domingo, 27 de diciembre de 2015

Escenario inédito

No es que el resultado del 20D se haya apartado mucho de lo esperado, pero sí lo suficiente como para que la incertidumbre y la desorientación se hayan apoderado de nuestros más altos representantes políticos. Tanto que uno no puede por menos que preguntarse si esto es debido más a la especial anomalía de la coyuntura o bien a unos líderes que no lo son tanto.

El PP está noqueado a pesar de que lo que le ha ocurrido es aquello que durante los últimos tres años venía viendo y advirtiendo cualquiera que no estuviera cegado o enmudecido por el alpiste del pesebre. Pero no quiso ver que buena parte de los votos perdidos eran ya irrecuperables y que mejor que se quedaran en casa era que votaran a la única fuerza con la que podría plantearse un apoyo de legislatura e incluso un gobierno de coalición. Sin embargo, el ataque sin cuartel a Ciudadanos y Albert Rivera y la insistencia en propagar la falacia de que estaba ya cerrado el “pacto de perdedores” entre PSOE, Podemos y Ciudadanos les ha funcionado tan bien a las ideólogos de Génova que ahora en su pecado va la penitencia para España. Me recuerda a mayo cuando Martínez Maíllo y los suyos se empeñaron en convertir a Guarido en el mayor receptor de voto útil y por tanto en alcalde de Zamora. Ahora los escaños no suman y hoy Rajoy tiene prácticamente imposible repetir su estadía en La Moncloa.

El PSOE, como pollo sin cabeza, nada entre Pedro Sánchez, resucitado por la aritmética electoral y cuya pervivencia solo parece posible cerrando un pacto de gobierno con Podemos, lo cual obligaría a estos últimos a eliminar sus líneas rojas de negociación, algo que no parece fácil y Susana Díaz que ni se puede permitir a Podemos ni quiere al PP. Mientras, .Podemos es rehén de los pactos de candidatura con diversos grupos independentistas

Por su parte Ciudadanos tratando de corregir su error de campaña -no ver que su gran caladero electoral estaba en los votantes desencantados del PP y mantener una equívoca equidistancia-, hace la que de momento es la propuesta más interesante, un pacto PP-PSOE-Ciudadanos.

En nuestro sistema constitucional, los votantes no elegimos presidente del Gobierno, sino a nuestros representantes en el Congreso y son éstos los que tienen que sumar los votos suficientes para investir un presidente. Así pues, tan legítimas son unas alianzas como otras, aunque unas nos gusten más que otras. Pasó el tiempo de las urnas, ahora llega el de la política y los pactos que desembocarán en un acuerdo o tendrán que dar otra vez paso a las urnas. Nada de ello es dramático, todo es democrático. De la habilidad negociadora, de la visión de conjunto y no corto-placista y también de la generosidad o soberbia personales dependerán la estabilidad y el futuro de España. Lo ha dicho Feijóo: Nadie es imprescindible.


domingo, 20 de diciembre de 2015

Ignacio Sardá

Dicen de Ignacio Sardá quienes más lo trataron que era persona de vocación inconformista y pensamiento heterodoxo. Este año que ya está a las puertas de su ocaso se celebraba el centenario de su nacimiento en Carbajales de Alba. A mí, bien lo sabes paciente lector, siempre me caen bien los heterodoxos con sustancia y fundamento. En este caso además del cariño y parentesco que me une a su familia.

De la sustancia que segregaba Ignacio Sardá y del fundamento de que estaba hecha su razón práctica, dan buena cuenta sus lecciones y sus escritos pero sobre todo sus compañeros y sus alumnos. Me cuentan que fue culto y cultivador, fue pensador, poeta y filósofo en el más amplio y a la vez estricto sentido de la palabra; fue amigo de la sabiduría pero ante todo y sobre todo “maestro”. De palabra y obra fue maestro, se sintió maestro y ejerció durante toda su vida de maestro. Recojo de la página web “Carbajales de Alba Información” la siguiente cita de su hijo ilustre: “Las personas que dedicamos nuestra vida a la enseñanza tenemos que ser conscientes que no debemos dar por concluida nuestra formación hasta la muerte”. Antes de que ésta le llegara (1979), tuvo tiempo para publicar catorce obras y escribir otras más de cincuenta.

Una pequeña pero muy cuidada recopilación ha sido mostrada durante parte del año en la Escuela Universitaria de Magisterio, en el Campus Viriato. El día de la inauguración todos los presentes coincidían en señalar que ese era el mejor sitio para acoger esos fragmentos de su legado, tal como en su día coparticipé en la decisión de que la fachada de la Casa de la Cultura fuera el mejor acomodo para su bronce. El Pleno del Ayuntamiento de Zamora en 2003 lo nombró a título póstumo hijo adoptivo de Zamora, distinción que esta semana le fue entregada físicamente a su viuda por el alcalde de la ciudad.

Los mejores heterodoxo suelen ser aquellos que conocen la ortodoxia mejor que el resto. Como Lutero y su Reforma de la Iglesia o como algunos grandes pintores, poetas o novelistas, que siendo grandes conocedores de la técnica decidieron ir un paso más allá y transgredirla, en contra del rigor académico, para dar con sus huesos, plumas o pinceles en el surrealismo, cubismo, expresionismo y todos los “ismos" que en uno u otro momento transcendieron a lo tradicional. Sardá no lo fue tanto en su obra, muy sometida a los cánones formales de la época y a los contenidos intelectuales de sus escritos, pero sí en su actitud vital y en el ejercicio de su vocación vital, el magisterio.

Hoy España se ve ante las urnas más peculiares de los últimos lustros. Voten si así lo estiman. Sean ortodoxos o heterodoxos, pero sobre todo, sean libres y defiendan esa libertad para ir a favor de corriente, o contra ella.

domingo, 13 de diciembre de 2015

¿Bye, bye, bipartidismo?

En octubre de 2013 iniciaba mi columna del domingo día 20 titulada ¿Un nuevo mapa parlamentario? con el siguiente párrafo: “Empiezan a preguntarse los analistas si vamos hacia un fraccionamiento electoral que cambie en profundidad el escenario político. Es algo que está por verse pues nuestro sistema electoral, nacido de la necesidad de estabilidad institucional en los primeros momentos de la transición del franquismo a la democracia, es más propicio para un bipartidismo sólido que para la existencia de multitud de fuerzas políticas con peso equilibrado. Así se vio, cuando de las decenas de partidos que nacieron en los 70, la llamada sopa de letras por la multiplicidad de siglas, quedaron reducidos a un parco puñado y luego básicamente a dos”.

