domingo, 29 de octubre de 2023

El tramposo, el rebaño y el servicio paganini

 “¿Apoyas el acuerdo para formar un gobierno con Sumar y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria?” El trilero con cargo político más importante que haya tenido España en el último siglo y, probablemente bastante más atrás, ha lanzado el anzuelo para que los militantes socialistas justifiquen con un “es que hay peces” el hecho de que Sánchez esté pescando en zona antes vedada.

El candidato a seguir siendo presidente del gobierno, que se hizo tristemente famoso (aunque como se ve a la larga sin consecuencias) por ser pillado detrás de una cortina metiendo irregularmente montones de votos en la urna durante un congreso de su partido, ha hecho de la trampa su rasgo más característico. Del seguir siempre adelante, pase lo que pase, digan lo que digan y se desdiga de lo que se tenga que desdecirse, su única brújula, traiga ese camino las consecuencias que pueda traer en el futuro. Porque qué más da el futuro si el presente es lo que importa -parece que piensa, seguramente con razón- en este mundo político y social cada día más de coyuntura, de conveniencia, superficial, vano y con ausencia de compromiso con principios, valores y perspectiva responsable a largo plazo.

Sánchez sabe, los suyos saben, los periodistas saben, los ciudadanos sabemos, que no es esa la pregunta que está formulando. La pregunta realmente formulada es si sus militantes apoyan una cascada de pactos bajo coacción que llevan a traspasar las más inconcebibles líneas rojas. La de la sangre de miles de españoles heridos o asesinados por ETA. La de la ruptura constitucional de un golpe de Estado contra el conjunto de los españoles del que sus protagonistas no solo no abjuran o se arrepienten sino que presumen de su intención de volver a hacerlo tan pronto puedan.

Todos sabemos también que la trampa en la pregunta es innecesaria y que las bases votarán lo que diga su elite porque nuestro sistema de partidos (a diferencia de los modelos sajones de Estados Unidos o el Reino Unido) se basa en que una vez elegido el líder, la militancia está para aplaudir, transmitir lo bueno que aquél es, lo malos que son los contrarios y que esta política que lleve a cabo en cada momento (la que sea, eso da igual) es la única posible para salvar el país o para sacarlo adelante. Sabiendo que con independencia de la pregunta, la respuesta del rebaño será sí, cabe preguntarse cuál es la necesidad de esconderla de manera tan maliciosa y sin embargo evidente.

No creo que sea la vergüenza, así que debe ser la hipocresía. De quienes la han diseñado para que parezca otra cosa, aunque ya hablen sin recato de la constitucionalidad de una amnistía que saben -como ellos mismos han reconocido reiteradamente- que es incompatible con nuestro modelo constitucional y de quienes la van a votar sabiendo que están votando sí a abrazar a ETA-Bildu, sí a la amnistía a los golpistas. Sí a llamar gobierno progresista a uno en el que están comunistas, etarras, independentistas antiespañoles y los supremacistas más rancios del panorama político español que se consideran clase elegida y el resto somos plebe paleta llamada por el destino a servirles de servicio doméstico y pagar sus lujos.

domingo, 15 de octubre de 2023

Hemiplejía para el mal

 Si antes del pasado sábado Hamás hubiera abandonado y entregado las armas, inmediatamente habría habido paz en Gaza. Si en cualquier momento desde 1948 Israel se hubiera desarmado habría sido arrasado y su recuerdo borrado de la faz de la tierra por los terroristas y sus países árabes vecinos.

Así de sencillo se explica, salvo para quien no está dispuesto a abdicar de su militancia intelectual en el sectarismo más abyecto, por qué no es lo mismo estar del lado del Estado hebreo que de quienes tienen como único objetivo su aniquilación aquí y ahora y desde su implantación por decisión de la ONU siguiendo el plan de descolonización de las antiguas colonias de Gran Bretaña tras la Segunda Guerra Mundial.

Por eso, entre otras muchas razones, no cabe la equidistancia entre quienes perpetraron los salvajes asesinatos, violaciones y secuestros indiscriminados del siete de octubre y quien legítimamente ha decidido actuar para acabar de una vez por todas con el terrorismo de Hamás a las puertas de su casa. Como no debería caber nunca la equidistancia entre la civilización y la barbarie. Entre la democracia y la satrapía. Entre la libertad y las teocracias anacrónicas y tiránicas del mundo musulmán.

