domingo, 19 de mayo de 2019

Los conservadores y el "rebélate"

El término conservadores se aplica en política a la derecha moderada aunque esto no siempre responde a la realidad. Nació ese uso a la vez que surgieron los liberales. Los conservadores como defensores del estatus existente, del conformismo y el inmovilismo, del miedo a los cambios y respeto férreo a la tradición y las costumbres. Los liberales pretendiendo abrir puertas y ventanas, sin las revoluciones y roturas que luego traerían los postulados totalitarios paralelos, comunistas y fascistas como extremos que se tocan. 

Lo liberal es lo transformador, impulsor de los cambios que permiten el progreso para la sociedad y para cada individuo. Más tarde con la reconversión del socialismo real o comunismo hacia el socialismo práctico se genera ese punto intermedio entre liberales y socialdemócratas que permite el progreso sosegado y paulatino, el movimiento continuo hacia adelante, la igualdad de oportunidades y la profundización y perfeccionamiento de la democracia. Bajo estos parámetros de democracia estable y gobiernos en alternancia lo conservador deja de ser un elemento de adscripción ideológica y pasa a serlo de definición práctica. 

En Zamora hoy el voto más conservador no es el que va a ciertos partidos en la derecha sino el que pretende preservar el inmovilismo basándose en aquello tan repetido de “más vale lo malo conocido” o en aquello tan zamorano de “no han hecho nada especialmente malo” en lugar de apostar por algo más liberal o progresista. Algo que nos permita ofrecer las oportunidades antes perdidas a nuestros jóvenes, a quienes se han tenido que marchar de nuestra tierra y a todos aquellos cuyo futuro pende de un hilo en esta castigada tierra. Posición defensiva y pasiva ante el destino en lugar de posición activa para encarar los retos y con ellos las oportunidades que cada día el mundo en transformación abre a aquellos que saben luchar por ellas. 

Vuelven algunos a defender el que nos quedemos como estamos cuando eso a lo único que conduce siempre es a seguir empeorando de manera acelerada. Como los entrenadores que salen a empatar terminan casi siempre perdiendo así le pasará a Zamora si se resigna a que lo mejor que puede pasar es que no pase nada. No, el “rebélate” no es un lema que figura en las camisetas para la pose falsamente progresista de unos cuantos que, como los más conservadores, viven más cómodamente cuanto menos se muevan las cosas. 

El verdadero “rebélate” es el que alimenta y estimula la actitud de aquellos que lo que quieren es que Zamora sea tierra de oportunidades, de inversión, de creación de empleo, de crecimiento de la población y atracción de riqueza para todos. Casi todos tenemos hijos o nietos por los que luchar. Podemos hacerlo moviendo Zamora o sentarnos a ver cómo los dos últimos meses de un mandato se inauguran los anuncios de lo que se va a hacer porque no se ha hecho en los casi cuatro años previos. En cada mano está la decisión tan solo dentro de una semana para decir qué Zamora queremos dentro de cuatro años. Algunos creemos y queremos el progreso. Nos rebelamos.

domingo, 12 de mayo de 2019

Lo sustantivo y lo adjetivo

Un aforismo dice en latín “primum vivere deinde philosophari”, vamos que antes de quebrar neuronas filosofando sobre cualquier tema conviene tener asegurado seguir viviendo. Comer antes que filosofar sería en traslación burda al día a día de cada uno y también al de todos en conjunto.

Y en esas estamos con frecuencia en diversas situaciones que se nos dan en la vida. También en eso estamos cuando hablamos de política y de elecciones, programas electorales, promesas (o compromisos). Ya seamos protagonistas activos o pasivos del frenesí político, ya emisores de mensajes o receptores, no solo nos tocará desgranar la paja que no pesa del cereal que nos aporte nutrientes, sino aquellas cuestiones más sustantivas respecto de las más adjetivas o decorativas.

Después de tantos años distante de la cosa pública, vuelvo a comprobar con qué facilidad la esencia queda arrinconada en beneficio de cuestiones, no tan trascendentes. Vemos cómo las campañas electorales han ido dejando de ser propuestas de contenidos, acciones y proyectos para pasar a centrarse en presentaciones en las que la imagen, un gesto aquí otro allá, la sonrisa siempre “profiden”, el corte del cartel a determinada altura de la cabeza, el juego con el blanco y negro o el color corporativo son lo prioritario.