Dos años más tarde, a una semana de la cita con las urnas nadie duda de que el bipartidismo ha saltado por los aires y el domingo próximo habrá cuatro partidos por encima del quince por ciento de los votos y, presumiblemente, ninguno por encima del treinta por ciento. Es sorprendente, pero en aquella fecha faltaban aún tres meses para que Podemos naciera y siete para que diera la campanada en las europeas. En cuanto a Ciudadanos, era una meritoria fuerza política en Cataluña donde trataba de ocupar el hueco político que PP y PSOE por abdicación de sus principios habían dejado entre los votantes no nacionalistas. Un partido visto con mucha simpatía en el resto de España, pero poco más que eso.

Cuál era entonces el caldo de cultivo para que, sin saberse cómo ni con qué protagonistas, se pudiera percibir en el ambiente que las cosas apuntaban hacia cambios radicales. Vuelvo a citar un fragmento de aquella columna: “nada de ello sería posible si no fuera por el hartazgo que se acrecienta frente a las actitudes y los modos de los partidos predominantes, a los escándalos que horadan todas y cada una de las paredes del edificio institucional español y a la crisis económica y el desempleo que exacerban la diferencia entre la indecencia de algunos manejos y la situación cotidiana de los ciudadanos”. 

El daño social de la crisis ha sido determinante, pero ni mucho menos exclusivo. La economía remonta aunque con cautela y sin embargo donde antes había dos ahora son cuatro -ya veremos en qué orden-. Y si ya en aquel momento se podía intuir, cómo es que los dos grandes partidos nacionales no previeron la tendencia, actuaron en consecuencia y recondujeron el escenario. ¿Fue soberbia, vagancia o incompetencia? No preguntemos a los acomodados dirigentes de ambos partidos, porque, con raras excepciones, su respuesta será tramposa.

Realmente el bipartidismo se muestra en el mundo como el mejor modelo para gestionar una sociedad democrática avanzada. Pero una sociedad que responda a esa premisa, implica pluralismo y libertad de pensamiento. Si estos principios no se pueden ejercitar en unos partidos, surgen otros. Si los primeros se refundan y se adaptan a los tiempos recuperarán su peso. Si no, simplemente serán sustituidos. Vienen tiempos de turbulencias. Apasionantes, eso sí.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Noticias con estrella

Pedro Mario y Óscar Manuel no son precisamente una novedad. Son ya muchos años los que llevan convirtiendo a Benavente en una de las referencias culinarias más importantes del noroeste peninsular. Su restaurante “El Ermitaño” se ha convertido en parada obligatoria para muchos de los que surcan la A-6 y la Ruta de la Plata. 

Ya tuvieron una “estrella Michelín”, como la tuvo otro grande, Antonio González en su “Rincón de Antonio” en Zamora, en aquellos años en los que parecía que la provincia se decidía a recuperar un remoto pasado de esplendor para buscar un mejor futuro a corto plazo. Por aquellas cosas sutiles y no siempre objetivas, ambos restaurantes perdieron ese prestigioso reconocimiento unos años después, hasta que esta semana hemos sabido que desde ahora en Benavente vuelve a brillar.

La búsqueda de la excelencia en cualquiera de las actividades humanas marca la diferencia de los mejores frente a los demás. En estas tierras, somos muy poco dados a primar ese esfuerzo suplementario de los que nos hacen a todos un poco más grandes por su mayor auto-exigencia, a aquellos que nos dan una lección de éxito cuando este viene del sacrificio, la vocación y el trabajo coherente. Por eso me alegro mucho más cuando afloran ejemplos como el de El Ermitaño al recuperar una estrella que no los hace mejores, pero sí más conocidos y más atractiva a Benavente y al conjunto de nuestra provincia. Y no olvidemos que, hoy por hoy, pese a las políticas a veces un tanto erráticas y sin estrategia a largo plazo es precisamente el turismo nuestra principal opción de progreso a la espera de otras en las que no se ha indagado lo suficiente de momento.

Hace unas semanas era una pequeña frutería en la capital “La Huerta de Bea” en plena confluencia de Cardenal Cisneros con las Tres Cruces la que lograba entre miles de candidatas el reconocimiento como mejor frutería de barrio de España. Ahora El Ermitaño, confiemos en que todo sea tan solo un suma y sigue al que se vayan sumando otros y que estos no tarden en llegar.

Como otra muy agradable novedad que aún no alcanza al mes y medio que se ha hecho realidad. Otro clásico en la restauración provincial, “El Labrador”, del monstruo Cecilio Lera, deja el Mesón que lo ha acogido durante décadas y cambia de sitio y nombre, sin abandonar Castroverde de Campos, a un nuevo y acertadísimo local. Allí Cecilio en la dirección e inspiración y Minica entre pucheros y fogones, dan el impulso definitivo para continuar adelante aunque cediendo los galones de mando a Luis Alberto en lo que ya es el “Restaurante Lera”. Un sitio donde comer con el sabor de siempre pero mejor que nunca. Las horas vuelan cuando se disfruta y eso es lo más característico de un lugar que empieza también a oler a estrella.

domingo, 22 de noviembre de 2015

La amenaza islámica

Ninguna religión nació para la guerra y la violencia, sino para la paz. Sin embargo todas, en uno u otro momento, de una u otra manera han caído en la tentación de la violencia, en las garras del ejercicio de la opresión. No es por lo tanto una cuestión fundacional la que diferencia, en cuanto a la utilización de la violencia, a unos credos de otros. Sean religiones monoteístas, sean politeístas, a lo largo de la historia todas han sido pacíficas y todas crueles.

Por ello no hay que poner la lupa en la propia religión sino en el avance de la sociedad en la que la religión se desarrolla y a la que a la vez influye y determina de manera sustancial. En el avance de la civilización en la que se desempeñan. Las religiones nacen en un contexto social y en él avanzan. En función de la era en la que esa sociedad se vaya encontrando, la religión y sus representantes, sacerdotes, rabinos, imanes o como quiera que en cada caso se llamen, tendrán mayor o menor capacidad de control no sólo de la acción religiosa sino de los poderes civiles.

