miércoles, 30 de enero de 2008

De Pascuas a Ramos

Apenas pasamos las Navidades y poco a poco, pero sin concesiones, la Semana Santa se adueña del papel, las ondas y los mentideros capitalinos. No hay día sin noticia, reunión o discusión. Tenemos cartel, de Bordell y magnífico este año. Abundan las tertulias. Se escriben los pregones. Se pergeñan las revistas y publicaciones para que los mismos temas sean artículos distintos cada año, o tal vez los mismos, pero distintos los lectores. Olvídense de promesas electorales, de la cuesta de enero, de si el cambio climático nos lleva a achicharrarnos o a una glaciación. Aquí, desde ya, sólo importan las bandas, los recorridos, los pasos, las túnicas y los cirios (en sus dos acepciones). Este año, también en Toro, cuya Semana estrena, flamante, la declaración de interés turístico regional. Así se ve al bueno de Ángel, el Presidente de sus cofradías, grande en tamaño y humanidad, aún más sonriente que de costumbre y que va como levitando por las calles empedradas de su ciudad. Escribe sobre la Semana Santa de Toro, me dijo, hace ya más de un mes, cuando le di la enhorabuena. Y aunque le prometí hacerlo, no debió creerme del todo (lógico, habiendo sido yo político profesional antes que escribidor aficionado), porque el caso es que me ha llegado algún mensaje más suyo a través de comunes amistades. Pues bien, cumplo mi compromiso y además de mil amores y les animo a que este año, Toro sea visita obligada. Yo pienso hacerlo, por sus procesiones y porque siempre es un lujo pasear por una de las ciudades más bonitas de España. Cada visitante sumará, además, para conseguir la edición de las Edades del Hombre que la Colegiata merece. Al menos, para desengrasar, se ha reeditado uno de los más desternillantes libros que uno haya tenido el placer de disfrutar, casi diría de devorar, como lo hice por primera vez hará más de veinte años. El “Iros todos a hacer puñetas” de Miguel Martín. Lo vi en Diciembre en un Vips madrileño y me pregunté si, se vendería algún ejemplar fuera de Zamora, máxime conservando como la editorial ha hecho, la misma ilustración que Summers hizo entonces para la portada. Pues vaya si se vende, hace unos días volví a verlo en un estante, abrigado con una bufanda que rezaba “2ª reedición”. Miguel Martín, simulando caricaturizar una época de choque entre lo tradicional y lo “progre”, hace una radiografía perfecta de lo más profundo de la idiosincrasia de la sociedad zamorana, donde los que presumen de más “rojos”, son con frecuencia los más reticentes a cualquier cambio. La novela juega con perfiles y apellidos fácilmente reconocibles. Y sobre todo con hilarantes vicisitudes, inequívocamente nuestras. El humor desbordante hasta el esperpento, no obsta para que con todo respeto, el autor recuerde lo que demasiadas veces se les olvida a cofrades y directivos: “y sin embargo, una procesión es una cosa muy seria”.

domingo, 27 de enero de 2008

117.000

Más de 117.000 habrán sido las páginas de periódico, minutos de radio y televisión, dedicados en los últimos días a la última convulsión bursátil. La bolsa tiene dos componentes fundamentales. Por un lado, es un indicador más de la situación económica general. Si bien, sólo es un termómetro fidedigno a la hora de marcar tendencias o bien cuando se encuentra en uno de los dos extremos, la euforia mantenida en el tiempo o el crack del que tarda en salir. La segunda componente es la de su afección directa al ahorro de las personas. Ésta suele estar limitada por el hecho de que, en recomendable prudencia, se suele destinar a este tipo de inversión parte del excedente de renta personal disponible. Como la bolsa a medio y largo plazo siempre sube, a pesar de los cientos de miles de comentarios generados, sólo preocupa por lo que conlleva de impacto en la economía real, la pérdida de atractivo para los grandes movimientos inversores mundiales. Los preocupantes son otros 117.000, de los que anteayer tuvimos noticia. La lista de quienes en el último año han incrementado las listas del paro. Más aún, los 135.000 que sólo en el último trimestre han pasado a figurar en la estadística más temida. Hacía seis años que en España no se destruía empleo y se ha roto la dinámica. Cuando llega una situación de crisis, los primeros en padecerla son precisamente los que menos recursos tienen para hacerle frente. Los trabajadores de menor cualificación, las mujeres, los jóvenes y en esta especial coyuntura en España, la población inmigrante. De ahí la necesidad de aprovechar las etapas de bonanza para adoptar medidas económicas, con frecuencia impopulares, que garanticen mayor flexibilidad al mercado de trabajo y el reforzamiento del sistema productivo. El gobierno no sólo no lo ha hecho, desperdiciando las opciones propiciadas por las reformas de la era Aznar, sino que sigue manifestando su intención de no hacer nada al respecto (en “vísperas” y con un ministro que ni siente, ni padece). Cuando algunos, no sin inconsciencia, jalean con alborozo el brusco parón inmobiliario; cuando otros, animados por buenas y solidarias intenciones amparan la inmigración indiscriminada, no prevén el deterioro de la situación de muchos de aquéllos a los que creen defender. El ministro Caldera habla de “bache”. Pero el paro aumentó en el conjunto del año en construcción, servicios y agricultura y en el último trimestre en todos los sectores de nuestra economía. Estamos en el prólogo de una crisis que no perjudicará más a los más ricos, ni a los bancos que dejen de cobrar las hipotecas, sino a quienes dejen de pagarlas. De no atajarse, se puede convertir en dura para muchos españoles y dramática para buena parte de los cinco millones de nuevos residentes. Trabajadores inmigrantes y sus familias. Para tomar medidas, nos dicen, hay que ver quién gobierna a partir de abril.

