Dice por un lado el vicepresidente de la Generalidad de Cataluña y destacado dirigente de Esquerra Republicana de Cataluña que: “debemos ejercer de rompehielos”, refiriéndose a la negociación para dar su respaldo a Sánchez de cara a la investidura y formación del nuevo gobierno de España.
Señala por otro lado que “solo se puede abrir la vía política si se desplaza la represión”. Es decir, solo se puede negociar y llegar a acuerdos políticos si se deja de aplicar la ley. Si el Estado abdica de la Constitución, el corpus legislativo en su conjunto y de los procedimientos judiciales que son para los independentistas el sinónimo más directo de represión.
Con ese ángulo recto inamovibles, la síntesis del pensamiento sedicioso catalán (concepto ratificado por sentencia) la hace desde prisión el nada arrepentido Oriol Junqueras cuando afirma en, profesión de fe, que “la independencia es irreversible y un nuevo referéndum inevitable”. Hipotenusa del ideario independentista, da igual lo que ocurra, lo que digan las normas, la historia o los otros: hemos avanzado exponencialmente y seguiremos haciéndolo durante el tiempo que sea necesario. A fin de cuentas, la hipotenusa al cuadrado es igual a la suma de los cuadrados de los catetos.
En este caso ellos consideran que los catetos somos el resto y no ellos. Claro que quizás no anden muy alejados de la realidad, con unos gobiernos españoles que vienen tolerando desde hace tiempo la burla y la ilegalidad en ciertas partes del territorio patrio y con un gobierno como el actual, en el que la ministra portavoz defiende que el error fue judicializar la comisión de los delitos por los independentistas. Prentende la portavoz gubernamental que olvidemos que esos hechos han sido juzgados y considerados delito por la justicia. Dicho lo cual, cómo vamos a pretender que las instancias políticas y jurídicas europeas nos tomen en serio si nosotros mismos nos tomamos por el pito del sereno.
Y ahí seguimos con Sánchez enrocado en su deseo de formar su gobierno socialcomunista para España de la mano de quienes solo quieren dejar de formar parte del país para el que se teje el gobierno -único objetivo político del que hacen gala en los últimos tiempos-, con el permiso de otros parecidos en el País Vasco y la bendición de la peor escoria, los del tiro en la nuca.
Dicen que Dios escribe derecho con renglones torcidos pero como no se dé prisa en ayudar a la nación que históricamente fue reconocida como la gran defensora del cristianismo (Bergoglio ayuda poco), Sánchez vea la luz y opte por un gobierno de coalición con PP y Ciudadanos o, al menos, vuelva a convocar elecciones, me da a mí que esto ya no habrá dios que lo arregle. Tampoco los pitagóricos con fe ciega en las matemáticas que animaron unas segundas elecciones en lugar de formar el gobierno que con sensatez permitía la aritmética de manera obvia. La mayoría absoluta, ahora ciencia ficción, que sobre el tapete permitían los números de PSOE y Ciudadanos.