El problema del Islam no es el Islam en sí mismo. El problema radica en el uso que a su servicio algunos hacen de él. En la manipulación con la que se trata de frenar la evolución social, al convertir a algunas de sus sociedades y tratar de hacerlo en todas, en teocracias totalitarias que llegan o se mantienen en el mundo con mil años de retraso. El problema surge cuando una locura de corte medieval se trata de imponer con medios, armas y bagajes del siglo XXI en una esquizofrenia sin sentido. Si aplicamos a Goya aquello de que el genio de la razón produce monstruos, qué no será capaz de producir y ofrecernos el genio de la sinrazón. 

El terrorismo de marca islámica es el más peligroso no solo porque no respeta la vida de los demás, sino sobre todo porque al caer en el más dramático de los fanatismos no respetar la propia.

En ocasiones, hablando con expertos antiterroristas baqueteados en la lucha contra ETA, me comentaban que de un atentado lo más fácil es cometerlo, lo complicado es la huída del lugar del crimen. A los terroristas islámicos esto no les importa, por lo que tienen realmente fácil actuar y nosotros muy difícil la lucha contra ellos sin renunciar a los mayores avances de la civilización occidental -guste o no decirlo, de influencia judeocristiana-, la libertad y los principios inspiradores del Estado de Derecho.  

Por lo mismo no debemos renunciar a esos principios en nuestras sociedades y en nuestras legislaciones en aras a una falsa tolerancia. Quienes vienen a incorporarse a nuestras sociedades han de aceptar sus normas y adaptarse a sus modos. Lo dijo Blair: No es la alianza de civilizaciones, sino la de los civilizados.


domingo, 15 de noviembre de 2015

El olvido que seremos

Escribe Jorge Luis Borges en su poema 


“Aquí. Hoy”

Ya somos el olvido que seremos. 
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora,
todos los hombres y que no veremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y del término, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas. 

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre

que no sabrá que fui sobre la tierra. 
Bajo el indiferente azul del cielo
esta meditación es un consuelo.”


De este poema el primer verso da título, como a esta columna, a un hermosísimo libro del colombiano Héctor Abad Faciolince, un maravilloso alegato contra toda violencia, la del fanatismo que mató a su padre en su Medellín natal y cualquier otra de las formas en las que habitualmente se manifiesta en las más cotidianas y grises zonas de la convivencia humana. 

Es también un ejercicio de exaltación sencilla y dulce del amor puro e incondicional de un padre por sus hijos y la huella indeleble que ese amor deja en sus almas y vidas. Por esto y por algo muy personal quería traer a estas letras al argentino y al colombiano.  Rondaba aún en el aire el acre aroma de la muerte, endulzado sin embargo por la ternura del recuerdo, tras el fallecimiento esta semana de mi padre. Sorbía la sal de la vida licuada en lágrimas perfumadas de infinito agradecimiento, cuando el presente volvió a vapulearnos con la tragedia de París y a recordarnos que todos somos uno, en lo personal y en lo universal.

Todos somos el bien y el mal. La belleza y la barbarie. Los más tiernos sentimientos y las más aterradoras acciones. La penicilina y el Kalashnikov. Todos somos el cordero y el lobo. Todos la vida y todos la muerte. El maestro y el alumno. Todos Caín, todos Abel. Todos el Adán que recita Borges y todos el último hombre que habite un día la tierra. Todos el barro con el que el Alfarero nos dio forma y el polvo elemental del que nació y en el que morirá el Universo que, en un minúsculo e insignificante fragmento del tiempo y del espacio, habitamos. Todos la flor y el estiércol. Y sin embargo a cada uno se nos ha dotado del albedrío para, en cada instante y circunstancia, hacer el bien o sembrar el mal. 

En lo universal la tragedia de París fue un episodio que sigue y antecede a otros en un río sin fin. En lo personal, me quedo con los versos que como epígrafe recoge Abad Faciolince del poeta alemán-israelí Yehuda Amijai (1924-2000): 

“Y por amor a la memoria 
llevo sobre mi cara la cara de mi padre”.


domingo, 8 de noviembre de 2015

Un proyecto de futuro

Y ahora que unos y otros ya nos han presentado las listas electorales con las que nos tientan a las urnas, no estaría de mal que cada uno individualmente se fuera preparando para responder  la gran pregunta que deberíamos hacernos por estos lares y que es si alguien por aquí o un poco más allá, tiene un proyecto de futuro para Zamora.

Ya sé que es más cómodo y probablemente esperado hablar de la supuesta alta política que se residencia en Madrid, en las distintas instituciones que conforman la estructura del poder en España. O de los nombres que unos y otros, por elección, proposición, designación o descomposición, ponen delante de nuestros ojos para tentarnos a las urnas un par de días antes de que la lotería nos saque de pobres y podamos, por fin, fundir las tarjetas de crédito en las compras navideñas.

Es más sencillo hablar de siglas e idearios, asumidos, adoptados o heredados. De etéreas convenciones e íntimas convicciones. Mucho más fácil ese debate que nos iguala, relativamente, a todos y permite que en lugar de pensar podamos hacer descansar nuestra responsabilidad, en los debates, tertulias y chalaneos de los platós televisivos mientras en el sofá nos aislamos de los fríos que preceden al invierno.

A todo ello podremos dedicar conversaciones y páginas, pero no deberíamos quedarnos sin hablar sobre la otra cuestión. Con crisis o sin ella, Zamora necesita un plan de futuro. No es suficiente dejar que las cosas vayan cayendo por su propio peso, porque precisamente eso es lo que harán si no se cambia la dinámica. Tener mejores infraestructuras que nunca facilita el escenario pero no garantiza por sí mismo la solución a nuestros males endémicos, y que no por repetidos debemos dejar de mencionar y tener presentes en todo momento.

La despoblación de nuestra provincia. El envejecimiento de nuestro perfil demográfico hasta límites insoportables. La huída obligada de buena parte de los más capacitados entre nuestros jóvenes. La ausencia de expectativas a futuro para quienes aún no están en momento de integrarse en el mercado laboral. Ls crisis de nuestro comercio. La falta de respaldo a las iniciativas empresariales emprendedoras. La lenta agonía del mundo rural que se agrava año a año. La práctica desaparición del siempre escaso tejido indurstrial… 

Cada uno de esos problemas merece mucha más atención que cualquiera de los lemas publicitarios y las proclamas mitineras con las que habitualmente adornamos las campañas electorales. Por eso, siendo ésta una ocasión por muchas razones distinta a las anteriores, no deberíamos conformarnos sin esperar algo más de nuestros candidatos y no después, si son elegidos, sino antes, para que nos definan, fuera de argumentarios madrileños, qué idea tienen para la Zamora del futuro y para los zamoranos de hoy y de mañana. Confío en escuchar de viva voz, propuestas y soluciones concretas, palpables y medibles. Sinceramente, confío en ello.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Cataluña: Sedición y secesión

Araceli Mangas es Catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense (antes lo fue en la de Salamanca, donde tuve la fortuna de ser alumno suyo). Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Política, autora de numerosas publicaciones y de vez en cuando articulista en el diario El Mundo. Moderada, no extremista ni alarmista. Sencilla, no amiga de  artificios para llamar la atención. Su carácter y forma de manifestarse son lo más alejado de esas y esos “vedettes” mediáticos que proliferan por las tertulias televisivas.

