domingo, 25 de enero de 2015

Por Gregorio y el PP

Escribo hoy sólo por respeto a la memoria de un hombre al que faltó un paso y sobró una bala para que la historia del País Vasco y la de España hubieran sido muy diferentes. Pocos se acuerdan ya de cómo eran aquellos momentos. Los años del plomo para imponer la sinrazón. Lograron su primer objetivo acabando con Gregorio Ordóñez, el primero que les plantó cara en su terreno, en la calle, en las tabernas, entre el pueblo en el que sus asesinos se escudaban. Lo asesinaron cuando los ciudadanos de San Sebastián lo iban a hacer su alcalde. Luego lo fue Odón Elorza quien se apoyó en los nacionalistas más y menos radicales para impedir la alcaldía de un PP entonces mayoritario –qué tiempos aquellos-. Hoy los etarras gobiernan San Sebastián, mientras decenas de asesinos han sido liberados en los últimos meses sin que nadie aún nos haya explicado por qué.

Escribo hoy porque es duro leer a su hermana Consuelo decirle “no te dejaron conocer a tu hijo, pero desde la distancia has conseguido transmitirle valores que, desgraciadamente, nos siguen haciendo mucha falta. Valores como lealtad, dignidad o sinceridad. Valores que el partido por el que diste la vida no ha querido o no ha sabido mantener entre sus dirigentes salvo en honrosas y tristemente aisladas ocasiones”. Leerlo y mirar en cualquier foto cómo miraba Gregorio ayuda a entender por qué el PP es hoy insignificante en el País Vasco y por qué en las sedes del PP ya no existen la conmoción, el compromiso, ni las convicciones que en aquella aciaga tarde vivimos y compartimos muchos en ellas.

Escribo hoy, Gregorio, porque los “líderes” que tanto te deben, ocultan tu mensaje, ignoran tu sacrificio, proscriben tu ejemplo. Las bases, sin embargo, seguimos teniéndote en nuestro cofre de referencias irrenunciables, lamentablemente somos demasiado cobardes como para poner las cosas en su sitio.

¿Qué está pasando para que la viuda o la hermana de Gregorio tenga que decir ciertas cosas, para que Ortega Lara se haya tenido que marchar del PP por dignidad, vergüenza y humillación, para que Ciudadanos, UPyD y VOX apoyen oficialmente las manifestaciones de las víctimas del terrorismo y los dirigentes del PP miren para otro lado y callen miserablemente? Lo ha preguntado Aznar ante una primera fila que miraba con desdén y soberbia: ¿Aspira realmente el PP a ganar las elecciones? No es este el camino. Ni lo mejor para ellos es lo mejor para el PP o para España.

María San Gil ha dicho que Gregorio era un referente de cómo no ponerse de perfil, por eso le mataron. En la Convención popular, la inmensa mayoría de los diputados, senadores, alcaldes, procuradores y concejales piensan como Aznar, como María, como Consuelo, pero posan de perfil. Por un plato de lentejas, memoria, dignidad y justicia.

Me gustaría escuchar pronunciarse a quienes en las próximas semanas y meses van a darnos la mano y pedir nuestro voto en las calles de pueblos y ciudades. De lo que digan y cómo lo digan dependerá mi insignificante voto, amigo lector.

domingo, 18 de enero de 2015

¡Ya te digo!