miércoles, 23 de enero de 2008

Terrorismo y ciudadanos libres

Se celebra en Madrid el IV Congreso Internacional sobre Víctimas del Terrorismo. Asisten 400 víctimas de atentados terroristas, venidas de once países distintos. Sólo una ínfima parte de quienes sufren en sus carnes, cada año, el látigo de la barbarie y el terror. Sólo en Colombia, quedan más de 3.000 secuestrados en manos de las FARC. Algunos de los que han sido liberados o pudieron escapar de sus captores, han venido a contar la terrorífica actuación de ésos, a los que con cierto halo de romanticismo, aún se les llama de manera generalizada guerrilleros, insurgentes, rebeldes o con aún mayor desvergüenza, libertadores o idealistas. En septiembre de 2006, 192 miembros de la ONU aprobaban por primera vez en una resolución, la estrategia mundial contra el terrorismo y un plan de acción. “Constituye un testimonio común de que nosotros, las Naciones Unidas, plantaremos cara al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones y que independientemente de quien lo cometa, en dónde y con qué propósitos, debe ser condenado y no será tolerado”. Y sin embargo, como tantas otras resoluciones internacionales, se aprobó sabiendo ya de entrada que era papel mojado. El terrorismo, sería un hecho aislado en vías de extinción, de no ser por los intereses bastardos de los países limítrofes, en unos casos y de las grandes redes internacionales de fabricación y tráfico de armas en otros. Fabricantes sin escrúpulos, apoyados en gobiernos totalitarios y por lo tanto corruptos, tejen esa malla de muerte y oprobio hasta en los más recónditos rincones del planeta. Mientras tanto, el mundo civilizado, heredero aún de la época de división en dos grandes bloques, consiente y a veces ayuda en ese rearme y financiación. Como consiente otros escándalos internacionales que también son terrorismo. Como la existencia, según datos de Amnistía Internacional, de 300.000 niños soldados en el mundo. El terrorismo, ha dicho el Príncipe Felipe en la inauguración del congreso, “es siempre injustificable, trunca el ejercicio de los más elementales derechos y niega las libertades”. Ha manifestado así mismo “el desprecio hacia cuantos asesinan, secuestran, amenazan o extorsionan en nombre de ideologías totalitarias y excluyentes” y ha recordado que "nada ni nadie puede compensar a las numerosas víctimas de la lacra terrorista por la irreparable pérdida de sus vidas, por el sufrimiento que generan sus heridas o por la dolorosa huella que dejan sus cicatrices". En España hay muchos afectados y por desgracia esperamos más. No entiendo, respetada Laura, que en tu columna del lunes, parecieras ofendida porque el Foro Pensamiento y Libertad, plantee una cuestación para rendirles un humilde homenaje escultórico. A todas, las víctimas del terrorismo. Madrid lo va a hacer también, así lo ha comprometido su alcalde a petición de las víctimas. Es un derecho y seguramente un deber ético, de todos los ciudadanos libres. A favor, no en contra.