No hablemos ya de los grandes mítines en los que el político nacional de turno se acerca a cada ciudad con un discurso lleno de halagos, piropos y supuesta preocupación por las cuitas de los lugareños, de puntos comunes que repite en uno y otro escenario sin más contenido que aquellas palabras, expresiones, gestos, diatribas contra el adversario o carantoñas a los seguidores propios o a los líderes locales (aunque algunos de ellos sean enemigos declarados) que solo buscan caldear el ambiente, enfervorecer al auditorio para que, en el momento justo, cuando una lucecita roja se encienda en el atril del orador o un colaborador, situado en el lugar adecuado mueva los brazos de la manera acordada y normalmente nada discreta, cortar con el discurso, bajar el tono, mirar fijamente a la cámara o al punto preestablecido y dedicar unos segundos o, en el mejor de los casos, un par de minutos a soltar la parte del argumentario (a veces directamente leído en una pantalla) que esa mañana haya preparado el equipo de campaña para que sea escuchado en todos los hogares de España. Tras ello todo volverá a ser lo de antes, o sea, nada.

Y llegados a este punto pienso si verdaderamente la forma ha de ser lo importante por encima del fondo. Me rebelo contra ello, no sin dudas lo aseguro. Pero soy de origen sayagués, cabezota y morugo por lo tanto según el tópico, así que sigo pensando que aunque hay que buscar la belleza y la calidad en las formas, éstas no deben ser más que el adjetivo que acompañe al sustantivo. Esto es, que Zamora se nos muere de hambre de inversiones, de empleo, de gente joven, de vida y de futuro. Así que, queridos colaboradores en materia de imagen, ofrezcamos filosofar pero, ante todo, ofrezcamos vida y futuro.

domingo, 5 de mayo de 2019

Zamora. Compromiso de todos

Aunque se atribuye con frecuencia a Albert Einstein, parece que no fue suya la frase “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”, aunque el hecho de esa no autoría famosa no le resta certeza al pensamiento. Algo así ocurre con la situación socioeconómica de Zamora. No única, hay otras ciudades y provincias aquejadas de nuestros mismos o similares males, pero Zamora es la que nos ocupa y preocupa y además se encuentra a la cabeza de una lista negativa que va desplazándose hacia abajo a velocidad cada vez más acelerada. 

Ante los datos demográficos, de envejecimiento, de falta de nacimientos, de emigración que no se frena ni retorna, de “exterminio” demográfico de nuestros jóvenes más preparados y ante los datos económicos de desaparición de empresas, caída de población activa, producción industrial escasa y renta muy por debajo de la regional, nacional y europea, locura sería seguir haciendo lo mismo que hemos hecho en la última década, periodo en el que precisamente más se han acentuado los parámetros negativos. Locura sería hacer lo mismo que vienen haciendo las demás ciudades y provincias en condiciones cercanas a las nuestras o hacer solo lo que ellas hacen.

Como seguramente ya conoces, amigo lector, unos cuantos hombres y mujeres de Zamora, de muy diversos ámbitos personales, sociales y profesionales han puesto su confianza en mi persona para ayudar configurar un equipo y un proyecto que trate de hacer en los próximos años cosas distintas con las que romper la dinámica fatal a la que parecemos abocados. Asumo el reto en compañía de los demás y en la de todos aquellos zamoranos, los que viven en Zamora y los que están fuera, de aportar nuestro esfuerzo y de ayudar a canalizar todos los demás esfuerzos.

De eso se trata, de buscar soluciones que no serán fáciles, a partir de los recursos esenciales de Zamora, su cultura, su patrimonio, su medio natural, su calidad de vida, la fuerza de sus gentes, sus emprendedores, sus empresarios consolidados, sus trabajadores. De la especial idiosincrasia de unas gentes a las que pareciera que nos cuesta mucho más sacar adelante nuestra tierra que tener desarrollos profesionales de éxito más allá de nuestro territorio.

En un mundo definitivamente globalizado, los riesgos se presentan amenazantes para los territorios no favorecidos por el destino y las decisiones políticas de ámbito superior a lo largo de muchas décadas, pero, en un mundo también definitivamente más abierto, flexible y dinámico, cada amenaza puede ser convertida en una oportunidad si somos capaces de ser transformadores, innovadores, atrevidos y competitivos. De creer en nosotros mismos y hacer valer nuestra fuerza, nuestra razón y nuestro derecho.

Es momento para el diálogo constructivo de todas las fuerzas políticas y sociales. También para soltar cadenas que nos coartan frente a otras instancias. Con todo el respeto lo presento en esta columan. Es momento para el compromiso. Seguro que el de todos y desde luego el nuestro es por Zamora y los zamoranos de hoy y de mañana.