domingo, 27 de abril de 2014

Desfasado

Creo haberlo escrito ya, pero cada vez voy estando más convencido, a medida que se alejan los tiempos de mi ocupación política, nada o muy poco sé de estrategia política y electoral. Y eso que dediqué en aquellos tiempos muchas horas a la acción y también a la reflexión sobre tales cuestiones. Sobre el trasfondo último de los flujos electorales. Sobre, en definitiva, qué es lo que los partidos deberían ofrecer a los ciudadanos y cómo éstos reaccionan ante los distintos estímulos que se les ofrecen.

Circula en estos días por twitter un trino que cuestiona que al Partido Popular le parezca más presentable lucir en su campaña electoral de las elecciones europeas a la ministra Mato o a Carlos Floriano que al expresidente Aznar.

Sin entrar a valorar los dos primeros nombres, o algunos otros de los que subirán a los escenarios mitineros para que los aplaudan los incondicionales y los veamos el resto en los telediarios, considerar que Aznar no es un activo capaz por sí mismo de sumar más votos que casi todos los demás juntos, a mí, pobre ignorante, me parece una estupidez supina.

Más si, como se percibe en cada acto de este partido, no hay miedo sino pavor a los votos “propios” que declaran que se van a ir a las alternativas minoritarias o de reciente nacimiento, a la desconocida dimensión del voto oculto que vaya a seguir el mismo camino y sobre todo al aterrizaje mayoritario en los terrenos de la abstención que va a ser, según parece, la opción más elegida por el conjunto del censo electoral.

Más si, por ello, partido, Rajoy, Arriola y candidato pretenden que los afiliados y simpatizantes “de siempre” sean el flotador al que aferrarse para no hundirse en porcentaje de voto (aunque esto parezca importar menos que garantizarse quedar al menos una décima por encima del PSOE a la hora del escrutinio, por mucho que eso suponga debatirse entre la nada y la miseria).

Más si, en paralelo, se pretende convertir la incipiente recuperación económica que nos anuncian en “leit motiv” de la campaña, siendo como es Aznar la imagen de la mejor gestión económica gubernamental de nuestra etapa democrática con mucha diferencia sobre las demás, incluida la actual.

No hagan mucho caso, ya les he confesado mi desfase respecto de la nueva política. Tanto que tampoco había caído en que el simpático y bonachón Arias Cañete, quien tiene su destino asegurado con independencia del resultado, fuera un líder político de tal entidad como para calificarlo como “el mejor de los nuestros”. Hombre, entre él y Valenciano la cosa parece obvia, pero de una conclusión a la otra. En fin, que no entiendo la necesidad de unas hipérboles que todo el mundo sabe que nadie se cree.

Recuerda a lo de negar una financiación ilegal que es inherente a nuestro sistema de partidos o afirmar que éstos son de funcionamiento democrático interno.

domingo, 20 de abril de 2014

La mejor cara

Cuando esto escribo, un manto de nubes blancas vela el azul de un cielo que en esta semana de abril fue intenso y luminoso. Las previsiones para la tarde dicen que quizás alguna tormenta se lleve el polvo depositado sobre la cera de las velas que, alineada en hileras, nos recuerda que estamos en Semana Santa.

También puede ocurrir que no llueva y entonces –la definición no es mía, sino escrita hace una década por un periodista del Wall Street Journal- esta “vieja y dormida ciudad española” mantenga intacto el aroma de unos días en los que después de muchos años sin poderlo hacer, ha vivido plenamente sus días más brillantes.

Es extraño decir, y sentir, que es en los días en que se conmemora el sufrimiento, la injuria y la muerte del más Justo entre los justos, cuando Zamora más se entrega para mostrarse al mundo, para lucirse ante el visitante, para acoger al exiliado, a todos aquellos que sólo en el éxodo encontraron su camino y a aquellos que siendo de otras tierras se acercan a ver, a sentir, a vivir una ciudad que no es ella misma, sino otra, pero mejor, mucho mejor, durante una semana al año.

En el lenguaje de las organizaciones, en el argot de la gestión y del mundo de la empresa, se habla de “visión” y de “misión”. En esos términos, si algo arrastramos los zamoranos desde hace siglos, tan pesado como la Cruz camino del Gólgota, es la ausencia de una visión colectiva que contribuya a marcarnos un objetivo común, un punto en el horizonte al que dirigir nuestros pasos.

