domingo, 26 de junio de 2016

Ecos de Zamora

Aprovecho la mañana de la que dicen es jornada de reflexión para escribir esta columna que ahora tienes en tacto de papel entre tus dedos o en brillo de cristal ante tus ojos. Aprovecho estos primeros calores del verano con la atmósfera impregnada del etéreo ambiente de las fiestas y la densa inminencia de las ferias de este nuevo San Pedro que nos empapa entremezclado con ecos de discursos y promesas y el rumor de una marea de incertidumbres, de “Brexits” y urnas.

Recuerdo un fragmento de una canción de Gabinete Caligari que reza “la fuerza de la costumbre es mi guía y mi lumbre”, lo cual suele ser cierto en mi caso los sábados, esos días en cuyas mañanas el adormecimiento va dejando lentamente espacio para pensar con qué materia llenar el Espejo de Tinta del día siguiente. El café con leche, una ojeada superficial a las noticias del día, una tostada con aceite de oliva, la lectura del suplemento cultural de la semana de un periódico nacional y la selección de la música que habrá de acompañar el baile de los dedos sobre el teclado de mi ordenador componen el cuadro ideal cuando otras ocupaciones o circunstancias no interfieren.

Con la atmósfera del primer párrafo y el marco del segundo, con la saludable intención de no escribir nada relacionado con la política o similares asuntos de esos denominados “serios”, me encontré y compartí y comenté en mi muro de “Facebook”, con un artículo en el diario digital “El Español” sobre Agustín García Calvo y su “Comunicado urgente contra el despilfarro” publicado en París en 1972 y que parece ser acaba de reeditarse.

Su lectura me llevó sin solución de continuidad al rincón de mi biblioteca ocupado por García Calvo y a comenzar a releer su delicioso “Manifiesto de la Comuna Antinacionalista Zamorana” ya con 46 años a sus espaldas. Y como no hay acción sin su consecuencia y tocaba elegir la música, ya con el ánimo henchido de ferviente zamoranismo, fui directo a por los poemas de Claudio Rodríguez que en 2007 adaptó   Luis Ramos, para su disco “El aire de lo sencillo”.

Entre medias había yo empezado a pensar en los intelectuales que ha dado o hab pasado por Zamora y que, como seguramente sea lo natural, no hemos sabido aprovechar quizás porque -como corresponde a todo intelectual que se precie- estuvieron muy por delante, en el tiempo, las costumbres y la visión, de lo que los zamoranos hemos sido capaces de asimilar en cada momento de nuestra vida como sociedad. Del por igual genio e histrión -uso los dos términos como virtudes-  Agustín a Claudio y de éste a León Felipe, a Ignacio Sardá, Gerardo Diego o los actuales Jesús Ferrero o Prada.

En este breve silencio entre tanto ruido, en que las urnas intentan definir España,  pensé si Zamora encontrará el camino para esquivar un destino que amenaza con convertirla en un mero eco.

viernes, 24 de junio de 2016

¿Por qué votaré a Ciudadanos?

Desde un punto de vista práctico, porque los datos objetivos con los que contamos dicen que vote lo que yo vote no habrá mayoría absoluta de ningún partido y por lo tanto los pactos van a ser imprescindibles. Ni siquiera habrá un partido que se acerque lo suficiente a una mayoría que garantice estabilidad con pequeños o esporádicos apoyos de otras fuerzas parlamentarias.

En ese ya inevitable escenario, por primera vez en muchos años, Ciudadanos representa la política pactista que puede dar estabilidad sin el odioso chantaje nacionalista que tornó, como no podía ser de otro modo, en independentista. Ya sabemos que no era cierto que sólo buscaran el dinero como decían los que desde el bipartidismo acomodado no querían ver más allá.

Desde un punto de vista ideológico porque Ciudadanos es el partido que mejor representa la opción liberal en la que siempre milité, abierta, moderada y reformista. En un panorama nacional en el que entre totalitarismo populista, socialismo desubicado y conservadurismo burócratico y resignado a que las cosas vayan “por donde tengan que ir”. A día de hoy solo Ciudadanos tiene la vocación de convertirse en el fiel que equilibre la balanza entre una derecha evidentemente minoritaria en la actualidad, fundamentalmente por sus propios errores y una izquierda cuyo peso específico se desplaza cada vez más peligrosamente desde la socialdemocracia europea hacia el extremismo populista y reaccionario.

Desde ambos puntos de vista, porque España necesita estabilidad y certidumbres, centralidad, puntos de intersección y zonas grises para el encuentro constructivo y la discrepancia leal. Para el consenso en los fundamentales y para el disenso razonado y tolerante. Para un gran pacto PP-PSOE-Ciudadanos que evite espectáculos como esta absurda repetición electoral.

