domingo, 14 de abril de 2024

Un país de metralleta

 En qué momento se había jodido el Perú, se preguntaba Zavalita mirando la calle desde la puerta del diario La Crónica, en Conversación en La Catedral, la novela de Vargas Llosa. Porque todas las cosas tienen un momento en el cual empiezan a joderse sin saber dónde va a terminar la debacle. De acuerdo con los viejos tópicos, decíamos de España que era un país de pandereta. Y no nos gustaba, porque parecía viejo y casposo, aunque fuéramos una nación a un pueblo unida, capaz de hacer una transición ejemplar, pacífica e integradora, desde una dictadura masivamente apoyada por la sociedad de su tiempo a una democracia perfectamente equiparable al resto de las occidentales en derechos, convicciones y libertades.

En qué momento, por acción de unos y por indolencia de otros, eso dejó de servir, hasta el punto de que hoy sepamos que, digan lo que digan algunos de los más destacados de nuestros líderes institucionales y sociales, la referencia cierta de lo que va a ocurrir a semanas o meses vista, provenga de lo que manifiesten un golpista prófugo de la justicia y un terrorista juzgado y condenado, aunque solo por una parte de sus crímenes. En qué momento se nos han jodido esta democracia y esta sociedad para que Puigdemont haga bailar como títeres a los miembros del gobierno, que saben que caminan por el alambre de los objetivos de cada momento del fugado a Waterloo. O para que, forzando la ley y la decencia, se oculte la participación del etarra Otegi en atentados terroristas aún sin juzgar porque, diga lo que diga el resto, va a ser quien decida lo que va a ocurrir en el País Vasco después de las próximas elecciones y hay que llamarlo hombre de paz.

La referencia de la verdad de lo que va a ocurrir políticamente en España no podemos tomarla ya de la palabra de nuestro gobierno sino de la de dos extorsionadores. Los nuevos referentes de la concordia, la paz y el progreso. Quieren que traguemos con ello, felices y dóciles porque ya no somos un país de pandereta. Con ellos, lo somos de metralleta.


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