domingo, 20 de enero de 2008

Un brindis

Conocí a Antonio Vázquez una tarde de enero, en 1995. Lo primero que le dije tras la cortés presentación fue que no me había gustado su designación, aquel mismo día, como candidato a la Alcaldía de Zamora. A la sazón, yo era por aquel entonces secretario provincial de las Nuevas Generaciones del Partido Popular. No dijo nada, esperó mi argumentación. Le expliqué, que desde nuestra organización, no podíamos entender que el primer partido de Zamora, con 5.000 militantes en la provincia (él aún no lo era), no tuviera entre sus filas a nadie capaz de asumir esa responsabilidad con garantías de éxito. Lo segundo, que tuviera la seguridad de que seríamos los jóvenes, su mejor (después se demostró, casi el único) apoyo leal en el aparato del partido para ganar las elecciones. Lo tercero, prevenirle de que en política, son los menos los que están para hacer cosas y mayoría aquellos cuya meta es simplemente “estar”. Me aseguró que él era de los primeros, aceptó la inicial crítica de aquel impertinente de 26 años sin mueca de disgusto y desde ese mismo momento empezamos a trabajar codo con codo. Otra tarde de enero, trece años después, me satisface que Herrera, personalmente, lo haya designado cabeza de lista al Congreso. Descartado definitivamente, hace una semana, por el propio Herrera para ese puesto el presidente provincial. También y como no podía ser de otro modo tras sólo seis meses de mandato, la alcaldesa de Zamora. La opción de Vázquez era la mejor. El gran muñidor popular, García Carnero, con su afilado instinto político, lo atisbó hace semanas y se sumó al apoyo de esa posibilidad. Deja además campo libre, para hacer a su gusto la candidatura al Senado (cuídate, Sedano) y, si Madrid no lo remedia, decapitar a Elvira Velasco. Su pecado, abandonar el servilismo. En cuanto a la llegada de De Arístegui, me parece un lujo para Zamora. Es una de las buenas cabezas con las que cuenta la política española. Un experto en materias internacionales y un gran defensor de la libertad, como recientemente le ha reconocido, el exilio cubano. Pero la vuelta de un “cunero”, tras el periodo de Folgado (lo diga quien lo diga, no era cunero, sino zamorano orgulloso de su tierra de origen), demuestra que aquí las cosas no se han hecho bien. No hay nadie preparado para completar la terna. Aquella cantera, más brillante e idealista que alguno de sus frutos, de la que salieron los Martínez Maíllo, Miano, Velasco, Castro, Sutil y tantos otros, fue finiquitada a conveniencia. Leí en Vargas Llosa: la política puede consistir en abrirse camino entre cadáveres. Con un PSOE inexistente, es práctico. Unos ven en el gesto del presidente regional, un reconocimiento merecido a Vázquez. Otros, un castigo a quienes desde dentro, trataron de amortizarlo demasiado pronto e incluso a quienes desde su propio equipo, desleal ambición, traicionaron su confianza. Me quedo con lo primero, aunque está bien que algunas veces, ¿verdad Viriato?, Roma no pague a traidores. Brindo por ello y por la victoria de Rajoy.