La traigo a este Espejo porque el miércoles publicó en ese periódico un artículo en el que, bajo el título “Cuenta atrás para el Estado catalán”, con la finura y exactitud del cirujano pero la contundencia del herrero golpeando la forja sobre el yunque, desgrana, disecciona, analiza y diagnostica de la manera más clarividente que yo haya visto o leído hasta el momento y en apenas mil palabras de lenguaje claro y transparente, alejado de tecnicismos, el qué, el por qué y el para qué o, si lo prefieren, el dónde, de dónde y hacia dónde, del reto secesionista y sedicioso que hoy afrontamos en España. 

Si fuera factible, me limitaría a reproducir palabra por palabra su particular “crónica de una muerte anunciada”, sin quitar una letra ni añadir salvedad alguna. Como ello no es posible, invito a localizar fácilmente el escrito, entre otros sitios en mi “blog” de Internet “El Espejo de Tinta”. 

Mientras, me limito a enumerar algunas de las ideas fuerza de su reflexión, en un ejercicio necesario aunque injusto de simplificación por mi parte.  Si alguien se asusta por lo que dice, fundamentalmente en las cercanías del Partido Popular, le aconsejo que vuelva a leer mi primer párrafo y para su tranquilidad sepa que la catedrática ha participado en diferentes ocasiones en actos públicos de este partido. Digo esto, porque abre su artículo con la siguiente frase poco apta para mentes demasiado “ortodoxas”: “Desde 2012, con la indiferencia de un Gobierno de España perezoso e inepto, la sedición toma cuerpo en Cataluña”.

Se centra a continuación en la radical gravedad de la solicitud formal de convocatoria urgente del pleno del Parlamento catalán para aprobar una “declaración que llevaría, de consumarse, a impedir la aplicación de las Leyes de España o a cualquier autoridad española el legítimo ejercicio de sus funciones, en fin, a la proclamación del estado independiente de Cataluña”. Explica la enorme trascendencia que para España tiene evitar que esa aprobación se produzca y por qué no es suficiente esperar a actuar con posterioridad a la misma y dejar todo en manos de un Tribunal Constitucional cuyas decisiones en buena medida ya no son cumplidas en Cataluña y dejarán de serlo completamente a partir de la aprobación pretendida. No es ciencia ficción, a la secesión no se llega por el acuerdo, sino por la desobediencia a las leyes, la sedición.


Pero, mejor que a mí, amigos, léanla a ella.

Artículo de Araceli Mangas en El Mundo.

Cuenta atrás para el Estado catalán
Desde 2012, con la indiferencia de un Gobierno de España perezoso e inepto, la sedición toma cuerpo en Cataluña. Las fechas para romper la unidad nacional y la integridad territorial de España ya están marcadas en la solicitud formal de convocatoria urgente de un pleno del Parlamento catalán cuyo fin es aprobar la declaración que llevaría, de consumarse, a impedir la aplicación de las Leyes de España o a cualquier autoridad española el legítimo ejercicio de sus funciones, en fin, a la proclamación del estado independiente de Cataluña: a partir de esa proyectada declaración, el Parlament «no se supeditará a las decisiones de las instituciones del Estado español, en particular del Tribunal Constitucional» y ordena al Govern ejecutar la declaración.
Las instituciones autonómicas catalanas se han comportado como un estado de facto desde hace bastante tiempo entre la indolencia e ingenuidad, cuando no complicidad, de las instituciones del Estado y los partidos políticos nacionales. Ya sólo tienen que dar los pasos formales y definitivos que anuncian: dejarán en treinta días de respetar la autoridad del Estado y no aceptarán ninguna autoridad ni el imperio del Derecho sobre el Parlamento y el Gobierno catalán. 
En una situación extrema como la que se viene precipitando en Cataluña desde 2012 el paso a la independencia es factible y creíble dada la inacción del Gobierno de la Nación. No sólo no ha tomado la delantera para agotar las vías de diálogo y entendimiento sino que no ha reaccionado ante nada y ha dejado hacer todo. Se ha permitido que declaraciones de autoridades públicas de Cataluña (del Legislativo y Ejecutivo) rechacen la aplicación de las leyes o se instalen en la arbitrariedad sin que pase nada. Hace tiempo que las sentencias del Tribunal Constitucional y del Supremo no se aplican o se aplican a discreción sin que pase nada. Se permite que en los ayuntamientos y otros edificios públicos prescindan de la bandera de España y otros símbolos del Estado y que ondee la ilegal bandera independentista, sin que pase nada. Sólo la UEFA hace respetar la bandera de España multando la presencia de banderas independentistas. Los independentistas han demostrado que se puede violar la ley española todos los días sin que pase nada y que en ese territorio sólo se hace respetar la voluntad de sus caciques depredadores. España no ha defendido su carácter de Estado responsable de la ley en todo el territorio. El Gobierno del presidente Rajoy no ha impedido el despliegue de formas de la estatalidad de Cataluña.
El presidente Rajoy nunca se tomó en serio el desafío del Gobierno catalán y de una parte de la sociedad catalana y se negó al diálogo político en múltiples formas (comisiones técnicas, regeneración política que ilusionase a todos...). Rajoy pensó que la ley todo lo puede; como ni el Derecho Internacional faculta a Cataluña para invocar la secesión unilateral ni la Constitución española lo permite, no había que hacer nada. Pero que el Derecho no faculte para invocar la secesión no impide que la reclamen y logren por la vía de los hechos (principio de efectividad), paso a paso, con paciencia de casi cuarenta años. Tampoco estaban facultados los pakistaníes respecto de la India independiente, o los pakistaníes orientales (Bangladesh) para separarse del Pakistán independizado de la India, o los eritreos respecto de Etiopía, o los sursudaneses respecto a Sudán y todos ellos lograron su Estado. 
La formación y nacimiento de un Estado no se rige por el derecho interno sino por la fuerza de los hechos. Los partidos independentistas ya han puesto a prueba la inanidad del Gobierno Rajoy. Lo habitual es que el territorio que se separa o pretende separarse no tenga la autorización del Estado del que se quiere separar. Por ello, lo esencial es no permitir que los hechos y elementos conducentes a la formación de un nuevo Estado tengan lugar ni se den más pasos. La creación de estados está ligada al principio de efectividad y no al de legalidad ni legitimidad. Lo que importa es el hecho y no el modo por el que haya nacido (secesión no permitida por el derecho interno, lucha armada...).
Por ello, aparte de cualquier posible recurso judicial contra esa solicitud de declaración, en todo caso tiene que impedirse la convocatoria del pleno conducente a la cuenta atrás para la independencia y que el pleno pueda celebrarse con ese orden del día. Hay que actuar antes de la formación de los actos de la estatalidad formal. Con todas las posibilidades que da la Constitución y la ley y sin miedo a utilizar los diversos preceptos en vigor para situaciones extremas; no hay nada más grave en la historia de un pueblo que la ruptura de la unidad nacional; sí, hay algo igual de grave, una guerra, (in)civil o internacional. 
No hay fatalidad alguna en la solicitud de las fuerzas independentistas catalanas al pleno del Parlament sino incuria e irresponsabilidad del Gobierno de España que desafía cinco siglos de historia ensimismado en la ley que no hace cumplir. La organización y preparación de los delitos son atribuibles a personas concretas de las fuerzas independentistas, pero no es menos grave quien no impide su comisión ni persigue a los delincuentes. La deshonra y responsabilidad histórica no será de quien dijo que aceptaría todo lo que viniera de Cataluña sino de quien pudo haber encauzado este reto y sobre todo debe impedirlo ya con todos los medios. Olvidemos los reproches por lo pasado.
En este momento supremo, el Gobierno de España debe apelar a la corresponsabilidad política de todos los partidos políticos que defienden la unidad nacional. Muchos españoles confiamos en que PSOE y Ciudadanos actúen con patriotismo constitucional y que el PP no aproveche la defensa de la integridad territorial para obtener réditos electorales. Todos juntos sin más reproches. 
Un Gobierno no puede limitarse a respetar la ley; la función del gobernante es hacer aplicar la ley. Dura lex, sed lex (dura ley, pero ley). El Derecho Internacional faculta al Estado para impedir la ruptura de la unidad nacional e integridad territorial, bienes públicos protegidos por normas seculares y la práctica de Naciones Unidas. También el Derecho de la Unión Europea (art. 4.2 TUE) reconoce al Estado su deber y derecho de defender la integridad territorial y le da toda suerte de facilidades legales para ello. 
No tenga miedo el Gobierno de España de ejercer esa función esencial de todo Estado y haga respetar ya la soberanía nacional y su Constitución. España y su Gobierno no han cesado de citar e invocar las leyes democráticas a las fuerzas independentistas; no pueden seguir abusando de la paciencia de la democracia hasta destruirla. Ha llegado el momento de recordar que la justicia democrática ciñe espada. Todos unidos. 
*Araceli Mangas es catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales (Universidad Complutense) y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

