ni el mejor guionista gesta algo más surrealista: Zapatero viviendo en la mansión de la crisis letal. Ayer vi un tráiler de la película y escuché una canción de Bisbal, tema principal de su banda sonora. Tampoco puede ser casualidad, imagíné a España cantando a Zapatero: “Mejor te vas con el viento y llévate tu sufrimiento”; “mejor te marchas de aquí, porque además del dinero te robaste mis "te quieros"; “Yo no te quiero juzgar, pero sin ti estoy mejor, cuando me acuerdo mi amor, lo que me has hecho gastar. Era un tonto enamorao pero eso ha pasado ya”. Faltan en el jardín Pepe Blanco (por Paquirrín) y la Pajín.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Mitrofán y Urdangarín

En el país de los puentes y los acueductos que nos cuestan miles de millones de euros, la monarquía actúa de fiel de la balanza institucional. En un país donde ya no quedan más monárquicos que unos cuantos clásicos de la prensa y los oropeles, el Rey ha venido ejerciendo de garantía de que no vamos a acabar tirándonos de los pelos, en el menos peligroso de los casos, por una simple coma legislativa.

Para no decir que eran monárquicos, muchos se proclamaron juancarlistas. Republicanos por convicción, monárquicos por conveniencia para su país, se decían, aunque no está claro que en España haya realmente monárquicos ni republicanos. Que en esto, más bien todos somos pragmáticos. Alfonso XIII perdió el poder porque abandonó España tras no perder las elecciones que los antimonárquicos dijeron haber ganado antes de saberse el resultado. Franco murió en la cama casi cuarenta años después de ganar la peor de las guerras, una guerra civil y antes de irse nombró a un Borbón heredero a título de Rey, refrendado a continuación por la Constitución y los españoles.

Treinta años más tarde, Iñaki Urdangarín ha recabado más apoyos para los contrarios a la monarquía y les ha dado más esperanzas, que las miles de monsergas de los progres antimonárquicos. Con cuánta menos culpa me cargué a Mitrofán, anestesiado con vodka y miel, pensará el monarca al respecto de su relación con su yerno.

Mitrofán, el oso ruso al que nuestro Rey hizo famoso, no supo de donde le vino el certero disparo. Al Rey le ha llegado de muy cerca, de la segunda de sus hijas, de su yerno y del asesor de las Infantas, los tres con sueldo de la Casa Real, de los presupuestos públicos, de nuestros impuestos. Cómo no se van a cabrear los ciudadanos, cómo no van a repetir una y mil veces que no lo entienden. Y es que no hay quien lo entienda. Si Urdangarín quería hacer negocios, debió buscar cualquier país menos el suyo, y si aquí, cualquiera menos el que consiste simple y llanamente en trasbordar dinero de las administraciones públicas a su patrimonio privado, que es de lo que se le acusa y de lo que cabe desear se pruebe inocente. De no serlo, la justicia ha de actuar como con cualquier otro ciudadano y eso, por fuerza, habría de llevarlo a él a la cárcel y a ella a la renuncia a cualquier derecho dinástico.

Valle Inclán, rey del esperpento, hace exclamar a Max Estrella, que no le estaba permitido irse “del mundo sin haber tocado alguna vez el fondo de los Reptiles. ¡Me he ganado los brazos de Su Excelencia!”. Los mismos que ya han debido perder el yerno y la Infanta.

La monarquía es un sistema de gobierno arcaico a la vez que antiguo, que a los españoles nos viene bien por nuestra forma de ser. A diferencia de lo que le pasó a Mitrofán, su mayor riesgo le vendrá siempre de dentro.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Es país para ricos

Con la que está cayendo y la que falta por caer, las diez mayores fortunas por inversión en empresas que cotizan en el índice Ibex 35 de la bolsa española, han visto incrementado su patrimonio en lo que va de año en un 5% y si solo tomamos las cinco mayores, la mejoría se dispara hasta el 16%. No están, desde luego entre los cinco millones de parados, ni entre los cientos de miles de autónomos que han perdido sus negocios. Los afectados por la crisis de tan peculiar manera tienen nombres y apellidos que quizás les suenen. Amancio Ortega, dueño de Zara y el grupo Inditex, las familias Del Pino (Ferrovial), y Entrecanales (Acciona), Rosalía Mera (ex esposa de Ortega) y Esther Koplowitz, accionista mayoritaria de FCC.

No les va tan mal el gobierno de “los pobres, los descamisados y los desheredados”, el de los brotes verdes que cada mes se convierten en un nuevo récord de paro, el del socialismo igualitarista, qué sarcasmo. Una vez más, solo los muy ricos pueden permitirse un gobierno socialista. Ellos y los bancos, únicas empresas que no pueden quebrar aunque hagan quebrar a muchas empresas al menor riesgo para sí y, si finalmente son ellos, bancos y cajas, los que están en peligro, ahí tiene que estar el dinero de todos los demás para salvarlos.

Sin que esto último me parezca mal si es necesario, no logro entender que hace solo unos meses todos los directivos financieros juraran y perjuraran que sus entidades eran sólidas y sin riesgos ocultos y, ahora, después de miles de millones de euros inyectados, precisen cada vez más y sus gestores como si tal cosa. No alcanzo a entenderlo, algo se me escapa, tendré que tomarme unos gintonics al estilo Millás, para ver si adquiero lucidez suficiente para comprenderlo. De siempre sabemos que éste no es país para clases medias, siempre han estado mal vistas. Sí es país para ricos y las crisis, sobre todo cuando se gestionan al estilo que con esta hemos visto, traen ricos más ricos, pobres más pobres.

La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, condenó a principios de año al consejero delegado del Banco de Santander, Alfredo Sáenz a 8 meses de prisión (que de acuerdo con la propia ley no tendría que cumplir), al pago de una multa y a inhabilitación especial para cualquier empleo relacionado con la banca por delitos de presentación de una acusación falsa y de estafa procesal cuando era presidente de Banesto, porque “con su conocimiento y beneplácito” se presentó una querella por estafa y alzamiento de bienes contra cuatro empresarios a sabiendas de que eran inocentes, para presionarlos. La ley del hampa.

Por la querella falsa los empresarios inocentes fueron detenidos y enviados unos días a la cárcel antes de ser absueltos. El delincuente condenado por la justicia ha sido indultado por el gobierno, claro.