miércoles, 16 de enero de 2008

Un trilero en la Moncloa

Recuerdo, hace década y media, estudiando y viviendo en Madrid. Solía pasar a diario por la Glorieta de Carlos V, frente a la Estación de Atocha, recién remodelada para el AVE de la Expo y junto al Centro de Arte Reina Sofía. Allí, a los pies del antiguo Hospital de San Carlos, hoy Museo, en las mañanas de solana invernal y como formando parte del mobiliario de la zona, era frecuente encontrarse con grupos de viandantes cerrados en círculo, alrededor de pequeñas mesitas plegables. Sobre ellas, cubiletes invertidos se deslizaban ágiles bajo la presión de los hábiles dedos de los trileros. Desconozco, si la costumbre se mantiene, pero formaba parte de esa estampa castiza, heredera de la tradición del “pícaro”, tan presente en la vida y la literatura de siglos pasados. Indefectiblemente, la escena se repetía. El trilero jugaba con algún compinche camuflado entre el público. Unas veces ganaba el artista, otras el gancho adivinaba dónde se escondía el garbanzo. Mientras tanto, como buenos profesionales del embuste, analizaban quién de los espectadores era el mejor candidato a ser incauta víctima del timo. De vez en cuando, hablaban entre ellos, con lenguaje en apariencia inocente, pero que llevaba ocultos mensajes que sólo ambos entendían. Sin interés por jugar, ni dinero para ello, a veces me unía al grupo y contemplaba el paisaje y sobre todo, el paisanaje. No es que uno sea especialmente lúcido, pero algo debí aprender en aquellos ratos, porque hace unos meses, reviví aquella misma sensación. Dos se hablaban en código mientras muchos miraban embobados. Sólo que en esta ocasión no eran unos golfos que velozmente levantaban el garito cuando aparecía la policía. Ahora eran unos asesinos y el jefe máximo de la policía. El Gobierno de España. Había habido una negociación, más o menos reconocida. Después, dos inocentes murieron en Barajas. El solemne presidente, anunció el fin de cualquier diálogo. La vicepresidenta, el ministro del interior, el portavoz del Gobierno, el secretario de organización del PSOE, reiteraron en un corolario de intervenciones públicas, que cualquier posibilidad de diálogo había quedado enterrada en los escombros de la T4. Que no quedaban cauces de negociación con ETA y que era el punto y final del “proceso”. Sin embargo, de las palabras hábilmente escogidas por (o para) Zapatero, De la Vega y Rubalcaba, me venía un cierto tufillo críptico. De mensaje en clave. Este fin de semana, el diario El Mundo publicaba una entrevista, fruto de ocho horas de conversación entre su director y Rodríguez Zapatero. En ella, éste reconoce abierta y desvergonzadamente que era mentira. Solemnes mentiras. No es lo grave que se mantuviera el diálogo después de las muertes. Lo inadmisible es que el presidente del Gobierno mienta sobre el asunto más doloroso que en España acaece. Los trileros son simpáticos durante un rato si no te juegas nada con ellos. Encargarles la gestión de nuestro patrimonio parece excesivo, ¿no?

domingo, 13 de enero de 2008

¡Una cañita p'al ministro!

Hace algunos días, coincidiendo con alguna celebración previa a las Navidades, el bonachón abuelote del gobierno y Vicepresidente económico, Pedro Solbes, salió de bares. Me da que su proverbial prudencia debió quedar aparcada y como lleva chófer, brindó más de la cuenta. Las imprudencias se pagan. Tal vez una mala resaca, quizás la acentuación de la sempiterna úlcera. Vaya usted a saber. El caso, es que lo que en un ciudadano de a pié quedaría como un mal recuerdo, un “mal trago” pasajero sin mayores consecuencias, ha tomado en Solbes dimensión verdaderamente preocupante. Díganme si no, como calificar a la fobia que el pobre le ha cogido a la hostelería. Primero culpó de la descontrolada subida de los precios, a la irresponsable generosidad de los españoles con las propinas en los bares. Entiende Solbes, que es desproporcionado dejar, como hacemos todos, un euro de propina, después de tomarte un café de ésos que, le ha dicho el Presidente Z, cuestan ochenta céntimos. Por si fuera poco, ahora crea un nuevo medidor oficial de bonanza económica. Aún no le ha puesto nombre, pero será algo así como el “observatorio barra” o el “centro de investigaciones sociológicas miralatasca”. Recomienda Solbes a los Diputados que vayan de bares y comprueben, descreídos ellos, que “hay familias con pocas dificultades económicas”. Las barras, lo ha visto él, no es que se lo hayan contado, aparecen bien nutridas de parroquianos. O sea y por expresarme con la misma claridad con la que él suele hacerlo. La economía de los españoles va fatal porque despilfarran su dinero dando propinas al personal de bares y restaurantes, lo cuál a su vez demuestra que la economía de esos mismos españoles va fenomenal, porque siguen llenando los bares y restaurantes. Está clarísimo, oiga. Y si usted no lo entiende y mantiene que la economía no va bien, es porque es un antipatriota. Que también nos lo han dicho. A quién le importa que el déficit exterior, es decir, la diferencia entre lo que exportamos y lo que importamos (incluidos servicios como el turismo) haya pasado en cuatro años del 2,5 al 9,9 % del PIB. Que la inflación sea exactamente el doble que en 2004 y la más alta desde el año 95, cuando Solbes también era Ministro de Economía. O que el tipo de interés aplicable a las deudas por hipoteca que tenemos todos los que llenamos los bares se haya así mismo duplicado. Es sólo una “saludable y gradual desaceleración”. Y si como dicen sendas estadísticas oficiales del CIS y del Instituto de Crédito Oficial, la confianza de los españoles en la economía ha caído entre abril de 2004 y diciembre de 2007 en un tercio, se debe a que ya quedan pocos profesionales detrás de la barra que tiren las cañas como es debido. ¡Salud, Ministro!

