domingo, 29 de abril de 2012

La crisis, el paro y el ejemplo Madrid

Para nuestra desgracia, en esta ocasión más que nunca, comprobamos cada día que crisis no es una palabra abstracta sino un drama concreto y diario para cientos de miles de empresas, personas y familias. Los datos, descarnados y descorazonadores del paro, son un martillo con el que la realidad golpea nuestras sienes. Los del número de familias con todos sus integrantes desempleados un rodillo que aplasta las expectativas de futuro de millones de españoles. Los de la desaparición de empresas, una gruesa y pesada cadena que atenaza cualquier atisbo de recuperación económica a corto, medio y casi largo plazo.

En política, donde quince días es largo plazo, por primera vez se percibe cómo el lenguaje va dando un giro copernicano y, en términos económicos de producto interior bruto, de crecimiento y de empleo, ya no se habla de trimestres, semestres o años naturales, sino de bienios, trienios, lustros y décadas. Eso en el fondo es una muy mala noticia, pero en la forma, esa pasada por la crudeza de la verdad es buena para el discurso político y para la vuelta a la conexión entre los ciudadanos y sus representantes.
Quizás con ello se consiga que muchos de los son, hemos sido o serán políticos, abandonen esa percepción de casta impermeable a la influencia de la sociedad real, de gota de aceite flotando sobre el agua en la que no se disuelve, de compartimento estanco, de ecosistema cerrado. Con la verdad frente a la realidad.

De la crisis tardaremos en salir más de lo que tardamos en entrar -que aunque algunos se llamen a nuevas, no fue cosa de 100 días ni de unos meses-, con un plazo proporcional al tiempo que se perdió sin reconocer la situación, al tiempo y los recursos que se despilfarraron de manera culpable sin tomar las medidas que pudieran minorar los efectos negativos y anticipar la recuperación. Bienvenida sea, pues, la sinceridad, la honradez intelectual y la responsabilidad en la toma de las decisiones, también de las impopulares pero necesarias.  
Para el futuro de Castilla y León un paso clave vendrá de cuál sea el diseño socio-económico que se derive de los trabajos para la elaboración de la Ley de Ordenación del Territorio y que dirige Rosa Valdeón. Porque nuestra región es eminentemente rural, fundamentalmente de población envejecida, con alta aversión al riesgo y escasa tendencia al emprendimiento. Y con ello, también, el seguir sendas demostradas exitosas.

En España y en este momento, sólo una, la de la Comunidad de Madrid y su línea liberalizadora, aperturista, modernizadora y reformadora. La que la lleva a ser la única región española en la que el empleo crece y la tasa de paro es casi cinco puntos inferior a la media nacional. Cuya economía creció en 2011 el doble que el conjunto del país y que ha alcanzado la renta per cápita más alta de España.

domingo, 22 de abril de 2012

La civilización del espectáculo

Agradezca el lector que hoy en mi columna, más que míos, tome prestados argumento y palabra de Mario Vargas Llosa, de quien, en este abril, leí una entrevista en la que alertaba sobre la muerte de la cultura en esta época de frivolidad. Lo hacía desde su casa de Lima, anclado entre el paso de las hojas del mar sobre la orilla que al parecer puede contemplar desde su ventana y las olas de libros de su vasta biblioteca en la que tantas y tantas veces se habrá sumergido el escritor.

Banalización de la cultura, ésa es la gran amenaza, ya realidad en buena medida lo que, dice, le provoca disgusto, preocupación, angustia y perplejidad y es el eje conductor de su último libro, publicado en forma de ensayo. La sustitución paulatina de la palabra por la imagen, del afán de trascender el presente que siempre tuvieron el arte y la cultura por otros productos de los que hoy se crean para ser consumidos al instante y desaparecer como las palomitas.

