domingo, 26 de octubre de 2014

Está pasando

Nadie en su sano juicio querría un mundo dominado por buitres y otros carroñeros, sin embargo, si ellos no comieran la carne putrefacta, la humanidad habría sucumbido hace miles de años a las bacterias que provocan esa putrefacción de cuerpos a los que el riego sanguíneo ya no llega.

La naturaleza, que es sabia en su misma creación, sabe establecer los equilibrios necesarios para la subsistencia de todo el sistema que conforma la vida en nuestro planeta. Decía Adam Smith en su imprescindible tratado sobre la riqueza de las naciones, que la mayor potencia de una nación no está en su poderío económico, sino en la fortaleza de sus instituciones.
Los países que más han creído en la defensa de la libertad individual han creado mejores, más estables y duraderas democracias. Las democracias más firmemente basadas en la división y el equilibrio de poderes, han sido más transparentes. Aquellas que así fortalecen a sus instituciones, no están más libres de la corrupción, porque ésta no es connatural a las instituciones, sino a la naturaleza humana, pero sí estarán mucho más protegidas frente a la generalización de la podredumbre.

Como las bacterias que viven de la materia en descomposición, la perversión de las actitudes políticas deja en el aire un hedor insoportable que no se corrige tapando o escondiendo el cuerpo del que se propaga. Sólo los buitres, la cal o el fuego lo resuelven.
El pasado fin de semana seguí en directo por Internet el congreso que en varias etapas celebra Podemos. Como esperaba, y en contra de lo que algunos no quieren ver, había gente de todo tipo, edad y condición.  

Que se dijeron muchas “tonterías”, muchos mensajes demasiado manidos, la mayor parte de ellos obsoletos y otros sumamente peligrosos, pues ya se probaron y sólo llevaron a la servidumbre, la miseria y el crimen, claro que sí. Pero qué importa eso a tanta gente en un ambiente en el que el hedor por la materia corrupta es tan intenso, extenso y generado en lo más alto, que lo inunda todo.
Dicen que Podemos, como los buitres, vive y se alimenta de la corrupción. Es cierto. Y se está cebando. Pero hemos de reconocer que se lo están poniendo muy fácil. Dicen que hay revanchismo y cabreo. Cómo no lo va a haber con cinco millones de parados, muchos de eterna duración, miles de universitarios sin expectativas de ningún tipo o siendo “quinientos-euristas”, empresas y autónomos cayendo como moscas…

Dicen de ellos que no aportan nada constructivo. También es cierto, y sin embargo vi junto a lo anterior la fuerza de una ilusión y un objetivo compartido de cambio profundo como sólo vi con Felipe González o con el primer Aznar. Se equivocan los de las críticas superficiales y las gracias estúpidas en torno a coletas o vestimentas. No tienen ni idea de lo que está pasando en España. Está pasando mucho y nada de ello es macroeconomía.
 

domingo, 19 de octubre de 2014

Aunque lo llamen magenta

Habían sido varios los avisos desde su fundación, pero ninguno tan serio como el último. Varios los damnificados, expedientados, preteridos o purgados, pero ninguno con esta trascendencia. Fueron la primera esperanza de regeneración en el conjunto de España, junto con la feliz aparición en Cataluña de los Ciudadanos de Albert Rivera, el zamorano Antonio Robles y unos cuantos luchadores más de la resistencia al nacionalismo y al “pujolismo”.

Ahora esa esperanza se diluye bajo el sobre-protagonismo de una lideresa en la que han aflorado vicios autoritarios de los que sus adversarios alertaban siempre que podían pero a los que no se les daba demasiado crédito por ser críticas demasiado interesadas.
No digo que la esperanza regeneracionista de UPyD haya muerto, afortunadamente muchos de sus postulados siguen vigentes, abogando por cuestiones que mejor pronto que tarde serán obligadas para la democracia española, por mucho que la pereza de los partidos mayoritarios trate de evitar unos cambios que a ciertos personajes les restarían buena parte del provecho que obtienen del actual régimen. Lo cierto es que heridas sí que han quedado las expectativas de que los de Rosa Díez demostraran que se puede jugar de otra manera en el tablero de la política.