domingo, 25 de octubre de 2015

El chacachá del tren

Pues será verdad que aún no fue un tren AVE el que llegó esta semana a Zamora, sino un ALVIA. Que no llegó a 300 kilómetros por hora sino a 200. Y que de momento Zamora es estación término porque falta bastante para concluir los trabajos de conexión con Galicia. Todo eso es cierto, pero no lo más importante de lo ocurrido esta semana con la llegada de un AVE que aún no es, pero ya casi.

En las redes sociales, en los comentarios a las informaciones periodísticas y en la propia calle he visto más comentarios negativos que positivos, no digo que sorprendentemente porque los zamoranos somos como somos y a la vez estamos más acostumbrados a anuncios que realidades; a promesas que a ejecuciones.

Las fechas electorales en que nos encontramos ayudan poco, si bien en España raro es el momentos en que no estamos en fechas “pre", “post” o directamente electorales. En esos momentos quienes no llevan el gobierno exacerban su celo crítico ante cualquier acontecimiento y quienes sí tienen esa responsabilidad tienden a la sobreactuación.

Estos últimos incurren en el error de presentar ante la opinión pública como definitiva llegada del AVE lo que es solo un paso más, aunque ya sin vuelta atrás. El énfasis inaugurador a las puertas de las urnas, que aqueja con excesiva frecuencia al político, tiene la culpa (flaco favor a una buena ministra, la presencia ante las cámaras y el protagonismo de Martínez Maíllo, quien al no ostentar cargo institucional alguno contamina como acto político algo que es institucional). Aquellos otros, piensan que su obligación es quitar el mérito a cualquier actuación que provenga de sus rivales. No hablo de siglas concretas en una posición o la contraria porque, lamentablemente, las siglas y quienes las representan son demasiado intercambiables en esta era.

A veces los árboles no dejan ver el bosque. No es lo importante que el AVE tarde unos meses más o menos en llegar con todas las de la ley y mientras tanto sea ALVIA. No lo es que de momento y como tanteando el terreno se aproxime a Zamora a 200 y no a 300. No lo es que de momento no se amplíen las frecuencias de paso. 

Lo importante es que el AVE supone para Zamora un gran avance y un enorme potencial de oportunidades. No sólo en el ámbito del turismo que nos permita recuperar y superar las cifras de visitantes. También en cuanto a las opciones de creación de riqueza para nuestras empresas y para aquellas otras que un día puedan ver en Zamora una posible ubicación. Profesionales de nivel no se desplazan igual a distancias de una hora de Madrid que a dos o tres horas. También para evitar que los mejores de entre los nuestros puedan encontrar un futuro sin obligación de abandonar definitivamente Zamora.

Bienvenido sea el AVE, bienvenidas las oportunidades. Nos queda comprobar si  políticos y sociedad sabremos aprovecharlas.

domingo, 11 de octubre de 2015

La buena dirección

Lo que unos ven con nitidez para otros es un misterio inescrutable. Aznar saltó a la palestra al albur de los últimos resultados electorales catalanes. No arremetió contra nadie, pero aun limitándose a hacer un mero diagnóstico con muchas más preguntas que respuestas, levantó gran polvareda en el PP y sarpullidos en la frágil piel de parte de sus dirigentes. 