Retoma con este lamento el de Arequipa el eco de otros similares repetidos a lo largo de la historia, a gritos unas veces, quedamente en otras, -por no ir muy lejos, Ortega lo expuso en su ensayo “La Deshumanización del Arte”, pero en la actual revolución del tiempo y de la imagen, toma más fuerza que nunca-. Como nos recuerda, el discurso, hablado o escrito, ha sido siempre la columna vertebral de la conciencia. Pero las nuevas generaciones crecen en un mundo donde la palabra está subordinada a la imagen.

Incide Vargas en que por ejemplo en el campo de la pintura, la victoria de los farsantes es total -algo que empieza a ser reconocido ya por importantes corrientes intelectuales- las artes plásticas son juego y farsa y nada más, con la complicidad de críticos papanatas que confieren estatuto de artista a los que, como mucho, son ilusionistas. Hoy tenemos artistas que defecan en público -o que meten las heces en un bote y las venden o conservan en formol y exponen los cuerpos inertes de perros o tiburones, como los cotizadísimos Manzoni y Hirst-.

La cultura no puede ser improvisación, sino profundidad, no superficie o liviano entretenimiento sino fruto del esfuerzo en el estudio y el trabajo para elaborar la obra. Y es, como también nos recuerda el Nóbel, uno de los pilares básicos para que una sociedad se mantenga sana. Sin una cultura fuerte, la corrupción lo va arrebatando todo. Acaba también con la democracia y la convivencia basada en la ética y el respeto a los demás. Corruptos ha habido siempre. El cinismo es lo que acaba con la democracia, esa actitud que consiste en aceptar que la corrupción es connatural al sistema. Ése aceptar que los más talentosos no estén en la política, y dejar que se quede como una actividad para mediocres, porque el ejercicio de pensar se ha devaluado.

jueves, 19 de abril de 2012

CFK. Los otros dictadores

Que hay dictadores en todos los regímenes políticos es una certeza difícilmente cuestionable. Ejemplos hay y muchos a lo largo de la historia. No sólo de aquellos que aprovechándose de la democracia para acceder al poder luego la subvierten y sobre su destrucción asientan la dictadura o el totalitarismo. Estos, al menos, lo hacen sin tapujos. Desdeñan las virtudes del menos malo de los modos de gobierno conocidos, que diría Churchill, en beneficio de los vicios de aquel que consideran óptimo, el culto al militar con más apoyos, al partido con vocación de único o al soberano que se siente un dios.

Casi peores que ellos -digo casi, porque éstos aunque no suelen robar menos, no matan tanto- son los otros dictadores. Los que aunque mantienen las apariencias democráticas, actúan impelidos no por el imperio de la ley, sino por la máxima “el fin justifica los medios” y ese fin no suele ser otro que la preservación del poder alcanzado en todas sus facetas. Poder político, provecho económico, control social y protagonismo mitómano.

Cristina Fernández de Kirchner, CFK como la denominan sus aduladores a imagen de JFK, es un ejemplo claro de los políticos que utilizan las reglas democráticas para saltarse todas las reglas democráticas. CFK exuda por todos sus poros ese populismo dictatorial que tan buenos réditos rindió siempre a los peronistas en Argentina y a tantos otros en todas las latitudes. No es peor que otros que la precedieron bajo sus mismas siglas, ni la hace peor en sí el hecho de que haya decidido expropiar, o más bien según se anuncia, expoliar a una empresa española que previamente había sacado las castañas del fuego a una empresa Argentina que antes estuvo arruinada y ahora es rentable.

Los peronistas son una de esas castas que siempre han vivido del voto de los más necesitados a los que, en justa compensación, siempre han ido convirtiendo en más pobres y por lo tanto necesitados de protección, en un círculo vicioso que una y otra vez se retroalimenta. Ellos, antes y después de las dictaduras militares, que también contribuyeron lo suyo, hicieron el gran milagro argentino, convertir a la que en los albores de la segunda mitad del siglo XX era una gran potencia económica mundial, en lo que es hoy. Un país tercermundista en lo económico que sigue año a año cavando aún más hondo en la fosa en la que está sumida.