Sosa Wagner es cualquier cosa menos un ambicioso de la política. Lo más alejado a un contra-líder al que Díez, quien dio vida, presencia y hasta color a su partido, deba temer como una amenaza para su liderazgo que, por otro lado, tampoco debería creer –ni querer- eterno.
Sosa es un académico de los que ha permitido, por ejemplo, que Mario Vargas Llosa, quien además de peruano también es español, se haya alejado de las fotos con el Partido Popular para pedir el voto para UPyD. O de quienes, con su sola presencia encabezando la candidatura europea, estimularon que Pedro J. Ramírez pidiera ese mismo voto en vísperas de las recientes elecciones en una felizmente razonada carta en el diario El Mundo.

Consideran Rosa Díez y su corte más cercana que es delito de traición proponer la unión de las fuerzas que, en lo fundamental, propugnan los mismos y radicales (no de extremismo, sino de raíz) objetivos. Por querer sumar fuerzas con Ciudadanos, apean a Sosa de su portavocía europea y él, sin estruendo, se vuelve a su casa. Sólo el mediocre –claro que, ¡hay tantos!- no es capaz de ver más horizonte que el de la política y de pagar, por permanecer por ella amamantado, el precio del servilismo más indigno.
Fuerzas como UPyD, Ciudadanos, Vox, son necesarias para defender principios y fines que otros han dejado de apadrinar en aras a obtener réditos cortoplacistas. También para que los dos grandes partidos vuelvan la vista hacia puntos a los que han dejado de mirar. Lo importante en todo ello no son las siglas o los liderazgos, sino que la fuerza de la razón permita alcanzar los planteamientos que defienden.

domingo, 12 de octubre de 2014

El vaso de Valdeón

Dice el presidente del Partido Popular en Zamora que no hay que airear los problemas internos. Ello a raíz de las explosivas declaraciones de la alcaldesa Valdeón en medios de comunicación locales y regionales en las que arremete sin ambages contra la actual dirección provincial popular.

No voy a ocultar que en algunas ocasiones he mostrado mi desacuerdo con actuaciones concretas o con algunas de las líneas que la alcaldesa ha marcado -o ha dejado que le marquen- en la gestión de su gobierno municipal. Pero en este momento respeto y amparo su derecho a sacar los pies del tiesto tras los reiterados episodios de guerra sucia de la que viene siendo víctima desde la propia casa y especialmente en los últimos tiempos.
La invención, manipulación y filtración mezquina de encuestas contra Valdeón y su gestión (al igual que contra Mañanes en Benavente, caso sangrante, en la misma línea de iniquidad con que en su día borraron del mapa al anterior alcalde, Antonio Zapatero), ha sido la gota que colmó un vaso que empezó a llenarse desde antes del primer día.

El mayor pecado de Valdeón, haber venido a Zamora sin demasiadas ganas. El primer pecado de Martínez, haberla tenido que aceptar aún con menos ganas. Les cuento cómo empezó todo. Había un consenso bastante amplio entre quienes dejábamos el Ayuntamiento, entre las voces más importantes del PP zamorano y también de Castilla y León, respecto de que la entonces consejera era la mejor opción para la alcaldía de Zamora. Como no hay democracia en nuestros partidos, no había forma de contrastarlo, pero esa parecía la opción también que mejor respaldarían afiliados y votantes.
A quienes no les gustaba nada tal posibilidad era al clan García Carnero (liderado por Martínez y Castro). La cercanía de la elegida a Herrera ponía en riesgo (luego no fue así) el control homogéneo del partido del que de otro modo podrían disfrutar tranquilamente ante la marcha de algunos incómodos, la útil y plácida docilidad de quienes no simpatizaban con ellos pero viajan a gusto y la mansedumbre del resto.

La resistencia a Valdeón sólo se venció cuando alguien le dijo al entonces portavoz en las Cortes: la clave para que se acepte a Valdeón por el partido en Zamora es que el presidente insinúe que el mejor candidato puede ser el propio presidente provincial del partido y de la Diputación. Era un lunes por la tarde. A la mañana siguiente, Herrera declaraba públicamente: No nos preocupa Zamora, hay muchos y muy buenos candidatos, entre ellos el propio presidente del partido y la Diputación.
Los medios recogieron el comentario, esa tarde gabinete de crisis en la Diputación, no diré pánico, pero la sensación no quedó muy lejos para quien nunca ha tenido que ser votado directamente. Al día siguiente Valdeón era defendida como la mejor y única opción del PP zamorano para encabezar la candidatura municipal. Así empezó todo.