domingo, 30 de enero de 2022

Goliath y David

Todos los días, en algún punto del mundo, se libra una batalla por la dignidad o la libertad. Y salvo en las grandes epopeyas de la historia, las batallas suelen ser entre desiguales. Los iguales tienen mucho cuidado de no enfrentarse entre ellos porque ambos podrían salir muy malparados. Lo que está ocurriendo en Ucrania con la amenaza del nuevo zar de la gran Rusia es otro de esos momentos en que el pez grande intenta comerse al chico. El macarra del barrio amedrentar al vecino. El abusón del colegio tratando de evitar que el débil escape de su destructiva influencia.

Cuando Putin mandaba en el KGB, Ucrania era país sometido por la bota feroz del comunismo, como los países bálticos, como todas las naciones encerradas tras el telón de acero de la tiranía soviética. Apenas el muro de Berlín fue derribado por el afán de libertad de los alemanes del Este, como en un castillo de naipes, el resto de pueblos sometidos fueron liberándose uno a uno y la Unión Soviética quedó reducida a la gran Rusia. Así se mantuvo todo en la vieja Europa hasta que el omnipotente presidente, quiere ser el nuevo zar de una red de pseudodemocracias controladas por títeres.

Ocurre, sin embargo, que el que un día ha estado oprimido hasta límites inhumanos, una vez consigue evadirse de la opresión no quiere volver a recibir el abrazo del tirano. En 2014 tropas rusas entraron con toda la facilidad en Ucrania con la excusa de la protección a la parte de la población ucraniana rusófona ubicada fundamentalmente en el Este del país y el objetivo real y exitoso de controlar la estratégica península de Crimea. Ahora un contingente inmensamente más grande de tropas se alinea en la frontera entre ambos países. 

La amenaza ya no es latente sino expresa, pero no está tan claro si se prevé una invasión o es solo el chantaje a Ucrania y al conjunto de Occidente para coartar la libertad de su país vecino. Rusia sabe que Ucrania se ha rearmado notablemente desde 2014 para que nada pudiera volver a ser igual. Y, sobre todo, Ucrania se ha rearmado moralmente. Sus ciudadanos, incluida la mayoría del tercio que habla ruso, no quieren perder su democracia. No quieren volver a caer bajo el oscurantismo de los sucesores del comunismo. No están dispuestos a dejar pisotear su dignidad como personas, familias y pueblo. Conocen de sobra cómo es eso, ya lo sufrieron de manera indecible.

Los ucranianos están dispuestos a resistir casa por casa ante la invasión. Como partisanos. Ante ese escenario Putin duda, no por la presión internacional, en la que Alemania y Francia -sus gobernantes más bien- no prestan especial ayuda para no perder los beneficios del gas ruso y Biden muestra debilidad en política internacional, sino porque a pesar de su fuerza mastodóntica sabe que no se puede doblegar a un pueblo si su espíritu resiste y lucha. Desde David y Goliath sabemos que no siempre el grande vence al pequeño si éste no se entrega sin más a su supuesto fatal destino.

domingo, 23 de enero de 2022

Lo rural

El Covid ha enseñado a muchos que la vida fuera de las grandes ciudades es mejor vida si se tienen las comunicaciones necesarias y las telecomunicaciones imprescindibles para mantener la conexión con el mundo más activo, el de los negocios, la empresa y el trabajo cualificado. Eso anuncia la posibilidad de un proceso de migración inverso al que nos ha venido desangrando durante casi un siglo y con ello un mundo de oportunidades de desarrollo y crecimiento. Pero para que eso llegue y resulte beneficioso y no excluyente de quienes ya habitan, trabajan y preservan el ámbito rural, primero tenemos que salvaguardar, respaldar y potenciar las actividades que le son propias, la agricultura, la ganadería, la caza y la pesca, la explotación forestal y el turismo rural en su más amplio sentido y con el aprovechamiento de todos los recursos.