- Murió Bolinaga, el torturador y asesino.
- Sí, ya lo leí, lo que no se han ido son la infamia de su vida ni los dos años de vergüenza por sacarlo de la cárcel con mentiras.
- Se los pasó inaugurando tabernas. Lo mismo ha muerto de cirrosis.
- No quita. Lo soltaría el Gobierno por eso. Para que tuviera una muerte lenta y olorosa.
- Querrás decir dolorosa.
- Ésa hubiera sido la de la cárcel que es la que en justicia merecía. Encerrado, apestado y solo. Olorosa, digo, por la mezcla de la podredumbre de su alma, el hedor del aliento alcoholizado de muerte y la fragancia de una libertad que él nunca hubiera dado a Ortega Lara.
- Ya, si no es por un Guardia Civil que anduvo fino y encontró el resorte para el acceso al zulo, allí hubiera quedado.
- Qué cosas tiene el destino. Víctima y verdugo a la calle. A uno la puerta por la negociación con la ETA y al otro la de salida del PP. Vamos, que era un recuerdo incómodo…
- Paradojas de la política.
- Más bien de algunos políticos.
- Bueno, algunos porque hacen y otros porque callan y se dejan hacer.
- Pues no está el patio como para lavarse las manos. Pero pocos dan la cara, y en los grandes, casi que ninguno. Como van a gusto en la burra y el que se mueve no sale en la foto...
- ¡A ver! Que ahora vienen las candidaturas. Y luego las Generales. Cualquiera arriesga.
-Le dice Arriola a Rajoy que pierden cuatro millones de votos con respecto a las últimas y que tienen que recuperar dos, que son de los suyos de siempre.
- Me parece que tal como está el horno, “siempre” es mucho tiempo a estas alturas.
- ¡Los del PP no van a votar a Podemos, ni al PSOE!
- Al PSOE no. A Podemos no quita, que la gente está muy revuelta y muchos pasándolo muy mal y otros sin expectativas de ningún tipo. Y ¿que revienta? Pues que reviente. Total, peor de lo que están no van a estar, pensarán.
- ¡Pero no es plan!
- Ya, eso díselo a quien tiene en el paro a toda la familia o al que después de hacer la carrera, lleva 10 años sin encontrar un curro o ganando ochocientos euros.
- Sí, o a los autónomos y los pequeños empresarios a los que se ha comido la crisis.
- O Zapatero primero y luego Montoro, venga a subir impuestos.
- Como en lo de Bolinaga. Muchos vídeos va a necesitar Arriola para explicar a los propios por qué votar otra vez a Rajoy tras haber abdicado de principios y programa y no se abstengan o voten a Albert Rivera y Ciudadanos, UPyD, o a Ortega Lara y Vox. Y porque cada uno va por su lado…
- Una suerte para Bolinaga. Esta preocupación ya no la tiene.
- ¡Ya te digo!

domingo, 11 de enero de 2015

Todos Charlie

Vivimos en paz, cómodos, confiados y aletargados. Desde la segunda mitad del siglo XX, finalizado el cruento capítulo de dos guerras mundiales y el expansionismo soviético que sucedió a la revolución bolchevique del 17, Europa se fue convirtiendo en un estanque dorado, de aguas tranquilas, primaveras con música y otoños sosegados.

Así nos ven desde otras latitudes. En Hispanoamérica sueñan con Miami para los negocios y las inversiones, pero con Europa para su retiro. Europa, dicen por allí, es el lugar ideal para vivir. Hay ciudades con historia, monumentos, museos y arte en todas sus representaciones. Hay buena medicina con cobertura pública. Europa es tranquila y segura. Se puede salir por la calle a cualquier hora del día o de la noche sin que los malandros pongan en riesgo tu vida.

Para los norteamericanos, París, Roma, Berlín, Madrid, Sevilla, el Egeo, son los destinos turísticos o de estudio que representan el largo camino hacia el culmen de la civilización humanística. Los tramos de la historia en la que se encuadran pero que nunca vivieron. Es el glamour que han tratado de reinventar en sus celebraciones neoyorkinas, en Las Vegas o en California.

En Oriente Medio Europa es la delicatessen con la que soñar y de la que presumir. La mujer a la que conquistar, la joya que comprar. El “savoir vivre” francés, la comida italiana, la nieve en los Alpes, la City londinense y su mítico Al-Andalus en España. Marbella es el Edén, me dijeron en la península arábiga.

Así se percibe a Europa y así se la codicia. Así nos vemos los europeos y estamos tranquilos, seguros de nosotros mismos, de nuestro presente y de nuestro futuro. Sólo la economía se percibe como un riesgo y los riesgos económicos son siempre coyunturales, temporales. A pesar de las guerras fratricidas que jalonan nuestra historia, desde el final de la Reconquista no hemos tenido que sentir el temor a que el enemigo de fuera pudiera llegar a las puertas de nuestras casas.

Por eso los acontecimientos de Francia de esta semana han supuesto un shock de alcance continental. El modus operandi de los asesinos, más que de terrorismo es de un acto de guerra. Por eso se ha elevado el rango de alerta en todos los países. No es finalmente la guerra, sólo una escaramuza inicial pero a la vez un aviso.

El radicalismo musulmán odia a los Estados Unidos pero los respeta porque los teme. A Europa no la odia, la ambiciona y aspira a hacerla suya. En “Sumisión” acaba de ficcionarlo Houellebecq. Hay miles de “soldados” ya reclutados entre europeos, musulmanes de segunda o tercera generación. Captados en las mezquitas con las que van regando los territorios y en las redes sociales, entre jóvenes sin mayores expectativas y a los que el Corán se abre como una puerta al compromiso, a la ruptura y al protagonismo para vidas anodinas, cuando no disolutas. La historia no es estática.