domingo, 21 de mayo de 2023

Lo que cuenta de las encuestas

 Según expertos en demoscopia electoral uno de los elementos que determina el voto al llegar ante la urna es el deseo del votante de sentirse ganador al terminar la jornada y producirse el escrutinio. Evidentemente no hablamos de la mayoría de los electores que, normalmente, tiene perfilado con mucha antelación el sentido de su voto en paralelo a su posición ideológica, su militancia partidista o en no pocas ocasiones esa concepción de clan o secta que puede incluso trascender de generación en generación y cuya racionalidad solo alcanza a diferenciar entre “los nuestros” y “los otros” sin más profundidad ni horizonte. Hablaríamos de esa bolsa de los llamados indecisos que siempre marca un porcentaje relevante de los potenciales electores y en la que todas las fuerzas políticas tratan de pescar apoyos hasta el último segundo.

Si esa pulsión por sentirse integrado en el rebaño de los triunfadores existe -nada descartable en unos tiempos en los que cada vez más los mensajes, políticos, comerciales y de todo tipo, se dirigen a la parte emocional y no a la racional de los ciudadanos-, resultaría que el escenario que dibujan las encuestas de los días previos tendría un papel especialmente protagonista. No solo porque indican la foto fija del momento y la tendencia. Y no tanto para movilizar al votante de las opciones que van perdiendo en la carrera sino para afianzar, con votos no comprometidos con unas u otras siglas, al supuesto caballo ganador.

Una vez revelados los datos de la encuesta que hoy publica La Opinión-El Correo de Zamora, por esa razón además de por otras bastante obvias y evidentes, los partidos políticos en Zamora capital -de distinta manera en Benavente y con mucho más tacto en Toro- deberían variar sensiblemente su estrategia para la última semana. En algún caso transformándola radicalmente, si quieren alcanzar objetivos ideales o, cuando menos, presentables. Que, aunque ya sabemos que más difícil que encontrar una aguja en un pajar es encontrar un líder político que, en la noche electoral, reconozca su fracaso, en política solo existe una forma de acreditar la victoria y es gobernando. Nos cuenten lo que nos cuenten, no hay más ganador que el que gobierna.

Como los que no gobiernen estarán más o menos felices o resignados pero en todo caso serán perdedores, conviene que los candidatos aspirantes a cambiar las cosas y los partidos que los respaldan, se ejerciten esta última semana y desde hoy mismo a ser posible en trabajar las cinco fases que, según vagamente recordaba y he refrescado en Internet, recomendaba el catecismo del padre Astete, en este caso no para recibir la penitencia sino para evitarla: examen de conciencia, contrición de corazón, propósito de la enmienda, confesión de boca y satisfacción de obra.

Quizás estemos a tiempo de esquivar cuatro años más de parálisis municipal y declive de la ciudad por la dejadez e incapacidad del actual alcalde y su equipo de gobierno convenciendo a los zamoranos de que hay opciones mejores de sentirse ganadores en la noche electoral. En menos de siete días se han hecho revoluciones, ganado guerras y saltado de pisar tierra firme a dar unos pasos por la superficie lunar.


domingo, 14 de mayo de 2023

¿La hora del cambio?

 Esa y no otra es la expectativa que parecen abrir las elecciones del próximo domingo 28 de mayo en muchos municipios y, especialmente, en Zamora capital. Tras ocho años de gobierno de Izquierda Unida sin realizaciones dignas de mención, sin atajar ninguno de los problemas de la ciudad y sin más proyecto novedoso que continuar cuatro años más en solitario o en compañía de un débil PSOE manteniendo el ritmo cansino y desganado al que nos han acostumbrado desde su primer día en la Casa de las Panaderas, parecería llegado el momento de un cambio no sólo de caras, sino de ideas, propuestas y modo de hacer las cosas.
En esa clave, los llamamientos a articular un proyecto alternativo sólido que permita a la ciudad recuperar pulso y dinamismo para sí misma y para tirar del conjunto de la provincia no está claro que hayan dado los frutos que debieran. Serán los electores en cualquier caso los que en apenas quince días tendrán la palabra. Ahí sabremos si el Partido Popular, en otro tiempo mayoritario ha acertado con su apuesta de candidato y candidatura después de ocho años de muy escasa por no decir casi inexistente o, cuando menos, temerosa oposición al rodillo del alcalde Guarido. Ahí sabremos si el sacrificio de Por Zamora, renunciando a presentarnos electoralmente para evitar la fragmentación del voto no marcadamente de izquierda cumple el objetivo que debería, esto es, favorecer que la aplicación de la ley D ́Hondt facilite la alternativa y el cumplimiento de un programa electoral medianamente bueno para Zamora.
Confiamos algunos en que así sea y no se quede solo en la recuperación de una mayoría absoluta en la Diputación para un Partido Popular que la perdió hace cuatro años precisamente por la irrupción de Por Zamora en el escenario electoral. Un Partido Popular que sigue sin ofrecer a esta provincia a la que tanto debe, nombres, proyectos y programas capaces de reivindicar ante quien corresponda que merece, no solo un espacio y una expectativa de progreso, sino un respeto político y legislativo que no se le otorga en los últimos años por los diferentes gobiernos nacionales y autonómicos ante la silente inacción de los políticos provinciales.
Sabremos en apenas 15 días si el rechazo a confluir por parte del presidente de la Diputación, más parece que motivado por afán de protagonismo personal que por la apuesta por el cambio, ha sido una estrategia acertada o equivocada. Conoceremos si esta ciudad, que no es ni de derechas ni de izquierdas, sino eminentemente conservadora y poco convencida de la ineludible necesidad de transformación para poder encaramarse de nuevo a las olas del progreso, vuelve a apostar por la más conservadora e inmovilista de las propuestas sometidas a escrutinio, la de Guarido y su corte.
La democracia es transparente, nos hace a todos partícipes de la toma de decisiones y nos enseña que cuando no se puede optar por la solución que a uno le parece óptima o reveladora, hay que hacerlo, con pragmatismo, por la mejor de las posibles. Y en esto, lo mejor de lo posible, aquí y ahora, es sin duda el cambio.