En definitiva porque quiero que mi voto sea útil para España y para Zamora. La suma  nacional de votos va a legitimar en esta ocasión tanto como un escaño de más o de menos. Por mucho, o con más razón por ello, que con solo 3 diputados a elegir en nuestra provincia las cartas estén echadas de antemano. Hay que recordar a esos pseudo-demócratas de parvulario que hablan de los votos “que van a la basura”, que eso sirve igual para todos “los restos”, los que no alcanzan a dar un escaño y los que se exceden por encima del escaño que ya se ha obtenido.

Para PP y PSOE, con su eterna cantilena de la apelación al voto útil, lo que nos dicen es que solo es útil el que es para ellos. Así España llegó a una de las mayores crisis de su historia que no es la económica sino la de la integridad democrática de las instituciones. Con el que llaman voto útil se produjo la gran ruptura entre sociedad y política. Entre electores y elegidos. Entre gobernantes y gobernados.


Preguntémonos y preguntémosles, ¿voto útil para hacer qué? ¿O acaso no será que no hablan de voto útil “para qué” sino de voto útil “para quién”?  Mi voto, útil por supuesto, será el domingo para Ciudadanos.

domingo, 19 de junio de 2016

"Stalinianos"

Esta semana se cumplían 30 años del fallecimiento, que no muerte, del escritor argentino Jorge Luis Borges. Como conocéis los que de vez en cuando me seguís, por haberlo escrito en reiteradas ocasiones y ya confesé en aquel mi primer "El Espejo de Tinta" de septiembre de 2007, el propio título de mi colaboración en La Opinión de Zamora está tomado de uno de sus relatos. Así pues, lo reconozco, soy “borgiano”.

Leer a Borges es leer buena parte de lo que se escribió antes de que Borges naciera. Escribir como Borges y de lo que Borges escribe, que en realidad es de todo lo que pensamos que existe y de lo que creemos que no existe, supone el espejismo o la ensoñación que pueda tener cualquiera de los personajes que pueblan sus relatos o circulan por sus poemas.

Desde que lo descubrí, pululando por el laberinto de estantes de una biblioteca, siempre me acompañó. Quizás sea no solo paradójico sino cierto que quien más luz puede ofrecer a tus ojos es aquel cuya mirada ya no ve. El caso es que ni yo he sabido nunca muy bien por qué me cautivó tanto y tan desde el principio su literatura de literaturas. Sin embargo desde el principio empecé a pensar que “todo” estaba en Borges.

Un todo que se compone de presentes y pasados, de realidades y fantasías, de concreción y abstracción y, aunque no aparezca a simple vista sino que sea necesario raspar la superficie para encontrarlas, de muchas otras cualidades connaturales a la existencia humana, entre ellas la de la preponderancia de la libertad individual frente a las múltiples formas de tiranía que cada día nos acechan, nos rodean y tratan de subyugarnos.

Con motivo de la efeméride, encontré en el periódico en la red “Libertad Digital” un artículo del poeta Luis Alberto de Cuenca que expresa mejor que yo la significación de Borges, del cual extraigo por ser de interés al caso el siguiente fragmento: "Decía Pablo Neruda en un horrible poema de su peor libro, Las uvas y el viento (Santiago de Chile, 1954), que él y sus camaradas de partido eran "stalinianos" y que llevaban ese nombre con orgullo, y hasta que los hombres, para ser felices y comer perdices, y casarse con la princesa y no terminar en la panza del lobo, debían ser eso, “stalinianos”… Bueno, pues a mí, y a mucha más gente, nos ocurre que somos "borgianos", que es una forma más elegante y, sobre todo, menos violenta de ganarnos el paraíso".

Me gustó y me vi, una vez más, investido de “borgiano” mientras observo maniobras de “stalinianos” que, sin que nunca vayan a reconocer serlo, ocultos bajo sombras, disfraces y siglas, intentan coartar la libertad de acción, de pensamiento y de opinión de aquellos que no se rindan a su borrachera de poder. Me siento pues afortunado de ser “borgiano” y también de poder colaborar con libertad en un medio libre. 

domingo, 12 de junio de 2016

CIS-co electoral

Si las encuestas en España tienen un amplio historial de fracasos a lo largo de los últimos lustros y eso cuando todo parecía mucho más fácil porque sólo había tres bandos en danza, el PP, el PSOE y la abstención, me da a mí que ahora con la incorporación a la fiesta de Ciudadanos más Podemos y su matrimonio reciente con Izquierda Unida, prestar mucha atención a los datos demoscópicos viene a ser como dice el dicho, perder tiempo y dinero.

