La naturaleza, que es
sabia en su misma creación, sabe establecer los equilibrios necesarios para la
subsistencia de todo el sistema que conforma la vida en nuestro planeta. Decía
Adam Smith en su imprescindible tratado sobre la riqueza de las naciones, que
la mayor potencia de una nación no está en su poderío económico, sino en la
fortaleza de sus instituciones.
Los países que más han
creído en la defensa de la libertad individual han creado mejores, más estables
y duraderas democracias. Las democracias más firmemente basadas en la división
y el equilibrio de poderes, han sido más transparentes. Aquellas que así
fortalecen a sus instituciones, no están más libres de la corrupción, porque ésta
no es connatural a las instituciones, sino a la naturaleza humana, pero sí
estarán mucho más protegidas frente a la generalización de la podredumbre.
Como las bacterias que
viven de la materia en descomposición, la perversión de las actitudes políticas
deja en el aire un hedor insoportable que no se corrige tapando o escondiendo
el cuerpo del que se propaga. Sólo los buitres, la cal o el fuego lo resuelven.
El pasado fin de semana
seguí en directo por Internet el congreso que en varias etapas celebra Podemos.
Como esperaba, y en contra de lo que algunos no quieren ver, había gente de
todo tipo, edad y condición.
Que se dijeron muchas “tonterías”,
muchos mensajes demasiado manidos, la mayor parte de ellos obsoletos y otros
sumamente peligrosos, pues ya se probaron y sólo llevaron a la servidumbre, la
miseria y el crimen, claro que sí. Pero qué importa eso a tanta gente en un
ambiente en el que el hedor por la materia corrupta es tan intenso, extenso y generado
en lo más alto, que lo inunda todo.
Dicen que Podemos, como
los buitres, vive y se alimenta de la corrupción. Es cierto. Y se está cebando.
Pero hemos de reconocer que se lo están poniendo muy fácil. Dicen que hay
revanchismo y cabreo. Cómo no lo va a haber con cinco millones de parados,
muchos de eterna duración, miles de universitarios sin expectativas de ningún
tipo o siendo “quinientos-euristas”, empresas y autónomos cayendo como moscas…
Dicen de ellos que no
aportan nada constructivo. También es cierto, y sin embargo vi junto a lo
anterior la fuerza de una ilusión y un objetivo compartido de cambio profundo
como sólo vi con Felipe González o con el primer Aznar. Se equivocan los de las
críticas superficiales y las gracias estúpidas en torno a coletas o
vestimentas. No tienen ni idea de lo que está pasando en España. Está pasando
mucho y nada de ello es macroeconomía.