Unas veces los hundimientos empiezan en lo político acabando con los principios de seguridad jurídica y estabilidad institucional que dan solvencia a un país y garantías a su economía. Otras es al revés y empiezan minando la libertad económica, de propiedad y empresa. Lo que es inexorable es que sea cual sea por la que se empiece, normalmente siempre termina con el hundimiento completo. No sólo es Repsol, es Argentina. No existen países ricos y pobres “per se”, sino países bien y mal administrados.

domingo, 15 de abril de 2012

Antimonárquicos reales

No tengo muy claro qué es lo que queda más demostrado, si que España es monárquica hasta los tuétanos, tendré que pedir perdón por escribir tal herejía el día en que algunos conmemoran la proclamación de la Segunda República, o bien que la actual monarquía es española de los pies a la cabeza a pesar de su origen no hispano sino francés. Tampoco sé cuál de las dos demostraciones será mejor.

Como si no explicar las vidas paralelas del Rey y la Nación. Mientras España se debate entre la UCI y el quirófano, y no sólo en lo económico, al primero de sus ciudadanos se le quiebra una cadera, la derecha, mal augurio para el Gobierno. Estaba en África que, según muchos analistas internacionales, vuelve a comenzar en los Pirineos gracias a la catástrofe económica que a Rajoy y a todos nos han legado. Dicen que cazaba elefantes a los que, como Don Quijote a sus molinos, imagino imaginaría despiadados especuladores internacionales de colmillos afilados, Angelas Merkel de mirada desconfiada, o burócratas europeos con brazo largo y estrangulador en forma de trompa.

La bolsa, la confianza de los mercados y nuestra solvencia internacional caen por un precipicio como ocurre con las reservas de calcio del monarca, haciendo que cualquier movimiento ponga en riesgo la solidez del organismo entero. Me temo que en uno y otro caso hace falta urgentemente un chequeo completo, un cambio de hábitos, modos y costumbres, una reconstrucción integral y desde la base. Que no bastan parches, retoques y pequeñas actuaciones.

España se dio un tiro en el pie cuando sus gobernantes y buena parte de la opinión institucional pública y privada de este país se empeñaron en negar la crisis que ya nos asolaba. También en esto como el nieto de Don Juan Carlos al que, tan inconscientemente como a los españoles en las urnas con Zapatero, se le disparó una escopeta para la que no tenía ni edad legal ni condiciones. Otro paralelismo más y van sólo dos de la amplia gama de los que podemos elegir, como que en España se sigan considerando miembros de la Casa del Rey, lo que luego trae lo que trae (o se lleva), a sus hijas que superan ampliamente los 40 y con ellas a los yernos.

Este último quizás sea otro gesto de sublimación de la situación de tantos jóvenes, y ya no tan jóvenes, que sin empleo ni recursos propios, por la lacra del paro la mayoría o por la falta de ganas de marcharse en algunos casos, nunca abandonaron el domicilio paterno.

No sé si España es monárquica, republicana o como más bien creo, cada uno somos de nuestro padre y nuestra madre, pero pocas veces como en los últimos meses, semanas y días, ha hecho nadie tanto por el descrédito de la monarquía como sus máximos titulares. Con una excepción, el Príncipe Felipe. Quizás no todo esté perdido.

miércoles, 11 de abril de 2012

Ni intocables ni tabúes

Ni nerviosos ni confiados, ni asustados ni pasmados. Para las situaciones críticas y esta lo es, es para lo que necesitamos la política y en ellas es donde se distinguen los estadistas de los titiriteros del cargo público. En ese terreno es donde Rajoy y el nuevo gobierno recién estrenado están jugando, y se la están jugando, porque si algo no va a dar la izquierda recién desalojada del poder es tiempo para que se puedan ver los frutos de las reformas, y para muestra basta con ver lo que han tardado en convocar la primera huelga general, si algo no va a tener es compasión ante cualquier síntoma de debilidad de sus sucesores, si algo no va a demostrar es prudencia ante la pasividad que en cualquier momento caracterice la acción de gobierno.

