domingo, 20 de junio de 2021

Ayuso y la dialéctica bidireccional

La toma de posesión de Ayuso en Madrid tras su apabullante victoria electoral es el banderazo de salida a un periodo de dos años que promete ser el más transformador y rupturista de inercias que se recuerde, quizás desde los primeros años de presidencia de Aznar, cuando España se jugaba a una carta, contra el reloj y con todo perdido de antemano, la integración en la primera división de la nueva Europa. Cuando no cumplíamos ni uno solo de los requisitos exigidos en los acuerdos de Maastricht y nadie en Europa daba un céntimo porque España dejara atrás el déficit y el desorden financiero que dejaban los últimos años del gobierno socialista de González. Por una vez el gobierno de España fue valiente, atrevido y liberal. Y funcionó.

Ahora Ayuso plantea un programa esperanzador en esa misma línea para posicionar a Madrid aún más por delante del resto de las Comunidades Autónomas en crecimiento económico, en creación de empleo y en calidad de vida para sus ciudadanos. Cuenta con la mayoría suficiente para llevarlo adelante, con el estímulo del respaldo de las urnas y con la fuerza de los visionarios que se multiplica cuando tienen un rival fuerte enfrente, en este caso el gobierno de Sánchez con toda su fuerza destructiva y liberticida. Nos esperan dos años intensos en los que otros presidentes autonómicos de ese centroderecha melifluo, de corte rajoyista, que hasta ahora parecían más enemigos que correligionarios de la madrileña, deberán seguir sus pasos o se van a quedar descolgados, y con ellos sus regiones.

Pero si la nueva investidura es inicio ilusionante de etapa, también es broche perfecto a la lección que Madrid ha sabido dar a quienes desde el centro y la derecha de reconocidos conservadores y supuestos liberales viven, allí y aquí, sometidos al secuestro ideológico que parece prohibir el debate dialéctico e ideológico al mismo nivel entre socialismo y liberalismo, entre el intervencionismo gubernamental y la libertad cívica individual. Secuestro ideológico que permite que al comunismo -o socialismo, tanto da a estas alturas- se le siga llamando como originariamente pese a haber fracasado siempre y en todos y cada uno de los lugares donde se ha impuesto, haber causado los mayores genocidios de la historia moderna y tener que reinventarse cada vez bajo una nueva careta, mientras que a la ideología liberal, que ha demostrado ser el más avanzado, justo, humanista y civilizado modelo social se le transforma en concepto con carga peyorativa en “neoliberalismo” y así se divulga desde las terminales sociales y mediáticas del “agitprop” progre.

Ayuso ha mostrado un camino, el de la dignidad de defender la libertad sin ambages, sin adjetivos y sin absurdos rubores. La libertad como concepto individual y como garantía de igualdad social ante la ley y ante las oportunidades. La libertad de elección individual frente a la tutela de esos pocos que, en la concepción socialista de la civilización, se entiende que son las elites que pueden decidir por todos qué es lo mejor para cada uno. Quienes quieren dirigir y coartar la acción y hasta el pensamiento. Ayuso ha demostrado que la dialéctica ha de ser bidireccional y en ella la libertad gana  siempre salvo que se entregue rindiéndose de antemano.

domingo, 6 de junio de 2021

Nos electrocutan

La de la distracción es de las menos honestas pero de las más eficaces armas políticas. Llevamos una semana haciendo chistes con la hora en que hay que planchar o poner la lavadora porque las cabezas pensantes de la Moncloa han visto que les interesa este ruido que el sonido de fondo. Exactamente igual que desde unos días antes y sin haber avanzado nada -por suerte en la mayoría de los casos- en la “Agenda 2030”, se nos destapó Iván Redondo presentando las 675 páginas de la “Agenda 2050” o, como, si los problemas mantienen la dinámica actual, en unos meses nos empezarán a hablar del nuevo mundo de finales del siglo XXI.

Porque es menos gravoso para mantenerse en el poder y mantener a los aliados que te mantienen, que se hable de si a las dos de la madrugada el baile va a ser con la tabla de la plancha o el sexo justo en el vibrante tramo horario que se da entre el centrifugado y el tendido de la ropa, que soportar el que nos planteemos por qué la electricidad ha subido casi un cincuenta por ciento en un año o se haya más que triplicado desde la infausta moción de censura de la que surgió el gobierno más inepto, mentiroso, falaz, vacuo y caradura de nuestra historia moderna.

Quizás si en lugar de chistes, memes y chascarrillos, fuéramos al fondo, podríamos encontrar solución a algunas de las grandes paradojas de un país en el que los ecologistas hippies de los 70 y 80, infiltrados por los servicios secretos alemanes y sobre todo franceses, lograron convencernos de que era una aberración y un inmenso peligro para nuestra supervivencia tener centrales nucleares, cuando compramos a precio de oro la electricidad que Francia genera en las cincuenta y nueve de ellas que tiene en funcionamiento. 

Los chistes se los lleva el viento más pronto que tarde y lo que quedará serán unas tarifas exageradas, que seguiremos pagando en el futuro, y de las cuales en torno al 60% se va a pagar impuestos, costes indemnizatorios por la cancelación de los proyectos nucleares en marcha que se paralizaron por el gobierno PSOE en los 80 y para subvencionar la generación de energías renovables a costa de que paguemos entre todos lo que de momento por sí solo no es viable en términos competitivos.

Al final, que será desde el principio, los usuarios nos olvidaremos del puzzle horario y seguiremos utilizando la electricidad a las horas en que mejor convenga a nuestra actividad y régimen horario, los ministros pasarán a decir estupideces en otras materias y nuestras cuentas seguirán viéndose esquilmadas por impuestos y caprichos políticos, no realmente porque producir electricidad sea “per se” más caro hoy que ayer. Eso sí, entre tanto nuestros gobernantes y buena parte de la panda mediática de este país, convertidos en moralistas de la sostenibilidad, trasladarán a nuestras conciencias, desde el Falcon, palacetes y yates, que somos unos destructores del planeta si comemos ternera alistana o buey de Sayago o se nos ocurre poner una lavadora a las 11 de la mañana. Apóstoles liberticidas. Muchos chistes pero ni puñetera gracia.