domingo, 30 de mayo de 2021

Indultos contra la ley: No

No todo puede supeditarse al interés político. Mucho menos aún al interés político coyuntural de mantener una escuálida mayoría de gobierno. Las estructuras constitucionales se componen en un Estado de derecho de instituciones, normas, principios y valores que están por encima de las refriegas políticas del día a día. Cuando un Estado y sus dirigentes no son capaces de respetar la diferencia entre uno y otro plano de la actividad política y de la regulación de la convivencia y difuminan los bordes de lo esencial y perdurable frente a lo temporal e inmediato la democracia deja paso al capricho del poderoso y la seguridad jurídica a la arbitrariedad.

No son pocos los ciudadanos de buena fe que se plantean, la conveniencia del indulto para los políticos independentistas catalanes presos por sedición, malversación de caudales públicos o desobediencia. Piensan que un solo día de privación de libertad ya es un duro castigo para cualquier persona y consideran un tanto etéreo el delito cometido pues no se sienten directamente afectados o amenazados. No es ajena a ese pensamiento la consideración de que no fue grave lo que hicieron ya que el tiempo transcurrido hace que se pierdan buena parte de los detalles concretos de aquellos días y no se produjeron grandes efectos o daños personales. El “buenismo” que acompaña a las sociedades acomodadas es el otro elemento que lleva a su razonamiento.

No caen en que la diferencia fundamental de estos delincuentes juzgados y condenados, con otros miles de los que habitan en nuestras nada despobladas prisiones estriba en que los presos del proceso independentista tienen una mayor y más cariñosa presencia mediática y en que por ser delincuentes de “cuello blanco”, de un estatus social más elevado que el común de los encarcelados, suscitan menos temor social que aquel que timaba a viejecitos, trapicheaba con cannabis o robó en unas cuantas viviendas. El resto de los privados de libertad en España no cuentan con un “sindicato” de gremio como sí parecen tener muchos políticos en asuntos que les afectan a ellos.

No se detienen a valorar que los delitos por los que cumplen la condena establecida en nuestras leyes tras un juicio celebrado con todas las garantías que nuestra Constitución asegura y de los que no solo no se han arrepentido sino que públicamente mantienen su orgullo por haberlos cometido y reiteran su deseo, intención y vocación de repetirlos, son delitos que afectan a la base misma de nuestra convivencia, de nuestra seguridad como ciudadanos libres en un Estado democrático. Más graves por tanto, que aquellos que pueden afectar a uno solo o a unos pocos de nosotros.

No respaldar los indultos no es de ser inhumanos o peores personas que quienes los quieren propiciar. Oponerse a indultos arbitrarios, que no cumplen requisitos legales  o formales exigibles como el del arrepentimiento o que sea cada uno de los condenados quien individualmente lo pida no es de ser extremistas o vengativos, sino leales defensores de lo que nos hace libres e iguales: el imperio de la ley. Prostituirlo en pago al chantaje del respaldo parlamentario, aquí y ahora, sí es traición a la nación y al conjunto de ciudadanos. Por eso no hay que tener miedo a decir una y otra vez “NO”. 

domingo, 23 de mayo de 2021

No time no space

Primum vivere deinde philosophari. Primero vivir, luego filosofar se decía ya en lengua latina antes del nacimiento de las ideologías, allá cuando el hombre se conformaba con tratar de adivinar el futuro acotándolo a horas o días y no a varias décadas y sin que ni siquiera ello sirviera para evitarle a César el destino marcado para los idus de marzo.

Inmersos en plena incertidumbre económica, de empleo y como nación, el presidente del gobierno con menor respaldo parlamentario propio de nuestra actual democracia y su augur de cabecera, Iván Redondo, nos atizan un mamotreto de casi setecientas páginas trasladando, a tres décadas vista, una macedonia conformada por su programa electoral, unas cuantas ideas con las que se quedaron de la última cumbre de Davos y cuatro ocurrencias de los nuevos dioses del olimpo de las redes sociales y las nuevas tecnologías. Como si en 1992 alguien hubiera sido capaz de diseñar el mundo de 2021.