Las grandes crisis, sean del tipo que sean, siempre son terribles por lo que se llevan por delante, en vidas, en bienestar o en pérdidas económicas y de empleos. Pero de ellas resultan transformaciones que vienen a conformar los paradigmas que regirán durante los siguientes años y décadas. A veces son transformaciones que cambian el rumbo de la historia, otras simplemente aceleradores de lo que ya estaba llegando. Con el Covid pasa igual. La principal transformación vendrá de la mano de acelerar los procesos que implican el teletrabajo y la generalización del universo virtual -el metaverso empiezan a llamarlo- como realidad paralela y al mismo nivel que la realidad física en la que estamos acostumbrados a desenvolvernos, trabajar y relacionarnos.

Que hoy domingo se celebre en Madrid una gran manifestación de organizaciones representativas del mundo rural es un magnífico recordatorio de que quienes más saben del campo son quienes viven y trabajan en él y no quienes desde despachos oficiales se empeñan en hacer normas o crear modas que toman al habitante rural poco menos que como un intruso, un agresor o un peligro para esa sostenibilidad de la que tanto se habla. Que en la feria de turismo FITUR que hoy se clausura muchos, más que nunca, hayamos trabajado en proyectos de vinculación territorial para la creación de paquetes de destino para las zonas más desfavorecidas, como es toda la raya con Portugal en Extremadura y el Alentejo y en Zamora y Salamanca y Tras os Montes, un magnífico aviso de que lo que está por venir puede ser bueno si sabemos impulsarlo y si las administraciones ayudan y no entorpecen.

En ese nuevo escenario social, que a pequeña escala ya está aquí, como recientemente nos recordaban Antonio Sola y Fernando Carrera, el mundo rural va a tomar un protagonismo especial, siendo un hálito de esperanza especialmente para provincias como Zamora, con un campo depauperado, envejecido por la expulsión de los más jóvenes y las mujeres y arrinconado por legislaciones que solo se conciben desde el desconocimiento urbanita de lo que nuestras gentes piensan y sienten cuando viven, trabajan o emprenden cada día en los empequeñecidos pueblos que dan vida a nuestra geografía. Zamora entera es rural y en el desarrollo de lo rural está su único camino hacia un futuro mejor que el triste presente.

domingo, 16 de enero de 2022

Razones para pelear por Zamora

Me preguntaba un periodista, qué razones veíamos en POR ZAMORA, el partido que encabezo, para presentar candidatura de cara a las próximas elecciones autonómicas frente a los partidos nacionales. Le respondí que lo importante no es sólo saber que hay buenas razones, sino cuántas razones esenciales hay. Miles. Millones.

Miles. No porque desde el año 2000 la provincia de Zamora haya perdido 35.000 habitantes, el 16% de su población o uno de cada seis habitantes -uno de cada tres en Aliste, Sayago y Sanabria- que es una forma aún más aterradora de decirlo, sino porque ese dato de los últimos veinte años se agrava en la proyección para los próximos veinte, en los que Zamora perderá, si no lo paliamos, cerca de 60.000 y pasaremos a rondar una población provincial de escasamente 100.000 habitantes por nuestra envejecida pirámide poblacional, la carencia de oportunidades para que nuestros jóvenes se queden y la inexistencia de estímulos para que los que han abandonado su tierra quieran y puedan volver.

Es cierto que el de Zamora no es un caso aislado, otras provincias de la España interior, en eso que se ha dado en llamar la España vaciada, sufren del mismo mal, pero además de que es la nuestra y por la que nos toca pelear a los que aquí vivimos, resulta que en lo que llevamos de siglo ningún otro descenso de población en Castilla y León, es ni siquiera comparable al que ha sufrido Zamora (la siguiente, Palencia, ha perdido un 10%) y en ninguna otra la proyección a futuro es tan dramática con la inercia actual.

Millones. Los que gobierno central y autonómico destinan a inversión y desarrollo en territorios políticamente fuertes y no aquí. Los que Castilla y León obtiene de la Unión Europea para las zonas más deprimidas, despobladas y las áreas transfronterizas como es el conjunto de nuestra provincia pero se quedan en el eje Valladolid-Burgos. Los que deberían servir para igualar a nuestras empresas y emprendedores en capacidad de innovación y redes de telecomunicaciones a la altura del Siglo XXI pero se quedan en que nuevas empresas se instalen en el parque tecnológico de Boecillo.