miércoles, 9 de enero de 2008

Democracia en América

Acaba de comenzar la larga carrera por la Presidencia de los Estados Unidos. Durante nueve meses, la inmensa mayoría de los americanos, van a decidir quiénes serán los candidatos de las dos fuerzas políticas mayoritarias. Demócratas y Republicanos irán definiendo en cada uno de los Estados de la Unión cuál será la cabeza que figure en el cartel final. Solemos asociar a Estados Unidos con un montón de tópicos, unos reales y otros con origen en la ficción más pura. En España, fruto de la herencia franquista e incrementado después con las posturas más izquierdistas de la transición, el sentimiento antiamericano está profundamente arraigado. Los archivos están plagados de carteles, manifiestos y documentos de la multitud de partidos izquierdistas, comunistas y filo-revolucionarios que poblaron nuestros primeros años de restauración democrática, alusivos al demonizado “imperialismo yankee”. Nos hartamos de beber Coca Cola, comer hamburguesas, vestir “jeans” y ver sus películas, pero los miramos por encima del hombro y los tachamos de individualistas, insolidarios y en no pocas ocasiones, de paletos y poco democráticos. Y sin embargo, durante varios meses, van a dar al mundo, una vez más, una magnífica lección de democracia, de participación, de integración colectiva en un proyecto conjunto. En el último momento, sólo una minoría decidirá quién es el Presidente del país más poderoso del planeta. Pero antes, todos los ciudadanos participarán para que los dos que se lo disputen tengan el más amplio grado de consenso social (la estabilidad demostrada a los largo de los siglos da buena muestra de que no hay lugar para aventuras poco sólidas). El sistema electoral americano huye de la partitocracia. Los partidos tienen pequeño tamaño. Sólo el estrictamente necesario, para organizar el proceso de primarias. Frente a las máquinas burocráticas de la vieja Europa, en la que España dista mucho de ser una excepción, que santifican el famoso principio de Alfonso Guerra, “el que se mueve no sale en la foto”. Frente a la estructura de poder absolutamente vertical; primero se elige a la dirección nacional y luego en cascada se van eligiendo o designando, los liderazgos regionales o provinciales. Frente al caduco modelo europeo, Estados Unidos propone un sistema, que aún siendo más antiguo, resulta más moderno y práctico, con perspectiva horizontal. De verdadera igualdad entre los ciudadanos, que ni siquiera han de ser militantes afiliados a un determinado partido para poder opinar, proponer y elegir a sus representantes. El gran defensor francés de la libertad del individuo y estudioso del modelo americano, Alexis de Tocqueville, afirmaba ya en la primera mitad del siglo XIX: los anglo-americanos “no siempre están de acuerdo sobre los medios que hay que adoptar para gobernar bien y se diferencian en algunas formas que conviene dar al gobierno, pero están de acuerdo sobre los principios generales que deben regir las sociedades humanas”. Quizás, en esta España nuestra de 2008, tendríamos todos, algo que aprender.

