En política, donde quince días es largo plazo, por
primera vez se percibe cómo el lenguaje va dando un giro copernicano y, en
términos económicos de producto interior bruto, de crecimiento y de empleo, ya
no se habla de trimestres, semestres o años naturales, sino de bienios,
trienios, lustros y décadas. Eso en el fondo es una muy mala noticia, pero en
la forma, esa pasada por la crudeza de la verdad es buena para el discurso
político y para la vuelta a la conexión entre los ciudadanos y sus
representantes.
Quizás con ello se consiga que muchos de los son, hemos
sido o serán políticos, abandonen esa percepción de casta impermeable a la
influencia de la sociedad real, de gota de aceite flotando sobre el agua en la
que no se disuelve, de compartimento estanco, de ecosistema cerrado. Con la
verdad frente a la realidad.
De la crisis tardaremos en salir más de lo que tardamos
en entrar -que aunque algunos se llamen a nuevas, no fue cosa de 100 días ni de
unos meses-, con un plazo proporcional al tiempo que se perdió sin reconocer la
situación, al tiempo y los recursos que se despilfarraron de manera culpable
sin tomar las medidas que pudieran minorar los efectos negativos y anticipar la
recuperación. Bienvenida sea, pues, la sinceridad, la honradez intelectual y la
responsabilidad en la toma de las decisiones, también de las impopulares pero
necesarias.
Para el futuro de Castilla y León un paso clave vendrá
de cuál sea el diseño socio-económico que se derive de los trabajos para la
elaboración de la Ley de Ordenación del Territorio y que dirige Rosa Valdeón.
Porque nuestra región es eminentemente rural, fundamentalmente de población
envejecida, con alta aversión al riesgo y escasa tendencia al emprendimiento. Y
con ello, también, el seguir sendas demostradas exitosas.
En España y en este momento, sólo una, la de la
Comunidad de Madrid y su línea liberalizadora, aperturista, modernizadora y
reformadora. La que la lleva a ser la única región española en la que el empleo
crece y la tasa de paro es casi cinco puntos inferior a la media nacional. Cuya
economía creció en 2011 el doble que el conjunto del país y que ha alcanzado la
renta per cápita más alta de España.