Pero el caso es que la del CIS de esta semana está generando picores y sarpullidos a granel, y eso sin decir nada que sorprenda demasiado a nadie que se acerque a ella. Queda no obstante para tirios y para troyanos un punto de fuga. Los unos pueden decir que aunque le muestra del CIS es siempre la más amplia, cabe que con una pequeña desviación durante los días de campaña varíe el signo de un buen número de diputados, que sin ser especialmente grande sí pueda ser determinante a la hora de sumar mayorías la noche del 26-J. Los otros pueden acogerse a que lo importante es la tendencia que marca y como además el CIS realiza las entrevistas con mucha antelación, probablemente los resultados a estas alturas estén ya incluso más marcados de lo que a primera vista dice el papel.

Sea lo uno, lo otro o ninguna de las dos cosas, es lo cierto que todo el mundo asume que el PP no va a mejorar resultados, que el PSOE sigue cayendo, que Unidos Podemos puede perfectamente ser la segunda fuerza política y que Ciudadanos sale perjudicado por los arrastres de restos que la unión de la ultra-izquierda va a conseguir por efecto de la ley D´Hondt y el descomunal respaldo mediático con el que cuentan.

Y, llegados a esta conclusión, uno vuelve a acordarse de tópicos ya tan manidos como los que hacen referencia a “morir de éxito”, a la amargura de ciertas victorias o a la dulzura de algunas derrotas. De lo primero tal vez algo puedan aprender el PP de Rajoy y su grupo dirigente y mucho también los que desde ese mismo partido no comparten criterio pero mantienen un bien-pagado silencio. 

La estrategia de mi ex-partido lleva muchos meses yendo en la línea de potenciar a Podemos para que aunque Rajoy se descalabre, el PSOE siempre quede por detrás. De ningunear y torpedear a Ciudadanos porque coinciden en parte en su espectro electoral. Van teniendo éxito, pero su victoria puede ser amarga si la suma del centro-derecha cada vez se aleja más de la mayoría y las izquierdas pisan la mayoría absoluta. Dulce derrota la del PSOE si con un desastroso resultado pueden ser la llave decisiva. 

Rajoy en esto ha preferido que la llave esté en Podemos y el PSOE y no en Ciudadanos. Él sabrá por qué, pero España no lo merece.

domingo, 5 de junio de 2016

Photoshop


Steve McCurry es eso que ahora han dado en llamar “fotoperiodista”, profesión en la que es uno de los más reputados ya desde que saltó a la fama con la fotografía de una niña afgana de 12 años que ocupó en 1985 uno de los números de la revista National Geographic. Tras ello ha realizado fotografías en todos los rincones del mundo.

Ahora su nombre está rodeado de polémica al descubrirse que ha publicado fotografías en las que el tratamiento con programas de edición ha ido mucho más allá de lo que autorizan las normas generalmente asumidas por su profesión. Borrar o insertar artificialmente objetos o personajes en las capturas realizadas con su cámara distorsionando con ello la imagen captada ha generado una controversia que destapa la dicotomía entre arte y periodismo.

El fotógrafo se defiende manifestando que no todo su trabajo es documental, que él es un mero contador de historias con sentido estético. Otros periodistas lo atacan postulando que sólo en el arte se puede retocar. Hacerlo en periodismo es mentir.

Quizás más allá del purismo de la terminología, usos y costumbres de una determinada profesión, lo esencial estribe en determinar hasta qué punto los añadidos o elusiones distorsionan, manipulan o limitan la información que se facilita a sus receptores.

Vean algo parecido en lo ocurrido esta semana con la aparición de los nombres de Carmen Luis Heras y esposo en los famosos “papeles de Panamá”. Algunos de los suyos hablan ahora de ella como ex-Senadora, otros como ex-Delegada Territorial, cada cual tratando de apartarla del ámbito político que más de cerca les toca. 

Retoques para borrar, como los de McCurry. Los partidos políticos se han convertido en “Photoshop”. Igual permiten que sus “recaudadores oficiales de B” se enriquezcan repartiéndose los ingresos, que otorgan digitalmente magníficas trayectorias o que simulan no conocer a algunos de sus miembros cuando caen en un renuncio.

En realidad Carmen Luis posee, por méritos que sin duda habrá quien conozca y destaque mejor que yo, el currículum político más amplio de la Zamora de las últimas dos décadas. Procuradora autonómica, Delegada Territorial de la Junta, Vicepresidenta de las Cortes de Castilla y León, Senadora y, atención: Por designio de la dirección regional con mentor avulense, -aquí empezó todo- inesperada Secretaria Provincial del PP y mano derecha de García Carnero.

Con esas referencias, notable ver a los suyos aplicando de urgencia el “photoshop” y a los contrarios cayendo en la trampa y pidiendo responsabilidades a Martínez Maíllo por “haberla nombrado”. Sin “retoques” la historia es bien distinta. Martínez Maillo debe más que a nadie su primera presidencia del partido en Zamora al matrimonio ahora en cuestión. De bien nacidos dicen que es el ser agradecidos, ¿no?

Seguramente no tendrá nada que ver, pero mientras escribía la columna, escuchaba el Jazz suave del grupo belga “Vaya con Dios”.