Menos acostumbrados a la lucha política cuerpo a cuerpo y a la generación de ideas con rapidez de reflejos que a seguir al pie de la letra argumentarios de laboratorio de esos que inundan todos los partidos para ser repetidos como papagayos, las reacciones frente a las palabras del presidente de honor y “refundador” han sido de lo más variopinto y sobre todo han dejado mucho que desear en cuanto a coherencia, reflexión y acierto. Ahora, la duda que se extiende es si con estas mimbres podrá el partido popular dar la vuelta a la dinámica que lo ha llevado a perder crédito y votos a espuertas en las cinco últimas citas electorales.

No es con el nerviosismo que han sembrado los resultados y las más recientes encuestas y que parece apoderarse de ciertas estructuras de mando, con lo que el PP va a resolver sus incógnitas ante las próximas elecciones generales. Tampoco con el inmovilismo. Mirar para otro lado, o más bien seguir mirando para el mismo lado como si nada estuviera pasando es el peor de los caminos salvo que se confíe ciegamente en algún milagro para estos dos meses que nos separan de las urnas.

Es por ello que la llamada de atención de Aznar, con independencia de las filias y fobias  que como personaje genera, es una llamada a tiempo y conveniente. Otros políticos de los que saben de ganar elecciones están marcando ya movimientos en caminos distintos del nerviosismo sin cabeza o el inmovilismo.

Feijóo ha hecho movimiento de refuerzo y posicionamiento en su gobierno en Galicia y Herrera, que gobierna Castilla y León se ha apoyado en el pacto suscrito con Ciudadanos en el momento de la investidura para hacer la primera gran propuesta que debería cambiar la cara, el alma y la percepción que los votantes han empezado a tener del hasta ahora partido homogéneo del centro derecha español.

Herrera propone y da carta de naturaleza a la exigencia que algunos venimos defendiendo hace años (por mi parte incluso en varias enmiendas a la ponencia de Estatutos presentada hace ya siete años, en el congreso nacional que el PP celebró en Valencia), de mayor apertura y democracia interna. Listas abiertas y primarias internas ha dicho, alto y claro, Herrera. Y ese ha de ser el primer paso de una obligada refundación que el PP debe emprender para adaptarse a nuestro tiempo. Ello con independencia de que los pactos le permitan o le impidan seguir gobernando en España una vez pasen las calientes Navidades que nos esperan.

domingo, 4 de octubre de 2015

Unidades Rurales. Así si hay futuro

Que la provincia de Zamora no sea la de Cádiz no sólo tiene que ver con el sol y el mar. Que sólo 3 municipios de entre 248 tengan más de 5.000 habitantes en la una, frente a los 32 municipios de entre 44 en la otra, nos dicen bien a las claras que los diagnósticos y las recetas deben ser muy distintos en ambos casos. Ciento noventa mil zamoranos repartidos por 10.500 kilómetros cuadrados frente al millón doscientos mil gaditanos en tres mil kilómetros cuadrados menos requieren poca argumentación más.

Lo mismo cabe decir de los paralelismos entre comunidades como Castilla y León y Andalucía por poner dos ejemplos. La nuestra, con una superficie mayor a la de Portugal (94.000 kilómetros cuadrados) para dos millones y medio de habitantes (mayormente envejecidos por otro lado) debe ser tratada, estructurada y organizada en cuanto al acceso a la administración y a la llegada de los servicios públicos a cada uno de sus ciudadanos de manera obligatoriamente distinta a un Comunidad con menor territorio pero que la triplica en número de habitantes. Sólo así se podrá aspirar a un mantenimiento y un desarrollo sostenibles y viables.

El nuevo mapa de unidades básicas de ordenación rural para la prestación de servicios que acaba de presentar la Junta de Castilla y León es el mejor y mayor avance en lo que a ordenación del territorio y a garantizar la menor desigualdad en cuanto a la capacidad de acceso a los servicios por parte de los ciudadanos de las áreas rurales se refiere, desde el siglo XIX.

El nuevo diseño es un empeño personal del presidente Herrera y del consejero de Presidencia De Santiago Juárez en cuya elaboración llevan embarcados las últimas legislaturas, desbrozando posiblemente el más complicado de los terrenos en nuestra comunidad y enfrentándose sin ambages al ministro Montoro y a sus extraños aliados en Castilla y León, con el zamorano Martínez Maíllo-Toribio, siguiendo el guión del ministro andaluz, como su máximo exponente en la defensa de un modelo que hubiera resultado inaplicable sin romper completamente con la estructura institucional, histórica y de convivencia de nuestra comunidad.

Quedan por rematar flecos como el encaje satisfactorio de Benavente y otros, cuestiones que deberán definirse mediante el diálogo y la aportación durante el trámite de información pública que se abre, así como durante el propio desarrollo e implementación efectiva del mapa virtual de servicios. 

Solo cabe ser optimistas, entre otras razones, por una voluntariedad que facilita que el modelo triunfe por el convencimiento sobre sus ventajas y consecuencias positivas y no por la imposición con la que con demasiada frecuencia se obliga a alcaldes y vecinos a comulgar con ruedas de molino. A partir de ahora estamos mucho más cerca de garantizar la pervivencia de nuestro medio rural y el futuro de Castilla y León y la provincia de Zamora.

domingo, 27 de septiembre de 2015

En torno a Paco Somoza

La primera conversación extensa que tuve con Paco Somoza incluyó unas reflexiones sobre uno de los relatos más estimulantes -realmente todos lo son- de Borges. En concreto el relato era “Pierre Menard, autor del Quijote”.

Caja Rural, a través de otra de sus buenas ideas, su Fundación Científica, ha otorgado este año al arquitecto el reconocimiento como zamorano del año. Como le dije el viernes después del acto de entrega, está bien que los premios se concedan en vida y cuando el premiado aún está en condiciones y capacidad de dar lo mejor de sí mismo, profesional y personalmente.

En aquella otra conversación mantenida hace ya unos cuantos años hablábamos en realidad de la idea de Zamora que teníamos en mente. No recuerdo mayores detalles de la misma, pero es lo cierto que cuando años después Paco coordinó junto con “el gran pensador del detalle” Pedro Lucas del Teso, la magna obra de nueva urbanización del Casco Histórico de Zamora a la que denominamos “la recuperación del carácter perdido”, no pude por menos que rememorar Pierre Menard, el hombre que trata de escribir el Quijote. No una nueva versión del Quijote, sino el mismo Quijote que Cervantes escribiera. No una copia del mismo, sino el mismo libro, para lo cual el autor primero debe convertirse en Cervantes, vivir como Cervantes vivió, pensar como Cervantes pensó hasta hacer que de su pluma surja como algo natural cada palabra, cada frase y cada capítulo del “Ingenioso Hidalgo”.