No comeremos carne porque en Palo Alto, California, alguien dice que no es sostenible su consumo para los pastores de nuestra vieja Castilla. No seremos propietarios porque viviremos en “las nubes” que los nuevos amos nos alquilen aunque aquí nos sobren el espacio y el tiempo y nos falte la gente para ocuparlos. Y pagaremos en impuestos lo que ganemos con el sudor de nuestra frente para que cobren sus sueldos públicos quienes ya se encargarán de pensar por nosotros, de tomar las decisiones por nosotros, de distribuir los bienes por nosotros o de marcar cuándo y cuántos hemos de nacer o  morir. A dónde y cómo desplazarnos. A qué aspirar y a qué renunciar.

Por fortuna, que no por azar, todo es falacia. La libertad siempre triunfa cuando hay individuos que la defienden. Vivamos en la disidencia porque de ella vienen la vida y la libertad. Eva mordiendo la manzana elige el camino que hemos seguido, el de ir construyendo día a día el mundo, la nación y la vida que queremos. Sánchez quiere saltar como en el juego de la rayuela -o en la novela de Cortázar-, del pasado guerracivilista al futuro que le dicen que mola para no pisar el presente que le aprieta ¡y de qué manera! en el zapato.

Siempre escribo con música. Nunca sé si la columna surge de la música que escucho mientras la perpetro o si, en función de lo que en mi subconsciente se va formando, elijo estilo musical. La de hoy sólo podía ser Franco Battiato que nos ha dicho “addio” esta semana. A diferencia del rollo 02050 que nos ha endiñado Iván Redondo y de la huida hacia la estratosfera del tiempo, ya pasado, ya futuro, en que habita Sánchez, en la música y las letras de Battiato pasado y futuro habitan en singular armonía con el presente. La erudición con la ligereza; la ensalada con Beethoven; la estación de los amores con filosofía sufí o la escéptica crudeza, también intemporal, de Fleur Jaeggy; los mitos con la esencia del universo. Empecé escribiendo la columna por este último párrafo porque valen más una canción del siciliano, un relato de Borges, la cuarta sinfonía de Brahms o un poema en asonante de Aleixandre, que las 675 páginas de falacia ideológica y pretenciosa estulticia -imbecilidad, para que todos nos entendamos-. “No time no space”, maestro.

domingo, 16 de mayo de 2021

El 15-M que no fue

El problema de los salvadores de las masas es que terminan convertidos en tiranos. De Lenin a Mussolini, de Stalin a Hitler, de Mao a Pol Pot o al Che, de Castro a Pinochet, de Franco a Chávez, los grandes conductores del pueblo -condotieros, duces, caudillos- surgen siempre de la necesidad de sus pueblos de afirmar referentes ante la inestabilidad o los problemas con los que se encuentran en algún recodo del camino de la historia. A veces, las menos, de las crisis económicas, a veces, las más, de las crisis morales o de reafirmación de la propia existencia como sociedad o nación.


Todos los citados y muchos otros a lo largo de los tiempos llegan investidos de la púrpura que emana de una especie de superioridad ética y moral a los ojos de sus pueblos y de los grupos que los respaldan y en los que se apoyan. Todos ellos no suelen ser necesariamente los más brillantes de entre los suyos -es más casi nunca lo son- pero como nos descubrió Charles Darwin al desvelarnos el camino obvio, pero hasta su llegada oculto, de la evolución de las especies y la predominancia de unas sobre otras en el reino animal, en pensamiento que recogió de Herbert Spencer: “las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio. En la lucha por la supervivencia, los más aptos ganan a expensas de sus rivales porque consiguen adaptarse mejor a su entorno.”