El Gobierno tiene la legitimidad especial de los ciudadanos que deriva de la mayoría absoluta que acaba de obtener en las urnas y en función de ello debe actuar. Sin precipitaciones pero sin rodeos, máxime cuando los equipos del Partido Popular han tenido muchos meses para analizar la situación hacia la que nos conducían la crisis económica y las medidas del anterior ejecutivo. Muchos meses para conformar el programa, las líneas directrices y hasta las personas que debían llevarlos a cabo.

Ya ha habido un preocupante traspié con la renuencia a remover nada especialmente significativo antes de que se celebraran las elecciones andaluzas. Un tropiezo se supera sin problemas pero los siguientes, de producirse, limarían sobremanera la confianza en la capacidad de gestión de un partido que, si algo demostró por encima del resto, en su anterior etapa al frente del país fue precisamente eso, contar con los mejores equipos para la gestión, los mejores programas y los mejores resultados.

No puede ser que el miedo a ser políticamente incorrectos lleve a nuestros gobernantes a la paradoja de que sea más lo que se hable de recortar que aquello a lo que realmente se aplique la tijera aún siendo superfluo. Tampoco que el temor a los mercados o a los más poderosos socios europeos, nos lleve a tratar de saciar las fauces del Estado (y los estaditos autonómicos) o de la banca a cuenta de detraer más y más recursos de la sociedad y la economía productiva por la vía de incrementar los impuestos. Y eso que por no sé qué extraño filtro de hechicería existe ahora un terrorífico consenso (a mí que me borren) para propagar que es bueno, conveniente y salvífico subirlos.

De cara a la economía real, tras las primeras acciones de choque, va siendo más tiempo de reformas que de recortes y tributos si queremos crecer y salir adelante. A esas reformas debe enfrentarse el Gobierno (y los gobiernitos en sus múltiples escalones) con convicción, firmeza y templanza. Si no hay pan, menos aún debe haber vacas sagradas. Ni competencias duplicadas, ni instituciones prescindibles. España está en juego. Ni intocables ni tabúes.

domingo, 8 de abril de 2012

Esfuerzo o milagro


La imborrable influencia del catolicismo, marcada profundamente en el código genético de los españoles -no menos en el de los ateos que en el de los creyentes-, nos hace fervorosos convencidos de la cotidiana existencia de los milagros. Debe ser que como a lo largo de la historia en múltiples ocasiones fuimos más papistas que el Papa y nos creímos en la obligación de mantener, defender y extender la fe católica frente a las herejías europeas y el paganismo de ultramar, seguimos pensando que la Divina Providencia está en deuda con España.

Sólo así se entiende que pensemos colectivamente, aunque no siempre lo digamos, que de la feroz crisis en que nos seguimos hundiendo vamos a salir de la noche a la mañana, a las primeras de cambio, apenas se ha producido un cambio de gobierno y se han adoptado unas cuantas medidas cuyos resultados no podremos comprobar hasta que pase el tiempo necesario, que no tiene por qué ser poco.

El español sigue convencido que de la situación económica más o menos acuciante en la que se encuentra sumergido, lo van a sacar los otros, el Estado, el Gobierno, Europa… y casi todos los españoles se creen con derecho a ello, sin caer en la cuenta de que es de justicia que como contrapartida ello acarree un más intenso y mejor cumplimiento de los deberes y obligaciones que a cada uno competen. Pone el dedo en la llaga quien nos recuerda que esto no va a ser fácil, ni rápido, ni cómodo. Acierta quien habla de la necesidad del esfuerzo y del sacrificio, aunque yerra al añadir habitualmente la coletilla “conjuntos”.