Que no sea universalmente aceptada la teoría de que no existen diferentes tipos de civilización sino sucesivas etapas en el proceso de civilización no resta verdad a que mientras unos, con defectos y fallas, avanzamos por el siglo XXI otros retroceden y quieren retrotraernos a las peores prácticas del medievo que, incluso en eso, resultó más luminoso y menos tétrico que el futuro al que los fanáticos del Islam quieren llevarnos a golpe de látigo, crujir de horca sobre nuestras gargantas o chaleco explosivo que parta en tres mil pedazos a quien no se pliegue a su locura asesina y liberticida.

Que Hamás no sea Palestina sino uno de los grupos criminales que tienen secuestrados a los palestinos no basta para legitimar que nadie allí luche contra quienes los esclavizan y les impiden avanzar hacia una sociedad de bienestar, libertad y convivencia pacífica. Que quienes dan las órdenes para mantener el conflicto a golpe de sacrificar miles de vidas inocentes de sus propios ciudadanos ni siquiera residan allí sino, millonarios, en Irán o Qatar, debería abrir los ojos incluso de los más insensatos, sucios y sectarios de nuestros extremistas más repugnantes,; sigan llamándose comunistas, se hayan rebautizado para engañar a buenistas y lerdos o militen en la Falange. que, como hemos visto una vez más, los extremos se tocan porque son básicamente lo mismo.

Obviar o justificar militar o políticamente el mal intrínseco y evidente en esta masacre de civiles es síntoma de lo que Ortega llamó hemiplejía moral, la incapacidad para pensar más allá de su ideología de derechas o izquierdas. O, como definió el también filósofo francés Jean-Francois Revel, la ética que caracterizaba a buena parte de la izquierda mundial ya en tiempos del comunismo soviético: “Los izquierdistas no juzgan los hechos, sino que catalogan a las personas y a las instituciones. Una misma acción tiene carácter positivo o negativo según sea el signo del gobierno que la realice”.


domingo, 8 de octubre de 2023

Casas y Flecha. Demasiado pronto

 La historia de los libros se hace con la acumulación de nombres de grandes personajes y fechas de eventos transcendentes. La historia de la vida de los pueblos y sus gentes se hace por la existencia singular e irrepetible de algunos de entre los suyos que con su actitud y su genio convierten ciertas épocas en brillantes o grises, la mayoría de las veces sin que ellos mismos sean conscientes de la huella que dejarán porque cuando más se nota el valor de su presencia es cuando es su ausencia la que la hace evidente.

Zamora ha perdido en las últimas semanas a dos de sus personas especiales. Ambos además han llegado a la categoría de “personajes sociales” por sus actividades profesionales en el día a día y también por la manera de volcar el corazón en Zamora y en aquello a lo que dedicaron su vida. Cada uno en su plano y, a simple vista, con más diferencias que paralelismos, el empresario exitoso y ejemplar y magnífico presidente del Zamora Club de Futbol José María Casas y el artista, escultor, imaginero y humanista de las tradiciones, Ricardo Flecha.

Jose y Ricardo son, y lo fueron en vida, historia viva de nuestra ciudad y provincia que, si no languidecen del todo, es porque gentes como ellos hacen vibrar aquellas cuerdas capaces de poner en pie a una sociedad entera. En un caso dándole a Zamora los años más brillantes de su primer club de fútbol, años en que los aficionados y hasta quienes no lo eran, soñaron y acariciaron como algo al alcance de la mano lo que antes y después parece inalcanzable. Los años en los que se llenaba el estadio y la afición y la ciudad creían en un futuro de optimismo. En el caso de Ricardo con la soberbia humildad de sus manos sobre el cincel y su cuerpo entero, como si de una escultura por él mismo tallada se tratara, dando luz a la Semana Santa, epicentro de todo lo zamorano, a las Capas Pardas, a la Cofradía de la Concha o a la Escuela de Arte.

Me siento agradecido a ambos como zamorano y afortunado por haber compartido unos tiempos en los que ellos y otros como ellos nos han dado tanto social y personalmente. Si nuestras almas crecen y se fortalecen con lo que vamos recibiendo de aquellos con los que compartimos vicisitudes o a los que admiramos, con Jose y con Ricardo, con Flecha y con Casas, al menos la mía se siente más llena y rica en esta Zamora cada vez más vacía.

Su marcha nos deja una sociedad más pobre, menos ambiciosa y crítica, menos creativa, atrevida y consciente de sí misma. Que nunca nos falten gentes que hagan las cosas como se hacen las cosas importantes por los hombres de madera sólida y corazón bravo y leal, haciendo que lo difícil parezca fácil y lo imposible un reto para el que solo es necesario encontrar el camino.