No es que no lo hayamos intentado, de cuando en cuando lo hacemos. Surgen individuos sobresalientes o se conforman grupos notables que buscan romper las cadenas que nos anclan a una mediocridad que no está en nuestro ADN pero a la que nos hemos resignado incomprensiblemente. Trágicamente ante ellos el conjunto de los zamoranos reaccionamos o bien como los antiguos judíos con el Redentor: “Crucifixión, crucifixión”. O bien como Pilatos, lavándonos las manos para que sean otros los que asuman los riesgos, los que decidan o los que masacren a quienes osan salir del redil de lo preestablecido.

Comenzaba su artículo hace ya una década aquel periodista americano, con motivo de  una iniciativa pionera a nivel mundial, diciendo que la última vez que esta adoquinada ciudad medieval estuvo a la vanguardia de algo, el Cid atravesaba sus murallas preparando la Reconquista.

Exageraba en la busca de un efectismo periodístico, casi cinematográfico, pero no erraba. Zamora está huérfana de esa visión colectiva y sin ella difícilmente puede convertir en misión los pasos necesarios para retornar a una prosperidad que durante siglos tuvo y luego, entre conservadurismo rancio y caciquismo, perdió.

Y sin embargo, cada año, hay una Semana en la que volvemos a cumplir una misión colectiva. Mostramos nuestra mejor cara y demostramos que juntos podemos.

domingo, 6 de abril de 2014

Pototo y el de la moto

Esperanza Aguirre cometió una infracción al detener su coche en sitio prohibido. No es gran crimen, pero la multa es justa. Así lo reconoce la propia implicada. Infringió y fue sancionada.

Tengo un amigo al que una vez lo detuvo la Guardia Civil en carretera tras haber cometido una infracción de tráfico. El agente que le dio el alto lo amonestó verbalmente durante varios minutos recriminándole su actuación, advirtiéndole, no sin adornarse con excesos de moralista de la gravedad de su actuación. En resumen y según lo que mi amigo me transmitió, soltándole un soberano rollo sobre lo correcto y lo incorrecto. Como si la ley fuera inmutable y no mera convención.

El caso es que después de un buen rato de monólogo del guardia civil y asentimiento gestual por parte del infractor, aquél le pidió a mi amigo el carnet de conducir y sacando bolígrafo y talonario comenzó a redactar la correspondiente multa. Y, claro, mi amigo que es un tipo de carácter y poco acostumbrado a que nadie lo vacile, le soltó de sopetón un “espera un momento. O multa o sermón, pero las dos cosas no”.

Algo así debió decirle Aguirre al agente de movilidad que la inmovilizó durante veinte minutos por detener el coche (que no estacionar, son cosas distintas, o así lo dice la norma) en zona donde no está autorizado hacerlo aunque sea un par de minutos para dirigirse a un cajero automático. “Múlteme, pero el sermón se lo guarda usted”.

Y para multar no hacen falta veinte minutos, ni cinco agentes, ni coches y motos. Y mucho menos, fotos. Como todos deberíamos ser iguales ante la ley, que es evidente que no lo somos, como es bien sabido en España, la ex presidenta madrileña tendrá que pagar los sesenta o noventa o ciento veinte euros de multa que le toquen. Y no creo que haya tan siquiera pensado no hacerlo, pero entiendo completamente que haya dicho que, a su costa, circos mediáticos los justos, señor agente.

Lo que ocurre, es que en el país occidental con más trinques, burles y corrupciones por metro cuadrado y en el que no dimite ni Rita y a casi nadie se cesa por motivos tales, los que esas medidas no toman, le tienen ganas a “la lideresa”. Y ha bastado este estúpido incidente para que las lanzas se disparen y los medios se incendien contra alguien que no ocupa cargo público.

En la semana en que el juez Ruz pone sobre el tapete, aunque no haya habido mucho eco (ni al PSOE interesa) que la pasta de Bárcenas proviene de la caja B del PP. En el país en que siguen sumándose por cientos los millones robados en los ERES andaluces. En los días en que ya irreversiblemente nos desvelan que todo parte de la gran mentira del Rey y los partidos en torno al 23F, el estruendo es el de la caída al suelo de la moto que Aguirre rozó.