Con todo, la principal razón para que Por Zamora y yo nos presentemos no es cuantitativa sino cualitativa. Ya hemos visto que lo que no hagamos los que solo aquí tenemos que responder, no lo van a hacer -como no lo vienen haciendo- los que solo responden y dan cuentas a quienes mandan en sus partidos en Madrid o Valladolid. Aquellos que plantean su política no en función de lo que Zamora necesita o en pegar el puñetazo en la mesa de negociación en Valladolid sino en obedecer al propio e insultar al de enfrente preparando las elecciones nacionales. 

En política solo se respeta a aquel al que se teme. Pues sí, queremos que nos respeten porque nos teman. Porque vamos a pelear duro y porque -lo saben porque nos conocen-, no somos controlables ni estamos dispuestos a contestar con mansedumbre al olvido. Si los zamoranos quieren habrá pelea, ese es nuestro compromiso y el mío propio con nuestra provincia y con los zamoranos de aquí y de fuera.


domingo, 9 de enero de 2022

El mundo que viene está ya aquí

En las tres décadas que llevo de trayectoria profesional en diferentes ámbitos; en las dos docenas de países en los que he estado por asuntos profesionales y entre los miles de hombres y mujeres de diferente nivel ejecutivo, directivo, académico o laboral con los que me he reunido, me he encontrado, concordado, negociado o discutido con individuos de todo tipo, condición y pelaje intelectual. De la mayoría, como les habrá pasado a ellos conmigo, apenas recuerdo algún detalle concreto. Son muy pocos aquellos con los que sales diciendo: “Joder, este tío (o tía) está en otro nivel; o es verdaderamente listo; o tiene una preparación muy por encima del común”. ¿Cuántos? No lo sé. Los dedos de una mano, los de las dos tal vez, no más. A Vargas Llosa en Madrid. Un tiburón financiero británico pero residente en Sudáfrica al que conocí en Emiratos Árabes. Un empresario colombiano que vivía en Miami con el que coincidí en Bogotá. O, aquí en Zamora, una breve conversación con el obispo Uriarte o Alejandro Campos “Finisterre”, con el que negocié la adquisición del legado personal de León Felipe para Zamora…,  y no muchos más.

En un estilo humano muy distinto a todos y cada uno de ellos, Antonio Sola, quien el martes estará en Zamora presentando en el museo Etnográfico de Castilla y León el libro que acaba de publicar y presentar, hasta el momento solo en Barcelona y Madrid: “¿Cómo sobrevivir al mundo que viene?”. Al margen de la especial satisfacción que para mi vanidad personal supone que tanto él como su coautor, Fernando Carrera hayan querido que sea yo, como presidente del Foro Pensamiento y Libertad, quien haga de introductor de su exposición y moderador de la tertulia que se abrirá a continuación, el orgullo late en que quien probablemente sea el más importante estratega político del mundo hispano a ambos lados del Atlántico, se haya visto seducido por la idea de encajar en su agenda un acto tan discreto en alcance como el que puede ofrecer la capital de esta empequeñecida provincia.

Del contenido del libro, el diagnóstico más lúcido, acerado e incisivo de la transformación social, tecnológica y política en la que estamos ya metidos de hoz y coz y un índice insoslayable de por dónde viene el futuro que ya está aquí, hablaré en próximas columnas. Hoy, en este domingo, de nuevo electoralmente más burocrático que expectante para Zamora, me quedo, lector, en presentarte a Fernando Carrera, profesor de Oratoria y Debate en diferentes universidades de España, analista político en radio y televisión y asesor del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Barcelona. Y a Antonio Sola. Presidente de la Fundación Liderar con Sentido Común. Fundador de la Escuela Política “Fratelli Tutti”, con inspiración del propio Papa Francisco. Colaborador y asesor en más de cuatrocientas campañas políticas y, entre otros, de los presidentes de México, Felipe Calderón; Colombia, Juan Manuel Santos y España, Mariano Rajoy.

En lo profesional un fuera de serie, en lo humano y personal, con la palabra que más pronuncia cuando algo atrae su interés y entusiasmo: “¡Espectacular!”. Un lujo para Zamora.