domingo, 30 de mayo de 2021
Indultos contra la ley: No
domingo, 23 de mayo de 2021
No time no space
domingo, 16 de mayo de 2021
El 15-M que no fue
El problema de los salvadores de las masas es que terminan convertidos en tiranos. De Lenin a Mussolini, de Stalin a Hitler, de Mao a Pol Pot o al Che, de Castro a Pinochet, de Franco a Chávez, los grandes conductores del pueblo -condotieros, duces, caudillos- surgen siempre de la necesidad de sus pueblos de afirmar referentes ante la inestabilidad o los problemas con los que se encuentran en algún recodo del camino de la historia. A veces, las menos, de las crisis económicas, a veces, las más, de las crisis morales o de reafirmación de la propia existencia como sociedad o nación.
Todos los citados y muchos otros a lo largo de los tiempos llegan investidos de la púrpura que emana de una especie de superioridad ética y moral a los ojos de sus pueblos y de los grupos que los respaldan y en los que se apoyan. Todos ellos no suelen ser necesariamente los más brillantes de entre los suyos -es más casi nunca lo son- pero como nos descubrió Charles Darwin al desvelarnos el camino obvio, pero hasta su llegada oculto, de la evolución de las especies y la predominancia de unas sobre otras en el reino animal, en pensamiento que recogió de Herbert Spencer: “las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio. En la lucha por la supervivencia, los más aptos ganan a expensas de sus rivales porque consiguen adaptarse mejor a su entorno.”
O aprovecharlo, diremos cuando hablamos del ecosistema político. Eso es lo que ocurrió tras el desencadenamiento muy espontáneo y multifacético de aquel 15 de mayo del que se cumplen ahora diez años. Varias veces me dejé caer por la Puerta del Sol durante aquel tiempo, no con afanes de participar en algo que no suscitaba mi adhesión pero sí mi curiosidad por lo heterogéneo de las propuestas allí postuladas aunque, en la mayoría de los casos, si bien revestidas de banderas que hablaban de libertades, anticipaban indefectiblemente caminos hacia la supresión de la única libertad que verdaderamente merece tal nombre, la libertad individual. Se salvaban del ideario de fondo totalitario algunos grupúsculos que respiraban y se alimentaban del pensamiento y la palabra de nuestro gran Agustín García Calvo con esa sabiduría plagada de escepticismo y provocación que solo atesora quien es genio y a la vez histrión, y otros como él.
Uno de mis ratos por allí fue minutos antes de acudir al Círculo de Bellas Artes a la presentación del libro de Mauricio Rojas “Pasión por la libertad” con el subtítulo “El liberalismo integral de Mario Vargas Llosa”. Este último también estaba presente y con ambos pude intercambiar unas breves palabras al respecto de lo que estaba ocurriendo solo a unos cientos de metros de allí. La conclusión poco se alejó de lo que ocurrió. Estos movimientos pronto son absorbidos por estructuras de control formadas en el comunismo que se adueñan del mensaje y la fuerza colectiva para acabar con la libertad y lograr el posicionamiento personal de quienes sin ser los mejores saben aprovecharlo. Es comunismo, lo llamaron Podemos y asaltaron los cielos para en nombre de la libertad intentar acabar con la libertad.
domingo, 9 de mayo de 2021
Ayuso o la política
Se atribuye a Napoleón Bonaparte el aforismo de que la derrota es huérfana pero la victoria tiene mil padres. El resultado de las elecciones madrileñas lo ha demostrado de nuevo a uno y otro lado del fiel de la balanza de las ideologías y las propuestas políticas.
Hoy casi nadie habla mal de Ayuso, incluidos quienes que desde filas ajenas, propias o cercanas la criticaban hasta hace solo unas semanas. La tachaban de loca e irresponsable por su línea política valiente a la hora de enfrentarse a una pandemia que, además de llevarse por delante más de cien mil vidas en el conjunto de España se va a llevar, con el decidido impulso del gobierno de la nación y la indiscutible colaboración de los gobiernos autonómicos, una parte nada despreciable de nuestra economía y cientos de miles de puestos de trabajo por cuenta ajena y de autónomos.
Así que quienes llevamos meses diciendo y escribiendo en espacios periodísticos, ámbitos de opinión política y de representación empresarial o de autónomos que por mucho que todos fueran en una dirección diferente a la de Ayuso y su equipo, eso no quería decir que ellos acertaban y ella se equivocaba, nos encontramos ahora con la avalancha de quienes tratan de apuntarse a un éxito electoral que lo único que evidencia es que, en su conjunto, los ciudadanos de la Comunidad de Madrid han tenido mejor criterio ante las urnas que los políticos que nos gobiernan en España y el resto de Comunidades Autónomas.
El triunfo de Ayuso es el de la política comprometida y liberal. El de la gestión eficaz también, pero ese es el resultado de una decisión clara y previa en favor de arriesgar con valentía su propio puesto y futuro político buscando, por el bien de su comunidad, un camino distinto al que se demostraba fallido. Aquí lo has leído, estimado lector, la salud, la prevención y la seguridad sanitaria no están reñidos con el mantenimiento de la actividad económica. Eso es así por mucho que con la colaboración por pasiva del presidente regional Fernández Mañueco, nuestro vicepresidente Igea -al que he leído, no sin bochorno por lo “peloteril” e hipócrita de su exposición, estos días en “El Confidencial”, diciendo que Madrid ha gritado libertad en contra de lo que él, en actuación antiliberal y fracasada, ha practicado aquí, sin que conste que haya dimitido aún- y nuestra consejera de sanidad, superada por los acontecimientos desde el primer momento como ha mostrado en cada rueda de prensa, se hayan empeñado como otros “lidercillos” regionales en encerrarnos lo máximo posible, no permitir la movilidad ni la actividad económica, prohibir en la práctica la hostelería o cargarse el turismo mientras criticaban y casi criminalizaban a Ayuso y los madrileños.
Ayuso y su equipo han mantenido el tipo con el respaldo de Vox y la no intromisión de la dirección nacional de su partido, a pesar de sus propios socios de gobierno de Ciudadanos ahora fulminados por las urnas, del ataque brutal e inmisericorde de la izquierda, las televisiones y buena parte de la prensa y de compañeros de partido de otras regiones. Ahí está su mérito y el reconocimiento de sus ciudadanos. El resto deberían ir aprendiendo. No lo harán.