O aprovecharlo, diremos cuando hablamos del ecosistema político. Eso es lo que ocurrió tras el desencadenamiento muy espontáneo y multifacético de aquel 15 de mayo del que se cumplen ahora diez años. Varias veces me dejé caer por la Puerta del Sol durante aquel tiempo, no con afanes de participar en algo que no suscitaba mi adhesión pero sí mi curiosidad por lo heterogéneo de las propuestas allí postuladas aunque, en la mayoría de los casos, si bien revestidas de banderas que hablaban de libertades, anticipaban indefectiblemente caminos hacia la supresión de la única libertad que verdaderamente merece tal nombre, la libertad individual. Se salvaban del ideario de fondo totalitario algunos grupúsculos que respiraban y se alimentaban del pensamiento y la palabra de nuestro gran Agustín García Calvo con esa sabiduría plagada de escepticismo y provocación que solo atesora quien es genio y a la vez histrión, y otros como él.


Uno de mis ratos por allí fue minutos antes de acudir al Círculo de Bellas Artes a la presentación del libro de Mauricio Rojas “Pasión por la libertad” con el subtítulo “El liberalismo integral de Mario Vargas Llosa”. Este último también estaba presente y con ambos pude intercambiar unas breves palabras al respecto de lo que estaba ocurriendo solo a unos cientos de metros de allí. La conclusión poco se alejó de lo que ocurrió. Estos movimientos pronto son absorbidos por estructuras de control formadas en el comunismo que se adueñan del mensaje y la fuerza colectiva para acabar con la libertad y lograr el posicionamiento personal de quienes sin ser los mejores saben aprovecharlo. Es comunismo, lo llamaron Podemos y asaltaron los cielos para en nombre de la libertad intentar acabar con la libertad.


domingo, 9 de mayo de 2021

Ayuso o la política


Se atribuye a Napoleón Bonaparte el aforismo de que la derrota es huérfana pero la victoria tiene mil padres. El resultado de las elecciones madrileñas lo ha demostrado de nuevo a uno y otro lado del fiel de la balanza de las ideologías y las propuestas políticas.


Hoy casi nadie habla mal de Ayuso, incluidos quienes que desde filas ajenas, propias o cercanas la criticaban hasta hace solo unas semanas. La tachaban de loca e irresponsable por su línea política valiente a la hora de enfrentarse a una pandemia que, además de llevarse por delante más de cien mil vidas en el conjunto de España se va a llevar, con el decidido impulso del gobierno de la nación y la indiscutible colaboración de los gobiernos autonómicos, una parte nada despreciable de nuestra economía y cientos de miles de puestos de trabajo por cuenta ajena y de autónomos.


Así que quienes llevamos meses diciendo y escribiendo en espacios periodísticos,  ámbitos de opinión política y de representación empresarial o de autónomos que por mucho que todos fueran en una dirección diferente a la de Ayuso y su equipo, eso no quería decir que ellos acertaban y ella se equivocaba, nos encontramos ahora con la avalancha de quienes tratan de apuntarse a un éxito electoral que lo único que evidencia es que, en su conjunto, los ciudadanos de la Comunidad de Madrid han tenido mejor criterio ante las urnas que los políticos que nos gobiernan en España y el resto de Comunidades Autónomas.


El triunfo de Ayuso es el de la política comprometida y liberal. El de la gestión eficaz también, pero ese es el resultado de una decisión clara y previa en favor de arriesgar con valentía su propio puesto y futuro político buscando, por el bien de su comunidad, un camino distinto al que se demostraba fallido. Aquí lo has leído, estimado lector, la salud, la prevención y la seguridad sanitaria no están reñidos con el mantenimiento de la actividad económica. Eso es así por mucho que con la colaboración por pasiva del presidente regional Fernández Mañueco, nuestro vicepresidente Igea -al que he leído, no sin bochorno por lo “peloteril” e hipócrita de su exposición, estos días en “El Confidencial”, diciendo que Madrid ha gritado libertad en contra de lo que él, en actuación antiliberal y fracasada, ha practicado aquí, sin que conste que haya dimitido aún- y nuestra consejera de sanidad, superada por los acontecimientos desde el primer momento como ha mostrado en cada rueda de prensa, se hayan empeñado como otros “lidercillos” regionales en encerrarnos lo máximo posible, no permitir la movilidad ni la actividad económica, prohibir en la práctica la hostelería o cargarse el turismo mientras criticaban y casi criminalizaban a Ayuso y los madrileños. 