Paco Somoza, bajo la alcaldía de Andrés Luis Calvo, reescribió arquitectónicamente la calle de Balborraz, premio Europa Nostra, y ese fue su mejor entrenamiento para llegar, bajo el mandato de Antonio Vázquez, a darle a Zamora la unidad histórica, estética y urbanística, quizás más ideal que real, que nuestro Casco había perdido por mor del paso de los tiempos, las escaseces presupuestarias y la debilidad de los empeños conservacionistas y rehabilitadores. Como el personaje borgiano, el equipo de arquitectos repensaron la clave original del urbanismo medieval, el de la necesidad y los caminos naturales, pero a diferencia de aquél no quisieron hacer lo mismo que ya un día se había hecho, sino lo que hubieran hecho varios siglos más tarde en la misma situación los humanistas del pasado.

Porque Paco, como Rafael Moneo al que conocí por él, como Juan José Arenas o Patxi Mangado, otros grandes arquitectos con los que también compartí experiencias, es ante todo un humanista. Y como tal, ambicioso. Paco lo quiere todo, lo cual no es defecto, sino mérito, más en una provincia tan poco dada a primar el afán de superación, la ambición por hacer grandes cosas y ser cada día mejores. Algunos, no obstante tuvimos en ciertos momentos el deber y la responsabilidad de guardar unas normas y seguir unos procedimientos. Cosas que no siempre se entienden pero forman parte de las bases de nuestra convivencia. Como conversar en torno al arte o la literatura. Enhorabuena, Paco.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Ciclogénesis implosiva

El lenguaje, utilizando el título de Borges, es otro de los jardines con senderos que se bifurcan. Podemos decir que en la era de que solo lo hiperbólico (exagerado) alcanza a llamar la atención de público, por mucho que presumamos del gusto por lo minimalista (sencillo) frente a lo barroco (recargado), es evidente que sólo llamando ciclogénesis explosiva a lo que siempre han sido temporales, el escribidor de turno se sentirá un hombre, o mujer, de provecho y ligeramente por encima de sus semejantes.

Vestir como extraordinario algo que no deja de ser común desde el principio de los tiempos es sobre todo cursi. En la era de la comunicación de masas lo cursi gusta, funciona y triunfa por encima de otras profundidades. Como si en todos los otoños, más pronto que tarde, no llegaran días de vientos fuertes y racheados que hacen caer las hojas de los árboles y de lluvia que prepara la tierra para el ciclo agrícola que nuestra especie viene aprovechando desde el Neolítico. Gusta ciclogénesis explosiva porque suena como un trueno que viene para quedarse, mientras que temporal parece que llega, pasa y se va como el viento. No es comercial, vaya.

Lo mismo ocurre en el lenguaje deportivo, el de los sucesos o la política. Cuando nuestros siete constitucionalistas del 78 se sentaron a la mesa para redactar la Carta Magna, sabían que la piedra de toque de sus trabajos iba a estar en el que finalmente sería el Título VIII “De la Organización Territorial del Estado”. Cuando se levantaron de la mesa con el trabajo concluido, sabían que habían pasado el trago, pero ninguno confiaba en haber resuelto un problema probablemente irresoluble porque es un problema político y no material o social. En rugby se llama “patada hacia adelante” a lo que es una buena solución para desatascar el juego en un momento determinado y ya veremos qué pasa a continuación.

Como a diferencia de Francia o los Estados Unidos, por poner dos simples ejemplos, en España no se podía hacer referencia a la Nación como “una, grande y libre”, distribuida en regiones y provincias, tuvieron que inventar -ya en el Título Preliminar-, aquello del derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran. Forma de distinguir, por el término en sí mismo y por el orden de colocación en la oración, a los territorios -y ciudadanos, por ende- de primera y segunda categoría. Pero, como no podía ser de otro modo, los políticos -no los ciudadanos, realmente- de las segundas querían igualarse a los de las primeras y los de éstas, diferenciarse más de los de las segundas. 

De región a comunidad autónoma, de nacionalidad a país, de país a hecho nacional, de aquí a nación. De nación única como hecho discutido y discutible a nación de naciones. Carrera sin fin para acabar queriendo hacer explotar desde la periferia y hacia dentro el núcleo de nuestra convivencia.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Agitación liberal

De puño y letra de Mario Vargas Llosa tengo dos libros dedicados. El uno es un magnífico ensayo de Mauricio Rojas  sobre el liberalismo integral de Vargas Llosa editado por FAES bajo el representativo título “Pasión por la libertad”. El otro una edición de la novela cúspide del autor peruano-español, “Conversación en la catedral” en una de cuyas primeras líneas se hace la gran y ya universal pregunta Zavalita:  ¿En qué momento se había jodido el Perü?

Nunca pequé de mitómano ni, pese a haber tenido ocasiones múltiples para ello, busqué fotos o saludos de los investidos de púrpura. Hace unos días quiso, sin embargo, la casualidad que regresando de Sudamérica compartiera avión con el presidente Aznar –admiro  la costumbre norteamericana, tan alejada de nuestros usos, de que los presidentes sigan siendo así denominados de por vida después de abandonar la presidencia-. 


En esta ocasión busqué, consciente, el saludo y la foto con el mejor presidente que ha tenido el Gobierno de España desde tiempos que se recuerden. Ya, ya sé que un comentario así levanta sarpullidos en tirios y troyanos. Qué le vamos a hacer, eso es lo que distingue a los líderes de los que solamente se acomodan en el mando, a los que se deciden, como recoge Mauricio Rojas del filósofo alemán Karl Popper a no dejarse vencer por “la historia” sino a vencerla.

Quizás por la intimidad y unidad de destino que durante diez horas conlleva compartir una pequeña cápsula metálica sobre el cielo atlántico, el encuentro, de apenas un puñado de segundos, me emocionó especialmente y estimuló mi reflexión en estos tiempos privilegiados de libertad y democracia y sin embargo cargados de vicisitudes. Reflexión entre las nubes y la noche sobre el por qué en esta España de entrega servil al poderoso que en cada momento toque, se prescinde o directamente se desprecia el más mínimo pensamiento crítico por más que provenga de quien antes fue admirado, obedecido ciegamente y hasta idolatrado.

