Escribo hoy porque es duro leer a su
hermana Consuelo decirle “no te dejaron conocer a tu hijo, pero desde la
distancia has conseguido transmitirle valores que, desgraciadamente, nos siguen
haciendo mucha falta. Valores como lealtad, dignidad o sinceridad. Valores que
el partido por el que diste la vida no ha querido o no ha sabido mantener entre
sus dirigentes salvo en honrosas y tristemente aisladas ocasiones”. Leerlo y
mirar en cualquier foto cómo miraba Gregorio ayuda a entender por qué el PP es
hoy insignificante en el País Vasco y por qué en las sedes del PP ya no existen
la conmoción, el compromiso, ni las convicciones que en aquella aciaga tarde
vivimos y compartimos muchos en ellas.
Escribo hoy, Gregorio, porque los “líderes”
que tanto te deben, ocultan tu mensaje, ignoran tu sacrificio, proscriben tu
ejemplo. Las bases, sin embargo, seguimos teniéndote en nuestro cofre de
referencias irrenunciables, lamentablemente somos demasiado cobardes como para
poner las cosas en su sitio.
¿Qué está pasando para que la viuda o la
hermana de Gregorio tenga que decir ciertas cosas, para que Ortega Lara se haya
tenido que marchar del PP por dignidad, vergüenza y humillación, para que
Ciudadanos, UPyD y VOX apoyen oficialmente las manifestaciones de las víctimas
del terrorismo y los dirigentes del PP miren para otro lado y callen
miserablemente? Lo ha preguntado Aznar ante una primera fila que miraba con
desdén y soberbia: ¿Aspira realmente el PP a ganar las elecciones? No es este
el camino. Ni lo mejor para ellos es lo mejor para el PP o para España.
María San Gil ha dicho que Gregorio era un
referente de cómo no ponerse de perfil, por eso le mataron. En la Convención
popular, la inmensa mayoría de los diputados, senadores, alcaldes, procuradores
y concejales piensan como Aznar, como María, como Consuelo, pero posan de perfil.
Por un plato de lentejas, memoria, dignidad y justicia.
Me gustaría escuchar pronunciarse a quienes en las próximas semanas y meses van a darnos la mano y pedir nuestro voto en las calles de pueblos y ciudades. De lo que digan y cómo lo digan dependerá mi insignificante voto, amigo lector.