Ayuso y su equipo han mantenido el tipo con el respaldo de Vox y la no intromisión de la dirección nacional de su partido, a pesar de sus propios socios de gobierno de Ciudadanos ahora fulminados por las urnas, del ataque brutal e inmisericorde de la izquierda, las televisiones y buena parte de la prensa y de compañeros de partido de otras regiones. Ahí está su mérito y el reconocimiento de sus ciudadanos. El resto deberían ir aprendiendo. No lo harán.

domingo, 2 de mayo de 2021

Si mi piedra valiera tu palabra

Cuando uno de nuestros más grandes poetas, Antonio Machado, escribió su horrendo soneto “A Líster, jefe en los ejércitos del Ebro”, que concluye con los versos “Si mi pluma valiera tu pistola / de capitán, contento moriría”, demostró que hasta el mejor maestro hace un borrón y que dejarse llevar en exceso por la emoción y el momento políticos contraviene las más básicas normas del raciocinio y la inteligencia. 

Que a estas alturas de la historia, bien adentrados ya en el siglo XXI pueda servir como lema central de campaña electoral en Madrid el de “comunismo o libertad” y que no sólo sea exitoso sino que defina perfectamente cuál es la dicotomía en lid, no es más atrozmente sorprendente que la circunstancia de que de seis partidos políticos que concurren a las urnas con posibilidades de obtener representación, un tercio asuma el ideario comunista sin bochorno ni vergüenza y que el tercero de los de la izquierda se aproxime, por imperativo monclovita, al desastre electoral tras abandonar las posiciones moderadas de la socialdemocracia y dejarse arrastrar a la trinchera de un enfrentamiento ideológico que socialmente estaba más que superado antes de que llegaran Zapatero, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez.

El eje del debate político democrático se sitúa entre posiciones de mayor o menor libertad individual y de la sociedad civil o mayor o menor intervencionismo del Estado.  En ese marco se propugna, debate y discrepa. Liberalismo frente a socialdemocracia,  con distintas modulaciones que se dirimen en las urnas en el seno del constitucionalismo. El eje de la lucha por la democracia o por su desmantelamiento se encuentra ubicado, sin embargo, entre la libertad y el totalitarismo. Y es bien sabido que el totalitarismo, sea éste comunista, fascista o nacionalsocialista solo se puede imponer -y mantener- por la fuerza, la opresión y la violencia, condimentados siempre por un rancio culto al líder, haga este lo que haga en cada momento y por mucho fraude ideológico que represente.

Ayuso triunfará en Madrid porque en una situación de crisis sanitaria, económica y política como la presente ha plantado cara a la pandemia y a la demagogia liberticida, con equipo, gestión, sentido común y valentía. La gente quiere vivir y trabajar en paz y libertad. La suma de las potencialidades individuales aporta mejores resultados que la cabeza, privilegiada o no, de unos cuantos empeñados en embridar nuestra libertad y atarla a una unidad de destino en lo universal. Y Ayuso no ha caído en la provocación y el engaño de quienes llaman a las cosas por el nombre contrario al que les corresponde. 

Cuando el grupo mayoritario de la oposición en el Ayuntamiento de Zamora abandona el pleno municipal porque quienes se reconocen comunistas los insultan llamándolos lo que no son: franquistas, aciertan al dar notoriedad pero se equivocan al no plantar cara con la palabra, que es lo mejor que se puede hacer frente al despotismo. Cuando los comunistas de Iglesias -escoltas incluidos- agreden a pedradas a los representantes de Vox que celebran un democrático mitin en Vallecas demuestran que Machado erró y que siempre la palabra vale más que la pistola, la piedra o el insulto.