Aznar fue un gran presidente en un momento nada fácil. Llevó a cabo grandes y convenientes transformaciones pensando en liberal y ejecutando el arte de lo posible, que, coincido con Vargas Llosa, no debe sin embargo confundirse con el arte del oportunismo y la falta de principios. Con ello puso a España en su mejor lugar en siglos. Dejó tareas pendientes de no poca importancia y que pendientes siguen, en el ámbito de las instituciones democráticas y el régimen de partidos, con las cuales el panorama actual sería muy distinto y mejor, para la nación y para el Partido Popular. 

Ahora, de vez en cuando algunos se sienten incordiados por comentarios suyos. Yo me alegro de que los vierta, en el mismo sentido en que personalmente prometo seguir el mandato de Hayek que en el citado ensayo recuerda Rojas y difícilmente perderá su validez “Todo liberal debe ser un agitador”.


domingo, 16 de agosto de 2015

El mal en sí mismo

De vez en cuando la televisión nos saca de nuestra ensoñación. Los periódicos derraman tinta negra tratando de reflejar en letras dramas de sangre roja trágicamente derramada.

A veces ocurre lejos de nuestros hogares y lo vemos perdido en la nebulosa del tiempo o del espacio. Otras sucede casi a nuestro lado y entonces se nos eriza el vello o se nos abren las carnes. O nos ponemos en la piel de las víctimas o sus más cercanos y las lágrimas del horror y la incomprensión fluyen de nuestros ojos.

¿Por qué, por qué? Nos preguntamos con frecuencia, repitiendo una letanía para la que no encontramos más respuesta que la que no queremos aceptar.

Con el avance de la civilización vivimos cada vez más inmersos en la fantasía de un mundo pacífico, beatífico y feliz. Tranquilizamos nuestro espíritu y alejamos los miedos inherentes al propio hecho de existir pensándonos a salvo de ciertas atrocidades. Sólo las enfermedades o los accidentes entran en el espectro de lo que nos puede dañar, aquello que puede romper el hilo natural de nuestra vida. Pero el mundo no es así, porque la humanidad no lo es.

El hombre es lobo para el hombre dejó escrito Thomas Hobbes. Es mucho más humano -entendido sin embargo en ese sentido- el comportamiento el lobo que el del hombre cuando se transforma en alimaña. En bestia furibunda, en concreta y tangible representación del mal.

La civilización hace al hombre más humano, más social y más sociable. La plasmación de los derechos humanos en el acervo colectivo, el reconocimiento de la negociación y el rechazo a la violencia se generalizan no sin pasos atrás salpicando el camino. Tendemos al bien, lo cual no evitará que nos demos de bruces con el mal.

El mal existe. Por sí mismo, en sí mismo y tomando cuerpo en ciertas mentes y  corazones. No, el asesino, el genocida, el delincuente sexual, el pedófilo, no son víctimas ni de la sociedad, ni de las circunstancias, el entorno o la vida misma.

El asesino de las jóvenes de Cuenca. Los padres naturales detenidos por abusos sexuales y malos tratos a su bebé de cuatro meses. Los padres adoptivos de la niña Asumta. Carcaño y las hienas que acabaron con la vida de Marta del Castillo y siguen acabando día a día con la de sus padres, mofándose de la Justicia y de cada uno de los que consentimos una Justicia que tolera tales afrentas. Los asesinos de las niñas de Alcásser. Son el mal. Ellos y otros son la perversión absoluta de la que sólo el hombre es capaz.

Hitler o Stalin y sus cientos de miles de convencidos cómplices. Pol Pot y sus Jemeres Rojos. Mao y su “revolución cultural” no son distintas representaciones de ese mismo mal que, aunque tratemos de obviarlo, existir, existe.

domingo, 9 de agosto de 2015

Escribir de nada

A veces te pide el cuerpo escribir de cosas, otras de personas, eventos o acontecimientos. La política, el día a día, algún hecho extraordinario, llamativo o curioso. La vida, decimos. Las neuronas empiezan a bailar entre chispazos cuando atacas la hoja en blanco que perfila la pantalla del ordenador. Los yemas de los dedos esperan instrucciones para bailar claqué sobre el acolchado del teclado. Danzad, danzad, malditos. Fred Astaire es el objetivo que difícilmente se alcanza. Cuiquito de la Calzada mucho más fácil de representar. Los ojos buscan hacia adentro, tratando de horadar en las profundidades del cerebro. A veces encuentran oro, otras solo escuchan el eco del vacío.

Las sinapsis son las conexiones neuronales que convierten química en raciocinio o, dependiendo de los casos, en algo que se parezca, siquiera vagamente, a eso que entendemos por raciocinio. Esas son las condiciones normales. Luego está quien escribe mejor cuanto más regado tiene el coco por los efluvios del alcohol. Se podría escribir una enciclopedia solamente recogiendo los fragmentos magistrales que a lo largo de la historia de la literatura se deben al vino, el aguardiente, el whisky o la absenta. Cómo imaginar a Dostoyevsky sin vodka. De los románticos a Truman Capote, de Lope de Vega a Poe, de Rimbaud a Hemingway, quienes escribieron de todo y de nada, siempre magistralmente.

El verano en esto es distinto al resto del año. El estío es la estación propicia para escribir de nada, que no es lo mismo que no escribir nada. Sin necesidad de más ayuda, el sopor veraniego ralentiza el avance de los minutos, hace que pasen a saltos y trompicones, que vuelen o se detengan sin mayor orden ni concierto que el mero capricho. Los segundos bailan y silban como chicharras en mitad del campo. Las digestiones pesan más de lo normal. En esto el verano se parece al alcohol, como éste conduce a la elevación y como él termina en melancolía, otro de los ingredientes esenciales de la buena literatura. 

Lo que se considera ligero, con frecuencia engaña. Algunos de los mejores pasajes literarios que alguna vez he disfrutado son retazos de texto en los que no se habla de nada, o al menos eso es lo que parece. La pesada atmósfera estival de la norteamérica profunda que aplasta, página a página, en “El Villorrio” y otras obras de Faulkner, no es muy distinto, diferencias culturales y geográficas aparte, del de Ramón J. Sender,  y su campesinado español o el aire plomizo y selvático de García Márquez o Álvaro Mutis. Avanzan las palabras, los párrafos y las páginas; no necesariamente la acción, y sin embargo, ese Amazonas que es el tiempo discurre sin pausa.

De qué vas a escribir, me preguntaban ayer, minutos antes de una comida de amigos. De qué estás escribiendo, me reiteraban cuando el olor del asado iba llegando desde el horno y se descorchaba la primera botella. Ya lo veis, les dejo escrito. De nada.