domingo, 6 de enero de 2008

Un político en Madrid

Pedía hace unos días, quizás a los Reyes Magos, el Presidente de la Cámara de Comercio, Manuel Vidal, un político zamorano en Madrid. Les aseguro que al leerlo en la jugosa entrevista de La Opinión, recordé la novela de Mark Twain, “Un yankee en la Corte del Rey Arturo”. Ya saben, aquella en la que un americano moderno viaja en el tiempo, hasta la época de la Corte de Camelot. ¿Una peripecia increíble? Pues sí. Más o menos como imaginarse a un político, curtido en cualquiera de los dos grandes partidos de Zamora, con mando en plaza en Madrid. Por algo lo dice Vidal, gran conocedor de los entresijos políticos de Zamora y de Castilla y León. Nacidos en Zamora, que tengan o hayan tenido responsabilidades públicas importantes en Madrid, haylos. Pero que hayan nacido en el ecosistema político de nuestra tierra, ninguno. Los dos casos más recientes son los de José Luis González Vallvé y José Folgado. El primero, es hoy máximo representante de la Unión Europea en España. Antes fue Consejero autonómico, “fichado” por Juan José Lucas cuando era funcionario, ¡en Bruselas! De evitar cualquier veleidad política, rápidamente se encargó la dirección popular en Zamora. Por ahorrarle preocupaciones, más que nada. De Folgado, una de las cabezas mejor amuebladas que uno haya conocido, qué decir. Antes de ser Alcalde de Tres Cantos, ciudad que ya nota la transformación en apenas seis meses, fue Secretario de Estado en los dos gobiernos de Aznar y con más “poder” que muchos ministros. Pero tampoco era político. Durante 17 años, había sido director de estudios económicos de la CEOE y profesor universitario. Y afincado en Madrid desde la juventud. De su gestión, puedo dar fe, Zamora se benefició en un grado que nunca será suficientemente conocido. Pero los que por aquí decidían, se sacrificaron. Prescindiendo de todo lo que podía aportar, buscaron que aplicara su talento a territorios mucho más necesitados. En tan generosa actitud, no han cejado en tratar de alejarlo de nuestra provincia. Ahorraré los elogios que en ocasiones vierten sobre él algunos de nuestras más importantes cabezas políticas actuales. Excesivamente bueno para Zamora. Hablamos del PP, que aún ha aportado algo, porque lo que es el PSOE, desde Carlos Romero, nada. ¡Y ya me dirán! Esto por lo que respecta a Madrid, que en Valladolid tal cual. Desde Demetrio Madrid, ni un triste Consejero, Viceconsejero, Secretario o Director General ha llevado el sello de la cantera política zamorana. ¿Sorprendente? No. Zamora es poco dada a ensalzar a los suyos, salvo cuando están lejos y no se espera que vuelvan. La política no deja de ser, de una u otra manera, espejo de la sociedad. Además, aquí los partidos ya no sienten mayor necesidad, parece, de ser elementos transformadores. El actual “statu quo” es inmejorable. Mientras, como en la mitología, Saturno devora a sus hijos.

miércoles, 2 de enero de 2008

Buenos propósitos

Es tradición con el nacimiento del nuevo año, que cada uno hagamos propósitos bienintencionados, algunos de los cuales probablemente no hayan llegado ni siquiera al día de hoy, y eso que sólo estamos en el segundo día de este bisiesto 2008. Es costumbre también, que formulemos peticiones sobre cuestiones que, como superan ampliamente a la capacidad de acción de cada uno de nosotros, nos hacen quedar estupendamente, sin menoscabo de la opinión que de nosotros mismos tenemos. Son las propuestas para que otros cambien el mundo a mejor. Las que todos apoyamos al unísono, sin fisuras y como siempre, sin compromiso personal. Al final, uno es no sólo casi idéntico al resto de los bípedos sino incluso, según nos recuerdan cada poco tiempo los científicos, muy parecido a los cuadrúpedos. Así que yo también voy a manifestar solemnemente mis deseos. Los propósitos personales, me los guardo, por pudor y porque como el resto, seguro que tampoco los cumplo. Ahí va una selección de los deseos por los que brindo en el nuevo año. Todos no me caben en la columna. Brindo por que la paz se cierna sobre el planeta, por empezar con algo sencillo. Por que la ONU se despoje de corruptos y se convierta en instrumento de cooperación internacional, no de utilización de los países pobres en el juego de poderes internacional. Que los pacifistas líderes de algunos países dejen de fomentar el tráfico legal de armas y de obviar el ilegal. Que los órganos humanos, los niños, las mujeres o los esclavos dejen de ser objeto de tráfico comercial internacional. Que los diamantes no amparen guerras. Que el único genocidio sea el que se lleve por delante a los genocidas. Que la enfermedad que corroe el alma de los tiranos se extienda a su cuerpo y se vayan pronto al infierno para que sus países puedan salir de él. Que las religiones promuevan el bien y no la lapidación, la opresión y el terrorismo. Que dejemos de ensuciar el mar. De esquilmar las especies y los recursos naturales. Que la globalización ayude a que los más pobres en el mundo, dejen de serlo. Que puedan comerciar con lo que producen sin que los países ricos o las corporaciones multinacionales se lo impidan. Que los antiglobalización dejen de decir estupideces que sólo favorecen al mundo rico. Y mil más, que se resumen en que la dignidad humana deje de ser pisoteada. Que la vida se convierta en el valor más sagrado y protegido. Que el respeto a la libertad guíe los pasos de los hombres y de los gobernantes. Y que el fin nunca justifique los medios. Si lo conseguimos, como canta Sabina, sólo nos quedan dos cosas, que ser cobardes no valga la pena y que el fin del mundo, nos pille bailando. A pesar de todo, ¡Feliz 2008!