Con loables aunque muy escasas excepciones, aquí nadie actúa movido por la búsqueda del bien común sino del propio, aunque como está mal visto exteriorizarlo, se oculta tras mensajes de utopía. En franqueza nos ganan aquellos otros ciudadanos del mundo en cuyo código genético figura impresa la marca de la Reforma. Frente al católico que siempre se escuda en el rebaño, el protestante, también creyente o ateo, cree en la capacidad de cada oveja para salir adelante y eso termina haciendo el rebaño más fuerte y más unido. Mientras aquí seguimos viendo con malos ojos y siempre bajo el prisma de la sospecha al que prospera y se enriquece, aunque sea porque trabaja, se esfuerza y se sacrifica más que los demás, el sajón lo convierte en modelo a seguir, referente social.

En aquellas naciones, el hombre puede hacerse a sí mismo. La búsqueda de la prosperidad individual lleva al desarrollo, la riqueza y el crecimiento conjuntos. En esta España nuestra, esta Castilla histórica y esta Zamora tradicional, la espera de que la solución a lo de cada uno provenga de otros, del común o de un milagro, nos lleva a ser más pobres o, en términos más al uso, a perder competitividad individual y colectivamente. Sempiterno el debate entre liberalismo y paternalismo providencialista.

domingo, 1 de abril de 2012

Fuerzas de flaqueza

Ante situaciones excepcionales, medidas excepcionales, sería el resumen más esquemático de la rueda de prensa del viernes en la que el Gobierno presentó el proyecto de presupuestos para lo que queda de 2012 y las medidas de ajuste propuestas.

A estas alturas nadie duda de la excepcional y grave situación actual y eso aunque aún no conozcamos con detalle los múltiples agujeros que nos rodean tanto en el ámbito público como en el privado. Porque sigue sin saberse, al menos en el nivel de información ciudadana, el diámetro y profundidad de las deudas de administraciones públicas, bancos y cajas de ahorro o de las grandes y medianas empresas y corporaciones.
El problema no es sólo el calibre de los boquetes de este queso de gruyère (gruyer, según la RAE) en que se ha convertido la piel de toro, sino, como bien saben los pequeños empresarios y los autónomos, que hasta aquellos que hoy tienen solvencia, mañana mismo pueden sufrir un impagado que los lleve al cierre. Otro tanto cabe decir de los asalariados. Salvo los empleados públicos, nadie a día de hoy tiene seguro que su empresa vaya a poder seguir pagándole su nómina el próximo mes. Por razones obvias no puedo hablar de las percepciones en los años de la crisis del petróleo del 73, pero al menos de entonces para acá, nunca se vivió un escenario con la gravedad e incertidumbre del actual.
Ante esto el Gobierno, el nacional, los autonómicos y los locales, han de tomar medidas que nunca adoptarían en condiciones medianamente normales. Por ejemplo los recortes en las áreas más sensibles para la opinión pública, como los servicios sociales, la cultura o el deporte, que han despertado gran polvareda en Zamora en estos días. Son duros recortes aunque aún puede que se suavicen en algo, pero es que todos aquellos que están en esos ámbitos han de ser conscientes de que también ellos han de ajustarse al momento, por duro que esto sea. Al final, un país o una ciudad han de tener los servicios, prestaciones y actividades que puedan costearse privada o públicamente. Para el resto habrá que dar un paso atrás y esperar tiempos mejores.
Algunas de las medidas anunciadas gustarán a algunos, otras a muchos y muchas a casi nadie, pero esto es lo último en que nuestros gobernantes han de pensar. No es tiempo de fotos bonitas sino de mono de trabajo y manos a la obra aunque ello implique el riesgo para ellos de salir quemados como bonzos. Ayuda que, con la excepción de Galicia y País Vasco, hasta dentro de tres años no se prevean elecciones. No ayuda tanto el perfil que adorna a muchos de nuestros políticos, pero es en las situaciones críticas cuando mejor podremos descubrir quiénes dan la talla y quiénes no. Es tiempo de fortalezas, no de servilismos. Tal vez podamos llevarnos alguna sorpresa positiva, a las negativas estamos más acostumbrados.